EPÍLOGO
28.
1 de agosto de 2019.
El tiempo es justo; se compadece de los pacientes volviendo sabios a los hombres, y premia complacido la perseverancia.
1... 2...3...
«En vivo»
—¡Buenos días a la afición! San Francisco amanece en una hermosa mañana soleada, me levanté del lado correcto de la cama hoy y todo apunta a que tendremos un programa fantástico —dijo uno de los entrevistadores alzando los brazos después de que la luz roja dentro del foro se encendió.
—¡Hola a todo el mundo! Yo soy Rick y este es mi compañero John —se presentó el segundo—, sean bienvenidos a una edición más de su programa estelar de jueves. ¿Qué me cuentas tú? —terminó volteando a ver a su compañero en la mesa.
—Gracias, déjame decirte que hoy tenemos mucho que conversar —asintió con la cabeza—. Desde la tensión tras la final de la Champions League en junio pasado hasta consejos para los nuevos golfistas. Creo que es momento de desempolvar mi palo.
—Oye, no frente al público.
—El palo de golf, Rick
—En ese caso tendrás que quedarte hasta el final del programa. Pero antes, como es costumbre, daremos inicio con nuestra sección de entrevistas —volteó a ver hacia la cámara del frente—. Estuve esperando este día por meses, les confieso que estoy muy emocionado.
—Oh, señor. La gran sorpresa —dijo sonriendo—. Te veo sudando como buen fanático del béisbol, así que te daré el privilegio de presentar el primer segmento.
—No, no. Por favor, hazlo tú —le indicó fingiendo desinterés.
—Ya que insistes. Hoy, en nuestra amada sección "el salón de la fama" tenemos a... —No pudo terminar, la emoción le ganó a su compañero.
—¡Estamos aquí con una sensación de los 90, damas y caballeros! —interrumpió haciendo reír al público que estaba presente—. Nada más, y nada menos que el jardinero central de los Gigantes de San Francisco: ¡Kim, la leyenda!
Los reflectores, y la cámara enfocaron al castaño, ahora un poco más platinado, quien entró por un lado del set de grabación para dirigirse hacia el sofá de los invitados en donde se sentó.
Era una entrevista exclusiva, y varios fanáticos aplaudieron felices de ver a su jugador favorito de regreso.
—Gracias, gracias. Es todo un honor para mí estar aquí —contestó viendo hacia el frente para darle una sonrisa a los televidentes antes de inclinarse un poco para darle la mano a ambos entrevistadores.
Todo era justo y como debía serlo.
—Jin, Jin, Jin —dijo el primer entrevistador—. Mi hijo y yo buscamos por años tu tarjeta de béisbol, somos grandes fanáticos tuyos. Bueno, mi esposa también lo es, pero solo de tus comerciales de ropa.
Cuando el entrevistador lo mencionó, varias personas chiflaron y en las pantallas se mostraron fotos de sus primeros comerciales.
Algunos de camisas, otros de ropa interior, de esos que hizo cuando tenía unos veintitrés o veinticinco años y él negó, avergonzado, cubriéndose el rostro mientras reía al igual que todos en el foro.
—Se comienza desde abajo, Rick —le dijo intentando no reír.
—Eso es lo increíble de tu historia. Dinos, ¿qué se siente ser un icono para una generación completa? Ser... ¡Una verdadera leyenda entre las leyendas para la ciudad de San Francisco!
—Increíble, lo digo en serio, completamente fuera de lo esperado.
—Muchos estuvimos ahí cuando hiciste la más emblemática de tus carreras. Yo tenía unos quince años y recuerdo haberle llamado a mi primo de Cincinnati para presumirle —agregó el segundo—, es más, hasta gané la apuesta que teníamos.
—Jamás pensé que lograríamos un título como ese. A decir verdad, el equipo sufrió mucho ese año, fue todo un milagro.
—Déjame hablar un poco de tu trayectoria —dijo Rick cuando apareció una foto de Kim Seokjin joven con su primer uniforme—, tú, un joven prodigio del béisbol es descubierto en una tienda departamental y llamado para ser un jugador de reserva que luego terminó dándole a los Gigantes la entrada a la serie mundial que no tenían desde el 54, para ser campeones.
—A decir verdad, ya era un poco viejo cuando entré al equipo —confesó alzándose de hombros con algo de gracia—, muchos jugadores son reclutados desde antes de los dieciocho y bueno, yo ya tenía responsabilidades y muchas deudas. No imaginé que algo así sucedería.
En las pantallas del estudio seguían apareciendo fotos y vídeos de las mejores jugadas de Kim Seokjin.
Una nueva realidad, y Seokjin no optó por esa beca universitaria en San Francisco. Es más, apenas se había graduado de la preparatoria.
Cuando el año 1987 llegó, lo último que le importaba era irse del pueblo para perseguir su sueño. Tenía un hijo hermoso que amaba ver así de regordete, y deseaba con todo su corazón que su esposa continuara estudiando. Ellos eran su nuevo sueño.
Seokjin no permitiría que toda la inteligencia y estudios de ella se vieran truncados por algo que era, también, su responsabilidad; no estaban solos, lo tenían a él. Salió a buscar trabajo por toda la ciudad; tuvo muchos (y diferentes) a lo largo de los años. Algunos pesados, otros un poco más aburridos.
Pasaron muchas cosas, fue difícil decirle la verdad a sus padres. Fue difícil tener que despertar de madrugada para ir a uno de sus trabajos luego de doblar turno en el otro; pero lo hizo sin falta cada día por años. Comenzó trabajando en una cafetería. No era un gran cocinero pero aprendía rápido, aunque nunca le fascinó quemarse con el aceite.
Así que cuando vio una vacante en la tienda de ropa deportiva del centró no dudó en correr a solicitarlo. Resultó más tedioso de lo que esperaba, pero era cómodo, además, su horario cuadraba con su otro trabajo como taxista.
No era glamoroso, pero le daba para vivir, y él se entretuvo por meses ordenando los uniformes. Con el paso del tiempo, un hombre que usualmente compraba allí se interesó en la forma en la que lanzaba las camisas a la bodega cuando le resultó familiar.
Este le preguntó si se conocían y aunque Seokjin le dijo que no, notó que él era el chico que había destacado hacía un par de años en la escuela como gran jugador cuando trabajaba como reclutador de la universidad. Así que le dejó su tarjeta en caso de que quisiera cambiar de trabajo, porque en el campo siempre necesitaban asistentes.
Parecía improbable, pero, solo tal vez, Seokjin había encontrado la oportunidad que necesitaba tanto.
—Eso es lo que te coloca entre el altar de las leyendas, amigo —dijo John—. Un récord impresionante y una historia de vida. Incluso después del incidente del invierno de hace un par de años.
Tuvo buenas épocas, pero la realidad era que estaba retirado. Una noche nevada, después de haber alcanzado el punto cúspide de su carrera, los frenos del auto de Kim habían fallado en la carretera haciéndolo protagonista de un aparatoso accidente.
Miles de fanáticos lloraron y hubo prensa por todo el hospital. En San Francisco, él era una estrella local y patrimonio del Estado en donde ese deporte era muy importante; tanto como para que existiera una gran incertidumbre para ellos al saber que la leyenda ya no podía jugar más.
—Fue una temporada dura, lo admito. —Asintió con la cabeza—. Pero como siempre digo, toda crisis genera un cambio.
—Lo vimos en tu libro, el cual está teniendo mucho éxito como inspiración a los jóvenes deportistas de la actualidad. —En las pantallas se mostraron las imágenes de un libro de superación personal, con la foto de Seokjin con sus anteojos en la parte de atrás.
—Es bueno saberlo. Algunas personas criticaron mucho el enfoque positivo de mi libro. Creo que querían leer algo irrealista, pude dárselos; pero lo cierto es que la vida va más allá de eso, se trata de esfuerzo y dedicación.
—En lo personal, me gustó mucho —comentó Rick—. Esa parte en donde hablaste de los sueños, te lo juro, hasta me hizo querer volver a dedicarme al baile.
—Yo llamé a mi madre —confesó John con una risa alzando una mano—. Y lloré agradeciéndole haberme llevado a ese primer partido de baloncesto porque a partir de ese momento mi vida se encaminó. Me conmovió tu historia, en serio.
—No creo ser un gran escritor; pero si conseguí ayudar a alguien, creo que valió la pena.
—Ya que nos hiciste llorar, cuéntanos, ¿qué te inspiró a salir de tu zona de confort atlética para hacer un libro?
—Hubo muchos cambios en mi vida. Tras mi accidente perdí a alguien muy importante de mi familia, luego comencé a tener conflictos con mi hijo, sumado al trauma físico que tuve y ese libro me ayudó con mi depresión.
—¿Tenías algún objetivo en específico?
—Esperaba poder ayudar a más personas como yo a no dejarse hundir por la adversidad. Ni por el odio.
—Sabes, la depresión en adultos no es algo que las personas mencionen con frecuencia. Mucho menos en hombres.
—Sí, aún nos falta mucho que entender para romper estos paradigmas que nos impiden apoyarnos, más en ámbitos como el deporte. Es necesario darnos cuenta del problema del que somos parte y hacer algo al respecto.
Él era toda una personalidad del deporte, no solo muy talentoso, sino también se destacaba por su sensibilidad para con todos los demás, siempre fue su sello distintivo. Los conductores del programa se sintieron felices cuando las personas comenzaron a aplaudirle a Seokjin desde detrás de bambalinas y las gradas.
—Jin, cuando nos anunciaron que estarías en el programa del salón de la fama, no pudimos evitar emocionarnos —dijo el primero.
—Es decir, no creo que estés aquí solo para recordar viejos momentos. ¿O me equivoco? —agregó el segundo.
—Ahora que lo mencionas... No, no estoy aquí solo para eso.
—¿En serio? ¡Dinos las buenas nuevas!
—¡Redoble de tambores! —dijo el otro entrevistador cuando las luces titilaban acompañadas del sonido de un redoblante, cuando este se detuvo, hubo un gran silencio a la expectativa.
—Decidí salir de mi retiro y acepté el puesto de entrenador de la franquicia —explicó orgulloso.
—¿La leyenda de regreso? —dijeron al unísono y luego se voltearon a ver asombrados de haber pensado lo mismo.
Seokjin no pudo evitar reírse.
—Así es, incluso buscaré un par de reclutas nuevos en toda California. Sé que hay mucho talento aún no descubierto en los suburbios.
—¡Eso es increíble! ¿Qué fue lo que te motivó a dejar tu retiro?
—Más allá de la pasión por el deporte, y el gran salario —bromeó—, se debe tener verdadera vocación, y sé que dentro de los nuevos reclutas hay mucho potencial. Así que sí, me tendrán aquí para pulir al equipo.
Seokjin siempre fue un gran capitán, así que sería un gran entrenador. Y ahora tenía esa fama que siempre soñó.
—Jin —le dijo John extendiendo la mano hacia él, y el castaño no dudó en estrecharla—, esperamos ver a uno de nuestros equipos favoritos renovado. Y sabemos que así será.
—Espero que los demás equipos estén listos, porque la próxima temporada, los gigantes vienen con todo —declaró Seokjin con una gran sonrisa.
—¡Bienvenido de vuelta a las grandes ligas! —terminó finalmente—. Fanáticos de lo bueno, yo soy John...
—¡Y yo soy Rick! —completó el otro—. Lo vieron aquí, en vivo y en directo desde el programa del salón de la fama. ¡El regreso de Kim, la leyenda!
«Fuera del aire».
La entrevista terminó entre aplausos acompañados de halagos por parte del personal, los camarógrafos y fanáticos que le recibieron gustosos.
A Seokjin le costaba trabajo caminar, pero no era nada que le impidiera seguir adelante. Se despidió cordialmente de los entrevistadores luego de firmar un par de cosas.
Su asistente se acercó a él cargando con varios regalos intentando arreglárselas para contestar el teléfono mientras sostenía un café en la otra mano.
—Señor Kim, su teléfono ha estado sonando toda la mañana —le dijo el chico cuando se acercó a él dándole su bebida y su celular—. ¡Los fanáticos en twitter! ¡Por Dios! Está en tendencias desde hace horas. A este paso, hasta podríamos conseguir un documental de su vida.
—Excelente, es bueno saber que esta generación todavía me recuerda.
—La verdad me preocupé porque la gente en internet es cruel; pero hay hilos de twitter por todas partes con sus fotografías de joven alabando su rostro. Creo que es el crush de los hijos ahora.
—¿Y eso es bueno?
—¡Sí! ¡Las marcas lo aman! Estoy coordinando todo; ya tengo citas con las personas de Ray-Ban, de Adidas y Gatorade para cuando comience la temporada. Incluso, varios de los chicos nuevos del equipo se han vuelto muy populares en redes, pienso que podemos hacer unos videos para el instagram del equipo para conseguir más público joven.
—Veo a alguien entusiasmado con su trabajo... —le dijo feliz.
—¡Claro! La afición nos recibe bien, ¡vamos a ser un gran hit!
—Bien, eso es increíble. Será una gran motivación para todos.
Seokjin estaba un poco viejo para todo esto del mercadeo y las redes sociales. Así que se había conseguido un asistente joven e hiperactivo que lo ayudara con eso. Funcionaba, así que él solo tenía que hacer lo que mejor hacía, enfocarse en el juego.
—Estuve con los productores de BBC al teléfono hace un rato. Quieren una entrevista de su libro. Pienso que podríamos hacer un en vivo o... no lo sé...
El chico ni siquiera tomaba aire, así que le causó gracia a Seokjin, quien observó consternado la pantalla de su celular al desbloquearlo.
¿Tan pronto?, pensó.
—Ya veremos eso luego, ¿te parece? —le dijo con una sonrisa que se desvaneció poco a poco—. ¿Tenemos algo más para hacer hoy? —cuestionó con un tono un poco más serio.
El muchacho sacó su propio teléfono para verificar.
—En su agenda ejecutiva nada, y en la personal... Su esposa lo estuvo llamando toda la mañana. El comprador llegará hoy a ver la casa —le dijo mientras ambos se movían hacia la salida.
—¿Hoy? Mark —llamó—, cancela todo —el chico le extendió sus anteojos, seguidamente Seokjin se los colocó.
—¿Señor, se encuentra bien? —preguntó confundido por su repentino cambio. Llegaron al auto del mayor y este desactivó la alarma con el control antes de abrir la puerta.
—Sí, sí. Tengo un asunto personal, te veré luego —terminó, subiendo a su auto.
Encendió el motor del auto, y condujo por la autopista presionando el marcado rápido de su teléfono para llamar. No sabía exactamente qué respuesta esperaba. La línea se abrió y lo primero que notó fue la expectativa en la voz de su esposa:
"Llegué hace un par de horas, el comprador me dejó muchas llamadas perdidas. Dijo que solo estarás hasta mañana. Será mejor que vengas si quieres hablar con él".
—Voy para allá, te veré en un par de horas —dijo con determinación—. Te amo.
Seokjin apretó el volante con fuerza y no se detuvo, en su lugar, siguió en dirección a la carretera, a toda velocidad.
Con todo esto del equipo nuevo, Seokjin se vio en la necesidad de volver al pueblo en el que creció, también regresó a su antigua casa; a decir verdad, era una casa muy grande y resistente para ser tan antigua. Y a él, que siempre tuvo una tendencia a los negocios, no le importó invertirle un poco para poder colocarla en venta.
Pasadas las semanas, apareció un comprador demasiado interesado, y listo para mudarse. Por lo que debían ir a limpiar y arreglar un par de cosas antes de despedirse finalmente de ella. Podría haber enviado personas a limpiar, contaba con el dinero para hacerlo, pero... el lugar tenía valor sentimental. Así que prefirieron encargarse ellos mismos.
Seokjin podría haberla vendido como lo hacía con cualquiera de sus negocios; pero quería asegurarse de que quedara en buenas manos.
El otoño pronto comenzaría y el cartel de "Bienvenidos al Condado Mariposa" le trajo una sensación de nostalgia y el aire puro lo mareó un poco.
Llegó casi al mediodía, la nostalgia le invadió cuando aparcó su gran camioneta en el mismo espacio donde la chatarra con ruedas que usaba de joven solía estar. Había cambiado tanto desde la última vez que estuvo allí. Tenía pavimento en nuevas zonas, y el sector montañoso se convirtió en punto turístico.
Y como era costumbre, entró por la puerta trasera, porque nunca le arreglaron el picaporte, aunque probablemente debería hacerlo antes de venderla.
Caminó desde el garaje hasta llegar a la cocina, en donde al entrar se encontró a su esposa intentando bajar unas cajas que les hacía falta sacar de la repisa.
—¿Crees que la estufa aún funciona? —dijo con gracia, asustando con su presencia a la otra.
—¡Jin! —se volteó a verlo con una mano en su propio pecho—. ¿Por qué entras en silencio? Vas a matarme de un infarto.
Él sonrió. —Lo siento, es la costumbre de entrar a escondidas —se acercó a saludarla con un beso—, ¿cómo está todo por aquí?
—Todo en orden, las personas de carpintería terminaron de arreglar las ventanas y puertas hace un rato, solo me falta sacar un poco de basura del ático.
Seokjin alzó una ceja.
—¿Por basura te refieres a mis cosas viejas? —dijo ofendido.
—Sí —le respondió encantada de fastidiarlo.
—Bien, señorita pretenciosa, me iré a sacarlas yo mismo antes de que atentes contra mis tesoros.
Ella solo se burló. Siempre molestaba a Seokjin con que pronto se volvería un viejo acumulador, y él la molestaba con que era una engreída, lo cual era gracioso porque fastidiarse era una de las muchas formas en las que se decían que se querían.
Seokjin negó con la cabeza disponiéndose a subir, pensando en que había unas cuantas cosas que podía donar a la caridad.
Al subir, pasó su mano por todo el barandal del segundo piso, y dio un vistazo a su vieja habitación ahora recién pintada antes de suspirar con nostalgia. Vaya que habían pasado muchos años.
Ya le habían cambiado el empapelado, y el barniz de las puertas estaba fresco. Se estiró para alcanzar la cuerda que al tirar de ella abría el viejo ático cuando llegó al pasillo.
Extendió con cuidado la escalera; no se había preocupado por cambiarla, pero quizá debería hacerlo porque fue todo un dolor de pierna subir hasta el ático en ella.
Sí, el lugar estaba tan feo como lo recordaba.
Sonrió y comenzó a mover las cajas donde los objetos restantes de la remodelación se encontraban, también algunas cosas viejas que dejó allí antes de mudarse a San Francisco como trofeos, pósters y peluches.
Había juguetes de su hijo cuando bebé, su cuna y pensó que esos definitivamente irían a la caja de donaciones junto con la ropa clásica que Seokjin guardó de la época.
Los adornos de Navidad y las cosas de peluquería de su madre también irían a donación. Le pareció impresionante la cantidad de cosas y de basura que habían almacenado allí por años.
También se encontró con una estantería, pero esta era de caoba pura, y le gustó, solía ser de su padre así que sí, esa se iría a su oficina.
Intentó moverla, y al hacerlo, empujó por accidente un par de cajas de dónde se cayeron libros, y unas telas seguidas de un crujido.
Seokjin se acomodó los anteojos esperando no haber roto nada; pero sintió una gran presión en el pecho cuando se encontró con una maqueta del sistema solar, polvorienta y aplastada por los libros.
Se acercó a ese rincón, y tomó los pedazos, cuando un escalofrío le recorrió al leer:
"Kim, Taehyung. 6to. Grado" en la parte de abajo.
Alzó la vista, por primera vez se fijó en esas cajas del fondo, esas que no tuvo la valentía de tocar en dieciocho años.
Caminó hasta ellas, y se arrodilló frente a estas cuando comenzó a abrirlas.
Primero fueron sus padres, primero ella, luego él.
Su hermano tenía cáncer desde muy joven, el cual logró sobrellevar bastante bien por mucho tiempo. Pero ahora, ya habían pasado un par de años de eso.
Y a Seokjin, que todo el tiempo necesitó de su hermanito para enfrentar la vida, eso le dolió.
Abrió la primera, y se encontró con varios carteles de cantantes antiguos. También cassettes que alguna vez decoraron el cuarto de Taehyung, y que él mismo ayudó a colgar.
Había muchos libros, desde infantiles hasta tomos de enciclopedias, estaban los ensayos de los que copiaba cuando estaba en preparatoria. Y aquel cuadro que enmarcaba uno de los tantos títulos universitarios de Taehyung.
Seokjin tenía la foto de la graduación de su hermano en su computadora, le había sido muy difícil pasarla a digital, pero era un gran recuerdo.
Pensó que todos esos libros le vendrían bien a alguna institución pública. Así que comenzó a escogerlos, separando los que iba a quedarse porque siempre le gustaron y los que aportarían algo a la comunidad.
Pero entre tantos, hubo uno que le llamó la atención y cuya presencia hizo temblar a Seokjin.
Tomó la pequeña libreta, con su pasta de cuero empolvada, y la limpió un poco.
La última vez que la vio fue en el hospital, en una de esas bolsas que le dan a la familia de los difuntos con sus pertenencias.
Recordaba que su hermano no la dejó ni por un momento, la cual Seokjin, en medio de su dolor, lo único que pudo hacer fue lanzarla con el resto de sus cosas. Le dolía porque ni siquiera lo dejaron despedirse de él. Ni enterrarlo.
Y es que, Seokjin formó una familia y tuvo mucho éxito después de las dificultades.
Pero su hermano, Taehyung, por otro lado, obtuvo decenas de títulos y reconocimientos por las investigaciones que hizo para la universidad de Boston, y su trabajo como profesor en la de California. Incluso llegó a tener una cuenta de banco con una cantidad de dinero demasiado grande en ella.
De hecho, fue el dinero de Taehyung el que los salvó en muchas ocasiones, además de que, al ser el padrino de su hijo, él se encargó de apoyarlo para que nunca le faltara nada al pequeño.
Sin embargo, nunca se casó, no tuvo hijos, regresó cada verano al Condado, después de morir sus padres no volvió a irse. Se dedicó a su carrera por años, y todo lo que hacía era estudiar, beber y leer.
Por eso, aunque Seokjin vivía lejos, siempre regresó a esa casa por dos cosas: alcohol, y la sabiduría de su hermano.
Todos decían que Taehyung estaba loco, incluso él mismo lo decía.
Contaba historias extrañas, y hacía preguntas retóricas que le hacían cuestionarse todo. Pero, también tenía un doctorado en física, y Seokjin apenas contaba con recuerdos claros de cómo era su vida, así que nunca se atrevió a tacharlo de desquiciado.
Abrió la libreta, y frunció el ceño cuando no entendió lo que la anotación en la pasta de la libreta significaba:
"Querido Taehyung,
Es probable que no entiendas lo que sucede, a mí me tomó treinta años hacerlo, no dudo que esto sea una mala idea, porque creará otros tú y otros yo. Somos un fallo en el universo, y siempre lo seremos porque así lo decidimos. Miles de nosotros elegimos este camino, que, aunque ahora sientas que duele, es necesario, de otra forma, no habría valido la pena porque es nuestra culpa por quedarnos callados.
Esto es demasiado arriesgado. Me conozco lo suficiente para saber que buscarás un camino más fácil; pero no lo hay. Deberás averiguarlo por ti mismo como lo hice yo en mi pasado, que es tu futuro. Mi libreta estaba vacía, así que tuve que robar esta de, bueno... ya lo verás.
Viví una vida plena con mi familia; pero me tardé muchos años; siempre creí que estaba loco, ahora sé que no es así. Por eso regresé a buscarme.
No puedo darte lo que sé, porque entonces nada ocurriría como debe hacerlo; pero tengo la certeza de que con esto harás de mí un mejor tú. Eres más de lo que crees, pequeño, lo logramos, y somos la persona más inteligente del mundo.
Querido yo, te doy lo que perdimos, para que entiendas que no estás solo.
Con amor, el futuro viejo tú".
Seokjin negó al debatirse mentalmente en si había enloquecido o eso no tenía ningún sentido, así que pasó a la primera página:
"Kim Taehyung, diecisiete. Futuro científico y nobel de física. Bombero, poeta y barbero..."
Tenía un par de tachones, al parecer esas atribuciones no le habían gustado. Así que más abajo decía:
"Kim Taehyung, diecisiete. Último año de preparatoria".
Las primeras hojas, tenían muchas anotaciones de cosas sin sentido. Taehyung se había saltado el segundo año de prepa, así que esa libreta tenía cosas como su horario, y detalles como: a quién no debía hablarle, quién vendía droga dentro del salón, una lista de lugares que había incendiado, qué comida de la cafetería era decente, entre otras cosas.
Le pareció demasiado tierna la idea de que su hermano hubiera escrito cosas así. Es decir, el Taehyung que él recordaba, era un hombre adulto, alto, fornido, de expresión seria; nada comparado con el adolescente que el castaño fue.
Seokjin esperaba cualquier cosa realmente inverosímil sobre las investigaciones de su hermano, pero no lo que leyó después de eso, donde comenzaban las letras casi a mitad del cuaderno, y era gracioso, porque tuvo que girar la libreta para leerlo.
"Kim Taehyung y su latente homosexualidad:
"Su sonrisa es bonita".
Seokjin sonrió sin proponérselo, profundamente enternecido por la caligrafía de su hermano.
«A veces pienso que está coqueteando conmigo.
Su expresión cambia cuando habla sobre mí.
¿Podría ser que se siente atraído a mí?
Me besaron, pero yo no sé besar. Nota: recabar técnicas para hacerlo bien. (Preguntarle a Seokjin como ÚLTIMO recurso solamente).
Me siento atraído hacia un "él".
Soy más imbécil de lo que creía.
Me gustaría saber si él piensa lo mismo... de mí
Lo que dicen del sexo es cierto...
No me importaría volver a fingir que no sé nada de mitología para que me lo explique con su acento y al oído... por favor.
Cita oficial: exitosa. Buscar otros lugares que sean interesantes para salir.
Si resulta que no es viajero del tiempo ya solo me tocaría buscar la forma de justificar a mi novio el drogadicto.
Tengo un problemita con lo mucho que me gusta que me tapen la boca.
La mejor maldita noche de mi vida.
Estoy enamorado de un "él".
No, no de un "él". De él, específicamente.
Sí, estoy enamorado de él».
Seokjin conocía a su hermano de toda una vida y jamás imaginó que él pensara cosas como esa. No le interesaba averiguar de qué se trataba, aun así, confirmaba que Taehyung era tan blando en su interior como siempre creyó, saberlo le gustó mucho.
Estaba siendo muy feliz con sus recuerdos hasta que al pasar unas cuantas páginas más se topó con un nombre que nunca había oído encerrado en un círculo, pero que le hizo sentir inmensos deseos de vomitar.
"Jeon Jungkook y la electricidad".
«Me he encontrado a una persona en los alrededores de la comunidad del Condado Mariposa, California. Dicho sujeto, afirma que proviene del año 2019.
Sujeto de prueba, nombre identificado: Jeon, Jungkook.
Abro espacio a hipótesis, y a la posibilidad de que no esté en sus cinco sentidos debido al consumo de alguna droga o estupefaciente».
Seokjin parpadeó confundido cuando cambió de página, pues era muy notorio que le habían arrancado varias hojas, faltaban cosas. Así que se enfocó en lo siguiente escrito.
«Después de ciento cincuenta y dos días de arduo trabajo, puedo escribir el marco central de la hipótesis que acuña mi bitácora.
Un cuerpo a través de dos bocas de densidad podría moverse más lento en el espacio-tiempo. Utilizando para ello una canal de electricidad, y estática a fin de preservarse con vida.
En el sujeto de prueba, dicha electricidad se vio adherida a sus ondas cerebrales, haciéndolas más lentas para mantener un flujo de energía constante entre su cerebro y su cuerpo.
Un agujero de gusano, con densidad suficiente, es capaz de contener y transportar objetos de un punto a otro en eso que llamamos tiempo-espacio.
Esta teoría queda comprobada, pero con una validez de utilización nula. Ya que, al tratarse de un agujero creado artificialmente, el ente viajante solo podría regresar hasta su punto de origen.
Es decir, este agujero fue creado el primer día de agosto de mil novecientos ochenta y seis; y aunque pasaron más de treinta años, cuando el sujeto se introdujo en él, regresó exactamente al momento en el que fue creado.
Quedando así descartada la posibilidad de controlar por este medio los viajes en el tiempo».
Tembló cuando se encontró con aquella tinta diferente. La misma con la que habían escrito en la pasta.
«PD.1: Hora de teorizar. No seas holgazán, Kim, comienza desde aquí. ;)
PD. 1.5: Tengo que ir al gimnasio por tu culpa, deja los waffles, YA».
Era mucho que asimilar, estaba tan absorto en su lectura que no notó a la persona que entró en silencio al ático y le vio arrodillado entre el montón de cajas.
—¿Papá? —le llamó una voz detrás de él.
—Hoseok... —murmuró. Seokjin volteó a verlo, sorprendido, y muy confundido—. ¿Cómo es que estás aquí?
El hombre soltó una pequeña risa.
—Hola a ti también —le dijo acercándose. Pero al hacerlo, notó extrañeza en su rostro
Kim Hoseok, su hijo, era en muchos aspectos parecido a él. Al verlo recordó a su yo un par de años atrás. Tenía ese cabello castaño, y una sonrisa grande como todos los hombres de su familia.
Alguna vez fue tan pequeño; creyeron que no iba a salvarse, pero lo hizo.
Pasó semanas en la incubadora; Seokjin y Sunhee, quienes aún no dejaban de ser muy jóvenes, estaban muriendo del cansancio. Entre el trabajo, el poco dinero y la ilusión de estudiar. Afortunadamente, hubo alguien que ya no se sentía atado a eso. Su hermano, Taehyung, resultó ser apegado a la fragilidad y tener más instinto paternal del que todos creyeron.
Taehyung se quedó cuidando al pequeño días enteros sin descansar. Después de todo, él estaba enfermo, y visitar el hospital le parecía menos deprimente cuando se trataba de su pequeño Hoseok. Lo amaba como a su propio hijo, era su sangre.
—Hoseok... Hijo... Creí que no vendrías aquí de nuevo. —Seokjin se puso de pie.
—Dame un poco de crédito, ¿sí? Tenía pensado sorprenderte antes, pero... ya sabes, cambio de planes.
—¿Sorprenderme?
Hoseok sonrió y sacó su teléfono para buscar entre sus contactos a su padre como no lo había hecho en años. Y este, le vio curioso cuando sintió su propio teléfono vibrar.
Seokjin alzó la ceja cuando la línea se abrió.
—Señor Kim —dijo el castaño menor sin dejar de sonreír—, quiero comprar la casa. Me dijeron que está disponible.
El hombre asintió viendo con rostro afable a su hijo y bajando su teléfono cuando el otro lo hizo.
—¿Entonces tú eres el misterioso comprador?
—Perdón por venir antes, temía que solo enviaras a alguien a entregarla.
—Estoy sorprendido —confesó.
—Siempre me gustó esta casa, cuando supe que la tenías en venta y que tú y mamá estarían por la ciudad... comencé a buscar espacios para abrir otro restaurante, no lo sé, trasladarme aquí para poder comprarla. Así que... ¡Sorpresa! Estaremos a unas cuantas horas de ustedes.
—Pensé que estabas molesto conmigo.
—Sé que comprar la casa es una terrible excusa para venir a disculparme contigo, mamá se regañó por eso; pero de todas formas quería hacerlo.
—Ah, ¿sí? —Seokjin le vio con una ceja alzada.
—Estoy viejo, papá —le respondió divertido con su expresión—. Y entiendo que elegí un camino totalmente opuesto a lo que querías.
—Solo quería que fueras feliz, que no tuvieras que pasar por las mismas dificultades que yo.
Cada historia es el inicio de otra nueva. Kim Seokjin tenía una historia sobre cómo su hijo de dieciséis años se fugó de la casa junto con su novia, y se casó en secreto.
—Soy feliz —le dijo—. Amo a mi esposa y a mis hijos, tengo un gran negocio. Sé que si te hubiera escuchado todo habría sido más fácil. Así que ya puedes decirme "te lo dije". Pero, papá, no esperaré otros quince años a que no estés para decirte que lo siento.
Seokjin sonrió sin darse cuenta.
—Tienes razón, te volviste viejo.
—No seas cruel conmigo, tú eres más viejo que yo.
—¡Oye! Soy tu padre y aún puedo castigarte —le dijo.
Seokjin guardó la libreta dentro de la chaqueta, antes de acercarse a abrazarlo.
La nostalgia de esa casa, y las memorias que había en ella le llenaron el corazón. Porque las paredes tenían escrita una gran historia de amor en ellas. Pero el amor iba más allá de caricias y besos a escondidas.
El amor es bienestar.
Por eso, el amor para Kim Seokjin era... eso que sintió cuando la chica de sus sueños se enfrentó a sus padres para quedarse a su lado, y su hermano siendo un gran tío cuando le enseñó a su hijo a andar en bicicleta. Era Taehyung ayudando a Hoseok con su tarea de matemáticas en la cocina con las canciones infantiles del festival escolar al que asistió con orgullo.
Eran las tardes de café y pasteles en el jardín con sus padres cuando estaban con vida. Era el vestido de novia de su esposa y su cabello brillante.
Ese amor estaba ahí; en esas calles, en la gente a su alrededor, en las hojas que caían de los árboles, en su hogar.
—¿Qué haces aquí arriba? —Se atrevió a preguntar Hoseok.
Seokjin negó con la cabeza, aclarando su garganta.
—Limpiaba un poco el ático y encontré cosas que había olvidado que estaban aquí —le dijo dándole un vistazo a sus manos, a donde la libreta había estado antes.
Hoseok sonrió nostálgico, él entendía la razón de la tristeza de su padre. La ausencia de su tío Taehyung, fue difícil para todos en la familia.
En especial para él mismo y su padre.
Su tío fue su mejor amigo desde que tuvo memoria. Y también era la persona a la que más admiraba en el mundo entero. Recordaba que los dos veían el mismo programa infantil en la televisión, se compraban ropa a juego y que era Taehyung quien firmaba como su padre cada vez que reprobaba en la escuela para que Seokjin no lo castigara.
Taehyung nunca lo admitió; pero adoraba a los bebés. Y amo tanto a su sobrino, que le tomaba la mano cuando se dormía en su regazo, como si una parte él tuviera miedo de perder a la única persona que amaba inocentemente.
Incluso cuando Hoseok se fugó de casa, él fue quien lo encubrió; hasta fue padrino de su boda, a lo mejor debió ser el tío responsable; pero no dudó en darles la llave y escritura de una vieja casa a la que él nunca se mudó.
—Yo también lo extraño —dijo viendo a su padre y colocando la mano en su espalda.
Seokjin no lo diría, pero después de tantos años teniendo a su hermano como guía; estar sin él aún le dolía mucho.
—¿Qué hay de ti? —preguntó, caminando con lentitud—. ¿Qué harás con tu casa de Boston?
—Voy a remodelarla —Hoseok se movió para ayudar a su padre a bajar las escaleras del ático con unas cajas, desde el accidente, había dejado de ser tan ágil como antes.
—¿La venderás, entonces? —le dijo este cuando llegaron al segundo piso.
—No. Se la daré a Jacob, quería quedarse a estudiar en la universidad de allá. No fue fácil convencerlo de venir.
—Oh... un chico difícil —se burló Seokjin. No había visto a su nieto desde hacía mucho tiempo y solo lo hizo en pocas ocasiones.
—Tiene tres años para arreglarla y poder mudarse. Además, las escrituras siempre han estado a su nombre de todas formas.
—Vaya, creí que apenas estaba entrando a la secundaria.
—Sí, de hecho, la próxima semana comenzará su último año de secundaria.
—¿Cuántos tiene? ¿Dieciocho?
—Cumplió quince en junio —suspiró con una sonrisa—, está tan adolescente que no lo aguanto.
—Se parece a ti.
—Yo me parezco a ti.
—Oye... eso fue un golpe bajo —le dijo ofendido.
—Como sea, se puso un arete en la nariz el mes pasado, y se graba bailando —dijo con algo de gracia temblando mientras Seokjin se burlaba de él.
—¿Qué hay de mi pequeña Brigitte?
—Trece años, con novia, ya no quiere comer bistec, y se la pasa subiendo todo lo que hace a internet. Con eso te digo todo, así de asustado me tienen.
—Ya te volviste anticuado, hijo. —Hoseok asintió—. Ven, te invito un pudín.
El castaño negó con la cabeza; de un tiempo para acá, su padre se había vuelto muy comprensivo y tranquilo con él. Quizás era producto de haber madurado verlo así, y charlar tranquilamente con tus padres era parte de envejecer.
Volteó hacia la ventana y vio a su hijo en el jardín, con los brazos alzados, intentando encontrar buena recepción para su celular. Suspiró, ojalá ellos pudieran tener una mejor relación.
Así que se acercó al balcón y alzó la voz.
—Oye, Jacob. Ven acá, ayuda al abuelo con las cajas —le dijo Hoseok.
Seokjin observó la escena de la castaña menor sin poder obtener la atención de su hermano mayor y se rio en sus adentros, al notar el gesto inconforme del muchacho, entonces, suspiró.
—Déjalo, hijo. Parece que está ocupado —opinó. Restándole importancia, tomó una caja con libros para bajar por las escaleras ahora hacia el primer nivel.
Se sentía inquieto, y no sabía si era por el hambre o el escalofrío que le recorrió cuando su estómago dolió. Algo dejó de sentirse bien para él, aunque no supo identificar qué era más allá de su mente divagando.
En el primer piso de la casa, había un ambiente lleno de alegría, le sonrió a su nuera antes de darle un pequeño saludo, y salir tranquilamente por la puerta principal al avanzar hasta su auto estacionado.
Las calles estaban llenas de risas, la alcaldía al fin le daba apoyo a esa pequeña comunidad, por lo que no solo eran las hojas secas lo único que adornaba las aceras, sino también, varias personas interesadas en el pintoresco y acogedor lugar.
Seokjin amaba a la ciudad que lo hizo famoso, pero el lugar que lo hizo brillar era este.
Llegó hasta su auto y batalló por intentar abrir el baúl de este sin bajar la caja, tambaleó un poco, supuso que todos sus libros terminarían en el suelo cuando esta se le resbaló; pero no esperaba sentir apoyo tras su espalda.
Volteó a ver ligeramente, para encontrarse con un pelirrojo bien peinado que le sonrió sosteniendo la caja.
—Señor, ¿necesita ayuda? —se ofreció el muchacho, mientras hacía un esfuerzo por ayudarlo a abrir la puerta de atrás de la camioneta, juntos. Al conseguirlo, dejó la primera caja dentro de este.
—Agradezco la intención —le observó, su aspecto era pulcro y alineado, su suéter celeste lucía impecable—, pero no quiero molestar.
—No es molestia, en serio, es un placer ayudar —le sonrió, extendiendo la mano—. No sabía que la casa tendría nuevos huéspedes —comentó.
Seokjin estaba por presentarse, ya que le había parecido muy educado, fue entonces cuando se escuchó un quejido y el sonido de muchas cosas cayendo.
Ambos voltearon hacia la cera para encontrarse con varias cajas sobre un cuerpo adolorido. Y una niña detrás de este que estalló en risas antes de gritar:
—¡Papá! ¡Jacob se cayó en el jardín! —mientras se burlaba y corría de regreso al interior de la casa.
Tanto el muchacho como Kim se movieron para ayudar al chico cuyas piernas lo habían traicionado y ahora yacía debajo del montón de cosas.
—La abuela me dijo que tengo que ser amable contigo —explicó, compungido tras haber resbalado, cuando Seokjin se acercó —, así que vine a disculparme por órdenes de ella y papá. Y ayudarte con tus cosas.
—Descuida, Jacob, ya te conseguí un reemplazo —le retó, sonriéndole por defecto viéndolo desde arriba.
Si Hosek era el karma de Seokjin, su hijo debía estar pagando algo grande, porque Jacob definitivamente representaba un gran problema. Sumado a su hermanita, sí, el doble de conflictos.
El pelirrojo que arrodilló en la grama, para quitarle el libro que tenía sobre la cara burlándose un poco antes de preguntarle:
—¿Te encuentras bien? —Más divertido que preocupado ante la mirada de Seokjin, cuya piel ardió como si empezara a ser consciente de su entorno por primera vez en años.
—Sí, sí, tengo pasión por rodar en la grama —respondió sentándose correctamente, notando un pequeño raspón en su codo.
—Entonces... ¿Te quedarás ahí o quieres ayuda para levantarte?
—No hace falta —bufó, buscando alejarse del otro cuando se puso de pie.
—¿Siempre eres así de gruñón?
—¿Siempre eres así de metiche?
—Sí, gracias por notarlo —se mofó rodando los ojos—. Es mi profesión.
Kim Seokjin siempre creyó que había cosas que los humanos como él no entendían; por eso frunció el ceño cuando un sabor a hiel le invadió, pues sintió que conocía al pelirrojo, pero esta vez no lo incomodaba, en su lugar le inspiró mucha confianza.
—¿Vives cerca? —se atrevió a preguntarle Seokjin mientras lo observaba burlarse de su nieto y la tierra en sus rodillas.
—Sí, soy el vecino loco de las plantas, vivo a unas dos casas de aquí, casi al final de la calle.
—¿Cómo te llamas? —dijo el ahora mayor entre todos los Kim; pero el chico no le respondió de inmediato.
El pecho le dolió, Seokjin sentía que había estado ignorando algo por mucho tiempo. La forma que el chico tenía de cerrar los ojos al sonreír le recordó eso que según él nunca había sucedido.
Y lo confirmó, pues el universo se vio cómplice de reunirlo con sus recuerdos cuando volvió a ver a su gran amigo después de mucho tiempo.
—¡Dominic! —llamaron del otro lado de la acera—. Te envié de compras hace seis horas. ¿Por qué tardaste tanto? Estaba muy preocupado por ti.
Volteó a ver a los otros dos.
—Como ya escuchó... Soy Dominic. —El chico se pasó la mano por el cuello, apenado—. Él es mi papá —dijo algo avergonzado de ser regañado en público.
Después de los años en los que creyó que nunca crecería, Agustus Min finalmente se veía como todo un adulto. Tenía puestos sus guantes de jardinería y una bandana que sostenía su cabello hacia atrás.
Se acercó a ellos, pero se detuvo impactado cuando reconoció a Seokjin recargado sobre la camioneta detrás de su hijo y el muchacho que los acompañaba.
—Papá, lo siento —volvió a hablar—. Sé que dije que llegaría temprano, pero... me distraje hablando con los nuevos vecinos y...
April se burló un poco cuando el mayor de todos le guiñó un ojo, caminó lentamente hasta el auto y pensó que esto era irreal.
—No son nuevos vecinos, hijo. Son un antiguo dolor de cabeza —dijo con gracia, sin dejar de verlos.
Los chicos no entendieron la forma tan cómplice en la que ese apretón de manos terminó en un abrazo, como si se conocieran de toda la vida. Siendo tan joven, Seokjin le dolió tanto a April, y ahora, ya no era más que un recuerdo.
—También es bueno verte —le saludó Seokjin.
Habían pasado tantos años, que incluso con sus errores ninguno de los dos guardaba rencor. Así que estar tan cerca era como sentirse jóvenes de nuevo.
Dominic carraspeó con la garganta atrayendo la mirada de los mayores.
—Contexto, por favor —dijo el Kim menor sin entender la situación.
—Esto es raro para mí. Así que me veo en la necesidad de sacarnos de aquí —bromeó, luego tomó del brazo a Jacob—. Entonces... "Jack" ¿Qué te parece si te curo eso? —le susurró—. Y ellos dos... que sigan en lo suyo, ¿de acuerdo?
—Yo ni te conozco, chico.
El Min menor buscó la aprobación de su padre con la vista antes de jalar del brazo al otro.
—Eso se arregla fácilmente. Ven —le dijo, arrugando la nariz para él antes de volver a ver a los mayores—. Ya regresamos —terminó, haciéndolo moverse por la acera.
—¿Se acaban de robar a mi nieto? —dijo Seokjin, confundido—. ¿Debería preocuparme?
—Descuida, le gusta hacer sentir bienvenidos a todos, lo devolverá en un rato. —Min ladeó la cabeza y recargó su espalda en la camioneta, quedándose junto a él mientras veían a los chicos caminar a un par de metros de distancia—. O quizá no, si le agrada no va a soltarlo jamás.
Kim Seokjin alzó su vista un poco a la derecha hacía en donde se podía ver el gran árbol rodeado de flores.
—Puedo preguntar... ¿Por qué tu hijo es tan alto y pelirrojo?
Agustus se burló. —Es natural, por si esa es tu duda.
—Es más alto que tú. ¿Se parece a su madre, cierto?
—Es idéntico.
Seokjin sonrió, su amigo parecía muy tranquilo y ninguno de los dos tenía tiempo para guardar rencores. No se hablaban desde que estaban en secundaria, lo suyo jamás había sucedido.
—¿Y dónde está? Necesito ponerme celoso —dijo feliz.
Él contestó con una sonrisa, pero sus palabras no concordaron con esta.
—Ella nos dejó cuando mi hijo era pequeño. —Incluso si tuvo que dejar ir a su esposa, su pequeño no tan pequeño le hacía recordarla todos los días.
—Oh... lo siento. No quise incomodar.
—No importa, adoro hablar sobre ella. Se llamaba Serenity, nunca nos casamos, de hecho, yo estaba buscando una costurera que me ayudara en mi taller de Nueva York y ella apareció. Era terrible cosiendo, y mató mis crisantemos; pero también era muy encantadora.
April sonrió, era necesario decir que después de conocer la gracia, se encuentra la serenidad.
—Creí que estabas en el ejército. Cuando te fuiste...
—Lo sé, le mentí a mi familia para buscar mi "gran sueño" —se mofó de sí mismo—, pero terminé tirando la universidad y haciéndola de sastre.
—¿Y ahora qué haces?
—Tengo una marca de ropa, ha crecido mucho en estos años, la tienda principal está en Nueva York y si todo va bien, me extenderé al extranjero. Pero es muchísimo trabajo.
—¿Y por eso estás aquí plantando petunias? —se burló de él y su ropa de jardinería.
—De hecho, sí; estaba tan cansado de la ciudad que decidí darme un respiro regresando aquí. Pensé que a mi hijo y a mí nos serviría.
—Sabes, estoy buscando un diseñador para los uniformes conmemorativos del equipo. ¿Conoces uno? —Seokjin tenía los brazos cruzados, y alzó una ceja viéndole de lado.
—Cállate, Abuelo Kim. Te vi en televisión esta mañana, pensé en llamarte, pero ahora que te veo, me ofendería si no me dieras ese trabajo a mí.
Min le dio un pequeño empujón; pero al hacerlo, algo dentro de la memoria de Seokjin se quebró, como si estuviera incompleto en esa sensación de ya había pasado por esto antes, que siempre tenía.
—Es gracioso, ¿no lo crees? Nunca imaginé que "el abuelo Kim" sería... yo.
—Necesito que me dejes por escrito un permiso para bailar sobre tu tumba cuando te mueras, ¿podrías?
Seokjin sonrió aliviado, seguían siendo los mismos, solo que ahora con tantos años, que los daños de la existencia ya no podían asustarlos. Su vida corrió libre y desenfrenada, rápido para pasar inadvertida ante las mil estaciones que se esfumaron.
—Oye, sabía que pasaría algo importante hoy. Y no me equivoqué —le dijo feliz al pelinegro.
—¿En serio? ¿Qué cosa?
—Toda mi familia está en mi casa. Trae a tu hijo... —Sonrió ampliamente para él—. ¿Por qué no vienen a cenar?
Sí, después de tantos años corriendo sintió que su vida se detuvo un instante cuando se encontró en paz con todos los que amaba.
Su amigo de toda la vida le ayudó a recoger las cosas que se habían quedado en el jardín de enfrente. Eso le llenó mucho, al verlo saludar feliz a su esposa, y ese apretón de manos que le dio a Hoseok cuando este salió con las demás cosas a ayudarlo.
Terminaron pidiendo pizza. Comieron en la sala mientras se burlaban de lo viejos que se veían todos y del hecho de que se le había quebrado la pantalla al celular de uno de los, ahora, más jóvenes de todos los Kim.
Por primera vez en muchos años, esa casa se vio llena de risas, de un calor que Seokjin anheló sentir cuando era niño, y en el que puso total fe para seguir creciendo, para llegar a ser ese hombre respetable y amado que siempre quiso ser. Supo que lo había logrado cuando todos le escucharon contar sus historias con admiración, como si fuese el más sabio del lugar.
Kim Seokjin, a gusto con la vida, le agradeció al cielo la nueva familia que ahora tenía; sin embargo, no pudo dejar de sentir un poco de nostalgia por la antigua.
Su nieto se parecía tanto a él físicamente, que sabía que en un par de años sería de su altura y sonreiría como él. Tal vez... caminaría los mismos senderos que él y descubriría el mundo de la misma forma que él lo hizo. Sí, era viejo, pero un viejo muy afortunado.
Y le dolió que, aunque tenía todo eso, el tiempo que estuvo lejos de los suyos se seguía culpando.
Cuando la noche llegó, todos se despidieron; Hoseok y su familia se estaban quedando en el mejor hotel de la ciudad, la casa estaba casi vacía; por lo que, lo más prudente era irse hasta que pudieran coordinar correctamente la mudanza.
Sin embargo, para Seokjin y Sunhee sería muy riesgoso conducir de regreso esa misma noche.
—Papá —le llamó Hoseok—, ¿vienes? Te estamos esperando para ir al hotel.
—No, no... los alcanzo en un rato —dijo Seokjin—. Necesito un momento solo.
Su hijo entendió, y con total amabilidad, le extendió su chaqueta a su madre antes de invitarla a subir al auto con ellos.
Seokjin los vio marcharse, se quedó en el pórtico de la casa en completa soledad. Eso le había estado molestando el día entero, y sabía que el ruido en su cabeza no se detendría hasta que decidiera callarlo, o en su defecto, escucharlo.
Así que eligió lo segundo.
Era una noche particularmente cálida, de las últimas del verano. Se sentó en la entrada, y sacó del bolsillo interior de su chaqueta la libreta que le había causado tal conflicto.
No pudo despedirse de su hermano. El hospital no quiso ayudarlo. Le dolía cada día de enero haberlo dejado solo en esa casa.
Incluso siendo un adulto, él se reprochó no haber atendido a su hermano cuando comenzó a empeorar; pero Taehyung nunca quiso irse a San Francisco con él. Siempre dijo que no tenía voluntad para hacerlo.
Entonces, abrió la libreta de nuevo porque anhelaba sentirse cerca de él, aunque sea por unos instantes.
"31 de enero de 1987.
Salí del hospital hace un mes; los doctores dicen que mejoraré, mi intento suicida los alertó a tiempo. Tengo medicinas.
Seokjin encontró esto en la nieve, se supone que es mi diario, así que intentaré retomarlo porque según él esto es "terapéutico".
—Siempre fuiste mejor para esto de escribir... ¿O no, Tae? —dijo por lo bajo. Seokjin sonrió pasando a la siguiente página, pues continuaba.
"Descubrí que mi hermano será padre. ¡Seré tío! Las cosas han estado un poco extrañas, su novia vive en mi casa ahora".
"Los bebés son tan frágiles y suaves, mi sobrino duerme todo el día en el sofá y yo no puedo dejar de observarlo. Mi hermano tiene que trabajar, y su esposa estudia por las tardes. ¿El niñero del bebé? Exacto, yo. Lo sé, dejaron al pirómano a cargo del inocente angelito, terrible elección".
Para ser honesto, Seokjin estaba feliz con el recuerdo inocente de su hermano hasta que las letras le hicieron marearse.
"¿Tengo mucha imaginación o estoy pasando por alto algo importante? No entiendo por qué escribí todo eso, se supone que mi cabeza está bien".
Kim Taehyung, a sus dieciocho años, se dobló las mangas de la camisa hasta los codos con determinación cuando subió a ese ático y se sentó en ese viejo colchón con las piernas cruzadas, y su libreta para entender qué le había sucedido, por qué había escrito las primeras páginas.
Si el propósito de esa dedicatoria en la pasta era estimular su curiosidad pues lo había cumplido satisfactoriamente.
Después de una gran crisis, aconteció que esa frágil realidad en la que vivían, siguió su cause cual río, como debía hacerlo. En una línea a la que un viejo Taehyung decidió llamar vulgarmente "línea cero", en donde su hermano era bueno, y su familia estaba en paz. Una en donde fue inmensamente amado.
Esa, que era producto de un amor que le tomó mucho tiempo entender; en la que el castaño fue feliz con los suyos, salió con un par de chicas mientras crecía y asistió con dignidad a sus tratamientos. Sin embargo, cuando su sobrino le hablaba, o alguien encendía la radio, no podía evitar sentir que le hacía falta algo.
Así comenzó a plantearse la teoría de que su vida era producto o error de otra cosa.
Kim Taehyung fue tan exitoso e importante, que cuando descubrió lo que sucedía no dudó en intentarlo.
Por eso se colocó las manos en la cintura cuando se decidió a volver a empezar.
Faltaban unos cuantos meses para marcharse a la universidad y él decidió volverse ese famoso científico que había soñado.
Desde que había llegado a ese país se había propuesto ser un gran científico-matemático-físico, pero, por ahora, solo era un cerebrito con demasiada imaginación según las palabras exactas de su hermano.
Aunque sus planes siempre salían mal y sus vecinos le tenían miedo, él nunca se rendiría.
Seokjin nunca entendió lo que hacía hasta ese momento en el que con la libreta en la mano las líneas parecieron tocarse entre ellas de nuevo.
"Hoy fui al lago, es el lugar que dicen mis apuntes pasados; pero no ha sucedido nada extraño. Volveré mañana, es un buen lugar para estudiar".
Él vio a su hermano salir de casa todos los días desde que ese enero comenzó. Jamás cuestionó los motivos o su paradero. Y su corazón se conmovió cuando la realidad se volvió menos densa en esa utópica línea temporal.
Kim Taehyung, el estudiante que salió en los periódicos nacionales por graduarse con el punteo máximo fue el mismo que se sentó a la orilla del lago cada mañana sin falta con la esperanza de encontrar algo que cambiara su vida para luego correr hacia la escuela en medio de una primavera que le acogió cuando las violetas del pueblo llenaron de belleza los senderos, hasta el día en que se marchó a la universidad.
"1 de agosto de 1987
Vine a visitar a mis padres desde Boston. Me tomé un día libre de la universidad para venir a pensar aquí, al lago. Sueño cosas extrañas, espero que sean ideas, así podré ser rico, o toda una estrella.
Tu nombre está por todos mis apuntes. No sé quién eres, pero pareces importante.
¿Seré esquizofrénico o eres mi conciencia? El doctor se molestó conmigo porque le pregunté por milésima vez si era posible que tuviera amnesia, y me dijo que no, de nuevo.
Como sea, si resulta que le puse nombre a mi propio diario voy a golpearme por ser tan ridículo.
La universidad es una mierda, ¿quién diría que odiaría tanto estudiar? Detesto los dormitorios, y el maldito frío va a matarme, es por eso que prefiero quedarme en el área común del edificio, hay un teléfono ahí".
A Seokjin se le cristalizaron los ojos, el primer año de universidad su hermano llamó sin falta cada noche, para no cenar solo.
"1 de agosto de 1988
Son mis primeras vacaciones. Volví a casa. Hoseok sabe pronunciar mi nombre; es gracioso. Estoy enseñándole a sumar, espero que no sea demasiado pronto.
Lo más satisfactorio de mi día fue verlo decir que soy su héroe porque Seokjin se veía muy ofendido. Amo mucho al enano ese, es mi estrella.
Vine aquí a buscar inspiración, todos esperan grandes cosas de mí y yo solo quiero comer crema batida".
Tragó saliva, y el frío caló en sus rodillas mientras sentía como si todo a su alrededor se detenía, incluso las copas de los árboles dejaron de moverse por el viento cuando exhaló.
"1 de agosto de 1989
Yo de nuevo.
Estoy en el lago, no ha sucedido nada; pero está bien, me gusta relajarme. No quería estar en casa estas vacaciones. Me gusta venir aquí a ver las estrellas.
Las personas de la facultad están encantadas conmigo, también asisto a todos mis tratamientos. Parece que podría llegar a graduarme de la universidad mucho antes de lo que creí. Le enseñé un par de teorías a alguien importante, creo que me ven con cara de posible dinero, ni siquiera me he graduado y creo que ya tengo trabajo. Y sí, soy el raro de los viajes en el tiempo del salón, nadie me cree.
Escribiré tu nombre todos los días hasta entender de dónde saliste.
Jeon Jungkook, Jeon Jungkook, Jeon Jungkook..."
Él, ellos... ¿Por qué? ¿Por qué comenzó a dolerle el pecho?
"1 de agosto de 1991
Hace mucho que no escribo, pero necesitaba contarle a alguien que hoy estoy un poco triste, mi hermano y su familia se mudan a otra ciudad. Hoy regresé y ya no estaban. Mi hermano consiguió una oportunidad de estar en la banca para el equipo de Los Gigantes de San Francisco.
Mi sobrino me ha enviado una postal desde su nuevo hogar, se ve feliz, sus padres se casaron (al fin), fui a la boda, y por alguna razón pensé que me gustaría casarme".
—¿Y por qué no lo hiciste? —masculló cuando sus hombros se tensaron.
"1 de agosto de 1992
Compré unas cortinas celestes para mi dormitorio de la universidad, se burlaron de mí porque tenían nubes... y estrellas bordadas, pero pienso que es lindo.
Me ofrecieron una exoneración de examen final. Creo que significa que ese título ya es mío.
Volveré a casa, creo, aún no estoy taaan sano; pero estoy mejor. Estado: me siento optimista.
Ahora que soy todo un profesional me dejaré la barba".
Los años en los que no estuvo, las veces que lo vio en navidad, Seokjin se ahogó en sus propias ideas, sujetándose la cabeza con fuerza al sentir que le martillaban el cerebro con violencia, acompañado de un escozor en su cuello.
"1 de agosto de 1993.
Hace unas semanas pasó algo raro. A la universidad llegaron unos vídeos de la creación de supernovas y sentí que vomitaría cuando uno de mis compañeros de trabajo bromeó con que eran «superestrellas».
Estrellas...
Una superestrella.
Mierda".
Kim Taehyung cumplió veinticinco que se convirtieron en veintiséis. Veintiséis que se convertirían en treinta
Sus padres murieron y ese año cuando regresó se quedó solo en la casa.
"1 de agosto de 1994.
Seokjin quiere que me vaya con él a San Francisco, él tiene miedo de que tenga una recaída. Como si no hubiese vivido con esto tantos años ya.
No, al final no era solo anemia".
Taehyung cambió su bicicleta por un auto, se cortó el cabello, le dio forma a su barba y comenzó a interesarse en los crucigramas del periódico, porque, aunque él no quisiera, la vida seguía avanzando.
Luchaba a cada segundo, con cada fibra de su cuerpo, incluso si le dolía en la raíz del cabello, y entre los dientes.
Y ese momento de epifanía que le golpeó fue inexplicable, cuando en la mesa del comedor de su casa, estando solo, Taehyung entendió que jamás volvería a tener dieciocho pero "él" siempre los tendría.
"1 de agosto de 1994.
Ojalá no lo hubiera entendido, ahora no puedo dejar el pueblo. No quiero hacerlo.
No puedo irme sin saber dónde estás".
Seokjin respiraba por la boca sin darse cuenta, le ardieron las manos. Entre más avanzaba, las páginas se veían menos prolijas, y la letra se volvía desordenada.
Como si lo hubiese escrito con prisa. Ya no tenía fechas, estaba revuelto, lucía desquiciado.
"El tiempo es relativo; viajar al pasado y cambiar el curso de las cosas no representaría un cambio real, sino la separación de los hechos".
"Esto que siento no es mío, no aquí. En algún lugar, pero, ¿dónde?"
"Hoseok vino a visitarme. Espero que no te molestes, pero le he regalado tu ramillete a él, lo colocó en su mochila. Parece que ha comenzado a actuar como adolescente".
"¿Dónde estás? Te necesito".
"Los cigarrillos saben a ti".
"Vi una película nueva, y una escena me recordó a nosotros. Eso debe ser tu culpa".
"Un doctorado en física no te sirve para una mierda. Necesito dinero. Mucho dinero.
Dijeron que podía trabajar en los laboratorios de la universidad mientras lograba restablecer mi salud, al menos por este año.
Seré profesor aquí en California durante uno o dos años mientras consiga que alguien financie mi investigación. Así que llámenme «Profesor Kim»".
"Justo como dijiste, las bandas de chicos comenzaron a volverse populares. Escuché una canción nueva en la radio, pero creo que ya la conocía. Eso debe ser tu culpa, otra vez".
"No necesito un agujero de gusano para intentar; concentrar energía es mucho más seguro, y probable".
"Me topé a Park en el supermercado el otro día, se asustó un poco al verme. Creo que él sabe quién soy. No pude animarme a preguntarle sobre lo que pasó. De todas formas, no estoy seguro de que haya sido real".
"No estoy loco"
" Mi vida es toda una maldita paradoja del abuelo".
"He invertido en esto los últimos catorce años, aunque me dijiste que no debía intentarlo, pero necesito hacerlo".
"No estoy loco, en serio".
"Siempre supe que mi hermano sería un jugador famoso".
"El Señor Min falleció hace poco. Su casa quedó desocupada, y Agustus nunca regresó mis llamadas. Creo que olvidó que alguna vez fuimos amigos".
"No estoy loco, los demás, sí. Ellos no lo entienden, no pueden".
"azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, pimienta, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal".
"No quiero ir al hospital, sé lo que van a decirme".
"Seok me dio la sorpresa de que seré abuelo. Y sí, me atribuyo el derecho de llamarme así porque yo también ayudé a criar a ese mocoso irresponsable. En fin, no me sorprende, después de todo es el clon de mi hermano. Pero sé que no llegaré a ver a su hijo, ya no tengo tiempo".
"Cada vez entiendo menos porqué hago esto, he llegado al punto de pensar que solamente estás en mi imaginación".
"Las gallinas no vuelan porque son inútiles".
Demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente.
"1 de agosto de 2001.
Debería estar en el hospital; pero hoy es el día. Estaré cerca del lago para poner en práctica mi investigación.
No puedes destruir la realidad, en su defecto, solamente lograrás separarla.
Y de existir otra realidad, o una brecha en el espacio-tiempo, sería posible viajar a cualquier punto en el plano del universo conocido habitable".
Seokjin comenzó a temblar, a sudar, pensó que pronto se desmayaría cuando las náuseas fueron tan fuertes que hicieron doler su cabeza y esófago.
Esos sueños... esas alucinaciones eran... ¿Todo eso realmente sucedió? No lo sabía, pero le dolió profundamente.
Durante mucho tiempo pensó que las historias de su hermano eran falsas, pero ahora no sabía cuál de todos sus sueños eran reales.
Seokjin sintió como si sus piernas le dolieran, específicamente la derecha; creyó haber estudiado finanzas por alguna razón y haber sido un hermano molesto espiando a su hermanito para controlarlo a él y a su cita.
Se puso de pie rápidamente, corrió hacia su auto mientras la noche llegaba y su respiración se volvía irregular, como la de aquel que lucha por no ahogarse en el mar.
Esa unión que lo ataba a buscar un propósito más grande le dio el impulso para encender el motor y avanzar hacia ese futuro que ya nunca tendría.
Entendió por qué existió aquel misterio en el lago tanto tiempo; pero le petrificó entender la desesperación de su hermano al escribir eso, pues después de lo que leyó las palabras resonaban en su cabeza mientras conducía.
«Mi papel en esta no va más allá de la reproducción e interpretación de distintos escenarios en los que se podrían o no darse las condiciones necesarias para validarla. Ahora bien, mi investigación va más específicamente de la interacción con el objeto de estudio, en la que, además, me incluí a mí mismo como sujeto de prueba».
Kim Seokjin avanzó a toda velocidad por el Condado Mariposa cuando el error en su cabeza se mostró con total claridad; pensó en que le gustaría acampar, pero de no lograrlo se iría al hotel, un hotel grande y de lujo a diez minutos del lago.
Pero no pensó en su hijo, pensó en un sinvergüenza que se dormía en el tráfico con los audífonos puestos para ignorarlo.
Se estacionó en las afueras de la reserva natural como lo hizo en las otras líneas, apenas apagando el auto para bajar veloz antes de correr, incluso si se le dificultaba, entre los árboles del sendero que le llevaba de regreso al inicio.
Un estupido chaleco salvavidas le llenó de enojo, y se reprendió a sí mismo por decir cosas tan insensibles a alguien así de sentimental.
Un adolescente.
Uno inmaduro y tonto que le recordaba a su propia juventud.
Llegó hasta la orilla del lago, y contempló el cristal líquido completamente estático pasándose las manos por el cabello, tan frustrado como incrédulo. Lo cual era abrumador, pues había tantos destinos, y en todos él elegiría ir ahí.
A ese lugar, ese día exacto y a esa hora en específico.
De la misma forma en la que los pies descalzos de Kim Yoonji sintieron la grama al caminar por esos lares, los mismos en los que Kim Namjoon puso sus ojos y que ocuparon la mente de Kim Taehyung durante muchos años.
Cada uno perdió una parte de sí mismos ahí. Juntos eran proteger, observar, y pensar; pero hacía falta algo.
Faltaba aquel Kim que, incluso sin tener a la ciencia de su lado, terminaba de cerrar el ciclo en el punto cero, motivado solo por el fervor que le tenía a los que amaba.
Todo eso era inútil si eran incapaces de sentir, y a lo mejor, la sensibilidad que siempre fue su gran virtud era eso. Porque amor... fue todo lo que siempre buscó dar.
Como todo Kim, Seokjin estaba maldito por el universo, así que se sentó en una de las piedras altas que rodeaban el lago, viendo hacia el frente con desdén al igual que sus antecesores.
Todo es completamente relativo. Por eso, Kim Taehyung dedicó cada minuto de su juventud a imaginar qué pasaría de existir una alternativa diferente. Y los años de su adultez, los usó para probarse a sí mismo que la realidad como la conocía no era el límite.
Porque esa voz que lo acompañaba siempre no se había equivocado, y si bien, ya no existía un bucle caótico, nunca fue el único.
Ahora todo permanecía intacto en su propio lugar en el universo.
Ese viejo que se aferró por muchos años a la voz en su cabeza que le encerraba en sus propios deseos. Era tan fácil como decir que buscar algo que no existía lo había atado.
Un solo decimal diferente en su última ecuación, y logró abrir eso que los humanos llamarían espacio-tiempo. Y al hacerlo, se introdujo en esa parte del universo que no sabía en alguna otra historia ya había descubierto.
Kim Taehyung se buscó a sí mismo. Y en muchas líneas temporales cuidó de su yo joven. Apagó incendios, y se dejó sellos postales para hacer sus falsificaciones más creíbles. Incluso fue él quien inscribió a Jungkook en el escuela, porque su joven yo siempre creyó que sus fax eran muy convincentes; pero en realidad no lo suficiente.
Se envió libros, dulces, y reemplazaba las cosas que sabía le había robado a Seokjin. A lo mejor por eso este nunca se dio cuenta que le faltaban.
No sabía que era la primera línea, pero de todas formas vio esas fotografías pegadas en la puerta de la escuela y las arrancó para no verlas.
Era el dueño del descubrimiento más importante de la historia, aunque estaba enfermo, y sabía que debía volver para mostrarle al mundo lo que había logrado; pero, en una de tantas líneas, se quedó parado en medio de la lluvía cuando sin proponérselo, se vio a sí mismo caminar con determinación, con todo ese altruismo que ya no recordaba, llevando a un hombre sobre su espalda.
Fue en esa línea, y teniendo un par de años más de madurez, que conoció a Jungkook, y se dio cuenta de la gran paradoja que su inexistencia había causado. Porque claro, él evitó su aparición; pero al no haber nadie que la evitara, nada cambiaba. Por eso, cayó en cuenta de que incluso su propia vida era producto de una falla.
Una que no podía romper, y que eligió cuidar en lugar de intentar destruirla. A lo mejor ese era el precio de estar vivo, estar consciente de que tenía sentimientos por alguien que no era del todo real para él.
Y aunque él sabía que no debía, se quedó ahí, en esa línea, por mucho tiempo. Mientras las estaciones cambiaban casi al mismo tiempo que sus recuerdos. Taehyung siempre se condenaba.
Él llamó a la policía porque era más seguro que terminaran en prisión que en el bosque; y les cerró la puerta del ático en Halloween para que nadie entrara. También apagaba la estufa cuando Taehyung de la segunda línea cocinaba.
Caminó por las calles congeladas de Bostón y se acercó a esa tienda, que resultó ser una discoteca clandestina en donde le sonrió al hombre de la entrada antes de quitar de su camino aquella tela que fungía como cortina.
Sus pies se movieron sigilosos entre las personas que cantaban y reían. Estaba de más decir que a nadie le importó su presencia, ni debía hacerlo. Así que cuando las luces bajaron, en contraste con la música que resonó por todo el lugar, sintió que su corazón se encogía.
Y esa sensación, que por muchos años no supo si llamar locura o nostalgia, le inundó el pecho en ese mismo instante en el que aquel chico apenado, de cabello castaño revuelto que fue, se aferró al borde de su chaqueta mientras todos le animaban a subir al escenario.
Kim Taehyung, siempre fue (y probablemente sería), la persona más inteligente de todo el plano temporal. Fue por eso que entendió la forma en la que funcionaba esa parte del universo que era suya.
Había un millón de líneas o, en su defecto, trece millones de líneas más. Cada una igual de posible que la otra; pero separadas paralelamente. Y lo confirmó cuando terminó de cerrar el ciclo, su ciclo.
Porque el pelinegro tenía razón y logró separar la historia; pero una vez comenzada esta, nada la detendría, pues todo era circunstancial. Y de haber puesto atención, entendería que todo existe en el mismo momento.
Aquí, ahora, allá, siempre, nunca, alguna vez. Pues los dientes que se muestran al sonreír son los mismos que se aprietan con rabia, y que muerden los propios labios ante el miedo, pero se deleitan en morder los ajenos cuando se ama.
Al estar en ese lugar, con las luces brillando tanto que le encandilaban, pensó en lo esbelta que alguna vez vio su espada y que su rostro realmente fue firme, tan perfecto incluso si tenía poros pronunciados.
Ahora lo sabía con certeza.
Taehyung cumplió treinta y dos; pero su Jungkook siempre tendría dieciocho.
Y era tan hermoso como había esperado. Porque se paró junto a él en el bar siendo tan joven, ni siquiera lo notó porque él no era el joven que le encantaba, o bueno, al menos ya no lo era.
Así que se burló de la mano de Jungkook robándose su trago de la mesa sin dejar de ver al frente en donde su yo joven había comenzado a cantar.
Le fascinó verlo acercarse al escenario, y cuando le vio tocar su mano para hacerlo subir, volvió a tener esa sensación de que no estaba solo. Porque un alma como la suya no necesitaba alguien para envejecer, sino un amor que trascendiera a cada partícula existente.
No un mundo, ni un universo; todos ellos.
Para Kim Taehyung, el amor estaba en atreverse a hacer cosas que jamás creyó posibles, y en desafiar hasta lo más absurdo por aquellos que consideró suyos.
Era correr por la ciudad tomándose de las manos, y maldecir a todo eso que pudiera dañar al otro. Era devoción, emoción e increíble inocencia.
Era creer en un mundo en el que alguien era capaz de amarlo con la misma intensidad en la que él podía amar.
Al final, los amores eternos no son aquellos que se prometen entre las sábanas. Sino esos instantes de felicidad que se transmiten de alma en alma, reproduciéndose una y otra vez eternamente.
Confirmó que era blando, pues había usado tanto dinero, tanto tiempo por una suposición que resultó ser real; pero valió completamente la pena cuando al verlos su corazón se estremeció como si volviera a tener el pecho de Jeon contra el suyo.
Tenía puesta una corona de plástico, sonreía, los alaridos del público se hicieron presentes, y él, como el impaciente que era, no pudo controlar su boca cuando abrió la brecha entre todas las líneas de nuevo.
Con algo tan inocente como gritar:
"—¿¡Qué esperas, niño!? ¡Bésalo!"
La pequeña fisura que ocasionó le hizo darse cuenta de que nada nunca en realidad desaparecería como tal, sino que iba a coexistir con las demás posibilidades.
Porque el hecho de que no sientas dolor no significa que no exista, incluso si es subjetivo.
El minúsculo bucle, dio paso al fallo central de todo el problema cuando en medio de este se formó un espacio en el que jamás regresaron a California luego de esa noche. Burlándose de la lógica hasta quedarse al lado del otro en el sol y con una juventud que apenas comenzaba.
No sentía miedo, una realidad diferente cada vez, hasta encontrar una forma en la que dos fenómenos pudieran estar juntos sin que nada les separara.
Ni el tiempo, ni el espacio, ni el dolor ni la sociedad. En un invierno que pronto llegaría, y sería capaz de opacar todo.
Era imposible simplemente encasillar en algo tan ficcional como la inexistencia a su historia.
Sin embargo, esa remota posibilidad no sería, ya que las demás líneas debían seguir su curso como ya había sucedido.
¿Y quién mejor que Kim para cuidarlas?
Quería ser ese que se quedara con él; pero no podía, no en esa línea, pues eso sería condenar a todos los demás. Cosa que no permitiría, por eso se marchó y dejó todo como estaba para seguir la historia desde lejos.
Ya había entendido que no existía una sola forma de amor, y que este no es egoísta; esos besos que le llenaron a Taehyung, eran los mismos que le dieron la fuerza para elegir ser feliz todos los días, y de compartir esa paz con los suyos.
Porque, aunque Jungkook no estuviera con él en todas esas líneas; lo veía en las mariposas, y lo abrazaba en las canciones de moda. Podía sentirlo a su lado cuando conducía al atardecer y cuando era valiente, como si Jeon le hubiese dado la capacidad de nunca dudar de sí mismo.
Siempre lo sentía en la sonrisa de las personas que amaba y en las hojas del otoño.
Era el viento sobre su espalda, y aquel sabor ambiguo de él que parecía aún presente en su saliva.
Un hogar. Tal vez... Un propósito para vivir. Ese motivo por el cual despertar cada mañana, incluso si le temía al futuro. Porque aprendió a vivir por sí mismo para ser capaz de compartir toda esa ilusión y esperanza con los demás. Kim Taehyung supo lo que era crecer, madurar, envejecer, y nada le enorgullecía más que eso.
El castaño nunca supo lo que buscaba; pero esperó muchos años, y las veces que su vida se repitió para encontrarlo mientras aprendía que podía ser feliz, pues como todo humano, también tenía un propósito.
Por eso, él, siendo el Kim Taehyung de una línea completamente nueva y ajena, donde Jungkook no existió, regresó a esa que era la afamada separación de la segunda línea, para quedarse de pie en el mirador a la espera de que eso que tanto lo atormentaba sucediera. Ya que este era el punto en donde su realidad comenzaba.
Cuando el despertó le dijeron que había intentado matarse, así de crudo, que su hermano había derribado la puerta y le había quitado el arma. Por eso su libreta estaba vacía e hizo todo esto.
Esa línea de tiempo que se creó en el mirador cuando Jungkook no estuvo para caer en el lago le dio la oportunidad a Taehyung de vivir toda una vida; pero al ser esta, producto de la segunda, nunca le dejó estar tranquilo, pues siempre sintió que algo le faltaba. De manera que se vio en la necesidad de encontrar la forma en la que todo encajaba.
Por eso investigó toda una vida hasta probarse a sí mismo que no estaba loco. Y a lo mejor debió quedarse con esa idea.
Pero el viejo Taehyung osó robar la libreta de su otro yo de entre la nieve del mirador, para que su joven versión encontrara el camino de regreso a casa. Y la dejó en la nieve de la entrada para que al volver del hospital Seokjin la recogiera.
Causando un colapso todavía más grande, al hacer a cada Kim Taehyung del universo regresar cada primero de agosto durante los siguientes años a ese lago con la esperanza de que Jungkook volviera.
Y Kim Seokjin, quien ahora se encontraba justamente en el lago, apenas entendiendo la situación, comenzó a llorar cuando sus recuerdos se abrieron abismalmente.
¿Qué era real y qué no? ¿Cuántos de él había? No tenía una respuesta. Él no entendía toda esa absurda historia escrita en esas hojas, sus recuerdos se estaban mezclando.
Negó con la cabeza cuando sacó valor de lo profundo de sus entrañas para abrir por última vez esa libreta.
"Ahora que regresé a mi hogar, he dado de baja mi investigación para evitar que sea reproducida por alguien perverso; por esto me veo en la obligación de destruirla, pues me niego rotundamente a que sea usada con fines dañinos.
He de confesar que no hay nada más puro que lo que conocí en el 86. Pero el universo ya tiene suficiente de nosotros, y sí, soy egoísta porque voy a esconder todo para que sea solo nuestro en cada línea incluso si eso me mata. Porque entre miles, hay una sola, por la que elijo detenerme.
Es probable que muera pronto, o, a lo mejor, solo me haya quedado a vivir en algún lugar donde te encuentres tan viejo como yo; pero no lo diré, porque no quiero que me busquen, no quiero que me encuentren. Por eso, desde hoy estoy muerto.
El tiempo es relativo, sí; pero total y completamente necesario para entender la vida, pues resulta invaluable cuando se disfruta cada segundo.
Observé, me hice mil preguntas, y escribí cien hipótesis más. He experimentado extrañarte todos los días, y mis conclusiones son más claras de lo que pensé.
Yo, Kim Taehyung, Tengo la teoría de que te amo, porque..."
—Jungkook, yo sí me acuerdo de ti.
Seokjin apenas pudo pronunciar las últimas palabras cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.
Y gritó tanto, tan fuerte que su estómago le dolió como si la realidad se rompiera en su interior con furia cuando se arrodilló entre las piedras de la orilla. Porque amaba su vida, pero darse cuenta de que alguien más se la había obsequiado le quemó el alma.
Las historias en donde el nombre de Jeon Jungkook estaba plasmado no eran coincidencia. Todos esos escritos de amor imposible no eran más que el desesperado intento de su alma para llegar de regreso a él.
Porque el bucle se rompió, y él jamás debió existir; pero esa esencia estaba ligada al alma de Kim Taehyung por siempre, como se lo había prometido.
Quizá Jungkook cayó al lago, o el lago lo jaló hacia él. Nadie nunca lo sabría, pero su sacrificio le había dado la oportunidad de que su alma descansara inmersa en la felicidad que causó en los demás.
Paz, el Jungkook que sufrió tanto tenía paz. Porque las piezas se acomodaron de tal forma que usó su sufrimiento para darle un propósito hermoso a todos, incluso a su Taehyung, quien lo buscaría sin descanso hasta encontrarlo.
De agosto hasta abril, en enero, y en todas las estaciones del año.
Eso a lo que llamamos amor o destino, no es más que la voluntad de sentir cada instante de la vida como si no volviera a repetirse.
Porque al final era cierto, nada es real.
—Oye, Kim, nunca pensé verte así de viejo —detrás de él, una voz se burló con algo de alevosía—. Pareces incluso más viejo que yo.
Seokjin se sobresaltó, volteando hacia los árboles para encontrarse con un hombre que caminaba hacia él seguido de dos ancianos: un hombre y una mujer.
—¿Quiénes son ustedes? —dijo poniéndose de pie, a la defensiva—. ¿Qué es lo que quieren?
—¿No me recuerdas, Jin? —bufó—. La última vez que hablamos, yo no tenía nombre y tú estabas amarrado a una silla.
Kim Seokjin estaba mareado pero consciente de lo que sucedía. Si todo eso de la dimensión desconocida y los viajes en el tiempo era real, el lunático que le había encerrado también.
—¿Cómo es que no has cambiado nada? Deberías ser...
—¿Viejo? —intervino el anciano junto a él—. Mírame, estoy viejo.
El profesor no había cambiado en treinta años, o bueno, Seokjin nunca supo que era él aquel que había atravesado la brecha. No estaba solo, lo acompañaban su versión del futuro y su hermana, ambos ancianos, quienes lo habían rescatado cuando quedó varado en el tiempo.
—Te haré la misma pregunta que te hice hace más de treinta años —volvió a hablar el profesor joven—: ¿dónde está?
Seokjin frunció el ceño.
—Yo contestaré exactamente lo mismo —dijo, irguiendo su espalda—. No lo sé.
—Tu hermano no tiene ni idea de lo que hizo —le gritó la mujer mayor que estaba con ellos—. Él debería volver, la historia tiene que comenzar de nuevo.
—¿Por qué justamente hoy? —cuestionó Seokjin, retrocediendo un poco.
Era escalofriante, pues él no creía en los muertos, pero la madre de April estaba frente él. Bueno, una versión muy anciana de ella.
—Nuestras otras versiones lo intentarán. Y esta línea... no será la excepción. ¿Dónde está tu hermano? —le respondió.
—Mi hermano falleció hace dieciocho años —declaró con total firmeza cuando se vio acorralado.
—¡Mientes! —vociferó Yoonji—. La libreta, dámela, y nadie sale herido.
—La segunda línea es la principal en todo esto. Tenemos que volver, tenemos que evitar que nuestro tiempo se desperdicie. Esta línea —explicó Namjoon joven—, es igual de inestable que las demás.
—¿Es que no lo ves? Nada de esto tendrá sentido si no lo hacemos. Ustedes son como nosotros —dijo el anciano antes de que Yoonji continuara—. Taehyung lleva años viajando, como si no le importara desperdiciar lo que creó.
—Estamos condenados. Ninguno de nosotros tiene salvación. Ningún Kim, en ninguna línea, en ningún lugar. Tú y tu familia no son diferentes, tenemos que volver a empezar.
Jin no lo sabía, pero estaba de regreso en el punto cero. Sin embargo, para mala suerte de los otros Kim, él era infinitamente leal a su hermano.
—Nos jodemos todos, porque esto se acaba de inmediato. Nadie volverá a viajar.
—¿¡No lo entiendes!? ¡No podemos desperdiciar todo esto por un error sentimental?
—Se equivocan; pero no del todo... —dijo cuando las palabras de Jungkook aparecieron en su cabeza—. Estamos atrapados de todas formas, y eso jamás cambiará.
—¿¡Pretendes quedarte aquí!? ¡Nada de esto es real! ¿¡A qué has venido aquí entonces!? —gritó Namjoon joven.
Kim siempre fue un apellido tan común, que incluso cuando no llevaban la misma sangre los cuatro coincidieron. Pero la esencia es innegable, como la de Yoonji y Namjoon, cuyas almas se tornaron corruptas ante el conocimiento en ese vano intento de ser dioses; pero a diferencia de ellos, Seokjin, y Taehyung, habían aceptado su humanidad para abrazar sus debilidades con fortaleza cual guardianes, como si el universo siempre hubiese sabido que el tiempo necesitaba ser protegido.
Seokjin sonrió de lado pensando en la primera vez que hizo esto.
«¿Es seguro estar aquí?» Habían sido sus palabras.
Taehyung no le prestó atención esa vez, y treinta años después, tenía una respuesta clara.
—No —murmuró—, jamás debimos entrar aquí —se burló en voz alta desconcertando a los otros.
Taehyung lo había dicho y Seokjin, el abuelo, supo lo que debía hacer. Jamás podrían controlar el tiempo, pero sí preservarlo. Así que nadie debía entrar a esa nueva línea, y en especial, nadie debía salir. Entonces, sonrió complacido.
Y sin vacilar, lanzó la libreta en sus manos hacia el interior del lago para que sus conocimientos quedarán lejos de cualquier persona, hasta del mismo Taehyung que ahora entendía jamás volvería cuando terminó de separar las líneas definitivamente.
Ante los ojos de los hermanos Kim cuyo único propósito se destruyó junto con la libreta de esa línea, y los conocimientos que les hacían falta para alcanzar sus egoístas, e insensatos objetivos.
Las líneas existían, sí; mas ya no eran caóticas. Sino que estaban selladas para que nadie que no fuera Kim Taehyung volviese a intentar saltar entre ellas. Ahora todos existían en el mismo momento y espacio cuando el universo quedó en paz.
Encerrando a cada uno de ellos en la línea que les correspondía, al desmayarse, desvinculando sus existencias por completo de la posiblidad de cruzar al otro lado.
Como si de una gran caja de Schrödinger llena de mariposas se tratara.
Y así, los besos a escondidas... los amores inocentes... y las familias heridas encontraron su camino cuando todo quedó intacto en su propio lugar en el universo.
Dando paso a una última fractura en donde todo volvió a su sitio.
Incluso aquel sabio, cuyo cuerpo fue rescatado por los guardabosques que lucharon por sacarlo del lago, en su respectiva línea, en su año, y con esa imperfecta familia que corrió a la orilla para reconocerlo, cuando la línea original siguió su curso.
De manera que, aquel desliz entre las líneas jamás sucedió, nadie sabría de la existencia de las otras líneas después de separarse; la única la verdad que quedó fue la de Kim Taehyung, quien, incluso sin conocerlo, buscaría por siempre a Jeon Jungkook, un héroe perdido en el tiempo, que nunca existió.
Pues todo coexiste; todo sucede en simultáneo. Desde el dolor hasta la gloria. Ningún humano tiene la certeza del camino frente a él, pero lo recorre con dignidad mientras las estaciones pasan, y se descubre a sí mismo.
El presente se desperdicia entre anhelos, y arrepentimientos. La juventud que no regresa se pierde entre la desesperanza de preguntarse ¿alguna vez seré libre?
¿Qué cambiará mañana? Nada. Nada mientras siga el mismo camino.
En el universo, la materia no se crea, ni se destruye, por eso ningún futuro es real, si elijo quedarme en el presente, ya que, vivir, es experimentar a cada segundo una existencia que nadie entiende.
Existir.
Yo existo, pero ¿por qué estoy viviendo?
El tiempo es relativo; total y completamente imaginario ante los ojos de los soberbios, y frágil, como una dulce ilusión.
12045 días después de.
California.
00.
https://youtu.be/LhDmpNhWRj4
Canción de los créditos:
"Everybody Wants to Rule the wold "de Tears for Fears
La teoría de Kim.
Por J. Sandoval.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro