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Constante

Pov: Myoui Mina.

Yo era completamente consciente que en el momento en que supe que tanto Seungwoo como Nayeon habían despertado debí haberme dirigido directamente hacia el Ducado del Norte para ver de primera mano que la carta que Chan había enviado no tenía ningún tipo de falsedad, pero lamentablemente no fui capaz: la culpa de haber permitido que aquella sucia mujer me pusiese las manos encima estaba siendo más fuerte que mi deseo de querer ver a mi esposa. A pesar de que era difícil el aceptar lo que estaba sucediendo, realmente no podía sobrellevar esta situación, me asqueaba mi propio cuerpo, sentía repulsión de simplemente verme desnuda, así que sin siquiera tomarme la molestia de tratar de dar una explicación que pudiese justificar mi repentina estadía en el Ducado decidí irme directamente hacía mi habitación ignorando por completo como Momo trataba de saber que era lo que había ocurrido en el palacio.

Realmente me avergonzaba admitir que pasé más de tres días encerrada en mi habitación que daba continuación al baño, por un segundo creí que no sería capaz de abandonar aquellas desoladas cuatro paredes, que moriría en el interior de ese frío cuarto, pero como no, Momo no tardó en arreglárselas para invadir mi espacio. Estaba cansada, tenía hambre y no había sido capaz de conciliar el sueño, durante esos tres primeros días, me mantuve en el interior de la bañera, bajo la gélida agua sintiendo como parte de mis dedos ya ni siquiera era capaz de sentirlo. Me estaba torturando. En el momento en que Momo apareció no dudé en huir a mi despacho negándome rotundamente a permitir que ella viese el daño que había recibido. En un completo silencio me encerré en el cuarto, presionando mis dedos contra mi frente mientras que no podía dejar de pensar que no merecía ningún minuto de paz.

A pesar de que me consideraba como una persona que no solía consumir alcohol, en esta ocasión, necesitaba beber para poder callar aquellas voces que no paraban de gritar que esto había sido mi culpa y que mi esposa jamás sería capaz de perdonarme, que debía aceptar el hecho de que ya la había perdido y que no existía forma de poder recuperar aquella rota confianza que Nayeon me había brindado.

Abrumada de mis propios pensamientos autodestructivos caminé hacia la mesa que estaba adherida contra la pared. Siendo consciente de que estaba yendo a un pozo sin fondo decidí tomar el primer frasco de cristal que mis ojos lograron encontrar. En silencio inspeccioné el dorado liquido sabiendo que llevaba años sin que alguien lo tocase, para luego simplemente destaparlo, sintiendo velozmente como el olor del alcohol abofeteaba mi rostro consiguiendo que no me quedase de otra más que arrugar el puente de mi nariz: era una aroma que fácilmente aturdiría a cualquiera, pero no le di mayor importancia. Rápidamente llevé el cuello de la botella contra la boca dándole un gran trago. La sensación de ardor deslizándose a través de mi garganta hasta llegar a la boca de mi estómago me hizo perder el aliento: era una sensación desagradable, con el pasar de los segundos podía sentir como el ardor simplemente incrementaba, como si fuese algún tipo de advertencia para que me detuviera. Una parte de mi quiso alejar el objeto, era consciente de que me estaba comportando como una idiota al tratar de callar las voces de esa forma, pero aquel miedo irracional de que mi esposa me abandonara me obligó a tener que mover nuevamente mi mano llevando la botella directamente hacia los labios. Ni siquiera me tomé la molestia de respirar, agobiada comencé a beber deseando el poder dejar mi mente en blanco mientras que aquella incomodidad punzante producto de la bebida lentamente comenzaba a desaparecer de mi organismo.

Alejé la botella de mi rostro solo cuando no hubo nada más que beber. En un completo silencio observé lo que tenía entre los dedos notando que había consumido una botella por mi misma, ¿Estaré en problema?, me cuestioné mientras que sentía tanto mi rostro como mis manos adormecidas, me siento cansada, pensé al mismo tiempo que daba un paso en dirección del sofá notando rápidamente la pesadez de mis extremidades. Tengo que moverme, pensé siendo consciente que en cualquier momento podría llegar a trastabillar.

—¡Ugh! —me quejé sintiendo que el sofá cada vez estaba más lejos—m~maldita sea—y no podía detener mi malestar.

Rápidamente pude escuchar la puerta crujir, francamente, no esperaba la presencia de algún invitado, que yo recordara no había autorizado el ingreso de terceros en el interior del Ducado, por ende, asumí que podía ser Namjoon o quizás algún caballero imprudente. No dije nada en el momento que oí la puerta abriéndose, en un completo silencio giré mi rostro en dirección de la entrada observando con cierta atención como el rostro de Momo hacia acto de aparición, ¿Por qué estas acá?, fue el primer pensamiento que abrumó mi nublada mente; a pesar de que hice mi mejor esfuerzo por fingir el no saber la razón que la llevó a mi despacho, muy en el fondo era consciente que se debía netamente porque estaba preocupaba.

Momo tras notar el estado deplorable en el que yo me encontraba simplemente decidió mantenerse de pie, en el umbral de la puerta: a simple vista parecía estar cuestionándose si debía o no ingresar en la habitación. Mientras tanto, yo simplemente me llevé mi mano libre contra mi boca tratando de ocultar la fuerza con la que había apretado mis dientes, esos malditos ojos... pensé sintiendo la sangre hirviendo ante la manera en que aquella morada mirada se había posado contra mis facciones, no me mires con esos ojos... ordené dando impulsivamente un paso hacia atrás teniendo toda la intención de mantener una distancia prudente entre mi cuerpo y su existencia.

Por culpa de haber estado bebiendo sin control, mi cuerpo no tardó en perder el equilibrio provocando que Momo rápidamente ingresara en el interior de la habitación. En el fondo yo era consciente de que ella solo estaba tratando de ayudarme, era mi subordinada más fiel, sabía que quería impedir que yo me lastimase, pero en el momento en que sus dedos llegaron a tocar mi camiseta mi cuerpo por mero instinto reaccionó estampando la mano que anteriormente había estado sobre mi boca, directamente contra su esternón obligándola con solo la fuerza de mis músculos el hacerla retroceder, consiguiendo de esa forma el tener nuevamente mi espacio personal.

—¿Mina? —su suave voz llena de desconcierto y preocupación regurgitó mi estómago—¿Qué le pasó a tu cuello? —cuestionó mientras que yo simplemente me llevaba los dedos contra la camiseta notando los botones faltantes.

Mierda... pensé al mismo tiempo que estrujaba las prenda entre mis falanges, mierda... mierda... y no podía dejar de pensar que ella acababa de ver lo que aquella mujer había dejado en mi cuerpo, no... no lo ha visto, no lo vio, traté de engañar mis pensamientos con que Momo no había sido capaz de observar las marcas dejadas en mi piel, pero ante la manera en aquellos malditos ojos me estaban observando, supe que si lo había visto; estaba jodida.

—V~Vete—ordené sintiendo como las palabras se enredaban en mi lengua.

Momo tras escucharme simplemente alzó sus cejas son ocultar la preocupación en su mirada; era evidente que estaba sorprendida, y no era para menos teniendo en cuenta que está debería ser la primera vez que me veía en este deplorable estado. Por mero impulso traté de retroceder: quería hacer todo lo posible para huir de la habitación, porque sabía que no sería capaz de contener aquella ira que lentamente estaba envolviendo mi organismo. No quiero lastimarte, pensé sintiéndome genuinamente sorprendida de comprender que, por primera vez, no quería lastimar a alguien. Tienes que huir..., alejarme o el alejarla era lo único que podía mantener en mi mente ya que aquellos ojos morados realmente me estaban volviendo loca.

Para la desgracia de ambas, mi trasero terminó adhiriéndose contra el borde de mi escritorio provocando que no me quedase de otra más que quedarme ahí. De forma impulsiva tragué saliva sintiendo mis dedos temblorosos alrededor del cuello de la botella de cristal.

—¿Fue la princesa Misu...?

Realmente no había estado en mis planes el hacerlo, pero en el momento en que el nombre de aquella mujer comenzó a brotar de sus labios mi mano impulsivamente se movió lanzando violentamente el frasco contra la pared consiguiendo que los fragmentos de vidrio lastimaran tanto la mejilla como el cuello de mi acompañante. El repentino movimiento de mi extremidad me hizo el tambalear, pero me las arreglé para mantenerme en mi sitio mientras que veía con cierta ansiedad como Momo en un completo silencio se llevaba los dedos hacia la zona donde los fragmentos habían tocado. La culpa me invadió, yo... ¿Acabo de hacer eso? Me cuestioné notando el frasco roto detrás del cuerpo de la más baja, yo... y mis ojos se llenaron de lágrimas ante la impotencia que me abrumaba por culpa de ese maldito nombre. Instintivamente me llevé mi labio inferior contra mis dientes, tenía que calmar las emociones que rebotaban en el interior de mi cuerpo, pero no sabía realmente el como hacerlo, así que simplemente me mordí sintiendo el sabor metálico propio de la sangre mezclándose con mi paladar amargo. Ninguna dijo nada durante los primeros segundos, yo me mantuve lastimando mi boca mientras que Momo tan solo se mantenía en su sitio con sus aturdidos ojos fijos en mi rostro: era evidente que ella no podía creer lo que yo había cometido.

