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Capítulo Ocho


08.

Junio, 2019.

—¿Podrías alejarte de la ventana, por favor? 

Seokjin realmente intentó mantener su curiosidad controlada y sus interacciones al margen; mas era imposible ya.  

Estaban atrasados; el mayor debía haber terminado de empacar la cristalería de las repisas y un par de viejas cosas personales, hacía semanas pero allí estaba, espiando a Jungkook por la ventana de la casa mientras intentaba camuflarse con la cortina. 

—No puedo. ¿Quién se cree ese tipo para hablarle así? —Comenzó con una pequeña discusión, y Seokjin, simplemente no pudo evitar sentir la necesidad de entrometerse en medio de ellos. 

—Amor, las cajas no van a armarse solas. Deja al niño y a su novio en paz. ¿Podrías, por favor? 

—No. Ese tipo está cruzando los límites. La última vez Jungkook regresó a casa con el labio partido. Es una rutina, lo maltrata, luego regresa pidiéndole perdón para luego volver a ser un completo idiota con él, le hace esas estúpidas escenas de celos, lo sigue como un lunático. Esa relación no me gusta, empezó a fumar después de conocerlo, ese tipo es una mala influencia para él. 

—Lo sé —angustiada—; pero él dijo que no debíamos entrometernos en sus asuntos. No quiere escucharme. No lo entiendo, él... no hacía cosas como estas. 

—¿Estás segura? A mí me parece más como si ni siquiera lo notaras. Jungkook está pidiendo atención, Sunhee. Cada semana aparece con un tipo peor en casa.  

—¿A qué te refieres con eso? —subió su tono. 

—Sabes exactamente a qué me refiero.

Seokjin suspiró. Debían hacer algo, ¿Pero qué? Dejarían el país en un par de semanas y podrían liberarse del imbécil del novio de su hijastro, un tipo mayor que había estado manipulado a Jungkook, pero hasta entonces parecía no tener más opción que soportarlo.

Él sabía que salir del país era la decisión correcta. Estaba consciente que ante los ojos del menor lucía como un entrometido tomándose atribuciones que no le correspondían; pero quedarse en Corea significaba tener que convivir día a día con los vestigios de dos escombros humanos, tres, contándose a sí mismo. 

Volvió la mirada hacia el exterior de la casa justo para presenciar el momento en el que el muchacho rubio empujó el cuerpo de Jungkook contra el pórtico, furioso.  

El pelinegro le devolvió el golpe intentando zafarse de su agarre, inútil al ser superado en altura y fuerza. Su mente no estaba enfocada, su parte emocional no le dejaba contraatacar, haciéndole vulnerable. 

¿Por qué se dejaba abusar de esa forma? Jungkook tenía todas las de ganar y estaba fallando al defenderse. 

—¿¡Cómo esperas que esta mierda funcione a distancia si ni siquiera puedo confiar en ti ahora!? —reprochó el chico sujetando a Jungkook con fuerza por los hombros. 

—¡No sé de qué estás hablando!

—Te marqué quince veces, ¿Por qué diablos no respondiste? 

—¡Estaba ocupado, maldición! Jay, suéltame ya. 

La puerta se abrió de golpe, y de ella salió una pelota de béisbol que rebotó en la cabeza del rubio.  

—¿Qué demonios...? —dijeron ambos casi al unísono. 

—Vete de aquí antes de que llame a la policía —demandó Seokjin—, y tú—encaró con autoridad a Jungkook—, entra a la casa, ahora.

—Seokjin, este no es asunto tuyo —intervino el pelinegro. Contrario a su reproche, se soltó del agarre del otro, levantó la pelota de la grama y caminó hacia la entrada molesto. 

—Sí, anciano. Esto es entre él y yo. 

—Pues este "anciano" te recuerda que estás agrediendo físicamente a un menor de edad y que además estás en propiedad privada. 

—¿Y eso qué? 

—Significa... que si no te largas en este instante de mi casa ¡Voy a denunciarte por allanamiento de morada y perversión de menores, imbécil! 

—No lo haría. 

—No me provoques.

—¡Bien! —Escupió en el llano—. Púdrete, Jungkook. Tú y toda tu estúpida familia. ¡Terminamos! Eres un...

Seokjin empujó a Jeon dentro de la casa y cerró la puerta en el acto. 

—No tienes porqué escuchar eso —le dijo, encendiendo discretamente los aspersores del jardín para ahuyentar a esa bestia. 

—¿Qué sucede contigo? ¡Ahora jamás volverá a hablarme!  

—Esa es la idea. 

Jungkook no le contestó; pasó a su lado, soltando la pelota contra un par de cajas junto a la entrada causando que una de ellas se cayera al piso  y subió las escaleras velozmente sin dignarse a mirarlo. 

Seokjin en realidad no sabía mucho sobre relaciones entre chicos o cosas como esas. Pero había aprendido demasiado de la vida como para permitir tal situación.

Se acercó a la caja en el suelo para acomodarla; de la caja abierta, un par de viejos uniformes  y una gorra de su antiguo equipo favorito se habían asomado y ahora se encontraban tiradas. Al igual que la pelota de su abuelo, que rodó un par de centímetros más lejos después de su primer tiro en años. 

La tomó y meditó en silencio un par de segundos mientras la veía, pensando en su juventud y sus errores pasados. 

Jungkook necesitaba ser escuchado por alguien, lo sabía.  

Suspiró dándole una mirada cansada a su esposa antes de pasarse la mano por el cabello. 

—Genial, ahora el malo soy yo —se dijo antes de tomar valentía y subir las escaleras lento. 

Él era definitivamente anticuado para entender completamente al chico, estaba viejo, no había más justificación que eso. Se estaba esforzando bastante en progresar por él. 

Es decir; siempre quiso un hijo. Uno al cual llevar a la jaula de bateo y enseñarle a reparar el auto, ese que invitaría a beber, comer filetes en exceso y con el que hablaría sobre chicas, negocios y demás. Un hijo para hacer "cosas de hombre". 

Nunca lo tuvo; y cuando Jungkook llegó a su vida, apareció siendo tan opuesto a todo lo que creyó. Más artístico que atlético aparentemente, vegetariano (se atrevería a decir vegano pero aún no entendía la diferencia), homosexual y con una repulsión a los números y a la mecánica impresionantes. 

Dio tres golpes a la puerta. Al no recibir respuesta giró la perilla y la abrió lentamente.

Se encontró con el pelinegro en su cama llorando en silencio, al notar su presencia, se recompuso y fingió leer el libro a su lado como si no hubiese pasado nada.

—¿¡Qué quieres!? —le gritó Jungkook. 

—Disculparme contigo. 

—¿Qué pretendes? Hace seis meses llegaste aquí siendo un idiota conmigo ¿Y ahora de repente eres todo un héroe? No me hagas reír. 

—No es así, yo... cometí errores, lo sé. Pero quiero...

—¿Arreglarlos? Por favor, las cosas que dijiste aún están en mi cabeza, y créeme, nada podrá borrarlas de allí. 

Seokjin suspiró cansado. —Solo quiero saber si estás bien, ¿Él te lastimó?

—No tienes que preocuparte. —Agitó la cabeza—. Jay es... un idiota. 

—La mayoría de los chicos son idiotas —dijo jugando con la pelota en sus manos.

—Parece que sabes mucho sobre ser uno —atacó Jungkook sin despegar la vista de Seokjin. Estaba furioso y despechado, Jungkook buscaban en los chicos la atención que nunca obtuvo en casa, y ahora, se había quedado con uno menos. 

Kim se acercó a él, adentrándose en la habitación. La mirada confundida de Jungkook apareció en cuanto le vio caminar dentro de su espacio. 

—De hecho, tienes razón. Yo sé mucho sobre ser un idiota. Lo fui por mucho tiempo, tanto como para saber exactamente que personas como él no te llevarán a nada. Lo comprenderás en un par de años. 

—No sé porqué te molestas en decirme esto. ¿Cómo podrías entenderlo? 

—Los años no llegan solos —le dijo serio—, y lo creas o no, la vida no es diferente a un juego de béisbol. Puedes ser un jugador o un bate, Jungkook, tú eliges.

—No tienes idea de lo difícil que es ser... 

—Quizá no —declaró—. Pero eso no significa que no sepa una o dos cosas sobre el amor. Y eso que vi allá fuera, ni siquiera se le parece. 

—¿Intentas darme un sermón de telenovela? —La actitud altanera de Jungkook menguaba en cuanto era incapaz de doblegar el aura de Seokjin. 

—Habrá cientos de chicos que jueguen contigo, un idiota menos es solo un partido de ligas menores. Y tú —tragó saliva, no sabía qué demonios estaba diciendo—, tú mereces más que eso.

—Parece que estoy en medio de una constante crisis, desde que llegaste y justo ahora, ¿Y tú intentas subirme el autoestima?

—Toda crisis genera un cambio, Jungkook. Y es parte de crecer entenderlo. 

Tenía la pelota en sus manos, la alzó ligeramente en el aire mientras la veía. Jungkook no tenía ni idea de lo mucho que significaba para él, ni de su pasado en el campo. 

—Estoy seguro de que ni siquiera tú mismo entiendes tus propias analogías —dijo con gracia sin llegar a burlarse. Había dejado de llorar, parecía más animado. 

Seokjin sonrió, esperando haber logrado sacudir un poco la mala idea que Jungkook tenía sobre él. 

—Lo que intento decir es que nadie tiene el derecho de hacerte sentir insignificante. 

Esa pelota tenía un gran significado, se trataba del símbolo de un sueño perdido para el mayor, pero había pasado demasiado tiempo significando tal dolor. Era momento de darle un nuevo enfoque. 

Jungkook bajó la cabeza; Seokjin se atrevió a dejar su pelota sobre la mesa de noche del muchacho como muestra de su buena fe y del lazo que sin querer brotaba de Kim y que Jungkook se negaba a aceptar.

—Estoy bien ahora —dijo Jeon con el tono ambiguo que le caracterizaba—, ¿Algo más? 

—No, no. —Entendiendo a su petición asintió con la cabeza—. Me... haces sentir más tranquilo. —Se dio la vuelta para dejar la habitación. 

No, Jungkook no era lo que esperaba. Jungkook era diferente, sarcástico la mitad del tiempo, más inteligente de lo que parecía, él era culto, y espontáneo. Estaba fascinado por la mitología griega, tenía un estrafalario estilo, y un carácter fuerte. Estaba tan lleno de asombro y deseos de conocimiento que se veían opacados por el miedo a no ser tomado en serio, a ser ignorado, a ser herido. 

Jungkook era la víctima que creció para defender a otros sin saber cuidar de a sí mismo. Un valiente artificial que solo anhelaba proteger a los suyos, y recibir una pizca de gloria; pero ya no estaba solo, ahora lo tenía a él. Necesitaba hacerle entender eso. 

No, él definitivamente no era el modelo que construyó en su cabeza durante años. Jungkook era más que eso, era un chico maravilloso. 

Seokjin formó ideas en su juventud que nunca se atrevió a cuestionar; pero después de conocerlo descubrió su error y llegó a la mejor conclusión al entender que su hijo no era y nunca sería una copia suya. 

Después de todo, no había una sola forma de ser un hombre. No existía un patrón para forjar humanos, nunca lo hubo. Y eso era genuino, ahora lo sabía. 

Al entenderlo, muchas preguntas que desde hacía tanto había dejado de hacerse reaparecieron en su cabeza llenando su mente de culpa y de represión.   

Jungkook le hacía pensar en alguien a quien enterró hacía más de treinta años.

Alguien que siempre fue diferente a los demás chicos de su época. Un chico que siempre se avergonzó de las cosas que amaba, ese que nunca se esforzó por comprender y aún así amó. Uno que Seokjin estaba seguro se enamoró de Han Solo en lugar de la princesa Leia. Pero ahora era tarde para benevolencia y amor filial, demasiado tarde. 

Seokjin abrazaba con impotencia la idea de que su hermano murió sin afecto. Sin conocer la adrenalina del calor, y sin comprensión o amor, Taehyung murió a su lado pero solo.  Y él, siendo la única persona a la que le confió sus secretos, nunca podría perdonarse no haberlo escuchado antes.

—Oye, Kim —le llamó el menor. 

—¿Sí? —volteó a verle. Esa sonrisa le pareció inocente, pulcra en su rostro joven, como una mínima muestra de su agradecimiento. 

—Gracias.

El mayor asintió. 

Jungkook le hacía pensar en su hermano. Y en qué quizá, si él se hubiese dado cuenta de aquello en el pasado Taehyung hubiese sido feliz. 

Las peleas y los múltiples romances de un par de días en los que Jungkook se metía desaparecieron desde ese momento. Incluso tiempo después de la mudanza, justo cuando Jungkook parecía odiarlo más que nunca, a Seokjin le gustaba observar desde el exterior la ventana de la habitación de Jungkook, porque sabía que aunque el menor fingiera detestarlo, su odio no era real.  

Prueba de ello era la pelota que ahora dentro de una caja de cristal, adornaba la repisa frente al balcón. Justo al lado de sus libros, y los discos que amaba como un símbolo de amor y respeto propio para el muchacho.  Al final de todo, parecía que Jungkook sí había entendido sus estúpidas palabras. 

No, Seokjin no era un mal padre; pero definitivamente, fue un hermano terrible. 










...

107 días antes de. 

—¿Alguien podría explicarme por qué hacemos esto? —dijo el pelinegro. 

El metro y los alfileres le tenían inmovilizado. Jungkook se sentía prisionero entre las capas de seda mientras estaba quieto como un maniquí. 

Taehyung y Yoongi se vieron entre sí.

—Porque eres un idiota —le contestó el castaño mientras anotaba las medidas de sus hombros en su libreta—, y porque Min necesitaba un modelo para los trajes de su musical. 

—¡Él ni siquiera te agrada! ¿Por qué permites esto?

Yoongi estaba arrodillado junto a Jeon, midiendo ahora el largo de rodillas a talones. —Si sabes que estoy aquí y puedo escucharte, ¿Cierto, Jungkook?

—¡Esto es muy injusto! —alegó moviéndose, al hacerlo, causó que accidentalmente Yoongi le pinchara la pierna con un alfiler—. ¡Auch! —gimió de dolor. 

—¡Deja de moverte, idiota! Arruinarás la tela, y no es nada barata —dijo Min, ajustando de nuevo el encaje sobre su traje. 

—En serio, no sé qué hice para merecer esta clase de humillación. 

Taehyung se acomodó los anteojos, colocó ambas manos en su cintura y alzó una ceja a Jungkook, molesto. 

—Ah, ¿no lo sabes? Déjame refrescarte la memoria —dijo acercándose a él—. Agustus nos vio besándonos por error en el auditorio. 

—Uy sí, "por error" —masculló burlesco el tercero ganándose una mirada desaprobatoria de Kim. 

—Ahora por tu falta de autocontrol le debemos un favor —Yoongi carraspeó—, bueno, le debemos muchos favores —corrigió el castaño. 

—Él me usa como maniquí y a ti te encanta verme, ¿Cierto? —le reto—. Joder, ¿Por qué tengo que ser yo y no tú?

—Porque fue tu culpa que nos viera, cariño —dijo sarcásticamente.  

—Oh, vamos. ¿Y se supone que por eso debemos ser sus esclavos? 

—Dejen de pelear. —Yoongi comenzó a reír —. Yo no diría que son mis esclavos, sino mis amigos a la fuerza, ¿Qué les parece? 

—¡Cállate, Min! —gritaron ambos al unísono haciendo reír el doble a Yoongi. 

Agustus había notado de inmediato que algo extraño pasaba entre esos dos desde el primer instante en el que los vio juntos. Era como un camaleón, un experto para pasar desapercibido, y un manipulador de primera. 

Después de la tarde que les vio besarse en el auditorio regresó a casa consternado. Jungkook le había suplicado su silencio, y en ese momento aceptó simplemente debido a la conmoción que le acusó ver dos hombres en esa situación. Ni siquiera supo porqué los había salvado de ser vistos por Seokjin.

Es decir, el venía del Sur, las dos culturas en las que había sido educado eran bastante conservadoras, por no decir religiosas; pero eso no había logrado escandalizarlo, de hecho lo llevó a cuestionarse cosas sobre sí mismo.  

Sí, había decidido guardar silencio por el aprecio que le tenía a Jungkook; pero eso no significa que no iba a sacarle provecho a su desesperación. 

La situación le divertía mucho. ¿Necesitaba chantajearlos? No realmente, no era tan cruel como para delatarlos; el simple hecho de poder volver a entrar libremente a esa casa ya era suficiente. El estar tan cerca de Taehyung le traían cierta satisfacción extraña, porque sabía era una gran forma de molestar a Seokjin. 

¿Era vengativo? Sí, y mucho. Además, que la razón por la que los chicos estaban en sus manos fuese la misma razón por la que Seokjin no lo quería cerca de su hermanito le parecía los más irónico del maldito universo. 

—No hay razón para ser tan agresivos, así que cierren el pico. O pueden ir a manosearse al baño si prefieren —respondió a sus gritos, enrollando un trozo de seda más en el cuello de Jungkook—. No, el naranja no es tu color. 

Ambos suspiraron. No había más remedio que aceptar a Yoongi en su extraño grupo de amigos inexistente, aunque claro, debían ser más cuidadosos para no revelar nada de su investigación al chico. 

Taehyung tachó el color naranja de su libreta.

—Prueba con el pañuelo azul, queda mejor con el sombrero —dijo Jungkook finalmente rindiéndose. 

—¿Mediterráneo o zafiro? —cuestionó alzando dos pedazos de tela que parecieron iguales para el pelinegro. 

—¡Mediterráneo, obviamente! —intervino Taehyung. 

—Entonces será zafiro —concluyó Yoongi, colocando la tela de ese color en los hombros de Jungkook. 

La obra escolar era muy importante. Las universidades buscaban distintos talentos, chicos como Taehyung o Jungkook tenían su puesto asegurado en alguna de ellas, Yoongi aún tenía que sobresalir.  Y el musical que había armado sobre Romeo y Julieta iba a ayudarle con ello, por eso necesitaba toda la ayuda que voluntariamente nadie le daría. 

—¿Pero qué rayos pasa aquí? —dijo otra persona en la puerta viendo de arriba a abajo al pelinegro, quien solo estaba allí de pie pensando en lo mucho que su atuendo lo hacía sentir como salido de la película de Shrek—. ¿Qué hace esta costurera en tu cuarto y por qué Jungkook parece el rey de los tarados? —preguntó Seokjin viendo a Taehyung. 

—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques la puerta antes de entrar? —reprochó el menor al ver a su hermano.

Su nariz había sanado superficialmente, él podía volver a lucir su rostro y a ser un idiota sin represalia alguna. 

—Vine a decirles que bajen el volumen. Duérmase ya, mañana es día de iglesia.

—Me prohibieron la entrada a la iglesia, ¿Recuerdas?

—Lo sé, te vetaron por dos años... hace dos años. Así que, irás con nosotros mañana. Ambos de hecho. 

—No puede ser. Odio ir, no lo haré.  

—¿¡Qué!? —exclamó consternado. El nivel de insolencia era demasiado alto. —No puedes no ir.

—Sabes que detesto todo lo que involucre gente. Además, soy agnóstico, y él —señaló a Jungkook—, es peor. Créeme, no nos quieres allí. 

Solamente recuerda que tuvieron que llamar a los bomberos la última vez que fui. 

—Lo sé, pero por favor, haz un esfuerzo. Es por tu bien. 

Todo esto era innecesario para el castaño. Nunca lo obligaron a interesarse por la religión de su familia. Pero últimamente Seokjin, parecía ser demasiado insistente en el tema. 

¿Para qué ir? Era más urgente encontrar una solución al problema del pelinegro que ir a sentarse por horas a escuchar cosas que no alcanza a concebir. 

Yoongi había tomado todas sus cosas y guardado sus instrumentos de costura en su mochila mientras hablaban. 

—Parece que tienen mucho de qué discutir —se excusó para salir—, así que esta costurera se va. Quítate el traje con cuidado, Kook, lo terminaremos el lunes —dijo caminando hacia la puerta. 

—¿No te quedarás? —preguntó Jungkook.

—No puedo, tengo algo que hacer en la mañana—se limitó a decir. Seokjin le veía con expresión poco amable, mientras  tomaba sus telas del piso. 

Yoongi se acercó ligeramente al mayor de los Kim cuando caminó hacia la salida de la habitación. La incomodidad entre ambos era evidentemente grande. Seokjin dio un paso al frente para intencionalmente pisar el pie de Min.

—Oh, lo siento, fenómeno —se burló haciendo aún más presión. 

Este se removió molesto, y observó por un par de segundos los tenis sucios de Seokjin sobre sus zapatillas blancas dejando en ellas una marca oscura. 

—Espero que te ahogues al dormir, cretino —dijo antes de empujarlo para salir. 

Jungkook y Taehyung se vieron curiosos entre sí. Bueno, eso era nuevo. 

—Bien, si ya terminaste de maldecir a Min mentalmente, te invito a que salgas de mi habitación. —Taehyung estaba sentado sobre la cama con las piernas cruzadas. 

—Oh, no. No he terminado, ustedes dos niños raros deben ir a la iglesia. Especialmente tú. —Señaló a Jeon. 

—¿Yo? —Algo se removió en su interior. Un recuerdo lo golpeó con tanta fuerza que no supo diferirlo. No estaba claro. 

—La temporada comenzará pronto; estaremos muy ocupados las próximas semanas entrenando, así que no te vendría mal un poco de guía espiritual, y tú —volteó a ver a Taehyung— mamá quiere que vayas. Es tu oportunidad de hacer las cosas bien, así que no lo arruines, otra vez. 

—¡Eso no es justo!

—Pues de malas, así que quita esa cosa —ordenó señalando el radio, se dio la vuelta—, y duérmete. 

—Bien. —Se rindió, Seokjin asintió aliviado y se marchó finalmente cerrando la puerta detrás de él. El castaño se golpeó la frente lanzándose de espaldas en la cama.

—No sé qué acaba de pasar. —Jungkook se sentía ajeno, era demasiada información para su cabeza, comenzó a sentirse mareado sin saber la razón. —¿A qué se refiere Seokjin con "no lo arruines otra vez?

—Es una estupidez.  No es la gran cosa. 

—Para ser una estupidez pareces darle demasiada importancia. —Jungkook apagó el estéreo antes de caminar hacia él, y se quedó de espaldas a la cama, mientras comenzaba a quitarse el jodido disfraz.

—No es nada, es solo que en un  lugar donde todos adoran vivir de su propia hipocresía  mientras un montón de idiotas les dan doctrina disfrazada de motivación, yo no encajo bien. 

—¿Quién te hizo tanto daño, pequeño? —dijo burlándose de él—. Vamos, no puede ser tan malo.

 —Detesto estar allí. Es aburrido, estresante e innecesario. Además de que... —La mente de Taehyung divagó cuando el pelinegro comenzó a desvestirse, quitándose la parte superior del traje, dejando su torso expuesto y el resto de su cuerpo atrapado en mallas.

—¿Además de qué...?

Agitó la cabeza reaccionando. —Ya tenía planes para mañana. 

—¿Planes? —Jungkook volteó a verlo, con una ceja alzada y una pequeña risa pícara que se escapó de él—. ¿A dónde planeabas llevarme? 

—A la piscina de la escuela. He estado haciendo un par de cálculos, y necesito un espacio lo suficientemente grande para contener tu energía. 

La bañera ya está descartada, así que, iremos al siguiente nivel. 

Bufó. —Matas mi emoción. 

—Esa es la idea, esto es algo serio. Estamos demasiado retrasados, necesito hacer más pruebas, el hecho de que Min pasé todo el día pegado a nosotros no me deja mucha libertad a experimentar. 

—¿No sería mejor que fuéramos al lago? Digo, es el punto de inicio de todo esto, sería más fácil comenzar desde allí. 

—No, es peligroso. 

—¿Cómo podría serlo? Estás siendo paranoico, de nuevo. 

—El lugar está completamente rodeado, además de estar cerrado, y oculto en medio del bosque. Es inusual, además de sospechoso, quien sea que esté trabajando en ese lugar... tiene o muchas influencias o algo demasiado valioso. 

—Ambos salimos de allí, ¿Cierto? Quizá regresar sea la solución. 

—Oh, no. No "salimos", yo te saqué. Necesitamos encontrar una solución por nuestra cuenta. 

—Claro, y según tú, alguna clase de científicos malvados está allí adentro haciendo quién sabe qué cosas. ¿O me equivoco?

—Pues a no ser que creas en la magia, alguien tuvo que traerte aquí. No sé cómo y no sé por qué, pero es lo que deberíamos estar averiguando en lugar de perder el tiempo con actividades tontas. 

Jungkook había terminado de desvestirse, quedando únicamente en ropa interior mientras escuchaba al otro reprochar. Había apagado la luz, y la habitación estaba apenas iluminada por la lámpara en la mesa de noche del castaño. 

Intentaba actuar normal; pero cada paso que daba le hacía sentir más y más pesado. 

—Estás asustado de ir, ¿Cierto?

—¿Al lago? ¡Claro que sí! La última vez casi me mata un rayo. 

—Me refería a la iglesia —declaró el pelinegro.

—Yo no... —Su expresión se relajó volviéndose de pronto confusa al verse acorralado por Jungkook. 

—Sé que tienes problemas para relacionarte con las personas. No tienes que usarme a mí y al experimento para justificar que simplemente tienes miedo. 

—No se trata de eso. Es solo que soy incapaz de mantener la boca cerrada. Y al resto de los feligreses... no les agrado mucho que digamos. 

—Basta ya, ¿Dime qué hiciste? 

Taehyung apretó los ojos. 

—Uhm... ¿La última vez?... Inundé iglesia y luego le prendí fuego a la peluca del pastor. Lo que es curioso, porque ninguna fue intencional pero sucedieron al mismo tiempo. 

—¿Qué? —dijo Jungkook ahogando sus ganas de reír—. Dime que no es verdad.

—También le dije a una anciana que yo era Satanás, mencioné a Tesla en medio de la oración, llevé mi calendario hebreo para desmentir la navidad, y causé el divorcio de al menos cinco personas. 

—Eso suena a algo que tú harías. Tienes razón, es una mala idea aparecernos por allá. 

—¿Acaso no prestaste atención? ¡Obviamente es una terrible idea!

—Las mallas me apretaban demasiado, no tenía suficiente oxígeno en el cerebro. 

—Se nota.

—¿No tenemos elección? 

—A menos que tengas una buena excusa para hacernos desaparecer mañana en la mañana, estamos atados de manos. 

—Descuida, algo se me ocurrirá —dijo Jungkook ganándose un pequeño bufido por parte del otro cuando le dio la espalda. 

Taehyung  cerró los ojos intentando no darle demasiada importancia y quedándose dormido poco tiempo después. 

A diferencia de Jungkook, a quien le fue imposible conciliar el sueño. Había algo en él que le estaba carcomiendo el cerebro desde hacía días.  

Necesitaba recordar algo importante, pero, ¿Qué era?; sus recuerdos habían comenzado a volverse más densos y por más que lo intentara, no podía recordar eso, parecía que su vida se volvía una espesa masa dentro de su cráneo. 

Sus memorias estaban mezclándose. 

Caminó hasta el baño de la habitación; tenía calor, demasiado calor. La luz del exterior había comenzado a parpadear sin que él se lo propusiera. 

Abrió el grifo del lavabo y se mojó el rostro cuando el agua fluyó. Sus manos temblaban mientras luchaba por mantener sus ojos cerrados, las descargas que le atravesaban el pecho volvían a aparecer en cuanto intentaba tomar aire por la boca. 

Se veía en el espejo y no podía entenderlo. Sentía que le habían arrebatado parte de su confianza, era como si su pecho se hubiera sumido en un agujero de inseguridad pura. Algo había desaparecido de su cabeza pero él simplemente no alcanzaba a entender qué era. 

Comenzó a extrañar a personas a las que no le importaba. Y a tener pensamientos confusos, había rostros de chicos que no tenía idea de conocer, memorias de fiestas y la sensación de estar ebrio mientras las náuseas le invadían. 

Había bares. ¿Alguna vez pasó la noche en prisión? Dejó a alguien atrás en Corea, ¿Había alguien con él en California también? ¿Por qué de pronto parecía que había follado con más personas de lo que recordaba? 

Su vida en California se basaba en los dibujos que hizo con la vista de su ventana, lo mucho que odiaba ese lugar y las miradas curiosas de sus compañeros, estaba seguro de eso; pero poco a poco, las calles nocturnas, un par de pastillas y manos que no conocía se instalaron en su interior como una verdad absoluta. 

Se sentó en el piso del baño, intentando no hacer ruido, golpeándose la cabeza. Había peleas con su madre y una perforación más que no sabía que tenía. 

—¿Qué hice para cambiar esto? —musitó cuando todo se hizo real en su cerebro. 

La moral que se derivó de su charla con Seokjin, y lo mucho que atesoró esa pelota no existían. Porque al perderla en el campo días atrás, nunca llegó al futuro y tampoco fue suya. 

Había cambiado un aspecto de su temperamento que le tomó tiempo corregir sin intenciones de hacerlo. La poca madurez que poseía, se tornó oscura porque no hubo nadie para mostrarle el camino. 

Recordar. 

Estaba perdido; la materia de su vida se había transformado y no sabía qué era real o hasta qué punto desaparecía esa memoria que se estaba esforzado por recuperar. 

El agua del lavabo seguía corriendo, podía escucharlo. Le hacía pensar en la playa, el puente y su casa. San Francisco estaba al menos cuatro horas de allí, quizá si volvía podría entenderlo. 

Se levantó del suelo cuidando sus pisadas; Taehyung estaba durmiendo plácidamente y era totalmente ajeno al agujero oscuro en el que la mente de Jungkook estaba sumida. 

Salió de la habitación y caminó por el pasillo. La puerta de Seokjin estaba entreabierta, lo vio dormir cuestionando porqué su presencia parecía volver a molestarle. ¿Su recuerdo perdido tenía algo que ver con él? Pensó sin ser capaz de responderse. 

Una paradoja accidental. 

