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Capítulo 27

Estoy en la universidad y la clase está a punto de terminar. Me encuentro observando con tristeza la hoja del examen que he perdido. Es que, entre mantener la cordura para no volverme loca con todo lo malo que me ha pasado y estar cogiendo como conejos con Yuntae, no he tenido tiempo de estudiar, y si sigo así reprobaré el semestre.

—Eunji, se nota que el profesor te ama —bromea Sooho acercándose junto a la sanguijuela de Yuntae. Lo digo porque pasa más tiempo con Sooho que conmigo y eso que no lo soporta.

—¿Quieren dejarla en paz? —espeta Yoona a mi lado. Ella me rodea con sus brazos alrededor de mi cintura y yo apoyo mi cabeza sobre su hombro—. La pobre perdió el examen y obtuvo el porcentaje más bajo de toda la clase —les informa mientras acaricia mi cabello.

Ellos ríen abiertamente, pero les lanzo una mirada asesina y dejan de reírse, aunque el fantasma de una risa burlesca sigue impregnado en sus rostros.

—¿Y por eso estás así? Ni que fuera el fin del mundo —dice Sooho jalándole el cabello a Yoona. Esta abofetea su mano de mala manera.

—No es el fin del mundo, pero sí puede ser el fin de Eunji en esta clase —inquiere ella.

—¿Por qué dices eso? —pregunta Yuntae tomando asiento sobre mi escritorio. Me veo incapaz de contestar, así que Yoona lo hace por mí.

—Es que este no es el único examen que ha perdido.

Ella tiene razón, he perdido muchos exámenes y trabajos estos últimos días. Sin contar lo mucho que le agrado al profesor. Esto es una mierda.

—¡Todo esto es tu culpa, Yuntae! —exclamo, tomando por sorpresa a todos. Quisiera reclamarle tantas cosas a Yuntae, pero sé que eso solo me perjudica a mí—. Dijiste que me ayudarías con los estudios, pero no lo has hecho —explico un tanto nerviosa, ya que todos estaban esperando que les explicara.

—Okey, tienes razón, prometo ayudarte a salvar el semestre —dice Yuntae sonriendo con ternura, pero todo el salón queda en un profundo silencio cuando vemos a un señor y dos oficiales de la policía entrar al salón.

—¿Qué sucede? —murmura Yoona curiosa.

—No sé —niego. Los hombres le dicen algo al profesor y este asiente.

—Todos regresen a sus lugares —indica el profesor y luego el señor que vino con los dos oficiales habla.

—¡Disculpen, chicos! Me presento, soy el investigador Choi y estoy aquí para darles una noticia importante. El día de hoy fue encontrado el cuerpo sin vida de la estudiante Susi Lee, del Departamento de Psicología —informa y todos se sorprenden y comienzan a murmurar al respecto.

Me pongo nerviosa y miro a Yuntae, él está muy tranquilo escuchando.

—¡Disculpe! ¿Podría decirnos cómo murió? —pregunta un chico de adelante. El señor asiente.

—Sí, fue torturada y posteriormente desmembrada. Quien la asesinó, envió a la casa de sus padres una caja de regalo que contenía la cabeza de la joven. El cuerpo fue encontrado en un bote de basura frente a la casa. —Me sorprendo por lo que acabo de escuchar.

—Tenemos una sospecha de que fue el asesino de la máscara quien la mató.

—¿Por qué? —pregunta una chica.

—Por la forma en que la mató, aunque no hallamos los patrones que utiliza este asesino, estamos seguros de que fue él. —Todos abren la boca.

—Bueno, tengo que ir a los demás salones a informar de este horrible crimen, solo quiero pedirles que si tienen alguna pista del por qué asesinaron a esta chica, me lo informen. —Todos se quedan en silencio y bajo la mirada nerviosa—. Pues bien, entonces nos vamos, tenemos que seguir con nuestra investigación, gracias —dice y se despide del profesor. Luego los tres hombres se inclinan y se van.

¿Cómo pudo hacer eso? No fue suficiente con matarla de una forma horrible, sino que también tuvo que enviarles la cabeza a sus padres. Pobrecitos, no quiero imaginarme lo que fue ver eso.