—L~Largo—ordené mientras que miraba hacia otra dirección.

No podía con la culpa.

Quiero creer que el hecho de haberme sumergido en mis propios pensamientos autodestructivos, consigo, ignorar la presencia misma de Hirai Momo, me hizo bajar instintivamente mi guardia provocando que no fuese capaz de reaccionar al momento de sentir como ella bruscamente me empujaba contra el escritorio. Sorprendida por aquel audaz movimiento por su parte regresé rápidamente mi atención hacia su cuerpo notando como ella, sin siquiera tomarse la molestia de preguntar tomaba la decisión de agarrar de mi camiseta, ¿Huh?, fue todo lo que mi mente pudo formular al momento en que ella tiró de mi prenda consiguiendo que los botones violentamente comenzaran a volar hacia todas las direcciones, permitiendo de esa forma que mi torso quedase expuesto. Abrumada por la repentina situación en la que había sido sometida traté de cubrirme sintiendo la ansiedad carcomiendo cruelmente mi cabeza, no me veas... no me toques... supliqué al mismo tiempo que contraía mis rodillas dispuesta en patearla, pero Momo parecía realmente decidida de ver lo que había sucedido en el palacio. Traté de luchar durante unos segundos más hasta que pude notar la forma en que ella me estaba observando, con una expresión que jamás había visto, Momo decidió agarrar de mis muñecas impidiendo que yo pudiese tapar el daño que aquella mujer había dejado y como yo, tontamente había empeorado en un vano intento por borrarla de mi piel.

A la mala comprendí que ya no sería capaz de poder ocultar lo que realmente había sucedido, así que en un completo silencio decidí el dejar de luchar sintiendo como sus manos perdían cierta presión alrededor de mis muñecas, pero aún no mostraba signos de querer soltarme. Impotente por no poder cubrirme encajé mis dientes sobre el interior de mi mejilla sintiendo una onda eléctrica envuelta por toda esa zona; era doloroso, pero nada que ya no hubiese experimentado con anterioridad. Aun cuando no era verdaderamente mi intención, no pude impedir que las lágrimas comenzaran a descender, la frustración, la vergüenza, el miedo y la rabia comenzaban a chocarse entre sí como si todas quisiesen llevarse el protagonismo. Momo tras notar la manera en que me había roto, ella simplemente parpadeó visiblemente aturdida mientras que sus brazos impulsivamente se contraían, llevándose ambas palmas contra la cabeza como si no fuese capaz de comprender lo que había pasado.

—¿P~Por qué? — fue todo lo que preguntó antes de que su voz se quebrara.

Ahora no estaba siendo la única que lloraba en el interior de aquella fría habitación, aunque es verdad, que Momo parecía estar un poco más compuesta de lo que yo estaba, pero eso no quitaba el hecho de que las lágrimas continuaban descendiendo a través de sus sonrojadas mejillas. De forma impulsiva agaché mi mirada sintiendo unas ganas incontrolables por poder excusar lo que había visto mientras que mis temblorosas manos impulsivamente se presionaba sobre mi esternón tratando de cubrir aunque fuese un poco de piel. Francamente lo sabía, era consciente que no importaba cuanto cubriera, que tanto mintiera, no había forma de camuflar lo que evidentemente ella había observado. Quiero morir, fue lo único que pude pensar al ser incapaz de poder hablar sin sentir que mi voz se quebraría.

No me quedó de otra más que mantenerme en un completo y frío silencio mientras que deseaba que aquel patético llanto que estaba exhibiendo en aquellos minutos se detuviese de una buena vez. Durante todo ese transcurso de tiempo, Momo se mantuvo en un completo silencio con las lágrimas descendiendo suavemente por su rostro, era evidente que le había afectado lo que había observado, y quizás, por esa misma razón es que decidió tan repentinamente el quitarse su chaqueta para posarla contra mi esternón, haciendo todo lo posible para no volver a ver el daño que mi piel había recibido en los ultimas cuatro días.

