17
El tercer mes Tzuyu ya no usaba chaquetas.
Sana no conocía la razón, pero un día la vio entrando a la tienda de tatuajes con solo sus pantalones ajustados y una camiseta negra con el logo de "The 1975". Le gustaba, si, pues aquella prenda le daba una vista privilegiada de la parte superior de sus pechos, pero aquella venda alrededor de su muñeca no le permitía admirarla completamente.
Seguía hablando, seguía insistiendo, seguía ofreciéndole ayuda, y ella ignoraba sus palabras como si fueran débiles soplos del viento.
─¡Tzuyu! ─ Saludó al verla.
─ Veo que estás sola.─ Dijo con una sonrisa antes de besar sus labios delicadamente, casi como si temiera romperla.
Pandora's Tattoos no estaba recibiendo demasiada clientela ese día, así que Sana había pasado su día buscando frases para conquistar en internet. Ella no tenía el talento de Tzuyu para derretir corazones con un parpadeo.
─ No ahora. Jamás podría sentirme sola si estoy contigo, Tzuyu.
Esperaba que funcionara, pero la pintora solo se rio de ella mientras le estrujaba las mejillas.
─ ¿De qué libro has sacado eso, Shasha? ─ Se burló la menor, aunque una pequeña parte de ella había amado sus palabras.─ Estoy segura de que es la cita de algún libro popular. Howe jamás habría dicho algo así
─ Acepta que te encantó.
─ No.
─ Tzuyu ─ Insistió con un puchero.
─ Solo un poco, pero creo que el hecho de que seas mi novia tiene que ver con eso.
─ Me conformaré con esa respuesta.
Y Tzuyu le tomó la mano con ternura, pero la tatuadora no pudo evitar notar la venda en su muñeca. Siempre la notaba, le incomodaba, pero la pintora no le permitía hacer nada.
─ ¿Dónde está tu chaqueta, Tzuyu?
─ En mi armario.─ Respondió con normalidad. No le importaban sus propias heridas.─ El mundo sufre, Shasha, y es por quienes lo hieren que tengo esta venda. Tanta gente que odio, tantas cosas que no puedo evitar... Quiero que las vean. Quiero que las personas que odio las vean, y tal vez así puedan entender el daño que hacen todos los días.
Intentó contener las lágrimas. Le dolía escucharla.
─ Por favor, Tzuyu. Déjame ayudarte. Existen otras alternativas, otras salidas, otras formas de expresar tu odio por esas personas.─ Suplicó mientras le besaba los nudillos y la miraba a los ojos. Quería que Tzuyu notara lo mucho que eso le dolía, pero ella estaba cegada.─ Por favor...
─ El mundo está sufriendo, Shasha. Si quieres ayudarme a mí entonces ayuda al mundo primero.
No quería sonar egoísta con sus siguientes frases, pero no pudo evitarlo. Ella solo quería, con desesperación, que Tzuyu dejara de hacerse daño.
─ Salvándote a ti salvaré al mundo.
─ ¿Por qué lo dices? ─ Preguntó la pintora con curiosidad.
─ Porque tú eres mi mundo.
Tzuyu suspiró dolorosamente al escucharla. La miró con ojos cristalizados, y esta simple acción dolía.
─ Lamento decírtelo, pero tu mundo se cae a pedazos.
⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝
Namjoon le permitió marcharse temprano ese día. No había sido la mejor jornada.
Tzuyu y ella fueron a comer al restaurante de siempre, y ocuparon una de las muchas mesas de los alrededores. Ya no importaba para la pintora la mesa central.
Ahora lo único que parecía interesarle era estar junto a la tatuadora.
─ ¿Te gustaría ir al parque el sábado? ─ Cuestionó mientras su mano se acercaba para acariciarle la mejilla unos segundos. Sana había notado que era algo que ella amaba hacer.─ Mi hermana quiere ir, pero odio estar a solas con ella. Está loca.
─ Es genético.
─ Idiota.─ Murmuró con cariño.
Una idea se le vino a la mente.
─ ¿Puedo llevar a un par de mis hermanas también?
─ Solo si una de ellas es Nayeon.─ La condicionó─ No sé si lo has notado, pero me cae bien.
⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝
Cuando Sana, Nayeon y Momo llegaron al parque aquel sábado en la tarde, Tzuyu claramente no se veía feliz junto a su hermana.
─ ¡Levántate, Shuhua! ¡No quiero que Sana piense que soy hermana de una loca!.─ Se la notaba desesperada.
La chica recostada en el césped la ignoró.
─ ¡Vamos! ¡Levanta tu perezoso culo de allí!.
─ Estoy conectándome con mi yo interior, Chewy.
Las expresiones de Tzuyu se volvieron tan frías como un tempano de hielo.
─ No me llames Chewy.─ Advirtió con dureza.─ Solo el tío Heechul me llamaba Chewy, y él está increíblemente muerto.
─ Ya lo sé, Tzuyu. También lo están la abuela, Jackson, Haeun y, quien sabe cuándo, nosotras... Ahora aléjate. Tus malas energías no me ayudan ni un poco.
Sus palabras le dolieron, Sana lo supo, pero logró disfrazar sus sentimientos con un rostro de enojo.
─ Estás loca.
─ Gracias.
Sana suspiró.
Al parecer la familia Chou estaba llena de gente peculiar.
Cansada de aquella discusión intentó acercarse a su novia con sigilo, pero gracias a su torpeza sus pies golpearon una roca que alertó su presencia.
Tzuyu se sobresaltó, pero aun así no se dio la vuelta.
Abrazó su cintura rápidamente antes de depositar un beso en su cuello, a lo que ella respondió con una leve risita de bebé. Se giró para abrazarla, gesto que la tatuadora aceptó sin dudar.
─ Te escuché.─ Sonrió la pintora antes de besarla dulcemente.─ Bonito tatuaje, por cierto.─ Rio.
Sana se miró los brazos, los cuales estaban al descubierto. Había decidido dejar a un lado su suéter de cuello alto, al menos ese día, así que la henna había sido su opción.
Su tatuaje no era más que un tribal que iba del hombro hacia el codo. Hacerlo era un trabajo tedioso, pero le daba a la tatuadora algo de libertad y seguridad.
─ Se quitará en unos días, así que disfrútalo mientras puedas.
─ Es un tribal muy bonito, créeme, pero preferiría ocupar mi tiempo observando otras partes de ti.
─ ¿Otras partes de mí? ─ Su ceja se elevó.
─ Creo que sabes de lo que hablo, Shasha.─ Susurró seductoramente a su oído.─ Me gustaría tocarlo también, ya sabes, para recibir una completa experiencia sensorial, pero me temo que una idiota se acerca.
Por supuesto, siguiendo las leyes que regían la vida de su hermana adoptiva, Nayeon llegó para interrumpirlas.
─ Te ves como una idiota mientras hablas con mi hermana, Tzuyu. ¿No te avergüenza?
─ No.─ Contestó con una orgullosa sonrisa─ Tú te veías peor mientras llorabas por Felix en aquel cine.
─ ¡Vamos, Tzuyu! Debes tener algo mejor. Eso sucedió hace meses...
─ Pero aún te duele.
Sana golpeó su brazo levemente. No le gustaban ese tipo de bromas.
Momo, quien hasta ese momento se había mantenido algo alejada debido a su timidez, se acercó con lentitud cuando Sana le llamó.
─ Tzuyu, ella es mi hermana menor. Momo, ella es...
─ La mujer más increíble que ha conocido en toda su vida.─ Completó Tzuyu con una sonrisa arrogante antes de darle la mano. Momo se rio de ella.
─ Tzuyu, acabas de arruinar el momento.─ Se quejó la tatuadora.
─ Olvida a tu aburrida hermana, Momo. ¿Shasha te ha hablado de mí?─ Era todo un placer verla interactuar con niños, así que no había forma de que sus constantes interrupciones le molestaran por completo.─ Ella me habló mucho de ti.─ Susurró, buscando así que todo fuera un secreto.
Momo asintió fervientemente. En menos de cinco segundos la pintora ya se había ganado su confianza.
─ Me dijo que eras muy bonita.
─ Me lo esperaba. Es algo que me dicen mucho.─ Pero el tono rosa en sus mejillas la delataba─ ¿Tú qué piensas, Momo? ¿Sana dice la verdad?
─ Sí. Eres muy bonita, Tzuyu.
Tzuyu solo rio ante su inocencia y miró a su novia con arrogancia.
─ Tu hermana tiene una increíble percepción de la realidad.
─ Por Dios, Tzuyu, cállate.
Pero habría dado todo lo que tenía por verla tan animada todo el tiempo.
─ Tu novia me cae bien.─ Dijo Shuhua desde el suelo. Tomaba grandes respiraciones, y su posición comenzaba a tornarse un tanto extraña.─ Yo también quiero que te calles, Tzuyu.
Nayeon rio.
─Tu hermana la demente me cae bien. Creo que compartimos puntos de vista.─ Dijo la más baja.
Tzuyu le habría dado un manotazo de no ser por Sana, quien detuvo su brazo a tiempo.
─ ¿No vas a herir a Zaki? ─ Momo la miraba con inocencia, y los ojos de Tzuyu se asemejaban a los suyos. Ambas tenían un tipo de pureza que los demás perdían con facilidad.
─ ¿Herirla? ¡Ni loca! ¿Quién querría hacerlo?
─ Dahyun.
─ ¿Dahyun?
─ No es alguien importante, perdedora. Créeme.─ Aseguró Nayeon. Amaba molestar a su hermana, pero habría dado su vida entera para protegerla de los malos recuerdos.
─ Tiene razón. Es cosa del pasado.
Y, aunque Tzuyu parecía querer saber más, hizo el tema a un lado
─ ¡Eso! ¡Justo eso! -Exclamó una maravillada Shuhua desde el suelo.─ Sana lo deja correr todo, Tzuyu. Ella lanza sus problemas pasados al río para que se los lleve la corriente... ¡Deberías hacer lo mismo! ¡Deberías olvidar a la abuela, a Jackson, a...!
─ ¡Cállate! ─ Exclamó con enojo.─ ¿Acaso estás drogada?
─ Puede ser.
─ ¡Shuhua, te dije que...!
─ ¡Calla! Mi yo interior está intenta decirme algo.
Sana suspiró. Ahora que conocía a toda la familia Chou -al menos la que vivía- le costaba decidir quién era el menos demente entre ellos.
─ Deberíamos sentarnos junto al lago.─ Sugirió la pintora con una sonrisa mientras ayudaba a Shuhua a levantarse.─ Mi artista favorito hacía eso de pequeño.
─ ¿Hablas de Da Vinci? ─ Quiso saber la tatuadora.
─ Da Vinci era bueno, pero no es mi favorito.
─ ¿Entonces quién?
─ Yo misma, por supuesto.
⸝⸝⸝ ♡︎ ⸝⸝⸝
Sana dormía con la cabeza en el regazo de Tzuyu mientras ella jugaba con su cabello. Momo meditaba junto a Shuhua a lo lejos, pues le gustaba reírse de su peculiar personalidad, así que Nayeon solo la observaba con una sonrisa en el rostro mientras intentaba comprender como su hermana había terminado relacionándose con alguien tan demente como aquella pintora a su lado.
─ ¿Quién es Dahyun? ─ Preguntó Tzuyu a Nayeon en un susurro. No quería despertarla.
Sana suspiró y se preguntó a sí misma si Tzuyu siquiera sospechaba un poco sobre el hecho de que sus ojos estaban cerrados solo para recibir las mágicas caricias de sus manos.
─ Su ex.─ La mano de su novia se detuvo un poco, pero luego continuó con sus suaves movimientos.─ Dahyun quería una relación abierta, pero Sana no. Aun así, Sana accedió para hacerla feliz, pero los celos le jugaron en contra.
─ ¿Tuvieron un mal final?.
─ Uno incomodo, en realidad. Estaba conociendo a los padres de Dahyun cuando decidió hablar con ella y decirle que debían terminar.─ Contaba todo con calma, pero a Sana no le dolía. En realidad, solo era algo que quería olvidar.─ Sana lloró todo un mes, pero fue lo mejor para ambas. Aún hablan, pero es... raro.
─ ¿Y ella realmente la amaba? ─ Camila tuvo que luchar para no abrir los ojos cuando la escuchó. Las palabras habían salido forzadas de su garganta.
─ No.─ Negó Nayeon, y Sana no podía estar más de acuerdo.─ La quería, pero faltaba algo.
─ ¿Algo?
─ El amor se crea, Tzuyu. El tiempo, la experiencia, es eso lo que le ayuda a formarse.─ Sana escuchaba sus palabras atentamente. Su hermana era terrible con las relaciones, pero sabía mucho de corazones.─ Ellas vivían una relación con sentimientos equivocados.
─ ¿Sentimientos equivocados?
─ El amor no es fácil. El amor te hace sufrir, Tzuyu.─ La pintora suspiró, la tatuadora pudo sentirlo, y con el corazón latiéndole desbocado también notó el momento en el que le sujetó la mano.─ Pero ellas no entendían que el punto de sufrir por amor no consiste en sufrir por esa persona, sino en sufrir junto a ella.
Tzuyu se quedó callada. Sana intentó no llorar.
Sabía que ambas pensaban lo mismo. Sabía que pensaban en heridas, en decepciones, en recuerdos pasados. Sabía que pensaban en lo mucho que Sana se preocupaba cada vez que veía una venda, en lo muy triste que se sentían cuando escuchaban vivencias pasadas, en lo mucho que dolía un golpe recibido por la otra.
─ ¿Dónde está tu chaqueta, Tzuyu? ─ Nayeon fue cautelosa.
─ En mi armario, ese donde antes estaba yo.─ Intentó ser graciosa, pero no lo logró.
─ ¿Por qué te la has quitado?
─ No lo sé... Sentí que algo había cambiado, y no quise usarlas más
Y, en medio de un murmullo, Nayeon hizo la pregunta que Sana estaba pensando.
─ ¿Estás cambiando por ella?.
─ No.─ Se negó de inmediato─ Estoy cambiando por mí.
Pero Sana no sabía cómo tomarse aquella respuesta.
─ ¿Y qué hay de tus heridas? ─ El tono en la voz era delicado, casi temeroso.─ ¿Otro cambio que haces por ti?
─ No es algo de lo que quiera hablar, Nayeon.
─ Pero tienes que hacerlo, Tzuyu.
─ ¿Por qué?
─ ¡Joder, Tzuyu, tienes que hacerlo porque...!
Pero la pintora la interrumpió.
─ Cállate. Despertarás a Sana.
Y Nayeon se dio por vencida con esto, tal y como Sana lo hacía cada vez que intentaba tocar el tema.
La pintora no quería escuchar.
─ ¿La amas, Tzuyu?
Sana contuvo un pequeño grito que amenazaba por escapar por su garganta, pues no esperaba enfrentar algo así ese día. Aún así, su corazón latía como loco mientras esperaba una respuesta que no sabía ansiaba con tanta locura.
Las caricias en su cabello regresaron cuando sus manos se desligaron, y eran suaves como las caricias de las nubes contra las alas de los pájaros. Cada movimiento se sentía como una pincelada en el lienzo que su piel se había convertido y, poco a poco, lo suyo se transformaba en una obra de arte que ni todo el dinero del mundo habría podido comprar.
En ese gesto había un sentimiento de locura, de idiotez, de sufrimiento, de cariño. En ese gesto se acumulaban sentimientos para crear un torbellino que le hacía erizar los vellos del cuello y sentir en su pecho un movimiento que podría haberla matado.
Tzuyu contestó con la sinceridad que Sana necesitaba.
─ La amo tanto que me da miedo.
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