Carta
Pov: Myoui Mina.
Un mes después...
Rápidamente pude sentir el hedor a muerte y putrefacción penetrando violentamente mis fosas nasales, por instinto arrugué el fino puente de mi nariz sintiendo rechazo por una situación que debía ya estar acostumbrada ante los años que había pasado yendo de guerra en guerra. En un completo silencio caminé a través de las tiendas de campaña con la gruesa capa deslizándose suavemente a través de mi ancha espalda, el vaho se desprendía entre mis finos labios a causa de las bajas temperaturas, a pesar de que el sol estaba en lo más alto y las fogatas encendidas en cada punto estratégico del campamento, el frío seguía calando los huesos de que cada una de las personas que estaba a mi alrededor. Tras de mí, podía oír a la perfección los torpes pasos del ayudante del príncipe Chaewon tratando de seguir mi caminar, oía su agitada respiración mientras que yo continuaba con lo mío ignorando por completo su evidente cansancio. Sin mucho interés deslicé mis fríos ojos por el amplio lugar notando como los guardias propios del resto de nobles ya se habían desplegado por la zona, algunos parecían querer familiarizarse con mis caballeros, otros no parecían a gusto con mi presencia, deben ser parte de la guardia del primer y tercer príncipe, pensé observando esta vez en dirección de mis guardias notando la agresividad con la que estaban entrenando, podrían hacerlo mejor, pensé deteniendo mis orbes justo en uno de los chicos. Como era de esperarse, fue cuestión de segundos para que el entrenamiento se intensificara tras notar que yo les estaba prestando atención, así es como deberían entrenar, pensé al mismo tiempo en que giraba mi rostro viendo esta vez en dirección de los caballeros propios de los príncipes visiblemente irritados ante la repentina atención que se habían llevado mis perros.
—D~Duquesa...
El hombre me llamó, su voz agitada y entrecortada revelaba como se estaba sintiendo en estos instantes.
—No me importa—respondí sin siquiera detenerme a escucharlo.
—El primer príncipe desea verle—comentó tratando de hacerme cambiar de opinión, sin siquiera importarle el hecho de que yo hubiese dejado explícitamente en claro que no tenía interés de interactuar con aquel personaje—... como Duquesa debería priorizar las exigencias de nuestro futuro Rey —aconsejó consiguiendo que yo impulsivamente me detuviese.
¿Debería simplemente cortar su garganta?, me cuestioné al mismo tiempo en que, en un completo silencio decidía girar mi rostro observando por sobre uno de mis anchos hombros como él, de forma instintiva no dudó en dar un par de pasos hacia atrás con todo su cuerpo exudando temor. Francamente, parecía un perro con el rabo entre las patas.
—... ¿Cómo Duquesa debería priorizar qué?
Fue todo lo que cuestioné esperando que él respondiese, pero los segundos transcurrieron y el silencio no tardó en reinar entre los dos, así que retomando esa indiferencia tan propia de mi persona comencé a caminar nuevamente en dirección de mi tienda de campaña con todas las intenciones de resguardarme de las moscas que zumbaban a mi alrededor. Para mi completa desgracia él nuevamente comenzó a seguir mi andar, a pesar de que no había respondido de manera verbal, era más que evidente sus deseos por llevarme donde su querido primer príncipe: yo sabía que no se rendiría con tanta facilidad. Ha... ¿Dónde carajos esta Chan?, lo traje a este maldito lugar para que se hiciese cargo de estas moscas, pensé irritada de su ausencia. Durante el transcurso de mi caminar lo único que podía escuchar el pesado sonido de sus zapatos chocando directamente contra la húmeda tierra junto con su agitada respiración.
—... U~Usted solo es una Duquesa de una tierra infértil... por ende, debe mostrar respeto hacia el heredero del Sol—a pesar de que sus palabras sonaban temblorosas, hizo su mejor esfuerzo por mostrar una actitud valiente como si realmente estuviese orgulloso de ser parte de la primera línea del príncipe heredero.