Momo se llevó sus dedos directamente contra su mentón, a pesar de que el llanto no se había detenido, su intención por querer buscar una solución estaba siendo bastante evidente, pero el problema, es que realmente no había nada que ella pudiese hacer para arreglar lo que claramente ya estaba roto.

—Haré un comunicado para comenzar con la cacería de la Corona... le llamaré la Corona sangrienta—alzó la voz en el momento en que las lágrimas lentamente habían decidió el detenerse. Yo, tras escucharla simplemente sacudí de mi cabeza en forma de negación mientras que sentía las mejillas tensas por culpa de mi llanto—¡¿Mina?! —cuestionó visiblemente desconcertada—¿No quieres hacer nada? ¡Fuiste violada por la hija de ese bastardo!

—Silencio—ordené tras poder contener mis emociones—no fui violada... esto... yo lo permití—aclaré sintiendo la forma en que ella me estaba observando: era evidente el hecho de que no parecía estar creyendo en mis palabras—tu no harás nada, y lo que acabas de ver jamás ocurrió.

Fue todo lo que dije mientras que a duras penas me las arreglaba para levantarme de la mesa sintiendo el frescor de la habitación acariciando la piel desnuda de mi lastimado torso.

—¿Piensas dejarlo pasar? —cuestionó sin poder creer que yo hubiese tomado esa decisión—¿Quieres fingir que nada pasó? ¿Acaso las marcas en tu piel no son nada para ti? —preguntó dando un paso hacia mi dirección al mismo tiempo en que yo miraba hacia la pared siendo realmente incapaz de hacerle frente: me sentía intimidada—...—tras notar que yo no respondía decidió quedarse en silencio. A pesar de que no era capaz de verle, podía sentir sus ojos sobre mi anatomía inspeccionando cada fibra de mi cuerpo—dime... esas quemaduras.... ¿Fueron hechas por tus manos, cierto?

—B~Basta.

No podía mantener una conversación con ella ante el estado en que ambas nos encontrábamos.

—Si no fue una violación... entonces, ¿Por qué trataste de borrar tan desesperadamente aquellas huellas? —cuestionó golpeando donde más dolía: era evidente que ella ya sabía la respuesta, tan solo deseaba oír mi propia confesión—si realmente es algo que aceptaste, ¿Por qué no te tomaste una poción curativa para curar su rastro? —no parecía tener intención de detenerse— ¿Cuál era el fin de lastimarte aún más?

Momo estaba lanzando puñetazos, uno tras otros, golpeando en la misma zona teniendo una evidente intención de querer hacerme vomitar lo que había sucedido en realidad. Francamente, ella ni siquiera demostraba tener interés en seguir mi orden, parecía simplemente querer sacarme la mayor cantidad de información posible para luego ir, por cuenta propia, a buscar venganza, pero yo no podía darme el lujo de permitir que hiciese una estupidez de esa magnitud, no cuando la vida de mi familia estaba en peligro.

—S~Silenci...

—¡Mina! ¡Ella abusó de t...!

—¡CÁLLATE! —bramé al mismo tiempo que enterraba mis puños contra la mesa impidiendo de esa forma que confirmara algo que yo claramente ya sabía—¡CÁLLATE! ¡CÁLLATE! —no disminuí el tono de mi voz ni el movimiento de mis manos, enterrando una y otra vez mis nudillos contra la mesa mientras que su chaqueta caía sobre mis zapatos—¡CÁLLATE! —y era todo lo que podía decir mientras que sentía como la sangre lentamente comenzaba a filtrarse sobre mi piel ya lastimada—¡NO QUIERO OIRTE! ¡NO QUIERO QUE HABLES! ¡C~CÁLLATE!.

Es muy posible que hubiese continuado con aquel agresivo ataque, enterrando una y otra vez mis nudillos sobre la madera hasta conseguir el destruir mi escritorio o hasta fracturarme algún hueso de mi extremidad, sino fuese porque Momo rápidamente agarró una de mis muñecas tirando de mi cuerpo en dirección del suyo, obligándome de esa forma a que no me quedase de otra más que girarme permitiendo que ella fuese capaz de ver el desastre en que me había convertido. Se quedó en un completo silencio con su atención fija en la forma en que mi pecho, con fuerza, subía y bajaba mientras que mis temblorosos dedos eran incapaces de abrirse ante la violencia con la que me había lastimado.

