¿Estas segura?
Pov: Myoui Mina.
"La princesa y el futuro heredero vendrán a buscar lo que les corresponde".
Por mero impulso estiré mi mano presionando mis dedos alrededor de la quijada de mi esposa sintiéndome ansiosa por poseerla, mientras que ella simplemente me veía en un completo silencio con sus labios presionándose sobre mi palma abierta: era evidente, el hecho de que estaba desconcertada ante mi repentino comportamiento. Francamente, no era mi intención el actuar de esta agresiva forma, gran parte de mi genuinamente quería expresar lo que me estaba sucediendo en busca de una agradable comprensión por su parte, pero cada vez que trataba de formular una frase coherente rápidamente aquella maldita voz proveniente del vocero del Rey golpeaba mi cabeza siendo acompañada por aquel tono arrogante y desafiante que utilizaba para afirmar la próxima llegada de la princesa. No podía pensar con claridad ante sus palabras, deseaba que se callase de una buena vez. Sinceramente, no podía ocultar mi molestia, estaba furiosa y este desagradable sentimiento no disminuía al comprender que todo el mundo, sobre todo los nobles provenientes de la Capital ya estaban asumiendo que la princesa llegaría al Ducado para hacerse cargo de algo que evidentemente no le correspondía, como si el hecho de que Nayeon existiera no fuese algo de importancia. Por impulso apreté mi quijada observando atentamente la manera preocupada con la que ella me veía, ¿Llegará a desterrarte?, pensé mientras que veía como mi esposa echaba su cuerpo hacia atrás evidentemente aturdida por mi tosco actuar, ¿Sacarla de su palacio?, no podía dejar mi mente en blanco, mucho menos podía controlar mis propias manos: estas impulsivamente se deslizaban sobre el cuello de la castaña hasta llegar al comienzo de su vestido.
Sin siquiera pararme a pensar o cuestionar si esto era lo que ella realmente quería, tomé la decisión de hundir mis dedos sobre su tela: quería verla sin ropa, quería sentir algún estimulo que no fuese ese ferviente y asqueroso recuerdo proveniente de aquella horrible mujer. Sal de mi cabeza, ordené al mismo tiempo en que, de un solo jalón me las arreglaba para rasgar casi la mitad de su vestido logrando observar sin ningún tipo de dificultad la manera en que aquellos bonitos senos rebotaban libremente de su prenda. Me quedé en silencio observando su rostro completamente sonrojado: parecía genuinamente aturdida, como si su cabeza simplemente se estuviese negando a comprender mi agresivo comportamiento, es adorable... me dan ganas de encajarle los dientes, pensé mientras que deslizaba mis orbes hacia sus pequeños pechos logrando que ella rápidamente se llevase sus palmas hacia su piel expuesta tratando de que yo no continuase mirando.
Nayeon era lo suficientemente hermosa para volverme loca.
Notar la timidez que expresaba su cuerpo me obligó el morderme la lengua en un vano intento por mantener mis pensamientos en blanco. Durante los primeros segundos simplemente me mantuve en mi sitio observando fijamente como ella huía de mi mirada, céntrate en mí, pensé al mismo tiempo en que estiraba nuevamente mis manos para agarrar entre mis dedos una de sus muñecas. Sin siquiera tomarme la molestia en aclarar el porqué de mi comportamiento, decidí inclinarme presionando el dorso de su mano contra el respaldo del sofá impidiendo exitosamente que ella pudiese continuar cubriéndose.
—E~Esto es vergonzoso—murmuró en el momento que mi rostro quedó cerca del suyo.
¿Realmente lo es?, me cuestioné deslizando mis orbes hacia su torso notando como ella rápidamente presionaba su antebrazo libre sobre sus pechos en un vano intento por continuar cubriéndose.
—No es nuestra primera vez —repliqué mientras que estiraba mi mano libre presionando mis dedos contra su vientre sintiendo a través de las yemas como su piel se contraía ante el contraste de frío y calor—francamente... no es algo que no haya visto ya...—murmuré al mismo tiempo en que mi inclinaba presionando toscamente mis labios contra su quijada.
—E~Era de noche... No había tanta luz—replicó ella con esa adorable y casi seductora temblorosa voz, me estás haciendo el perder la cabeza, pensé al mismo tiempo en que entreabría mis labios para así encajar suavemente mis dientes sobre su quijada—¡Ugh! ¿Por qué hiciste eso? —me cuestionó mientras que llevaba su mano libre contra mi esternón descubierto obligándome a tener que retroceder—Mina.
