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Parte 6: ¿Cuántos años tienes?




Do KyungSoo se negaba rotundamente a levantarse de la cama. Se giró para observar el reloj digital de su mesita de noche que marcaba las cinco treinta de la tarde y resopló sonoramente mientras dejaba escapar todo el aire que había estado acumulando en su interior.

Se reprendía a sí mismo y se reprochaba por ser tan estúpido, por haber caído en semejante atrocidad como el hecho de ayudarle con la tarea a Kim JongIn. Ayudarle a resolver problemas de matemáticas.

No quería saber absolutamente nada de aquel chico. ¿Entonces por qué había aceptado? ¿Por qué había sentido que era demasiado hostil?

No debían de importarle esas cosas. No debía importarle absolutamente nada. Pero era Do KyungSoo y había dado su palabra, y su palabra valía oro. Eso era algo que su queridísimo padre siempre le había dicho, le había enseñado que un hombre cumplía con su palabra sí o sí, sin pretexto alguno, porque esta valía demasiado.

Y KyungSoo no quería que su palabra perdiera valor. No quería que su padre algún día se enterara de que no podía cumplirla y que le hiciera pasar un disgusto. A su padre no...

Así que con todo el pesar de su corazón se enderezó y se sentó sobre la cama, cerrando los ojos y respirando profundamente para lo que se avecinaba. Necesitaba controlarse, necesitaba decir que no importaba qué clase de cosas hiciera o dijera JongIn, todo estaba bien. Iría, le explicaría y no habría más que regresar a casa sano y salvo.

Quizá el moreno descubriría que era una persona horrible y ya no le declararía su amor nunca más, quizá se lo quitaría de encima si veía que era un completo nerd pese a que no lo pareciera. A nadie le gustan los sabelotodo, a nadie le gustaría presumir que su novio es un matadillo.

Se sintió más tranquilo y se levantó para cambiarse de ropa por algo más cómodo, se vio en el espejo para descubrir que no andaba tan despeinado como siempre y después se dirigió al sillón del rincón para tomar unos cuantos libros de su mochila.

Iría a ver a Kim JongIn y le explicaría esas malditas ecuaciones de primer grado y regresaría en una hora, quizá dos por lo mucho.

Asintió, completamente convencido de lo que se repetía una y otra vez en su interior. Dándose ánimos a sí mismo.

[ x x x ]

¿Dónde estaban sus amigos cuando los necesitaba?

ㅡ Malditos bastardos.

Kim JongIn estaba que echaba chispas, dando vueltas como loco en su habitación mientras observaba con cierto terror reflejado en sus bonitos ojos la enorme pared de su habitación llena de fotografías del bajito.

¿Eres estúpido Kim JongIn?

Sí. Era un estúpido. Había estado fantaseando desde que llegó de la escuela, tirado sobre la cama mientras observaba el techo, fascinado por el hecho de que esa misma tarde el chico de sus sueños pisaría su mismo suelo, estaría bajo su mismo techo y conocería una parte demasiada intima de su mundo, como su habitación.

Había estado repasando algunas frases que podría decir, incluso. Y ahora estaba en completo pánico porque no se había puesto a pensar en que el chico podría salir despegado al observarse en miles de fotos sobre la pared.

El moreno se aproximó a la pared y comenzó a despegar las fotos con demasiado cuidado. Faltaban quince minutos para las seis de la tarde y el amor de su vida no tardaría en llamarle para pedirle indicaciones. Frunció el ceño pensando en que ya se le estaba haciendo tarde para llamar y después negó en un gesto, volviendo a su tarea en la pared. Esperando que no se dañaran las impresiones en las que tanto dinero había invertido.

ㅡ Desgraciados... infelices. ㅡ murmuró mientras desprendía un par de fotografías más y las colocaba en una caja de zapatos vieja.

Odiaba a sus amigos, les había llamado para que lo auxiliaran y ninguno fue capaz de responder el maldito teléfono. Ni siquiera le habían contestado y eso lo cabreaba bastante. ¿Qué estaban haciendo como para dejarlo de lado?

No quería ni saberlo. Ya se las cobraría después, se les ofrecería salir de algún apuro en sus cuestiones amorosas.

En especial ese estúpido de SeHun, que siempre lo estaba criticando y diciéndole lo tonto que era al perseguir a KyungSoo de esa forma. ¡Pues claro! Hablaba fácil porque no estaba enamorado.

Ojalá que se enamore. Y que lo hagan sufrir. Mucho. Mucho.

Después de veinte minutos se preocupó.

Había terminado de quitar todas las fotos y las había guardado debajo de un montón de ropa dentro de su closet. Dudaba mucho que su bajito precioso quisiera ver su armario. Así que le parecía una idea excelente.

Lo que le preocupaba era que ya eran las seis con cinco de la tarde y el chico ni siquiera le había llamado.

¿Y si no pensaba venir?

¿Y si lo dejaba plantado?

KyungSoo no se veía de ese tipo de personas, aunque quizá él no lo conocía lo suficiente como para asegurarlo pero confiaba ciegamente en él. El amor de su vida no podía ir por la vida quedando mal, diciendo mentiras a las personas e hiriéndolas. Sobre todo ese último.

Suspiró y se sentó sobre la cama. Dejándose caer de espaldas y observando el techo de su habitación una vez más. Le frustraba no tener ni un número de teléfono al cual llamar.

¿Y si algo le había sucedido?

Y si... no tenía la intención de verlo.

Su corazón se oprimió en su pecho y le dolió un poco. Él le había estado proclamando su amor abiertamente en la escuela y había visto como el chico rodaba los ojos y los ponía como platos cada que lo hacía. No es que estuviese ciego tampoco. Pero no podía simplemente rendirse, algo en sus recónditos le decía que era acertado. Que tenía que esforzarse aún más si quería tenerlo, si quería ser feliz y hacerlo feliz.

Soltó un suspiro demasiado sonoro, dejando que el aire escapara de sus pulmones y esperaba que la frustración se fuera con él. Porque lo que menos quería era ponerse triste, no señor. Kim JongIn perseveraría porque el que persevera alcanza.

Tocaron a la puerta y escuchó detrás de la misma la voz de su madre que lo sacó de su ensimismamiento.

ㅡ Pasa mamá. ㅡ Exclamó el moreno con timbre infantil, porque quien como su madre para mimarlo en aquellos momentos de angustia y sufrimiento.

ㅡ ¡Adivina a quien me encontré! ㅡ La señora Kim exclamó con dejos de alegría mientras abría la puerta y se recargaba en ella.

JongIn se hundió de hombros y sin voltear a verla respondió ㅡ No sé ma...

ㅡ Al hijo de los Do, me ayudó muy amable con las compras que traía. Es un muchacho encantador. ㅡ musitó la madre de JongIn.

Y el moreno se irguió con presteza sobre la cama hasta sentarse, con los ojos bien abiertos, al tanto que su madre se hacía a un lado, dejando ver la fisonomía de KyungSoo parado junto a la puerta de su habitación.

Estaba ahí. Realmente estaba ahí, era de carne y hueso. Era su precioso chaparrito, JongIn no pudo evitar sentirse emocionado y saltó fuera de la cama, alisándose las arrugas de la ropa como si pasándose las manos por todos lados fuera a solucionar su desfachatez.

ㅡ Buenas tardes... ㅡ con las mejillas arreboladas el muchacho entró en la habitación dando tumbos.

ㅡ Me comentó que quedaron de estudiar así que les prepararé un refrigerio para que no pasen hambre y sed. ㅡ La señora Kim le guiñó un ojo a su hijo y después cerró la puerta tras salir del cuarto.

JongIn estaba a punto de ponerse a brincar de felicidad, pero lo evitó. Se tranquilizó a sí mismo diciendo que todo iría bien, que todo saldría magnifico y que quizá para el final de la tarde ya serían novios de verdad.

ㅡ Bienvenido ㅡ JongIn abrió ambas manos para indicarle que bueno, ese era su cuarto... por lo que KyungSoo curvó diminutamente sus labios, por un instante. Uno que a JongIn le pareció maravilloso.

ㅡ Me perdí y... vi a tu madre, lamento llegar tarde.

ㅡ No pasa nada, no me había percatado de que ya era la hora. ㅡ JongIn negó con ambas manos y una sonrisa en el rostro.

ㅡ Pues entonces... a ello.

JongIn se movió hasta una pequeña mesa que tenía en un rincón y la movió apresurado hasta el pie de la cama, y se sentó después sobre la alfombra, indicándole a su tutor que se sentara a su lado.

ㅡ Espero que no te moleste sentarte en el piso.