—Sé perfectamente que eres conocida como un ser incapaz de sentir dolor... pero sigues siendo humana y es momento de que pares—pidió con una suavidad que erizó mi piel—... yo he visto cada fase de tu entrenamiento, cada cambio que ha vivido tu cuerpo... sé mejor que nadie lo mucho que te costó llegar hasta donde estás... así que por favor... no te lastimes más—suplicó mostrando una actitud tan impropia de su personalidad que no sabía que decir o como actuar—...—se quedó en silencio con su atención aun fija en el estado en que me había dejado—lo siento... si tan solo hubiese insistido—soltó demostrando lo culpable que se sentía al haber permitido que yo ingresase sola al castillo—l~lo siento tanto... no debí dejar que te hicieran esto... debí... debí simplemente haber insistido en quedarme.

—N~No fui violada...—mentí descaradamente en un vano intento por tranquilizar mis propios pensamientos al mismo tiempo en que Momo simplemente se mantenía observando mi afligida expresión—e~era algo que yo quería—seguí mintiendo con mi atención fija en la forma en que ella había comenzado a inspeccionar mis nudillos amoratados y ensangrentados; siguió sin hacer comentario, tan solo se quedó en su sitio tratando de asegurarse de que no tuviese ninguna fractura—y~yo lo acepté... y~yo la busqué... e~esto es mi culpa—y quería simplemente recibir un rechazo por parte de mi acompañante para así justificar mis propios pensamientos, pero Momo simplemente no opinaba—y~yo... me lo merezco~...

—¿Has terminado de mentirte? —su pregunta mi desconcertó, pero más lo hizo notar esa seria expresión en sus facciones—nunca fuiste una buena mentirosa—confesó al mismo tiempo en que soltaba de mi muñeca—en verdad... creo que esta es la primera vez que me mientes—aclaró consiguiendo que yo simplemente frunciera mi ceño—lo odio... es desagradable oír tus mentiras cuando ni siquiera eres capaz de ocultar tus ojos cristalizados.

—No estoy mintiendo—era tan descarada a la hora de mentir que probablemente no debí sorprendente de que Momo agarrara nuevamente del cuello de mi camisa—H~Hirai...

—¡No me mientas en la puta cara! —bramó sin ser capaz de ocultar su rabia—¡Solo dime la verdad! ¡Dime que lo odias! ¡Dime que quieres borrar lo que ella te hizo! ¡Dime que te dolió! ¡Que no fue algo que disfrutaste! ¡Dime que necesitas ayuda! ¡Dime que no puedes hacerlo por ti misma!

Realmente esta no era la primera vez en que yo era testigo de este tipo de furia en ella, en más de una ocasión logré observar su rabia desbordando de su cuerpo, sobre todo cuando entrenaba y no lograba llegar al nivel que deseaba, pero si debo confesar que era la primera vez que su rabia estaba siendo dirigida netamente hacia mi persona. Francamente, no supe que decir, o como responder, a pesar de que todo lo que soltó era una verdad que llegó a resbalar a través de mis pensamientos autodestructivos, no me veía capaz de soltarlo a viva voz. Estaba asustada por las consecuencias que traería el admitir como realmente me estaba sintiendo. Incapaz de moverme, o siquiera de huir de la situación en la que había sido nuevamente acorralada decidí simplemente tragar saliva de forma sonora notando atentamente la forma en que ella me estaba viendo: daba la impresión de que en cualquier momento me rompería la mandíbula si es que no comenzaba a sincerarme conmigo misma, pero... ¿Cómo debía hacerlo?, aquella mujer me hizo cosas que nadie más había hecho, tocó y lamió zonas que ni siquiera era consciente de que podrían llegar a ser palpadas, así que... ¿Cómo? ¿Cómo carajo debía de hacerlo?, no sabía, no tenía ni la menor idea de como llegar a esa respuesta.

—N~No tuve más opción—confesé sintiendo un nudo envuelto en mi garganta. Al parecer, mis palabras habían logrado confundir a mi acompañante ya que esta rápidamente soltó el cuello de mi camiseta, como si me estuviese indicando con esa simple acción que ya podía hablar—... si rechazaba el acostarme con ella, entonces mi esposa e hijo hubiesen sido lastimados... yo no soy lo suficientemente fuerte como para protegerlos—admití, sin poder evitar el sentirme asqueada y decepcionada de mi misma al no ser capaz de proteger lo que tanto estaba amando—... no me importa vivir una y otra vez lo que pasó en el palacio si con eso me aseguran que mi familia estará bien.