Me detuve de golpe tras escucharlo. Tal parece que mi poder fuera del Norte había perdido intensidad, o quizás, los rumores de mi existencia habían disminuido al punto en que este idiota se creía con el poder suficiente como para tratar de darme órdenes. Deslicé nuevamente mis orbes hacia sus facciones notando el temor que emanaba de su expresión, ¿Realmente cree que el príncipe lo salvará?, me cuestioné tratando de entender de donde provenía la confianza con la que estaba tratando hablar conmigo. Continué estando en un completo silencio mientras que, por mera diversión decidía dar un paso hacia su dirección notando como este por instinto volvía a retroceder en un patético intento por tratar de mantener su distancia. Impulsivamente elevé una de mis cejas, divertida de como su cuerpo contradecía su actitud arrogante, no quieres ceder... pero tampoco estas dispuesto a luchar contra mí, pensé fastidiada de tener que continuar escuchándolo.
—¿Realmente debería hacer eso? —pregunté con bastante tranquilidad.
Era bastante sorprendente el hecho de que mi espada continuase estando adherida a mi cadera; estaba completamente segura de que si hubiese sido hace un par de meses atrás, su cabeza se hubiese desprendido de su cuello en el momento en que comenzó a seguir mi andar.
—... Sí... como una simple Duquesa, tiene que hacer eso—replicó con mayor confianza.
¿Acaso no sabe de lo que soy capaz? ¿Vivé debajo de una piedra?, me pregunté sin poder entender la razón por la que estaba haciendo esa clase de comentarios sin siquiera temer por su vida.
Solté un suave suspiro mientras que me termina de girar.
—¿Simple Duquesa?... Veo que no pareces temer mi poder—comenté sin cambiar el tono de mi voz—te daré el gusto de saber quién realmente soy—murmuré inclinándome con suavidad—soy la Duquesa del Norte, mejor conocida como la Tirana del Norte, no tengo ese maldito nombre por nada—le recordé al mismo tiempo en que daba un paso hacia su dirección logrando que él impulsivamente tratase de seguir manteniendo su espacio personal—¿Quieres saber por qué te he preguntado eso? —pregunté estirando violentamente de mi mano para agarrar de su quijada logrando que él ampliase sus párpados completamente aterrado por la brusquedad de mi agarre—te lo pregunto porque te estas tomando el atrevimiento de cuestionar mi manera de actuar... —murmuré viendo el miedo a través de sus oscuras orbes—si tu querido príncipe desea verme... pues que venga, conoce perfectamente donde esta instalada mi tienda.
—Duquesa.... ¿Ya esta llamando la atención? ¿No considera que es aun demasiado temprano para estar creando este tipo de situaciones?
Rápidamente pude escuchar la voz del tercer príncipe Byunje resonando cerca de donde yo me encontraba, ha... maldición, de los dos príncipes tuvo que llegar el más idiota, pensé al mismo tiempo en que giraba mi rostro observando la presencia de ese alto muchacho de cabello blanco siendo seguido por el mismo par de idiotas que siempre le seguían; eran sus perros de compañía, sus accesorios habituales. En un completo silencio solté la quijada del mensajero escuchando como perdía el equilibrio cayendo sobre la pequeña capa de nieve que había bajo nuestros pies.
—Príncipe—respondí dando un paso hacia el lado sin siquiera molestarme en ocultar mi evidente rechazo hacia su persona.
Ver ese cabello blanco y esos ojos morados me revolvían el estómago.
Nos quedamos en un completo silencio; él viendo mi rostro y yo viendo el suyo. Claramente ninguno de los dos mostraba intenciones de siquiera saludar como correspondía.
—... ¿No piensas realizar una reverencia? —rápidamente uno de sus perros no dudó en comenzar a ladrar tras terminar de acercarse.
Ni siquiera me molesté en verlo, desde mi posición podía sentir la hostilidad que emanaba su cuerpo hacia mi persona: yo realmente no les agradaba, y el simple hecho de que estuviese rondando con tanta tranquilidad a través del lugar solo empeoraba el malestar en ellos, pero bueno, yo ni siquiera quería estar en este maldito lugar, así que realmente era una estupidez la actitud que estaban tomando. Byunje en cambio, se mantuvo en silencio, a pesar de que a simple vista parecía inofensivo, aquella sonrisa radiante tan propia a la realeza delataba lo que realmente estaba ocurriendo en el interior de su cabeza; él estaba completamente furioso ante mi comportamiento, simplemente no le gustaba la idea de que alguien más que su gente estuviese llamando la atención del resto de los presentes, sobre todo, odiaba que fuese yo quién estuviese recibiendo todo el interés.
—Un mero perro no debería estar ladrando sin su bozal—repliqué ignorando por completo su pregunta consiguiendo de esa manera que el noble, con aires de grandeza no dudase en dar un paso hacia mi dirección visiblemente molesto de mis palabras—... tu actitud me hace cuestionarme quién realmente es el perro entre ustedes dos.
—¡¿Cómo te...
—Silencio—rápidamente Byunje reaccionó impidiendo que yo tuviese la excusa para poder desenvainar mi espada—no vuelvas a alzar la voz, mucho menos te acerques a la Gran Duquesa—ordenó manteniendo en todo momento la tranquilidad—... Duquesa, sé que no se inclina ante cualquier persona, pero estamos frente a demasiados ojos... debería guardar las apariencias.
¿Guardar las apariencias? ¿Cuándo yo he necesito algo como eso?, me cuestioné manteniendo mi atención fija en su tranquila expresión.
—Solo me inclino ante mi esposa—respondí sin darle mayor importancia a la situación.
Como era de esperarse mis palabras fácilmente lograron sacudirlo, al punto en que fue bastante evidente la manera en que uno de sus ojos había comenzado a reaccionar temblando ante la rabia que debía internamente estar consumiéndolo. No lo voy a negar, me sorprendía que aun estuviese tratando de mantener la compostura, ¿Tanto te importa lo que dirán?, me cuestioné elevando suavemente las comisuras de mi boca, disfrutando como él no podía controlar sus propias emociones, ¿Quieres golpearme?, me cuestioné deseosa de que me diese un motivo para asesinarlo.
Yo quería acabar con todo el linaje directo del Emperador.
—Pero si tanto es su deseo de querer verme realizando una reverencia—comenté mientras que acortaba la distancia colocándome lo suficientemente cerca de él para sentir el aroma a podrido que desprendía su cuerpo—arrodíllate... con gusto me inclinaré para mirarte—murmuré siendo consciente de que lo haría perder el control.
Con calma me alejé notando como el tercer príncipe había perdido por completo la diversión en su expresión. Era bastante evidente que le había dado directamente en su ego.
—¡Duquesa! ¡Cuide esa boca! —otro de los nobles que seguía como perro faldero al príncipe no tardó en hacerse de notar.
El peliblanco no tardó en elevar su mano, impidiendo que su acompañase continuase soltando lo que debía estar pasando por su cabeza.
—Joven Marqués, no se preocupe, es normal este tipo de comentarios provenientes de ella... ya sabe, sería tonto de mi parte el exigirle a una bestia que se comporte—Byunje decidió responder tratando de humillarme con meras palabras.
Tonto mocoso, necesitas mejorar en tus insultos si deseas sacudirme, pensé mientras que, en un completo silencio tomaba la decisión de girar sobre mis pies para comenzar a caminar directamente hacia mi tienda de campaña, sin siquiera molestarme en despedirme. Francamente, no voy a negar el hecho de que estaba sorprendida de que hubiese conseguido el mantener la calma, por lo general, el tercer príncipe era el más explosivo entre sus hermanos.
—¡¿Cómo se atreve?!