KyungSoo negó y se aproximó con cierto recelo, dejó su bolso entre JongIn y él de manera estratégica y después se sentó, sacando sus útiles de la mochila para comenzar a trabajar.

Se le arrebolaron las mejillas cuando sintió la pesada mirada del chico de piel morena sobre su rostro. Lo cierto es que estaba un poco nervioso, actuaba como un completo robot. Nunca había estado en la habitación de un chico que no fuese uno de sus mejores amigos, mucho menos de uno que dijera amarlo con locura.

Le preocupaba un poco lo que pudiera suceder y no porque el sintiera que pudiera llegar a flaquear, para nada. A él no le gustaba ese chico. Era un poco guapo y tenía unos bonitos ojos, no podía negarlo pero de ahí a corresponderle había un abismo muy grande.

Do KyungSoo no estaba interesado en las relaciones amorosas. Pensaba que eran un montón de problemas que podían evitarse y pues, se conformaba con sus amigos. KyungSoo había tenido un par de relaciones fallidas, que le habían dejado un mal sabor de boca.

ㅡ ¿Tienes sed? ¿Hambre? ¿Puedo ofrecerte algo? ㅡ escuchó al moreno preguntar y negó en un gesto, bajando la mirada directo hacia la libreta para evitar el contacto con sus ojos.

Mejor así que observarlos. Eran extraños, lo escaneaban de pies a cabeza y hasta cierto punto estaba acostumbrándose a ello, pero de cualquier manera, prefería evitarlo si era posible.

ㅡ No, será mejor que comencemos.

JongIn asintió y sacó el cuaderno donde hacía sus anotaciones en clase, poniéndose serio, lo más que podía.

Intentaba no perder la concentración. Estaba nervioso, no quería desvariar ahí mismo y ponerse a fantasear sobre cosas que seguramente no sucederían. No aunque quisiera.

[ x x x ]

¿Cómo se respiraba?

Kim Minseok se mantenía completamente paralizado, sentado en uno de los cómodos sillones de aquella cafetería a la que JongDae lo había llevado. Se mordió el labio inferior por inercia cuando el chico de sonrisa gatuna caminó directo hacia su mesa con un par de chocolates calientes en vasos térmicos y un plato que mostraba un pastelillo de chocolate demasiado delicioso como para pasar desapercibido a sus ojos.

Y aún con ello, suspiró únicamente por JongDae, por su maldita escultura andante. Ni siquiera por la comida esa vez, pasó completamente de ella, sus ojos brillaron y era por aquel chico que le erizaba la piel y lo hacía estremecer.

¿Cómo se respiraba?

Repitió mentalmente cuando el chico se sentó frente suyo y le dedicó una bonita sonrisa con esos llamativos labios que poseía. Le gustaban un montón, al igual que sus manos tan varoniles y grandes que cubrían la mayor parte de las suyas.

Siempre se había preguntado cómo sería caminar a su lado y ese día había descubierto la respuesta, y sentía en su estómago un maldito revoloteo que no lo dejaba en paz.

Estaba enamorado, pero eso ya lo sabía. Al menos eso pensaba, le gustaba muchísimo JongDae, y hablar directamente con él lo descolocaba, lo hacía perderse en el infinito de sus ojos celestiales y la curva de su sonrisa demasiado sensual.

Para Minseok JongDae era demasiado bello, era artístico al ojo humano pese a que algunos lo tildaran de feo. Esas personas merecían morir por tener un criterio tan pobre. JongDae era en muchas maneras, hermoso.

Él lo sabía, estaba orgulloso de ser uno de los pocos que seguramente lo elegirían y se ponía celoso de su propio pensamiento. Quería ser el único que pensara así, que lo quisiera y por sobre todas las cosas, quería ser correspondido.

ㅡ Lamento la tardanza, hyung... ㅡ musitó JongDae y colocó el vaso térmico justo frente al chico de bonitas mejillas.

ㅡ No... no pasa nada JongDae ㅡ MinSeok esbozó una sonrisa cálida.

Y el corazón de JongDae retumbó en sus recónditos. Estaba un poquito nervioso, haber tomado la mano de MinSeok antes, en los pasillos no había sido para nada fácil, por el contrario había tenido que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no sucumbir ante la idea de soltarlo, por si al mayor le incomodaba caminar de la mano. De su mano.

