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OO3. begin.

—¿Así es el Mundo de Arriba? —SeungMin frunció el ceño con una mueca de asco, luego de escuchar el relato de la vida del joven Dios—. Bueno, ya era una mierda cuando me fui, así que no me sorprende del todo pero si decepciona que siga siendo tan malo.

—¿Tú también te escapaste, SeungMin? —preguntó HyunJin, con ojitos grandes y curiosos, llenos de estrellas, eran tan brillantes y tan redonditos que el otro estaba aguantando las ganas de tomar sus mejillas para mirarlos por los siglos de los siglos.

—Algo así —respondió simplemente, se encogió de hombros—. Fue hace bastante, no importa realmente.

El pelinegro asintió, se notaba que SeungMin no quería hablar al respecto.

—Creo que iré a recorrer un poco más del Inframundo. —anunció HyunJin con una sonrisa, levantándose, se había sentado junto a SeungMin en la orilla del agua, viendo la cascada y escuchando aquel sonido con tranquilidad, de lejos, el agua no parecía tan turbulenta como en verdad era.

—Es un lindo lugar, algo... Diferente, pero es lindo —dijo el otro Dios —. Las personas y criaturas aquí son muy amables, puedes pedirles ayuda si necesitas algo, no tendrás problemas, y si no, ya sabes dónde estoy.

—Gracias. —dijo el pelinegro, y el Dios se perdió en esa sonrisa de dientes perfectos, y esos ojitos que se hacían pequeños de forma encantadora.

—De nada, HyunJin. —murmuró, aunque estaba tan embobado de aquel rostro que no reaccionó hasta que el joven y libre Dios se dió vuelta, para alejarse entre las Tierras del Inframundo, con el pasto muy alto y árboles de corteza oscura y gran altura, sin rumbo realmente, pero buscando encontrar algo.

Lo vio desaparecer e irse, lo admiró desde la distancia, sentía una extraña curiosidad por él, quería seguirlo, pero su lugar estaba allí, esperando que algún alma en pena de algún pobre humano tenga que ser consolada.

SeungMin no tenía un trabajo realmente, porque ya no era un Dios del Mundo de Arriba, entonces no les debía nada a nadie, puesto que allí no existían las obligaciones, pero era su pasatiempo, le gustaba estar allí, porque siempre había amado a los humanos, y aún siendo un exiliado, un Dios Indeseado, quería ayudar y llevar regalos a los únicos seres que de verdad le importaban.

Pasó largo rato viendo el agua de la cascada,  escuchando el suave eco de esta al caer, y de la corriente fluir, pensando en aquel lindo Dios, con hermosos ojos y perfecto rubor, tan tranquilo y en paz... Hasta que sintió un profundo miedo, creciendo en los confines de su corazón, llenando rápidamente su pecho con una fuerza abrumadora, como una explosión de mil bombas, se abrazó a sí mismo con dolor, mientras las lágrimas subían rápidamente a sus ojos.

Cómo Dios de los Humanos, SeungMin había perdido el puesto, pero nunca sus poderes, y uno de ellos era la Empatía, podía sentir lo que los humanos sentían, un don tan preciado y que podía ser hermoso, casi siempre estaba lleno de dolor y tristeza, porque los humanos eran de los seres más sufridos de todos los mundos.

Eran sus humanos, sus lindos humanos, aterrados en forma masiva e intensa, por un mal que se avecinaba, una situación muy similar a algo que ya había vivido antes, y que nunca había terminado bien.

El aire la faltaba, sintiendo todo su cuerpo débil temblar, sólo pudo pensar en ir a casa, a ese cómodo hogar que él había creado para descansar en aquel mundo, para protegerse un poco de la crueldad y el dolor que estaba por llegar, que iba a invadirlo completamente, dejándolo indefenso y débil de nuevo, igual que otras veces.

Así que simplemente se fue, ignorando el hecho de que quizás, un joven Dios regresaría a buscarlo, y no lo encontraría.

HyunJin caminó demasiado tiempo, cruzando un gran bosque pero que estaba muy vacío, cada tanto podía ver alguna casita, como cabañas, pero parecían tan vacías y espeluznantes que no quiso detenerse allí.

La oscuridad era bastante profunda, todo estaba rodeado de aquella leve luz azulada proveniente de una fuente desconocida, pero que no lo ayudaba demasiado, así que creó unas cuantas luciérnagas para alumbrar un poco más su camino, los pequeños seres luminosos lo acompañaron como si fueran una tropa de estrellas que lo seguían.

Sus piernas estaban cansadas de caminar, y pensó mil veces en regresar con SeungMin, porque era la única persona que había visto en todo ese rato, pero estaba demasiado agotado, encontró un gran árbol caído, y aunque estaba acostumbrado a aquella cómoda y elegante cama en su palacio, no cambiaría su nueva libertad por nada del mundo.