Otro de los compañeros del príncipe no dudó en alzar su voz completamente enfurecido ante mi audaz comportamiento. A pesar de que sabía que si quería podría perfectamente acabar con la existencia de esos perros, el hacerlo conllevaría a utilizar mi preciado tiempo para ejecutarlo, tiempo que claramente no quería malgastar en ellos, así que simplemente decidí no prestarles mayor atención y tan solo continué caminando hacia mi verdadero destino notando a lo lejos como Chan rápidamente hacía acto de presencia, hasta que te dignas en aparecer, pensé notando como él, a simple vista parecía estar preocupado con esas gruesas cejas oscuras completamente fruncidas; él caminaba con rapidez, con el torso ligeramente inclinado en señal de hostilidad, ¿Acaso estás molesto?, y no podía creer la posibilidad de que él lo estuviese.
—No he hecho nada ma...—traté de defenderme antes de que comenzase a reprocharme, pero rápidamente me quedé abruptamente en silencio tras notar como él, de forma veloz pasaba por mi lado sin siquiera darme un vistazo.
¿Él acaba de ignorarme?, me cuestioné sin poder creer que mi tonto perro se hubiese atrevido a realizar algo de ese calibre, ¿Acaso quiere morir?, y por alguna razón me había molestado demasiado su actitud.
—Maldita mujer te estoy habl... ¡Ugh!
Curiosa por aquel repentino quejido sin aliento decidí girar mi rostro notando como Chan mantenía su puño apretado mientras que el noble ya hacía de rodillas contra el suelo con ambas manos posadas directamente contra la boca de su estómago mientras que una pequeña navaja se encontraba cerca de los pies de mi ayudante lo que explicaba claramente el por qué mi perro había actuado de esa irracional manera, espera... ¿El acaba de salvarme?, la verdad es que no podía creer la posibilidad de que hubiese bajado tanto la guardia al punto en que ni siquiera había notado el arma que iba hacia mi cuerpo. incrédula elevé mi mirada viendo directamente el rostro sorprendido del príncipe Byunje: tal parece que ni siquiera él esperaba que su acompañante actuase de esa estúpida manera. Decidí regresar mi atención hacia Chan, la verdad es que no podía creer que ese mocoso, el mismo tonto que siempre estaba al borde del colapso por culpa de mis impulsivas decisiones, hubiese decidido atacar el personal del príncipe, ¿Realmente es el mismo chico que conozco?, me pregunté acercándome hacia su dirección, ¿De verdad le has pegado?, y me moría de ganas por preguntarle si realmente había cometido esa acción, ¿Acaso debo felicitarlo?
—... ¿Debo tomar las acciones de su sirviente como una rebelión por su parte Duquesa?
Como era de esperarse el príncipe Byunje no dudó en tratar de llevar la situación a su favor aun cuando claramente había visto a su propia gente tratar de atacarme, ¿Quieres jugar a ese juego?, me cuestioné al mismo tiempo en que me acercaba.
—Depende de usted joven príncipe... ¿Acaso desea luchar contra mí? —pregunté consiguiendo que él rápidamente se paralizase en su sitio tras notar como mis dedos se iban directamente contra el mango de mi espada revelando gran parte de la estructura de mi arma—si no fuese porque mi sirviente ha actuado... tu estúpido perro hubiese conseguido herirme, ¿Acaso estas tratando de defender a un noble de bajo nivel? —utilicé su misma actitud.
Me mantuve en mi sitio siendo consciente de que ya habíamos llamado la suficiente atención.
—... No me interesa crear una rebelión—admití alejando mis dedos del mango de mi espada. Con calma pude observar como él reaccionaba soltando un suave suspiro en señal de tranquilidad—quiero creer que usted tampoco esta interesado en crear una guerra contra el Norte, ¿Verdad?, lo digo por el hecho de que nos encontramos en el Sur tratando de mitigar la plaga de los monstruos.
Se quedó en silencio, tal parece que estaba dispuesto en dejar el tema hasta ahí, pero solo bastó con dar un vistazo hacia su alrededor y notar como los demás caballeros y nobles habían dejado de hacer sus correspondientes actividades para comenzar a acercarse hacia nuestra dirección: las cosas no van a terminar con tanta facilidad, lo sé. Sus ojos nuevamente recayeron en mi rostro, rápidamente pude observar la intranquilidad en su mirada, a pesar de que aun no alzaba la voz sabía a la perfección que estaba a punto de soltar una estupidez.
