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O14

Luego de un mes las cosas entre la tatuadora sin tatuajes y la pintora sin pudor estaban exactamente iguales.

Sana llegaba al mediodía para dibujarla, iban al sucio departamento de la pintora a las cinco y, finalmente, la misma se encargaba de llevar a Tzuyu hasta su casa.

Se besaban de vez en cuando. A veces eran besos tímidos, fugaces, tiernos. Otros se tornaban intensos, pasionales, lujuriosos.

Aun así, lo suyo no había avanzado más que eso. No tenían un título ni momentos ardientes sobre el sofá. No tenían charlas incomodas con los padres de Tzuyu ni escapadas secretas de la tienda de tatuajes.

Eran dos chicas que se gustaban, pero que al mismo tiempo temían lo que pudiera suceder después.

— ¿Quieres salir a cenar? —Preguntó Sana mientras se concentraba atentamente en la frase de Harper Lee que aún continuaba en su pared. Había algo en ella que a la pintora parecía gustarle demasiado, pero Tzuyu no entendía qué era eso.

Tzuyu, quien estaba guardando sus cosas para irse del estudio luego de un largo día de trabajo, se acercó a ella para rodearle la cintura con los brazos.

— No lo sé. Todo depende de quién me invite —Jugueteó al mismo tiempo en el que le besó la mejilla. La pintora sonrió como idiota.

Suspiró.

¿Cómo podía alguien como Minatozaki Sana quererla de esa forma? ¿Cómo podía la perfección en persona estar tan enamorada de ella?

— Te invita una tal Minatozaki Sana. Está algo loca, o tal vez mucho, pero realmente le gustas. Además, solo por si te interesa, es increíblemente sexy —Sana rió burlona ante esta última frase y se giró para mirarla a los ojos, provocando millones de reacciones indescriptibles en Tzuyu al sentir posarse dos orbitas verdes en ella—. Ya quisiera yo ser la afortunada, Tzu...

Tzuyu rió. Se sentía muy afortunada de tenerla en su vida.

— Entonces aceptaré. No voy a desaprovechar tan buena oportunidad.

Dentro del sucio pero lujoso auto de Sana, mientras se dirigían hacia el restaurante de sushi donde siempre tenían sus citas, Tzuyu recibió una llamada de Jia.

— ¿Sucede algo? —Preguntó de inmediato. Intuía que algo no estaba bien, pues su hermana adoptiva no era partidaria de llamadas. Ella prefería escribir textos con muchos emojis adorables.

Confirmó sus sospechas cuando escuchó un sollozo tras la línea.

— Beom-gyu termino conmigo, Tzu. Me dejó. Estoy sola en el cine, todos me mirar raro y no he traído dinero para irme —Se escuchaba devastada. Su corazón, sin duda, había sido destrozado—. Te necesito, Tzu.

Y escuchar a alguien como Jia en un estado tan deplorable le hizo saber que debía estar allí para ella.

— Estaré allí pronto. Palabra de hermana.

Y así finalizó la llamada.

— ¿Sucede algo? —Sana casi parecía preocupada.

— ¿Puedes olvidarte del sushi y llevarme al cine?

— ¿Veremos una película infantil? —De no haber estado tan preocupada por su hermana, Tzuyu se habría reído por su expresión llena de inocente felicidad.

— Sana, no...

— ¿Prefieres algo para mayores? ¿Traficantes, explosiones y chicas de grandes pechos suena mejor para ti? —El semblante inocente ahora se había llenado de perversión.

— ¡Sana! —Exclamó exasperada—. Beom-gyu terminó con Jia y ahora está devastada. Solo necesito ir con ella. Puedes dejarme allí si quieres, y yo llamaré a un taxi luego o...

Sana la interrumpió con su peculiar risa de bebé.

— Estás loca si piensas que voy a perder la oportunidad de cenar contigo.

— ¡Pero tengo que ir!

— Tenemos que ir —Corrigió mientras daba vuelta en una esquina, tomando de esta forma el camino hacia el cine—. Luego vendrá a comer con nosotras...

— ¡Ella no sabe que salimos, Sana! —Exclamó con frustración.

— Lo sabrá —Parecía tranquila, y esto solo alteraba a Tzuyu mucho más―. Además, el sushi la ayudará. Nada sana más rápido un corazón roto que una buena ración de pescado crudo.

— ¿Quien dijo eso?

Si no podía con ella tendría que unírsele.

— Yo —Contestó con una sonrisa, y suelo creer mucho en mi misma— Ya sabes, soy maravillosa.

Jia ya no lloraba cuando la encontró esperándola a las afueras del cine, pero tampoco se veía muy feliz. Miraba a las parejas entrando a la sala en silencio y suspiraba melancólicamente, envidiando su felicidad.

Cuando se percató de la presencia de Tzuyu corrió a abrazarla, y, aunque Jia era más alta y fuerte, por un momento la tatuadora sintió que era ella quien la mantenía en pie.

— ¿Estás bien?

— Que pregunta tan oportuna, Tzu — Intentó burlarse su hermana. Aun había lágrimas en sus mejillas, así que Tzuyu las limpió sutilmente— Tengo el corazón roto, pero ya sabes, no es nada del otro mundo.

Se sintió mal al escucharla. Sabía lo que se sentía tener el corazón roto, ella misma lo había experimentado tiempo atrás, así que su pregunta definitivamente había sido de muy mal gusto.

— ¿Crees que tu corazón pueda soportar algo de buen sushi antes de llorar desconsoladamente contra la almohada? —Preguntó cuidadosamente.

— Créeme. Ahora mismo necesito ahogarme en comida.

— Entonces no tenemos tiempo que perder —La animó Tzuyu—... Sígueme hasta el auto.

— ¿Auto? ¿Tienes un auto?

— ¡Claro que no! —Rio—. No sé conducir, Jia.

— ¿Entonces?

— Digamos que alguien especial va a llevarnos.

Y Tzuyu, a pesar de ser atormentada por las constantes preguntas de Jia durante todo el camino, no dijo nada más hasta llegar.

Sana las esperaba fuera del auto, y se veía hermosa mientras los colores del atardecer la iluminaban con su típico baño de acuarela. Su ropa negra contrastaba con el plano, creando así un juego de sombras deleitante.

Minatozaki Sana era arte.

— Eres Jia Ahn Kim, no tienes que presentarte. Tzuyu ya me lo contó todo sobre ti —Dijo Sana rápidamente antes de abrir la puerta trasera, ayudando así a que la más alta entrara—. Diría que lamento lo que sucedió con ese tal Beom-gyu, pero desde el inicio fue bastante obvio que era ese tipo de idiota.

Cerró la puerta antes de que la otra pudiera responder, y con una enorme sonrisa abrió la puerta del copiloto para que Tzuyu entrara. Finalmente, corrió a ocupar su espacio frente al volante.

— Si odias mi chiquero puedes bajarte — Notificó Sana bruscamente a Jia a través del espejo retrovisor. Incluso, como intentando acentuar sus palabras, lanzó un envoltorio de hamburguesa a la parte trasera— No lo lamento.

Tzuyu la miró con reproche. No podía tratar así a su hermana. Sana, sin embargo, no la estaba viendo a ella.

— ¿Quién eres? —Interrogó Jia.

— Soy Sana.

— ¿Sana...?

— Minatozaki —Se apresuró en agregar.

— Oh... ¿Eres la chica que le dijo a Tzu que estaba enamorada de ella y luego se marchó? —Dos podían jugar a eso de los comentarios incomodos.

Tzuyu de inmediato se golpeó la frente con la palma de la mano.

¿Por qué su vida estaba rodeada de mujeres dementes? Eso era algo que aún no entendía.

¿Por qué su vida estaba rodeada de mujeres dementes? Eso era algo que aún no entendía.

La pintora simplemente rio y puso en marcha el auto.

— Supongo que si —Admitió luego de un rato— ... Te sorprenderá saber que ahora soy su novia.

— ¿Novia? —Jia estaba asombrada.

— No eres mi novia —Tzuyu negó ruborizada mientras se cruzaba de brazos.

La última vez que habían hablado de eso, Sana aún tenía miedo a quererla.

— Si lo eres —Afirmó con una sonrisa.

— ¡No me lo has pedido!

— En eso tienes razón —Coincidió—... ¿Quieres ser mi novia? —Preguntó casi con indiferencia.

El aire dejó de llegar a los pulmones de la tatuadora sin tatuajes al escuchar esto.

— Si quiero, pero...

Pero había esperado algo más romántico, o memorable, o conmovedor. Era eso lo que planeaba decir. Por supuesto, Sana no le permitió terminar.

— ¡Perfecto! Somos novias ahora.

— ¡Sana!

Aunque intentó ser severa no lo logró, pues la enorme sonrisa que decoraba el rostro de Sana no le permitió enfadarse con ella.

Se veía como la mujer más feliz del mundo.

— Ustedes se ven bien juntas —Suspiró Jia.

— Lo sé —Coincidió Sana antes de sujetar su mano, lo cual obligó a la tatuadora a suspirar.

— Beom-gyu y yo no nos veíamos así —Contó con melancolía—. Mamá y papá me lo decían. Tzu también. Todos, en realidad. Decían que él solo me rompería el corazón, pero yo estaba muy enamorada —Suspiró—... Su amante está embarazada.

— Jia...

— Está bien, Tzu... Siempre me sucede. Lo superaré pronto.

— ¿Por qué siempre te enamoras de idiotas? —Le reprochó la tatuadora con frustración. Estaba cansada de verla sufrir.

Su hermana lo pensó antes de responder.

— No lo sé —Se le escapó con un suspiro— Yo solo pienso que me quieren, luego me usan y finalmente me dejan. Es mala suerte, creo.

— La próxima vez deberías evitar dejar a tu hermana sola en una fiesta para acostarte con el inútil de tu novio —Atacó Lauren sin intenciones de ser sutil―. Tal vez así no te usarían tan seguido.

Por supuesto, Sana no olvidaba lo sucedido meses atrás.

¿Qué habría sucedido con Tzuyu si ella no hubiese estado allí?

— Sana, eso pasó hace tiempo. Jia estaba enamorada y... —No le gustaba el ambiente que se estaba generando.

— Eres una estúpida, Jia.

La chica alta bufo.

— ¿Quién lo dice? ¿La chica que se comportó como una cobarde y salió corriendo de un restaurante sin siquiera pagar la cuenta?

Sana no respondió con palabras, sino con una peculiar risa de bebé.

— Me caes bien —Dijo la pintora.

— Y tú a mi...

Tzuyu rodó los ojos. Sí, su vida estaba llena de mujeres dementes, pero al menos eran dementes graciosas.

No ocuparon la mesa del centro, sino la que estaba unos cuantos metros más a la izquierda. A Sana no pareció importarle, y para Tzuyu era increíble no tener los ojos de todos los presentes puestos en ellas.

— Sana pintó ese —Indicó a Jia con orgullo en cuanto la vio observar el cuadro del panda que había en la pared.

— ¿En serio? —Se maravilló— Eres muy buena, Sana.

— Lo sé —Admitió con una sonrisa—. No tienes que recordármelo.

Tzuyu rodó los ojos con diversión.

— ¿Es así todo el tiempo? —Preguntó Jia a Tzuyu en un susurro bajo que, aun así, pretendía Sana escuchara.

— Te acostumbras con los días —Admitió con una gran sonrisa antes de unir sus manos con las de Sana bajo la mesa, las cuales le dedicaron una suave caricia.

Y, con ese simple contacto, su corazón ya amenazaba con explotar.

Habría disfrutado más de ese perfecto momento de no ser por una peculiar interrupción.

— ¿Qué se siente ser lesbiana? —
Genial. Jia y sus preguntas oportunas.

— ¿Normal?

Toda su vida lo había sido y, sinceramente, sabía que no era diferente a los demás por ello. Era solo un aspecto más en ella, así que realmente nunca se detenía a considerar como se sentía.

Se sentía como Tzuyu, tal vez, pero no sabía cómo describir eso con exactitud.

— ¿Por qué quieres saberlo?

— Es que luego de mi fracaso en las relaciones y lo felices que ustedes parecen, he decidido comenzar a experimentar...

— No creo que sea buena idea, Jia. Puede llegar a gustarte demasiado.

— Además, eso es lo más idiota que he escuchado en toda mi vida —Se burló la pintora al llevarse un trozo de sushi a la boca, masticándolo lentamente.

— Idiota es que te comas este pescado crudo como si fuese uno de los pechos de mi hermana —Contraatacó.

Sana rió sonoramente ante el comentario. Tzuyu, por su parte, comenzó a toser tanto que todos se voltearon a mirarla.

— Ahora díganme que tengo que hacer para ser lesbiana —Exigió con una sonrisa.

El ataque de tos seguía, y Sana intentó tranquilizarla dándole leves golpecitos en la espalda.

— Bien, supongo que tendré que sacar mis propias conclusiones —Determinó al ver que nadie le brindaba información—. Supongo que primero debo sentirme atraída hacia las chicas. Lo sentimental para otro día, no tengo tiempo para eso, así que primero comprobaré si las chicas pueden llegar a gustarme físicamente... ¿Pueden levantarse? Quiero mirar sus traseros.

— ¡Jia! ¡No vamos a...! ¡Sana, siéntate!

La pintora la obedeció de brazos cruzados y con un puchero.

— Tu novia es muy aburrida, Sana —Se quejó Jia con frustración—... Supongo que tendré que salir con chicos toda mi vida. Gracias. Arruinaron mi oportunidad de una vida feliz.

Tzuyu rio. Amaba a su hermana, incluso cuando era una idiota.

— Es una aburrida —Aceptó Sana antes de depositar un dulce beso en la mejilla de Tzuyu, lo cual la hizo sonrojar—, pero al menos es mía.

Lo fue durante ocho meses más.

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