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Capítulo 6

🔞 ADVERTENCIA🔞

Ya hace rato que terminé de comer, ahora estoy sentada con la cabeza y los brazos sobre la mesa, llorando; es lo único que hago desde que me estoy encerrada. Quisiera volver a casa con mis padres y no ver a este loco nunca más, pero no sé si volveré a verlos algún día, los extraño tanto. ¡Cómo deseo verlos y decirles lo arrepentida que estoy de haberme ido de su lado!

INICIO FLASHBACK

—¿Qué es esto? —me grita papá, sosteniendo la carta de aceptación de la Universidad Nacional de Seúl y las escrituras de una casa, la cual está a mi nombre—. ¡Contesta! ¿Planeas irte a vivir a Seúl? —pregunta, ansioso el hombre de camisa a cuadros sencilla de color rojo pálido, cabello blanco y ojos cansados. Aún lleva puesto el delantal color negro, con el nombre de nuestro restaurante: "Mochi".

—Sí, quiero irme para estudiar. Esta provincia es tan pobre que no hay universidades y el único trabajo que hay para mí es en este restaurante. Yo no quiero seguir siendo una mesera toda la vida —explico temerosa.

—Dime, fue tu abuela la que te convenció de que te fueras, ¿verdad?

—No, ella solo quiere brindarme su ayuda —le respondo y papá, furioso, tira los papeles al suelo.

—¿Por qué sigues en contacto con esa mujer? ¿Ya no recuerdas que ella me arruinó la vida? Ella hizo hasta lo imposible para que no me casara con tu madre por ser italiana. Me quitó todo, me corrió de casa, me dejó sin herencia y ahora quiere quitarme a mi única hija. ¿No lo ves? Ella solo quiere ayudarte para poder gobernar en tu vida, ya que con la mía no pudo.

—Pero ella está arrepentida, en serio quiere ayudarme. Y diga lo que diga, ya tomé mi decisión, me voy, es mi futuro —espeto con decisión.

Él se va enojado de mi cuarto y una mujer rubia, delgada, con su cabello dorado muy bien atado y con el mismo delantal, entra a mi habitación.

—¿Por qué insistes en contradecir a tu padre? Él solo quiere que no se repita todo —dice y con gentileza toma una de mis manos. Su vestido favorito azul con flores blancas la hace lucir más joven de lo que en realidad es.

—Mamá, por favor, ayúdeme a convencerlo. Si me quedo aquí nunca saldré de este restaurante, siempre seré una mesera —suplico su ayuda y ella me abraza, luego se separa y me toma de la barbilla, levantando mi rostro y haciendo que la mire a los ojos.

—¿Dónde vivirás? —pregunta no muy convencida.

—La abuela compró una casa y la puso a mi nombre —le explico y observo los papeles en el suelo—. La casa está cerca de la universidad, ella dijo que yo viviré sola y que solo me dará dinero para las cosas que necesite...

FIN FLASHBACK

Escucho la puerta abrirse y me levanto de inmediato. Seco mis lágrimas y lo miro.

—¿Otra vez llorando?

—¿Qué?, ¿no puedo?, ¿ya ni siquiera eso me vas a permitir? —inquiero seria, limpiando mis lágrimas. Él me mira y sé que la he cagado.

—¿Qué dijiste?

—Nada.

—Repítelo —advierte, su voz suena furiosa, es un fósforo, se prende con nada. ¿Ahora qué hago para evitar que me maltrate? Si en realidad no soporto tener que agachar todo el tiempo la cabeza. Lo detesto, pero no quiero que me golpee.

—Lo siento, ¿me vas a dar ropa? —digo casi en un susurro. Finjo que estoy arrepentida.

—Estás jugando con mi paciencia, Eunji —murmura y su voz vuelve a sonar más calmada. Él acorta la distancia que hay entre nosotros y con una de sus manos levanta mi rostro para que lo mire.

—En serio, necesito cambiarme de ropa, esta huele muy mal y no usar ropa interior es muy incómodo —murmuro y de repente siento su mano en mi pecho.

Él deshace el nudo de mi camisa, la quita y arroja al suelo. Se adueña de mis senos, los aprieta y estruja a su antojo. Yo continúo inmóvil, mirándolo.

—¿Qué talla de sostén eres? —pregunta con la respiración agitada. Me emociono, si él me pregunta eso es porque sí que me va a dar ropa.

—80 B (36 A) —me limito a responder, él quita sus manos de mis senos. Se arrodilla y quita mi short, dejando mi zona íntima al descubierto.

—¿Y de esto? —pregunta deslizando sus dedos por mi clítoris.

—55 (S) —respondo cuando el introduce un dedo y comienza a moverlo, mientras continúa masajeando mi clítoris. Sé que esto no debería gustarme, pero mi cuerpo me está jugando una mala pasada. No puedo evitar sentir pequeños espasmos en mi interior.

Desvío mi mirada hacia otro lado, no quiero ver esa máscara horrorosa. Recuerdo lo que él me dijo, que pudo haber sido más agresivo conmigo y en cierto punto creo que por eso es por lo que mi cuerpo le corresponde, porque ahora su tacto es un poco más suave. Él continúa introduciendo sus dedos y yo solo me quedo inmóvil.

Unos segundos después él saca sus dedos y se incorpora. Observo cómo se deshace de toda su ropa y se acuesta en la cama, acomoda su espalda sobre la cabecera de la cama, quedando ligeramente sentado.

—Ven aquí —ordena mirándome. ¡Mierda!, ¿en serio va a pasar de nuevo?, no tengo más opción que obedecerlo.

Me acerco despacio y llego al borde de la cama, lo miro, más bien le suplico con la mirada, él pierde la paciencia ante mi quietud y me toma de la cintura y del brazo, obligándome a sentarme a horcajadas sobre sus piernas.

Él desliza sus manos por mi espalda, baja despacio hasta llegar a mi trasero y lo aprieta con fuerza. Esta acción hace que mi vagina roce su miembro erecto. Lo escucho gemir.

—¿Te vas a quedar así quieta?, ¿acaso no quieres ropa? —inquiere sacándome del trance en el que estoy, lo miro confundida y él hace que me eleve un poco.

Toma su miembro, poniéndolo en posición hacia mi entrada, y me penetra de golpe. Suelto un grito de dolor y entierro mis uñas en sus hombros.

—O lo haces tú a tú ritmo, o lo hago yo al mío y no creo que tu cuerpo lo resista —dice serio y mi cuerpo empieza a temblar—. Te voy a follar, te guste o no —Él comienza a moverse dentro de mí y coloca sus manos en mis caderas, indicándome que me mueva.

Lo hago, subo y bajo mi cuerpo con lentitud. No puedo creer lo que estoy haciendo, pero si no lo hago, él es capaz de matarme. Una lágrima se me escapa mientras muerdo mis labios para no gritarle lo bastardo que es.

Bajo de su cuerpo con la intención de salir corriendo hacia el baño, pero él me detiene y enrosca mi cintura con sus brazos, me obliga a acostarme a su lado. Me sujeta del cuello y me jala hacia él, acción que hace que mi cabeza quede sobre su pecho. No puedo evitar tensarme, así que me paralizo.

Prácticamente estamos abrazados y escucho su respiración agitada. Su pecho sube y baja.

—¿Te lastimé?

Qué bipolar es, ruedo los ojos ante su pregunta. Hace poco me violó y casi me mata a golpes, y ahora me pregunta si me lastimó.

—No —me limito a responder, solo quiero que ya se vaya y me deje en paz. Quiero ir a limpiar todo mi cuerpo, sobre todo mi abdomen que está sucio de su semen. Siento que odio mi cuerpo solo por el hecho de saber que a este enfermo le atrae.

—¿Ves?, esto te puede llegar a gustar.

Pero qué cínico. Mejor me calmo, o si no me temo que lo maldeciré. Aunque eso es lo que se merece.

De repente, él me suelta y se levanta rápido de la cama. Veo como se pone su ropa a toda prisa y sale disparado del cuarto. Me alivia el hecho de que se haya ido, corro al baño a deshacerme de sus fluidos.


***

Ya estoy cansada de estar encerrada, quiero irme, quiero volver a mi casa. El tiempo aquí trascurre tan lento, no sé si es de día o de noche. Lo único que deseo es que esta pesadilla termine de una vez por todas, y que ese bastardo se muera.

Me muevo sobre la cama quedando boca abajo, abro los ojos y miro mi mano vendada, está cicatrizando rápido, eso es bueno. Me imagino que los múltiples hematomas que tengo también están mejor.

—Esta vista es estupenda. —Su voz hace que pegue un respingo y de un solo movimiento me incorporo sobre la cama, quedando sentada.

Mi corazón late a mil, me sorprendí, ya que él está aquí y yo llevo un buen tiempo dormida. Lo veo sentado en la silla, ¿cuánto tiempo lleva sentado ahí? ¿Me habrá hecho algo? No lo creo, no sentí que me tocara.

—Te traje esto —me arroja una bolsa negra de plástico, logro atraparla y de inmediato la abro. Me inunda la felicidad cuando veo ropa, y no puedo creer que aquello me haga reaccionar así, pero esa es mi realidad ahora, añorar las pequeñas y simples cosas materiales de la vida.

Se me escapa una sonrisa y de inmediato la borro, no quiero que él se sienta satisfecho. Unos toques en la puerta hacen que mi cuerpo se sobresalte, alguien está tocando.

Observo como él se levanta rápido y abre un poco la puerta. Logro divisar la silueta de un hombre más bajo que el loco violador. Este sale y cierra la puerta. ¿Quién es?

Sin darme cuenta ya estoy con la oreja pegada a la puerta, escucho balbuceos y gritos por parte del loco, está furioso por alguna razón, pero no entiendo de lo que están discutiendo. Un silencio se hace presente y me desespera el hecho de que se haya marchado aquel hombre.

—¡Auxilio! —grito desesperada y golpeo la puerta—. ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Estoy secuestrada! ¡Auxilio! —De repente la puerta se abre y me hace caer de culo al suelo.

Él entra y vuelve a cerrar la puerta sin darme tiempo de mirar si aquel hombre sigue aquí. Mi alma tiembla al darme cuenta de que él ha estampado su puño en mi mejilla. Me desoriento un poco y de inmediato vuelvo a sentir su puño esta vez en mi boca. Me cubro el rostro con los brazos y me hago bolita en el piso. El sabor amargo de la sangre me indica que me ha roto el labio.

Mis lágrimas salen a cántaros, lo que tanto he estado evitando, volvió a pasar.

—¡Vuelve a pedir ayuda una vez más y te mato! —gruñe y veo como se quita el cinturón y lo enrolla en su mano. Mierda, no, otra vez no—. ¡Levántate! —ordena y me sujeta por el brazo, haciendo que me ponga de pie. Sim embargo lo que hago es ponerme de rodillas y unir mis manos frente a mi cara.

—¡Por favor perdóname! Me equivoqué, lo siento —lloro intentando que mis suplica sean escuchadas—. Me equivoqué, perdóname. Por favor no me hagas daño.

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     Nota de la autora
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Hola.
Hoy subiré dos capítulos así que espero que les guste.
y comenten qué les parece la historia, y sobre todo que piensan del Asesino.

besos, chaíto.

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