Pero Jungkook no podía permitirlo, pasó antes en el mirador y estaba pasando ahora. Y él, se negaba rotundamente a seguir perdiendo su realidad de esa forma. 

Empujó la puerta lentamente; sobre la repisa de Seokjin, en donde reposaban sus trofeos, estaba también su cámara, un pequeño aparato negro que reproducía imágenes instantáneas, así que la tomó esperando no ser visto y se movió lento hacia la salida. 

Antes de marcharse, volteó a ver la repisa de nuevo. El espacio vacío de la pelota que él mismo perdió resaltaba impresionantemente, le dolió el pecho sin razón, pero no le tomó importancia, después de todo, ya no podía recordarlo, el recuerdo de su futuro ya no existía. 

Regresó a la habitación de Taehyung; colocó la cámara dentro de una pequeña mochila roja que el castaño solía llevar con él, buscó en su escritorio un mapa doblado y al encontrarlo, lo guardó junto a la cámara.

Se colocó una camiseta ligera sobre esta la chaqueta que le pertenecía desde el comienzo, un pantalón de tela oscura y sus botas. 

Entonces, se acercó a Taehyung para moverle ligeramente. 

El castaño no tuvo consciencia del tiempo qué pasó, ni del momento en el que se quedó dormido aún con su ropa puesta hasta que sintió un par de ligeros golpes en su frente. 

—Oye, Taehyung, despierta —dijo, Kim abrió los ojos aturdido. Jungkook estaba de pie frente a él intentando mantenerse lo más silencioso posible. 

Se levantó desorientado; sentía que habían pasado apenas un par de horas y estaba demasiado oscuro para ser hora de levantarse. 

—Jungkook... —tragó saliva adormitado—. ¿Qué hora es? —Volteó a ver el reloj al lado de su cama para constatar que apenas marcaba las cuatro de la mañana. —¿Qué haces despierto? 

—Necesito recordar algo, y tienes que ayudarme a llegar allí.

—¿A dónde?

—San Francisco, necesito ir a mi casa. 

—Jungkook... no creo que tu casa exista aún —le dijo casi con pena.  

—Lo sé; yo tampoco pero no pierdo nada con intentarlo. Por favor. 

Taehyung apretó los ojos, le era difícil leer su rostro sin sus anteojos. 

—¿Sabes cómo llegar allí? —preguntó.

—Sí, recuerdo el camino. Pero tenemos que irnos ya. Seokjin despertará en un par de horas, y para entonces, nosotros debemos estar a medio camino. 

—Jungkook, ¿Qué sucede? Se supone que debíamos acompañar a mi familia y...

—Al diablo con esa mierda, querías desaparecer, bueno eso es lo que haremos.

—Estás más estúpido cada día, no podemos hacer eso. 

—Te dije que algo se me ocurriría. Vamos, piénsalo bien, no pueden obligarnos a ir si no nos encuentran —dijo alzando ambas cejas, esperando convencer al otro. 

Taehyung se quedó callado, tenía sentido.

—Mamá va a matarme. 

—¿Por qué lo haría? Seokjin hace este tipo de cosas todo el tiempo y no parece importarle mucho a tus padres. Además, ellos te adoran, estaremos bien. 

—Esto es mala idea...

—Pero quieres hacerlo, ¿Cierto? Vamos, necesito que me apoyes o terminaré dándome un tiro en la cabeza—Taehyung alzó ambos hombros en señal de ignorancia—. Eso funciona para mí, ponte los zapatos y ayúdame a abrir la cochera. 

Kim se levantó de la cama teniendo el mismo cuidado que Jungkook al caminar. Se colocó sus anteojos, y su chaqueta, luego de atar los cordones de sus converse altos. 

Jungkook tenía ideas bastante extrañas en la madrugada. Aún así, quería seguirlo, guardó su libreta en el bolsillo de su chaqueta y se dispuso a salir; pero antes de hacerlo tomó una hoja de su escritorio, escribió un pequeño mensaje en ella y la dejó sujeta a la puerta de su habitación con un poco de cinta adhesiva. 

Bajó y caminó directamente a la cochera. El pelinegro lucía nervioso, estaba agitado y las pequeñas gotas de sudor se resbalaban por su cuello. 

—¿Estás seguro de que estás bien? —le cuestionó, ignorante al colapso que había vivido horas antes. 

—Sí, sí. Solo necesito salir de aquí, ahora —respondió ansioso. 

—Dame las llaves del auto —ordenó Taehyung, a sabiendas de que probablemente el pelinegro las había tomado de la entrada. 

—No, yo conduzco. 

—No mientras sigas así de nervioso. ¿Qué ocultas?

—¡Nada!

Taehyung se cruzó de brazos y le reprochó con expresión burlona. 

—¿Intentas mentirme a mí? Por favor, no olvides que dedico todo mi tiempo a estudiarte, así que es imposible no notar cuando algo te sucede. Pareces casi drogado. 

—Yo siempre luzco drogado para ti. 

—Ese no es el punto —dijo, acercándose a él para quitarle las llaves—. Abre la puerta de nueva vez y vámonos antes de que me castiguen por tu culpa —ordenó. 

Jungkook suspiró en el intento de mitigar una sonrisa, sintiendo una extraña tranquilidad atravesar su cuerpo. 

Un par de palabras fueron suficientes para convencer al castaño y quizá, la complicidad que en él había encontrado se comportaba como un placebo para su alma. Porque no tenía que decir nada para hacerle sentir que ya no estaba solo. 

Abrió la puerta del garaje con sigilo, sosteniéndola para evitar que hiciera ruido mientras Taehyung encendía el motor del auto y avanzaba hacia el exterior. 

Cuando estuvo afuera finalmente, Jungkook volvió a cerrar la puerta y corrió hacia el auto, entrando en el vehículo del lado del copiloto, trayendo con él la mochila y una refrescante visión de la madrugada. 

El pelinegro buscó el mapa entre sus cosas y lo extendió sobre el tablero del auto. Era malo para las ubicaciones, parpadeó confundido viendo las líneas en el papel.

—Bueno, esto será un poco más difícil de lo que pensé —dijo el pelinegro. 

—No te compliques. ¿Quieres llegar a San Francisco, cierto? Lo único que tenemos que hacer es conducir fuera del condado y seguir hacia el norte. Confía en mí. 

Jungkook sonrió; la forma en la que Taehyung complementaba sus míseros pensamientos con una solución era digna de ovacionar. 

El condado mariposa en California, nunca sería rival para la ciudad del gran puente. 

—Confío en ti. 

Una aventura no programada; y un día menos para ambos. Pero ninguno de los dos parecía inmutarse por el tiempo tratándose del otro, no existía ninguna prisa. 

Aún. 



...

—"Te veré en la cena" ¡"Te veré en la cena"! ¿¡Puedes creerlo, mamá!? 

Seokjin comía su desayuno al borde de un ataque de nervios. Había despertado un par de horas más tarde de lo que acostumbraba para salir a correr y lo que había encontrado era una nota en la puerta de la habitación de su hermano que sabía era para él. 

—No lo sé, parece que te verá en la cena —se burló ella. 

—¡No es gracioso! Vamos, ¿Cómo puedes no estar molesta?

—Es lo que consigues por intentar forzar a tu hermano a hacer algo que no quiere. Tiene los medios y un cómplice, estaba claro que se saldría con la suya. 

—¡Pero, mamá, se robó el auto! ¿Eso tampoco te molesta? 

Ella le sirvió un vaso de jugo y lo colocó sobre el desayunador para complementar sus alimentos.

—Oh, por favor ese auto es más tuyo que nuestro —dijo con gracia. 

—Sabes, esperaba un poco más de apoyo de tu parte en esto. 

—Tesoro, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué lo obligara a ir?

—¡Sí!

—Yo me rendí hace años, y tu hermano ya no es un niño. Las palabras Taehyung e iglesia son peligrosas en la misma oración. Además, no entiendo tu interés en hacer que vaya. 

—¡Me preocupo por él! Tengo miedo de que él...—se quedó callado, ¿Qué le preocupaba?

—¿Miedo de que él...?

—Nada, es solo que tiene ideas extrañas... supongo. 

—Estamos hablando de Taehyung, todo él es extraño. 

—No me refería a eso... Es decir, iremos a la universidad el próximo año, y Taehyung no ha mencionado a ninguna chica ni una sola vez, ahora repentinamente tiene amigos diferentes y...

Ella se paró firme frente a él y lo interrumpió antes de que siguiera hablando. 

—No te atrevas ni siquiera a insinuar eso. 

—Mamá...

—Tu hermano siempre ha sido diferente pero no merece que lo encasilles de esa forma. —Era difícil hacerla enojar, pero su semblante serio había aparecido—. Y si eso es lo que te preocupa, tú tampoco estás siendo un buen cristiano después de todo. 

—¿Dices que estarías de acuerdo con eso?

—No quiero tener que pensar en esa situación —declaró dándole la espalda—. Ahora ve a vestirte, nos iremos en cinco minutos. 

—¡Pero mamá!

—¡Tu hermano no es un enfermo! —volteó a verlo—. Lo que dices es repulsivo. ¡Basta ya!  —le gritó haciéndolo callar. 

¿Realmente se había molestado con él por eso? Era absurdo. Estaba intentando ser coherente y todos parecían pensar hacia distintos extremos.

—Vayan sin mí —le dijo antes de levantarse de la mesa. 

Su hermano se fugaba de casa y él era el villano. 

¡No tenía sentido! 

Aún tenía puesta su ropa deportiva, así que decidió hacer lo único que sabía calmaría su inquietud: salir a entrenar, otra vez. 

Sin importarle los llamados de su madre salió por la puerta trasera que conectaba la cocina con el jardín y luego comenzó a trotar por la acera. 

Había pasado muchas cosas en la última semana. 

La noche de la fiesta, Sunhee se había quedado a su lado para cuidarlo y lo había interrogado intensamente para saber sí él había hablado con alguien de lo que pasó entre ellos. 

Él lo negó por completo pese a haber terminado dándole demasiada información a Taehyung; pero algo en ella le parecía demasiado temeroso, como si su relación no fuese lo bastante evidente ya. 

Tenía mucho con sus problemas personales como para sumarle a su hermano paseándose por toda la escuela con gente como Agustus Min. 

¿Qué pensarían los demás? ¿Por qué Jungkook parecía estar tan cómodo con ellos? Jeon se parecía más a él, y estaba claro que encajaba mejor con el resto del equipo que con los fenómenos de arte. 

Estaba tan concentrado en su propia porquería elitista que ni siquiera se había fijado en la camioneta que lo seguía desde hacía dos cuadras. 

Namjoon y Jimin se habían dedicado a hacer trabajo de campo durante toda la noche, en busca de la casa del sujeto. 

Después de identificar el auto, lo seguían a todos lados, pero nunca lograban dar con el lugar exacto. Ese día en específico, ambos decidieron tomar un café en la madrugada cuando creyeron que no habría ninguna clase de reacción; pero se equivocaron. 

Al salir de la cafetería lo que menos esperaban ver era a ese maldito auto a toda velocidad, burlando las señales de alto y los semáforos como si fuese conducido por un maniático. Intentaron alcanzarlo pero fue inútil, había avanzado demasiado rápido. 

El profesor Kim iba a perder la cabeza. El lapso de entrega de resultados de su experimento había comenzado a contar los días, y él aún no tenía ni idea de quién había logrado atravesar el jodido vórtice que había creado.

Después de fracasar intentando alcanzar el auto, ambos se dispusieron a regresar al apartamento que compartían; pero no esperaban ver a su principal sospechoso trotando en medio del frío de la mañana. Completamente solo y expuesto. 

Seokjin subió el ritmo de sus pasos, comenzando a correr, naturalmente, como parte de su rutina. La camioneta detrás de él aceleró casi al mismo tiempo llamando su atención, así que aumentó aún más la velocidad y cambió de camino; pero ese vehículo seguía detrás de él. 

No era momento para cuestionarse; en cuanto se dio cuenta de la situación corrió tan lejos y tan rápido como pudo para intentar perderlo. 

La zona residencial se había terminado. Quiso esconderse en medio de la vegetación del bosque pero le fue imposible cuando la camioneta le cerró el paso. 

—Oh, mierda.... —dijo intentando retroceder cuando la ventanilla del auto se abrió. Había dos personas con máscara, una de ellas le apuntó con una cerbatana antes de abrir la puerta. 

Sintió un piquete en el cuello antes de marearse, le habían disparado algo desde la ventana. Se tocó el cuello encontrando un pequeño dardo insertado en su piel. 

Un hombre se bajó del lado del copiloto para subirlo al vehículo. Seokjin era incapaz de resistirse, sus piernas se habían vuelto rígidas y su espalda quieta, además de que todo a su alrededor parecía dar vueltas. 

Como una presa, terminó en el interior de la cabina de la camioneta; intentando patalear y gritar sin éxito mientras el auto aceleraba y golpeaba inútilmente al sujeto que luchaba por mantenerlo quieto. 

En medio de la laguna mental en la que el sedante le había inducido, intentó buscar en sus bolsillos cualquier cosa para defenderse encontrándose únicamente con la nota que arrancó de la puerta de su hermano. 

Estaba demasiado drogado; no sabía qué carajos pasaba o qué había hecho para merecer esto, pero eso no importaba. Lo único que necesitaba era encontrar la forma de pedir auxilio. 

Se quitó el zapato y metió la nota en su interior. Se inclinó hacia la ventana tan rápido como su cuerpo al borde el colapso se lo permitió y entonces lanzó su tenis negro por ella, tomando la poca conciencia que le quedaba para gritar:

—¡Ayuda! —asomando la cabeza por la ventanilla hasta que finalmente se desmayó y cayó rendido dentro de la cabina. 

A pocos metros de allí, Yoongi se debatía mentalmente en si haber golpeado a ese policía había valido la pena. Al ser menor de edad y con las influencias de su padre se había reducido su castigo a hacer servicio comunitario de recolección de basura. 

Los viajeros solían arrojar basura en la carretera hacia las afueras del condado en donde el área boscosa comenzaba; en resumen, cada fin de semana durante seis meses, él debía ir a recogerla. 

Así que allí estaba, en un puto domingo limpiando el bosque, con una bolsa para basura atada a su cintura y un palo con punta afilada recogiendo latas de cerveza y pañales. ¡Aleluya!

Una camioneta negra pasó a su lado tan rápido que apenas le dio tiempo de alejarse de la orilla. La siguió con la vista molesto solo para percatarse del momento exacto en donde arrojaron algo desde el vehículo en movimiento. 

—¡Oye, idiota! ¡Esto no es un basurero! —gritó, agitando su puño. 

"¡Ayuda!"

El auto zigzagueó en medio de la carretera, como si luchara por perder el control. Creyó que se detendría y alguien se bajaría a golpearlo, en un segundo imaginó miles de escenarios posibles pero nunca espero reconocer esa voz y ese grito de auxilio. 

Comenzó a correr detrás de la camioneta; siendo incapaz de alcanzarla debido a la velocidad y al hecho de que esta se adentró entre los árboles alejándose del camino principal hasta desparecer entre la maleza. 

Esto era extraño, demasiado extraño. Ni siquiera sabía si había escuchado bien así que buscó entre la grama en dirección a dónde creyó el objeto que lanzaron del auto pudo terminar. Encontrándolo metros más adelante.

Entonces supo que tenía razón. Él conocía ese zapato, era ese estúpido tenis negro que había dañado sus zapatillas la noche anterior. 

—Seokjin... —musitó confundido. Notó el trozo de papel en el interior del zapato, lo tomó y al desdoblarlo no le quedó ninguna duda de que algo raro estaba pasando. 

"Te veo en la cena" -Taehyung.

¿En qué mierda estaban metidos los Kim?

...

—Creo que deberías bajar la velocidad.

—¿Por qué? ¡Esto es excelente! 

Taehyung llevaba un par de horas al volante. Y Jungkook comenzaba a comprender el motivo de que sus padres no le prestaran el auto. 

Sus uñas estaban clavadas en la palma de su mano mientras Jungkook sentía que pronto le arrancaría un pedazo de esponja al sillón por lo fuerte que intentaba sujetarse de el. 

—¡Acabas de pasarte dos semáforos en rojo! 

—No los vi.

Cuatro horas de camino; el sol reluciente y la autopista frente a ellos. Los vidrios del auto estaban abajo mientras ellos aceleraban abriéndose paso  por el camino. 

El viejo radio consiguió captar una emisora al entrar en la ciudad, Jungkook se enfocó en ella cuando la locutora comenzó a hablar, feliz de que el aparato por fin había funcionado. 

"... Septiembre y la locura del otoño están aquí. Es un hermoso domingo para salir a disfrutar del viento y el cálido sol... "

Taehyung estiró la mano para cambiar de emisora, dejando en su lugar el programa matutino de noticias. 

 —No actúes como un anciano justo ahora, Tyler. 

—Si vuelves a llamarme así una vez más, abriré la puerta y te dejaré tirado en la carretera. 

—¡Te lo mereces! No pasé dos horas intentando hacer funcionar la radio para que cuando funcionara vengas y le cambies a la música. 

—¿En serio vamos a discutir por eso?

—¡Sí! ¿Cuál es tu problema con dejarme ser feliz con la radio?

—¡Te gusta la música para pubertas!

—¡A ti también! 

—¡Claro que no!

—¡Claro que sí! ¿A quién quieres engañar? 

—Oh, rayos. ¿Qué te hace pensar eso? 

—¿Estás celoso de un electrónico, entonces? Eso sería un nuevo nivel de locura. 

—Eres un idiota.

—Sí, y tú un reprimido de mierda. 

—¡Basta ya! Pon tu estúpida emisora —le dijo molesto. 

—Ahora ya no quiero. 

Taehyung negó con la cabeza; estiró su brazo derecho para alcanzar la guantera del auto y abrirla, en su interior se encontraban varias cajas de plástico. 

—Toma un cassette de esos y cállate. 

Jungkook le miró fingiendo ofenderse por su cruel mandato mientras buscaba, había escuchado los nombres de esos artistas y conocía muchas de las versiones actuales de esa canciones; pero nunca creyó ver una versión original tan auténtica de uno en específico. 

Abrió los ojos sorprendido cuando encontró un cassette de un artista que adoraba y casi ahogó un gemido de felicidad cuando lo tomó entre sus manos. 

—¡No puedo creerlo! Estuve buscando esto en eBay por años y no pude encontrarlo. 

El castaño observó de reojo la gran felicidad de Jungkook, el álbum era "Let's dance" de David Bowie, y él había conseguido ese cassette por poco dinero en una tienda cerca de su casa hacía meses. 

—¿Te... gusta?¿Conoces el álbum?  —preguntó confundido cuando le vio abrir la caja. Había sido un regalo para su hermano, uno que tardó mucho tiempo escogiendo; pero después de recibirlo simplemente lo había acajonado junto con los demás en el interior de la guantera, así como todas las veces que era ignorado al hablar de sus intereses.  

Taehyung pensó que quizás era demasiado corriente, y no volvió a involucrar su gusto musical con nadie más. 

—Por supuesto que sí —dijo colocándolo en la casetera de la radio al ser espontáneo—. ¡En el está la versión original de una de las mejores canciones de Bowie de todos los tiempo!

Lo insertó en la casetera y presionó el botón de reproducción, la primera melodía resonó con un acorde que vibró en el ambiente. 

"I know when to go out, and when to stay in. Get things done I catch a paper boy; but things don't really change. I'm standing in the wind, but I never wave bye-bye..."

—"But I try, I try... "—cantó Taehyung por lo bajo.

—Oh, no. Creí que ya habíamos superado esta etapa. ¡Vamos! Se canta con sentimiento —le dijo colocando una mano sobre su hombro y elevando su voz—. "...I'm lying in the rain. But I never wave bye-bye. ¡But I try, I try!"

"...Never gonna fall for modern love..."

La llegada a San Francisco se eclipsó por la felicidad que al estar juntos se irradiaba. El puente Golden gate se presentó frente a ellos dándoles la bienvenida a un futuro pasado de Jungkook en donde el color del cielo y la brisa se acoplaron en uno solo. 

La cabeza del pelinegro parecía disiparse de toda laguna mental y de la oscuridad.

—"¡Church on time, terrifies me, church on time...!"

Jungkook sonrió al escucharlo cantar y la forma en la que la letra encajaba con el chico. 

—La iglesia realmente te aterra, ¿no? —bromeó conteniendo una carcajada—, yo creo que es al revés. Ella te tiene miedo a ti. 

—Oh, cállate —le dijo sin ofenderse, simplemente disfrutando de la velocidad y el nuevo paisaje. 

No caer en las trampas del universo es imposible, de eso se trata el amor moderno. No se puede evitar que el corazón sienta, que vibre. Es un momento en el que se aprecia la vida y se disfruta aunque sea por un instante de aquello que los demás descubrieron en nosotros antes que nosotros mismos. 

El cabello castaño de Kim era despeinado por el aire. Jungkook intentó concentrarse con todas su fuerza en su perfil mientras los recuerdos  se instalaban en él.

Esas calles, aunque anticuadas, le parecían familiares de pronto. Parecía que había tenido más amigos de lo que originalmente pensó. 

—Detente aquí —pidió de pronto estando en medio de una de las calles principales, y cuando lo hizo, Jungkook bajó el auto corriendo. 

Taehyung no entendía lo que le sucedía. No tenía conocimiento de que el pelinegro había perdido la noción de su realidad en la línea original de tiempo, siendo reemplazado por las vivencias de la segunda en donde la pelota ya no existía. 

—¡Espera! —gritó, y le siguió mientras le veía acariciar con una mano la pared de un edificio—. ¿Podrías explicarme qué demonios te pasa? ¡Has estado actuando como un lunático todo el día! 

—Ellos me golpearon aquí. La sangre de mi nariz llenó toda la acera. 

—¿Qué? 

Era real, estar en ese lugar le había ayudado a materializarse. La segunda línea había cambiado de nuevo. 

—Cuando vine aquí... la gente comenzó a fastidiarme. —Lo hizo, y originalmente nunca se esforzó por buscar problemas, soportó todo el maldito acoso por semanas sin desistir; pero ese temple no estaba en él más—. Y yo, me metía en problemas todo el tiempo, incluso peores que en Corea. Pero yo... yo no estaba solo. 

—Dijiste que al llegar aquí... nunca hablaste con nadie. Nunca tuviste la oportunidad de acercarte a alguien. —Habían jodido algo, pero ahora no estaba seguro de si era bueno o malo. 

—Yo no me acerqué, él se acercó a mí —afirmó—. Su cabello era rojo, tenía unos cuantos centímetros menos de altura que yo; pero aun así recibió un par de golpes por mí y luego me invitó a su casa a fumar hierba. Además de colocarme él mismo el piercing del labio.   

Taehyung se enfocó en su boca, Jungkook no tenía el metal pero sí la perforación bajo el labio. ¿Había tenido esa herida siempre?, se cuestionó. Y aunque quiso negarlo su mente le gritó que sí. 

—¿Qué tanto contacto tuviste con él? O bueno, tendrás. 

—Creo que fuimos algo, yo... me acosté con él. Seokjin enloqueció al verlo dentro de la casa, dijo que... de nada había servido librarme de un idiota como Jay si lo primero que hice al llegar aquí fue salir y buscar un novio igual de idiota.

—¿Conoces su nombre?

—Dominic. 

Jungkook tragó saliva; esta parte de su vida era difícil de asimilar. La noche que pasó en la comisaría con él y los reproches de un Seokjin desesperado estaban presentes.   

—Nunca lo mencionaste antes. Suena como alguien importante. 

—Yo no tengo idea de por qué. Solo lo supe de pronto. Es como... un sistema de datos en el que apareció nueva información.

—Jungkook, piensa en las últimas dos semanas, piensa en qué pudiste haber hecho para crear otra brecha.

—No lo sé. 

Taehyung parpadeó repetidas veces. Esto era increíble, el mapa cronológico de Jungkook y su cambio eran impresionantes, y lo que se derivaba de una variante era colosal; porque no sólo lo afectó a él, sino a todos aquellos a quienes podía hacerlo. Incluyendo nuevas personas a su futuro y un sinfín de nuevas situaciones. 

—El efecto mariposa... 

—¿Qué?

—Un pequeño cambio en el presente genera un gran cambio en un comportamiento futuro.

—Destruí algo importante en mi cabeza, ¿No es así?

—Creo que sí —le contestó Taehyung viéndole con lástima. 

Jungkook comenzó a caminar por la calle; conocía muchos de estos edificios, y sabía exactamente qué otros iban a ser demolidos. 

Había una peluquería en donde él recordaba habría un restaurante de comida china, el mismo donde Seokjin ordenaba la cena cuando ninguno de los tres quería cocinar en casa. 

Taehyung le seguía en silencio, analizando su comportamiento. Jungkook caminaba veloz pero se deslumbraba en cada avenida hasta que finalmente volvió a detenerse frente a una construcción.

—Esta es mi casa. —Había personas acarreando material de construcción hacia el interior de la estructura sin acabar. 

—¿Qué es lo que quieres recordar? 

—La día que fui al lago con Seokjin estaba molesto porque iría a la playa con él, veríamos el puente desde la bahía. Y terminé en el bosque con mi padrastro. 

—No recuerdo que fuera exactamente así.  

—Yo quería ir, lo sé; pero nunca había sentido tan real un deseo.

Jungkook contempló la ventana de la que alguna vez sería su habitación desde el exterior de la casa y pensó con desdén que algo faltaba allí. Su necesidad de atención era asfixiante. La ansiedad que dentro de él existía parecía haber crecido y el aire se le escapó del pecho cuando sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. 

El castaño le tomó de la mano, Jeon volteó a verlo sorprendido. Acciones como la empatía y la consideración que nunca tuvo le hicieron suspirar.

—Entonces vamos. Apenas es mediodía, y la bahía no está lejos de la autopista. 

—Taehyung...

—Lo que sea que estés sintiendo o lo que sea que intentes devolver a ti es historia ya. Tienes dos opciones: dejar que la realidad te controle o controlarla tú mismo. No es bueno que estés tan cerca de tu futuro, esas cosas no son importantes, no justo ahora, así que ven, regresemos al auto.

—Al menos uno de nosotros dos tiene la infinita capacidad de ser coherente. 

—Es por eso que somos un buen equipo, Jeon —le dijo sin dejar de verlo alejando sus ganas de llorar, Taehyung tiró de su brazo para hacerlo caminar a su lado—. Venga, te compraré un helado. 

—¿En serio acabas de ofrecerme un helado en este momento? 

—Oh, sí, lo hice. 

Sonrió; sabía que Jungkook estaba a punto de tener un ataque de pánico, también sabía que no podía controlar la ansiedad pero sí podía intentar alejarlo de ella y quedarse a su lado hasta que esos pensamientos fueran menos ruidosos. 

—Espera —Jungkook le soltó, se quitó la mochila de la espalda y sacó de ella la cámara instantánea de Seokjin. Entonces, le tomó una fotografía a la ventana de su casa, para luego guardarla de nuevo junto al aparato—. Ahora sí. 

Taehyung negó con la cabeza, ni siquiera hacía falta preguntar de dónde la había sacado. 

El medio día trajo consigo una extraña sensación de libertad; en la que vagaron por las tiendas de San Francisco disfrutando del poco sol y del fresco ambiente. 

Tuvieron que buscar un lugar para comer; Taehyung se disculpó por haberse comido dos banderillas de salchicha con tocino, frente a la pobre ensalada de Jungkook, y le compensó comprando para él una paleta de hielo con sabor a chicle.

El auto tenía suficiente combustible para recoger la ciudad a toda velocidad. Sin dejar de cantar, y disfrutando de la compañía del otro; ambos llegaron a orillas de la carretera desde lo alto en donde la salida de la ciudad se encontraba, bajaron para detenerse a ver la ciudad al atardecer. 

Sí, esa tarde en la que juntos contemplaron el paisaje pareció eterna cuando Taehyung se perdía en el asombro de la brisa. Jungkook tomó fotografías de todo el lugar y del gran puente rojo a la distancia cuando tuvieron una vista perfecta. 

Con el lente de la cámara intentó captar el cielo; pero la luz que emanaba de Taehyung logró capturar por completo su atención. 

—¡Oye! —dijo el castaño cuando notó que era el modelo de Jungkook—. ¿Qué crees que haces? 

—Intento conseguir tu mejor ángulo.

—Nunca he sido fotogénico —se excusó. —La cámara me odia. 

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Tu rostro es perfecto!

—¿Perdón?

Jungkook se ahogó, no sabía de dónde jodidos le había salido decir eso.  Él siempre decía cosas inapropiadas, pero esto no encajaba precisamente con eso.

—Sí, bueno, es decir es bonito. Tu rostro es bonito. Uhm, es diferente y te da un toque singular y  no sé porqué estoy tan nervioso...

—Eso es, porque eres un tonto.

Taehyung comenzó a reír a causa de su torpeza, y Jungkook aprovechó ese instante para sacar una fotografía de él. Quería  dejar constancia física de este día.   

Y aunque buscó la forma de evadir la cámara, sin éxito, quedó plasmado en el papel. Al notar su fuerte escepticismo sobre sí mismo, Jungkook la guardó dentro de la mochila junto a las demás con especial cuidado. 

—Será mejor que regresemos al auto, está empezando a hacer un poco de frío. 

Ambos caminaron hacia el vehículo; Taehyung entró en el lugar del piloto y Jungkook del lado contrario. 

—¿Cómo te sientes? —le dijo a Jeon. 

—¿A qué te refieres?

—¿Te sientes diferente?

—No lo sé. Mi cuerpo sufre una extraña combinación entre depresión, ansiedad y ganas de follar.

—Joder, eres un asco.

—Lo sé. No puedo creer que soy así de promiscuo. 

—Al menos tú no tienes problemas en aceptarlo. 

—¿El estar caliente y deprimido? No. 

—¡No! Me refiero a todo esto del contacto físico. 

Jungkook alzó una ceja curioso; el despertar hormonal de Taehyung era interesante para él.

—Los humanos tenemos necesidades. No todo se trata sobre algo emocional. 

—No parece. Últimamente pienso mucho en si alguna vez podré ser como los demás, en ese sentido.

—Oh, vamos. Entiende que realmente no importa. 

—Maslow no diría lo mismo. 

—Sabes que si vas a empezar con tus referencias para cerebritos debes traducirme. 

Taehyung sonrió a su lado, la luz del día comenzaba a caer. La ciudad de San Francisco era gloriosa al atardecer y mientras más hablaban, más se convencía el castaño de que estaba perdiendo su pudor y razón. 

—Maslow, planteó que todo ser humano tiene que pasar por distintos estratos para alcanzar la autorrealización. Si puedes satisfacer las necesidades de un nivel de la pirámide, podrás pasar al siguiente hasta alcanzar el pico. 

—¿Ah sí? ¿Y eso en qué nivel nos coloca?

—De cinco apenas en el segundo; aunque no estoy tan seguro, considerando que ni siquiera soy capaz de acercarme a las chicas para completar el primer nivel. 

—¿Hablas de sexo? —, Taehyung asintió—. Querer explorar tu sexualidad no es malo. Es natural, podrías ser hetero, bi o incluso asexual, no hay razón por la que debas encerrarte en algo hasta no experimentarlo por ti mismo. 

—¿Asexual? —cuestionó Taehyung sin comprender. Él nunca había escuchado tal cosa. 

—Uhm, hay personas que no sienten atracción sexual por otras, su libido es diferente, y por ello sus relaciones se basan más en una conexión emocional que corporal. Algo así, de hecho, es mucho más complejo que eso. Te mentiría si te dijera que la información que te doy es completamente correcta.

—¿Eso es posible? 

—Aparentemente sí. Pero tú...—vaciló viéndolo de cerca, la forma en la que Taehyung le veía los labios como perdido en sus pensamientos estando en silencio le tentó y logró descontrolarlo invitándolo a sentirlo. —¿Quieres que me acerque, cierto?

—No lo sé. —"Eso es lo que necesito saber", se dijo a sí mismo. Tragó en seco cuando Jungkook colocó una mano sobre su pierna. —Cuando estoy contigo, pienso en cosas incoherentes. 

—Ese es tu problema, Taehyung. Deja de pensar. 

La radio se desconectó cuando la respiración de Jungkook se acercó su cuello; no había ningún metal entre ellos, no había forma de conectar su corriente, aun así el circuito de atracción estaba adherido a su piel y al deseo que brotaba de la desesperación en la fricción de las cargas. 

El cerebro produce suficiente energía para dar luz; más allá de eso, cuando los hormonas se apoderaron del sistema, no había más que hacer que sucumbir ante ellas. Como todo ser humano inconsciente por el calor. 

Jungkook solía pensar en alguien. Tenía la necesidad de sentirse piel contra piel, lejos de estar enamorado, Jungkook solía buscar atención en personas que solo se la darían a costa de su satisfacción. No tenía idea de quién era, pero aún así, entendía lo que su cuerpo quería cuando su mente se nublaba. 

¿Qué lo controlaba? Quizá no había más que desesperación y atracción, una en la que su existencia ajena a la realidad quería ser parte de ella a cualquier costo. 

—Jungkook... —susurró el castaño cuando un beso se clavó bajo su mentón. Y escaló por su barbilla, quedándose contra la piel de su mejilla—. ¿Qué haces? —Jungkook se quitó su propia chaqueta. 

—Soy un experimento, ¿Recuerdas? 

—Yo no quise decir eso...

—No me molesta que me veas de esa forma, es lo que soy. Después de todo, puedo ser tu proyecto personal. 

—¿Cómo? —preguntó al llenar su pecho de aire. —Dime—las manos de Jungkook se habían colado por su ropa, y él, aunque temeroso, se declaró a su merced—. ¿Qué es lo que quiero saber? 

El miedo se desvanece rápido cuando se mezcla con la sangre, intoxicando todo a su paso. 

—No puedo explicártelo con palabras, y un beso no es suficiente para que lo entiendas. 

—Muéstrame.

El auto pareció más pequeño incluso después de mover los asientos; los anteojos de Taehyung comenzaron a estorbar, tuvo que retirarlos. Jungkook se colocó por completo frente a él, inclinando todo su cuerpo sobre el suyo cuando finalmente lo besó.

Su lengua se introdujo descaradamente en su boca, jugueteando directamente con la suya, dejando en claro el deseo que en ese momento se provocaban.  No habían palabra bonitas; era saliva y testosterona luchando por estimular una reacción puramente física. 

La espalda de Kim estaba contra la puerta del piloto, sentado de lado luchando por acomodar su cuerpo en el sillón. Sentía todo su interior colapsar, el suave toque de Jungkook que intentaba colarse por su camisa le hizo temblar, pero no quería detenerse. 

Los botones de su camisa fueron retirados uno por uno, Jungkook se separó de sus labios para bajar por su cuello hasta sus clavículas, saboreando la piel del castaño donde sabía quedarían pequeñas e inofensivas marcas violetas mientras este apretaba los ojos. 

Continuó bajando; sin la barrera de tela, el pecho del otro estaba expuesto, subía y bajaba a medida que su respiración se volvía más incierta. 

Jungkook se había arrodillado en medio de sus piernas separadas para quedar aún más cerca de él, pasando por encima de la palanca de velocidades. 

Un par de besos por encima de su ombligo y el toque sobre sus pezones. Taehyung se sintió algo incómodo, había comenzado a excitarse. 

Jungkook le vio intrigado. ¿Hasta dónde era capaz de dejarlo llegar a cambio de conocimiento? La curiosidad del muchacho parecía darle la pauta libre a seguir hasta el final; mas la vergüenza en sus ojos ante su notable erección le hizo reconocer que él aún no estaba listo para algo como eso. 

Taehyung lo estimulaba. ¿Tanto como para que su mente libertina y su ser adolescente desearan follarlo? Definitivamente sí; pero no podía, sabía que el chico no entendía completamente lo que eso implicaba. Él era un experto en el sexo por impulso, pero Taehyung no se merecía eso, no allí. 

Jungkook agitó la cabeza. ¿Qué demonios estaba haciendo? Quiso alejarse, quiso actuar como un buen amigo, quiso decirle que nunca intentaría propasarse con él pero la mirada suplicante del castaño le hizo dudar. 

Su erección era notoria, y sus ojos le pedían a gritos que continuara; pero no quería ser un idiota, él se rehusaba a ser esa clase de hombre. 

Colocó una de sus manos en su entrepierna, aún sobre la mezclilla de sus jeans y la movió lentamente sin dejar de verlo. Los mechones castaños que se interponían en el medio de su rostro, y sus jadeos eran muestra de su libido, realmente le gustaba sentirse así. 

Calor, energía y materia. Un equilibrio para su sistema, un toque de luz que parecía poseerlo, que podía sentir mezclarse con el suyo.

Taehyung se desabrochó la hebilla del cinturón, sus ojos estaban cerrados, se sentía demasiado avergonzado como para ver a Jungkook. Él mismo introdujo una mano dentro de su pantalón intentando mitigar el deseo que en él existía y que rara vez salía a la superficie. 

¿Debería pedir perdón? Estaba quedando como un tonto pero no ocultaría el hecho de que su cuerpo a veces reaccionaba por sí solo. Tenía diecisiete, y no sería hipócrita, no solo tenía acné, desafortunadamente para su intelecto, también tenía pensamientos húmedos que usualmente no mostraba. 

Jungkook sonrió de lado. Su moral lo hacía complicarse demasiado, y ante tal situación, él sabía exactamente lo que tenía que hacer. Así que tomó de la muñeca a Taehyung para retirar su mano, desabotonando el pantalón del chico que abrió los ojos exaltado. 

Taehyung quería una experiencia, que de hecho, sería la primera. Y él podía darle una que no lo lastimara.

—¿Puedo? —buscó por su consentimiento sin dejar de verlo. El castaño tragó algo ansioso. 

—Sí...

—Esto va a gustarte —dijo mordiéndose el labio, y jugando con la orilla de la ropa interior de Taehyung. La bajó lo suficiente para liberar su pene, tocándole despacio, casi con miedo a su reacción—. Solo cierra los ojos. 

La piel de su pelvis era suave; y los pequeños vellos alrededor de su miembro poseían un color ligeramente más claro al de su cabello. El sol aún golpeaba la ventana, y aunque el atardecer estaba al acecho, le rodeó con su mano derecha, subiendo y bajando mientras le sentía y veía endurecer aún más. 

Él mismo comenzaba a necesitar ayuda.

—¿Qué ha-aces? —preguntó. 

No obtuvo respuesta, nunca se imaginó experimentar lo que Jungkook haría después de retirar su mano e inclinar su espalda sobre él. Tampoco la sensación caliente que caló hasta su vientre por encima de su pene cuando el aliento de Jeon se aproximó. 

La lengua de Jungkook se deslizó por la extensión de su miembro con lentitud, como intentando llenarlo de saliva por completo.

Los ojos de Taehyung se mantuvieron clavados en el chico mientras todo dentro de él se llenaba de adrenalina, cuando Jeon regresó a la punta de su pene, le dedicó una pequeña mirada antes de lamerlo y dejar rozar sus dientes con este. 

Tomó aire profundamente, e introdujo la erección de Taehyung en su boca. Succionó poco a poco, haciendo presión con los labios y la mandíbula mientras su lengua jugaba con las sensaciones que le provocaba cuando su saliva corría por sobre toda su piel. 

—Jung... —jadeó Taehyung— Jungkook, tú no... tú. ¡Maldición...! —gritó sujetando el timón del auto con su mano izquierda. 

Kim llevó su otra mano hasta la cabeza de Jungkook; su respiración se cortaba cada vez que Jeon movía la lengua. Los segundos en los que dejaba su miembro expuesto al frío cuando lo sacaba de su boca se compensaban cuando la velocidad aumentaba. 

Enredó sus dedos entre la hebras oscuras de Jungkook. Tiró de su cabello, obteniendo un leve gruñido que le llevó a ahuecar las mejillas y adaptarse hasta dejar llegar su miembro hasta la garganta. 

Fuerza sobre su área pélvica y longitud, Taehyung nunca había sentido una aplicación de presión tan literal. Si los libros de física plantearan los problemas en formas como esta, estaba seguro de que la educación sería más efectiva, porque Taehyung podía sacar al menos unas diez definiciones de lo que estaba sintiendo. 

En realidad, presión era igual a fuerza dividido superficie pero no podía pensar con claridad en ese momento.  Soltó un fuerte gemido, acompañado de un suspiro que sonó casi perdido, cuando su aliento le fue arrebatado siniestramente por la humedad y temblar de sus piernas. 

La sensación de rigidez que atravesó su abdomen le dio la señal de que no resistiría por mucho más. Intentó alejar a Jungkook de su cuerpo; pero el pelinegro se mantuvo firme en su labor, al sentir el sabor peculiar del líquido preseminal que se hizo presente aumentó el ritmo de sus movimientos, bajando y subiendo hasta lamer con desespero la punta de su pene. 

No tenía planeado separarse de él, era magnetismo puro en el espacio con su cuerpo, la sangre y el sudor. 

Jungkook respiraba acelerado; su propia erección iba a enloquecerlo; pero esperaría, Taehyung luchaba por contenerse y ahogar sus alaridos, y sabía, el chico perdería una de esas dos batallas pronto. 

Taehyung tiró del cabello de Jeon por última vez con fuerza sin poder impedir que un gemido ronco brotara de sus labios cuando aquel líquido blanquecino fluyó de él aún en el interior de la boca de Jungkook, un sonido tan exquisito que hizo al pelinegro tragar repentinamente y cerrar los ojos, como hipnotizado por Taehyung. 

Supo que había terminado, y su voz gruesa solo parecía haberse exponenciado. 

Se alejó de él, regresando a su asiento y buscando satisfacerse a sí mismo cuando desabrochó el pantalón desesperado. 

Volteó a ver a Taehyung, lucía completamente desaliñado, con las mejillas sonrojadas y los mechones castaños, que pegados a su frente por el sudor, se colaron por su rostro mientras tomaba aire por la boca. 

Jungkook introdujo una de sus manos dentro de su propia ropa interior, envolviendo su miembro y tomando con velocidad mientras comenzaba a moverlo, podía sentirlo húmedo ya, había aguantado por demasiado tiempo.  

Algo parecía vacío en él. ¿Lo vería diferente? No quería. Taehyung... él lo veía con complicidad siempre. No había nada mal más allá de las inseguridades en su cabeza que silenció. A lo mejor... él no lo seguía para conseguir algo de Jungkook, sino porque quería hacerlo. Eso lo estremeció.

Llevó su otra mano al rostro de Taehyung y lo tomó de la mandíbula, entonces tocó el labio inferior del chico con su pulgar mientras lo veía. 

—Sigue gimiendo. Hazlo, gime mi nombre —pidió sediento de satisfacción. 

—Jungkook... —dijo con tenue voz para satisfacerlo al verlo masturbarse desesperado—, estás enloqueciendo.

La forma en la que sus ojos enormes llenos de brillo, adornados con esas largas pestañas , y fijos en él parecían penetrar en su cabeza fueron los suficiente fuertes como para hacerle temblar. 

Apretó los ojos cuando pudo liberarse; sus manos se llenaron de su semen al finalizar de satisfacer su propio cuerpo. 

Suspiró por lo alto normalizando su respiración. La radio volvió sintonizarse una vez su ritmo cardíaco disminuyó su velocidad. 

Se quitó la camisa con dificultad, y utilizó la tela para limpiarse. Taehyung a su lado se había colocado sus anteojos de nuevo y comenzado a abotonar su camisa en un intento veloz de arreglar su ropa acomodándose de nuevo en su puesto.

Taehyung tomó el suéter que había traído consigo y se lo entregó sin decir nada para reemplazar la prenda que habían ensuciado. Jungkook lo aceptó y se lo colocó sin mirarlo.

A la sociedad moralista le encanta enseñarle a los más jóvenes que sentir deseos sexuales está mal. Les hace creer que tener esos deseos los hace menos merecedores de respeto, como si su valor como personas se basara únicamente en eso.

En ese momento, un Taehyung avergonzado descubrió que no era así. No tenía nada de malo experimentar, y quizás era algo impulsivo de su parte averiguarlo de esa forma; pero había sido completamente su elección. 

Jungkook no le juzgaba; saberlo le gustó mucho. No lo hacía incluso si demostraba tener impulsos como los demás en cosas que la sociedad le había enseñado a creer eran asquerosas y desagradables. Por un segundo, ante la mirada llena de asombro del pelinegro, no se avergonzó de haber dado su consentimiento para algo tan volátil, pues tuvo la certeza de que no estaba mal sudar ni errar en propia piel.  

No, no estaba mal ser humano. 

Por eso le encantó la forma en la que el otro no parecía cambiar la percepción que tenía de él incluso después de verlo vulnerable, es decir, no lo veía con menos valor, sino con mucha ternura y quizá pena al ser ambos tan jóvenes, tan inexpertos.

Una pequeña vibración en su interior y no tenía pruebas, pero esto era parte de lo que había estado deseando. Y aunque se sentía culpable, su alma se sacudió sin tener una remota idea de la calidez que se anteponía a su lujuria. 

Ambos se habían quedado sin palabras. Había una parte dentro de Jungkook que le incitaba a pecar, a buscar problemas pero, cuando Taehyung era lo único que veía, algo más tenía el control. Y eso, le hacía recordar al verdadero Jeon Jungkook. 

El estúpido e infantil Jeon Jungkook era él. Uno que ya no necesitaba la atención de los demás ni el tacto para sentirse completo. Y quizá, nunca sabría de qué se trataba la memoria que perdió, quizá su futuro se había llenado de inseguridad; pero en ese momento, aquel sonrojo inocente del chico que apenado se negaba a mirarlo le hizo llenar ese hueco no solo en su mente sino también en su pecho. 

Aclaró la garganta. Usualmente desaparecería después de esto, pero este no era el caso, se rascó la cabeza buscando una forma de volver a iniciar la conversación después de lo que hizo. 

Así que, nervioso, buscó en la mochila eso que había guardado para sí mismo.

—Olvidé mostrarte esto —le dijo, intentando romper el silencio—. Es el recuerdo de la primera vez que te fugaste de casa. 

Taehyung volteó a verlo, aún apenado, pero sonrió al ver la fotografía en manos de Jungkook. Rio leve, sonriendo tímido cuando la tomó. 

—Si esto continúa, la próxima será en la cárcel o el hospital —bromeó. 

—No, de hecho, será de la cara de Seokjin cuando volvamos a casa —dijo y comenzó a reír, al igual que Taehyung quien no pudo evitar unirse a él. 

—Quisiera ver su reacción si supiera lo que hicimos en su auto.

—Créeme, no quieres saberlo. 

—Seokjin es igual de conservador en el futuro, ¿No es así?

—No estoy seguro. 

—¿Por qué? 

—Eso es otra historia —respondió negando con la cabeza—. Como sea, debemos irnos si queremos regresar hoy a casa. 

—Tienes razón. 

Taehyung asintió sin intención de forzar sus recuerdos, ya habían tenido suficiente por hoy. 

Arregló los retrovisores del auto y justo cuando quiso encender el motor se percató de que las llaves ya no estaban en su lugar. 

Volteó a ver a Jungkook y este le recibió con una gran sonrisa, una de esas en donde sus dientes delanteros parecían más grandes de lo que eran, agitando las llaves frente a él. 

—Yo conduzco —le dijo levantando ambas cejas repetidamente. 

Kim bufó derrotado, resignado a tener que cambiar de lugar; bueno, al menos ahora podía disfrutar el paisaje en el camino. 

El cielo que les trajo fue el mismo que les llevó de regreso a casa. 

La autopista y el gran puente en el que el sol terminó de ocultarse se alejaron en el retrovisor a medida que avanzaban, abriéndose paso por kilómetros y kilómetros de carrera a través de la gran California. 

Jungkook tarareaba cada canción que el locutor anunciaba, moviendo la cabeza alegremente sin despegar su vista del frente y su atención del volante. 

Mientras tanto Taehyung desde el asiento del copiloto se dedicó a verlo a él. Encendió la luz interior del auto y sacó su libreta para actualizar su bitácora. 

Jeon Jungkook y San Francisco:

Segunda contradicción. 

Pérdida de la noción de la realidad, profundidad y distancia. 

Cambio de perspectivas, recuerdos. El sujeto intenta preservar memorias que afirman fueron reales.

Su autocontrol parece derivarse de su subconsciente, por lo tanto, este también cambia. 

Respiración, y pulso cardíacos altos = aumento en las frecuencias de circuitos cerrados. 

¿Magnetismo? 

Evaluación física semanal: Oral. (Literalmente)

Taehyung se mordió el labio pensando más allá de lo científico de sus anotaciones, que poco a poco, transformaban su libreta en más que una bitácora en un diario personal.

No podré volver a verlo comer helado de la misma forma. 

Ama a David Bowie casi tanto como yo. 

Arruga la nariz cuando está molesto. 

Es terrible para jugar a las adivinanzas. También con los mapas, y las ubicaciones en general.

Tomó la fotografía; y en ella anotó un par de detalles antes de colocarla entre las páginas de la libreta. 

Se acurrucó en el asiento intentando mitigar el frío. Jungkook al notarlo le entregó la chaqueta que había traído con él, sí, esa que protegía como a su vida al ser de las pocas cosas que había traído del futuro para que el viento no lo castigará más. 

Cerró la libreta no sin antes anotar en ella el último pensamiento que le robó el pelinegro:

Él y yo somos extraños; me hace pensar que puedo ser normal a su lado. 





Hola, coloco esta nota después de mucho porque vi a varios escandalizarse diciendo que el que se atraigan físicamente no es "amor". Yo dejo todo a la interpretación del lector, pero, como jóvenes, me gustaría decirles que efectivamente, no lo es, pero eso no significa que esté mal. El amor real lleva tiempo y esfuerzo, no sucede de un instante a otro, sería trágico llamar amor a algo así de vago. Ellos ya tendrán tiempo para amarse, pero por ahora son dos adolescentes experimentando, no está mal querer conocerte, y tenerle confianza a alguien para hacerlo. 

Además, el "amor" como lo conocemos es algo realmente subjetivo.  Lo que vemos aquí es más autodescubrimiento. 

Eso es curiosidad, y adolescencia en su máxima expresión. 



Manténgase con vida (y no salgan de casa). J.S. 


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