Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

En busca de un culpable

Narrador omnisciente.

Habían transcurrido exactamente una semana desde que Nayeon y Seungwoo habían sido envenenados, durante todo ese tiempo Mina se rehusó por completo a abandonar la habitación donde se encontraba alojada su familia sin dar mayores explicaciones del por qué, aunque claro, realmente no había que ser un genio para comprender el por qué de sus acciones. En un principio, sobre todo los primeros días, Chan no había estado muy de acuerdo con la drástica decisión que había tomado su ama, él creía que a pesar de todo seguía siendo la Gran Duquesa y como tal, debía hacer cosas correspondientes a su titulo que no podía simplemente postergar, pero cuando notó el estado que se encontraba, dejó de lado su idea de que trabajara y simplemente se preocupó por su salud ya que Mina desde el tercer día había dejado de comer y dormir como correspondía; la pelinegra usó prácticamente todo su tiempo a estar sentada a un costado de la cama con sus manos agarrando firmemente la tibia palma de su esposa en un vano intento por conseguir que ella despertara. En más de una ocasión Chan trató de persuadirla, de hacerle entender que su estado tampoco ayudaría a que Nayeon despertase, pero Mina estaba cegada con la idea de permanecer junto a su esposa, así que no le quedó de otra más que trasladar el escritorio de la pelinegra desde el despacho hacia su habitación junto con una pequeña cama para que pudiese descansar como correspondía; solo haciendo eso Mina fue capaz de cumplir con su labor de cabeza familiar.

Durante esos últimos siete y desolados días Jihyo se había encargado de reforzar su poder curativo sobre los cuerpos de Seungwoo y Nayeon tratando de asegurarse de que la falta de agua y comida no pudiese debilitar aún más el estado en que se encontraba. Rápidamente Chan se pudo dar cuenta que se había creado un nuevo problema; cada vez que la Santa ingresaba en la habitación para cerciorarse de que tanto madre como hijo estuviesen bien, Mina no dudaba en detener lo que sea que estuviese haciendo para enfocar su mirada en lo que la castaña estaba realizando. En cada uno de esos momentos, sin importar cuantas veces Jihyo ingresara en la habitación, Mina mantenía la misma esperanza: de que su familia despertara. En más de una ocasión Chan se vio en la obligación de tener que golpear suavemente el borde de la mesa para así poder llamar su atención, pero Mina realmente no estaba interesada en los deberes del Norte.

Al segundo día del inesperado secuestro de la joven Santa, esta amablemente decidió enviar una carta dirigida tanto a la Santa iglesia como al mismísimo Rey Karts afirmando el haberse marchado por su propia voluntad y que estaba completamente bien bajo los cuidados de la Duquesa del Norte. Jihyo tomó la decisión de enviar la carta netamente porque sabía que las imprudentes acciones realizadas por Mina serían más que suficientes para que el Imperio y la iglesia tuviesen una excusa valida a la hora de atacar el Norte: a pesar de que la gran Duquesa se caracterizaba por demostrar ser superior a cualquier otro caballero, ella sabía que no podría ganar si el Rey y el templo tomaban la decisión de unir fuerza. Me debes una, pensó tras notar como la pelinegra recibía la respuesta del Reino.

Ahora bien, la noche había caído y el sueño lentamente trataba de tumbar el cuerpo de la gran Duquesa, pero esta se negaba a sacar su cabeza de la pila de papeles que tenía en su posición; tenía la intención de terminar de una buena vez para poder enfocarse netamente en el cuidado de su familia. En silencio comenzó a releer la información sin estar muy interesada en que condición estaba los límites del Norte, a pesar de que quería proteger a su gente, en estos momento su cabeza no podía evitar el priorizar a su familia. Su mano se movía con rapidez a la hora de responder las cartas, las sellaba con la misma velocidad y las posaba sobre la pequeña caja que Chan luego, en la mañana, se dedicaba a tomar y enviar a través de todo el Norte con ayuda de los pájaros especializados en envíos. Estaba haciendo su mejor esfuerzo por enfocarse en lo que debía hacer, por esa misma razón no pudo evitar el irritarse al oír unos suaves toques provenientes de la puerta.

—Adelante—soltó Mina sin despegar su atención de la hoja que estaba leyendo. Sumergida en el contenido de su lectura escuchó el crujido de la manera acompañado por los suaves pasos que resonaban en el interior del cuarto—si vienes a tratar de que me vaya a dormir, pierdes tu tiempo—aclaró sin tomarse la molestia de alzar su mirada.

