Capítulo 26
🔞🔞Este capítulo contiene escenas grotescas y violentas que pueden ser inadecuadas para personas de corazón frágil😈. Sí eres sensible a este tipo de contenido te recomiendo no leerlo y si lo haces que sea con moderación 🔞🔞
Su fría voz me hace frenar en seco. Me giro para verlo y pego un brinco cuando veo que se aproxima.
Intento hablar, pero creo que me he quedado muda. Él se posiciona frente a mí con una mirada tan oscura y tenebrosa que me veo obligada a apartar mis ojos de los suyos.
—¿Estabas intentando huir? —pregunta y para evitar su mirada, fijo mis ojos en su pecho, lo cual no me ayuda, ya que él está descamisado y sus músculos se ven bien deliciosos. Mi mirada recorre cada centímetro de su definido abdomen hasta llegar al borde del jean, mostrando la V en su pelvis. ¡No es momento para esto, tengo que dejar de ver su cuerpo!
—No estaba intentando nada, solo quería aire —miento volviendo a mirar su rostro. Éste suelta una escalofriante sonrisa ladina y me sujeta del brazo.
—Qué mala mentirosa eres —dice, y me arrastra hasta una silla de hierro muy oxidada con grilletes en los antebrazos y las patas de la silla.
Me obliga a sentarme para después sujetar mis manos y piernas con los grilletes, quedando sentada frente a los dos chicos, pero a unos pasos de distancia. La pared donde está Susi colgando está a mi lado izquierdo y la mesa a un lado de ella. No me atrevo a decir ni a renegar nada, estoy muy asustada para hacer algo.
Él va hacia la mesa y luego de debatirlo un rato se decide por un soplete para soldar. A paso firme y con el soplete en sus manos se dirige al lugar donde están los dos chicos atados, muriendo de miedo.
Estos, al ver que él se aproxima a ellos con la intención de hacerles daño, tratan de liberarse, pero se les hace imposible y muy doloroso ya que, al contrario de mí, los grilletes que sujetan sus pies y manos están sellados con unos gigantescos tornillos los cuales atraviesan sus manos, asegurándose así que no puedan huir. Veo a Yuntae posicionarse frente a ellos y encender el soplete cerca a sus rostros. Ahogo un grito anticipando lo que él pretende hacerles.
—¡Yuntae! —lo llamo, pero él me ignora—. No hagas esto, ellos
no tienen la culpa de nada. Déjalos ir, por favor.
Él se gira un poco y me mira por sobre su hombro.
—Silencio, Eunji —comienza—. Si no quieres estar en sus zapatos, cállate —sentencia y deja de mirarme para comenzar a frotar la llama del soplete en el cuerpo del chico de cabello negro.
Este se retuerce debido al dolor y trata de gritar, pero no puede. Solo escucho horribles quejidos provenientes de su boca sellada con clavos. El olor a sangre y carne quemada penetra con fuerza mis fosas nasales.
Yuntae termina con él y pasa tranquilamente hacia el otro chico. La tortura se repite y con mi visión borrosa debido a las lágrimas, veo como los dos chicos tienen graves quemaduras en todo el cuerpo, pero más en sus rostros.
Gritos chillones resuenan con fuerza por todo el lugar, llamando mi atención. Giro mi cabeza hacia mi izquierda y me encuentro a Susi gritando de miedo. Debió ser horroroso para ella despertar, ver esta escena y darse cuenta de que está siendo sujetada por unos ganchos.
Yuntae se da cuenta que ella despertó, pero no le presta la más mínima atención. Él solo continúa quemando cada parte del cuerpo de ese chico. Entre los gritos de Susi, mis lloriqueos y los quejidos de los que están siendo torturados, hay un sonido en especial que me deja petrificada, es una risa, una maldita risa proveniente de Yuntae. Él está riendo, se está divirtiendo mientras le quema la piel al chico de cabello rojo.
Yuntae apaga el soplete y se dirige hacia la mesa pasando frente a Susi, la cual lo mira asustada mientras llora y se queja de dolor. Yuntae la ignora y deja el soplete sobre la mesa, para luego tomar un hacha de esta. Él camina de regreso hacia los chicos mientras arrastra el hacha por el suelo. Mi corazón golpea fuerte mi pecho y mi respiración se agita al ver como Yuntae de mala manera empuja la silla del primer chico que torturó y este cae al suelo. Yuntae se posiciona a un lado de él y levanta el hacha, llevándola un poco hacia atrás. Ya con el hacha en el aire, éste sonríe malévolamente y deja caer con fuerza el hacha sobre el cuello del chico.
Doy un grito desgarrador al ver tal escena. Dirijo mi vista hacia mis piernas, gotas ruedan por mis mejillas y caen sobre mi pantalón. Yuntae grita mi nombre, haciéndome levantar la cabeza para seguir mirando la grotesca escena frente a mí.
Él no logró cortar por completo el cuello del chico, así que repite la acción un par de veces hasta que la cabeza y el cuerpo del chico se separan. Yuntae sujeta la cabeza por el cabello y me lo arroja. Grito del susto al ver la ensangrentada cabeza a pocos centímetros de pies.
Escucho a Yuntae reír, así que lo miro sobresaltada, éste está posicionándose detrás del otro chico. Sin demora, levanta un poco el hacha para colocarlo esta vez del lado contrario del filo. Él golpea el lado derecho de la cabeza del chico con tanta fuerza que prácticamente le rompe el cráneo. El chico casi inconsciente por el golpe deja caer su cabeza hacia adelante y puedo ver como chorros de sangre comienzan a brotar de la zona afectada.
Los gritos de Susi se incrementan cada vez más. Yo solo escucho sus gritos suplicantes, pero no reacciono, solo observo fijamente como Yuntae deja caer el hacha al suelo y prepara sus manos para lo siguiente que planea hacer.
Él, aún detrás del chico, se acerca más y, de mala manera, lo sujeta del cabello y lo jala hacia atrás, provocando que el chico ya moribundo levante su rostro. Siento como mi cuerpo sudoriento tiembla y el estómago me arde. Los ojos de ese chico que me pidió disculpas por encerrarme y el cual no tenía idea de lo iba a suceder, están perdidos, su mirada está completamente vacía, anhelando que este martirio acabe de una vez. Sin embargo, el golpe que Yuntae le dio no fue para matarlo, solo fue para provocarle más dolor; a él le divierte provocar mucho dolor antes de matar, eso lo puedo ver en sus ojos, lo cuales tienen un brillo muy particular en este momento.
Yuntae se inclina un poco y coloca sus manos sobre la boca del chico para de una forma muy grotesca arrancarle los clavos de la boca, destruyéndole parte de los labios en el proceso.
Termina y lo obliga a abrirla para sujetarle el maxilar superior con una mano y con la otra la mandíbula, logrando así que su boca quede completamente abierta. El chico está tan débil que no puede luchar, pero las lágrimas rojas que sus ojos derraman lo dicen todo.
—Sonríe —murmura Yuntae al oído del chico sin dejar de sonreírme, y con mucha fuerza tira en sentidos contrarios, agrandando cada vez más la boca del chico. Yuntae ejerce tanta fuerza que lo siguiente que escucho es el sonido escalofriante de sus huesos desprendiéndose.
Aparto mi mirada hacia el suelo con unas horribles ganas de vomitar, pero no tengo nada en el estómago, solo hago arcadas, las cuales me dejan con un ardor en la boca del estómago. En medio de mis fallidos intentos por vomitar veo frente a mí unos zapatos negros, así que rápidamente levanto la cabeza asustada. Lo miro temblando, mi cabello húmedo por el sudor está pegado a lados de mi cara y estoy segura de que mi rostro está pálido. Él está de pie frente a mí con una mirada de desprecio que me hiela la sangre, su cuerpo está parcialmente manchado de sangre, así que el olor junto con las imágenes vuelve a provocarme fuertes náuseas.
Es mi turno, él me va a torturar como lo hizo con eso chicos. Lágrimas caen por mis ojos, pero, sin embargo, no dejo de mirarlo. Yuntae se aparta y luego se dirige hacia Susi.
—Tu turno. —Lo escucho decirle y esta llora asustada. Levanto mi mirada hacia ellos y veo a Susi tratando de liberarse de los ganchos, pero eso solo la lastima más. Yuntae toma de nuevo el soplete y se acerca a Susi.
—¡No me hagas daño! ¡Por favor! —suplica ella entre lágrimas, pero una vez más, Yuntae la ignora y enciende el soplete—. ¿Por qué me haces esto y a ella no le haces nada? —cuestiona Susi y la miro sin poder creer lo que ella acaba de decir.
—Porque ella es mi juguete favorito, al menos por el momento —le responde Yuntae con diversión en su voz y procede a quemar su piel. Ella da gritos desgarradores mientras su piel y partes de su ropa se queman.
Luego de un rato, él apaga el soplete y lo deja sobre la mesa. Susi está muy mal, sus quemaduras son mucho más graves que las de los dos primeros chicos.
—Yuntae, basta, por favor —suplico casi sin voz.
—¡Que te calles, maldita sea! —exclama con frialdad, sin mirarme y toma un serrucho de la mesa, lo coloca sobre la pierna derecha de Susi y comienza a serrucharle con mucha fuerza el muslo.
Susi grita con sus últimas fuerzas mientras su pierna derecha cae al suelo. Yuntae continúa con la otra pierna y solo escucho el sonido del serrucho cortando la carne y los huesos abruptamente. La pierna izquierda cae al suelo junto a un inmenso charco de sangre. Yuntae no se detiene y ahora continúa con un brazo. Ya casi no se escuchan los gritos de Susi, solo sus quejidos de dolor.
Mis ganas de vomitar solo aumentan, junto con un fuerte dolor de cabeza, pero por más que no quiera seguir mirando, mis ojos siguen clavados en la descabellada escena que Yuntae está creando frente a mí.
El cuerpo de Susi cae al suelo ya sin brazos y piernas, es horrible ver su cuerpo todo hecho pedazos y cubierto de sangre. Ella no emite ningún sonido, supongo que está muerta.
Yuntae deja el serrucho sobre la mesa y mira muy complacido el cuerpo descuartizado de Susi. Lo veo meter sus manos en un balde con agua e intentar limpiarse toda la sangre que cubre su cuerpo. Termina y se seca con un trapo que también estaba sobre la mesa.
Cuando ya se ha puesto un suéter con capucha, viene hacia mí y por instinto mi cuerpo tiembla de miedo. Él se coloca en cuclillas y abre los grilletes. Se coloca de pie y me mira con frialdad.
—Vamos —inquiere tomando mi mano y haciendo que me levante de la silla. Él comienza a caminar hacia las escaleras sin soltar mi mano, así que me veo obligada a seguirlo.
Salimos de la bodega y el frío me estremece el cuerpo, pero no hay reacción de mi parte, solo me limito a caminar junto a Yuntae hasta su auto, el cual estaba estacionado frente a un oscuro callejón.
Subimos al auto y él conduce mientras yo caigo en una crisis nerviosa y me congelo totalmente, sin poder ni siquiera hablar o llorar. Luego de un rato, llegamos a lo que parece ser una mansión que está a las afueras de la ciudad.
Ambos bajamos del auto y entramos a la mansión que está semi-oscura, solo me dedico a seguirlo en completo silencio sin observar bien el lugar. Subimos unas enormes escaleras hasta llegar a una segunda planta y él me hace entrar a una habitación.
—Espérame aquí —ordena sin mirarme y luego cierra la puerta con seguro.
La habitación es fría y oscura, solo entra un poco de luz por un enorme ventanal de cristal. Voy a una de las esquinas y me asiento en el suelo, doblando mis rodillas para poner mi cabeza sobre ellas. Comienzo a llorar recordando lo que pasó con Susi.
No sé qué está pasando por mi mente, estoy muy asustada, no creo ni siquiera que esta sea la realidad. Solo pienso en la mirada que tenía Yuntae cuando mataba a esos chicos y a Susi, era oscura, como si solo hubiera maldad dentro de él. Eso me da miedo, mucho miedo.
Es tan difícil de explicar cómo me siento, pero creo que ese es el problema, ya que cada vez que despierto por las mañanas, tengo una presión en el pecho viendo como mi corazón se desangra. Creo que no lo soporto, es más de lo que puedo aguantar, es como estar encerrada en una jaula, cada parte de mi quiere gritar, pero de mi boca solo salen susurros, susurros que nadie escucha.
Siento que unos brazos me rodean y mueven, así que abro los ojos y pataleo muy asustada. Logro apartar esos brazos y en medio de la semioscuridad de esta habitación, visualizo una silueta monstruosa.
Es Yuntae quien está a mi lado, tiene una pantaloneta gris y una camiseta blanca. Su cabello húmedo y desordenado, parece que acaba de salir de la ducha. ¿Pero qué? Eso quiere decir que me quedé dormida un buen tiempo.
—Eunji, cálmate. No te iba a hacer nada, solo que te vi dormida en el suelo y quise acostarte en la cama —explica levantando las manos al aire y alejándose un poco de mí. Yo me levanto del suelo y me alejo lo más que puedo.
Él me mira fijo, como si intentara leer mis pensamientos, los cuales están muy confundidos ahora. Da unos pasos lentos hacia mí, y su mirada es impaciente ante mi silencio.
—Aléjate de mí —murmuro temblorosa—. Realmente, no creo que pueda con todo esto y ya no me importa lo que hagas conmigo, puedes matarme si quieres, pero hazlo de una vez —suelto sollozando.
—¿A qué te refieres? —pregunta cruzándose de brazos y una lágrima cae por mi mejilla.
—Todo esto es muy difícil, tengo miedo y mucho —murmuro con la voz entrecortada y sus ojos se cristalizan.
—¿Tienes miedo de mí? Eso no es novedad —mofa con una sonrisa de indiferencia en su rostro.
—Por supuesto que sí, pero también tengo miedo de mí misma. No sé qué es lo que está pasando conmigo, estoy muy asustada. Y no sé por qué diablos sigo sorprendida, ya que, en el fondo, yo sabía lo que iba a pasar con Susi. ¡Y aun así la traje para que la mataras! —Mi voz se ahoga en las lágrimas—. Tengo miedo, Yuntae. Pero de lo que me estoy convirtiendo. Tal parece que haré lo que sea que me pidas con tal de sobrevivir, pero no quiero eso. ¡No quiero ser tu maldita cómplice! —Me quiebro y lloro sintiendo como me ahogo en mi propio sufrimiento, y lo peor es que el hombre frente a mí no se conmueve ante mi llanto.
—No eres mi cómplice, eres una asesina, ¿o se te olvida que mataste a tres personas y que dos de ellos eran menores de edad? —dice encogiéndose de hombros y levantando una ceja.
—¡Tú me obligaste! —suelto indignada—. Estoy harta, vete a la mierda —digo deslizando mis manos por mi cabello en señal de frustración.
—¿Qué harás? ¿Me dejarás? ¿Quieres que te suplique para que no lo hagas? Pues estás muy equivocada si crees que te suplicaré —masculla con aires de superioridad.
—No, yo te suplico a ti que me dejes en paz. Mátame de una vez o deja de molestarme —espeto decidida y sobre todo resignada a que esta mierda acabe de una vez por todas.
Pero luego me invade un profundo dolor, exhalo el aire con dificultad debido a la frustración que siento, pero es la rabia quien me hace actuar así. A paso firme intento pasarle por un lado y salir de este lugar, pero él en un acto de desesperación se arrodilla frente a mí.
—¿Qué haces? —digo sorprendida y él me mira con lágrimas en sus ojos. Es la primera vez que lo veo así, sus ojos que nunca me muestran nada ahora tienen un destello de frustración.
—Por favor, Eunji. No me dejes —me ruega, llorando desesperado ante la idea de que lo voy a dejar—. Sé que todo el tiempo te estoy amenazando con matarte, pero solo lo hago porque tengo miedo de perderte.
Sus palabras me confunden y me aprietan el corazón de una forma aún más dolorosa que antes y de nuevo estoy entre la espada y la pared.
Veo por primera vez sus hermosas lágrimas y no puedo evitar sentir que me muero ante ellas, y su mirada desesperada me mata, jamás pensé verlo así ten vulnerable y perdido. ¿Cómo puedo pedir alejarme de él, si en realidad lo único que quiero estar a su lado?
Frustrada por todo lo que estoy sintiendo voy hacia la cama y me siento sobre ella. Cubro mi rostro con mis manos y doy un suspiro para tranquilizarme. No sé qué pensar, él es tan bipolar, dice una cosa y luego dice otra, no sé si creerle, pero cómo duele verlo así.
Quito mis manos de mi rostro y lo veo ahora posicionándose frente a mí, mirándome suplicante, aún esta arrodillado y sus ojos llenos de lágrimas.
—Está bien, Yuntae. Me quedaré a tu lado pase lo que pase —digo ya más calmada y mirándolo a los ojos. Él esboza una sonrisa, la cual me derrite y me hace pensar que no me arrepiento de haberle entregado el corazón.
Se inclina y reposa su cabeza en mis piernas, con mis manos acaricio su cabello mientras miro al pequeño niño lleno de miedo llorar en mi regazo. Él también estaba asustado, tenía miedo de que lo dejara solo.
—Te amo. —Escucho que susurra casi inaudible.
—¿Hmm? —digo sorprendida, quiero comprobar lo que escuché, si es verdad o solo lo estoy imaginando.
Él levanta la cabeza para mirarme a los ojos. Sonríe y noto que ya no hay rastro de las lágrimas que derramó.
—Te amo —aclara y sonrío como tonta al escucharlo. Sus palabras hacen que me olvide de lo que pasó y solo seamos él y yo. Es la primera vez que me dice que me ama, así que mi corazón late rápido.
Se acerca y me besa en los labios, respondo a su beso apasionado. Dejo caer mi cuerpo sobre la cama y enrollo mis piernas alrededor de su cuerpo. Él me muerde el labio inferior y yo le quito rápido el suéter para después clavar mis uñas en su espalda. Luego de jugar con nuestras lenguas, él toma mis manos y las pone sobre la cama por encima de mi cabeza, entrelazando nuestros dedos.
Vuelve a devorar mi boca, pero roza la herida que tengo en la muñeca, provocándome dolor.
—¡Auch! —me quejo y él deja de besarme. Desenreda nuestros dedos para separarse un poco y me mira la muñeca—. ¿Por qué te detienes? —cuestiono sin poder ocultar lo excitada que estoy. Él niega con la respiración agitada.
—¿Y si te lastimo? —dice sonando preocupado y trata de levantarse, pero lo detengo apretando mis piernas enrolladas en sus caderas.
—Estoy bien, Yuntae. No te preocupes porque me encanta la manera en que me duele —murmuro y me quito la blusa, dejando al descubierto la herida y él la mira. Elevo mis manos y las pongo alrededor de su cuello. Lo jalo acercándolo a mi rostro—. Eres el dolor, pero también eres la cura —susurro cerca de sus labios y luego lo beso.
Él con mucha prisa me quita mis pantalones y comienza a besar mis senos. Mis gemidos hacen eco en esta fría habitación. Él va dejando besos húmedos por todo mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna y quita mis bragas. Aprieto las sábanas con fuerza mientras me retuerzo de placer al sentir su lengua en mi clítoris.
*
Despierto y siento un brazo en mi cintura, giro mi cabeza hacia atrás y lo veo a él. Tan lindo como si fuera un niño dormido, se ve relajado y aunque esté despeinado sigue siendo el hombre más hermoso.
Con mucho cuidado, quito su brazo de mi cintura y me levanto de la cama. No quiero despertarlo, en silencio enciendo una lámpara que está junto a la cama en una mesa y miro a mi alrededor.
¿Dónde estará el baño? ¡Ah! ¿Por qué tiene que darme estas ganas de orinar justo ahora? Si no fuera por esto, estaría ahí a su lado dormida. ¿Y ahora? ¡Cierto!, ¡estoy desnuda! Veo la camiseta de Yuntae tirada en el suelo, así que la recojo y me la pongo. Noto que hay una puerta, así que me dirijo hacia ella sin hacer ningún ruido. La abro y por fortuna es el baño, entro.
Termino y abro la puerta para regresar a la cama, pero al abrirla me encuentro frente a mí esa maldita máscara y unos ojos más oscuros que la noche observándome. No puedo evitar asustarme, pero lo disimulo.
Cierro la puerta y camino hacia la cama tratando de ocultar mi sorpresa al verlo con la máscara puesta. Él me sigue con la mirada.
—¿Qué sucede? —le pregunto curiosa mirando que está vestido y sin ninguna intención de volver a la cama.
—Me voy —responde frío. ¿Y por eso me tenía que asustar de esa manera? —. Apenas amanezca quiero que te vayas a tu casa —ordena serio.
Pero ¿qué pasó con el chico que estaba preocupado hace unas horas por mí y que me lloró para que no lo dejara?
—Puedes llevarte cualquiera de mis autos. Menos el Audi gris.
¡¿Qué?! ¿En serio? Lo miro sorprendida sin poder ocultar mi emoción.
Él se da la vuelta y sale de la habitación. Ruedo los ojos, no sé por qué aún sigo sorprendida, tengo que acostumbrarme a sus cambios de humor. Me tiro a la cama y me acurruco en sus sábanas, las cuales huelen a él.
*
Abro los ojos y me encuentro en una grande y lujosa habitación. Me levanto y me pongo mi ropa, observo la habitación y no veo ninguna foto de él, recojo mi bolso del suelo. Salgo y antes de irme recorro una parte de la mansión. Yoona tenía razón, Yuntae tiene mucho dinero, seguramente gana mucho matando gente.
—¡Wow! Es increíblemente grande. ¿Cómo puede vivir él solo aquí? —Entro a unas habitaciones muy hermosas, son espaciosas y muy lujosas. Todo está muy limpio, seguro tiene empleados porque no creo que él limpie todo esto.
Llego a un gran balcón blanco lleno de flores, la vista es increíble y como la mansión está ubicada a las afueras, se ven unos hermosos espacios verdes y a lo lejos, se alcanza a ver la ciudad de Seúl.
Estoy embobada disfrutando de la vista cuando recuerdo que es tarde. Salgo corriendo y bajo a toda prisa las escaleras. Llego al estacionamiento y mi boca se abre al ver una gran cantidad de autos de diferentes clases y colores, es increíble. Camino entre ellos y veo el Audi gris, también veo el rojo que utilizó la otra vez para llevarme a la casa de Yoona. Este auto me gusta mucho, pero ¿las llaves? Si dijo que me llevara el que yo quisiera, seguro las dejo dentro del auto.
Abro la puerta y me asiento, busco las llaves y las encuentro. Arranco feliz y emocionada. Al llegar a casa me doy una ducha, me limpio la cortada y me pongo una falda y una camisa manga larga. Bajo y me subo de nuevo en el auto rojo para dirigirme a la universidad.
Hoy Yuntae no trajo a la universidad ninguno de sus lujosos autos, seguro él quería que yo condujera por eso lo hizo. Ambos entramos a mi casa y me quito los zapatos. Él se sienta en el sofá y saca su celular para enviar unos mensajes. Camino hacia él y me coloco detrás del sofá, me inclino hacia delante y lo abrazo enrollando mis brazos sobre sus hombros. Lo beso en el cuello y él sonríe.
—Tu casa es hermosa y muy grande —le susurro al oído.
—¿Te gusta? —me pregunta.
—Sí. ¿Tienes hambre? ¿Quieres que te cocine algo? —pregunto y él asiente.
—Okey —digo contenta y me separo de él. Doy vuelta y camino hacia la cocina. De repente, ya casi llegando a la cocina, él me abraza por detrás haciendo que me sorprenda.
—Sí, tengo hambre. Pero no exactamente de comida —susurra en mi oreja y luego me la muerde. Sonrío y comienzo a caminar con él pegado a mí.
—Pero yo quería cocinar algo para ti. —Hago puchero y se ríe. Me da la vuelta hacia él y ya frente a frente me besa, como si quisiera devorarme la boca. Luego de unos segundos separa sus labios un poco.
—Está bien. Si así tú comes, entonces cocina —me dice sonriendo y me suelta. Sigo mi camino a la cocina, sé que me estoy portando muy infantil, pero él está en su rollo de chico lindo y agradable, así que tengo que aprovechar eso.
Luego de varios minutos regreso a la sala y pongo los platos en la mesa. Lo observo, está mirando su celular. Él levanta la vista y me mira.
—Espero que te lo disfrutes —murmuro ya sentada a su lado. Él me da un beso en la frente y me sonríe. ¿Por qué siempre me derrito con su sonrisa?
—Todo lo que tú haces me encanta. —Sonrío como una tonta.
—Me sorprende lo ardiente que eres, Yuntae.
—¿Por qué lo dices?
—Porque ustedes los coreanos son muy fríos —bufo y él se ríe.
Lo miro comerse todo y eso que me dijo que no quería comer. Terminamos la comida y me quedo conversando con él un poco. Después de un tiempo me levanto para llevar los platos a la cocina. Llego y los pongo en el lavaplatos. Volteo y me encuentro a Yuntae frente a mí, quitándose la camiseta.
—¡Qué! ¿Acaso quieres que lo hagamos aquí? —digo sorprendida y él asiente divertido.
Me agarra por la cintura y me aprieta contra su cuerpo para que pueda sentir su enorme erección. Me besa apasionado y yo correspondo introduciendo mi lengua en su boca para jugar con la suya, él desliza sus manos por mi trasero.
Sujeta mis piernas y me carga. Pongo mis manos alrededor de su cuello y sin dejar de besarme, él camina un poco hasta llegar al mesón y me coloca sobre él. Deja de besarme y me quita rápido la camisa. Sin quitarme el sostén me besa los senos mientras acaricia mis piernas enrolladas en sus caderas.
—No me dejes marcas —murmuro gimiendo y él me muerde un seno—. ¡Ah! —Jadeo y él vuelve a besarme en los labios.
Mete sus manos bajo mi falda y me arranca lasbragas. Se baja la cremallera del pantalón y luego entra en mí.
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Nota de la autora
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Hola mis queridos lectores.
Sin comentarios
jjj no mentira, está fuerte este capítulo ¿no?. Solo les hago una pregunta ¿Ustedes le creen a Yuntae? por que yo no sé si confiar recuerden que nuestro perverso favorito es una cosa Bárbara.
Se los digo para que lo piensen.
Chaíto.
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