//Capitulo 3//
No podía decir muchas cosas aparte del hecho de que estaba aburrido.
Estaba vez me había tocado cocinar a mí y, pese a que no soy un mal cocinero (y él lo sabe), Splendid no paró de quejarse durante toda la cena de que había puesto demasiada sal o poco o que le faltaba no sé qué cosa.
Bueno, no es como si tuviera el sueño de que él aprobara mi comida.
"Mentira, sí que lo haces"
¡A nadie le importa tu opinión!
Gruñí mientras intentaba concentrarme en el trabajo que me habían encargado, no es que fuera muy difícil; pero no puedo quitarme lo sucedido hace unos días.
Splendid es realmente lindo cuando duerme.
Sacudí la cabeza, intentando alejar el pensamiento.
El sonido de las teclas retumbaba por la habitación y, junto al tick tack del reloj, sólo lograba estresarme más de lo que ya estaba. Cada pocos tiempo volteaba a ver la hora y cada vez más rápido tecleaba. Al sacar toda la información que necesitaba se la envié al cliente y este casi al instante me envió el pago acordado.
Cuando acabe me recosté en la mesa de madera, estaba cansado pero había terminado.
----¿Ya puedo entrar?. La voz en la parte externa de la puerta hizo que el cansancio se me fuera al instante.
"Vamos... ¿Hablas en serio?" La voz en mi cabeza reprochó, pero sinceramente sigue sin importarme una mierda.
---Eh... ¡Sí! ¡sí! Ya acabe. --- Respondo, observando la puerta abrirse frente a mí a la par que unos ojos azules me miraban con indiferencia --- No me tarde tanto ¿Sabes?
---Pues te tardaste demasiado para mi gusto. --- Responde, apartandome un poco para poder pasa.
Yo sólo suelto un suspiro, mirando como tomaba mi lugar en la pequeña silla de madera.
¿Qué es lo que lo tendrá de tan mal humor?
Razonablemente, la mayor parte del tiempo Splendid se limita a ignorarme. Yo respondo de la misma manera, incapaz de poder entablar una conversación medianamente coherente.
Quizás sea hora de cambiar eso.
---¿Quieres ir a ver una película?--- Me escucho preguntar. Su mirada lo dice todo.
Tal vez no.
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