//Capitulo 1//
Las personas son molestas... Pero algunas lo son aún más
Ahí me encontraba, tomando una taza de café y esperando a quien sería el comprador. La verdad es que a simple vista me vería como un empresario normal tomando un descanso y no como un famoso criminal a punto de vender información clasificada a una empresa del extranjero.
Las apariencias engañan ¿No lo creen?
Reviso por sexta vez en estos cinco minutos que han pasado mi celular, esperando alguna llamada. La recibo, pero no de quien esperaba.
Dudo un poco si contestar o no, a veces pienso que no debería contestar llamadas personales en el trabajo. Pero... Es él. Al final contesto, de todas manera no tengo ganas de recibir algún reclamo cuando llegue a casa.
--- ¿Ahora qué pasó? --- Le preguntó a mi peli-azul compañero de piso. Ah, sí, y a mi amor no correspondido. Supongo que se los contaré más adelante.
-- Te he dicho como un millón de veces que no dejes tu ropa interior en pleno baño ¿Tienes idea de lo desagradable que es? --- Hago una especie de murmullo desinteresando y le doy un sorbo a mi café.
Mierda, ya está frío.
Levanto mi brazo derecho y veo la hora, ese bastardo está tarde por diez minutos.
Escucho a Splendid quejarse un poco más, lo que me da gracia. A veces, cuando se pone así, pienso que es una chica, ¿Se quejaría igual si lo fuera? O, peor aún ¿Se quejaría aún más? Lo que sí puedo asegurar es que me seguiría gustando igual.
Estoy a punto de retirarme cuando alguien se sienta frente a mí, es el bastardo que llego... ¿¡Veinte minutos tarde?! No sé cómo tiene el descaro de venir todavía.
--- Perdone --- Me dice y yo asiento con la cabeza --- Estaba en una junta muy importante y no podía venir entes ---
Él me mira como si esperase mi perdón y yo le doy una mirada de "¿Y cree que me importa?"
--- Te llamo después --- Le digo a Splendid y cuelgo.
Hablamos por rato más y, después de entregarme el dinero, le paso la información. El sujeto se despide con una pequeña inclinación de cabeza y rápidamente se sube a su limosina. Yo en cambio me termino mi café frío sin ganas y me levanto.
Aún me queda tomar el metro, que horror.
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¡Al fin en casa!
Abro la puerta encontrándome con una escena que, literalmente, podría hacerme sangrar por la nariz.
-- ¿Pero serás idiota? --- Me dice la voz desde lo más profundo de mi cabeza, ¡Fastidias!
Dejo mi saco y mi maletín en el sofá de la sala y me acerco con sigilo a la cocina, donde está mi querido Splendid escribiendo algo en su computadora... Está en ropa interior y usa una camisa extra-grande.
¡Se ve tan lindo! Me dan ganas de abrazarlo y decirle que lo amo... Pero no puedo.
--- Oh, pobre --- Se burló la voz.
--- Splendid... --- Lo llamo y él voltea, lleva puestos sus lentes de pasta (los cuales lo hacen ver aún más adorable) y puedo observar que la camisa es de una visual novel que ha estado jugando por un tiempo.
--- Creí que no llegarías, ya había publicado que rentaba un cuarto. Es una pena, me ofrecieron excelentes cantidades --- Al terminar lo observo sonreír con burla y volver a su posición inicial, dándome la espalda.
¿Creyeron que éramos pareja?
Ya quisiera... Pero no lo somos, lo que es una pena. De hecho, creo que no ve la hora para que me vaya de su casa.
Eso sin duda duele cuando viene de la persona de la cual estás enamorado, aunque en el fondo sé que me lo merezco.
En la noche
Splendid se encuentra preparando la cena, parece tan concentrado en preparar la carne que ni nota cuando me cuelo a la cocina y empiezo a comerme el queso de la lasaña.
¿Qué? Realmente me gusta el queso.
Estoy a punto de agarrar otro puñado de queso cuando una cuchara me da en la mano, al levantar mi vista me encuentro la mirada molesta de Splendid. Tiene el ceño fruncido y hace esa mueca rara con los labios.
¡A-DO-RA-BLE!
--- ¿Pero qué crees que estás haciendo? --- Me pregunta con un tono hostil, estoy muerto... A la velocidad de la luz salgo corriendo hacía mi cuarto siendo seguido de cerca por mi peli-azul quien no para de recriminarme el que casi me acabe todo el queso.
--- ¡Sólo hacía un chequeo de sabor! --- Trato de defenderme, aunque ahora que lo pienso suena estúpido. Me mira y trata de calmarse soltando un profundo suspiro.
--- ¡Casi te lo acabas! Ahora, ve a la tienda de servicio más cercana y compra más queso, desesperado. --- Me lanza un abrigo a la cara y se va de vuelva a la cocina. Como realmente no creo tener opción, me pongo el abrigo y bajo las escaleras dándole una última mirada a Splendid antes de salir por la puerta.
El frío del invierno me golpea en la cara y me hace sacudirme un poco, me aseguro de traer dinero y mi celular.
Cuando ya comprobé que efectivamente traigo las dos cosas empiezo a caminar a una tienda de servicio a tres cuadras de aquí.
Que fastidio.
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