—¿Cuándo fue la última vez que tuviste un baño? —la voz femenina de Jihyo resonó en el lugar provocando que Mina alzara su mirada—te ves de la mierda—confesó al notar las bolsas oscuras bajo los fríos y cansados ojos de la Duquesa—estoy casi segura de que en cualquier momento morirás... ¿Quieres que te de un poco de mi maná curativo?

—¿Has venido solo para insultarme? —preguntó la pelinegra mientras que dejaba su pluma a un costado de sus papeles—me he bañado en la mañana—respondió omitiendo el hecho de que tuvo que ser prácticamente arrastrada hacia la bañera y que este baño no duró más de cinco minutos ya que su mente no fue capaz de aguantar el estar por tanto tiempo lejos de su esposa—si la respuesta es un sí... entonces ya lo conseguiste, así te puedes marchar—aclaró regresando su vista a los papeles—tengo muchas cosas que hacer, para tener que perder mi tiempo contigo.

—¿Has podido encontrar alguna información de lo que ocurrió? —cambió el tema al comprender que la contraria no estaba de buen humor. Con calma posó su atención durante unos segundos en el rostro sereno Nayeon asegurándose de que genuinamente estuviese bien—realmente tengo curiosidad.

—Más allá de que fue un sirviente el que ingresó el veneno en el interior del Ducado, no he podido encontrar más información—Mina confesó sintiendo sus dedos calientes ante el deseo de querer ir al calabazo.

—Te has estado conteniendo bastante bien—comentó Jihyo consiguiendo que la contraria frunciera el ceño—la Tirana que conozco en estos momentos estaría torturando a ese misterioso sirviente—confesó mirando con cierta nostalgia el serio rostro de la contraria.

—Lo haré cuando mi esposa despierte—replicó consiguiendo que la Santa asintiera con su cabeza—¿Es todo lo que tienes que decirme? —preguntó tras notar su repentino silencio—espero que sí, porque realmente no tengo tiempo para ti.

—Solo me parece extraño—confesó con sus manos puestas sobre su espalda—sé que mucha gente te odia, pero no esperé que se tomaran la molestia de hacer algo como esto—aclaró a la vez que caminaba hacia una de las sillas que estaban cerca del gran ventanal, con calma tomó asiento posando sus cansados ojos en la ventana notando como la nieve continuaba cayendo—digo... ¿Por qué tomarse la molestia de buscar un veneno de otro reino? —cuestionó mientras que Mina le veía en un completo silencio—¿Y por qué razón ir contra la Duquesa quién ni siquiera su rostro ha sido expuesto al público? Simplemente es extraño.

—Desde el momento que comprendí que era veneno asumí que el ataque había sido dirigido hacia mi esposa e hijo—Mina confesó lo que en su momento rondó en su mente notando como Jihyo tras oírla simplemente sacudía su cabeza en negación.

—Creo que ahí te estas equivocando—aclaró mientras que dejaba una de sus piernas posada sobre su otro muslo—más que atacar a tu hijo... creo que solo querían matar a tu esposa—admitió al mismo tiempo que giraba su rostro notando la expresión de sorpresa por parte del rostro de Mina—como tu no querías salir, me di la tarea de inspeccionar el invernadero... y pude darme cuenta que a pesar de que ambos consumieron prácticamente la misma cantidad, el organismo de la Duquesa poseía casi el triple de veneno, por ende lo que bebió o comió tenía una concentración más alta que el resto de cosas de la mesa.

—Pero eso no tiene sentido—Mina aclaró mientras que se llevaba los dedos contra su mentón—sé que ella fue la que sirvió el té—afirmó recordando el haber visto con sus propios ojos como su esposa servía cada una de las tazas—y Seungwoo fue quién más comió pastel, por ende, si tu lógica es que uno de los alimentos de la mesa poseía mayor cantidad de veneno, entonces quién mayor probabilidad tenía de consumir más veneno sería Seungwoo ya que fue la persona que más cosas probó— reflexión tratando de entender la situación que cada vez parecía tener menos sentido.

—Entonces no estaba en el agua ni en la comida—concluyó consiguiendo que Mina se quedara quieta, ¿Qué? Pensó la pelinegra con su mirada completamente enfocada en la tranquila expresión de la Santa—la mayor concentración de veneno debió estar en las tazas.

—¿En la taza?