—Esposa—repliqué con tranquilidad.
—¿P~Por qué estás haciendo esto? —cuestionó completamente confundida ante mi repentino actuar dominante.
No lo sé... acepté sin más el hecho de que ni yo entendía mi propio comportamiento mientras que sentía mi cuerpo completamente caliente ante ese repentino deseo que tenía por poseerla de todas las maneras que mi cabeza era capaz de imaginar.
Tomé la decisión de regresara ese cómodo silencio mientras que enfocaba mi vista en sus orbes notando como el verdoso atractivo de su mirada se perdía ante sus pupilas dilatadas. Por impulso me subí sobre sus piernas cerradas quedando lo suficientemente cerca de su torso para sentir como su pecho se expandía y contraía ante su entrecortada respiración. Sinceramente, aun cuando ya habíamos hablado al respecto del tema que gatillaba mi penosa ansiedad, no tenía aun el suficiente valor como para simplemente confesar el miedo que sentía de llevarla a mi habitación, ¿Qué tan patética sonaré si lo decía?, me cuestioné mientras que deslizaba traviesamente mi mano sobre su vientre notando como sus cejas se fruncían ante la confusión, ¿Qué tanta vergüenza te causaré?, seguía preguntando al mismo tiempo en que sentía como ella sostenía mi muñeca queriendo que me detuviera, ¿Sientes asco?, no podía vivir con el pensamiento de ser alguien repulsivo para ella. Quizás, por esa misma razón tenía tantos deseo de poseerla, aun cuando realmente no me había afrontado a mis propios pensamientos autodestructivos, de una u otra manera estaba queriendo afirmar mi capacidad para satisfacerla sin tener que revivir aquellos vividos recuerdos de esa maldita mujer montándome sin ningún tipo de pudor. Francamente, no sé si podría mantener la cordura si nuevamente recordaba ese suceso.
Por impulso tragué saliva mientras que dejaba mis dedos sobre su vientre, ¿De qué otra manera te demuestro que soy de tu pertenencia?, quería alguna respuesta de su parte, quería que ella simplemente me dijera que yo era de su propiedad, aun cuando sabía que no estaba bien, no me importaba, quería ser su objeto, algo lo suficientemente importante para no ser desechada.
De manera instintiva contraje la mano que aún estaba sosteniendo, llevándome sus dedos directamente a la boca. Francamente, no tengo ni la menor idea de lo que estaba haciendo, pero podía recordar las cortas clases que había recibido con ayuda de los idiotas de los caballeros, así que simplemente estaba llevando en práctica todo el conocimiento que ellos me habían brindado en aquel momento. Aun sin alzar la voz entreabrí mis labios deslizando mi lengua a través de los pliegues de sus delgadas falanges escuchando como ella jadeaba ante la sorpresa que le había causado mi repentino movimiento. Nayeon, tras notar mi audaz movimiento simplemente amplió sus párpados mientras que sus labios suavemente se entreabrían: era evidente lo abrumada que estaba, como si simplemente no supiese que decir o hacer ante mi forma de comportarme.
—¿Quieres que me detenga? —pregunté con sus dedos aun posados sobre mis labios.
Aun cuando lo había preguntado, la posibilidad de que me detuviese en esos momento era prácticamente escasa, por no decir nula, así que esperaba que ella simplemente no respondiera.
Nayeon simplemente se me quedó viendo, a simple vista parecía querer hacer todo lo posible por comprender lo que estaba sucediendo, pero si debía ser sincera a menos de que yo lo aclarase, no había forma de que lo pudiese entender.
Regresé a ese cómodo silencio manteniendo entre mis dedos su delgada muñeca, siendo capaz de sentir como sus cálidos y húmedos dedos ejercían cierta presión sobre mis suaves labios: ella y su mera existencia me estaba haciendo perder la cordura, pero sabía que aun no era momento de abalanzarme por completo. Decidí esperar con paciencia a que ella tomara la decisión de darme una respuesta, francamente, no quería por nada del mundo que sintiese que la estaba obligando, jamás la haría pasar por una situación de ese calibre, pero para mi grata sorpresa en el momento en que nuestras orbes volvieron a hacer un contacto directo, ella simplemente parpadeó con rapidez dejando en evidencia su aturdimiento, para luego girar su rostro posando toda su atención en lo que estaba en la pared. A simple vista, no parecía estar incómoda, en realidad, aparentaba estar sintiendo todo lo contrario.