—¿Y tú? —replicó Momo sin dejar esa actitud tosca—¿Y qué pasa con tu felicidad?

—¿Yo? —cuestioné mientras que presionaba mis dedos contra el borde de mi camiseta tratando de cubrir la desnudez de mi torso—... yo soy feliz estando al lado de mi esposa—admití sintiendo las orejas calientes—y eso me aterra... porque no sé si realmente merezco estar al lado de tan grandiosa mujer.

—...¿Realmente amas a tu esposa? —preguntó sin poder creer lo que estaba escuchando.

Por primera vez tras el abusó, yo me atreví a sonreír.

—No tengo idea de lo que es el amor, pero sí... estoy perdidamente enamorada de mi esposa.

Me quedé en un completo silencio tras confesar mis sentimientos por Nayeon, a pesar de que la situación había escalado aun nivel donde más de una cabeza hubiese rodado por el suelo, era evidente que la tensión no había disminuido: al parecer Momo no se sentía satisfecha, pero aún así no hizo comentarios. Lentamente el silencio se estaba volviendo abrumador, y mi cuerpo seguía estando con el suficiente alcohol como para poder pensar de forma racional, esto es una mierda, fue todo lo que mis pensamientos pudieron formular mientras que llevaba instintivamente mis dedos contra los pocos botones que aún quedaban en mi camiseta, con cuidado comencé a botonar uno tras otro para así poder sentarme sin tener temor de que mi piel continuase estando expuesta para los ojos curiosos e entristecidos de mi fiel caballero. Aun con la cabeza dándome vueltas, pude observar como la pelinegra soltaba un suave suspiro metiendo una de sus manos en el interior del bolsillo holgado de su pantalón para luego simplemente estirar su puño hacía mi dirección, ¿Eh?, pensé notando como ella lentamente abría de su palma dejando expuesta el frasco cristalizado.

—Bébelo... no puedo permitir que continúes en este estado—aclaró con cierta incomodidad. Una parte de mi francamente no deseaba curar el propio daño que yo me había hecho, pero sabía que no podría permanecer por mucho tiempo en el Ducado sin que las cartas provenientes del Norte comenzaran a llegar, así que era consciente que tenía que curarme lo más prontamente posible—...¿Realmente desea que olvide lo que pasó en esta habitación? —cuestionó con mayor tranquilidad, como si hubiese tenido un debate consigo misma—sinceramente, no sé si seré capaz.

—Si lo haces te permitiré trasladarte al Norte—yo sabía perfectamente que solo me estaba aprovechando de su deseo de estar en mis tierras gélidas, pero era la única forma de asegurarme de que no hablaría.

—Eso es jugar sucio...

—¿Cuándo un Myoui ha jugado limpio? —repliqué notando como suspiraba—... ve en busca de Namjoon y pídele el pergamino de teletransportación —ordené a la vez que destapaba la botella—debo regresar.

Fue todo lo que dije mientras que me llevaba el frasco contra los labios. Momo tras escucharme tan solo asintió con su cabeza como si fuese consciente de que no podría llevarme la contraría, para luego simplemente marcharse de la habitación sin antes asegurarse de que me terminase el frasco. Como era de esperarse, rápidamente las heridas causadas por el agua hirviendo y las propias realizadas por las manos de aquella monstruosa mujer, comenzaron a desaparecer, una tras otras, así que me dio una poción de alto nivel, pensé mirando atentamente como las piel viva de mi torso lentamente volvía a la normalidad, ¿De dónde lo ha sacado? ¿Acaso la robó de la bodega?, me cuestioné sintiendo como el alcohol comenzaba a evaporarse de mi cuerpo, dejándome en optimas condiciones. Suspiré recargando mi trasero sobre la mesa, sinceramente, no me sentía mejor, a pesar de que las palabras violentas de Momo me hicieron aceptar la realidad que había sido sometida, seguía sin ser capaz de comprender que alguien más me había puesto las manos encima, peor aún, que existía la posibilidad de que alguien más cargara con mi descendencia.

Mi piel se erizó mientras que mis manos se enfriaban.

—No piensen en eso—ordené presionando mis dedos esta vez contra mi frente—simplemente olvida ese día—pedí al mismo tiempo que alzaba mi mirada notando como Momo ya había regresado en compañía de Namjoon.

—Duquesa—el chico rápidamente me saludó haciendo una suave reverencia provocando que yo moviera mi mano tratando de restarle importancia al asunto—¿Se marchará?.

—Sí—acepté notando como él parecía nervioso—te quedarás a cargo de la mansión y de los guardias—aclaré— necesito que envíes a los caballeros del grupo de Momo hacia el Norte y también necesito que delegues al más fuerte de los guardias para que sea el nuevo capitán de los caballeros que queden en la capital—agregué consiguiendo que él asintiera con su cabeza mientras que Momo ni siquiera hacía el esfuerzo de ocultar su emoción de viajar.

—Tenga—comentó el chico al mismo tiempo que me entregaba una camiseta negra limpia y la capa que había traído conmigo—debe abrigarse—aclaró mientras que yo aceptaba las prendas. Ni siquiera me importa que estuviese en la habitación al momento de comenzar a desvestirme—¿Está segura de usar el pergamino? —cuestionó con sus ojos fijos en la pared.

—Sí.

Fue todo lo que dije mientras que me cambiaba.

—¿No existe el rumor que dice que puedes llegar a perder una extremidad por el uso de los pergaminos de teletransportación? —Momo cuestionó con cierta curiosidad mientras que yo abotonaba la nueva prenda.

—Sí.

—¿Ah? —exclamó desconcertada—¿Y piensas viajar con eso?.

—Sí.

—¿No tienes nada más que decir que no sea sí? —se quejó mientras que yo introducía la camiseta por el interior de mis pantalones.

—He usado el pergamino con anterioridad, y no ha sucedido nada, así que realmente no hay peligro—aclaré tratando de restarle importancia a la situación, pero Momo parecía estar genuinamente preocupada—si tanto miedo te causa puedes viajar junto a tu grupo... realmente no necesito que vengas conmigo—confesé alzando mi mirada para notar como ella sacudía su cabeza en negación.

—Después de ti, soy la persona más fuerte, así que realmente tengo que ir contigo—aclaró inflando su pecho de orgullo mientras que yo envolvía mis hombros con mi gruesa capa.

—¿Piensas ir así? —pregunté observando que llevaba una simple camiseta holgada y unos pantalones que daban la impresión de ser la prenda más abrigadora que poseía—morirás congelada—admití consiguiendo que ella se encogiera de hombros—haz lo que quieras—decidí no darle mayor importancia, y tan solo enfoqué mi atención en Namjoon—el pergamino.

A diferencia de Chan, Namjoon parecía confiar más en las decisiones que tomaba ya que rápidamente me hizo entrega del pergamino. En silencio le di un vistazo a Momo, realmente no tenía intenciones de tocarla, pero sabía que las probabilidades de perder una extremidad aumentaban si viajábamos por separado, por ende, no me quedo de otra más que estirar mi mano.

—¿Qué?.

—Toma mi mano—ordené consiguiendo que ella frunciera el ceño—a mi tampoco me gusta la idea, así que apresúrate—me quejé. A pesar de que era evidente que ella no lo deseaba, de todas formas, aceptó mi mano, tras sentir sus dedos decidí tirar de ella pegándola contra mi torso—quieta—fue todo lo que dije mientras que posaba mi atención en Namjoon—envíame una carta si es que necesitas de mi presencia, trataré de llegar lo más rápido que pueda—admití sabiendo a la perfección que el Rey podría llegar a atacarlos si es que su hija no terminaba embarazada.

—Sí, Madame.

Aquellas fueron las últimas palabras que Namjoon alcanzó a decir, ya que rápidamente rasgué el pergamino sintiendo como Momo, aún cuando se había estado quejando, no dudaba en aferrarse contra mi torso. Nuevamente aquella azulada luz envolvió tanto nuestros cuerpos como la habitación. La intensa iluminación que cubrió nuestra visión nos hizo cerrar los párpados hasta que yo fui capaz de sentir mis pies adhiriéndose contra el suelo. En silencio abrí los parpados notando como Momo estaba en el suelo vomitando a un costado de mis zapatos.

—¿Duquesa? —la voz sorprendida de Chan me hizo alzar mi mirada notando lo visiblemente cansado que se veía—¿Por qué tardó tanto?

Su voz había sonado tan jodidamente frágil que la culpa me abrumó.

—Estaba resolviendo algunas cosas—mentí sin siquiera dudarlo—¿Mi esposa y el mocoso están bien? —cuestioné viendo como él se rascaba su mejilla para luego asentir con su cabeza—bien... iré al calabazo, hay un invitado que aún no saludo.

