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Capítulo 48 Fin.


Me siento en mi cama frente al espejo. Tan solo de mirarme me da asco, voy de rojo para casarme con este traidor. Mis ojos llevan bolsas enormes, no he dormido en días, entre preocupaciones. Mi hermano perdido y enfermo, las sultanas traidoras, mi madre embarazada y sin memoria y mi padre que cada día sufre más por los dolores de sus pies.

-Mi sultana llegó el momento, por favor no lo retrase más -con mi poca fuerza me levanto y espero a que me terminen de arreglar.

Tras esto vamos al salón principal. Hoy debería estar casándome con el hombre que amo, pero no, ni siquiera tendré una fiesta. Por lo ocurrido estos últimos días y la muerte de mi hermano aun no puede haber fiesta. Mi padre permitió que hiciéramos una cena y unas pocas criadas bailaran y me ayudaran a seguir las costumbres paso a paso.

Horas más tarde, mi padre entró a los aposentos donde se estaba llevando a cabo la celebración para entregarme un collar de piedras preciosas. Su sonrisa y felicidad me daban un poco más de ánimo en esta batalla que libro yo sola.

–Mi querida luz, espero seas muy feliz en esta nueva etapa de tu vida. Mi rosa, aún no creo que ayer te tenía en brazos y hoy estás aquí, y si alah lo permite pronto con nietos.

Al paso de la noche la ceremonia se llevó a cabo, estuve nerviosa todo el rato pensando qué pasará con mi hermano. Al acabar la noche me encontraba en los aposentos esperando a mi esposo, la persona que más odiaba del mundo en ese momento. Se suponía que algún día me casaría, tendría hijos e iba a ser feliz, pero no con este nombre.

La puerta se abre dejando ver al hombre que me estaba destruyendo la vida. Este se acerca a mi tomando mi cara entre sus manos para dejarme un beso en la frente, el sentir su tacto en mi cara me repugna, le odiaba tanto, solo quería poner en función mi plan para acabar con él y matarlo de una vez por todas.

–Ya está, ya estamos casados, ahora dame a mi hermano y la ubicación de las sultanas.

–Hey, no tan rápido–. Este coloco sus manos en mi cintura pegándome a él.

No podía hacer nada solo dejar que él se aprovechara de mi, por una vez tenía que hacer algo por mi familia. Bajo más sus manos agachándose hasta el suelo para levantar mi vestido, quito este dejándome en la bata que llevaba debajo. Ahí me tiro a la cama besándome, y así se apoderó de mí. Cada minuto que pasaba encima de mí, me daban unas ganas enormes de vomitar, de agarrarlo y matarlo con mis propias manos.

A la mañana siguiente me levanto mirando a mi lado y gracias a allah esté no estaba ahí. La puerta sonó y entró mi criada alborotada gritando y nerviosa.

–Sultana, sultana. Esta mañana han encontrado al príncipe y a su madre, la sultana Mukerrem escapó pero le están siguiendo el rastro.

Me levanté rápidamente de mi cama para vestirme con lo primero que vi e ir a los aposentos de mi padre para ver que estaba sucediendo. Me dejaron pasar y al entrar vi a mi madre Ayshe junto a mi pequeño hermano Ercan el cual lloraba en sus brazos. Me acerqué a estos y mi padre besó mi frente.

–Padre, ¿Y Mahfiruze?

–Será decapitada, no es la primera vez que actúa con insolencia. Así que está decidido y respecto a Mukerrem, di la orden al juez para solicitar su ejecución por sus delitos. Si el juez lo aprueba estas dos víboras morirán hoy mismo.

Asiento mirándolo, pensando en si contarle o no. Pero, para qué contarle y hacer que su corazón este más roto. Yo podía con esto, yo puedo resolverlo, eres Hatice la hija del gran sultán Murad, puedes con esto y con mucho más.

Salgo de sus aposentos y me encuentro con el pasha el cuál agarra mi mano cuando intento irme sin mirarle. Este me acerca completamente a él apretando más mi brazo, y siento un leve dolor.

–¿A dónde vas Hatice?. Ya cumplí con mi parte, ya tienes a tu hermano y a la Sultana Mahfiruze.

–Ah sí, ¿Y donde esta Mukerrem?

–Hatice, que ella se haya escapado, no es mi culpa, así que deja de culparme.

–Esto no durará mucho...

–Sh mujer, callate. Allah mediante tendrás un bebe mío y seguiré subiendo de puesto hasta lo más alto y en ese momento no podrás contra mi. Así que deja de hacer cosas en vano, yo siempre gano, ya te diste cuenta.

Camino enojada, tanto que mis ojos lloraban de la gran frustración que me carcomía por dentro. Mis pasos eran gigantes, en estos momentos me parecía a mi madre cuando se enojaba, siempre me dijeron que era su breve retrato. Caminé hasta el jardín y me quedé tensa al ver a alguien que no pensé encontrarme. Aquel hombre del que seguía enamorada estaba delante de mí, su cara, sus ojos, su sonrisa.

–Sultana, me alegro de verla por aquí.

–Kerem, ¿qué hace aquí?

–Ah, sultana. No se lo comenté pero mi padre es uno de los pasha del consejo y hoy el sultán ha pedido verlo, así que vine a acompañarle.

–Tu padre, no sabía...extraño.

–Si perdón por no decirle antes, ah y felicitaciones por su compromiso con el pasha. Ahora me doy cuenta de que nuestro amor era una mentira, algo que solo pasó en mi mente.

–Kerem, no digas eso, yo también lo sentí. Pero las cosas no siempre salen como queremos, ahora estoy casada y alah mediante tendré un bebé.

–¿Estas?... –este abre los ojos como plato mirando mi barriga.

–Oh, no. No lo estoy, recién me casé. Pero alah mediante en unos meses pasará y lo tendré con mi esposo, es la ley.

–¿Sultana, porque lo hizo? dígame.

–Lo siento, tengo que irme, mi esposo me espera –giro para irme cuando este me para con su mano y me da una pequeña carta. Le doy una última mirada antes de comenzar a caminar leyendo esto.

Oh, mi sultana. Mi rayo, mi luz. No tenerla es como vivir en una eternidad sin sol, ya no hay día, no hay flores y hasta la lluvia se ríe de mí. Soy un hombre herido, esperando ser amado por su amada. Un hombre que alguna vez creyó que jamás se enamoraría hoy está aquí a sus pies llorando por su amor. Dejé surcos de lágrimas agarrado a sus recuerdos y a su pañuelo de olor a jazmines. Por allah le pido, solo deme una respuesta, para poder sanar este corazón. La espero en la noche detrás de los arbustos del jardín del sultán, donde nació nuestro amor. Siempre suyo, Kerem.

Al caer la noche, dudé si ir o no. Gracias a alah el pasha había ido con el sultán y regresaría tarde, pero si no es así...las cosas irían muy mal. Agarro mi capa poniendomela y comienzo a caminar entre los muros del palacio siempre pendiente a que nadie me vea. Llegó detrás de los arbustos mirando hacia los lados esperando a este hasta que una sombra se posa detrás de mí. Me giró y veo a Kerem, también tapándose con una capa.

–Mi sultana...

–Kerem, aquí estoy.

–Pensé que iba a venir, pero gracias. Espero esté dispuesta a darme las explicaciones que merezco.

–Kerem esto es peligroso pero te lo diré. El pasha tenía la ubicación de mi hermano, y las sultanas. El es un traidor, para poder obtener la dirección y salvar a mi hermano, me obligo...

–A casarte con él– dijo este y se acercó a mí abrazándome, deje varias lágrimas caer sobre su pecho.

–Lo siento, él me amenazó. No se que hacer, ahora puedo contarle la verdad al sultán pero no es tán fácil. Tengo miedo de que haga algo que lastime a mi familia, él está muy cerca de ellos y de mi padre.

–Sultana, Hatice...ese hombre les pagará amor, tranquila.

Tres meses después...

En la mañana nos encontrábamos todos en la habitación de mi padre. Mi padre el sultán, mi madre la sultana, mis hermanos Mehmet, Selim, Mahmut, Ercan y Nurbahar. Todos reunidos juntos, en una mesa olvidando nuestros problemas. Por fin, después de tanto tiempo todos éramos felices, ya no habían problemas, personas malas a nuestro alrededor.

Mi madre recuperó su memoria hace un mes y su barriga va creciendo sana, mis hermanos, cada uno cuidaba de su familia y sus provincias. Dos días después de encontrar a Ercan, encontramos a la sultana Mukerrem muerta a las afueras de la capital, nunca nos enteramos que le pasó. Mahfiruze fue decapitada debido a todas las traiciones que cometió. El pasha, mi ex esposo, murió en un trágico ataque de bandidos mientras regresaba a su palacio. Kerem y yo nos seguimos viendo e incluso mi padre se enteró y nos prometió que nos casaríamos pero aún no, después del duelo.

AYSHE SULTAN

El sultán se acerca a mí y me dice algo al oído, este se pone de pies al igual que sus hijos y yo. Todos salen de la habitación dejándonos a solas, en cuanto las puertas se cierran este agarra mi mano poniendo la suya en su pecho. Su respiración comienza a ralentizarse. Lo llevo hasta la cama donde este se acuesta y bebe su medicina quedando acostado mientras intentaba recuperar su aliento.

–Murad, cariño, ¿llamo al doctor?

–No Ayshe– este me pega a su pecho besando mi cabeza–. No me dejes solo, sabes que esto es normal.

Yo sabía que el momento se acercaba, sus heridas empeoraban, cada poco le salían ronchas y sangre por la boca. Su respiración era lenta, y siempre tenía mareo y poco apetito.

–Ayshe...mi sol, mi luz. Le doy gracias a alah por dejarme vivir esta vida a tu lado. Por enviarme a su ángel más querido a enseñarme lo que es el amor. Mi reina, mi sultana, mi imperio...–este comienza a toser e intento que deje de hablar pero sigue–. Gracias por darme una gran familia, por dejar que este imperio siga en pie, prométeme que nunca dejarás que mis hijos estén en contra de sus hermanos. Lo más importante de este mundo es la familia, no hay cosa más preciada, ni todo este imperio puede con el amor de nuestra familia. Es la hora, no me extrañes cariño mío, recuerda que siempre estaré en tu corazón, este es tu palacio, cada rincón de él lleva nuestra historia, una de la cual algún día todos hablarán. Oh alah, no tengo como agradecerte por darme tanta felicidad– el sultán pone su mano en mi cara limpiando mis lágrimas–. Te amo Ayshe...te esperaré del otro lado, siempre tuyo mi am...

Sus manos cayeron a su lado mientras sus ojos se cerraban. Pegué mi cara a su pecho llorando más que antes, mi cara estaba empapada de lágrimas al igual que el pecho de mi amado.

–Murad, Murad, no por favor, Murad, Murad...mira aún te queda un bebé por conocer. ¡Murad! no nos hagas esto, que haremos sin ti.

En qué momento la vida cambia de está forma, en qué momento pasamos de ser pequeños bebés, a grandes adultos. En qué momento el invierno se hizo eterno para mí, y las flores dejaron de florecer, el sol dejó de iluminarme. Ayer tán solo era una joven enamorada de alguien que era el dueño del mundo, él era mi mundo, hoy no soy más que esa joven, sin inocencia, con las manos ensangrentadas y sola. Oh, Ayshe, tu mundo se ha ido, tu mejor amigo, tu esposo, tu rey, tu ángel de bellos ojos, tu sultán. El ha encontrado la paz, estará mejor, no tendrá nada que le cause dolores ni le haga sentir mal. Tranquila Ayshe, tu mundo no está roto por completo, aún queda ser fuerte, por tí, tus hijos, llegó tu momento de apoyarlos en su nueva etapa, su nuevo reinado...



*****

Bueno gente, después de casi 4 años intentando seguir este libro, aquí acaba. Confieso que lloré un poco, porque fue mi primer libro en plena pandemia, y gracias a el e¡he logrado seguir escribiendo lo que me gusta y mejorar muchisimo más en esto. Bueno así nos despedimos de esta familia y nos vemos con otras nuevas historias. 

(Por cierto estuve pensando en subir un que paso después, que hijo subió al trono, como paso y tal, pero bien resumido)

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