MinSeok lo hacía sentir adrenalina, le recorría todas las venas de su cuerpo y se estancaba en su estómago, haciéndolo sentir unas cosquillas peores que las que sentía cuando lo veía de lejos. Lo tenía cerca y no había ningún mocoso que lo interrumpiera. Estaban ellos dos solos y verlo sonreír de aquella manera hacía que su pecho se inflara de emoción, estaba regocijándose en su interior por haber logrado dar un pequeño paso.

ㅡ Me gustan mucho los pastelillos de chocolate... ¿Cómo supiste? ㅡ el mayor exclamó con dejos de sorpresa en su rostro mientras sus manos alcanzaban el panecillo.

ㅡ Pues verás... he visto que lo comes algunas veces, en la cafetería de la escuela.

Cuando te observo, cuando tú no estás mirando pensó JongDae al tanto que se llevaba la diestra atrás de su cabeza para rascarse la nuca, con una sonrisa demasiado nerviosa para su gusto.

Al mayor se le colorearon las mejillas y no pudo evitar bajar la mirada, apenado por el comentario. Saber que JongDae lo había visto, que le había dedicado parte de su tiempo lo hacía sentir extraño.

ㅡ Claro, solo nos sentamos a un par de mesas.

ㅡ No es acoso hyung ㅡ JongDae se removió sobre su asiento con los nervios a flor de piel. ㅡ Verás, tengo un amigo al que le gusta tu amigo.

MinSeok sonrió con complicidad, un poco decepcionado, no era que quisiera ser acosado, pero ojalá pudiera llamar la atención de aquel chico por sus propios méritos.

ㅡ Ah sí, KyungSoo y JongIn ¿eh?

JongDae asintió con lentitud. ㅡ Está perdido hyung, está enloqueciendo y tu amigo es demasiado malvado con su frágil corazón.

ㅡ KyungSoo es así, es un tanto tosco... aunque si lo conocieras, sabrías que es un amor de persona ㅡ Minseok se llevó el vaso térmico a los labios y sopló antes de darle un sorbo a la bebida.

ㅡ JongIn también es una buena persona... esperemos que KyungSoo se dé cuenta de ello.

ㅡ Muchas personas deberían darse cuenta de lo que sucede realmente a su alrededor, sin embargo, no lo hacen JongDae.

El mayor esbozó un asomo de sonrisa que no llegó a sus ojos esta vez. No quería hablar de KyungSoo y JongIn, quería ser notado por su escultura andante, quería que se centrara en él.

¿Era mucho pedir?

[ x x x ]

Huang ZiTao no era demasiado amable con las personas. Por supuesto que le gustaba la buena compañía de las amistades que él se procuraba seleccionar con demasiada cautela, después de pensárselo muy bien.

Las visitas sorpresa no le parecían demasiado, porque en su casa siempre había algo que hacer, aunque no estuviese yendo al instituto, bien podría ocupar su tiempo viendo la televisión, sus dramas favoritos, una película de acción o suspenso; quizá navegando en internet o tomándose fotografías para subirlas a Instagram, esa aplicación que le gustaba más que Weibo.

Pero bueno, el punto es que esa no era su casa, ni eran sus reglas.

Había sido desterrado de su hogar por culpa de su padre que quería que se enseñara a ser un hombre de verdad. Uno que trabajara y que se esforzara por complacer sus propios caprichos, que no estirara la mano para pedir dinero y que se concentrara en sus estudios ya que, sin duda heredaría la empresa de su padre, que si bien no era una colosal, se defendía demasiado.

La familia de Tao tenía dinero como para vivir demasiado cómodos en China, pero la familia de sus tíos, los Zhang, no podían decir lo mismo.

Habían emigrado a Corea del Sur para que su hijo tuviese un mejor futuro, ya que la situación económica de la familia en China no era la mejor y habían escuchado que en Corea podían funcionar las cosas mejor, quizá erróneamente. Lo cierto es que si Tao pusiera atención a sus clases de economía de la preparatoria a la que asistía, podría saberlo, pero no lo hacía. No le interesaba demasiado y eso ponía a su padre demasiado histérico.

Ese era el motivo principal por el que tendría que aprender de humildad en casa de los Zhang. Ese era el motivo por el que estaba sentado en aquel sillón poco cómodo, con los ojos bien abiertos y completamente exasperado.

Observó por milésima vez de reojo al chico que estaba sentado a su lado, y que lo observaba de regreso con aquella mirada que le hacía estremecer, y no precisamente porque le gustara. Por supuesto que no.

Pasaba que habían pasado alrededor de cuatro horas desde que el tal Oh SeHun había llegado tocando la puerta, preguntando por su querido primito, y era hora que todavía no se iba de su casa. O de la casa de sus tíos, como fuera.

Por un momento creyó que se le escapó un bufido y esperaba que no, porque no quería ser tan maleducado, ya lo había intentado, después de todo. Lo había estado ignorando casi toda la primer hora y el chico simplemente no se iba, por el contrario, se había puesto a ver la televisión para "pasar el rato mientras YiXing regresa".

¿A qué horas pensaba regresar ese infeliz?

Estaba cansado de tener que hacerle compañía a ese tipo que lo escrutaba con la mirada, pudo sentirlo incluso cuando tuvo que disculparse para ir al baño. Había sentido sus ojos clavados en su espalda, y en su trasero seguramente. ¡Pero que chico tan vulgar!

ㅡ Tal parece que YiXing está tardando demasiado... ㅡ SeHun comentó en un tono bastante casual.

ㅡ Si no lo dices... no me doy cuenta.

Tao rodó los ojos por milésima vez en el día y bufó, completamente fuera de sus casillas.

SeHun parpadeó y con un gesto demasiado serio negó con poca delicadeza. ㅡ Deberías tener cuidado con eso.

ㅡ ¿Con qué? ㅡ El chino, curioso, se giró para observar el semblante serio del chico invasor.

ㅡ Con eso de rodar los ojos hyung, mi madre dice que te puedes quedar ciego si lo haces mucho. Yo evito hacerlo desde que me lo dijo... ㅡ SeHun asintió lentamente mientras reflexionaba sus propias palabras.

El chino arrugó la nariz en señal de disgusto y se dio por vencido. El chico era un completo estúpido.

ㅡ ¿Qué estupidez es esa? ㅡ preguntó mientras se levantaba del sillón, sin dejar de verlo. ㅡ Y... ¿qué es eso de hyung?

ㅡ Eres mi hyung si eres mayor que yo ㅡ respondió Oh mientras esbozaba un gesto de preocupación. ㅡ Y no es una estupidez, estoy preocupado por ti.

ㅡ No es creíble una frase que inicie con "Mi madre dice"... ¿Cuántos años tienes, siete?.

ㅡ Pues no pero...

ㅡ Deberías irte ya, es muy tarde... ¿sabes? ㅡ Tao se hundió de hombros y resopló al darse cuenta de lo brusco que había sido.

Pero joder, estaba cansadísimo de ese tipo y lo único que quería y necesitaba era quedarse a solas y tirarse sobre el colchón de su cama asignada, sin importar que el colchón no estuviese suavecito, por el contrario, tenía un hoyo por el que salía un resorte y le picaba la panza de vez en cuando. O la espalda, dependiendo de cómo se recostara.

No le importaba nada más que zafarse de ese invitado no deseado. Porque bueno, a final de cuentas ni era su invitado.

ㅡ No me había percatado... ㅡ SeHun tragó saliva y por primera vez comprendió lo que JongIn podía sentir cada que KyungSoo le hacía un desplante.

Lo estaban corriendo de aquella casa, su chico hermoso lo corría porque seguramente no era una buena compañía y no se sentía bonito pero, no podía darse el lujo de sentirse mal. Por supuesto que no.

ㅡ Ya hablaré con YiXing mañana...

ㅡ Me parece bien, compartirán sus chismes de bibliotecario y esas cosas. ㅡ Tao añadió para compensar sus malos modales.

SeHun se apresuró hacia la puerta con pasos cortos y el chico lo siguió para abrirle la misma con agilidad, pasando a su lado porque le urgía que se fuera de una buena vez, no fuera a ser que se arrepintiera o algo por el estilo.

ㅡ Nos vemos hyung.

ㅡ Hasta pronto Oh SeHun.

Y antes de que se le ocurriera decir otra cosa, Tao le cerró la puerta y se recargó sobre la misma, llevándose las manos al pecho lleno de felicidad porque al fin estaba a solas aunque fuera por unos escasos minutos, ya que sus tíos regresarían pronto y su primo debía haber llegado hacía un par de horas. Ya se encargaría de enterarse qué fue lo que sucedió cuando llegara y se las cobraría por dejarlo a solas con ese maniático de los ojos rodantes.







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