Por fin tenía lo que tanto deseaba, por fin era él, sólo él, era su propio nuevo comienzo.

Se recostó sobre aquel tronco, tenía un par de ramas que podían sostener su cuerpo en aquella circunferencia, dejó a las luciérnagas ir, para que quizás ellas pudieran encontrar algo de compañía, y cerró sus ojitos para ir al mundo onírico en pocos minutos, estaba demasiado cansado.

Pasaron unas cuantas horas, aunque al despertar, HyunJin sentía como si hubiera dormido siglos, su cuerpo dolía y estaba pesado por el cansancio y el desgaste de tanta acción el día anterior, en verdad, no se hubiera levantado nunca... De no ser por sentir un picoteo en su pierna.

Abrió sus ojos, siendo cegado por demasiada luz, frotó sus párpados para despejarse, mientras soltaba un quejido somnoliento, con un amplio bostezo finalmente pudo ver quién lo había despertado.

Se sorprendió al ver a un niño de no más de siete años, que cargaba una rama bastante larga en su mano, el pequeño lo miró con ojos llenos de sorpresa y mucha admiración.

—Hola —murmuró el joven Dios, levantándose un poco, sentándose sobre aquel duro tronco, el niño lo seguía mirando con miedo—. Hey, no te haré nada, no muerdo, tranquilo.

El pequeño asintió levemente.

—Soy HyunJin, ¿Cómo te llamas? —se presentó, con una sonrisa encantadora, podía notar que aquel pequeño era un humano, y nunca había visto un humano tan de cerca.

Era adorable.

—Soy K-Kai —murmuró, con timidez—. Tú no pareces de aquí —añadió, extrañado.

Y es que HyunJin destacaría en cualquier lugar que iría, creía que debía acostumbrarse a esa idea.

—¿Estás solo? Eres muy pequeño para estar por aquí. —HyunJin cambio de tema, viendo al niño frente a él, vestido con ropa evidentemente sucia y vieja, su piel se veía algo gris, posiblemente por la suciedad también.

—Mis padres no vinieron conmigo —dijo Kai, negando—. Estoy solo.

HyunJin tardó dos segundos en recordar que todo humano que estuviera en el Inframundo, en realidad está muerto en la Tierra, de repente de sintió realmente mal por aquel pequeño, le parecía injusto y casi inimaginable que una vida tan joven se perdiera tan pronto, aunque si era realista, sabía que aquel no era el único niño en ese lugar.

—Yo también estoy solo —admitió el pelinegro, dedicándole la sonrisa más amable que pudo encontrar—. ¿Quieres acompañarme?

El niño asintió levemente y se sentó a su lado, se notaba la curiosidad en sus oscuros ojitos, viendo los razgos de HyunJin más de cerca y con admiración, notando las estrellas en sus ojos, aquel notable brillo en su rizado cabello, y toda su apariencia, mucho más limpia e inmaculada que la de él.

—¿De dónde vienes? —preguntó Kai.

—Pues... Vengo del Mundo de Arriba —dijo, señalando hacia el cielo—. Soy un Dios... —murmuró, con algo de duda—. ¿Tanto se nota?

El niño asintió con ganas, y sonrió con emoción.

—Nunca había visto un Dios... —de repente sus cejas se alzaron como si hubiera recordado algo—. Oh, conozco a alguien que también dijo venir del Mundo de Arriba, bueno no es un alguien... Es un conejo, pasó por aquí anoche.

HyunJin alzó sus cejas, de repente su tranquila expresión cambio a una preocupada.

—¿Un conejo? ¿Cómo era? ¿Era brillante y como de este tamaño? —HyunJin separó sus manos unos treinta centímetros, el niño asintió a cada pregunta—. ¿Sabes dónde está?

—Se fué, porque estaba buscando alguien —explicó Kai—, ¿Lo conoces?

—Es complicado... Es mi conejo, me está buscando a mí —suspiró con pesadez, pensando en qué habría pasado para que Jiniret estuviera en el Inframundo, el pequeño era su parte más responsable, y se había negado rotundamente a acompañarlo... Nada bueno podría haber pasado para que esté allí—. ¿Sabes a dónde se fué?

Kai se tomó su momento para analizar aquel bosque, hasta señalar un punto en especial, bastante alejado del camino que HyunJin había hecho el día anterior.

Sin más, el joven Dios le agradeció al niño y se fue a paso apresurado, buscando a lo único que tenía que podía llamar ‹‹amigo››, su protector, compañero, e incluso parte de su alma, sabía que el pequeño Jiniret lo necesitaba.

¡Gracias por leer!

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