O19. dream glow.
Miles de años después de su último encuentro, volvieron a verse, aquellos dos hermanos que habían iniciado cada uno de los Mundos, aquellos que habían comenzado todo, ahora podían terminar su rivalidad.
—Christopher. —dijo MinHo, sonaba tan tranquilo y seguro, igual que antes, igual que siempre.
En secreto, Christopher siempre había admirado la forma que tenía MinHo de ser, siempre más frío pero más tranquilo, más serio pero que aún así te dejaba en libertad de hacer la tuya, pero con solo verlo... Sabías que él estaba al mando sin necesidad de hacer algo.
Christopher nunca podía demostrar el poder de esa forma tan tranquila, y siempre lo supo, desde el principio de los tiempos.
Por ello había querido tener el control de todo, pero sabía que no podía solo, por eso tenía tantos Dioses para hacer las tareas que él no podía manejar, pero en los últimos cientos de años parecía que tantas creaciones habían agotado su energía, quizás sus poderes ya no eran lo mismo.
Estaba seguro que MinHo nunca había abusado de sus poderes como él, porque él no tenía que demostrarle nada a nadie para que reconozcan su presencia, podría terminar con él tan fácil.
—MinHo... —murmuró, sentía sus piernas temblar, estaba agotado, de tantas catástrofes, de destruir al joven Dios, sin lograrlo... Quería descansar.
—Vine a reclamar lo que también es mío. —dijo.
—Nunca te importó, ¿Por qué te importaría ahora? —Christopher rió.
—Porque a tí tampoco te importa —atacó—, si te importara, no destruirias todo cada vez que tengas un berrinche, si te importara, cuidarías de lo que hicimos juntos, a todas las criaturas, a los Humanos y cuidarías a tus Dioses también.
Christopher no respondió, si era sincero, había dejado de importarle demasiado hacia bastante, porque encontraba todo tan repetitivo y aburrido, que su mayor entretenimiento era cuando había un problema con alguno de los Dioses.
—Vengo a buscar al Dios de Todo lo Bello también. —agregó.
—Ese ‹‹Dios›› —hizo comillas con sus dedos—, ya no existe —dijo, sonrió, y tuvo unas enormes ganas de reír, se estaba mintiendo a sí mismo—. Esa escoria no debería de estar ni siquiera en la porquería de tu Mundo.
MinHo estaba realmente molesto por el tono que voz del otro, tan soberbio como siempre.
—HyunJin decidió escapar de tu Mundo porque era una porquería, no tengo que ni siquiera estar allí para saber que lo es —MinHo se acercó a él a paso firme, Christopher no retrocedió, no se movió—. Nada próspero puede crecer en la sombra del egoísmo, hermano, y tu Mundo es una prueba de ello.
>> ¿Cuántos Dioses has expulsado? ¿Cuántas criaturas has mandado a mi Mundo porque ya no cumplían con tu capricho? Ni siquiera sabes cuántos... Pero todos dicen lo mismo: ir hacia el Inframundo es lo mejor que les ha pasado en su existencia. Y HyunJin lo sabía incluso antes de ir hacia allá, incluso encerrado en tú Mundo...
—Y así terminó. —dijo Christopher.
—No, así comenzó todo, hermano —MinHo negó, sonriendo con algo de maldad—. ¿Crees que alguien va a poder verte del mismo modo luego de que un joven Dios lograra hacer lo que su corazón decía?
Christopher no respondió, su mirada estaba perdida, MinHo tenía razón.
—Rebeldía, vergüenza, valor, un cobarde de sus responsabilidades... Muchos han llamado a HyunJin de muchas formas, pero él es un Dios libre, y si él pudo hacerlo, ¿Qué te hace pensar que algún otro Dios no? Ya nadie te tomará enserio, y todos te dejarán solo.
Christopher respiró de forma agitada, recordando las palabras de JiSung antes, y ahora MinHo.
Sentía el aire a su alrededor extremadamente pesado, todo a su alrededor parecía demasiado oscuro, como si las luces se estuvieran apagando una a una, y solo podía ver a su hermano y sentirse extrañamente pequeño.
Tenían razón, tenían tanta razón, un escalofrío recorrió su cuerpo.
—HyunJin no es un Dios —dijo, negando—. Él no debería poder hacer nada...
—Justamente, mientras menos esperanzas tengas de alguien, más lejos puede llegar —dijo MinHo con simpleza—. Te ves cansado, hermano, ¿Todo bien?
Christopher negó, sintió sus piernas flaquear, pero allí estaba su hermano para sostenerlo antes de caer, y sintió el mundo frío mientras todo se alejaba de sí, en un gran sentimiento de pánico, hasta que calló dormiedo, en el Sueño Eterno.
—Buenas noches, Christopher.
Desde el Inframundo, Felix esperaba a que tenga a que hacer su parte, según JeongIn, tenía que estar atento a las luciérnagas.
Según lo que predijo el Dios del Destino, HyunJin lograría romper su alma en Miles de pedazos antes de que Christopher pudiera absorber su energía y destruirlo, al ser las luciérnagas seres tan pequeños, Christopher no podía eliminarlas una por una, porque sería mucho trabajo, y podría escapar, ese era el plan.