Aun cuando mi esposa no dio una respuesta como tal, de todas formas, supe que era lo que ella quería ante el fuerte color rojizo que envolvía tanto su cuello como sus orejas: Nayeon estaba avergonzada.
Incapaz de poder ocultar mis claras intenciones, solté su muñeca para llevar toscamente mis palmas en dirección de su cintura, ni siquiera me tomé la molestia de avisarle, con rapidez y aun escuchando la forma en que jadeo ante la sorpresa, decidí bruscamente tirar de su cuerpo hasta conseguir el dejarla cómodamente recostada sobre el largo sofá mientras que yo presionaba una de mis rodillas sobre el borde del asiento con mi otra pierna cargando con casi todo mi cuerpo, mi mano izquierda rápidamente se fue contra el borde del respaldo al mismo tiempo que la otra se sostuvo en el borde del asiento dejándola completamente acorralada entre mi anatomía y el sofá. Rápidamente el aliento quedó atrapado en mi garganta ante lo que estaba observando: ver a Nayeon con sus antebrazos presionándose sobre su pecho desnudo con su cabello castaño revuelto sobre el sofá y esas mejillas sonrojadas como dos manzanas relucientes estaban comenzando a por fin a hacer estragos en el interior de mis pantalones.
Le sostuve su mirada durante unos segundos tratando de comprender si realmente la mujer que tenía debajo de mi cuerpo causando un caos en el interior de mis pensamientos era la misma con la cual me había casado.
. —¿S~Solo vas a mirar? —cuestionó con la voz temblorosa provocando que yo elevara mis cejas, para luego sonreír con suavidad.
—¿Debería solo mirar? —pregunté sintiendo como ella elevaba su rodilla izquierda deslizándola contra mi cadera—quédate quieta.
—¿Por qué? —cuestionó fingiendo tranquilidad.
—La última vez no te observé bien—aclaré sintiendo su pierna traviesa frotándose contra mi torso y cadera: ella estaba jugando maliciosamente con la poca estabilidad emocional que me estaba quedando—...—me quedé en silencio deslizando mis orbes sobre su delgado cuerpo notando como aún quedaba gran parte de su vestido ceñido a su figura—¿Realmente me harás arrancarte la ropa? —pregunté notando como ella deslizaba su mirada hacia donde yo estaba mirando.
—¿Eso quieres? —replicó mientras que yo me inclinaba—...—se quedó abruptamente en silencio, al parecer, le tomó por sorpresa mi repentina cercanía—n~no me desnudaré sabiendo que alguien podría vernos...
—¿Aun si te prometo que le arrancaré los ojos? —cuestioné notando como ella me daba una mala mirada; no parecía estar a gusto con mis palabras—... ha... que débil me ha vuelto—me quejé al mismo tiempo en que me levantaba.
Con el único sonido de mis zapatos siendo arrastrados en el interior de la habitación comencé a caminar en dirección de la puerta. Francamente, aun cuando ya debía estar acostumbrada, no podía evitar el sorprenderme la facilidad que tenía Nayeon para conseguir con tan solo una palabra que yo actuase por simple y pura inercia, ¿Qué tan loca estoy por ella?, me cuestioné al mismo tiempo en que estiraba mi mano sosteniendo a través de las yemas de mis dedos el frío pestillo.
—¿Satisfecha? —pregunté al escuchar el sonido que indicaba que la puerta estaba cerrada. Irritada me giré presionando mi espalda contra la madera notando como Nayeon se encontraba ya sentada en el borde del sofá con sus orbes fijos en mi torso expuesto—súbete a mi escritorio.
—¿Huh? —cuestionó ella visiblemente desconcertada.
¿Por qué me gustaba tanto la idea de verla avergonzada?, me pregunté al mismo tiempo en que despegaba mi espalda de la puerta, ¿Acaso se debe a mi deseo de posesión?, francamente, no podía dar una explicación al por qué de mi comportamiento, no sé si debía netamente para tratar de olvidar los recuerdos que me atormentaba o simplemente me estaba permitiendo recién ahora descubrir este tipo de actividades que tan fascinada me estaban dejando. ¿Tal vez no quiero que ella me olvide?, y eso también era una opción bastante factible, tal vez... tal vez solo mi cuerpo estaba haciendo todo lo posible para que ella jamás fuese capaz de olvidarme, que ojalá, todo en este lugar la hiciese recordar de mi existencia.
