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01

─¿Qué tal Bora? ─Cuestionó Nayeon, su hermana adoptiva, quien se encontraba recostada en la parte superior de una de las dos literas de la habitación mientras jugaba al Candy Crush.─ Es linda.

─ No le gustan las chicas, Nayeon, te lo he dicho dos veces. Y a mí no me gusta ella. ─ Se negó de inmediato mientras arrugaba su nariz.─ ¿Negro o rojo? ─ Preguntó al colocar dos suéteres frente a su cuerpo, encontrándose completamente indecisa.

─ El rojo dice que eres sexy y atrevida ─ Observó Jennie, otra de sus hermanas adoptivas, quien estaba recostada sobre la parte superior de la otra litera con una laptop sobre sus piernas.

─ Pero el negro dice que eres una chica ruda e intimidante, y vas a trabajar en una tienda de tatuajes mientras intentas pretender que tu piel está llena de tinta, así que creo que ese alejará a los curiosos.─ Observó Minju, la mayor de ellas. Estaba haciendo el test de una revista a un lado de Jennie.

─ Supongo que me voy por lo seguro.─ Decidió mientras se quitaba la camiseta azul que ahora estaba llena de pinturas y babas de Jungwon.

─ Hablando de ir por lo seguro... Puedes ir con Dahyun.─ Sugirió Nayeon casualmente.

La habitación se quedó en silencio.

─ Terminé con ella hace seis meses, Nayeon. No iré con Dahyun, y mucho menos para que Hyuna te deje ir a una fiesta junto a tu estúpido novio.

─ Vamos, Sana. Por favor ─ Le suplicó mientras hacía un puchero. La tatuadora rodó los ojos.

─ Iré ─ Terminó cediendo.─ Pero definitivamente no con Dahyun. Tendrás que buscar a alguien más.

─ ¿Qué tal Jungkook? Es gay, se llevan bien y estoy segura de que se alejará de ti en cuanto vea la gran cantidad de chicos que habrá allí.

Jungkook había sido el primer novio de Nayeon. Se separaron luego de una semana, pues él se había dado cuenta de que le gustaban los chicos y a Nayeon... a ella simplemente le gustaba otro chico. Aun así, luego de su fallido amorío, ambos se habían mantenido en contacto.

─ Tendrás que hablar con él.─ Aceptó Sana con un encogimiento de hombros. Rápidamente el suéter negro pasó con su cabeza, y con un suspiro se sentó frente al espejo del tocador.

Nayeon dejó escapar un chillido.

─ ¡Eres la mejor hermana adoptiva del mundo, Sana!.

─ ¡¿Qué hay de mí?! ¡Soy asombrosa!.─ Se indignó Jennie.

─ Lo eres, pero cuando te pedí que me acompañaras te negaste y dijiste que preferías quedarte con Minju a hacer manualidades.

─ Eso es porque soy su favorita.─ Presumió Minju acurrucándose con Jennie, una leve sonrisa decorando sus labios.

─ En realidad es porque odio al novio de Nayeon...

─ ¡Nini!

Sana rio desde su lugar mientras intentaba maquillarse para hacerse ver un poco más madura y profesional.

─ ¿Qué vas a tatuar hoy, Sana? ¿Traseros o algo así?. ─ Atacó Nayeon con su muy típica curiosidad.

─ No lo sé.─ Respondió mirando a su distraída hermana adoptiva a través del reflejo del espejo. No parecía interesada del todo.─ Tengo un par de citas con unos hermanos que quieren los nombres de sus padres en las muñecas y una anciana que planea tatuarse una mariposa en el pecho... Supongo que lo demás será una sorpresa.

Se miró al espejo, asombrándose así ante los poderes de su maquillaje. Lucía mayor, profesional, intimidante. Y le gustaba, pues así nadie preguntaría nada.

Amaba ser tatuadora y no se imaginaba siendo otra cosa, pero cada vez que tenía que ocultarse debido a la posibilidad de que su trabajo fuera desprestigiado por la falta de tinta en su cuerpo sentía tristeza.

¿Realmente importaba tanto?

Sí, lo hacía.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

-¡Sana! ─ La saludó Namjoon al llegar. Estaba sentado tras el mostrador, sus brazos completamente tatuados cruzados sobre su pecho.─ Llegas a tiempo, como siempre ─ Halagó.

─ Jefe ─ Correspondió en voz baja mientras miraba al reloj con orgullo. Seis minutos antes.─ ¿Dónde está Hyunjin?

─ Pidió el día libre. Quería darle una sorpresa a tu hermana por su aniversario de dos años...

─ ¿Dos años? ─ Estaba completamente asombrada.─ No me di cuenta de que había pasado tanto tiempo.

─ También es el tiempo que llevas como tatuadora.

─Tiene razón.─ Confirmó con una sonrisa.

Por supuesto, había comenzado con su aprendizaje mucho antes, a los doce años, pero hacía tan solo dos que había obtenido su licencia. Ese día había hecho también su primer tatuaje oficial, que fue nada más y nada menos que el rostro de su hermana mayor en el brazo del rubio.

Sana sonrió porque no había sido fácil llegar hasta allí. Le había costado horas de esfuerzo, dinero y muchas mentiras a su madre adoptiva.

─ ¿Celebrarás de alguna forma?.

Sana lo pensó antes de responder.

─ No lo creo.─ Se negó─ Es un día como cualquier otro, Namjoon.

Más tarde se daría cuenta de que estaba equivocada.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Sana sabía que conocía a la intimidante chica sentada elegantemente en la sala de espera.

Lo sabía no solo porque Namjoon le había dicho que la había solicitado como tatuadora sin siquiera ver los folios ─algo que solo sus clientes hacían─, sino porque aquellas facciones de vampiresa desalmada y sus movimientos delicados como los de un ángel se lo decían.

─ Se llama Chou Tzuyu y dice que solo se dejará tatuar por ti... Sé que es tu hora libre y que deberías ir a almorzar, pero podrás salir cuando termines su tatuaje y... Ella es bastante influyente, Sana. Tienes que tatuarla. No sabes lo mucho que ayudará al estudio.

─ Lo haré ─ Afirmó. Cuando se trataba de tatuajes no podía decir que no, y mucho menos ante su jefe e instructor. Además, quería saber quién era aquella mujer de extraña belleza.

Minutos después Namjoon ya había guiado cortésmente hasta su puesto de trabajo a esa joven llamada Chou Tzuyu, quien le agradeció sin mirarlo a los ojos. Parecía estar demasiado ocupada apreciando el mural en la pared de Sana como para concentrarse en algo más.

─ "Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final pase lo que pase".─ Leyó con delicadeza mientras se quitaba las gafas de sol. Parecía estar degustando cada una de las palabras que leía.─ Sigue sin ser mi libro favorito, pero admito que la frase tiene cierto encanto... Y la caricatura de Zayn está muy bien hecha. Felicidades.

Tzuyu se volteó a mirarla, tal vez para inspeccionarla como al mural de la pared, y cuando vio aquel peculiar marrón en sus ojos supo que la había visto antes. El punto era que no la recordaba.

─ Quiero una libélula.─ Dijo de repente mientras reacomodaba el oscuro beanie en su cabeza.

"Quiere una libélula" Pensó para sí misma con preocupación "¿Querrá fuego con ella? ¿Alas rotas? ¿En qué atrocidades estará pensando para tatuarse?"

Le llegó una sensación de déjà vu. Un momento de su vida se repetía, pero no sabía cuál.

─ Bien.─ Asintió con algo de inseguridad. No era buena para los diseños siniestros, como posiblemente ella los quería, pero podía intentarlo. Por supuesto, lo más seguro era que fracasara y perdiera su empleo.─ ¿Algo en especial?

"No digas fuego. No digas fuego. No digas fuego"

─¿Crees que esta chaqueta hace ver mis pechos demasiado grandes?.─Preguntó inesperadamente mientras se miraba en un espejo que había en la pared de los afiches, haciendo caso omiso a la pregunta de la tatuadora.

─ Señorita Chou ─Intentó llamarla, pero ella seguía mirándose en el espejo mientras movía la prenda de un lado a otro, como si esto fuese a cambiar algo.─ Se ve perfecta, señorita Chou.─ Cedió finalmente, y no era más que la verdad.

─ Bien ─ Aceptó antes de girar su cabeza y dirigirle una mirada repleta de seriedad.─ Quiero que la libélula esté en mi espalda, justo debajo de la que está en mi cuello. Que hagan el mismo recorrido.

Suspiró, y Sana esperaba una macabra exigencia como cereza del pastel.

─ Y tiene que ser azul.

Sana asintió con una sonrisa de cortesía, sintiéndose aliviada ante su petición, pero a la vez algo confusa. Tzuyu tenía otra libélula en su cuello, pero no podía recordar si había sido ella quien la había tatuado.

Bien, eso solo lo sabría cuando la viera.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Minatozaki Sana jamás olvidaba los tatuajes que hacía.

Podía olvidar rostros, nombres e incluso su propio cumpleaños, pero jamás sus tatuajes.

Por esto, al ver aquella verde libélula en el cuello de la chica, supo que era su obra. Los contornos delicados y el relleno repleto de pequeños detalles que cualquiera habría pasado por alto se lo decía.

─ Es un buen tatuaje.─ Murmuró acomodando su cabeza sobre sus brazos cruzados, recostada boca abajo en aquella camilla con nada más que un brasier negro en su torso.

Sana agradeció el halago en voz baja y comenzó a trabajar.

Recordaba aquella libélula verde, y ahora que la había visto también podía recordar a Chou Tzuyu. Recordó su caminata llena de seguridad al entrar, su oscuro atuendo idéntico al que llevaba ese día y la forma en la que había llorado al ver el resultado. Recordaba la historia de su abuela, y también aquella charla sobre vaginas.

─ Había olvidado el dolor.─ Dijo Tzuyu con evidente molestia mientras cerraba sus ojos, Sana trazando los contornos de la libélula lentamente.

─ Puedes hablar. Ayuda bastante.

─ Me lo dijiste la vez anterior.─ Comentó. Sana asintió. No recordaba haberlo hecho, pero sabía que era algo que solía repetir constantemente a sus clientes primerizos.─ ¿Quieres saber por qué me hago este tatuaje?

─ Solo si tú quieres contármelo ─ Contestó dulcemente mientras limpiaba la zona para seguir con los trazos. Debía admitir que le gustaba trabajar sobre esa tersa piel morena que bajo los guantes podía percibir tan suave como el pétalo de una delicada flor, sobretodo porque los colores parecían resaltar en ella, viéndose tan vivos que casi podría haber creído que respiraban.

─ Es por mi hermano, Jackson.─ Confesó suavemente aun con los ojos cerrados.─ Murió hace algunas semanas.

─ Lamento eso.

─ No fue una muerte rápida o heroica.─ Contó con tristeza─ Él solo fue a una fiesta, bebió de más y se metió en una pelea. Una pandilla entera contra él ¿Puedes creerlo? Los forenses dicen que tardó media hora en morir.

─ ¿Atraparon a quienes le atacaron? ─ Preguntó de inmediato.

Tzuyu suspiró.

─ Su color favorito era el azul.─ De nuevo hizo caso omiso a su pregunta, algo ya típico. Estaba demasiado ocupada con sus recuerdos como para prestar atención a la pregunta de una joven y humilde tatuadora.─ No había decidido tatuarme en su honor hasta ayer, cuando vi mi libélula en el espejo. Decidí que iba a hacerme una por cada persona que perdiera.

Sana no dijo nada, pues la idea de la chica de ojos marrones la hizo reflexionar. No era descabellada, pues el significado que estaba dando a sus tatuajes era realmente conmovedor.

Suspiró. Si ella iba a tatuarse algún día quería tener motivos tan fuertes como los de aquella chica, aunque realmente prefería evitar la parte que involucraba la muerte de sus seres queridos.

─ ¿Qué hay de tus tatuajes? ─ Preguntó Tzuyu al abrir los ojos. De haber tenido las gafas puestas nadie habría notado la tristeza que sentía, pues sus facciones duras no encajaban con su mirada adolorida.─ ¿Tú también los haces en honor a alguien? ¿Perdiste un hermano o algo así?.

Sana se tensó al instante e intento buscar la mejor forma de evadir el asunto.

─ No.─ Negó luego de unos segundos.─ Al menos no a alguien por quien valga la pena tatuarse. Mi familia biológica era un asco. Violencia, drogas, dinero sucio... Cuando fueron asesinados mi hermana menor y yo fuimos adoptadas por Hyuna y Hyojong. Ahora somos felices, y estamos bien, así que no me quejo.─ Suspiró. Contar su historia siempre era duro.─ No he perdido a nadie, Tzuyu.

─ No sabes cuánto te envidio, Sana.

Y viniendo esas palabras de aquellas facciones repletas de seriedad, ese maquillaje oscuro y esa chica que caminaba como si fuese la mejor creación en el mundo, Minatozaki Sana supo que era verdaderamente afortunada.

─ Ahora ─ Interrumpió sus pensamientos, su voz rasposa haciendo eco en su mente.─ luego de este breve intercambio de historias retomaremos nuestra conversación anterior sobre la majestuosidad de las vaginas. Descubrí nuevas cosas durante estos dos meses.

⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝

Cuando Tzuyu vio su tatuaje terminado no abrazó a Sana como la vez anterior. Esa vez simplemente lloró cubriendo su rostro con ambas manos, la tatuadora no atreviéndose a abrazar a la chica con aspecto de cruel vampiresa y sentimientos tan puros que no encajaban con el resto de su personalidad.

Tomando valor posó su mano sobre uno de sus morenos hombros y lo apretó levemente.

Tzuyu de inmediato pareció reaccionar y simplemente paró de llorar, retiró sus manos de su rostro, limpió sus lágrimas y volvió a ser la misma chica de rostro serio que había entrado a la tienda.

─ ¿Te gusta? ─ Preguntó dulcemente.

La chica ignoró su pregunta.

No dijo nada por unos momentos, y el silencio que se hizo mientras Sana cubría el tatuaje fue casi sepulcral.

Se preguntó cuántas cosas estarían pasando por la mente de Chou Tzuyu en esos momentos.

─ Iré a almorzar en el restaurante de sushi que está a unas cuadras.─ Notificó de repente, colocándose una camiseta blanca con el rostro de Lana del Rey, quien tenía sus labios entreabiertos, como dejando escapar un gemido mudo y eterno al sentir la tersa y cálida piel morena de Chou Tzuyu bajo ella-. Escuché a tu jefe decir que podías irte luego de hacer mi tatuaje, así que tal vez podemos almorzar juntas.

Tzuyu era una completa desconocida para Minatozaki Sana, pero aun así quería ir. Quería hablar con ella. Quería comprenderla. Quería escucharla y mirarla un poco más. Quería develar cada uno de sus misterios...

Aun así, se vio obligada a negarse.

─ Tengo prohibido relacionarme con mis clientes de esa forma.

Aunque intentó mantenerse inexpresiva supo que no lo había logrado cuando Tzuyu la miró con sus ojos marrones aún ligeramente húmedos, y le sonrió de forma divertida y seductora al mismo tiempo.

─ Te veré en quince minutos.─ Dijo antes de dirigirle un guiño. Se colocó la chaqueta, las gafas y el beanie con lentitud. Sabía que Sana la miraba.─ Fuera de esta tienda ya no soy tu clienta.

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