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15

El primer mes Tzuyu la llevó a un prostíbulo. Suena mal, pero fue incluso peor.

La pintura de Sana estaba lista, así que Tzuyu necesitaba una nueva modelo en el cual enfocarse. Le pidió a la tatuadora que la acompañara a buscarla, a lo que ella aceptó sin hacer ningún tipo de pregunta.

Fue así como terminó en aquel sucio auto sin conocer su destino.

Sana llevaba su típico atuendo de tatuadora: Suéter de cuello alto, pantalones ajustados, zapatos bajos para no caer y una coleta que la estilizaba. Tzuyu, en cambio, usaba un hermoso vestido negro que la tatuadora habría amado ver en ella toda la vida.

Por amor a sus pies iba descalza.

─ Quiero creer que no estás intentando raptarme para huir conmigo a algún lugar desconocido.─ Se burló la mayor.

Tzuyu se quedó pensativa unos minutos antes de responder.

─ No es una mala idea.─ Murmuró con una sonrisa. Sus ojos marrones se concentraban en el camino, uno que Sana nunca había visto, y parecía conocer bien cada calle del mismo.─ Pero no. Hoy no voy a raptarte.

─ ¿Entonces donde planeas llevarme?

─ Iremos al prostíbulo.─ Respondió con simpleza.

Sana se echó a reír de inmediato. Pensaba que aquella era solo otra de las extrañas bromas de su rara novia.

Veinte minutos más tarde descubriría que Lauren no le había mentido.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Sana observó a su novia encender un cigarrillo antes de entrar al lugar. También la sintió aferrarse firmemente a su cintura.

Tosió ante el olor.

Tzuyu fumaba cada vez menos, y por esta razón no lograba acostumbrarse al humo. Sí, se veía atractiva, pero prefería no tener aquella nube gris frente a la nariz.

─ No le hables a nadie. No mires a nadie. Mantente a mi lado. No aceptes bebidas o bocadillos. No hagas nada que no consideres seguro, e incluso evita aquello que inspire confianza.─ Le advirtió con firmeza. En sus ojos había preocupación.─ Tampoco mires sus pechos. Te lo prohíbo. Si quieres mirar pechos recuerda que tienes una novia que estará profundamente encantada de que lo hagas ¿Entendido?

La tatuadora asintió lentamente. Sabía que era conveniente obedecerla.

Cuando entró al lugar, miles de eventos capturaron sus sentidos. Veía luces rojas, cuerpos demasiado juntos, besos pasionales y escenas eróticas que se refugiaban entre las sombras. Olía la lujuria, el sexo, la pasión, el alcohol y el humo de los cigarrillos que amenazaba con asfixiarla. Escuchaba conversaciones, gritos, suplicas y gemidos que en su cabeza crearon espectáculos.

Aquello era demasiado para ella.

─ ¡Tzuyu!

La mujer que la llamaba tenía una voz chillona, casi infantil, pero el cuerpo de una mujer de unos treinta y cinco años. Estaba usando un vestido demasiado ajustado, zapatos increíblemente altos y un maquillaje exagerado. Era baja como Nayeon, pero sin su encanto, y su rostro no mostraba más que una sonrisa falsa.

─ Buenas noches, Seulgi.─ Saludó con amabilidad, y la mujer casi pareció desear lanzarse a los brazos de la pintora al escuchar su nombre.

De inmediato los celos de Sana atacaron. Esa mujer era Seulgi, la primera mujer que había robado gemidos de los labios de la pintora, la primera a la cual le había suplicado, la primera que había hecho temblar su cuerpo.

─ ¿Quieres algo en especial? Tenemos muchas chicas nuevas y...─ Era muy atenta y poseía una sonrisa casi angelical, algo que no esperaba en una trabajadora de ese lugar.

─ Seulgi, vengo con mi novia. No creo que le haga gracia que me ofrezcas ese tipo de servicios.

Seulgi, que hasta ese momento había estado muy distraída mirando a Tzuyu, se sorprendió al notar su presencia.

─ ¿Es ella? ─ Preguntó con un chillido.─ ¡Es adorable, Tzuyu!

La prostituta estaba dispuesta a estrujarle las mejillas, pero Tzuyu se lo impidió con un ligero golpe en la mano.

─ Seulgi, necesito que te concentres.─ Habló con seriedad. Definitivamente quería salir de allí lo antes posible.─ Quiero pintar a una de las chicas, pero necesito a una muy peculiar.

─ ¿Peculiar?.─ Su ceja se elevó para cuestionarla.

─ Necesito una prostituta virgen, Seulgi.

La mujer se echó a reír.

─ Eso no existe, Tzuyu.─ Se burló─ ¿Qué más quieres que consiga? ¿Una tatuadora sin tatuajes?

Esta vez fue Sana quien rio.

─ No me tomes por idiota, Seulgi.─ Su tono se escuchaba casi como un susurro en medio de todo el ruido, pero sus palabras eran claras.─ Tienes muchas chicas nuevas ¿no? Sé lo que eso significa.

La prostituta se cruzó de brazos y suspiró. Estaba perdida.

─ Volveré en un momento.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Seulgi las guio hacia la habitación más alejada, esa donde solo los más exclusivos clientes lograban entrar. Había una lujosa cama allí, también juguetes sexuales y lencería. Por último, escondida en un rincón, había una chica que lucía mucho más joven que cualquiera de ellas.

─ Ella es Minjeong. Los jefes la encontraron vagando a mitad de la noche en un bosque, bastante lejos de aquí. Es algo tímida, pero sabe obedecer... Una joya para quien sea su primer cliente, sin duda alguna.

Sana observó con tristeza como la chica se encogía del miedo ante la simple mención de su nuevo trabajo.

Aquello no estaba bien.

─ ¿Cuánto quieres para dejarme pintarla?

La chica las observaba sin decir nada desde su rincón, y Sana se sentía cada vez peor. Estaban hablando de ella como si fuera un objeto, como si su opinión no importara.

─ No te preocupes por eso. Has sido una increíble clienta. Los jefes quieren que esto sea tu regalo de despedida, pues no parece que quieras volver.

Sana realmente esperaba que no regresara.

─ ¿Te importa dejarnos un tiempo a solas? Quiero inspeccionar mi próxima obra de arte.

Seulgi se retiró sin decir ni una sola palabra más.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

─ No tienes que desvestirte aún.─ Detuvo la pintora a la chica, quien con sus manos temblorosas había comenzado a quitarse la ropa.─ Yo solo quería que se marchara para poder hablar.

La joven suspiró con alivio y se sentó sobre la cama. Tzuyu, con cautela, se sentó a su lado, y Sana, por su parte, decidió mantenerse alejada.

─ ¿Realmente te llamas Minjeong?.─ La chica asintió rápidamente y se cruzó de brazos con inseguridad. Solo quería protegerse.─ Bien, Minjeong. Me gusta conocer mis obras, y no solo físicamente... Me gustaría saber qué sientes, y necesito una respuesta sincera. Es obvio que no quieres estar aquí.

─ Quiero irme de este lugar.─ Su voz era débil, casi un susurro, y Sana notaba su evidente tristeza.

─ Es lo que todas aquí quieren.─ Un suspiro triste escapó por los labios de la pintora─ ¿Puedo saber por qué vagabas en un bosque a mitad de la noche?

─ No quería estar en casa de ─ Murmuró─ Mamá discutió conmigo. Ella tenía esa loca idea de que yo era gay.

Tzuyu reajustó su posición en aquella cama.

─ ¿Y lo eres?

Minjeong desvió la mirada. No planeaba decir nada más.

Tzuyu se dio por vencida. Al parecer ya tenía todo lo que necesitaba.

La pintora se levantó y tomó la mano de Sana, quien la miraba con preocupación. No se sentía bien allí.

─ Vendré algunos días a pintarte, así que te veré pronto.

Minjeong, de nuevo, no dijo nada.

─ Y lamento todo esto. Me gustaría poder sacarte de aquí, pero no puedo.─ Parecía decepcionada de sí misma.─ Realmente no puedo.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Las cosas en el auto estaban calladas. Tensas. Definitivamente algo no andaba bien.

─ Te regalo mi corazón si me cuentas lo que te sucede.─ Dijo Tzuyu al darle la mano, pero sus palabras no tenían el toque divertido usual.

La tatuadora suspiró. Muchas cosas sucedían.

─ Cuando hablaste con Seulgi sobre Minjeong... la trataste como a un objeto, Tzuyu.

─ Lo sé.─ Se sentía terrible por ello─ Siempre que iba allí me refería a ellas de esa forma. No lo sé, pensaba que si las trataba como objetos el saber que estaba en ese lugar contra su voluntad no dolería tanto... Hoy no funcionó.

─ ¿Realmente te acostabas con ellas aun sabiendo que lo hacían en contra de su voluntad?

La pintora prefirió no responder su pregunta. Era algo de lo que realmente se avergonzaba.

─ ¿No sientes impotencia ahora mismo, Camz? ─ Se la notaba frustrada.─ Suceden cosas injustas en el mundo todo el tiempo, pero a veces no puedes hacer nada. Los jefes de ese lugar son una basura, pero con solo un parpadeo podrían destruir la mitad de la ciudad. Entenderás entonces por qué no puedo ayudar a Minjeong, o a Seulgi, o a cualquiera que esté confinada a ese lugar.─ Estaba enfadada, realmente muy enfadada.─ Estoy cansada de que gente idiota tenga tanto poder, Shasha. Odio eso.

─ Lo sé, pero...

─ ¿Podemos solo quedarnos calladas un momento?.─ La interrumpió con la voz quebrada─ No quiero hablar más de lo injusto que llega a ser el mundo.

Y la tatuadora se quedó callada cuando no debió hacerlo.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Dos semanas después se encontraron en el restaurante de sushi.

Tzuyu había terminado la pintura de Minjeong ese día, así que ya no les quedaba nada más que cenar para olvidar. Había logrado captar la tristeza de sus ojos, la inseguridad en la pose de su cuerpo, la repulsión que sentía de su suerte.

No era una pintura hermosa, ni majestuosa. Lo único que Sana podía decir de ella era lo muy triste e incómoda que le hacía sentir, y tal vez era esa la intención de Tzuyu.

Tzuyu quería que todo aquel que mirase aquella obra percibiera lo injusta que aquella situación era.

Tzuyu quería transmitir la realidad.

─Bonito abrigo.─ Murmuró Sana al comenzar a comer. Era un detalle que, sin duda, no había pasado por alto.

─ Es el que me obsequiaste la primera vez que fuiste a mi departamento.

─ Lo sé. Te queda increíble.

─ ¿No me prefieres sin él?.─ La cuestionó con una ceja alzada y una sonrisa de dobles intenciones.

Habría respondido de no ser por lo que vio poco después.

Tzuyu se había llevado un rollo de sushi a la boca con demasiada rapidez, lo cual hizo al abrigo correrse un poco. Y allí, envuelta en su muñeca, una venda llamó su atención.

Tomó su mano sin decir nada. Tzuyu no luchó por apartarla, pues sabía que la habían descubierto.

Sintió ganas de llorar cuando vio aquella venda detalladamente. Había pequeñas gotas de sangre seca en ella, y claramente había sido colocada con mucha torpeza.

─ Prometiste llamarme, Tzuyu. Prometiste que primero buscarías otras alternativas.

─ Lo sé, pero...

La frase terminó en un suspiro, pero Sana esperó con ojos curiosos su respuesta.

─ Lo hice ayer. Regresé a mi departamento luego de terminar la pintura de Minjeong, pero me sentía tan mal sabiendo lo mucho que ella tendría que vivir en un futuro que me tomé un par de cervezas. Tal vez más... Juro que no estaba pensando cuando pasó.

─ ¿Y por qué lo hiciste, Tzuyu?

Miles de sentimientos se arremolinaban en su interior. Frustración, dolor, tristeza, enojo... No sabía cómo sentirse.

Quería llorar, y no solo porque la pintora había roto su promesa. Quería llorar porque, nuevamente, se estaba haciendo daño.

─ Quería olvidar lo mucho que los odiaba.─ Explicó, pero no parecía segura─ No podía dejar de pensar en Minjeong, en lo mucho que sufrirá, en lo muy idiotas que son todas aquellas personas. Sentí ansiedad, Shasha, porque si le sucedió a ella también puede sucederme a mí. A ti. A mi madre. A cualquiera.─ Sana acarició su mano. No podía entender lo que había sentido, realmente no podía, pero quería darle a entender que estaba allí para ella.─ Solo quería distraerme para dejar de pensar en ellos, así que esta fue la única forma que encontré. Yo no sabía lo que estaba haciendo, pero ayudó mucho.

Había una ligera mentira escondida entre sus palabras, eso era lo que Sana sentía, pero no sabía detectarla.

─ Sé que es una razón estúpida, pero...

─ No creo que sea estúpida si te heriste por ella.

─ Shasha, por favor.

─ ¿Realmente estás bien? ¿No quieres que busquemos ayuda?

─ No estoy loca, Sana.─ Segundos después de decir esto con un tono algo alterado, la pintora pareció darse cuenta de sus palabras.─ Está bien, si lo estoy ─ Se corrigió.─ Pero no necesito ayuda.

─ Que necesites ayuda no te hace loca, Tzuyu.

─ ¿Podemos ya no hablar de esto? Quiero comer en paz.

Sana dejó escapar de sus labios un largo suspiro de frustración antes de asentir. Sabía que Tzuyu había llegado al límite, y no quería presionarla hasta el punto de obligarla a cerrarse completamente a ella.

─ ¿Al menos puedes prometer que, de ahora en adelante, buscarás ayuda antes de hacerlo? ¿Puedes prometer que me llamarás, o me escribirás, o me buscarás, si necesitas ayuda?

─ Está bien, Shasha. Lo prometo.

Pero no todas las promesas se cumplen.

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