—¿No irá donde la Duquesa? —preguntó desconcertado—ella no ha dejado de preguntar por usted—confesó consiguiendo que yo me mordiera mi labio inferior—y... ¿Por qué Momo está acá? —esta vez su duda fue dirigida hacia la pelinegra quien a duras penas se estaba recomponiendo—¿Qué sucedió en la capital?.

—Nada que deba preocuparte—respondí mientras que comenzaba a caminar hacia la salida—veré a mi mujer en otro momento, con saber que se encuentra bien estoy más que satisfecha—estaba siendo tan patética por huir de mi esposa, pero en estos momentos realmente no estaba preparada para afrontar aquella realidad.

—Duq...

—Suficiente—ordené dándole una fría mirada—ella no es mi prioridad en estos momentos—mentí sintiendo el estómago pesado ante lo que estaba diciendo—encárgate de Momo, dale una buena habitación y no permitas que vea de inmediato a los caballeros, la idiota tratará de luchar con ellos—aclaré mientras que retomaba mi caminar.

Chan no trató de detenerme, y yo no supe como reaccionar ante eso. En silencio caminé por el pasillo notando como los guardias parecía sorprendido por mi presencia.

Tras llegar a la zona de calabazo simplemente me fui abriendo paso sin importar como los caballeros que custodiaban las celdas parecían genuinamente desconcertado por mi presencia. En silencio me detuvo frente a una de las celdas notando un sirviente de rodillas con sus manos puestas detrás de su espalda, al parecer nadie lo había tocado, pero era evidente que tampoco había recibido alimento de buena calidad.

—Levanta tu cabeza—ordené mientras que abría la puerta consiguiendo que el desconocido alzara su mentón: poseía unos ojos castaños y el pelo del mismo color. No era una característica útil—al parecer me he vuelto demasiado débil—confesé notando como su cuerpo había comenzado a temblar—tan débil que casi pierdo un ser muy querido—seguí hablando al mismo tiempo que daba un paso hacia su dirección—por tu culpa mi preciosa esposa estuvo en peligro—me detuvo frente a su cuerpo agarrando de su mentón, obligándolo a tener que sostener mi fría mirada—por tus acciones ella sufrió—sentía el cuerpo caliente, las ganas de liberar mi instinto asesino cada vez me abrumaba más—te torturé para compensar su dolor—murmuré al mismo tiempo que me inclinaba queriendo ver su miedo.

—D~Duquesa... p~piedad... p~piedad.

Sentía asco de verlo suplicando.

—¿Piedad? —cuestioné alejando mis dedos de su rostro para enterrar bruscamente mi puño sobre su quijada haciéndolo perder el equilibrio—yo no siento piedad por nadie—aclaré a la vez que soltaba mi capa y la dejaba a un costado para poder subirme cómodamente las mangas—y menos por perros que se atrevieron a tocar a mi esposa—agregué—ven—ordené al mismo tiempo que estiraba mi mano para agarrar de su camiseta notando como la sangre ya se estaba deslizando por su boca—quiero que sepas algo...—murmuré disfrutando del pavor de sus ojos—yo siempre... sin importar quién... siempre asesino a las personas que se atreven a lastimar o codiciar a mi mujer.

—Y~Yo... y~yo no sé nada.

—Shh—pedí presionando mis dedos sobre sus labios—mi intención jamás fue sacarte información... yo solo quiero torturarte hasta volverte loco—confesé sonriendo con suavidad—día, tras días, noche tras noche, te haré tanto daño que me suplicaras con acabar con tu existencia—admití manteniendo mis parpados entrecerrados ante mi sonrisa maliciosa—... ¿Y sabes que es lo mejor de todo esto? —cuestioné presionando mi palma contra su quijada—no importa cuanto me lo supliques, cuantas veces trates por ti mismo el acabar con tu vida, siempre voy a curarte, si es necesario traeré la Santa y continuaré, sin parar, sin detenerme, y si no lo hago yo, haré que alguien más lo haga por mí, para que no tengas descanso, para que creas que estas viviendo en el mismismo infierno.

—¿Ah? —cuestionó sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Espero que nos llevemos bien, porque te quedarás en este lugar hasta que nadie más pueda curarte—comenté al mismo tiempo que enterraba nuevamente mi puño sobre su rostro—tenme algo de paciencia, hoy no estoy de buen humor—confesé pateando su rostro hasta oír el crujir de su mandíbula—haré todo lo posible por no ser amable—aclaré sin importarme el escucharlo sollozar—así que resiste con todas tus fuerzas. 

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