O15. just one day.
❨ ! ❩ Contenido sexual explicito.
Cuando JeongIn termino de hablar al respecto, HyunJin se sentía tan abrumado que solo pudo llorar, sin decir nada, cubrió su rostro con sus manos y se dobló sobre su cuerpo para esconder su rostro entre sus rodillas, el Oráculo lo abrazó, prometiendo que todo iba a estar bien, que debía creer en él, debía confíar.
—Nada malo va a pasarte, HyunJin, ni a tí ni a los que amas, en serio... Es la única opción—dijo a su oído, de alguna forma su voz siempre sonaba calmada, por más que todo sonara tan mal—. Deberías volver con SeungMin, él te está esperando. —añadió, y aquello lo había hecho reaccionar, asintió y se limpió las lágrimas rápidamente.
—¿Y él? —preguntó el.joven Dios—. ¿Él estará bien?
JeongIn sonrió un poco, le daba ternura que el menor solo se preocupara de él, porque HyunJin nunca había hecho ninguna pregunta sobre sí mismo, sólo había cuestionado sobre aquellos que amaba.
—SeungMin stará bien, lo prometo.
HyunJin regresó aún con un vacío en el pecho, bajó del unicornio sólo está vez, y se despidió de Felix con pocas energías, no había nadie esperándolo afuera de la cabaña, ni siquiera JiSung, cuando entró el rubio lo fue a buscar apresuradamente, agradeciéndole que volviera, por su expresión suponía que algo estaba mal.
Entró a la habitación apresuradamente, solo para encontrar a SeungMin abrazando al conejito dorado que él había dejado a cargo, estaba hecho una bolita en una esquina de la cama, el verlo llegar sonrió y extendió sus brazos hacia él, el conejito se separó para ir hacia él pero no le dió importancia, y fue directamente al Dios dueño de su corazón, HyunJin saltó a la cama para abrazarlo con fuerza.
—Lo siento, lo siento, lo siento mucho, tardé demasiado, lo siento. —murmuró, con un nudo en su garganta, sentía las húmedas lágrimas de SeungMin sobre la piel de su cuello y hombro, allí donde el mayor estaba escondiendo su rostro.
—Y-ya estás aquí... ¿Qué más dá? —habló con dificultad, su voz sonaba ronca y quebrada.
—¿Qué te duele? ¿Que pasa?
—Y-ya está... Ya se fué —dijo, sus manos de aferraban a la pequeña cintura de aquel bello Dios, y de nuevo, por su tacto, ya no sentía dolor—. Sentía como si... Me golpearan por todos lados, y que me quemarán también.
—Qué maldito desgraciado. —dijo JiSung, muy molesto, pensando en el Creador.
—¿Qué te han dicho? —preguntó SeungMin—. ¿Qué dijo el Oráculo? ¿Qué va a pasar?
HyunJin se mordió el labio, sabía que SeungMin le preguntaría aquello, y JeongIn también lo sabía, por lo que le había dado una respuesta para darle cuando preguntara.
—Dijo que Christopher pronto iba a terminar con las Catástrofes, porque ya está llegando a un límite y él lo sabe —dijo—. Todo va a terminar pronto, y todo va a estar bien.
Lo notó sonreír por más que no podía ver su rostro, SeungMin tenía esa forma adorable de sonreír con todo su cuerpo.
—Es una muy buena noticia, Amor.
Amor.
Que bonito se sentía esa palabra salir de los labios de SeungMin.
HyunJin sonrió de una forma tan sincera, que solo podía compararse a cuando llegó a aquel mundo por primera vez, misma ocasión en la que se habían conocido.
En un impulso de felicidad, tomó la mejilla de Seung para alzar su rostro, y besar suavemente sus labios, con la mayor de las delicadezas, un pequeño beso para sentir ese cosquilleo en sus almas para sentirse mejor.
Pasaron el resto del día juntos, como de costumbre, abrazados hasta que SeungMin se sintió enormemente mejor, hasta que volvió a ser aquel lindo y encantados Dios que hacía a HyunJin ruborizarse con una sola mirada.
Y HyunJin se quedó entre sus brazos disfrutando de su presencia, muchas veces en silencio, pero pudo comprender que el silencio vale millones cuando se está con la persona indicada.
Creía con todo su corazón que Seung era el indicado.
—SeungMin... —cuando la noche calló, con JiSung afuera, abrazando a su Sol, que ya brillaba un poco más que antes, en la privacidad del cuarto, HyunJin se acercó a él, tomando su nuca, enrredando sus dedos en su cabello, sus mejillas estaban rojas cuál un atardecer y sus ojos brillan como mil estrellas, él Dios mayor lo miró con pena al ver un dejo de tristeza en su expresión—. Quiero darte algo... —murmuró en un pequeño susurro.
—HyunJinnie... ¿Estás bien? —preguntó, en una voz suave, mientras sus brazos rodeaban la cintura del menor.
Fue sorprendido cuando aquel joven y bello Dios se sentó sobre su regazo, para luego acercarse hacía él, presionando su hombría sobre su vientre y su trasero sobre la del mayor, aún así, SeungMin no podía ignorar esa expresión preocupada del menor y esas pequeñas lágrimas en sus ojos que luchaban por no salir.
—Quiero darte todo de mí, Seung... Porque desde que llegué aquí mi corazón ha latido por tí, he velado por tí incluso con los ojos cerrados, y no he soltado tu mano ni un segundo porque mi alma quiere estar a tu lado —murmuró, y él mayor admiraba sus hermosos ojos mientras sus palabras llegaban hasta su corazón—. Y he odiado con toda mi alma pertenecer a alguien más, y he llegado hasta aquí para ser libre pero... Todos mis sentimientos me han atado a tí, y solo quiero quedarme aquí contigo, para siempre, porque soy tuyo... Y solo tuyo.
—HyunJinnie... Tú no eres mío —acarició su mejilla suavemente, una lágrima escapó de aquellos pozos de estrellas que tanto le gustaban—. Tú perteces a los vientos que vuelan libres por las tierras, el vuelo de los pájaros y al agua que fluye hacía su propio camino sin que nada lo detenga... Tú eres libre y no tienes que encerrarte a nadie más; no tienes que encerrarte conmigo tampoco.
HyunJin no tenía qué responder, y lo miró con los ojos cargados de lágrimas mientras mordía con fuerza aquellos hermosos labios del más perfecto rosa.
—Yo te amo libre, HyunJin... —murmuró en voz baja él Dios mayor, era la primera vez que escuchaba esas palabras, tan sinceras y llenadoras, se sentía tan bien—. Te amo sin límites.
—SeungMin... —murmuró, sonaba como si en cualquier momento fuera a romper en llanto—. Yo puedo elegir ir con el viento, o que me lleve la corriente de un rio... Pero por sobre todas las cosas elijo estar a tu lado porque estando contigo... Siento que no hay un límite y que juntos podemos tener un infinito, porque estamos en nuestra propia infinidad.
>> Contigo encuentro la libertad, contigo me siento libre.
Se miraron un momento, el castaño vió sus labios con deseo y luego volvió a sus ojos.
—Te amo... Y quiero ser tuyo.
Sin esperar nada, fue hacia los labios que tanto anhelaba, para ser correspondido con profundidad, sus belfos se encontraron en una maravillosa sensación de miles de explosiones en sus estómagos, sintiendo las costillas de mil constelaciones moverse en su propio universo, chocando para formar una unión entre los dos.
Sus manos recorrieron el cuerpo del otro con devoción, mientras sus labios no rompían su unión, dejando a sus pulmones sin aire pero buscando más, hasta que las lágrimas surgieron de sus ojos como une muestra de alivio, de felicidad, hasta la risa del joven Dios se escuchó entre sus labios, haciendo que el Dios de los Humanos sonriera en el beso.
Al separase, buscando aire para sus pulmones, HyunJin lo abrazó son fuerza, escondiendo el rostro sobre su hombro.
—Por favor... Sé mío, solo por hoy... Hazme tuyo está noche... Sólo una noche.
SeungMin sentía su corazón estrujarse por tanto dolor en la voz del pequeño Dios, así que decidió cumplir su deseo, sus manos recorrieron el escultural cuerpo de HyunJin, apretando en su fina cintura, amando la curvatura de sus caderas y acariciando suavemente su pecho, sintió aquel suspiró de placer que él castaño quiso esconder cuando sus dedos tocaron sus pezones, y luego de bajar suavemente la prenda que colgaba de sus hombros, llevó sus besos hacia aquella sensible piel sobre sus pectorales, para pasar su lengua por esta y sintiendo como todo el cuerpo del menor tembló de placer, y murmuró su nombre con adoración.
Con sus brazos rodeando su cintura, lo dejó caer sobre las sábanas de aquella cama, mientras su boca se ocupaba de besar y succionar aquel pezón, haciendo que temblara.
HyunJin escondía sus gemidos apretando sus labios, y SeungMin lo notó enseguida.
—HyunJinnie... No lastimes esos hermosos labios que tienes —apretó sus mejillas hasta que el castaño separó sus labios, dejando un mohin con ambos que le pareció adorable—. Si te gusta, no temas en demostrarlo, mi amor, me encanta escucharte.
HyunJin asintió, sus mejillas estaban rojas, por el apretón y por el calor, vió la sonrisa que puso SeungMin mientras llevaba su mano hacia su sensible pezón y lo apretaba, haciendo que su espalda se curvara y gimiera bajo.
SeungMin apretó un poco más, encantado de ver el hermoso cuerpo del menor retorcerse de placer, mientras cada vez se notaba más el bulto entre sus ropajes.
—Eres bellísimo... En serio bellísimo. —murmuró, su voz sonó tan cargada de emoción y de honestidad que por más que se lo habían dicho mil veces, HyunJin se sintió especial.
—Soy bello solo para los ojos que miran... —dijo, en un susurro, mientras sus manos bajan los ropajes del otro Dios, para verlo en su esplendor también—. Y solo si son tus ojos... Quiero que me mires todo el día.
—Lo hago. —admitió, mientras dejaba que las manos del otro lo desnudarn por completo, y luego hacer lo mismo él con HyunJin, apartando la última prenda que se sostenía de sus caderas.
Ya expuestos el uno al otro se dejaron llevar por sus besos, se conocieron con sus manos cada centímetro de piel, HyunJin se dejó a merced del mayor para conocer el placer, y dejó sus piernas sujetas a la cintura del otro mientras SeungMin entraba en él en embestidas que lo recorrian por completo, haciendo que su cuerpo temblara y que gimiera su nombre para pedir más.
Primero fue con dos dedos, deslizándose en su interior con delicadeza, mientras aquel dolor dormido por el placer lo hacía ver estrellas que nunca había presenciado en su vida, cuando SeungMin pasó de dos, a tres, solo podía pedir por más, hasta que el mayor se deslizó dentro de él con suavidad, haciéndolo sentir lleno, vió galaxias completas.
SeungMin lo tocó mientras estaba adentro, masajeando su miembro de la base a la punta, haciendo que el calor de su cuerpo se multiplicara por sentirse tan bien, no pudo decir nada coherente durante su primer orgasmo, mientras de sus ojos lloraban lágrimas brillantes, y el mayor se perdía en aquellos ruidos que salían de esos hermosos labios, gimiendo su nombre con veneración, dejando chupetones en su cuello y clavículas.
HyunJin acabó primero, manchando su estómago, SeungMin aún estaba dentro de él.
—S-sigue... Por favor... —rogó.
—HyunJinnie... Podría dolerte, ¿Estás seguro? —la voz de SeungMin sonaba tan grave contra su oído, que podría venirse de nuevo con solo escucharla.
Asintió totalmente seguro.
—Si estoy contigo... No hay dolor que no valga la pena. —susurró, entre respiraciones cansadas.
SeungMin continuó entonces, los gemidos de HyunJin se volvieron más dolorosos, pero el menor no quería parar, le rogó continuar hasta llorar, hasta que el Dios de los Humanos dejó su semilla dentro de él y el castaño se abrazó a su cuello mientras sentía aquella calidez en su interior llenarlo por completo, mientras lloraba de alivio.
—Lo siento. —de disculpó SeungMin al verlo llorar, sentía que había hecho algo malo, si en algún momento había lastimado al mejor no podría perdonarse a sí mismo nunca.
—No... Fue hermoso... Porque fue contigo, gracias —dijo el castaño, limpiando sus lágrimas—. E-en serio estoy tan agradecido de tenerte a mi lado Seung... Y de todo lo que hicieste por mí... Te amo tanto, tanto...
—Hey, bonito... ¿Estás bien?
SeungMin lo había notado mal desde hacía rato, pero de nuevo, HyunJin negó, mientras lo abrazaba y escondía el rostro en su pecho.
—Es solo que... En serio te amo.
—Yo también, amo... —SeungMin acarició sus cabellos con suavidad.
SeungMin se convenció a si mismo que era solo eso, que HyunJin estaba tan conmovido con sus sentimientos de amor hacia él que las lágrimas lo inundaban, y que en verdad, no pasaba nada más.
Se dió cuenta de que estaba equivocado cuando despertó al otro día sin sus abrazos, sin sus besos, sin su sonrisa, ni sus ojos llenos de luciérnagas... Despertó con la cama vacía como su toda su existencia y como si su amor fuera una cruel ilusión.
Como si fuera de solo un día, solo una noche, se abrigó en sus brazos solo una última vez para después imaginar que todo había sido un sueño sin sentido al despertar.
HyunJin ya no estaba.
¡Gracias por leer!
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