OO4
Sana hacía tan poco ruido al caminar que de no haber estado observando la acera no habría notado su llegada.
Se sentó a su lado con un encendedor en la mano y el cigarrillo encendido dentro de su boca.
¿Por qué Tzuyu no se había marchado cuando tuvo la oportunidad? Ni siquiera ella misma lo sabía.
— En una bonita noche ¿No crees?
Se sintió confundida ante una pregunta tan casual en una situación que la atormentaba.
— ¿Perdón?
Sana la ignoró.
— Podría pintar este cielo, estoy segura.
— Captar el brillo de la luna será algo difícil, pero puedo hacerlo. Siempre puedo hacerlo...
— ¿Estás bromeando?
— ¿Cómo podía interesarse más en pintar el cielo que en el hecho de que sus brazos seguían estando más libres de tinta que los de un bebé?
— Por supuesto que no —Afirmó. Sus ojos verdes no se separaban del cielo nocturno, y eso comenzaba a frustrarl— ¡Mira la luna! Puedo jurar que se ve más grande que nunca... Y las estrellas... jamás había visto tantas.
Le encantaba la forma en la que los ojos de Sana apreciaban el cielo nocturno, y como sus palabras salían de sus labios con adoración, pero estaba tan preocupada por sí misma que no pensó en el hecho de que la chica realmente estaba disfrutando la vista.
— ¿Puedes dejar de comportarte como una idiota e ir al grano?
— ¿De que estas hablando? —Cuando se volteó a mirarla, Tzuyu pudo notar algo de disgusto en su rostro. Tenía el ceño fruncido y sus labios formaban una fina línea. Se asemejaba a una niña a la cual le han quitado un dulce.
— ¡Sabes de lo que hablo, Sana! ¡De mis brazos!
— Son bastante lindos —Halagó con una sonrisa, pero siendo sinceras prefiero tu trasero.
En otra situación se habría sonrojado.
— ¿Puedes dejar de ser tan irritante y...?
— ¿Quieres un cigarrillo? —La interrumpió mientras sacaba uno de entre sus pechos, donde seguramente tenía una gran reserva. Tzuyu se enojó al notar que Sana, de nuevo, había pasado por alto sus palabras.
— No fumo, Sana —La chica simplemente se encogió en hombros y volvió a guardar el cigarrillo, dando una calada al que tenía entre sus labios para luego alejarlo con sus dedos y soltar el humo.
De no haber estado tan preocupada por sí misma habría notado como Sana parecía poner todo de sí misma en esta simple acción. y la delicada forma en que sus dedos tomaban el cigarrillo, casi con ternura, para finalmente dejar escapar una nube gris con un suave suspiro.
— No se lo digas a nadie, por favor Suplicó con temor.
— ¿Qué cosa? ¿Qué no fumas?
— ¡Sana! ¡Sabes de lo que hablo!
— En realidad no —Afirmó mientras la miraba— ...Y es frustrante —Reconoció.
— No le digas a nadie que no tengo tatuajes.
La chica de ojos verdes solamente la miró completamente confundida y luego le sonrió con dulzura. Estuvo a punto de acariciar la mejilla de la tatuadora, pero se retractó a último momento.
— Bien —Accedió encogiéndose en hombros. Y aunque Sana veía en sus ojos el deseo de seguir mirando el cielo, aquel verde esmeralda se quedó recorriendo sus facciones lentamente, como intentando captar cada mínimo poro en su piel.
— ¿Bien? ¿Solo dices bien? —Estaba claramente consternada—. ¿En serio no vas a pedirme nada más?
— ¿Tengo que hacerlo?
— No lo sé. Es decir, no tengo tatuajes...
— ¿Hay algo de malo en eso?
Tzuyu dejó escapar un gruñido de frustración.
— ¡Por supuesto que sí! ¡Confiar en una tatuadora sin tatuajes es como pagar por una prostituta virgen!... Si mis clientes se enteraran, yo...
— No lo sabrán, Tzuyu. Lo prometo —Y sus palabras eran sinceras.
— Pero...
— Eres increíble ¿Está bien? —Odiaba que Sana la interrumpiera, pero ese momento fue la primera vez en la que no lo hizo para hablar sobre cosas que no venían al tema—... Cuando miré tu folio no pensé en cuántos tatuajes tendrías, ni en cómo serías. Pensé en tus líneas y en cómo se verían en mi piel. No me importó que fueras un anciano drogado o una muchacha joven con muchos secretos —El cigarrillo se consumía entre los dedos de Sana, pero ella estaba demasiado ocupada mirando el rostro de Chou Tzuyu como para preocuparse por esto—. ¿Quieres saber por qué te escogí? —Tzuyu asintió, sintiéndose incapaz de dejar salir alguna palabra de sus labios mientras aquellos ojos permanecían clavados en los suyos. Sin razón alguna su mirada la hacía sentir como si le estuviera desnudando el alma Te escogi porque tus tatuajes eran los únicos que tenían lo que yo estaba buscando, Tzuyu.
— ¿Y qué estabas buscando?
Pero Tzuyu supo que había cometido un error preguntando aquello, pues la mirada de Lauren se despegó de su rostro y volvió a dirigirse al cielo.
— ¿Crees que las estrellas saben lo muy hermosas que son, o al menos que son estrellas? ¿Crees que mueren sin saber quiénes son, completamente perdidas?
Esta vez fue Tzuyu quien se cruzó de brazos y la ignoró.
No regresaron a casa de Nayeon. Se quedaron mirando el cielo sin decir nada, Tzuyu volviendo a colocarse su abrigo cuando la brisa comenzó a volverse demasiado fría.
Bajo la luz de la luna se permitió apreciar el precioso cuerpo de Sana cubierto por aquella fina tela azul y sus pies descalzos en contacto con el suelo. Se preguntó si ella tendría frío.
Fue entonces cuando su móvil sonó.
Solía cambiar su tono de llamada dos veces al día. En el trabajo sonaba una canción con voces guturales, sonidos intensos y letras crudas. Durante sus horas libres usaba el tema del Titanic.
Contestó sabiendo que se trataba de Jia.
— ¿Qué sucede?
— Sé que suena como una locura, pero iré al departamento de Beom-gyu. Por favor, Tzu, no vuelvas a casa hasta mañana cuando pase a buscarte. Quédate con Jimin o ve a un hotel... Por favor, Tzu. Si mamá se entera me matará y realmente quiero ir.
Tzuyu suspiró.
— ¿Estás segura de esto, Jia? —Era su hermana menor, así que se preocupaba por ella. No quería que un idiota la forzara a hacer cosas que no deseaba.
— Muy segura —Su voz le decía que estaba decidida.
— Entonces ve... Pero eres tú quien debe inventar una excusa para Jisoo. Yo no planeo decir nada.
— Bien —Escupió antes de colgar.
Cuando Tzuyu comenzó a buscar el número de Jimin en la agenda de su teléfono la voz de Sana la sorprendió, casi haciéndola tirar el artefacto. Había olvidado que estaba allí, a su lado, fumando y admirando el cielo.
— ¿Qué sucede?
— Nada, es solo que... —Suspiró. No sabía si estaba bien hablar de su hermana con una desconocida, pero Lauren no era una desconocida del todo— Mi hermana menor quiere pasar la noche con el idiota de su novio, así que debo pasar la noche con Jimin...
Sana giró su cabeza tan rápidamente que Tzuyu casi juro haber escuchado las articulaciones de su cuello producir un extraño sonido.
— ¿Es tu novio? —Se escuchaba enojada, y se veía también, pues sus verdes ojos se estrecharon y sus cejas formaron una fina línea.
Al sentir el penetrante y enfurecido verde sobre sus ojos color café casi comenzó a temblar. Era tan intimidante que Tzuyu rio nerviosamente ante la pregunta de la chica.
— ¿Por qué ríes? ¿Es una aventura? ¿Un amante? ¿Tu conquista de esta noche? —Sus palabras salían de sus labios con tanta intensidad que Tzuyu percibía el olor a cigarrillo penetrando sus fosas nasales.
— Él es gay, Sana —La tranquilizó. No sabía por qué, pero no quería verla enojada incluso si, debía admitirlo, le parecía adorable en ese estado.
Colocó una mano sobre uno de los brazos de la pintora y lo acarició lentamente, buscando calmarla. La chica de ojos verdes sonrió dulcemente ante esto y bajó su mirada, observando el simple movimiento de la mano de Tzuyu como si ésta fuese tan maravillosa como la comida, sus cuadros, el cielo nocturno o aquel par de tatuajes en su espalda
— Además, aunque los gustos de Jimin fuesen otros, no tendría absolutamente nada con él... o con cualquier otro chico.
— ¿Amor incondicional a las vaginas? —Se burló.
Tzuyu asintió tímidamente.
— Tienen un encanto al que no puedo resistirme.
Sana rio sonoramente ante esta respuesta, aun mirando los movimientos de la mano de Tzuyu en su brazo. Hizo esto durante cinco minutos, pero ninguna de las dos fue consciente del tiempo.
Finalmente elevó la mirada.
Tzuyu sabía que había estado observando a Sana como si fuese la más brillante de todas las estrellas, pero al estar la pintora con la mirada baja no se había preocupado en disimular.
Ahora que sus ojos se encontraban supo que había cometido el peor de los errores.
Sana apartó su brazo lentamente y volvió a mirar el cielo como si nada de lo anterior hubiese sucedido. Como si no hubiese tenido un ataque de celos, y como si no se hubiese quedado mirando las caricias en su brazo como si fuesen la octava maravilla del mundo.
— Tal vez deberías llamar a Jimin.
— Tal vez.
— Pero Jimin —Se quejó como una niña pequeña― ¿Dónde me quedaré? No puedo volver a casa.
—Llama a Shuhua, a Kelly o a algunos de tus muchos hermanos mayores. Ellos pueden ayudarte —Su voz apenas se escuchaba, pues el ruido ensordecedor de la fiesta se apoderaba del altavoz―. Te amo, Tzu, pero Yoongi es el primer chico que conozco en mucho tiempo que realmente vale la pena. No puedes ir con nosotros al departamento, Tzu, no creo que quieras escuchar nuestra fiesta privada...
— Por supuesto que no.
— Entonces adiós.
Y canceló la llamada antes de que la tatuadora pudiera siquiera darle las buenas noches.
Gruñó.
¡Excelente! ¡Ahora tendría que pasar la noche en la calle o en aquella casa repleta de personas borrachas!
— ¿Sucede algo? —Sana no parecía preocupada o interesada. Ella seguía mirando el cielo, fumando el quinto cigarrillo de la noche.
Se veía casi... aburrida.
— ¡Mi hermana es una idiota! ¡No habló con Jimin antes de irse y ahora no tengo donde ir! —Exclamó con frustración. Sabía que Sana tal vez no estaba interesada en aquello, pero necesitaba descargarse con alguien.
— ¿Y qué harás? —Aunque su voz parecía más interesada ahora, su rostro mantenía la misma expresión neutra de siempre.
— No lo sé —Soltó enojada con un gran gruñido.— No lo sé —Repitió.
— Podrías llamar a un taxi y pedirle que te lleve a casa.
— No puedo ir a casa. Si me voy Jisoo se enojará con Jia...
— ¿Y qué? No es tu culpa que ella decidiera irse con el estúpido de su novio mientras tú estás aquí, sola. O casi sola, porque conmigo nunca lo estarás.
— Sana... es mi hermana.
— Ella debería pensar lo mismo —Contestó encogiéndose en hombros antes de tirar su cigarrillo al suelo.
Fue el último de la noche.
— ¿Tienes dinero, Tzuyu?
— Ni un poco.
No quería dar lastima, pero tampoco mentir, así que respondió la pregunta como si esto no le interesara.
— Bien —Dijo finalmente cruzándose de brazos. Tzuyu dedujo por las suaves caricias que Lauren se estaba dando a si misma que el frío había comenzado a afectarle. Si quieres seguir siendo la hermana ejemplar puedes quedarte en mi departamento.
De inmediato se apoderó de su mente la desconfianza.
Sana y ella eran completas extrañas. Solo se habían visto tres veces en su vida, y la primera no podía recordarla con claridad.
— También podrías quedarte en casa de Nayeon si temes que pueda hacerte algo, Tzuyu, pero créeme que eso sería bastante idiota —Sugirió la pintora con un encogimiento de hombros— En esa casa habrá muchas personas fuera de sí, y tú y yo sumaremos solo dos personas muy cuerdas en mi departamento... No lo sé. Es cuestión de lógica.
— ¿Cómo sé que no vas a abusar de mí, o secuestrarme?
Quería ir con Sana. Creía que podía confiar en ella, pues sus ojos no demostraban esa malicia que sus autores favoritos describían al hablar de villanos, pero aun así...
— Siempre existe esa posibilidad —Comentó con total naturalidad mientras subía sus piernas a la banca y se abrazaba a ellas.
Se veía tan débil, pero a la vez tan fuerte. Era sin duda una mujer bastante interesante de observar.
Tzuyu se preguntó si debería ofrecerle su abrigo o aceptar su oferta para que caminaran de inmediato hacia el auto que Lauren había mencionado tener.
— ¡Vamos, Tzuyu! Yo podría ser una abusiva secuestradora, pero tu podrías ser una delincuente dispuesta a desvalijar mi departamento... Ambas corremos riesgos.
No era una mala lógica.
— Bien —Se frustró la pintora. Ya cansada se levantó de la banca, sus delicados brazos pálidos aun abrazando su cuerpo. Tzuyu se preguntó cómo podía lucir tan intimidante incluso en aquella situación en la cual se encontraba tan débil—... ¿Vas a venir o no? Realmente no quiero morir de frío.
Se subió al auto de Sana solo porque pensó que alguien temblando a causa del frío no podía ser tan peligrosa como para querer hacerle daño.
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