—Ajá... tal vez en polvo o quizás la taza fue recubierta—dedujo observando esta vez la taza que estaba sobre el escritorio de la pelinegra, la cual apenas había tocado—si la Duquesa iba constantemente a tomar el té, entonces... ¿No es obvio que envenenarías el único objeto que nadie se tomaría el tiempo de revisar? —cuestionó consiguiendo que Mina se colocara bruscamente de pie—si mi razonamiento es correcto, entonces ese sirviente debió pasar mucho tiempo en el Ducado o tenía a alguien que sabía muy bien cual era el horario de su esposa.

—Pero... ¿Por qué? —cuestionó Mina al aire haciendo un gran esfuerzo por poder mantener la calma—¿Por qué ir contra ella? —se llevó los dedos a su rostro tratando de entender quién sería tan malvado para hacer algo como eso—¿Por qué simplemente no ir contra mí?.

—¿Por qué estamos asumiendo que esto ocurrió por tu culpa? —replicó Jihyo con suavidad provocando que Mina bruscamente se paralizara—¿Acaso ella no tiene enemigos o alguien que le tenga envidia? —cuestionó—es una mujer hermosa... las mujeres hermosas generalmente tienen gente que las odian—confesó posando su atención en dirección de su rostro—¿Y si realmente lo que querían era deshacerse de ella? Tal vez es un estorbo para el plan de alguien más—sacaba conclusiones que Mina ni siquiera había sido capaz de razonar; era sorprendente.

Mina se quedó abruptamente en silencio con sus dedos completamente aferrados a su aturdido rostro, pudo ser la Condesa Taeyeon o tal vez el Marqués Im, reflexionó sintiendo el interior de su cuerpo hirviendo ante la posibilidad de que alguno de esos dos idiotas se hubiese atrevido a tocar a su esposa, los mataré... los mataré de la manera más cruel posible, se juró el lastimarlos de la manera más inhumana que su cerebro sería capaz de imaginar con tal de poder saciar aquella sed de venganza que comenzaba a nublar su mirada.

—Controla tu instinto asesino—Jihyo pidió—estas frente a una Santa—aclaró con cierto sarcasmo provocando que Mina simplemente tragara saliva colocando todo su esfuerzo por poder tranquilizar su rabia—viendo la forma en que has reaccionado... deduzco que ya tienes un par de nombres—comentó con sus brazos posados por debajo de su abdomen—¿Qué harás?.

—Matarlos.

—Ya... eso es lo que haría la Tirana, pero... ¿Qué harás realmente? —cuestionó manteniendo su atención fija en su serio rostro—no puedes simplemente matarlos, el hacerlo traerá sus consecuencias, ¿Acaso estas dispuesta en hacer que tu esposa e hijo también sufran por culpa de tus acciones? —preguntó haciendo que Mina reflexionara de mejor forma lo que tenía pensado hacer—usa la cabeza—pidió observando la luna danzando por sobre la ventana—no puedes simplemente sacar tu espada y moverla en el aire como si las personas fueran mosquitos.

—Los dejaré en bancarrota y los despojaré de su título de noble... joderé tantos sus vidas que me suplicarán el que termine con ellas—Mina comentó con mayor seriedad consiguiendo que Jihyo sonriera—y luego los asesinaré.

—Dejando de lado que piensas igual el matarlos, no es un mal plan el recabar información para destruir sus bienes— felicitó sin ocultar su evidente diversión—realmente el tener esposa te ha vuelto más dócil.

—Vete a la mierda—replicó Mina mientras que volvía a sentarse sintiéndose más tranquila.

—Más respeto... por mucho que nos conozcamos sigo siendo una Santa reconocida por el gran Imperio—aclaró tratando de conseguir que Mina cambiara su pensamiento, pero la pelinegra sabía cómo ella era realmente gracias a las pocas interacciones que tuvo por culpa del Marqués Park, por ende, no había manera de que la reconociera abiertamente como la gran Santa que todo el mundo solía admirar—bien... quizás no me adhiero en el estándar de Santa tradicional, pero sigo siendo una... y la mejor de todas.

—Si, sí, como tu digas—Mina le restó importancia al asunto mientras que posaba su atención en sus papeles—ya puedes marcharte.

—Te hago un favor y me tratas así—bufó al mismo tiempo que se colocaba de pie.

—No es un favor si vas a recibir una recompensa—replicó Mina consiguiendo que ella la ignorara—vete a dormir mejor, necesito que estés con toda la energía—comentó mientras que le daba un vistazo a la carta de uno de los Condes—yo tengo cosas que hacer.

—Trata de mantener la calma, tu actitud también puede afectar a la recuperación de mis pacientes—pidió mientras que caminaba hacia la salida—no me des más trabajo—ordenó al mismo tiempo que abría la puerta—buenas noches—se despidió cerrando la puerta detrás de ella.

—Tsk—Mina soltó al mismo tiempo que dejaba la carta sobre la mesa sintiéndose realmente incapaz de poder prestarle la atención que le correspondía—¿Qué se supone que tengo que hacer? —se cuestionó llevando una de sus manos contra su frente sintiendo ese conocido malestar posado entre sus ojos—¿Realmente ellos la envenenaron? ¿O alguien más que estoy dejando pasar? —se preguntó tratando de recordar si existía alguna persona lo suficientemente poderosa y calculadora para tratar de envenenar a su familia—...Park—murmuró al mismo tiempo en que sus ojos se ampliaban—mierda—impulsivamente se puso de pie acercándose a tropezones en dirección de la cama de su esposa—no parece que le haya lastimado—comentó inspeccionado velozmente las facciones de su esposa e hijo—al parecer ella no es consciente—y trató de creer que Jihyo no sabía realmente sobre los planes de su padre—tendré que hablar con Chan.

Tras mentalizarse con buscar información con respecto a los últimos movimiento que estuvo realizando el Marqués Park dentro o fuera del Ducado, decidió simplemente arrastrar la silla que en el último tiempo se había convertido en su cama y tomó asiento sobre esta. En un principio simplemente se quedó ahí, de brazos cruzados con sus orbes cansadas fijas en como su esposa no parecía tener intenciones de querer despertar, es muy hermosa, pensó sintiendo sus orejas caliente al comprender que era incapaz de quitarle los ojos de encima. La vergüenza en ella era evidente, así que simplemente llevó una de sus manos contra su rostro tratando de ocultar el intenso calor de sus mejillas, me estas volviendo loca, admitió al mismo tiempo que deslizaba su mirada hacia la pared. Rápidamente su atención regresó al cuerpo de la castaña, por mucho que tratase de huir de ella, algo en su interior le obligaba el regresar, como si su mente y corazón le estuviese gritando que ahí es donde ella realmente pertenecía. En silencio se inclinó agarrando suavemente de sus dedos, su piel tibia y la suavidad de sus yemas eran capaces de tranquilizar su angustiante corazón, pero no lo suficiente como para ayudarla a conciliar el sueño.

Mina entreabrió sus labios dispuesta en decir a viva voz el nombre de su esposa, pero rápidamente cerró la boca al sentir ese extraño, pero ya conocido nudo envuelto en su garganta: desde que Nayeon y Seungwoo cayeron en cama que las emociones de la pelinegra se habían desbordado, ella ya ni siquiera era capaz de poder evitar el llanto, cada vez que la soledad de la noche envolvía su cuerpo, las lágrimas involuntariamente comenzaban a deslizarse de la misma forma en que en estos momentos estaba ocurriendo. Jadeó casi sin aliento al mismo tiempo en que se llevaba su mano libre en dirección de sus ojos, con cierta brusquedad presionó sus dedos sobre el borde de su mirada en un vano intento por detener las saladas lágrimas que continuaba con su descenso, pero al parecer su cuerpo simplemente quería deshacerse de todo el dolor que le abrumaba, así que por mucho que lo intentó, llegó un punto en que simplemente apoyó su antebrazo sobre el borde del colchón dejando caer su mejilla sobre su piel y simplemente se quedó ahí, llorando en un completo silencio deseando que alguien pudiese calmar sus lamentos.

Realmente Mina no era capaz de saber por cuanto tiempo solía llorar, tan solo era consciente de que llegaba un punto en que las lágrimas dejaban de resbalar como si estas se hubiesen acabado permitiendo que ese conocido dolor de cabeza le hiciese compañía. En aquellos casos, como el que le esta pasando en estos momentos, terminaba tan solo recostada sobre el borde del colchón con una de sus manos presionándose sobre la tibia palma de su esposa manteniendo la cruel esperanza de que ella fuese capaz de devolverle el agarre que ella estaba ejerciendo, pero no pasaba, por mucho que lo deseara, aquella delicada y suave mano simplemente se negaba a corresponderle, por favor despierta... por favor permíteme oír nuevamente tu voz, suplicó llevando los dedos de la castaña directamente contra su boca donde suavemente depositó uno que otro beso queriendo que oír alguna queja de su parte.

—Regresa... por favor, vuelve a mi—suplicó con un hilo de voz sintiendo sus ojos ardiendo ante el deseo incontrolable por volver a romperse—no puedo vivir sin ti—admitió queriendo que oír alguna respuesta por parte de su joven amada—esposa—le llamó al mismo tiempo que se levantaba, con suavidad se inclinó en dirección de su rostro donde posó sus temblorosos labios sobre su frente brindándole un delicado beso—por favor—pidió volviendo a adherir su boca sobre su frente mientras que las lágrimas nuevamente comenzaban a resbalar.

Las respuestas ante sus suplicas simplemente fueron contestadas por ese cruel y doloroso silencio que llenaba la habitación provocando que Mina tan solo soltara un tosco suspiró mientras que se alejaba de su esposa como si sintiera que esta le quemaba. Nuevamente su espalda se adhirió contra el respaldo de su asiento, con cuidado dejó caer su codo sobre uno de los reposabrazos, con las piernas ligeramente abiertas y su otra mano posada sobre su abdomen decidió ocultar su rostro sobre su palma sintiendo que el dolor de cabeza empeoraba con el pasar de los segundos. A pesar de que era consciente de que no sería capaz de conciliar el sueño, de todas formas, cerró sus párpados tratando de descansar, teniendo la esperanza de poder dormir, aunque fuese durante diez minutos.

Estuvo a punto de conseguir el caer en los brazos de Morfeo si no fuese por los irrespetuosos toques que resonaron a través de la puerta que la obligaron a estar nuevamente despierta. Irritada apretó sus dientes teniendo el deseo ferviente de aplastar la cabeza del idiota que se había atrevido a interrumpir a esta hora.

—Adelante.

A pesar de que estaba molesta permitió que el desconocido ingresara en la habitación. El crujido de la puerta rápidamente la alertó, pero aún así mantuvo su palma sobre sus ojos tratando que la luz proveniente del pasillo no llegase a lastimar sus ojos.

—Duquesa... sé que es tarde, pero tiene que ver esto—comentó Chan provocando que Mina lentamente despegara su palma de su rostro. En un completo silencio ella giró su rostro en dirección del contrario notando fácilmente lo cansado que él también parecía estar—es una carta proveniente del Rey Karst—confesó mientras que le hacía entrega del fino papel de color dorado.

Mina no dijo nada, simplemente tomó el sobre y lo rasgó notando como de su interior una hoja sobresalía del mismo color que el material de la carta, espero que no me saques de quicio, pensó sabiendo que no estaba de humor para tratar con el idiota que manejaba gran parte del Imperio, Karts... no me hagas tener que matarte, suplicó aun cuando ese era uno de sus mayores deseos. Tras aceptar que no podía ignorar la existencia del Rey, decidió tomar una buena bocanada de aire tratando de preparar su mente para lo que estaba a punto de leer. En un completo silencio agachó su mirada enfocándose por completo en lo que estaba sosteniendo. No hizo ningún tipo de movimiento durante los primeros segundo manteniendo toda su atención enfocada en las pocas palabras que contenía la hoja. Con el transcurso de su lectura podía sentir como el calor producto de la rabia lentamente envolvía el interior de su estómago, este bastardo se las arregla para sorprenderme, fue todo lo que pensó al momento de doblar el papel y guardarlo en el interior de la carta.

—¿Duquesa? —cuestionó Chan visiblemente ansioso ante la tranquilidad expuesta por parte de su ama—¿Todo bien? —preguntó queriendo saber más, pero temiendo que ella reaccionara de mala manera.

—En resumen... me está exigiendo que vaya al palacio durante esta semana—respondió posando su vista en dirección de su esposa notando lo tranquila que seguía viéndose—y que no tenía derecho a negarme ya que llevaba diez años rechazando sus propuestas de ir al palacio—agregó—también comentó que si me presentaba iba a ignorar el hecho de que secuestré a la Santa y que causé un desequilibrio en el Imperio por llevarme una existencia poderosa—continuó hablando al mismo tiempo que se llevaba los dedos a la boca para impedir que una sonrisa burlesca se impregnara en sus facciones—en pocas palabras... el idiota me está amenazando con atacar el Norte si no sigo sus órdenes—soltó sin ocultar su diversión—creo que nuestro querido Rey ha olvidado quién es el que manda acá.

—Duquesa...

—¿Deberíamos adelantar el plan? —cuestionó manteniéndose completamente tranquila en su asiento—los ratones parecen no ser capaces de mantenerse escondidos mis perros ya están ansioso por comer algo distinto—comentó mientras que estiraba su mano entregándole la carta.

—Duquesa... el plan que teníamos ya no es viable desde que usted se casó—Chan aclaró una verdad que Mina trató de no pensar desde que aceptó el contrato con Nayeon—no olvide que el Ducado cambió de prioridad—le recordó el hecho de que ahora mismo lo más importante era mantener a Nayeon y Seungwoo a salvo.

Mina suspiró mientras que movía suavemente su cabeza en aceptación.

—Lo sé, por esa misma razón me haré cargo del Rey—respondió Mina manteniendo aún una actitud relajada—cuando el sol salga viajaré con un pergamino, y regresaré en más tardar dos días—aclaró sin siquiera tomarse la molestia de mirar el rostro de su sirviente—no tengo intenciones de matarlo... por lo menos no por ahora—trató de relajar al contrario sabiendo que él debía estar preocupado por su actitud despreocupada—en estos momentos mi prioridad es mi familia, así que si quiero que él me deje en paz entonces tendré que ir de una buena vez al palacio—confesó tratando de restarle importancia a la situación—mientras tanto, necesito que investigues los movimientos del Marqués Park, quiero saber que hizo estando dentro o fuera del Norte en los últimos seis meses—ordenó consiguiendo que Chan tan solo le viese con cierta confusión.

—¿Cree que el padre de la Santa está involucrado con el envenenamiento de la Duquesa y el príncipe? —cuestionó sin poder creer esa posibilidad.

—No hay que descartar ninguna posibilidad—respondió sin dar mayores detalles a lo que realmente estaba pasando por su cabeza—también quiero que investigues a la Condesa Taeyeon y al Marqués Im... busca si tuvieron alguna relación con una persona externa a las tierras de Karts o si han estado últimamente haciendo cosas extrañas—agregó consiguiendo que el asintiera con su cabeza—ah si... con respecto a esto—comentó golpeando suavemente de la carta que ya hacia sobre las manos ajenas—que se quede entre nosotros.

—Duquesa... sé que tuvo existo con el pergamino de teletransportación, pero realmente no es algo seguro—comentó tratando de entender las acciones de la contraria—¿No sería mejor enviar una carta y viajar de forma tradicional?—preguntó tratando de cerciorar que ella realmente hubiese pensado con claridad.

Mina le dio un vistazo a su rostro preocupado para luego enfocarse en su esposa.

—Eso tomaría mucho tiempo.

—Pero es lo más seguro.

—Chan... ¿Alguna vez has tenido algo que quieres proteger a costa de tu vida? —preguntó notando como el chico simplemente sacudía su cabeza—bueno... yo tampoco lo había tenido hasta que conocí a mi esposa e hijo... ahora que los tengo, siento que tengo que asegurarme de que nadie los rompa o los lastime—admitió lo que estaba pasando en esos momentos con sus sentimientos—no me importa lo que me pueda ocurra por usar los pergaminos, ya que es la única manera que tengo de poder transportarme de un lugar a otro sin que tome tanto tiempo.

—Podría morir.

—La ultima vez que pasé más de tres días fuera de casa, Nayeon terminó lastimada por un imbécil, ¿Quieres que vuelva a pasar por esa preocupación? —Mina cuestionó causando que el chico apretara sus labios—no me puedo dar el lujo de verla lastimada solo por temor de que algo me ocurra.

—Si usted muere por usarlos, ¿Quién protegerá a la Duquesa y al joven príncipe de los crueles nobles? —cuestionó tratando de hacerla cambiar de opinión.

—Por eso estaba entrenando a Seungwoo—aclaró—tengo enemigos, si no me mata el pergamino tarde o temprano alguien lo hará, así que entrené al mocoso...—confesó deslizando su mirada al menor que dormía plácidamente—puede que sea pequeño, pero no lo menosprecie, tiene más potencial de lo que tú puedes llegar a imaginar.

—Duqu...

—Chan... simplemente déjalo—pidió mientras que se colocaba de pie—no cambiaré de opinión—admitió dándole una fría mirada—prepara mi traje para mañana, yo me encargaré del resto—fue todo lo que dijo a la vez que regresaba hacia su escritorio. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro