Alianza
Pov: Myoui Mina.
Tras convencer a mi esposa de ir al subterráneo lo primero que me percaté fue la presencia de Momo sosteniendo al pequeño Seungwoo sobre sus brazos, mis ojos se centraron por un momento en su rostro, ante las marcas que cubrían su blanquecina piel era más que evidente el hecho de que había rechazo el uso de las pócimas, eres una idiota, pensé al mismo tiempo en que enfocaba mi atención en mi hijo, no dije absolutamente nada, en silencio admiré lo que estaba ocurriendo siendo consciente de que parecía estar más tranquilo a comparación a como había estado minutos atrás, por lo menos fuiste capaz de vestirlo apropiadamente, pensé tras notar la ausencia de sangre en su cuerpo y ropas, sería un impacto demasiado violento para mi esposa el notarlo lastimarlo, siendo más que consciente de que como reaccionaría Nayeon, no pude evitar deslizar mis orbes directamente hacia su cuerpo volviendo a prestarle esa atención que tanto ella se merecía. Con los labios apretados y el interés completamente consumido por su existencia me mantuve en mi sitio viendo atentamente como ella aferraba sus delgados y largos dedos sobre las gruesas telas que cubrían en gran medida su delgada figura, ¿Acaso tiene frío?, y no pude evitar el preocuparme.
Rápidamente mi atención recayó en el interior del cuarto, no está demás el aclarar que hace bastante tiempo ya que había transformado el subterráneo en un sector habitable, y digno para alguien como mi mujer. De forma personal me aseguré de que la habitación recibiese mantención mínima una vez a la semana, así que sabía que cada pequeño objeto que protegía estas cuatro paredes estaban en optimas condiciones, por ende, no estaba siendo capaz de entender el por qué estos idiotas osaban en hacer que mi esposa pasase frío, sobre todo en la condición que se encontraba.
Instintivamente mi quijada se tensó.
¿Realmente desean morir?
—¿Por qué no han encendido la chimenea? —pregunté mientras que me cruzaba de brazos. No está demás el aclarar que estaba haciendo un gran esfuerzo por no matarlos—¿No piensan hablar? —cuestioné sintiendo el calor envuelto en mis manos.
¿Cómo se atreven?, me pregunté al mismo tiempo en que deslizaba mi fría mirada en cada uno de los rostros ajenos a mi familia. En el interior de la habitación sin contar a Momo habían alrededor de veinte caballeros, todos propios de la Capital. Instintivamente suspiré consiguiendo que ellos por mero impulso dieran un paso hacia adelante. Me mantuve en mi sitio, con mis ojos fijos en la manera en que ellos estaban tratando de proteger a Momo, no me son del todo fiel, pensé sin poder evitar el sonreír ante lo que mis ojos estaban siendo testigos, que divertida situación..., pensé llevando mis dedos contra las comisuras de mis labios, insignificantes mascotas osan en mostrar sus dientes a su verdadera dueña... que irónico. Fue sorprendente el darme cuenta de que ni siquiera me estaba molestando esta situación, se sentía refrescante el verlos tratando de proteger a su capitán.
—... Enciendan la chimenea—Momo se atrevió a alzar la voz provocando que mi atención nuevamente recayese en ella—... me disculpo por el comportamiento de mis caballeros—aclaró al mismo tiempo en que realizaba una leve reverencia.
—Animales que desconocen a su verdadero dueño deberían ser sacrificados—repliqué mientras que me acercaba—... una vez es divertido—aclaré tras ver la manera en que uno de los caballeros se atrevía a mover sus manos hacia el mango de su espada dispuesto en sacarlo—una segunda vez es una molestia, así que conoce tu maldito lugar antes de que desprenda tu cabeza de tu cuello—ordené logrando que él instintivamente retrocediera asustado de mi repentina amenaza. Con calma volví a enfocar mi atención en Momo—entrega a mi hijo—ordené logrando que ella rápidamente estirase su mano—ve con tu madre—ordené sin siquiera molestarme en darle un vistazo.
Observé atentamente como Seungwoo corrió directamente hacia mi esposa. A pesar de que no me gustaba la idea de que ella hiciese fuerza, de todas formas, guardé silencio tras notarla tomando entre sus delgados brazos la figura del mocoso, porque sabía que no importaba que dijese, ella jamás me escucharía si eso estaba directamente relacionado con Seungwoo. Odiaba la idea, pero evidentemente en termino de jerarquía, estaba por debajo de ese niño.
—Duques...
—No confío en ti—admití regresando mi atención hacia su cuerpo. Ella instintivamente se tensó ante mis palabras—no eres de fiar—aclaré sin siquiera contenerme en la intensidad con la que mis fríos ojos le estaban haciendo frente.
—Per...
—No me importa—repliqué logrando el silenciarla—odio a los perros incompetentes—admití mientras que introducía mis manos en mis pantalones tratando de mantenerlas lejos de su garganta; lo que menos quería era que mi esposa me viese perdiendo el control.
Momo bruscamente azotó sus rodillas contra el suelo. Yo observé como presionó sus manos sobre la madera tratando de poder mantener la cabeza completamente agachada. Era patético.
—Merezco la muerte.
—Lo sé—respondí mientras que me giraba comenzando a caminar hacia mi esposa—pero si te asesino mi esposa hará de nuevo esta expresión—aclaré al mismo tiempo en que sacaba mi mano de mi bolsillo presionando suavemente las yemas de mis falanges sobre su mejilla tratando de disipar esa expresión de arrepentimiento en sus facciones—borra esa expresión... no me gusta verte triste—admití mientras que alejaba mi tacto de su piel.
Ni siquiera esperé que ella lo hiciese. Con tranquilidad me arrodillé siendo mi turno en mostrar sumisión ante la Gran Duquesa.
Era evidente que nadie se lo esperó.
—Duquesa—le llamé mientras que veía la sorpresa en sus facciones—como su fiel espada, y su escudo más fuerte por favor deme la orden—pedí sin despegar mi atención de su aturdida expresión.
—... No la lastimes—pidió con un suave susurro—... no lastimes a nadie en esta habitación—cambió de parecer mientras que yo hacia mi mejor esfuerzo por controlar mis emociones—no es necesario el lastimar para solucionar las cosas.
Ella era adorable, sobre todo con ese pensamiento pacifista, pero no era capaz de herir sus deseos, así que simplemente suspiré mientras que me colocaba de pie, por mero impulso me incliné presionando suavemente mi boca sobre su quijada sin importarme la manera en que Seungwoo había presionado sus manos contra mi pecho en un desesperado intento por alejarme del cuerpo ajeno.
—Esta bien—murmuré al mismo tiempo en que me alejaba de ella—... bien, protejan a mi familia, esta vez no tardaré demasiado—admití mientras que mi atención no dudaba en regresar hacia el rostro de Nayeon—despejaré el Sur, y regresaré, así que, por favor, mantente a salvo—pedí notando como ella no dudaba en sonreír.
—Por favor, no hagas nada tonto—pidió mientras que se inclinaba presionando tenuemente su boca contra la mía.
—Seguiré tus órdenes.
En teoría, no había mentiras en mis palabras, yo no iba a matar a nadie en el interior de esta habitación, pero no podía asegurar de que no lo haría fuera de estas cuatro paredes.
Voy a terminar con todo esto de una buena vez.
Sin esperar mayores palabras por su parte, saqué el pergamino que había traído conmigo y dándole un último vistazo a Nayeon y Seungwoo lo rasgué. Rápidamente llevé mi mano contra mis ojos tras notar la luz proveniente de la tienda de campaña. En silencio deslicé mi palma de mis facciones tras ver a Chan recostado sobre mi escritorio, a simple vista parecía estar durmiendo tranquilamente sobre las hojas que yo había dejado esparcida antes de marcharme sobre la mesa, parece que trató de ordenarlos, pensé tras ver que a pesar de que daba la impresión de estar esparcido sin más sobre la manera, de alguna manera se las arregló para estar lo suficientemente ordenado para ser fácil de leer, es fascinante su preocupación por los detalles, pensé mientras que tomaba mi chaqueta que estaba sobre el respaldo de mi silla y lo dejaba torpemente posado sobre sus hombros, vas a odiarme, así que por lo menos ten una buena noche, pensé al mismo tiempo en que caminaba hacia la salida sin antes tomar de mi espada para dejarla nuevamente donde correspondía; sin ella no podía evitar el sentirme desnuda.
—¿Uso bien de los pergaminos?
Y mi cuerpo instintivamente se tensó tras oír la voz del príncipe Chaewon a un costado de la entrada. Rápidamente giré mi rostro mientras que mi espada ya estaba apuntando contra su cuello. Él no mostró ningún signo de miedo, es más, se veía lo suficientemente relajado que hasta se tomó el atrevimiento de alzar sus manos en señal de estar desarmado.
—¿Qué tan intenso es tu deseo de querer morir? —pregunté con la punta de mi espada presionándose sobre su blanquecino cuello—podría perfectamente acabar contigo.
—¿Realmente acabaras con un fiel aliado? —replicó consiguiendo que yo frunciese el ceño—... vamos, he dejado mis guardias atrás para poder conversar tranquilamente contigo... confía en mí.
—Confiar en la realeza te lleva al mismo destino que la guerra... la muerte—aclaré mientras que veía como él ni siquiera ocultaba su diversión. Le sostuve la mirada un par de segundos más, para luego simplemente soltar un pesado suspiro—vete Chaewon—ordené al mismo tiempo en que alejaba mi espada de su cuello.
—... Hagamos un contrato—pidió tras notar como yo quería regresar a mi tienda. Rápidamente giré mi rostro observando atentamente como él se llevaba sus dedos contra su cuello limpiando el rastro de sangre que mi arma había causado sobre su piel—no hablo del contrato de paz que hizo el anterior Duque con mi padre... a diferencia de mi padre, a mi no me da miedo que la corona disminuya su poder social ante el Gran Ducado.
—No me interesa—respondí mientras que ingresaba escuchando atentamente como él no dudaba en seguirme.
Chan en cualquier momento despertará, así que debía sacar al príncipe lo más rápido posible.
—No te preocupes por tu sirviente... le he dado pastillas para dor...—violentamente moví mi espada cortando levemente su hombro derecho. Como era de esperarse la sangre no tardó en empapar su prenda, pero él no parecía realmente interesado por mostrarse asustado—debes controlar tus emociones... tu perro está bien, solo lo dejé descansar para conversar con mayor tranquilidad.
—Estas colmando mi paciencia—le advertí al mismo tiempo en que bajaba de mi arma, pero manteniéndola firmemente puesta en la palma de mi mano dispuesta en atacarlo si es que él osaba en hacer una estupidez—lárgate de una maldita vez.
Él con calma me sostuvo la mirada. Realmente era incomodo el notar la intensidad de sus orbes moradas así que simplemente caminé donde Chan hasta lograr presionar mis dedos sobre su cuello. Pude oír perfectamente como Chaewon suavemente soltaba una carcajada tras verme verificando el pulso de mi mascota.
Por lo menos en esto no había mentido... Chan seguía con vida.
—¿Y si te digo que el contrato te dará completa inmunidad para matar a toda la realeza y vivir felizmente casada con tu querida esposa? —preguntó logrando hacer que alzase mi mirada—oh... te interesa eso, ¿Verdad?
—No existe ese tipo de acuerdos—repliqué tratando de no mostrarme afectada.
—El contrato de sangre te lo permite porque es inquebrantable e indestructible—aclaró logrando que mi atención nuevamente recayese en él—... yo no soy como el estúpido de mi padre, a mi no me interesa tener de enemigo al Ducado Myoui—confesó dando un paso hacia mi dirección—¿Por qué querría tener a la casa más fuerte del Imperio en mi contra? Es estúpido—agregó tratando de hacerme cambiar de opinión—por esa misma razón, si me ayudas a tener la corona yo ocultaré el hecho de que acabaste con toda la realeza.
—¿Ignoraras el hecho de que asesiné a toda tu familia? —pregunté desconfiando plenamente en sus palabras.
Él simplemente trataba de endulzarme el oído, nadie, en su sano juicio entregaría tan fácilmente a su familia.
—Fuimos criados para vernos como enemigos—replicó con bastante tranquilidad—... la palabra familia no es realmente algo que hubiese sido implementado en nuestro vocabulario.
Continué sosteniendo su mirada mientras que oía su justificación. A simple vista daba la impresión de estar relajado: realmente no había indicio que me demostrase que estuviese mintiendo.
Era simplemente algo difícil de creer, así que traté de desviar el tema de conversación.
—Realicé un pacto de sangre con tu padre, y aun así mi hijo salió lastimado—le recordé notando como él tranquilamente sacaba un papel del interior de su traje.
—¿Hablas de este contrato? —preguntó mientras que yo solo fruncía el ceño—sigue intacto...—comentó con sus dedos aun sosteniendo el material—por lo que leí, el contrato se basó por el cuidado de tu esposa y el heredero... esto quiere decir que, tu hijo realmente no es el heredero del Ducado o no es parte de tu sangre directa—aclaró consiguiendo que mi cuerpo por completo se paralizase. Durante unos segundos se quedó en un completo silencio observando atentamente mi reacción—Seungwoo no está directamente relacionado contigo, ¿Verdad?
—Es mi hijo.
—Aja... suenas tan creíble que casi me haces recordar a aquellos niños que todos los años llegan al palacio diciendo que son hijos de mi padre—replicó manteniendo la misma expresión tranquila—... bueno, en verdad, no me interesa saber de quién es hijo, solo quiero que sepas que este contrato jamás fue valido—aclaró mientras que rompía el papel frente a mis ojos— no está demás el aclarar que los pactos de sangre son inquebrantables...—yo no podía ocultar mi sorpresa de ver el papel destruido sobre sus manos—por ende, si yo pude romper este significa que no era un contrato realizado por un mago.
—Tus palabras no hacen más que desconfiar de tus acciones.
Él volvió a sonreír.
—Estoy siendo transparente—aclaró mientras que se encogía de hombros—si quieres puedes ver el papel y notarás automáticamente la diferencia—agregó provocando que yo me acercase hacia su cuerpo, al llegar, él no dudo en mostrarse amable entregando la hoja que claramente yo había firmado en el pasado.
Era indiscutible, esa firma, esa letra y esa mancha oscura de sangre evidentemente había sido algo que yo había realizado. No había manera ni forma de que pudiese ser falsificado.
—Este es el papel real—comentó provocando que mi atención se centrase en lo que tenía en su poder—brilla de un tono dorado en las esquinas... pero claro, si sigues desconfiando de mí, podemos romperlo y verás que el sello no reaccionara por mucho que lo intentes.
Ni siquiera lo dudé, con rapidez lo tomé y traté de romperlo, pero fue imposible, se sentía como si la hoja hubiese sido creada por un poderoso maná.
—... ¿Por qué estás haciendo todo esto?
—Porque sin tu poder no podré conseguir la corona—él confesó, eso no tiene sentido, pensé mientras que mi ceño se fruncida, entre todos los idiotas, eres el menos idiota, pero si eres el más cruel y retorcido—por la expresión de tu rostro estoy seguro de que estas insultándome, pero fingiré demencia—agregó con bastante tranquilidad, en cambio yo, no dejé de mantener mis ojos sobre su rostro siendo consciente de que él no era para nada de fiar—a pesar de que mi padre tiene una obsesión por el poder del linaje puro, sé que si llega a ver un bastardo fuera del linaje que tenga más poder que uno de sus hijos, no dudará en darle la corona... lo sé muy bien ya que hará todo lo necesario para aplastar a los Myoui.
—¿Así que en vez de que un bastardo me aplaste, quieres hacerlo tu? —pregunté notando como él bruscamente sacudía su cabeza en negación.
—¡No! A quién quiero aplastar es a mi padre—respondió logrando tomarme por sorpresa—quiero hacerlo llorar de desesperación, quiero torturarlo por todo el daño que nos hizo, y que mejor que sea la Gran Duquesa del Norte, la Tirana más cruel del Imperio quién se encargué de eso—aclaró mientras que yo deslizaba mi mirada hacia el contrato, era una hoja en blanco, que brillaba tenuemente sobre mis manos—... su peor pesadilla se haría realidad, así que quiero herirlo de la mejor manera posible.
Alcé nuevamente mis orbes, en silencio le sostuve la mirada. Él tenía unos ojos desquiciados, estaban completamente desenfocados lo que me demostraba lo sincero que estaba siendo en estos momentos.
Darle la corona sería como llevar el Imperio a la ruina.
Mantuve mis labios sellados mientras que mi mente no dejaba de pensar, desesperado en encontrar una solución optima para esta situación.
—... ¿Y bien? —preguntó tras notar como yo me negaba en responder.
—El contrato debe quedar estipulado que nadie tocará a los integrantes del Ducado... tiene que quedar claro que la protección dudará de generación en generación—aclaré tras unos minutos de completo silencio.
Él, tras escucharme simplemente elevó sus cejas mientras que sonreía, siendo incapaz de contener su evidente emoción.
—Claro.
Definitivamente no confiaba en él, pero... ¿Qué mas opciones tenía?, ya era más que consciente de la manera en cómo estaba viviendo mi familia ante mi ausencia, no había manera en que pudiese asegurar su protección si no estaba yo a su lado. Aunque no quiera aceptarlo yo sé que continuaran estando en constante peligro, una y otra vez serían expuestos, atacados y lastimados a causa de mis propias acciones, así que debía detener todo esto, debía cortar de raíz el problema principal, pero para hacer eso, para acabar con la familia Imperial era necesario la ayuda externa.
Tenía que usar al príncipe de la manera más eficiente posible.
Sin agregar mayores palabras el contrato se llevó a cabo, esta vez no fui tan idiota y me aseguré de ser lo más transparente posible con respecto a lo que quería, decidí escribir con mi propia mano lo que iría en el papel dejando en claro lo desconfiada que me sentía ante su ayuda. Claramente el príncipe no dijo nada, él se mantuvo a mi lado leyendo cada uno de los puntos que yo había plasmado en la hoja, sin quejarse ante lo favorable que estaba siendo el contrato para mí, simplemente continuó estando de pie a un costado de mi cuerpo con sus ojos fijos en lo que yo estaba escribiendo. Francamente era sorprendente el notar lo tranquilo que estaba, ya que él no era así, a pesar de que no solía frecuentar la alta nobleza mucho menos la Capital, las noticias de sus acciones no tardaban en llegar a mis oídos; tarde o temprano siempre me enteraba de sus retorcidos actos. Chaewon, era mucho más cruel de lo que yo podía siquiera imaginar, era un ser retorcido, carente de emoción y sentido común, el poseía un título mucho más horrible del que yo tenía, así que era evidente del por qué mi desconfianza.
¿Tu odio hacia el Rey realmente es tan grande que puedes pisotear tu propio ego?, me cuestioné mientras que le entregaba el contrato.