—A pesar de que mi sirviente cometió un error, el tuyo también lo hizo... por ende, debe ser castigado—el príncipe Byunje soltó tratando de mantenerse sereno.
Había acertado, soltó una estupidez de calibre monumental. Le sostuve la mirada, odiaba que me estuviese tratando de acorralar.
En un completo silencio giré mi rostro observando la manera en que Chan mantenía sus ojos fijos en mi expresión, él no dijo nada, pero por la manera en que me estaba viendo parecía estar plenamente dispuesto en aceptar cualquier castigo yo pudiese brindarle aun cuando claramente no se lo merecía. Realmente no quiero hacerlo, pero él no nos dejará en paz a menos que te lastime, pensé al mismo tiempo en que elevaba mi puño, ni siquiera pensé mucho en ello, ni siquiera me molesté en avisarle, con cierta violencia hundí mis nudillos directamente contra su mejilla izquierda escuchando el seco sonido siendo desprendido a través del ataque. Como era de esperarse mi acompañante no tardó en perder el equilibrio ante el golpe, aturdido se incliné presionando sus manos contra sus muslos mientras que la sangre no tardaba en filtrarse a través de sus pequeñas fosas nasales. Francamente, tuve que esconder ambos puños detrás de mi espalda para evitar que mis manos fuesen a parar hacia su cuerpo, mientras que me mordía la lengua en un patético intento por no soltar un claro "Lo lamento"; sabía que el simple hecho de mostrar preocupación empeoraría aun más la situación.
Fingiendo tranquilidad posee toda mi atención en el príncipe notando lo irritado que se veía de mi acción: le acababa de quitar la posibilidad de que él pudiese castigar a mi perro.
—Espero que esto sea suficiente para compensar las acciones atrevidas de mi mascota—comenté notando como él no parecía dispuesto en querer responder.
Simplemente se me quedó viendo con claras intenciones de querer abofetearme, no puedes hacer eso, pensé sin siquiera molestarme en ocultar la diversión en mi mirada.
—Debe tener cuidado joven príncipe... podría salir lastimado si no oculta esa intensión asesina—murmuré lo suficientemente alto para que él fuese capaz de escucharme.
Rápidamente amplió sus párpados, sorprendido más que nada de que yo hubiese sido capaz de sentirlo.
—¿Por qué se están divirtiendo sin mí?
De forma brusca giré mi rostro tratando de ver quién había osado en interrumpirnos, lo que me faltaba, pensé tras notar como el Chaewon el actual príncipe heredero decidía hacer acto de presencia junto con su sirviente visiblemente nervioso, se preguntarán el porqué su acompañante parecía estar teniendo el rabo entre las patas, bueno, esto se debía a que era el mismo que había estado anteriormente molestando, aprovechaste la situación para ir tras él, pensé sintiendo la rabia burbujeando lentamente en el interior de mi sistema.
—Príncipe Chaewon—respondí sin mucho interés.
—Hermano... no es necesario que intervengas, lo he controlado a la perfección—como no, Byunje no tardó en hacer su mejor esfuerzo por tratar de alejar a su hermano de lo que estaba ocurriendo, probablemente ante el temor de que este se llevase toda la atención o que, en sí, hiciese algo contra su propia gente.
Chaewon era conocido por ser aun más retorcido de lo que yo podría llegar a hacer; él vendería a todo aquel, hasta su propia esposa con tal de conseguir el poder.
—He oído que trataron de lastimarte—él comentó tras llegar a mi lado. Con cierta indiferencia posó su atención en su hermano menor, a pesar de que no hizo comentario directo hacia él, fue más que evidente lo incomodo que lo hizo sentir con tan solo poner su mirada en su cuerpo—¿Por qué no lo mataste? —cuestionó mientras que giraba su rostro enfocando su intensa mirada morada en mis inexpresivas facciones—generalmente basta con que alguien te mire para que su cabeza caiga al suelo—me recordó al mismo tiempo en que llevaba sus dedos contra el mango de su espada—yo te ahorro el trabajo.