Pero no le había avisado nada sobre un conejo dorado.
—¿No eres el conejo de HyunJin? —preguntó, viendo al pequeño saltar a su alrededor.
Se agachó frente a él, tomándolo en brazos, al sentir aquel cosquilleo sobre sus manos de inmediato notó que no era un conejo común y corriente.
—¿Estás hecho de Alma? —preguntó el rubio, el animalito dió un chillido—. Oh, ya entiendo... Eres un Protector, hecho de Alma, de HyunJin, ¿No?
El animal orejudo chilló aún más, dandole cierta gracia al Dios.
—Sí, yo sé hacer criaturas como tú, reconocería una donde sea —dijo, la dejó en el suel —. Sirven para cuando las Almas se sientes solas, entiendo por qué HyunJin tendría uno... ¿Pero, por qué te dejó aquí?
Jiniret se volteó hacia donde estaba la cabaña de SeungMin, y luego volvió a mirar al rubio.
—Oh... Entiendo. Eres como la tercera rueda en la relación, ¿No?
Jiniret saltó enojado a su alrededor, era bastante adorable.
—Bueno, bueno... Si te dejaron con Seung, ¿Qué haces aquí? —cambió de tema, y el conejo buscó alrededor hasta que lo encontró, era una luciérnaga, que lo estaba siguiendo desde hacía rato—. Oh, una luz... Oh, mierda las luciérnagas —recordó qué estaba haciendo y sus ojos buscaron las criaturas luminosas, había un par a su alrededor, y a lo lejos notaba aún más, que estaban en camino—. Dios, son muchísimas...
Era común que a veces que las Almas se rompan, él podía unirlas, aunque tantos seres tan pequeños... Era un desafío, porque era difícil tenerlas todas juntas en un mismo lugar, se movían demasiado, y junca sabría si tendría todas las partes.
Jiniret saltó frente a él para llamar su atención, notó como las luciérnagas se quedaban a su alrededor, como rondando, comenzaban a posarse sobre su pelaje, su brillo se mezclaba con su pelaje dorado, eran del mismo color, porque eran parte de la misma Alma.
—¿Quieres ayudar? —preguntó el rubio, el conejo asintió—. Temo que no podrás salir de esta, pequeño —aclaró—. Tantas partes de una misma Alma, y tú, si quiero unir todo tendría que unirte a tí también.
Jiniret alzó sus orejas, sin entender del todo.
—Los pedacitos de Alma se quedan contigo porque también eres Alma, se unen porque son iguales —explicó Felix—. Por eso se quedan contigo, y para hacer volver a HyunJin, tendrás que unirte a él también.
>> No desaparecerás, solo vas a vivir con él, desde adentro.
Jiniret bajó las orejas, algo triste, pero rápidamente asintió.
—¿Seguro?
Completamente seguro.
Por HyunJin no dudaría ni un momento, ni siquiera en dar su propia existencia, era su trabajo, estaba allí para protegerlo, y lo haría, una última vez.
—HyunJin... —SeungMin murmuró su nombre de nuevo, aquel dolor en su pecho no se iba, sabía que el único que podía aliviarlo era el menor, sus mejillas estaban empapadas en lágrimas.
MinHo le había prometido que volvería pronto, pero no tenía rastro de él, ni siquiera Jiniret estaba allí con él.
Estaba completamente solo, salvo por un horrible mal presentimiento que florecía en su pecho, como algo rompiéndose en mil pedazos, no creía que fuera su corazón, porque eso ya estaba roto.
Ya no sentía a sus humanos, no sabía qué había pasado, quizás estaban todos muertos y ese dolor que sentía era la propia extinción.
Tenía frío, demasiado, su cuerpo estaba muy agotado como para moverse, pero su único deseo era salir, buscar a alguien que pueda estar a su lado, buscar algo, a sus humanos, a MinHo, o a HyunJin.
—HyunJinnie... —volvió a llorar su nombre, y en una voz lejana y extraña creyó que alguien le respondía—. ¿HyunJin?
‹‹SeungMin~››.
Sentía sus ojos pesados, y el aire le faltaba por más que respiraba en suspiros lentos y cargados.
—¿Dónde... Estás?
‹‹SeungMinnie~ ¡Ven!››.
—No puedo... No puedo, no puedo...—murmuró, cerrando sus ojos con fuerza, quiso levantarse de la cama, con esfuerzo logró salir de esta, para caer y apoyarse en la pared, podía escuchar la voz de su amado, afuera, en algún lado, debía ir con él.
‹‹SeungMin, te estoy esperando...››.
SeungMin asintió, la voz de HyunJin lo guiaba hacia el exterior, llegó hasta la puerta y la abrió solo para ser recibido con una oscuridad enorme, que no podía entender, no solía estar tan oscuro.
‹‹¡Seung!››.
—HyunJinnie... —sonrió al ver aquella lucecita que se acercaba a él, una luciérnaga, sabía que era el menor, su amor, su lindo y bello Dios.
Estiró su mano hacia aquella luz, pero no pudo tomarla, ya que sus rodillas fallaron y calló al suelo, aunque no sintió nada de aquel golpe, ni la textura del césped sobre su piel, puesto que ya estaba atrapado en el Sueño Eterno.
¡Gracias por leer!
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