Mis ojos vieron atentamente como él solo escribió algo por debajo de todo mi pedido.
"Myoui Mina se encargará de darme la corona"
¿Tan grande es tu obsesión por el poder?, y sabia lo que estaba haciendo, era consciente de lo peligroso que era este trato, darle el poder podría ser un terrible error, pero no me importaba, este contrato mantendría a salvo a mi familia, así que no me importaba lo que le pudiese ocurrir al resto de los ciudadanos.
Cuando ambos escribimos lo que queríamos del otro, fui la primera en firmar a un costado de la hoja, para luego observar como él firmaba a un lado de mi escritura. Aun sin pronunciar palabras, pude notar la manera en que él se había inclinado hacia mi dirección, su rostro ni siquiera cambió tras pasar su palma por mi afilada hoja, el corte fue evidentemente profundo, la sangre borboteaba sin parar, pero el simplemente cerró su palma en un puño y dejó caer un par de gotas sobre mi firma. Ni siquiera tuve que esperar el oírlo a hablar para hacer lo mismo, con calma me corté el dedo y dejé caer un par de gotas sobre su firma siendo consciente de lo tonto que sería el malgastar una pócima para un corte más profundo.
El contrato brilló frente a nuestros ojos.
—...Golpéam...—ni siquiera lo hice terminar la frase cuando ya había enterrado mi puño contra su boca—¡Ugh!
—¡Ugh! —nos quejamos a la vez ante el impacto.
Sorprendida me llevé mi mano contra la boca sintiendo la humedad en mis dedos; había comenzado a sangrar.
—No esperé que lo hicieras—confesó mientras que se limpiaba la sangre—... pero lo notaste, ¿Verdad? —preguntó con sus ojos brillando en emoción—al hacer el contrato, ambos saldremos lastimados si tratamos de herirnos... lo mismo ocurrirá si uno de los dos no cumple con lo pactado—aclaró sin mayores preocupaciones—¿No te parece emocionante?
Es... retorcido.
—Has hecho tu experimento, así que déjame en paz—pedí al mismo tiempo en que caminaba hacia mi cama—ha si... —me detuve de golpe mientras que giraba mi rostro para verlo por sobre mi hombro— el contrato queda bajo mi poder—aclaré tras notarlo con sus dedos yendo directamente hacia la mesa—ni siquiera lo pienses.
—Mi error—él respondió mientras que alzaba sus manos.
Solo cuando lo vi retroceder me tomé la molestia de continuar con mi camino. Con calma eché mi espalda sobre el duro colchón siendo consciente de que tenía máximo una hora de noche antes de que el sol nuevamente nos diese la bienvenida.
—¿Por qué no te has ido? —pregunté con mi atención nuevamente enfocada en su cuerpo.
—Ahora que sé que el contrato ha funcionado, debo confesar algo—mi cuerpo instintivamente se tensó, genial... lo que faltaba, pensé con mis orbes fijas en su inexpresivo rostro—Misuk piensa matar a la Santa cuando el bebé nazca, para evitar que ella ayude a tu esposa para el nacimiento de tu hijo.
—... ¿Qué?
—Lo sé porque intercepté la carta de Byunje—confesó mientras que se atrevía a caminar hacia mi dirección—... no lo mencioné antes porque evidentemente hubieses cortado mi cabeza—admitió sin mayores preocupaciones—he enviado un par de caballeros para resguardar a la Santa, pero sé que solo es cuestión de tiempo antes que nazca esa cosa.
Al parecer Chaewon tampoco le agrada la idea de tener un sobrino.
—No me mires así... ese niño lleva tu sangre y la mía, evidentemente es el juguete perfecto para mi padre—aclaró visiblemente fastidiado—en fin, sino me crees puedes leer la carta—confesó con su mano apuntando directamente hacia mi cuerpo mientras que el pedazo de papel seguía recargado en sus dedos—ya comprobaste que no puedo hacer nada estúpido sin que mi vida corra peligro, así que no desconfíes tanto de mí.
No dije nada. Con brusquedad le arrebaté la hoja para comenzar a leer su contenido.
Querida hermana...
Elimina a la Santa, no te preocupes por las consecuencias, me aseguraré de que quedes libre de pecado, nuestro hermano Jihwa se encargará de jugar con la plebeya así que solo descansa hasta el nacimiento de mi pequeño sobrino.
Atentamente: tu hermano querido.
—... ¿Quién me asegura que no lo escribiste tu? —pregunté mientras que trataba de contener mi intención asesina.
—¿Me veo tan estúpido como para escribir una carta sabiendo que tu perfectamente podrías interceptarla? —replicó sonando ligeramente ofendido ante mi duda—...además, ¿Querido? Prefiero cortarme las manos antes de escribir algo tan estúpido—confesó mientras que yo asentía con mi cabeza.
Eso tiene sentido.
—... Yo me encargaré de subyugar los monstruos... si tratas de seguir luchando morirás.
Él parecía realmente desesperado de que yo exterminase a sus hermanos.
—Tengo mis maneras de sobreviv...
—Mi padre interfirió directamente con las pócimas que te dio la Santa—replicó consiguiendo sorprenderme—... ¿Recuerdas el día que tu esposa fue humillada por la esposa del Conde y el Marques? —preguntó mientras que yo seguía con mi atención fija en su expresión—era de distracción.
—... ¿Quién iba hacer el encargado de matarme? —pregunté observando como él por primera vez se veía incomodo mientras que llevaba su propia palma contra su pecho—... que irónico—murmuré tras comprender la situación—así que hiciste un trato conmigo netamente porque estabas decidido a ir en contra de las ordenes de tu padre.
—Claro... iba a morir si no lograba matarte, así que busque otra alternativa que asegurase mi propio futuro—admitió encogiéndose de hombros; él realmente no parecía interesado en ocultar sus verdaderas intenciones—al final he logrado una salida que te mantiene con vida y yo con la corona, así que... ¿Qué te parece? ¿No crees que he ideado un plan maravilloso?
Había sido estúpidamente listo.
—... Si le sucede algo a mi perro, ni el contrato podrá mantenerte a salvo—aclaré mientras que me sentaba en el colchón.
Con calma metí mi mano por debajo de la pequeña cama improvisada sacando de esta una caja de madera. Ni siquiera le presté atención a Chaewon aun cuando era más que evidente que él me estaba mirando con atención. Con calma presioné la madera contra mis muslos para poder abrir la tapa dejando en evidencia los dos pergaminos que aún estaba en mi posesión
—No tardaré—comenté dejando la caja sobre el colchón.
Él me vio con sorpresa.
—¿No deberías descansar?
—¿Descansar? —pregunté mientras que me levantaba con el pergamino en mis manos—eso solo haría que mi enemigo estuviese mejor preparado, ¿No cree joven príncipe que eso sería un terrible error por mi parte? —ni siquiera había sido del todo claro, pero era evidente lo que estaba tratando de decir—se un buen chico, y no interfieras... a menos claro, que desees que extermine por completo a la realeza.
—... No claro que no, vaya con cuidado—él rápidamente respondió mientras que movía sus manos en señal de que marchase.
Su sarcasmo era irritante, pero no dije nada.
—Me llevaré el contrato—aclaré caminando directamente a la mesa—esperando que comprendas el por qué—agregué mientras que lo guardaba en el interior de mi camiseta—cuida de mi perro—repetí observando como asentía con su cabeza—y compórtate como siempre, verte sumiso me pone de los nervios.
—Mi error—confesó regresando a esa indiferencia propia de su personalidad.
Le di un ultimo vistazo, antes de romper el pergamino yendo directamente al anexo donde estaba siendo protegida la príncipe Misuk.
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