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Capítulo 8

Abro despacio los ojos, pero la luz me molesta, así que los vuelvo a cerrar. Un olor a vainilla invade mis fosas nasales y siento que mi rostro es acariciado por una suave almohada. Esto me recuerda mucho a mi habitación. Abro los ojos de golpe y es cuando logro entender la situación: estoy en mi habitación, en mi casa, estoy libre. Me levanto rápido de la cama sin poder creerlo, pero un leve mareo me impide caminar así que vuelvo a sentarme mientras me acostumbro a la luz; tantos días sin ver el sol, me han dejado las pupilas débiles.

Ya cuando me siento mejor, recorro toda la casa con una felicidad inmensa. Me doy cuenta de que mi celular y todas mis cosas están aquí, como si me hubiesen estado esperando. Miro mi celular y descubro que hoy es veintitrés de marzo, mi cumpleaños fue el trece, entonces estuve secuestrada diez días. Vaya, pensé que había sido más tiempo, pero no importa, ya estoy aquí fuera. Miro la hora, son las cuatro de la tarde.

Busco comida en la nevera, pero lo poco que hay está dañado, así que pido comida a domicilio. Mientras llega, me doy un baño y me pongo ropa cómoda, mi ropa. Al mírame al espejo me desagrada ver mi cuerpo casi descubierto y con rabia me quito los shorts y la blusa solo para encontrar que en mi armario tengo mucha ropa reveladora. Recordando todas las veces que ese monstruo me tocó y abusó, saco de mala forma la ropa y la arrojo al suelo dejando solo la ropa que cubra la mayor parte de mi cuerpo.

Ya es de noche y estoy muy asustada, no sé si él vendrá. Intento dormir, pero nada, no puedo hacerlo, solo doy vueltas sobre la cama inquieta, asustada, nerviosa, y muchas cosas más. Mi pecho sube y baja mientras las lágrimas mojan las sábanas. Ahora estoy libre, pero me siento igual de mal que cuando estaba encerrada.

Los rayos del sol entran por aquella ventana que una vez me gustó, ahora solo quiero sellarla. Estoy hecha un espanto. Aunque lo intenté, no pude dormir anoche, ni siquiera tengo hambre y como presentía, me bajó el periodo. Sí, esta mañana comencé mi día con una mancha roja en la cama, cosa que me recordó cuando perdí mi virtud. Así que me voy sin comer nada a la universidad.

—¡Amiga, por fin regresaste! Ya me estaba haciendo la idea de que te quedarías con tus padres y jamás te volvería a ver —chilla Yoona mientras me da un fuerte abrazo, el cual me hace sentir como si mis huesos estuvieran por romperse—No digas tonterías, tampoco me fui tanto tiempo —bufo desanimada y ella se separa sonriendo.

—Te extrañé mucho, Eunji.

—Yo también te extrañé. —Sonrío con pesadez y me invaden unas ganas de llorar, pero lo retengo, no quiero que me pregunte por qué lloro. No sabría qué decirle.

—Y a nosotros, ¿nos extrañaste? —Me giro y me encuentro con los dioses griegos de la universidad, tan bellos y resplandecientes como los recordaba. Sé que no fue mucho tiempo el que estuve encerrada, pero de verdad estos chicos me hicieron falta.

Ellos me regalan sonrisas cálidas mientras se apresuran a venir junto a mí. Les devuelvo la sonrisa, pero no puedo estar feliz, ahora estoy libre pero no del todo, aún tengo a ese asesino detrás de mí.

—Por supuesto que sí. Me hicieron mucha falta tus chistes malos, Sooho —digo sonriendo. Es bueno saber que no actúa incómodo conmigo después de haberlo rechazado.

—¿Y qué hay de mí? —pregunta Yuntae de la manera más tierna posible, lo cual me hace sonreír y creo que también me sonrojé.

—A ti casi no te extrañé —bufo sonriendo y él se pone triste, mientras los demás solo nos burlamos.

—Y yo aquí, matándome para entregar todos tus trabajos, para que no perdieras las materias, ni te atrasaras y me dices que, de todos, al que menos extrañaste fue a mí —dice dramático, sujetándose el puente de la nariz con sus dedos. No aguanto más y todos estallamos en carcajadas.

—¿Cómo que tú entregaste mis trabajos? —cuestiono curiosa y Sooho interviene.

—No solo él, también nosotros dos —Señala a Yoona—. Hicimos hasta lo imposible para que no perdieras materias. Pero sí, lo acepto, el que más ha ayudado es Yuntae.

—¿Todo gracias a qué? —pregunta Yuntae a Sooho mientras pone su brazo encima del hombro de este.

—A que eres muy inteligente —responde resignado.

—En serio, gracias, chicos, por ayudarme —digo y luego nos adentramos a nuestro salón.

*

—No creas que no me di cuenta, pero no quise preguntarte por los chicos. Ahora sí, dime, ¿qué te pasó? Estás muy rara —me pregunta Yoona, mientras se sienta a mi lado en el salón de clases.

—Nada, solo tuve una mala noche —miento para no preocuparla.

—Entonces fue una muy mala noche, porque estás horrible, tienes ojeras —me dice muy interesada y sé que quiere sacarme información. Pero si lo que pasó fue real, no puedo decirle.

—Estoy bien, no te preocupes —murmuro fingiendo una sonrisa. Un grito repentino capta toda mi atención y veo a un chico con una máscara de Michael Myers. Él está aquí.

Vino a matarme.

Mi cuerpo se tensa. El chico se quita la máscara riendo, pues acaba de asustar a una chica que está sentada un poco más abajo que yo.

Sí, era solo una broma, pero no pude evitar asustarme, pensé que el asesino vino a buscarme. Siento que mi cuerpo tiembla y no puedo respirar bien. Solo puedo escuchar los latidos de mi corazón, que resuenan con fuerza en mis oídos. Necesito aire o me va a dar un ataque de pánico.

—Yoona, voy al baño —murmuro y me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Qué tienes? ¿Estás bien? —cuestiona al ver que no paro de temblar. Le sonrío para disimular mi estado.

—Sí, solo iré un rato al baño y ya regreso —miento y me levanto. Salgo casi corriendo, aprovecho que el profesor aún no ha llegado y voy afuera.

Después de caminar a toda prisa y sin rumbo, me encuentro frente al estanque Shin Jaha. Mi pecho sube y baja sin poder tranquilizarse, pero al escuchar el sonido del agua decido dejar de pensar en ese asesino. Bajo unos pequeños escalones hasta llegar a un piso de madera construido para poder acercase más. Me asiento sobre estas dejando mis pies en el aire y a unos pocos centímetros del agua. Hay unas cuantas personas alrededor del estanque y el ambiente natural con árboles de cerezos me calma un poco. Tomo aire y pongo mis manos sobre mi rostro para cubrir el hecho de que estoy asustada.

Lloro unos minutos hasta que escucho que alguien toser. Aparto mis manos del rostro y miro de quién se trata. Es Sooho, éste me da una pequeña sonrisa y de inmediato me limpio las lágrimas.

—¿Puedo hacerte compañía?

—Sí, claro —digo y él toma asiento a mi lado quedando en la misma posición que yo, solo que al tener las piernas más largas la punta de sus zapatos alcanza a mojarse.

—. ¿Qué tienes? —pregunta y yo me quedo en blanco, no sé qué decirle—. ¿Es por tu familia? —vuelve a preguntar, pero esta vez me ha dado una idea.

—Sí. Las cosas no van bien, mi padre me odia —suelto sin poder retener las lágrimas, él me mira mientras coloca su mano en mi espalda. Con suaves palmaditas me dice que todo estará bien, pero no será así, lo sé—. Pensé que estos días que estuve con él, cuidando de su enfermedad, él me perdonaría por haberlos dejado, pero no. Él incluso dijo que yo estoy muerta para él —confieso con un nudo en la garganta, el solo recordar sus palabras me lastima.

—Tranquila, estoy seguro de que solo lo dijo por enojo, pero ya verás que con el tiempo las cosas cambiarán, lo sé. Cuando te gradúes, él vendrá con un hermoso ramo de flores y te dirá que está muy orgulloso de ti —dice sonriendo mientras con sus dedos limpia mis lágrimas.

Se siente tan bien hablar sobre eso, sentía que me estaba ahogando por retenerlo. Quisiera también decir lo otro, pero eso sé que no puedo hacerlo. Respiro profundo y la fragancia de Sooho llega a mis pulmones, su olor me trae paz. Creo que es cítrico, me atrevería a decir que naranja, pero mezclado con pasiflora, no lo sé. Sonrío, pues por buscar su aroma me he olvidado del ataque de pánico que me dio por ver una máscara.

—¿Ya te sientes mejor?

—Sí, gracias. —Sonrío y me concentro en la pareja que está cerca de nosotros, pero sobre un pequeño muelle que lleva hasta el centro del estanque ene so recuerdo que antes de que em secuestraran escuche de nuestros compañeros que Sooho había ingresado a la universidad con una beca por ser el mejor estudiante de su instituto.

Era un rumor pero que mejor que ahora para confirmarlo.

—¿Es cierto que eres becado? —cuestiono sin pensarlo mucho, pero noto que Sooho se tensa—, discúlpame si he dicho lago que te incomoda —me disculpo con rapidez.

—No, no te preocupes —expresa sonriendo, pero aun su cuerpo sigue tenso—. Solo es un tema que difícil de hablar —Suelta un suspiro pesad—, pero ya que tú me tuviste confianza con lo de tu padre, me parece justo que yo también lo haga.

—No es necesario, puedes decirme cuando te sientas listo —Me apresuro peor él me detiene.

—Desde que tengo memoria mi padre me ha tratado mal, es como si para él yo fuera un problema, es por eso que hace años se fue, desde entonces he tenido que trabajar para comer y pagar mis estudios. Conseguí la beca gracias mis esfuerzos, pero siempre he querido que él se sienta orgullosos de mi —Hace una pausa y traga saliva mientras que observo como sus grandes ojos se han cristalizado—. Es por eso que te comprendo, Eunji. Y sé que por más que tu padre diga que está enojado contigo, en su corazón siempre esteras tú, así como en el mío está mi padre.

Sin poder evitarlo las lágrimas vuelven a salir y Sooho se preocupa.

—No llores, lo siento —trata de calmarme, pero no puedo hacerlo, lo que ha dicho hizo que mi corazón doliera aún más—. Eunji perdóname. ¿Sabes?, hoy es mi cumpleaños —murmura de repente y abro los ojos de par en par.

—¿Qué?, ¿es en serio? —pregunto sorprendida. Él asiente sonriendo y yo lo golpeo en el brazo olvidando mis lágrimas—. ¿Por qué no dijiste nada? —cuestiono fingiendo estar molesta—. No tengo nada que regalarte.

—No importa, no planeo celebrar mi cumpleaños, es una semana muy ocupada, y además tú tienes que recuperar y ponerte al día con los estudios, así que no quiero atrasarte más.

—Eres muy considerado. —Reímos y me seco las mejillas. Saco mi teléfono y con rapidez me apego a él, acción que lo toma por sorpresa.

—Sonríe —le digo y luego tomo una foto—. Te haré un regalo. Compraré un marco y colocaré esta foto, ese será mi humilde regalo —inquiero sonriendo.

—Esperaré con ansias mi regalo, pequeña —dice y coloca su mano sobre mi cabeza para acto seguido despeinarme. Su risa juguetona me hace reír.

—¿Por qué me dices pequeña?, ¿es que no ves que yo soy mayor que tú?, me debes respeto —bufo y él suelta una carcajada, quitando su mano de mi cabello.

—Solo me llevas unos días, Eunji.

—¿Y eso qué?, aun así, soy mayor que tú —Reímos y luego de un rato regresamos al salón. Esa tonta conversación que tuve con Sooho me calmó. Parece que hablar con él me trae paz.


**

—¿Por qué no quieres comer? —pregunta mi amiga al notar que no he tocado mi plato. Reacciono y la miro.

—No tengo hambre —murmuro y ella me mira con recelo. ¿Será que todo lo que pasó estos últimos días fue solo un sueño, un mal sueño? ¿Y si no es verdad? —. Yoona, ¿podría quedarme en tu casa por unos días? —le digo y ella se sorprende.

—¿Por qué quieres quedarte en mi casa? —me pregunta y no sé qué decirle. Solo quiero irme de ese lugar.

—Es que... mi... mi casa tiene un daño en las tuberías, me di cuenta ayer cuando regresé y anoche casi se inunda, esa es la razón por la que no dormí bien anoche.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¡Claro que puedes quedarte conmigo!, para mí será un placer. Pero ¿y tu ropa?

—Ah, sobre eso, me quedaré con la que tengo puesta por esta noche, y mañana iré a buscar más —le digo para convencerla, pero no pienso volver a esa casa, ya compraré más ropa, aún tengo dinero.

Estoy de rodillas y él está de pie frente a mí mientras me rindo bajo el filo de su cuchillo, mi inocencia está siendo consumida por el monstruo en mi interior.

—Estás lleno de odio.

En el silencio se alimenta de mí cuerpo y en sus gélidos brazos observo como mi alma se consume por las llamas.

—¡Eunji, ya despierta! —Escucho la voz de Yoona llamándome, mientras me da unas palmaditas en el hombro para despertarme. Abro los ojos y la miro—. La clase terminó, ¿dormiste bien? —me dice y la veo guardando sus cosas.

—Sí, ¿ya nos vamos? —Ella asiente y nos levantamos de nuestros asientos para salir del salón.

Ya en la parada de autobuses nos encontramos con Sooho.

—¡Hola, chicas! —nos saluda con alegría—. Eunji, ¿estás bien? Te ves como si estuvieras enferma —me pregunta preocupado, quizás recordando que estuve llorando.

—Sí, estoy bien, solo tengo mucho sueño —contesto sin ganas. De repente, un lujoso auto deportivo rojo se estaciona frente a nosotras. La ventanilla del auto baja y aparece el hermoso rostro de Yuntae.

Mis ojos hinchados se abren al igual que la boca de Yoona. Tengo que admitir que esas gafas y esa chaqueta negra que lleva puestas le quedan muy bien. Sooho se acerca al auto y se inclina sobre él. Comienzan a hablar. Luego de un rato, Sooho se voltea hacia nosotras.

—Chicas, Yuntae nos llevará a nuestras casas, ¿les parece bien? Yoona me mira fascinada por la propuesta de Sooho, yo asiento y ella sonríe. La verdad, ¿quién puede negarse a la sonrisa de Yuntae? Nos subimos al auto, Sooho adelante y nosotras atrás.

—¿A quién llevo primero? —pregunta Yuntae mientras arranca.

—Llévanos a Hongdae, Eunji se quedará conmigo —informa Yoona con emoción y él asiente.

Luego de varios minutos llegamos a la casa de Yoona. Nos despedimos de los chicos y nos bajamos del auto. Veo el auto alejarse hasta desaparecer en las calles de Hongdae y entramos al edificio. Subimos el ascensor hasta llegar al octavo piso.

—Tu apartamento es muy lindo —inquiero mirando a mi alrededor mientras ambas nos quitamos los zapatos en la entrada.

—¿Eso crees?, ¿aunque sea pequeño?

—Sí, Yoona, pero ¿para qué quieres una casa grande, si vives sola?

—Tienes razón —Ríe.

Después de comer y lavar los platos juntas, ella me examina de pies a cabeza y luego se va a su cuarto. Regresa con un pijama rosado en sus manos.

—Ponte esto. Tu ropa no es muy cómoda —dice señalando mi blusón blanco y mis jeans. Sonrío y tomo el pijama—. Voy a salir un momento a comprar más comida para mañana. Ya regreso.

—Después de que comamos, tengo que salir —le anuncio.

—¿A dónde iras, Eunji? —cuestiona ella y trato de parecer calmada para no mostrar lo nerviosa que estoy, ya que, en realidad, estoy pensando ir a la policía.

—Tengo que ver unas cosas sobre la casa —respondo mordiendo mi labio inferior, ella asiente y sale dando paso a la soledad, la cual me recuerda todo lo que ese tipo me dijo. Mi vientre duele y mis manos no paran de temblar, no estoy muy segura de hacerlo, pero es mi única opción. Me dirijo a la habitación y entro al baño.

Después de cambiarme, me miro al espejo mientras recojo mi cabello y me lavo los dientes. Termino y salgo del baño con los ojos medio cerrados, pues tengo mucho sueño.

—¡Te dije que no huyeras de mí! —Al escuchar esa voz, mi corazón se acelera. Me volteo y palidezco cuando lo veo parado a un lado de la puerta del baño. De nuevo ese horrible cosquilleo en mi abdomen, quiero vomitar. Él se acerca a mí y no puedo moverme, mis piernas tiemblan—. ¡Porque te iba a encontrar! —gruñe y se coloca frente a mí. ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Cómo entró? ¿Cómo supo que yo iba a estar aquí? Son las preguntas que pasan por mi mente y que sé que no tendrán respuesta.

No sé cómo, pero de repente mi cuerpo responde a los gritos desesperados de "¡Corre!" que le da mi cerebro. Me giro con rapidez y corro hacia la puerta del cuarto, la abro y continúo corriendo a través de la sala con dirección a la salida. Llego a la puerta, pero él me sujeta por la cintura e intenta levantarme. Me estremezco contra él, pero mis intentos por escapar de su agarre son en vano. Él me lleva casi cargada al cuarto y cierra la puerta mientras forcejea conmigo. Me tira a la cama y se pone encima de mí, me sujeta los brazos contra la cama, inmovilizándome por completo.

—¡Me estás obligando a hacer algo que no quiero! —advierte furioso.

—¡No! ¡Por favor, déjame! —grito desesperada. Él me suelta una de las manos y rápidamente me tapa la boca. Mientras me sujeta ambas manos con su otra mano, poniéndolas por sobre mi cabeza.

—¡Cállate! —me ordena presionando con fuerza su mano en mi boca, impidiéndome hablar.

Otra vez estoy así, sin poder hacer nada, él es muy fuerte, no puedo ganarle. Él quita su mano de mi boca y la lleva hasta su pierna derecha. Parece buscar algo que está guardado en su bota. Saca un cuchillo y lo pone en mi cuello. Jadeo de miedo y quiero llorar, pero hasta mis lágrimas tienen miedo de salir.

—Pensé que ya lo habías entendido, ¡no puedes huir de mí! —Sus ojos oscuros se ven enojados—. Sé que será un desperdicio, pero dime ¿cómo debería matarte? ¿Quieres que te mate rápido?, ¿o que te provoque mucho dolor antes? —me susurra y me quedo en silencio, aterrada ante sus palabras.

—No lo sé, quizás no sea suficiente. —De repente suena la puerta.

—¡Eunji, ya estoy aquí! —Avisa Yoona y él deja de mirarme para dirigir su vista hacia la puerta, escucha la voz de Yoona con mucha atención—. ¡Traje Ramen y compré algo que te gusta mucho!

Él vuelve a posar su mirada en mí.

—Tal vez debería divertirme primero con tu amiga, ¿no crees?

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Nota de la autora
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Hola.
Me gustaría saber qué piensan acerca de todo por lo que está pasando nuestra protagonista.
si les gustó no olviden dejar su comentario y votar,
chaíto.

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