Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Miedo

Querido Peter Pan:

Aquí me hallo, totalmente desolada y perdida, rogando que la liberación de mis palabras sea capaz de disipar la niebla que ofusca mi corazón y pensamiento. Puede que te preguntes el por qué de mi desasosiego, y yo te respondo que tengo miedo. 

Si de verdad eres un niño, seguramente no comprendas nada de lo que esta carta quiere transmitir; si eres un adolescente puede que hayas pensado o sentido lo mismo que leerás más adelante, o puedes que sean pensamientos que nunca te hayas planteado; y si eres un adulto hay muchas probabilidades de que me tomes por una cría realmente perdida.

He ante mí un dilema. 

Hace poco yo no era más que una pequeña niña que jugaba a ser princesa y reía libre de preocupaciones, los días para mí eran nuevas aventuras y las noches el momento de cumplir mis sueños de la forma más extravagante que una niña como yo podría soñar. Cada nuevo descubrimiento me era un mundo y mi existencia la más feliz de todas. Luego pasé a ser una joven, lo suficientemente mayor para tomar decisiones pero no lo suficiente para ser tomada en cuenta. Viví mis primeras experiencias, exprimí los días y saboreé las noches, jugué a lo prohibido, probé lo desconocido, erré, me levanté, me enamoré y lloré, conocí gente, carcajeé al aire y me sentí viva. Y luego llegué a donde me encuentro ahora, a ese momento del camino donde para continuar piden madurez y realidad. 

Los adultos buscan al mirarte su mismo pensamiento y no el del que consideran un niño. Tus labios quedan sellados y tu libertad se ve coartada por una moral impuesta. Los niños ríen, los jóvenes disfrutan, los adultos crecen y terminan por convertirse en sabios. Eso es lo que ahora me espera, un continuo crecimiento para llegar a esa expresión que solo nuestros mayores expresan: esa mirada profunda cargada de sabiduría, esa espalda encorvada por el peso de las experiencias y esa sonrisa que solo a un ingenuo se le dedica.

No digo que no quiera ser un adulto y comenzar a ver el mundo de esa forma, solo que temo dar ese paso que me hará cambiar y dejar de ser la joven que soy hoy para ser la mujer de mañana. 

Son esos momentos, como cuando los adultos te recuerdan lo poco que te falta para ser uno de ellos, que te das cuenta de que nos dejarás y nunca podremos convertirnos en un niño perdido. Uno de mis mayores temores es perder esa inocencia, perder todo lo que me hizo ser una niña y convertirme en algo que me produce respeto, pero algo para lo que sé que no estoy preparada. Y esa es mi verdad, tengo miedo a crecer.

Puede que esta declaración te resulte graciosa, o incluso impertinente por mi parte, pero ¿quién mejor que tú puede entender ese temor que me paraliza y me impide avanzar? 

El paso de los años ha sido demasiado rápido para mí. A veces me inunda el pensamiento de querer parar el tiempo, retroceder, disfrutar de nuevo, pero nunca de avanzar. Siento que no he disfrutado lo suficiente de mis años de juventud, que me quedan millones de cosas por hacer, que si crezco lo único que sentiré al volver la vista atrás será el sentimiento de una vida incompleta, inacabada. Tengo un nudo en mi garganta que me impide respirar, uno que siento cuando en mi mente se dibuja una proyección de mi futuro.

Por eso ruego que me ayudes, que me respondas, que me ilumines el camino, que me digas que no pasa nada, que aclares lo que siento, que me lleves volando de aquí a aquel lugar donde los sueños y jugar es algo digno de un niño. Siento miedo, temor incluso, por mí, por mi futuro, por mi vida.

¿Qué será de mí? ¿Lo haré bien? ¿Lo haré mal? ¿Seré alguien? ¿Estaré orgullosa de mí? ¿Lo estaría el resto de mí?

Demasiadas incógnitas estrangulan a mi corazón. Mi alma se siente encerrada, cohibida, apesadumbrada.

Me levanto cada mañana, mirando al sol, y preguntándole si ya soy madura, si ya soy una adulta. Y el sol no me responde, no hace falta, yo misma lo hago. «No lo eres», es lo que me digo, porque solo una niña sería capaz de preguntarle eso al sol.

Sé que es egoísta por mi parte molestarte con este juego, pero de verdad necesito una respuesta, una imagen, alguien que me diga qué debo hacer, por dónde debo seguir, qué debo esperar.

Crecer. Una palabra tan simple que esconde uno de los mayores misterios de nuestras vidas. Esa palabra que a pesar de su simpleza significa demasiadas cosas: cambiar, madurar, seguir, retroceder, amar, observar, juzgar, recapacitar, descubrir, continuar, llorar, aguantar, sonreír, ayudar y por último, disfrutar.

Mi corazón se abre a ti, te muestra lo que hay en él, lo que necesita y lo que le sobra, lo que teme y lo que ama, lo que siente y lo que no, lo que ansia y lo que le tranquiliza, sus debilidades y sus fortalezas. Al final, todo lo que es. Al final, todo lo que soy.

Y aquí me despido, igual de perdida que al principio, y esperando con fervor la respuesta que me dé tu corazón.

Adiós Peter Pan, y espero que para cuando llegue tu respuesta yo siga creyendo en tu inocencia.

Un beso, la mujer cuya esencia está por descubrir.

Las notas del piano continuaban su melodía cuando la cabeza de la mujer se elevó del papel. La noche había dado pleno paso al día y el sol entraba tímido por la ventana. El olor a mar y ciudad se entremezclaba para crear un aroma curioso que embriagaba a la mujer.

Ante sus ojos se encuentra la carta que tan perdida había escrito, inofensiva a ojos de unos pero poderosa a ojos de ella. Allí había plasmado sus temores, sus pensamientos, sus sentimientos, y para ella esa hoja era el arma capaz de matarla.

Dejó que el aire entrara con profundidad por su nariz y lo apreció.

Su mente era un hervidero de ideas, su alma un pequeño resquicio de lo que era, y su corazón una bomba a punto de estallar. Con delicadeza y cuidado dobló la carta hasta dejarla del tamaño indicado. Luego, la introdujo en un sobre azul y por último la sella, esperando que lo que está escondido no saliera jamás a la luz.

Observó con el detenimiento el papel y se preguntó cómo podía ser que algo tan insignificante tuviera un poder tan superior sobre ella. Y la respuesta a su pregunta vino sola.

Porque tú se lo ha dado.

Temerosa por ello, en un momento de fortaleza, rasgó el delicado papel por la mitad. Y tras eso en trozos todavía más pequeños, cada vez más insignificantes. Hasta que finalmente no quedó nada, solo un pequeño montón de papel roto y sueños liberados.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro