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= Capítulo 4: Dimitri Volkov =


Llegué lo más rápido que pude a la casa de mi novia, tras una larga serie de eventos que involucran enfermizas cantidades de autobuses y nauseabundos hedores jamás antes experimentados; me siento ciertamente impresionado sobre lo fétido que puede ser una planta de marihuana sin ser fumada en mi rostro.

Estando ya donde ella se encontraba, siendo en una de las zonas más peligrosas del país, me sentí con cierto temor para ir hacia allá; peligrosa en el sentido que, como me dijo ella "Hay muchos asaltos y secuestros, pero creo que ya me siento en casa con ello". Los lugares más horribles para la mayoría pueden convertirse en el hogar de los más extraños. Temo que mi novia no logra superar que vive en una basura social.

Aunque, soy un médico o algo así, entonces no debo de meterme en ello, si ya tengo varios problemas detrás por el mero hecho de ser uno. Como dije, fui con mi novia para poder hablar un poco y tal vez... solo tal vez...

Cuando llegué a su casa, la más linda de su cuadra, me abrió su padre, quien era un hombre enorme. Sus brazos eran todo mi cuerpo; con ello digo todo. Me preguntó quien era y le dije que era Maxwell, el novio de su hija. Eso no le hizo detonar de ninguna manera e incluso me estrechó la mano. Me dijo que ya quería conocerme. Hizo el chiste de que pensaba que su hija ya se había vuelto lesbiana y jamás le dejaría hijos; un tanto extraño. Me dirigí hacia su cuarto que, como ella me había dicho, estaba en el segundo piso.

Su casa era una clásica casa de suburbios; puerta en el centro, escaleras en la izquierda, adornos y mesas por doquier, espejos y mesas en mi mano derecha en un comedor en la cocina, una sala de estar en la izquierda, con una televisión con antena y de frente, algunas puertas cerradas; alguna de ellas podía ser el baño.

El papel tapiz era de un color purpura. Su madre, según mencionaba su padre, no estaba puesto a que tenía una junta de padres. Al parecer ella era maestra. Le di las gracias por la calidez y me subí para ver a su hija. Caminando entre cuartos, ella salió del baño con un cepillo de dientes en sus manos. Se sorprendió y casi me da un puñetazo, aunque logró detenerse al notar que era yo.

Sin embargo, no mostró alegría en lo más mínimo. El rostro pacifico de una persona preparándose para descansar se difuminaba detrás de un rostro de preocupación. Ella me preguntó si me encontraba bien. Yo le dije que sí y me invitó a pasar a su cuarto. Tiene razón William en una cosa. Estoy con esta mujer por su comprensión, pero también porque su figura es exquisita. Tiene unos lindos pechos y un buen trasero. Me temo que solo sea por eso.

¡Estúpido William! Me has hecho creer tus pensamientos profanos. No obstante, cuando entramos a su habitación, no fue para hacer el amor, para mi fortuna pues estaba agotado. Ella comenzó a contarme cosas acerca de su vida. Reyna era alguien sumamente amistosa con todo el mundo, aunque conmigo era muy especial. Escucharla me hacía recuperar la esperanza y el brillo de mis ojos que el mundo entero consume de mí.

Ella me preguntó como estaba, yo seguía insistiendo que estaba bien, pero ella seguía preguntándose como me sentía yo y si lo que decía era cierto. No quería responder puesto a que estaba exhausto. Fue entonces que ella me dijo algo que me hizo pensar mucho.

-No puedes decir todo el tiempo que estás bien, amor. Te veo cansando. Muy cansado. Algo te consume y no me quieres decir. Hazlo por favor. No quiero que nada te ocurra.

-Nada me ocurre amor – Dije – Es solo que no me siento seguro de lo que hago y si realmente todo esto vale la pena. Me aterra creer que lo vale y al final no significa nada.

-Cariño.

-No quiero perturbarte con detalles porque se que no quieres escucharme quejarme ni patalear. Solo necesito que no te perturbes por ello y ya.

-Amor. No soy nadie para opinar de lo que haces. Pero de algo puedo estar segura – Me tomó de las manos y me acercó hacia ella. Nuestros ojos se vieron detenidamente y noté como ella, desde su corazón me veía fijamente – Nunca estarás seguro si las cosas van a funcionar o si siquiera sirvió hacer todo esto. Pero si te sientes bien, disfrútalo. No hay mayor placer para uno que, incluso si no lograste nada, al menos te hayas sentido feliz haciéndolo.

-Pero cariño.

-Sin excusas. Haz las cosas solo porque te gusta hacerlas, no porque algo vaya a ser el objetivo que tu quieres. Solo haz las cosas porque te gusta hacerlas, no porque seas recompensado. Así como conmigo.

- ¿Qué? – Me reí un poco tras ello.

-Así es – Dijo mientras se quitaba su camiseta roja, mostrando su torso semidesnudo – No veías aquí con la intensión de hacerme el amor, disfrutas de mi compañía y no de lo que te pueda dar, Max.

-Ay amor – Dije – Me apena decirte esto pero no quiero hacerlo contigo ahora.

- ¡Eres muy atrevido! – Dijo eso después de una risita muy cariñosa – Solo me estoy cambiando de camisa, amorcito.

-Oh...

-Aunque si quieres puedes tocar mis pechos.

- ¡¿Qué?! – Ella comenzó a reírse tras escuchar eso.

-Es broma amor.

-No quiero hacer nada de eso preciosa – Dije.

-Quieres recostarte en mí y descansar, ¿no es así?

-Solo quiero tu amor, Reyna.

-Ya lo tienes – Comenzó a acariciar mi cabello mientras se acercaba a mi mejilla y me daba un beso – Descansa querido. Te ves acabado. Debes estar agobiado.

Me recosté en su vientre mientras ella me acariciaba con sus manos mi cabeza y mis pesadas cargas se desvanecían. No se si eso sea poético por estoy enamorado o William me contagió su extravagante sentido de la lírica. Ella no quiso nada más que abrazarme, dejarme descansar y recordarme que el mundo no estaba terminando. Que todo estaría bien.

Creo que fui bendecido por la vida, si lo quieres ver así, por tener una novia que logra verme sensible y no se rie de mí; me abraza y me comprende; ojalá más personas pudieran sentir lo que ahora yo siento; ojalá más personas pudieran experimentar lo que ella me hizo; ojalá más personas sepan que es amar y que significa. Seré un médico, quizá algo frio, pero sigo siendo humano; no soy una computadora.

Solo necesito descansar... solo eso.

***

Diario 006

Maxwell había regresado del viaje que había tomado para estar con su novia. No me dijo donde era y genuinamente no me interesaba. Solo puedo contar con que él se sentía mejor que nunca. Lo vi con un semblante genuino de alegría. Me causa cierta satisfacción.

Le pregunté como se sentía y me dijo que, de maravilla, pues había hablado con su novia y no podía estar mejor que bien. Era magnifico escucharlo y sentir su alegría en su semblante. Me preguntó que tal había ido la actuación, cosa que yo le respondí con un bien. No quise entrar en detalles, puesto a que no quería arruinar su felicidad con mentiras.

Comenzamos a hablar y parecía muy ilusionado.

-Sobre tu pregunta de si existe el amor – Me dijo – Yo creo que existe.

-Bueno Maxwell... No voy a permitir que tu creencia sin fundamentos evada la realidad, aunque tampoco permitiré que mi juicio lo cambie. Te ves feliz, aunque sea por unas palmadas en la cabeza, por lo que no debería interrumpir tu idea.

-William... ¿Tu has tenido pareja alguna vez?

Esa pregunta hizo que todos los bellos de mi cuerpo se erizaran.

- ¿Por qué tan curioso, Maxwell? – Le pregunté.

-Solo quiero saberlo. Si no tienes problemas, claro.

-Es un gusto... siempre y cuando me prometas ocultar esto contigo.

-De acuerdo William, de acuerdo – Dijo alegremente mientras subíamos hacia mi habitación. A la par que entraba y tomaba asiento, pudo ver mi nuevo vestuario. El de una mujer con peluca roja. Sin embargo, eso sería después.

-Lo que te voy a contar, no quiero que me interrumpas. Deja lo cuento todo y luego me dices que piensas, porque si no me desconcentro y no te puedo redactar correctamente todo, ¿quieres que te lo diga igual?

-Si. Tener pacientes en las practicas me han hecho buen oyente.

-Eso espero...

...Está historia comienza con todos los días siendo algo igual. Mientras el mundo giraba y se movía, yo seguía sin salir de donde me encontraba. Todo alrededor de mí se transformaba en algo bello y yo era... yo...

...No se que clase de cosas pudieron haber sido diferentes si yo hubiera sido más atractivo. No quisiera saberlo. Me destrozaría el corazón decirlo o siquiera pensarlo. En sí conocí a esa bella mujer cuando estaba haciendo una lectura de un libro de biblioteca...

...Todavía recuerdo su nombre. Jathana. Era hermosa en todos los aspectos. Su mirada era de alguien viva, su cuerpo era divino, era una mujer morena con cabello negro como la obsidiana y tan fino como telas egipcias. No habría mejor descripción de una diosa como ella. Su cabello era algo curioso en cuanto a como estaba ordenado, con algunos mechones en su frente y el resto en su parte trasera como una coleta. No quería nada más...

...Fue el primer ser "humano" que había hablado conmigo en toda esa escuela, era la preparatoria. Nadie más se preocupó por mí y ella lo hizo. Para mi fortuna íbamos en la misma clase, pero realmente, por más que estuviera encantado, no quería perturbar su calma ni hacerla sentir incomoda. Tenía miedo de lastimarla y llegar a alejarla. Ella se sentó a lado mio y comenzó a hacer dibujos extraños en mi mano. Aunque no entendía que era, fue un lindo gesto.

Mis ojos comenzaron a sentirse húmedos cuando había terminado esta parte. Algo dentro de mí, algo humano que había sobrado de toda esta mierda, había recibido un golpe duro.

-Perdón Maxwell.

-No te preocupes. Está bien. Lindos recuerdos ocasionan eso.

-Lo sé... como sea. Ella seguía haciéndome esos dibujos y yo no podía sino sentirme el lienzo más afortunado de la pintora. Todo eso siguió, con caminatas, encuentros casuales y muchas cosas más, hasta que un 14 de enero no soportó más y me tomó del cuello de mi camisa y me besó. Fue un momento tan extraño que no supe como reaccionar. Mi amiguito lo hizo mejor que yo...

...Luego comenzamos a salir, aunque en varias ocasiones nos perdimos y no sabíamos cómo regresar. Me daba mucha vergüenza que ella supiera que era un idiota, un inútil, alguien que no sabía como hacer las cosas que debía hacer...

...Ella no quería decirlo, pero sabía que cada vez más estaba cerca el día en que todo se fuera al diablo. No se porqué el sexo fue nuestra única salida. Mientras yo manoseaba sus genitales y ella los míos. Habíamos olvidado lo que pensábamos del otro; yo que ella era la mejor y que yo era un patético hombrecillo...

...Cuando se dio cuenta que todo el mundo era mejor que yo, cosa que es muy fácil, me dejó. Pero hizo lo correcto. Lamento que haya muerto de la forma más brutal posible, y aun extraño esas caricias; caricias que jamás en la vida volveré a sentir por nadie...

...No merezco nada de lo que he recibido, solo suelo ser miserable porque no puedo sentirme vivo de otra manera, mientras el mundo sigue su curso. Sin embargo, allí fue donde comprendí que el mundo funciona así. No hay amigos, no hay amor, todo es igual siempre. Conmigo aplica todo ello porque soy patético...

...El resto del mundo puede reírse en mi cara, pero si yo lo hago seré ejecutado con un desmembramiento. La vida suele ser algo sumamente contradictorio y me hace sentir que todo es una cruel broma de mal gusto...

...No creo en el amor porque el amor puro de aceptación a los defectos jamás será cierto. El amor no es real. Lo único que existe es querer, es desear y es negociar. El amor me da tanto asco porque disfraza todo eso.

Creo que Maxwell se decepcionó completamente te mí tras esas palabras. Se que igual que el resto del mundo me verá como un perdedor. No creo en los psicólogos, ellos quieren todo. No creo en los amigos, ellos exigen todo, y no creo en las novias o parejas, te destrozarán si eres lo que debes ser allí; sensible y honesto.

¿Pero qué importa? Al final solo logro revelar su realidad, no perder su respeto; nadie respeta a nadie. Solo se tienen miedo entre ellos. Todos se tienen miedo. Todos se odian, solo lo disfrazan. Quizá deba de alejarme de todo y sumergirme en una caja, esperando que todo implosione y se vuelva más catastrófico, para al menos sentir que la verdad traspasa el aire.

Cuando terminé, el sintió que ya no podía seguir. Salió de mi habitación sin decir una sola palabra y eso me trajo cierto alivio.

***

Creo que William es alguien sumamente perturbador al momento de querer contar cualquier cosa. Y creo que durante este tiempo el ha sido mi foco de agotamiento. No lo sé. Le pregunté sobre su novia y me lanzó un monologo tan desalentador que disfrazaba a un patético chico.

Me siento tan avergonzado por él que me dan ganas de reír a carcajadas. En verdad creía que lo que me iba a contar era más críptico, más oscuro. Solo es un hombre resentido con el mundo.

Sin embargo, no debo de faltarle al respeto porque, de igual manera, creo que puedo soportarlo. Aun tengo que ver algunas cosas sobre mi medicamento y ya, por fin, podré largarme de aquí.

Al parecer, después de nuestra platica, William salió de la casa. Quien sabe que habrá hecho...

***

Diario 007

Natalie Morris.

Ella parecía ser siempre amable conmigo. Incluso llegó a insinuarse en un par de ocasiones. Claro, eso fue hasta que descubrió como era yo. Perder esta inseguridad que me carcome es menos fácil con toda esta mierda. No sé qué decirle al mundo cuando se ríe de mi en mis ojos y me hace sentir peor que escoria. Ya no me queda nada. Ella parecía ser quizá el único amor que tuve.

Sin embargo, cuando me conoció, sintió demasiado asco al verme; escuálido, pálido, con la mirada ojerosa y un habla delicada. Ella decía que yo "Era su príncipe", "Era su sol", era lo que ella quería.

Mentiras tras mentiras.

¿Cómo se supone que quieran sinceridad de alguien a quien siempre le enseñaron que mentir está bien, que tiene más valor, que te hace mejor ser humano? Todos pueden mentirte, pero no puedes tu a ellos. Eres considerado un ser cruel, un humano sin sentido. Eres horrible a sus ojos, incluso si haces las cosas igual. Quisiera que toda esta parafernalia que me tiene podrido se desvaneciera de mi vista, se lo tragara la tierra mientras esperan ser devoradas todas esas cosas sin ningún asidero. O tal vez, sea mejor aprender como desaparecer completamente.

Ella parecía ser muy amable conmigo y resultó ser igual. No humana. No real, solo una ficción, una consecuencia, un sentimiento usado a su favor. Parece ser que la palabra amor y respeto son tomadas muy a la ligera ahora, como si nada; es basura.

No obstante, jamás sería capaz de dejar esto impune. La odié con toda mi alma a esa zorra. Sin embargo, debía aparentar ser alguien más. Me preparé para esto un poco. Mi cuerpo está un poco más tonificado que en otras ocasiones de mi vida. A veces me pregunto si ser más atractivo hubiera solucionado todos mis problemas.

Dejando de lado ese comentario superficial, solo diré que le enviaba cartas y hacíamos llamadas (En estas ocasiones, solía fingir mi voz, de igual manera, pero era complicado). Ella decía que adoraba que le hablara con un tono más grueso, aunque le decía que le recordaba a una persona que anduvo seduciendo en su etapa en el colegio. Le pregunté por mera curiosidad y solo me fui de lleno contra el suelo de concreto.

La sangre comenzó a escurrir cuando escuché que opinión tenía acerca de mí; "Era un completo perdedor. No me sorprende porqué él no tuvo éxito y su hermana sí, aunque ella era una puta" La sangre comenzó a hervirme en ese momento, aunque logré controlar mis impulsos de gritarle; un vaso de cristal y mi mano recibieron un castigo ese día.

De igual manera que lo hice con las chicas, Dimitri fue un hombre seductor; de cabellos en rulos, de ojos castaños, mejillas con pecas y un cuerpo tonificado. Como mencioné, había estado trabajando en mi cuerpo para dar el porte adecuado, claro, evitando que esto se notase con las chicas. Sadie, Charlotte y Mary fueron sencillas en cuanto a la ropa. Dimitri fue un poco más peculiar. Tuve que vestir una camiseta negra sin nada abajo, remarcando mi figura, pantalones negros ajustados, botas negras y lo peor de todo, al igual que los anteriores, ojos castaños postizos y cabello castaño postizo.

Como este era más corto, tuve que usar un método de maquillaje que consiste en ponerme una capa de plástico sobre el cabello, evitando que se quede pegado y así, podré poner la peluca con tranquilidad. Ya habiendo hecho el maquillaje adecuado, y solo poniendo algo de pecas en mi cara, fui hacia los limites de Massachussets para poder verla con mis ojos. Ambos nos encontramos después de dos horas de espera. Tenía también unas gafas y una maleta sin anda, más que un postizo y viejo puntero laser. Esa cosa la encontré en la calle tirada y fue un lindo recuerdo. O tal vez algún tipo de evidencia.