A pesar de que lo esperaba, igual me sorprendió notar la velocidad con la que sacó su arma moviendo la afilada hoja hacia el cuerpo contrario, rápidamente esta atravesó la garganta ajena de una manera limpia y delicada, los ojos comunes no fueron capaces de observar el trabajo que él mismo acababa de realizar, tan solo pudieron notar como el cuerpo cayó inerte a un costado del suelo, cerca de los pies del tercer príncipe mientras que la cabeza rodaba sobre la nieve ya tintada de ese intenso color escarlata. Rápidamente el silencio envolvió por completo el ambiente, cada uno de los presentes se dedicó a simplemente observar lo que estaba sucediendo, algunos más aturdidos que otros, esto era lo normal, no lo voy a negar, el futuro Rey era la clase de persona que solucionaba las cosas de esta manera, no le importaba acabar con la vida de la gente, los veía como meros objetos de fácil intercambio, cosas inútiles que estorbaban en su día a día.
—...Espero que esto lo compense—rompió el silencio que envolvía el lugar mientras que estiraba su mano entregando su arma hacia su tembloroso compañero—...—en silencio enfocó su atención en Chan, notar ese intenso color morado fijos en mi perro me hizo instintivamente dar un paso hacia su dirección cubriendo con mi amplia espalda el cuerpo de mi acompañante, tratando de que la atención del príncipe recayese nuevamente en mi existencia—... ¿Desde cuándo proteges a los sirvientes?
Me veía con incredulidad, como si no pudiese creer en mi cambio.
—No protejo a los sirvientes... yo solo protejo a mis perros—aclaré al mismo tiempo en que me giraba agarrando bruscamente del cuello de la camisa de Chan. Ni siquiera le di tiempo de reaccionar cuando ya había tirado bruscamente de su prenda obligando a su cuerpo a tener que inclinarse. Con calma regresé mi atención hacia el príncipe notando sus ojos fijos en mis acciones—mi perro, mi responsabilidad.
El príncipe no parecía convencido de mis palabras.
—¿Me lo das? —preguntó con claras intenciones de querer acorralarme.
—No—respondí.
—Soy el príncipe heredero—me recordó al mismo tiempo en que se me acercaba quedando lo suficientemente cerca de mi cuerpo para sentir el calor que desprendía su cuerpo—... por lo cual, si quiero a tu perro lo tendré—aclaró tratando de que tan solo yo pudiese escuchar lo que realmente pensaba.
Instintivamente apreté mi quijada.
—... No sea arrogante—murmuré tratando de que tan solo él fuese capaz de escuchar mis palabras—recuerde que la única razón por la cual tu padre conserva la corona es porque yo así lo he decidido—respondí notando como él instintivamente retrocedía como si sintiese un rechazo de mis acciones—espero que no lo olvide—finalicé al mismo tiempo en que me giraba tirando de la prenda de Chan para alejarlo de lo que estaba sucediendo.
—¡Pff!
Lo oí riendo.
—¿Príncipe? ¿Lo dejará pasar? —su acompañante no dudó en tratar de persuadirlo mientras que yo continuaba caminando—¡Esto claramente es una falta de respeto!
—Los animales no conocen los modales—pude oírlo a la perfección.
Después de caminar durante un par de minutos, lo primero que hice al ingresar en el interior de mi tienda de campaña fue tirar de la prenda de Chan obligándolo prácticamente a que tomase asiento en el pequeño banco que había en una de las esquinas de la entrada. Él, confundido por mi repentino actuar simplemente se mantuvo en sitio con sus manos puestas sobre sus muslos mientras que sus ojos, tan inquietos como siempre veían donde yo me estaba dirigiendo. La verdad es que ni siquiera le expliqué, tan solo continué caminando hasta llegar a mi cama donde me arrodillé buscando debajo de esta la pequeña caja que mi esposa había ordenado con anterioridad; en el fondo ella era consciente de que tarde o temprano iba a terminar lastimada.
