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Capítulo 18.

¡Hola mis bonitos lectores! Debo dejar de hacer spam diario, siento que en octubre los tendré chatos con tanta notificación con el flufftober, lo lamento de antemano. El capítulo de hoy está dedicado a mi preciosa AngelesFrontera, porque sé que este fic le gusta mucho, o al menos, eso creo en mi corazón. Muchas gracias a quienes se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

¿Por qué los humanos anhelan volar por el cielo?

Es un sueño aparentemente simple, sin embargo, eternamente anhelado por aquellos a quienes se les negó que sus alas crecieran.

Era curioso, si bien el cuerpo de las personas no se encontraba hecho para volar, lo intentaban, tomaban sus propias pértigas para surcar los cielos y ascendían hacia una efímera irrealidad. Aunque me haya caído incontables veces antes de despegar, ya nada me detendría para que extendiese mis alas e intentase. Eran pequeñas, temblorosas y estaban repletas de agujeros en fibra de vidrio, no obstante, eran las que tenía, si iba a fracasar, con orgullo lo haría.

Tuve que sacar a Sing de mi corazón porque no quedaba espacio para nosotros dos. Y fue triste, del amor al odio, del odio al rencor, del rencor a la agonía, pero también fue liberador. Por primera vez vi a Eiji Okumura a los ojos y no a un desconocido. Era un chico torpe, terco e impulsivo, lo quería conocer aún más. Tonto, ¿no? Ni siquiera me di cuenta de la presión que estaba ejerciendo sobre mí mismo hasta que me ahogué. Fue despertar en una prisión para darme cuenta de que yo mismo me había puesto los grilletes. Así que paré. Dejé de buscar en el cielo de alguien más para deslizarme por mi propio amanecer.

Solo arriba comprendí por qué los humanos anhelaban volar.

Suspiré, dejando que mi mentón se acomodase en mi palma, el perfume de Ash se impuso sobre la amargura del café, su brazo alrededor de mi cintura me erizó el alma, tragué, nervioso. La mueca de Yue del otro lado de la mesa fue graciosa. La cafetería de la universidad era un lugar agradable y tranquilo. ¿Qué tan desesperanzado me debí sentir para creer que mi vida se terminaría por atrasar la tesis? ¿Qué tanto me debí odiar para considerar morir antes que fracasar? Hace años, Sing me confesó que yo lo había enamorado por tener la habilidad para sentir la última y desesperada señal de auxilio que las personas enviaban, si aquello era verdad...

¿Por qué ignoré tanto tiempo la mía?

—¿Por qué estamos en una cita doble? —Ash dejó escapar aquel quejido junto a un chasquido de lengua, él me acercó hacia su lado de la butaca, suspicaz.

—No es una cita. —Yue se presionó el entrecejo, frustrado, los párpados le palpitaron bajo el chirriar de la música popular—. Es una reunión de negocios, Lynx. —La bruma de los platillos cosquilleó en mi nariz, las risas de los estudiantes fueron una ilusa capa de ignorancia en un ambiente de estrés y decadencia.

—Además tú fuiste quien nos llamó. —Shorter terminó de tragar su sopa, tomando el bol entre sus manos, él vertió el líquido en su garganta—. Nosotros solo obedecimos tus órdenes. —Su sorber entremezclado con su balbucear consiguió que la mandíbula de Aslan crujiera.

—Cariño, te manchaste. —Fue escalofriante ver a Yut Lung- Lee tomar una servilleta para limpiar a su novio cuando él solía terminar con sus parejas por falta de etiqueta—. Ahora estás mejor. —Rodé los ojos, apoyando mi codo sobre la mesa. El amor cambiaba a las personas. Me dejé acunar por Ash. A veces las hacía mejor. Más valientes. Mi alma fue un camino a medias.

—El otro día no llegué a tiempo para verte saltar, pero mi bebé me dijo que estuviste impresionante.

—¿Bebé? —La mueca de asco de Ash fue grosera—. ¿De verdad, Shorter?

—Fue extraño volver a saltar con tanto público, pero fue divertido. —Había pasado tanto tiempo sumido en mi propia miseria que me permití olvidar cómo volar. No más.

—Amo verte volar. —Los latidos me retumbaron contra los tímpanos, me costó respirar. Porque la sonrisa de Aslan era tan injusta—. Pareces feliz cuando estás en el aire. —Nunca tuve oportunidad contra él, sus dedos se deslizaron con lentitud sobre mis pómulos, el tacto fue chispeante—. Lamento que no hayas podido quedar en el equipo por mí. —Tomé su palma entre la mía, negando.

—Te lo dije. —Aunque portaba una máscara de indiferencia, en el fondo él era vulnerable—. No quiero unirme a un equipo que tenga esa clase de personas. —Mucho más vulnerable que yo. Sus ojos eran el único amanecer que quería surcar, uno verde, tan verde que se grabó a fuego lento en mi alma.

—De alguna manera siempre sabes que decir. —Su nariz se apoyó sobre la mía, con suavidad—. Tengo mucha suerte de que ahora seas mi amante. —Su voz se derritió como electricidad entre mis labios—. Ya encontraremos otra manera. —Asentí, el aleteo de sus pestañas barrió sueños y musitó promesas. Esto éramos las personas. Alas rotas e impotencia.

—Podemos pedirle a la pandilla que improvisen una pista. —Cigarrillos y reminiscencia—. Bones ya se ofreció a ser mi colchoneta. —Pértigas e intentos. Sus latidos fueron un tímido golpeteo sobre mi nariz, sonreí. Yut-Lung Lee carraspeó, fatigado.

—Dijiste que esta no era una cita, no coquetees con mi mejor amigo al frente de nosotros dos, Lynx. —Yue tensó los brazos contra su pecho, una de sus piernas se acomodó sobre la otra de manera histérica—. Es grosero. —Aunque dijo eso, Shorter estaba encima de él.

—Bien. —Ash suspiró, resignado—. Entonces, a lo que vinimos. —Una batalla entre una víbora y un lince era peligrosa. La atmósfera cambió, ambos tensaron las cejas y acomodaron sus codos frente a las sopas.

—¿Qué haremos con Dino Golzine? —El alma me pesó al apreciar la expresión de Ash, devastada, casi aterrada—. Dijiste que querías dejar de ser su mula de tráfico.

—Es lo que pretendo hacer, Lee. —El miedo era una emoción curiosa, era paralizante, dolorosa, e instintiva. Me aferré a él—. Debemos ponerle fin a esa relación, no quiero que mi pandilla siga involucrada en negocios sucios. —Su declaración fue firme e imponente—. Estoy cansado de esto. —Su entrecejo fue arrugas y escarlata, sudor corrió por su cuello. Aún iracundo, la boca le tiritó.

—Gracias al financiamiento de mi familia, ellos han estado haciendo trabajos más seguros, en su mayoría de protección y han empezado a ganarse el respeto de los verdaderos gigantes de Nueva York. —Aquellos oscuros y enigmáticos ojos se posaron sobre Shorter. La tráquea se me cerró. El fulgor oculto en la noche de Yut-Lung Lee—. Pero como sabes, no vamos a poder contar con ellos por mucho más tiempo. —Fue culpa.

—Lo siento. —El arrepentimiento en el moreno fue incómodo, el ambiente agonizó—. Sé que tenías un prometido y un deber que cumplir, pero... —Él bajó la cabeza, afligido. Él no terminó esa oración. Él no tuvo que hacerlo.

—Pero suena mucho mejor pasar el resto de mi vida en esa horrible camioneta con alguien a quien amo que con un desconocido. —Yue la finalizó por los dos. La sonrisa que ellos intercambiaron fue especial. Tan íntima.

—Sí, sí, lo entiendo, son una bonita pareja. —Debajo de la cólera, Ash ocultó una sonrisa—. No podemos depender del financiamiento de un tercero, Arthur tiene razón. —Aquel nombre fue escupido como si estuviese envenenado—. No podemos seguir siendo traficantes de segunda, tenemos que hacernos nuestro lugar de otra manera, una decente para mis hombres.

—¿Entonces, qué planeas hacer con la fiesta de adopción, Lynx?

—Yo... —No entendía del todo a Ash Lynx. Jamás podría comprender el temor o el rencor que se escondía dentro de sus ojos porque yo no encarné esa tormenta—. Tomaré ese apellido. —Pero navegaría hasta encontrarlo, me quedaría a su lado—. Y lo usaré a nuestro favor. —Él contuvo una arcada contra el dorso de su palma, su rostro perdió color, él se dejó caer sobre mi hombro, afligido. ¿Qué tanto debió pasar con Dino Golzine para temblar así?

—Yo iré contigo. —Su sonrisa fue agridulce—. Eres mi amante después de todo. —Aquella palabra adquirió un peso más real al dársela a él.

Estar enamorado del Lince de Nueva York era cruel.

—Gracias. —Era saltar con una pértiga vieja y oxidada—. Eiji... —Y rezar para que esta no se quebrara. Su boca tembló, queriendo decirme algo—. No importa.

Ash Lynx era una persona repleta de cicatrices abiertas, quería que él confiase en mí cuando yo le había dado mi alma, no obstante, estaba bien. Si yo iba a mi ritmo. Él iba al de él. Suspiré, acariciándole la cabeza.

—Eiji, cariño. —Una chispa fúnebre encendió mi nombre—. Voy a pagar la cuenta de la cena, ¿me puedes acompañar? —Bajo el despechado puchero de Shorter, Yue se levantó.

—Puedo. —Sin querer mirar a Aslan, hice lo mismo.

Ojeras azuladas y quimeras despeinadas construían la fila de la cafetería. El aroma a tabaco entremezclado con expreso fue intenso, más no desagradable, el color de la realidad fue ilusorio. Las demás butacas se comenzaron a llenar con la caída del atardecer. Mi amigo se cruzó los brazos sobre el vientre, tirándose el cabello hacia la espalda. Sus ojos fueron una ponzoñosa sensación. Me heló la sangre. Me paralizó la mente.

Un poste elástico de fibra de vidrio era todo lo que se necesitaba para volar, ¿no?

—¿Has sabido algo de Sing? —Fue un golpe directo y preciso.

No pude procesar aquel nombre, no quise hacerlo. Nos dimos la mitad del corazón en una promesa, él dijo que no me heriría, él juró atesorarme frente a la reminiscencia, yo le prometí adorarlo bajo la tormenta, ambos nos fallamos. Qué decepción. De amigos a amantes. De amantes a prometidos.

—No. —De prometidos a desconocidos. Aquel anillo era un fantasma, no lo traía, pero lo sentía—. No me siento listo para hablar con él, no creo que pueda mantener una conversación con la cabeza fría. —¿Para qué? Él no me escucharía. Bajé mis hombros, rendido. La fila avanzó. Lamentaba haber ignorado su última y desesperada señal de auxilio, el amor no fue suficiente y acabé enamorado de alguien más.

—¿Has sabido algo de su familia? —Parpadeé, incómodo.

—¿Su familia? ¿Qué tienen que ver?

—No lo has escuchado, ¿verdad? —Mal sabor.

—¿Escuchar qué? —Las demás personas en la hilera perdieron rostro y carecieron de viveza. Fueron sombras.

—Eiji, tú nunca supiste lo importante que era la familia de Sing en la universidad. —Yut-Lung Lee se acarició la nuca, constipado. Sus palabras supieron a pesadillas y engaños—. ¿Por qué crees que tuvo la posibilidad de abandonar su carrera y ponerse a trabajar en una de las empresas más importantes de Nueva York? —Nunca me cuestioné nada en aquella relación. No tuvimos tiempo para tomar interés.

—¿A dónde quieres llegar? —De pronto, la beca y el dinero tuvieron sentido, ¿cuánto costó ese anillo? Los trajes, los boletos para mi familia, el apartamento. Tonto.

—Ellos son un patrocinador importante para Dino Golzine en esta universidad, lo manejan todo por arriba mientras la pandilla de Lao se encarga de controlar el bajo mundo, es un complot. —Su voz hizo eco entre mis pensamientos de manera superficial—. Por eso odia tanto a Ash, no solo lo lesionó y acabó con su carrera, sino que se interpuso con sus negocios al ser el favorito de ese pervertido. —No pude respirar, no pude pensar bien. Me mareé.

—Pero él me dijo que no conocía a Lao. —Y yo le creía. No me daría la oportunidad para dudar.

—Por eso me parece extraña toda la situación. —Yue le extendió una tarjeta al cajero—. No creo que esto sea coincidencia, justo cuando terminas con Sing, salen estos trapos al sol, la situación entre las pandillas se ha vuelto demasiado tensa y peligrosa, tengo un mal presentimiento. —Antes de que la boleta pudiese ser emitida, un golpe quebró el ambiente.

Crash.

Los platos fueron reducidos a escombros de porcelana y manchas de fideos en el piso, los cubiertos sobre nuestra mesa fueron arrojados con ira, una multitud se formó alrededor del lince de Nueva York y algunos estudiantes. Se me erizó la piel al reconocer sus rostros, eran los representantes de los clubes deportivos o quizás pandilleros. Yut-Lung Lee tomó mi muñeca para arrastrarme al frente de un público cínico. Uno de esos sujetos agarró a Ash por el cuello de su camisa, las venas se le marcaron en las palmas y la frente, su mandíbula chirrió.

—Es como si buscaras meterte con nosotros. —Aslan frunció la nariz para expresar desagrado al tener a un desconocido tan cerca—. ¿Cómo vas a arreglar el dinero que nos quitaron? —La ira en la voz de ese hombre fue macabra, casi delirante.

Nadie se movió.

Nadie respiró.

La música se quebró.

—No tengo idea de lo que estás hablando. —Ash se apoyó sobre la muñeca del contrario, sediento—. Así que te pediré que me dejes en paz. —La serenidad en su rostro no fue más que una fachada. Shorter se mantuvo estático detrás. Atento.

—Te advertimos que no debías meterte con Lao, no solo te bastó con joderle la vida ni arruinarle el negocio. —La incertidumbre deformó las facciones de mi amante con amargura—. Ahora que le quitaste el novio a su hermanito, su familia no quiere nada con la universidad, eso hizo enfadar al viejo. —Ash no tenía idea de lo que él estaba hablando. Él retrocedió.

—Hablo en serio, no me siento de buen humor.

—Es una pena. —Los reflectores de aquel sujeto se posaron sobre mi escenario—. Pudiste llegar lejos como pertiguista. —Su risa fue irónica y despiadada—. Pero le abriste las piernas a él.

—¡Te lo advertí! —El puñetazo de mi novio fue detenido por Shorter, el moreno lo paralizó con un agarre de clavícula, él negó.

—No valen la pena. —Ese sujeto le escupió a sus converse rojas, frustrado—. No queremos generar más rumores, Ash. —Los murmullos fueron abrumadores, algunas personas se encontraban grabando con el celular. La ansiedad en esos ojitos me rompió el corazón. A él no le importaban esta clase de cosas. Él era un líder, orgulloso y decidido.

—La pagarás, lince. —No obstante, algunos teléfonos me estaban fotografiando a mí. La aflicción contenida en aquellos jades fue una silenciosa disculpa—. Debe ser fácil para ti ser el nuevo juguete de Dino Golzine. —Con un puñetazo el hombre cayó. Shorter se acarició los nudillos, iracundo.

—Basura. —Un hilo de sangre colgó desde el labio roto del pandillero hasta el piso—. El lince de Nueva York tiene gente que lo respalda, piensa en eso antes de meterte con él.

Bajo la estridencia de los espectadores y los destellos de las cámaras, salimos del lugar. La mano de Yut-Lung Lee aún se encontraba sobre mi muñeca, estaba sudorosa y tiritona. Su expresión fue blanca. Esto también lo afectaría a él. Su familia era estricta y complicada, casi violenta.

—Eiji... —Como si fuese un animal herido, Ash me buscó—. Lo siento. —Detuve sus palabras antes de que pudieran comenzar.

—No dejes que te hagan sentir como si fuese tu culpa. —Acuné sus mejillas. Él era tan fuerte e indiferente cuando se trataba de los demás—. Ellos son los que están mal. —Y era tan vulnerable conmigo. Él dejó caer su cabeza sobre mi hombro, sus brazos me rodearon, con recelo.

—Siento que solo te traigo problemas. —Sonreí, correspondiendo el tacto. Magnético y tímido.

—Para ser justos, nuestro primer encuentro me dio una idea. —Su risa contra mi suéter fue calma.

—¿Y así debíamos creer que solo querías a Eiji como un amigo? —Shorter dejó escapar un desvergonzado silbido—. Hombre, eres malo disimulando. —Todos acá lo éramos. Pero la ventaja de ser humanos era que podíamos cambiar.

¿Será que nunca lograremos volar con el esfuerzo de nuestros propios cuerpos?

El malestar fue bruma hacia los dormitorios. Como si aquellos comentarios hubiesen sido un guijarro contra un mar de soledad, estos ondearon hasta desatar una belicosa tormenta en la mente de Aslan. Fue mucho más fácil perderse entre las colillas de cigarrillos y las hojas secas de los adoquines.

—Estoy cansado.

La atmósfera dentro del cuarto fue nostálgica y delicada. Aslan se recostó sobre su cama, apoyando un brazo detrás de su nuca y su espalda en la cabecera, con una mirada me pidió que me acomodase a su lado. Me dejé caer encima, con mis manos aferradas a su cintura y mi rostro encima de su pecho. La estridencia de su respiración fue chispeante, él me acarició los cabellos, con lentitud, su perfume aturdió mis sentidos, mi mente solo se pudo enfocar en él. El último rayo de color se deslizó por la ventana para posarse dentro de sus ojos y danzar alrededor de sus pestañas. Estar enamorado de Ash Lynx era una sensación irreal. Era adictiva, atronadora y abrumadora. Bastaba un beso para que perdiese la voluntad. Quería cuidar a esta persona, deseaba arrancar mis alas para que él pudiese volar, sin embargo, ambos estábamos recostados en el limbo, observando el techo como si contásemos estrellas, queriendo musitar desmanes para borrarnos de la lírica del destino.

—Eiji... —Mi nombre fue un delicado cosquilleo sobre mi oreja, apoyé mi mentón contra su pecho para mirarlo, estático—. ¿Puedes responderme algo con completa sinceridad? —Habían cosas que no debían ser dichas porque eran incómodas y dolorosas.

—Puedo hacerlo. —No obstante, no por ignorarlas dejarían de existir o se transformarían en un irreal. Sus pupilas fueron un tembloroso goteo de angustia en la oscuridad del cuarto.

—¿Realmente estás bien con esto?

—¿Bien con qué? —Nuestras manos se entrelazaron en el aire, con suavidad.

—Sé que cosas como la beca o el dinero no son importantes para ti, pero... —Él se mordió el labio, dolido—. No puedo evitar compararme con Sing. —Sus yemas rozaron la marca que me dejó aquel anillo—. Todo lo que tengo me lo ha dado Dino.

—Ash.

—No quiero aceptar nada de él, pero sino lo hago siento que no tengo nada para ofrecerte. —Ash Lynx era esta clase de hombre. Enredé mis piernas entre las suyas, despacio.

—No podemos vivir de amor, eso es verdad. —Jugueteé con su flequillo, repasando la punta de sus cabellos antes de dejarlos caer sobre su nariz—. Pero ni siquiera te puedes imaginar lo mucho que me has dado. —Curioso. Aunque ya le había dicho aquellas cosas cientos de veces, su galantería solo me trabó el corazón. Las personas no escogemos enamorarnos.

—No puedo evitar frustrarme. —Ni amamos de la misma manera dos veces—. O compararme con él. —Delineé los bordes de su rostro, la tensión se derritió bajo el tacto.

—Es feo andar comparando a las personas como si fuesen objetos. —Él presionó los párpados, dejándose mimar—. No me gustaría que alguien hablase así de mí. —Su sonrisa fue chispa contra mi cordura. Me costó tragar. Aun bajo la oscuridad, esos jades fulguraron con una intensidad paralizante.

—Ya no lo haré más. —Él tomó mi palma para besarla—. ¿Qué se supone que haremos de ahora en adelante?

—En un par de semanas, deberé dejar el dormitorio y conseguir un trabajo. —La frustración en el rostro de Ibe era una tormenta de crueldad—. Ya me atrasé un semestre y me falta dinero para seguir este año, así que tendré que postular para el siguiente. —La decepción en la voz de mi padre y las peleas con mi madre se habían vuelto constantes, violentas—. Supongo que viviré en una caja de fósforos para ahorrar. —Y aun así, no me arrepentía. Tonto, ¿no? Volar era imposible pero lo seguía intentando.

—Puedes quedarte conmigo en el dormitorio. —Ash acomodó sus palmas sobre mi cintura, trazando figuras al azar encima de mi camisa—. Podemos mantenerlo en secreto, será romántico vivir a escondidas. —La convicción en su rostro fue hilarante. Me relajé sobre él.

—¿Qué hacemos con el nuevo compañero de cuarto que te asignen?

—Podemos poner una cortina al medio del cuarto, así no nos verá.

—¡Ash! —Nuestros latidos se sincronizaron al son de la oscuridad. Aunque la ventana estaba abierta, no tenía frío entre sus brazos—. ¿Esa es la mejor idea del señor 200 puntos de IQ? ¿Cómo pasas las clases? —La altanería en el lince fue fastidiosa.

—No es mi culpa que mis clases sean tan fáciles que se aprueben solas. —Chasqueé la lengua, frustrado—. Ahora que somos amantes, podemos ver juntos todas las temporadas de plaza sésamo para que mejores tu inglés.

—Estás tentando mi poca paciencia. —Su expresión paralizó mis latidos—. ¿Te divierte molestarme? —Su respiración se deslizó por la comisura de mis labios.

—Me divierte, eres lindo hasta enojado, onii-chan. —Sonreí, embelesado. Esos ojos verdes, felinos y filosos, fueron mi perdición desde el chirriar de una motocicleta—. Cuando vayamos a esa fiesta... —A pesar de ocultar el nervio en su voz, su palpitar lo delató—. Existe una alta posibilidad de que asista la familia de Sing por ser un colaborador importante para Golzine. —Él se trató de levantar de la cama en vano—. Si eso pasa. —Detuve sus palabras con una negación.

—Si eso pasa yo te seguiré mirando justo como lo estoy haciendo ahora. —El hálito se perdió en la oscuridad del cuarto, me acerqué, la cordura me hormigueó. La atmósfera supo a tensión.

—¿Qué clase de mirada se supone que es esa? —Él se terminó de apoyar contra la cabecera, me senté sobre su regazo. Sus palmas se deslizaron detrás de mi nuca.

—Una de enamorado. —El fulgor dentro de sus pupilas me robó la respiración antes que sus labios.

Besarlo fue abrumador.

Sus manos se deslizaron con lentitud desde mis cabellos hasta mi cuello, las mías se aferraron a su espalda con ferocidad. Su sabor fue una calada mortal hacia el peligro, el frote de su lengua fue electricidad líquida. Me arrebató el aliento, mis piernas se deslizaron alrededor de su cadera, perdí fuerza entre lo candoroso de aquel beso. Rápido y exasperado. La piel me empezó a arder, la sangre me burbujeó, una insoportable ansiedad se apoderó de mi mente.

Él se deslizó debajo de mi ropa, el roce fue caliente, tan desvergonzado, el colchón rechinó ante la repentina desesperación de nuestros movimientos. Sin romper aquel beso, Aslan comenzó a desabotonar mi camisa para recorrer con descaro cada rincón de mi ser, sus toques dejaron una dolorosa sensación grabada, como si él fuese fuego y yo estuviese a su merced. Me atraganté con mi propia respiración cuando él me mordió el labio inferior. Los latidos me retumbaron como explosiones al vislumbrar la clase de mirada que él me estaba entregando. Tan seductora. No pude exhalar. Olvidé hacerlo.

—Nunca había visto a alguien tan hermoso. —Sus palmas se deslizaron por los bordes de mi cintura para recorrerme con lentitud, como si con aquel movimiento él pudiese memorizar curvas y piel—. Casi pareces irreal. —Me estremecí bajo la electricidad de sus yemas—. Tengo miedo de que lo seas. —La camisa cayó hasta mis codos. Mis pulmones fueron una dolorosa compulsión. No supe a dónde mirar. No quise mirarlo a él.

—Ash... —Pero lo miré mucho más. No tuve que decírselo para que él lo entendiera.

—Yo también estoy nervioso. —Las mejillas me quemaron—. Pero quiero hacer esto contigo. —Nuestras manos se volvieron a entrelazar, con suavidad—. ¿Quieres hacer esto conmigo?

Y simplemente caí en la tentación de esa mirada.

—Sí. —Sostuve los bordes de su chaqueta, ya no había espacio entre nosotros dos—. Quiero hacer esto contigo. —Con un ansioso movimiento, le arrebaté la prenda. Su sonrisa fue altiva y galante.

—Bien. —Su voz fue terciopelo contra mi cuello—. Entonces, te haré sentir increíble. —Me estremecí cuando él mordió mi oreja. Descarado.

Un beso del lince fue suficiente para sucumbir a la tentación.

Nuestras esencias se fundieron en un ardiente tacto de lenguas, sonidos húmedos retumbaron en una placentera sinfonía bajo el magnetismo del cuarto. Sin quitarme la mirada de encima, Ash desabrochó mi pantalón para tomar mi miembro entre sus manos, mis piernas temblaron sobre su regazo cuando él me comenzó a masturbar.

—¡Ah...! ¡Ash!

Sus ojos fueron una embriagadora niebla de lujuria. La sangre me hirvió en una burbujeante e insoportable tensión, apoyé mis palmas sobre sus hombros, quedando a su merced, su respiración contra mi oreja fue una hipnótica bruma de sensualidad. Se sentía bien, demasiado bien, tanto que iba a explotar.

—Eiji. —Mi nombre fue pronunciado con una increíble obscenidad—. Tócame también, estoy duro. —Tragué, nervioso al contemplar su erección.

Ash gruñó cuando tomé su pene entre mis manos, la sensación fue tibia, húmeda y excitante. Comencé a acariciarlo, recorriendo con la punta de mis dedos desde el prepucio hasta la base, él tembló cuando intensifiqué la velocidad de la masturbación, estaba increíblemente duro. Mis yemas se empaparon de líquido preseminal. Acerqué mi cadera hacia él, frotándonos en busca de más estimulación.

—J-Joder Eiji, eres tan sexy.

Pronto, ambos empezamos a frotar nuestras erecciones en un desesperado vaivén. Los toques fueron un derroche de lujuria. El golpeteo de su corazón contra mi pecho fue irreal. Me mordí el labio, con el rostro ardiendo y una desbordante ansiedad en el estómago, empecé a masajear sus testículos. Aslan fue quien guio aquella candorosa masturbación. Un jadeo fue contenido desde lo más profundo de su garganta contra mi hombro. Hambrientos besos fueron repartidos desde mi clavícula hasta mi cuello, me aferré a él, siendo prisionero de una insoportable presión antes de correrme. Tomar aire fue imposible.

Ash me recostó sobre la cama, con un ágil movimiento, me despojó de las prendas para que quedase completamente desnudo. La sonrisa que me entregó fue altiva y orgullosa, como si mi cuerpo le perteneciese, él empezó a acariciar desde los bordes de mi cintura hasta mi cadera. Las mejillas me calcinaron con una insoportable vergüenza. Divertido por mi reacción, él se inclinó sobre mi pecho para empezar a juguetear con mis pezones, su lengua contra mi piel me hizo jadear. Fue un placer mortífero, mis pies se encogieron entre las sábanas. Aún bajo la complicidad de la noche, esos ojos me atraparon. Arqueé la espalda cuando él me mordió. De blanco a rosa. De rosa a morado. Fue un éxtasis incomparable, casi surreal. Pequeños besos comenzaron a ser esparcidos desde mi estómago hacia mis muslos. Me intoxiqué de placer.

Ash Lynx era insoportablemente atractivo.

—Eiji. —Todo lo que pude hacer, fue asentir en aquel caos—. En el velador hay algunos condones y lubricante, ¿me los puedes pasar? —Y como si esas palabras fuesen una bofetada, regresé a la realidad. La cara me sofocó.

—¿Qué? —Al abrir el cajón comprobé sus palabras—. ¿Por qué tienes eso? —Completamente expuesto, le pasé lo que me pidió.

—Llevo un semestre compartiendo habitación con la persona que me gusta. —Aunque él ya había mirado cada rincón de mi cuerpo, escuchar esa confesión me puso nervioso—. ¿Crees que no fantaseé con esto? ¿Con entregarnos en esta misma cama? —Me cubrí la cara con el antebrazo. Una delgada capa de sudor había cubierto mi piel.

—¿Tienes que decirlo así? —Una sonrisa socarrona me fue regalada mientras él abría el lubricante y lo vertía entre sus dedos.

—¿Eh? ¿Qué sucede, onii-chan? ¿Luego de todo lo que hemos pasado te sientes tímido? —Él se inclinó para poder besar mi frente, el roce fue un aleteo—. Eres lindo. —Mi alma estuvo repleta de cosquillas, nervios y mariposas por él.

—Porque es mi primera vez contigo me siento así. —Él entrelazó su mano a la mía para retirarla de mi rostro—. Yo... —Sumido en la locura, me rendí—. También te he deseado en estas situaciones. —Un sutil toque de carmín se posó sobre sus mejillas. Su respiración se agitó. Nuestros latidos fueron una apasionada orquesta.

—¿Te divierte seducirme? —Él acomodó una de mis piernas sobre su hombro—. ¿O ni siquiera te das cuenta? —Un beso dejó marca al interior de mi muslo.

Con una increíble sensualidad, él alzó mi cadera para ingresar uno de sus dedos en mi interior. Me estremecí bajo la fría sensación del lubricante y lo repentino de la intromisión, sus yemas llegaron a la profundidad de lo obsceno. El flequillo se me empapó por culpa del sudor. Un gemido escapó de mi garganta al sentir un segundo dígito en mi interior, me hundí entre las sábanas, presionando con fuerza mis párpados. La mirada que Ash me entregó me hizo delirar. Esto. Temblé, aferrándome de manera desesperada a la realidad. Esta era una peligrosa adicción. Gemí bajo los desvergonzados movimientos de sus dedos. Destilando erotismo, Ash tomó un condón para abrir el empaque con sus dientes. Altanero.

—Abre las piernas. —Hasta las orejas me quemaron frente a tan abrumadora seguridad. La satisfacción en su expresión me indicó que él lo estaba disfrutando. Obedecí.

—Mételo despacio. —Fue lo que jadeé al sentir su caliente y palpitante hombría contra mi entrada. Los ojos me ardieron frente a tan desmesurada intromisión. Ash se acomodó arriba, su mano se volvió a entrelazar a la mía, con ternura. Besos fueron esparcidos sobre mi rostro para que me pudiese calmar.

—Si te llega a doler, me detendré. —La estridencia de sus latidos fue tan intensa como la mía.

—Yo... —Me aferré a su palma, con nervio—. Quiero tenerlo todo de ti, así que no te reprimas. —Bastaron esas palabras para que él empezará a moverse en un lento bambolear.

Él me empujó de la cadera, sus toques fueron una infinidad de agujas de placer contra mi piel. Mis jadeos se ahogaron entre nuestras lenguas, me dejé embriagar por el lince de Nueva York, su esencia se impregnó a mi cordura, él surcó cada rincón de mi ser para que nos pudiésemos fundir en un encuentro de pieles y almas. Su corazón contra la humedad de mi pecho fue atronador. Ninguno pudo pensar bien bajo tanto placer.

Sus palmas descendieron desde mi cintura hacia mis caderas, él sonrió contra mis labios antes de apretar mi trasero y separar aún más mis nalgas, nos volvimos a fundir en un apasionado beso. Como si mi sangre fuese fuego, el cuerpo me quemó. Sus estocadas aumentaron de intensidad para llevarme hacia la locura. Él se apartó de mi boca, su cabello se pegó a su frente por culpa del sudor, mi nombre retumbó con obscenidad por las paredes del cuarto, su erección se hizo más grande en mi interior, grande y dura. Él me volvió a masturbar. Y fue demasiado. Clavé mis uñas en su espalda. Acomodé mis dientes contra su cuello, intoxicándome con su aroma. Comencé a repartir pequeños besos por su piel. Succioné y marqué.

—¡Ah! ¡Ash! —Un gemido escapó de lo más profundo de la locura, él dejó que su pecho cayese sobre el mío, con una estridente respiración y una exquisita agonía compartida.

—Llámame por mi verdadero nombre. —Él no me quitó los ojos de encima.

—Aslan. —Pronto, una embriagadora, caliente y ensordecedora sensación consiguió que las piernas me tiritaran—. ¡A-Aslan...! —La sangre se me derritió, la tensión fue asfixiante.

Enloquecimos.

Con una última e implacable estocada, liberé mi esencia sobre su mano para caer rendido encima de las sábanas. Con el éxtasis grabado en cada una de sus facciones, Ash continuó arremetiendo hasta correrse en mi interior con un áspero gruñido. Él se dejó caer sobre mi cuerpo. Su respiración y sus latidos fueron una delirante maraña de nervios. Me abrazó, con recelo. Me dejé acunar por él. La noche fue diferente entre sus brazos.

—Es la primera vez que me llamas por mi nombre. —Antes de que lo pudiese contradecir, él me interrumpió—. Regañarme no cuenta. —Jugueteé con sus cabellos. Eran un desastre de sudor y cansancio. La oscuridad y el silencio del cuarto quedaron impregnados de sexo.

—Es porque me gusta sentir tu nombre como especial. —A pesar de todo lo que habíamos hecho, el rostro me cosquilleó por culpa de aquella confesión. Nuestras manos se entrelazaron sobre la tensión del aire para caer en las sábanas—. Me gusta ser de las pocas personas que lo conocen.

—Ese lado de ti también es lindo. —Su rostro se restregó en mis latidos—. Eres la primera persona por la que me siento así. —Aunque yo estaba agotado en la cama, él era quien estaba pidiendo mimos, nuestras piernas se enredaron con timidez.

—Me siento algo tonto por estar tan nervioso cuando eres tú. —Mis dedos se deslizaron por su espalda, con lentitud—. Supongo que debo estar muy enamorado de ti. —La altanería en la sonrisa de Ash no pudo cubrir la vergüenza. De repente, mirarnos fue más penoso que habernos desnudado.

—¿Caíste por los encantos del lince de Nueva York? —Rodé los ojos, sus brazos se enredaron en mi cuello para poder acercarme. Un pequeño beso fue dejado sobre mi nariz. Tonto, ¿no?

—Supongo que sí. —Volar era un sueño aparentemente simple, sin embargo, eternamente anhelado por aquellos a quienes se les negaron que sus alas crecieran.

—Bien. —Y aunque los seres humanos no tenían un cuerpo hecho para volar—. Porque yo hace mucho caí por los tuyos, Eiji.

Esa noche sentí que surqué la eternidad de los cielos y la magnificencia del amanecer al fundirme con Ash.

Estaba sacando este capítulo hace un año en la versión original, me di cuenta por las notitas. Me da mucha nostalgia esto, a veces siento que he perdido el toque con la escritura, como mirando mis primeros fics noto que los estilos han cambiado demasiado, pero yo soy más de go with the flow, así que veamos a dónde terminamos, total, la escritura es para divertirse y experimentar. Muchas gracias por todo el cariño.

Pronto, habrá una actualización diaria de este fic hasta publicar el final, probablemente la otra semana, así que esperenlo~


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