Cuando la ví, era idéntica a cuando ella había destrozado mi corazón, o tal vez yo lo siento así porque me tomo enserio las cosas. Ella corrió hacia mí y se abalanzó. Yo la cargué mientras ella me besaba en la boca y gemía de forma muy profunda. Esto era ridículo en todos los aspectos. Una mujer desesperada por el placer efímero no hace sino recordarme que nada en esta vida tiene sentido.

Ella dejó de besarme y ambos caminamos por toda la cuadra. Fue bastante curioso el viaje por los lugares que vi; una biblioteca, algunas paradas de autobuses, una guarida de ratas cerca de un bote de basura metálico y un puesto de hot dogs. Todo era tan extrañamente similar al camino que recorría para ir a la escuela, excepto que antes era en autobús.

Dejaré de divagar y me concentraré a narrar que más pasó entre ella y yo. Caminábamos y ella jugueteaba con mis lentes y mi ropa, como si fuera una manta. Ella a cada instante me acariciaba el pecho y jugaba con mi trasero. Me sentí más prostituido que una mujer; al menos una mujer puede quejarse de ello. Ella me seducía con sus tácticas sucias y yo solo podía decir que adoraba ser el chico malo; ella me dijo que era su puta. Yo le dije que no me entendía, y ella seguía diciendo cosas sucias.

Pero al igual que todo, incluso si no tiene asidero, vale la pena sentarse en ello. Yo igual la besé y apreté su culo contra mí. Ella me pidió que no lo hiciéramos público, cosa que yo acepté. Decidimos, como habíamos planeado en las cartas, ir a un motel. Ella quería que fuera encantadora esa ocasión, esa "Primera vez" que tanto presumía.

No me negué y ambos buscamos el motel más cercano. Lo encontramos y fue algo catastrófico el ambiente; peleas por todas partes y hedor a drogas por todos los sitios y varias personas buscando refugio en la nada de la insignificancia.

Ella comenzó a agarrarme fuertemente del brazo para que la cuidara, cosa que hice con todo gusto. Ella estaba asustada y yo, de alguna manera, su miedo me produjo un poco de excitación. Cuando entramos en nuestra habitación, lo primero que hizo ella fue lanzarme hacia la cama, causando que me diera un golpe en la pierna con la madera, pero me dio igual.

Se quitó la blusa y se bajó la falta que tenía. Me quitó los lentes y mi bolsa, sin embargo, cuando iba a quitarme la camisera la detuve y le dije.

-Creo que ahora me toca a mí hacer el resto.

Parece ella dejó de ser dominante para ser sumisa. Esta es mi oportunidad. Comencé besándola en la boca y retorciendo sus pezones después de arrancarle el brasier con fuerza. Ella se quejó, no obstante, fui duro al momento de decirle que no importaba nada.

Ella siguió siendo sumisa, dejándose manosear en la entrepierna, siendo besada por mi en el cuello y recibiendo los comentarios más sucios con la voz más grabe que jamás he hecho en mi vida. Y cuando su vagina se sintió húmeda, quité lentamente su braga y metí mis dedos, como anzuelo perforando anguilas, dentro de su vagina. Ella gimió con fuerza mientras más rápido yo movía mis dedos.

-Detente... detente – Dijo ella gimiendo.

-No... No por lo que le hiciste a Ana

- ¿Qué? – Su voz sensual desapareció.

-Le dijiste a esos bastardos donde estaba y en que bosque paseaba. No mereces ningún perdón.

La tomé por el cuello, apretándola fuertemente y sin ningún tipo de pudor. Sus lágrimas comenzaron a derramarse mientras sus tetas eran bañadas por su saliva, implorando ayuda.

-Tú no eres nadie. No eres ni serás nada. El sucio bastardo que su hermana es una puta ahora estuvo a nada de follarte. Sin embargo, no es muy fácil seducirme. Aunque acepto que lograrás hacerme sentir especial y excitarme, para tu deleite, ramera.

Tan rápido como extendí mis manos, rompí su cuello con todas mis fuerzas, sin inmutar mi mirada. Era gracioso y gratificante ver que ella, al final, había recibido lo que merecía. En toda mi vida jamás había odiado tanto a una mujer, y eso es imperdonable, incluso para mí.

Creo fervientemente que todos tenemos problemas cuando nuestros genitales hablan por nosotros, pero no nos negamos a ser estúpidos, siempre y cuando valga la pena. A mí, esto fue un regalo, un oro disfrazado de cadáver.

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