Las clases se terminan y salgo de inmediato hacia el baño. Llego y me encierro en uno de los cubículos, saco mi celular y le envió un mensaje al número específico que él me dio.


Yo

¿Cómo pudiste hacerle eso a sus padres?

¿Qué no eres capaz de sentir compasión?


Le envío muy molesta, pero sabiendo que no puedo describir lo que hizo porque puedo meterme en problemas.


Loco

No  ㅋㅋ


Contesta el muy cínico y la rabia me retuerce por dentro.


Yo

¡Eres un maldito bastardo!


Loco

¿Cómo me dijiste?

Yo

Eres un MALDITO BASTARDO


Escribo furiosa con las letras grandes y luego apago mi celular.

—¿Qué fue lo que hice? Él se va a molestar conmigo —digo arrepentida de haberle escrito eso mientras salgo del cubículo.

De repente, escucho la puerta del baño abrirse. Yuntae aparece frente a mí dando zancadas, se ve molesto. Me arrebata el celular de las manos y comienza a buscar la conversación. Me quedo inmóvil, asustada, mientras él borra todos los mensajes.

Él levanta la mirada dejándome ver que está enojado y acto seguido se abalanza sobre mi cuerpo, colocando su mano derecha en mi mandíbula, apretándola muy fuerte e incrustando sus dedos en mis mejillas, provocándome dolor. Ejerce tanta fuerza sobre mí que me obliga a retroceder varios pasos hasta chocar con la pared.

—Te lo diré una vez más —dice tan cerca de mi rostro que su respiración choca con mi piel—. ¡Nunca vuelvas a hablarme así! Yo soy tu dueño y por lo tanto me debes obediencia. Ya te he soportado demasiados berrinches e insultos, así que te lo advierto, si vuelves a tratarme así, te cortaré la lengua. ¿Me entendiste? —sentencia y yo trago grueso.

Me mira, como esperando una respuesta, así que solo me limito a asentir con la cabeza y él me libera el rostro y se aparta un poco de mi para entregarme mi celular. Yuntae se da la vuelta para salir del baño, pero lo detengo abrazándolo por detrás. Me aferro a él con todas mis fuerzas.

—Lo siento —murmuro y lo escucho dar un suspiro. Miro mi reflejo en el espejo de la pared y veo nuestro reflejo. Un rostro pálido y ojeroso me observa, su cabello es un asco al igual que su ropa, toda sucia y rota, su piel con cicatrices y moretones. Está tan delgada que parece un fantasma.

¿Quién eres? ¿Quién es esa chica que me mira a través del espejo? Esa no soy yo, es en lo que me convertí por él. Respiro y absorbo su aroma. Él se da vuelta y me abraza. En sus brazos me siento tan bien y quiero estar así por siempre, ya que solo soy feliz cuando estoy a su lado.

Ambos salimos del baño y nos dirigimos hacia la salida. Me duele un poco la espalda, creo que terminaré con todos los huesos rotos un día de estos. Camino a un lado de Yuntae y ya afuera nos encontramos con Yoona y Sooho.

—Gracias por invitarnos a cenar, Yuntae —dice Yoona muy emocionada.

—¿Que yo qué? —cuestiona confundido Yuntae.

—Sí, gracias viejo. Creo que estoy muriendo de hambre —inquiere Sooho sobándose el estómago.

—¿Cuándo los invité a cenar a ustedes, par de flojos? —espeta Yuntae cruzándose de brazos. Tanto Sooho como Yoona se ríen y cruzan miradas de complicidad. Yo solo me limito a observarlos con diversión.

Yoona me jala de un brazo y me atrae hacia ella.

—Si quieres comida gratis, colabora un poco —me susurra al oído haciendo que me ría.

—¿Tú qué opinas, Eunji? —me dice Yuntae, y Yoona carraspea su garganta con disimulo.

—Creo que sería genial ir todos a cenar —murmuro y Sooho da un grito de victoria. Yuntae pone los ojos en blanco, pero acepta.

—Estupendo —murmura Yoona feliz.

—Chicas, díganlo conmigo —propone Sooho y como sabemos a lo que él se refiere, asentimos.

—¡Todo a la cuenta de Yuntae-nim! —gritamos los tres al unísono.

Después de cenar y dejar a los chicos en sus casas, Yuntae y yo nos quedamos solos en el auto; de nuevo soy yo la que conduce, pero esta vez no vamos a mi casa, sino a la suya. Llegamos y él me toma de la mano, entrelazando nuestros dedos para adentrarnos en esta gran mansión. Él me lleva hasta su habitación.

—Cuando nos detuvimos en esa farmacia, ¿qué fue lo que compraste? —pregunta soltándome la mano y quitándose la bandana de la cabeza, para después despeinarse un poco. Parece que le gusta mucho, ya que no es la primera vez que lo veo usando bandanas en la cabeza y también bufandas o sacos muy elegantes, y no me quejo porque se le ven demasiado bien.

—Compré anticonceptivos —digo sacando del bolsillo interior de mi chaqueta un sobre de pastillas—. Como me pediste que me quedara a dormir esta noche aquí y no puedo dejar de tomarlas, ¿verdad? —inquiero y él sonríe de lado. Se acerca a mí para besarme, pero lo detengo poniendo mis manos en su pecho y le doy un pequeño empujoncito.

—No, Yuntae-nim. Hoy tengo una idea —murmuro y él me mira intrigado.

Me separo de él y busco en mi bolso el antifaz que él siempre me ponía. Lo saco y arrojo mi bolso sobre la cama, él sonríe al ver el antifaz.

—¿Quieres usarlo? —me pregunta con voz seductora. Niego quitándome la chaqueta y los zapatos, los cuales dejo a un lado de la cama.

—Nop. Hoy lo vas a usar tú —murmuro y él levanta una ceja. Elevo mis manos hacia su rostro y le pongo el antifaz, él tiene una sonrisa retorcida en sus labios, la cual me eriza la piel. Lo beso y él coloca sus manos en mi cintura para apretarme contra su cuerpo. Me separo y quito sus manos de mi cuerpo.

—Sin tocarme —demando, a lo que él se ríe y levanta las manos al aire.

—Okey, ya entendí —susurra con voz ronca. Luego comienzo a quitar toda su ropa y la arrojo al suelo. Ya por completo desnudo y a mi disposición, dejo besos húmedos en su marcado pecho y deslizo mis manos por todo su musculoso cuerpo.

Él de vez en cuando intenta tocarme, pero lo reprendo y se ríe cada vez que lo hago. Vuelvo a besarlo mientras con mis manos le brindo placer, así que se le escapan gruñidos ahogados por mis besos.

Muerdo su labio y me separo. Sin dejar de mirarlo deslizo mi lengua por todo su abdomen hasta llegar a su pelvis. Él abre un poco la boca y hecha su cabeza hacia atrás, preparándose para lo que voy a hacer.

***

Abro los ojos debido a que los rayos del sol comienzan a hacerse presentes, iluminando cada espacio de la habitación. Me muevo un poco hacia mi lado izquierdo, que es donde se encuentra Yuntae, y levanto mi cabeza quedando apoyada con mi brazo.

Él está aún durmiendo, así que puedo admirar cada detalle de su bello rostro: sus cejas, sus largas pestañas, sus suaves y provocativos labios, hasta los lunares que tiene en la mejilla y debajo del ojo lo hacen ver más guapo. Ni siquiera había notado que incluso tiene un ojo con doble párpado y el otro no.

¡Ay, Yuntae! ¿Qué estás haciendo conmigo?, parece que quieres moldearme a tu forma tan extraña de ser. Siento que llena cada espacio dentro de mí y no puedo negar que me da mucho miedo esta gran necesidad que tengo de tenerlo siempre a mi lado.

¡Creo que he perdido la cabeza! Si tan solo yo supiera por qué es así, quizás podría ayudarlo. No me importa lo que diga o haga, yo solo quiero estar a sus brazos, no importa si es solo para que me asfixie. Yuntae, no sabes cuánto te amo, ojalá pudiera decirle a todos lo mucho que te amo, gritarlo a los cuatro vientos, pero no puedo hacerlo.

Ahora me doy cuenta de que su mayor arma es su sonrisa, esa que tiene un brillo tan letal que me arrastra hacia la oscuridad. Mi pecado no fue quererlo, mi pecado fue conocerlo porque ahora me gusta mucho cómo sonríe cuando miente.

Decido levantarme de la cama con mucho cuidado para no despertarlo y cuando ya estoy fuera de la cama, entro al baño. Salgo con una toalla puesta en el cuerpo y otra en el cabello, ya que me lo he lavado con el shampoo de Yuntae. También he usado su cepillo de dientes; aunque suene asqueroso, no tuve más opción.

Lo encuentro a él sentado en el borde de la cama, está medio dormido y despeinado. Sonríe tierno al verme, camino hacia él y tomo asiento a su lado para darle un beso en la mejilla.

—Buenos días —susurro sin poder ocultar la enorme felicidad que tengo, es que es la primera vez que dormimos toda la noche juntos y nos despertemos como una pareja normal.

—¿Tienes hambre? —me pregunta con la voz rasposa y los ojos cerrados. Asiento riendo porque se ve que tiene mucho sueño y su rostro está un poco hinchado. ¿Cómo puede ser tan tierno? —. Okey, me voy a duchar. —Él se levanta desnudo y me mira—. Y luego vamos juntos a desayunar —me dice y entra al baño.

Me pongo mi ropa y comienzo a secarme el cabello. Termino y saco el sobre de pastillas para tomarme una, mientras lo hago, veo a Yuntae salir del baño con una toalla enrollada en la cadera y sacudiendo su mojado cabello como perrito recién bañado; gotas de agua salpican por todas partes, incluyéndome a mí.

—Eres un tramposo —balbuceo después de tomarme la pastilla y él me mira confundido.

—¿A qué te refieres? —me pregunta mientras busca ropa en un gigantesco armario.

—¿Ahora no lo recuerdas? Anoche te quitaste el antifaz y yo te había dicho que no lo hicieras —me quejo cruzándome de brazos y él lanza una sonrisa de esas que matan.

—Lo sé, pero es que me gusta mucho verte mientras te hago mía —responde tierno y continúa vistiéndose.

Termina, tiene puesto una sudadera negra y una camiseta blanca, no sé, pero me da la impresión de que se vistió parecido a mí a propósito, ya que yo también tengo una sudadera negra y una camiseta blanca. Él se acerca y me toma de la mano, comenzamos a caminar hacia el comedor.

Llegamos y nos encontramos con una señora limpiando unos muebles, ella se hace una reverencia al vernos. Es una mujer bastante mayor, su cabello corto y esponjado está cubierto de canas, está vestida con lo que creo es su uniforme: una camisa blanca que hace juego con un chaleco beige y unos pantalones clásicos del mismo color.

—Joven Yuntae. Señorita —nos saluda muy con amabilidad.

—Hola. —Me inclino y miro a Yuntae de reojo.

—Señora Jung. Ella es Kang Eunji, mi novia —dice y mi boca cae abierta.

¡Soy su novia! Tal vez parezca estúpida por sorprenderme con el término novia, pero nosotros nunca hemos hablado sobre eso.

—¡Oh! Mucho gusto, señorita, es un placer conocerla. Y bienvenida —me saluda amable y cálida.

—Gracias —respondo tímida y muy avergonzada.

—¿Van a desayunar? —pregunta la señora Jung y Yuntae asiente. Ella se retira y él me lleva hasta la mesa para esperar la comida; la mesa es muy grande y lujosa. Nos sentamos juntos y como hay un silencio incómodo, decido romperlo.

—¿Cuánto tiempo lleva la señora Jung trabajando para ti? —le pregunto.

—No lo sé —Se encoje de hombros—, creo que desde que compré esta casa.

—¿Hace cuánto la compraste?

—Salí de la academia cuando cumplí dieciséis años, así que supongo que la compré a los dieciocho —me responde haciendo un ademán con su mano y me congelo. ¿Qué? Entonces estuvo nueve años encerrado—. Y también empecé a matar gente a los dieciséis — completa y lo miro asombrada—. Quieres saber, ¿verdad? —pregunta al notar que estoy muy curiosa sobre su vida. Asiento mordiendo mi labio inferior.

—Yo hacía este trabajo mientras asistía a la escuela secundaria. Como era muy joven y acababa de salir del encierro donde me enseñaron durante años a luchar, tuve muchos problemas en la escuela. Recuerdo que siempre peleaba con mis compañeros, ya que no sabía controlar mis emociones, me desquitaba toda la rabia que tenía con el primero que encontrara, fuera hombre o mujer. A mis superiores no les gustó que yo estuviera llamando tanto la atención, así que decidieron castigarme. Me dieron una paliza —dice tranquilo mientas me mira.

Yo estoy atónica por la forma como él está contándome lo que sufrió, ya que no detecto ninguna señal de dolor o rencor en sus ojos.

—La paliza me dejó inconsciente durante nueve días, y luego duré cuatro días para poder levantarme de la cama, casi me matan. Ellos dijeron que no les servía un buscapleitos y que, si no me controlaba, se iban a deshacer de mí. Desde ese momento decidí encerrarme dentro de mí mismo, no llamar la atención y solo seguir sus órdenes, calcular muy bien todas las situaciones para así poder sacar provecho de las personas que me rodean.

—¿Por qué aún sigues trabajando para ellos? —le pregunto muy interesada en la respuesta.

—Los necesito para poder encontrar a los tipos que mataron a mi madre —contesta y abro la boca para seguir preguntando, pero la señora Jung aparece. Nos quedamos en silencio mientras ella coloca un delicioso desayuno sobre la mesa.

Ella se retira y comenzamos a comer, dejando a un lado nuestra conversación.

Terminamos el desayuno y Yuntae me lleva hacia el balcón sin soltar mi mano en ningún momento. Llegamos y nos recibe un hermoso clima soleado, el viento golpea los árboles provocando que las hojas choquen entre sí y se produzca un armonioso sonido.

—Por cierto, Yuntae, ¿cuándo es tu cumpleaños? —le pregunto acomodándome el flequillo, ya que el viento me lo está desordenando.

—Fue ayer —responde mientras observa el paisaje.

—¿Qué? ¿Es en serio? ¿Tu cumpleaños fue ayer? —exclamo exaltada y él se ríe, derritiéndome por dentro.

—No, era una broma. Mi cumpleaños es el siete de diciembre —Se ríe como si fuera un niño pequeño. El viento sacudiendo su cabello húmedo.

—¡Eres un tonto! —Lo golpeo en el hombro y él trata de esquivarme. Se siente tan bien estar así, él se ha vuelto todo mi mundo, lo único que falta es que dijéramos que somos novios a todo el mundo, pero no se puede; bueno, al menos eso me dijo él, que no podemos decir en la universidad que estamos teniendo una relación sexual.

Pero no importa, nos la pasamos juntos casi todo el tiempo, así que me conformo con tenerlo en mi cama todas las noches. Es increíble que el chico que hace latir mi corazón y el chico por el cual tengo una dependencia sexual, resultara siendo el mismo. Creo que mi corazón ya lo sabía, solo que yo no podía ver la verdad.

De repente, recuerdo que tengo que llamar a mi mamá, así que dejo de golpearlo y saco mi celular con rapidez. Yuntae me mira confundido.

—¿Qué sucede? —me pregunta curioso.

—Tengo que llamar a mi mamá —murmuro y le marco varias veces hasta que por fin me contesta—. Aló, mamá, soy yo, Eunji.

—Eunji, ¿por qué no me contestabas?, te he estado llamando desde ayer. A tu padre le dio un infarto y ahora está muy grave en el hospital —dice con la voz entrecortada.

—¿Qué? ¿Cómo sucedió? ¿Por qué le dio un infarto? —pregunto preocupada y Yuntae se acerca muy interesado.

—Como no conseguimos el dinero, esos hombres nos echaron del restaurante y tu papá no lo soportó...

La llamada se corta y no puedo seguir hablando con ella. Mis lágrimas comienzan a salir desesperadas. Yuntae se da cuenta, me sujeta de los hombros para que lo mire.

—¿Qué pasa, Eunji?

—Por mi culpa le dio-le dio un infarto a mi padre, ¡por mi culpa! —digo llorando.

—No fue tu culpa, Eunji —dice él para tranquilizarme.

—¡Sí!, sí lo fue. Yo dije que le iba a conseguir el dinero, ¡pero no lo hice! Y ahora él está muy grave —exaspero y él me abraza. Después de llorar un rato me separo de Yuntae y salgo disparada para salir de la mansión e ir donde mis padres, él me sigue.

—¿Dónde vas? —me pregunta corriendo detrás de mí.

—Voy a verlo, tengo que ir. ¿Puedo llevarme tu auto? —le pregunto ansiosa.

—Sí, pero iré contigo. No quiero que conduzcas, así como estás de nerviosa —espeta llegando al estacionamiento.

—Sí, será mejor así —le digo mientras nos subimos al auto y él arranca.

En todo el camino he estado llorando, recordando lo que pasó la última vez que lo vi, y sé muy bien que, si yo nunca me hubiese ido, él no estaría así...

Después de un largo camino llegamos a mi provincia. Ahora compruebo que sí era verdad que sabía todo sobre mi vida. Le indico dónde queda el hospital y cuando ya estamos ahí, él detiene el auto. Me bajo corriendo desesperada, entro y busco a mi mamá por todos lados. Pregunto en la recepción por mi papá y me indican en qué habitación se encuentra.

Luego de correr un rato, por fin encuentro la habitación. Me detengo al ver a mi mamá sentada a un lado de la puerta de la habitación. Ella está llorando, destrozada.

—Mamá —balbuceo con lágrimas en los ojos. Ella voltea para verme y en su mirada se refleja mucha tristeza.

—Eunji —ella susurra mi nombre mientras se pone de pie y camina hacia mí. Sin poder evitarlo corro a sus brazos como una niña pequeña que lleva tiempo sin ver a su amada madre.

—Mamá, ¿cómo está papá? —le pregunto aún abrazándola, pero ella me separa con frialdad.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo te atreves a venir? Después de que tú tuviste la culpa de todo esto —me reclama molesta.

—¿Qué? —murmuro sollozando.

—¡Todo esto es tu culpa! Tú me aseguraste que conseguirías el dinero, pero no lo hiciste y ahora vienes aquí llorando, por favor, no seas tan hipócrita, Eunji. Nosotros nunca te importamos, solo te importa el dinero y el poder que puedas conseguir a costillas de la bruja de tu abuela —reprocha con amargura e intento defenderme, pero no me da tiempo de nada, ya que un doctor aparece.

—Señora Francesca, su esposo ha resistido el infarto y ahora se encuentra estable —informa el doctor cerrando la puerta de la habitación donde está mi padre.

—¡Oh! Muchas gracias, doctor. Dígame, ¿puedo verlo? —pregunta mamá respirando aliviada.

—Sí, solo espere a que las enfermeras le den un medicamento y luego, aunque esté dormido, podrán verlo. Bueno, me retiro —dice y luego se va.

Esperamos unos segundos cada uno por su lado, ella está sentada a un lado de la puerta y yo estoy recostada a la pared guardando un poco la distancia. Sé que ella está molesta conmigo y no la culpo, yo soy la culpable de todo esto. La observo en silencio, percibiendo con claridad lo fundida que está en sus pensamientos. Sus ojos azules como el mar intentan evitar los míos, lo sé porque su mirada está fija en el piso y mechones de su hermoso cabello dorado cubren parte de su rostro.

Luego de un rato, dos enfermeras salen de la habitación y nos indican que ya podemos entrar, pero solo una persona puede verlo, así que ella entrará primero.

Sigo esperando, mientras camino de un lado a otro muy ansiosa hasta que mamá sale de la habitación. Me dispongo a entrar, pero ella se coloca frente a la puerta, impidiéndome pasar.

—¿Qué haces, mamá? —le pregunto confundida.

—¡No vas a entrar!

—¿Por qué?, quiero verlo, ¡él es mi padre! —sollozo.

¡Non entrerai! Prendi con l'angelo della morte, e se entri, quello spirito maligno toglierá la vita a tuo padre. cosí tu non entrerai  (¡No vas a entrar! Llevas contigo al ángel de la muerte, y si entras, ese espíritu maligno se llevará la vida de tu padre. Así que no entrarás) —espeta ella con un destello de ira en sus ojos.

—¡Mamá! —murmuro llorando.

—Eunji, si tú nunca te hubieras ido, esto nunca habría sucedido. Si entras ahí, él al verte quizás empeore.

—¡Estás siendo muy injusta! Tú no tienes idea de por lo que he tenido que pasar. ¡Por favor, déjame verlo! Quiero verlo —le suplico llorando.

—Será mejor que te vayas y no vuelvas nunca más —me dice sin mirarme y su rechazo me duele, pero sé que tiene razón, es mi culpa.

Decido irme sintiéndome derrotada. Camino hacia la salida totalmente destruida, recordando las duras palabras de mamá mientras lidio con el dolor en mi pecho. Salgo del hospital y busco el auto rojo. Lo veo estacionado a unos pasos de la entrada, camino hacia el auto y entro. Ya adentro comienzo a ponerme el cinturón de seguridad en silencio.

—¿Qué pasó? ¿Tu papá está bien? —me pregunta, pero dejo mi mirada al frente.

—Sí, él ya está mejor —digo reteniendo las lágrimas—. ¿Y tú dónde fuiste? ¿O me esperaste todo este tiempo aquí? —Trato de cambiar el tema para calmarme.

—Estaba solucionando lo del restaurante. Ya pagué la deuda de tu padre y le di las escrituras a un abogado para que se las entregara a tu mamá, ¿o quieres entregárselas tú? —me pregunta y volteo a mirarlo.

—No, así está bien. Gracias por pagar la deuda y por traerme hasta aquí —murmuro con una sonrisa de boca cerrada.

—Okey, preciosa. Entonces ¿quieres que vayamos a un hotel o a otro lugar? —propone encendiendo el auto.

—No, no es necesario. Regresemos a Seúl —inquiero con amargura.

—¿Qué? Pero pensé que querías quedarte.

—Sí, pero aquí ya no hay nada para mí. Mi familia me odia y no quieren volver a verme, así que no hay razones para quedarme más tiempo aquí.

—Okey. —Es lo único que escucho de su parte, cosa que me hace sentir aún peor. Pensé que me preguntaría qué fue lo que sucedió allá adentro en el hospital, pero no. Una vez más, él me demuestra que yo no le importo.

Él arranca y nos introducimos en el tráfico. Fijo mi mirada a la ventana para ver los autos ir y venir.

—¿Puedes dejarme en mi casa?, quiero darme un baño y quitarme y a esta ropa —murmuro y su silencio me comprime el pecho. Quisiera llorar, pero la verdad estoy cansada.

*

Llegamos a mi casa ya de noche, nos bajamos del auto y entramos. Él solo se limita a mirarme en silencio.

—Ven —le digo y lo tomo de la mano para subir al cuarto, ya arriba entramos al baño. Me quito la ropa y la dejo sobre el lavabo. Él sigue inmóvil viéndome, así que comienzo a quitarle su ropa. Termino y también la coloco junto a la mía. Abro la regadera y agua tibia cae sobre nosotros, me acerco más a él y lo abrazo, pegando nuestros mojados cuerpos.

Él me toma de la barbilla y levanta mi rostro haciendo que lo vea a los ojos.

—¿Estás bien? —me pregunta y aunque sé que solo lo dice por decirlo, eso era lo único que quería escuchar.

—No, no estoy bien, pero lo único que necesito para sentirme bien es a ti, solo a ti —susurro dejando caer mis lágrimas, las cuales se pierden entre el agua que cae de la regadera.

Salimos del baño. Él se pone su ropa interior y también el pantalón. Cae rendido sobre la cama, indicándome que se quedará a dormir conmigo. Yo también estoy cansada, así que me pongo mi pijama y apago las luces. Mi mamá tiene razón, tengo junto a mí al ángel de la muerte. Es por eso que tengo que olvidarme de mi familia, ya que hay una amenaza en mi cama, puedo ver su silueta. Me acuesto a su lado y lo abrazo.


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Nota de la autora
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¡HOLAAAA!

je je je. Capítulo largo y sin nada de acción pero no saben lo que se viene en el próximo capítulo. ¡Prepárense!.

Estém, Verán hoy encontré en internet una chica que se los juro, la vi y dije "Esa es Eunji"
Sé que Todos pueden imaginarse  a los personajes como ustedes quieran pero así la veo yo.


Díganme qué piensan de ella, si les da ese aíre a Eunji, o nel.

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