—Bebe esto—fue todo lo que dije tras rebuscar en el interior del cofre hasta encontrar la pequeña poción, misma que voló de mis manos directamente hacia las suyas—curará tu herida—comenté tomando asiento sobre el colchón.
Chan rápidamente atrapó lo que le había lanzado. A simple vista parecía incomodo, como si realmente no quisiese beber su contenido.
—Duquesa...—me llamó al mismo tiempo en que deslizaba sus orbes de lo que estaba sosteniendo hacia mi rostro, para luego hacer el mismo movimiento una y otra vez en señal de inquietud—... yo no merezco algo como esto.
Francamente, era una respuesta que de cierta manera me lo esperaba, pero aun así no pude evitar el fruncir mi ceño.
—¿Estas diciendo que mi vida vale tan poco que el salvarme no es algo que valga la pena su recompensa? —cuestioné con claras intenciones de hacerlo cambiar de opinión. Él tras escucharme no pudo evitar el ampliar sus párpados mientras que, con cierta brusquedad sacudía su cabeza en negación—¿Entonces? —pregunté llevando una de mis piernas por sobre mi otro muslo para sí dejar mis antebrazos recostados sobre mi rodilla—no te veo que lo estes bebiendo.
—... Es una poción preciada... podría ser de mayor utilidad en otra ocasión.
—¿Vas a seguir rechazando mis disculpas? —pregunté con cierta irritación. Esta vez Chan no me pudo observar directamente hacia los ojos, parecía avergonzado—¿Debo romper tu nariz para hacer que cambies de opinión?
La verdad es que no tenía ninguna intención de querer lastimarlo, la simple idea de volver a golpearlo me incomodaba de una manera que se me hacía antinatural, y el hecho de notar la sangre aun filtrándose lentamente por sus fosas nasales no hacia más que empeorar ese malestar, así que quería que se detuviese, que no quedase rastro alguno que me hiciese recordar lo que cruelmente le había realizado a su rostro. Para mi buena suerte, Chan por fin fue obediente y destapó el fino frasco para luego simplemente comenzar a beber su contenido.
—La verdad es que pudiste haberlo bebido desde un principio—aclaré mientras que me colocaba de pie yendo directamente hacia mi escritorio—... ¿Cuándo dejaron esto? —pregunté tomando entre mis dedos el pequeño sobre negro con estampado rojizo con el dibujo del escudo del Ducado en medio de este.
—Llegó hace poco... la estuve buscando por ese mismo motivo—Chan admitió tras beber de la pócima, para luego simplemente colocarse de pie llevando el dorso de su mano derecha directamente contra su nariz tratando de limpiar cualquier rastro sanguíneo que aun pudiese quedar en él—probablemente sea de la Duquesa.
—O tal vez de Jihyo—repliqué siendo consciente que había dejado en el Ducado como mi informante principal.
La verdad es que no desconfiaba de mi esposa, todo lo contrario, creía tanto en ella, que si no fuese porque sabía que uno que otro guardia tenía pensamientos indecorosos hacia su persona; lo más seguro es que ni siquiera hubiese pasado por mi cabeza el dejar a alguien que la observarse. Digamos que, simplemente estaba tratando de cuidarla de aquellos Buitres que osaban en llamarse mis caballeros.
Con cierta preocupación desgarré el papel notando como rápidamente caían dos pequeños pedazos de lana sobre el escritorio. La verdad es que no le presté la atención que me merecían, simplemente centré mi atención en las palabras que resaltaban en ese papel blanco.
—...Mina.
Realmente me sorprendió el oír la voz desconcertada de Chan llamándome por mi nombre, pero esa emoción no hizo más que empeorar tras notar la pregunta escrita en medio de la hoja.
Querida Minari.
¿Estas preparada?
Atte: Tu esposa.