—Ya me escuchaste—aclaré cruzándome de brazos—siéntate ahí—ordené mirando directamente mi escritorio.
—P~Pero...—murmuró llevándose sus pedazos de vestido contra su pecho, se veía tan desconcertada y avergonzada que las ganas de agarrar su rostro y morder sus mejillas realmente estaba siendo un deseo difícil de controlar—están tus papeles.
—Tíralos al suelo—ordené viendo como ella no parecía comprender mis palabras—esposa...—le llamé consiguiendo que sus orbes se enfocaron en mi cuerpo—¿Realmente crees que en esto momento me importan esos malditos papeles? —pregunté sintiendo la fuerza con la que estaba latiendo tanto mi corazón como mi entrepierna—solo súbete a mi escritorio y desnúdate.
Ella realmente no parecía estar muy segura de la decisión que había tomado, pero aun así se puso de pie y caminó directamente hacía mi escritorio. Yo la miré fijamente notando como se detenía frente a los papeles, durante los primeros segundos simplemente los observó, como si estuviese pensando que hacer con ellos, para luego, tan solo estirar sus manos agarrando aquella pila de hojas que estaban en espera de ser revisadas por mi persona. Si debía ser del todo sincera, Nayeon siempre ha sido una persona refrescante, alguien que se las arregla para salir de lo cotidiano, no existía día en que ella no me sorprendía, de una u otra manera siempre se las arreglaba para crear ese sentimiento en mi persona, o quizás... yo simplemente estaba perdidamente enamorada de ella. En silencio me llevé los dedos a los labios tratando de ocultar mi sonrisa maliciosa mientras que mis ojos seguían obedientemente cada movimiento que ella estaba realizando, observando la manera en que dejó los papeles sobre el suelo a un costado de mi mesa, como si de esa forma se estuviese asegurando de que la persona que tenía que después recoger el desastre que yo iba a causar no tuviese que ser lo suficientemente agotador. Siempre tan considerada, pensé caminando hacia su dirección.
Sinceramente, no podía mantenerme quieta cuando podía notar sus hombros ligeramente enrojecidos ante la vergüenza.
Me detuve detrás suyo observando su espalda desnuda. En silencio estiré mi mano deslizando mis dedos sobre su piel notando como ella tensaba sus hombros ante la repentina sorpresa de mi tacto. Sin siquiera dudarlo decidió girarse teniendo toda la intención de tratar de preguntar cuáles eran mis intenciones, pero sinceramente, me había cansado de hablar, sobre todo de pensar, así que simplemente subí mi mano agarrando su nuca sin darle oportunidad de tratar de luchar.
—¿Min...
Antes de que tuviese tiempo de siquiera cuestionar, decidí inclinarme presionando toscamente mis labios sobre los suyos sintiendo como ella torpemente llevaba sus manos contra mi camiseta abierta empuñando mi prenda en un vano intento por hacerme retroceder, mientras que yo simplemente entreabría mis labios tratando de recordar como lo había hecho la última vez que nos habíamos besados. Mi lengua ingresó en el interior de su boca sin ningún tipo de vergüenza, de una u otra manera me las arreglé para deslizarla en el interior de su cavidad queriendo reclamarla como mía mientras que podía sentir como sus dedos lentamente comenzaban a perder la fuerza de su agarre: al parecer, yo había ganado la batalla. Con cierta emoción deslicé mi palma contra su cintura mientras que la otra continuaba estando apoyada en su nuca, mi boca se movía con fuerza a la vez que sentía como ella presionaba sus dedos contra mis antebrazos tratando de mantener su equilibrio. Sinceramente, no pude retener el jadeo que brotó de mi garganta al sentir como su cuerpo, sin siquiera avisar comenzaba a restregarse contra el mío, podía sentir mi piel en llamas mientras que mis piernas impulsivamente comenzaban a avanzar obligando a la contraria a tener que retroceder hasta que su trasero terminó tocando el borde de mi escritorio.
—M~Mi...
—Calla—gruñí con cierta desesperación a la vez que presionaba nuevamente mi boca sobre la suya.
Teniendo toda la intención de llevar las cosas al siguiente nivel, deslicé mis manos sobre su esbelta figura hasta alcanzar sus muslos donde, sin siquiera dudar de mis actos, decidí hundir mis dedos sobre su tersa y cálida piel, para luego simplemente alzarla hasta dejarla cómodamente sentada sobre el borde de la mesa. Como era de esperarse, el repentino movimiento que había realizado hizo que la conexión de nuestras bocas se rompiese, así que yo simplemente me dediqué a tomar grandes bocanadas de aire sintiendo como nuestros labios se rozaban ante cada respiración que ejercíamos.
Mi corazón latía con fuerza a la vez que veía como esta vez era ella quién se inclinaba presionando su boca sobre la mía queriendo asegurarse de mantener algún tipo de unión conmigo, mientras que yo, de forma ansiosa nuevamente deslizaba mis manos sobre su cuerpo tocando todo lo que mis dedos eran capaces de alcanzar, palpando, deslizando, hundiendo y rasgando, tocaba sin piedad mientras que mis labios se movían al compás de los suyos, volviéndose una batalla silenciosa por quién mantendría el control de la situación. La había echado de menos, tanto la extrañé que sentía que hacer esto no era suficiente, necesitaba más de ella.
Aun cuando era más que consciente de la valentía que Nayeon parecía poseer a la hora de realizar nuestro acto de unión, no podía evitar el sorprenderme al sentir sus dedos jugueteando en la hebilla de mi pantalón. A pesar de que lo que menos quería era arruinar el momento, de todas formas, el pensamiento de que sentiría asco llegó a rondar por mi cabeza, pero hice todo lo posible para suprimirlo mientras que rompía nuevamente el contacto de nuestras bocas para ver como ella de un solo movimiento se las arreglaba para dejarme con la ropa interior a medio descubrir: fue un acto audaz por su parte que fácilmente consiguió sacudir mi abrumado sistema.
Era vergonzoso la facilidad que ella tenía para alborotar mis hormonas.
—¿P~Por qué te sonrojas? —cuestionó casi sin aliento provocando que yo la mirase notando sus ojos llenos de deseos—tu provocaste esto—aclaró mientras que se inclinaba presionando sus labios sobre mi garganta—¿No me lo harías sobre la mesa?
Tras escucharla simplemente atiné a presionar mi palma sobre su hombro derecho empujándola con cierta tosquedad hasta lograr recostarla sobre el frío escritorio. Me quedé en mi sitio sintiendo la fuerza con la que estaba respirando mientras que mis orbes rápidamente fueron a parar a su sonrojado y acalorado rostro notando como se llevaba los dedos indice y corazón directamente a la boca.
Era evidentemente una provocación.
Pero aun cuando había estado fingiendo tranquilidad, sabía que tarde o temprano el temblor en mis manos se harían de notar, pero yo realmente tenía que hacer todo lo posible para no fallarle, aun cuando era lo único que había estado haciendo desde que nos casamos, debía hacer algo bueno por ella, debía lograr embarazarla aun cuando ni siquiera sé si mentalmente estaba preparada para hacerlo, pero no podía lastimarla más, no cuando me veía con esos ojos inundados de anhelo y devoción.
—¿Necesitas ayuda? —y a pesar de que esa pregunta podría ser burlona, yo sabía que ella estaba genuinamente preocupada.
Era momento de que tomase una decisión.
—Ayuda será la que tu vas a necesitar para que salgas de esta habitación—aclaré a la vez que veía como ella simplemente elevaba sus cejas—¿Por qué tienes que usar estos pesados vestidos? —me quejé mientras de que tomaba el borde de su vestido y con fuerza rasgaba un buen pedazo para comenzar a abrirme paso hacia mi destino final—me hace perder mi tiempo—me quejé hundiendo mis dedos en la tela de su vestido.
—Si fuera fácil... ¿Dónde estaría la diversión? —cuestionó mientras que enganchaba sus piernas alrededor de mis caderas—¿No crees? cariño—y la forma dulce con la que me llamaba me hizo tragar saliva.
Para mi desgracia, el miedo rápidamente me paralizó al agachar mi mirada observando directamente mi entrepierna, los recuerdos de lo que había ocurrido en el palacio violentamente comenzaron a golpear mi cabeza volviéndome a ansiosa, no lo arruines... esta probablemente sea tu última oportunidad de paz con ella, así que no lo jodas, pensé mientras que estiraba mis temblorosas manos agarrando la tela recién rasgada para ver su bonita ropa interior aclamando de ser quitada. Bien... ahora solo debo hacerlo con cuidado, pensé deslizando mi propia ropa interior notando mi miembro lo suficientemente erecto para llamar la atención de cualquiera. Por impulso tragué saliva mientras que mordía el interior de mi mejilla sintiendo la fuerza con la que mi corazón parecía querer abandonar mi pecho. Si no lo veo... si no veo lo que ocurre estaré bien, me animé tratando de guiarme bajo todo lo que ella estaba vistiendo.
—Para—y automáticamente me detuve sintiendo como ella presionaba sus dedos contra mis antebrazos llamando de esa forma mi atención—...—en silencio se sentó en la mesa provocando que yo tuviese que alzar mi mirada para notar sus facciones tranquila—fue divertido ver esta faceta dominante en ti, pero no me siento cómoda si solo estas fingiendo por mi bien.
—Y~Yo... yo no estoy fingiendo—aclaré nerviosa mientras que me inclinaba presionando mis manos a cada lado de la mesa para tratar nuevamente de besarla.
Nayeon tras notar mi cercanía simplemente estiró sus manos presionando sus dedos sobre mis mejillas, mientras que sus pulgares se presionaron directamente contra mis labios.
—Tu aun no estas preparada para esto—aclaró con suavidad, como si estuviese tratando de hacerme entender que no era necesario llevar las cosas al siguiente nivel—... no quiero hacerte recordar, algo que estas tan desesperadamente tratando de olvidar.
Fue todo lo que dijo mientras que se inclinaba dándome un beso en la mejilla para luego simplemente ajarse del escritorio caminando casi completamente desnuda hacia la ventana donde agarró la cortina para cubrirse su cuerpo con ella. Yo me quedé quieta viendo atentamente como ella me sostenía la mirada.
¿Realmente no iba a poder vivir tranquila sin ese maldito recuerdo?, me cuestioné mientras que me llevaba mis manos contra mi rostro, ¿Realmente soy tan débil?, me pregunté sintiendo la rabia burbujeando desde la boca de mi estómago hacia mi cabeza. No... yo no era tan malditamente débil, y con eso en mente alejé mis palmas de mi rostro para comenzar a caminar directamente donde mi esposa sin siquiera tomarme la molestia de acomodarme siquiera la ropa interior donde correspondía, notando como ella simplemente fruncía su ceño visiblemente confundida ante mi repentina cercanía.
—¿M~Minari? —cuestionó al notar como yo presionaba mis manos a cada lado de la pared impidiendo de esa manera que pudiese marcharse—ya te dije que no tienes que oblig...
—Nadie me obliga—gruñí mientras que inclinaba presionando mis labios contra su cuello—he estado esperando durante mucho tiempo—aclaré a la vez que deslizaba mis manos hacia sus muslos levantándola fácilmente del suelo, consiguiendo a su vez que la cortina quedase fuera de su cuerpo—... hemos pasado por tanto... ¿Acaso no puedo demostrarte mi amor? —cuestioné sintiendo como ella envolvía sus brazos sobre mis hombros con sus ojos enfocados en mi tranquila expresión—¿Tan malo es querer hacerlo contigo?
Ella se quedó en silencio presionando sus piernas alrededor de mis caderas mientras que yo simplemente dejaba su espalda adherida contra la pared para mayor estabilidad. No quería pensar mucho en como mi entrepierna se rosaba con la suya, pero era algo que hasta ella parecía haberse dado cuenta, así que el sonrojo en mis mejillas era más que justificado.
—¿Vas a estar bien? —cuestionó tras los minutos de silencio que envolvió por completo la habitación. Yo, tras escucharla simplemente sonreí siendo consciente que con eso era más que suficiente para que ella lo entendiera—... bien, puedes hacerlo.
Y no necesitaba más que aquella confirmación para contraer mis caderas logrando para mi sorpresa adentrarme en su suave y húmedo interior de un solo vaivén, escuchando como ella jadeaba ligeramente adolorida por mi brusco ingreso. Nayeon rápidamente ejerció presión alrededor de mi cuello con ayuda de sus brazos mientras que sus talones se cruzaban entre sí para mantener completamente adherida a su interior, yo, aun con mi escasa experiencia, me las arreglé para presionar una de mis palmas sobre la pared tratando de no aplastarla mientras que mi miembro se hundía en el interior de esas cálidas y apretadas paredes que parecían que en cualquier momento comenzaría a estrangularme.
Aun cuando ni siquiera sabía si era físicamente posible, deseaba retener a mi esposa en el interior de mi despacho hasta asegurarme de que no quedase espacio en que nuestros cuerpos no hubiesen marcado: iba hacerlo en cada recóndito espacio de esta habitación, quería que este fuese nuestro nuevo nidito de amor, que nadie más que ella fuese la legitima dueña.
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