¿Preparada para qué?, me pregunté al mismo tiempo en que giraba mi rostro buscando alguna respuesta por parte de Chan quién, ya hacía a mi lado viendo por sobre mi hombro lo que estaba sobre la madera con una expresión de aturdimiento tan impropia a su calmada personalidad, ¿Y a este que le ocurre ahora?, me cuestioné mientras que deslizaba mis orbes hacia la misma dirección de donde él estaba mirando. Rápidamente le presté la atención que le correspondía a aquellos dos pedazos de lana que tan poca importancia le había dado en un comienzo.
—¿Calcetines? —pregunté sin entender lo que estaba sucediendo. Con calma estiré mi mano agarrando entre mis dedos el pequeño calcetín celeste—¿Por qué me daría algo que claramente no podría utilizar?
—... No puede ser—Chan murmuró siendo incapaz de poder recomponerse.
—¿Qué? —pregunté regresando nuevamente mi atención hacia su rostro.
—¿Realmente no lo entiende? —parecía querer darme el beneficio de la duda.
—¿Entender qué? —repliqué sintiéndome completamente perdida ante lo que estaba sucediendo.
Tal parece que yo era la única tonta que no captaba la situación.
—Piense... ¿Por qué razón la Duquesa se tomaría la molestia de enviar una carta, que contenga un par de calcetines pequeños y una hoja con esa pregunta?
Me irritaba la manera con la que estaba preguntando, me hacía sentir como si fuese una completa estúpida.
—Quizás es una advertenc...
—¡Bebé! ¡Es un bebé! ¡Usted tendrá un bebé! —Chan me interrumpió perdiendo los estribos mientras que yo me paralizaba en mi sitio.
¿Qué?, fue todo en lo que pude pensar con mi atención completamente fija en la manera en que él se había inclinado agarrando entre sus dedos el calcetín que había sobrado sobre la mesa. Completamente fuera de si se llevó aquel pequeño pedazo directamente contra su frente mientras que comenzaba a caminar en el interior de la habitación.
—Ni siquiera se atreva a decir que no es posible—me acusó apuntándome con el dedo—... otro heredero... por fin un bebé en el Gran Ducado—se veía tan emocionado por la noticia, que cualquier emoción que yo pudiese llegar a sentir quedaba completamente opacado por su actitud—esas dos semanas de intensa reunión con la Duquesa realmente valieron la pena...
Mi rostro se sonrojó tras oírlo.
¿Realmente es un bebé? ¿Ella tendrá un bebé?, pensé sintiendo la fuerza con la que comenzó a latir mi corazón. Angustiada me coloqué en cuclillas en mi sitio llevando el pequeño calcetín directamente contra mi pecho mientras que mi frente se recostaba contra el borde de la mesa tratando de hacerme lo más pequeña que podía.
—... ¿Cuánto tiempo crees que me tome erradicar por completo a los monstruos? —pregunté con mi voz completamente opacada por culpa de estar escondida.
—Mmh... probablemente un año si es que lucha sin parar—Chan respondió con mayor tranquilidad.
Tras escucharlo no dudé en volver a levantarme, con mayor calma guardé el pequeño calcetín en el interior de mi chaqueta dejándolo lo suficientemente cerca de mi corazón para sentir la calidez en mi piel.
—La mitad.
—¿Qué? —Chan cuestión con cierta confusión.
—Tardaré la mitad—respondí mientras que me inclinaba tomando entre mis dedos el pedazo de carta. A pesar de que no quería deshacerme del papel, no pude evitar el destruirla siendo consciente que sería un completo peligro el dejarla intacta—regresaré a casa antes de que mi esposa tenga al bebé.
Chan no parecía muy confiado, pero él no podía hacerme cambiar de opinión.
—Haré los preparativos para comenzar el plan de exterminación.
-------------------------
Holis, lamento la tardanza, pero estaba salvando el semestre D:
[En cuatro días estoy oficialmente de vacaciones, así que las actualizaciones se volverán más seguidas]
Nos estaremos leyendo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro