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Capítulo 11

   
     📌 Maratón 📌
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Qué gracioso, ahora soy yo la que quiere estar con él. Comienza a caminar y lo sigo, subimos las escaleras y entramos al cuarto que, como siempre, está oscuro.

Él enciende las luces y ahora mi cuarto está del todo iluminado. Suelta la mano y me deja a un lado de la cama, se da la vuelta y camina hacia los cajones que están junto al armario.

Ahora tengo una mejor vista de él, y lo único que puedo ver es su cabello negro, su cuello, sus manos, las que ahora están revisando mis cosas. Él regresa y trae consigo un antifaz rojo, seguro sabía que estaba allí, ya que ayer registró todo. Él se coloca frente a mí y me lo extiende. Sé qué es lo que quiere hacer, si me lo pongo no poder verlo cuando se quite la máscara.

—¿Quieres que lo use? —pregunto y él asiente.

Lentamente levanta sus manos y me coloca el antifaz, lo último que vi antes de que me cubriera la vista fueron sus ojos negros.

Estoy totalmente ciega y los latidos de mi corazón retumban con fuerza en mis oídos. Supongo que él se está quitando la máscara en este momento...

Luego de unos segundos, siento sus manos en mi cintura y mi cuerpo se tensa. ¿Dónde dejó la máscara? Seguro sobre la cama, ya que es la que está más cerca.

—¿Puedo tocar tu rostro? —le pregunto temerosa.

No hay respuesta de su parte, seguro no quiere. Decido atreverme y pongo mis manos sobre su pecho. Ahora que no puedo ver, mis otros sentidos están muy sensibles.

Él retira sus manos de mi cintura y me toma las manos, las eleva y lleva hasta su rostro, deja mis manos ahí y vuelve a posar las suyas en mi cintura. ¡Me está dejando tocar su rostro! ¡No lo puedo creer! Pongo mis manos sobre su cabello, está muy sedoso y suave. Bajo un poco y toco sus orejas, están frías, sonrío.

—¿Por qué sonríes? —pregunta.

—Nada —digo apretando mis labios para no seguir sonriendo, ya que eso puede molestarlo, pero me tranquilizo cuando escucho un sonido muy parecido a una risa. Continúo mi recorrido, deslizo mis dedos hasta sus cejas, bajo a sus ojos y toco su nariz hasta llegar a sus labios para acariciarlos con mis pulgares, mientras con mis otros dedos toco sus suaves mejillas. Bajo un poco más y puedo sentir su fuerte mandíbula.

Hasta ahora no he encontrado ninguna marca o cicatriz, su rostro parece normal y no sé por qué, pero creo que estoy frente a un hombre guapo.

Pongo mis manos de nuevo en su pecho y puedo sentir que su cuerpo está muy tenso.

—¿Satisfecha? —me pregunta y asiento. Él eleva sus manos hasta mi rostro y comienza a acariciar mis mejillas con sus largos dedos, su tacto hace que me erice.

Puedo sentir su respiración muy cerca, ahora sé que mis labios están a centímetros de los suyos. Él junta sus labios con los míos, sus suaves labios se mueven y los sigo. Mi corazón se detiene, es la primera vez que me besa y es un beso suave, tierno. A medida que el beso avanza, siento un cosquilleo en el estómago.

El beso se está intensificando y aunque lo sigo, quiero detenerme, ya que el miedo me invade de nuevo. Creo que aún no estoy lista para acostarme con él, pues las imágenes de él violándome y golpeándome no me dejan tranquila.

—¡Espera! —susurro en sus labios, y él me ignora. Trato de separarme de él empujándolo con mis manos en su pecho, pero me abraza con más fuerza, atrapándome en sus brazos. Me siento incómoda.

Separo mis labios de los suyos, pero es en vano, él vuelve a besarme. No quiero seguir. Prácticamente me está devorando con sus labios.

—¡Espera, detente! —Forcejeo y golpeo con fuerza en su pecho para que me suelte, pero esto lo único que logra es que él me arroje a la cama. Me retuerzo debajo de él, mientras besa mi cuello y desliza una de sus manos por mi abdomen.

—¡Detente, por favor! ¡Detente! —grito.

Él deja de besarme.

—Detente, por favor, no quiero hacerlo aún, no de esta manera. —Sollozo temblando, y él se levanta de encima. Me siento sobre la cama, exaltada.

No sé qué es lo que estará pensando, seguro me va a matar, quisiera quitarme el antifaz, pero no me atrevo. Luego de un rato en completo silencio, lo escucho hablar.

—¿Qué te pasa, Eunji? ¿Acaso ahora que te sientes libre no quieres acostarte conmigo? —cuestiona furioso y mi pecho sube y baja—. Porque si es así, te volveré a encerrar —espeta y me tortura el solo hecho de pensar en volver a aquel cuarto.

—No, no es eso. Lo que pasa es que estoy en mis días —explico muy nerviosa. Debo tranquilizarme, o si no él va a pensar que es mentira.

—¿Desde cuándo?

—Después de que me dejaste salir.

—¿Cuánto tiempo?

—Cuatro o cinco días —respondo y no escucho más preguntas. ¿Será que sí me cree?

—Cuenta hasta diez, y luego te puedes quitar el antifaz —me ordena con la respiración agitada, pero su voz es seria. Está molesto, lo sabía.

—U... Uno —murmuro insegura— Dos. Tres. Cuatro. Cinco. —¡Espera! ¿Qué pasará si llego a diez? ¿Me matará por no complacerlo, así como hizo con las demás? —. Seis —suelto un chillido, quiero llorar—. Siete. Ocho. Nueve. —Suelto una lágrima y la voz me tiembla—. Diez. —Me quito el antifaz y abro los ojos, no lo veo. Busco con la mirada en todo el cuarto y veo la ventana abierta.

¿Se fue? Me levanto de la cama, cierro la ventana y entro al baño casi corriendo, me miro en el espejo.

—¿Por qué me pasan todas estas desgracias a mí? ¿Acaso hice algo malo en mi vida pasada para que ahora la vida me torture de esta manera? —me digo a mí misma mientras lloro.

Luego de un rato salgo del baño, ya con mi pijama puesto, y estoy más calmada. Tomo asiento en frente de la mesa que utilizo para hacer mis trabajos de la universidad y también para dibujar. Pongo sobre ella una hoja y un lápiz. Comienzo a dibujar el rostro que mis necios dedos tocaron.

—Ya terminé. ¿Se parecerá?, no lo creo —digo mirando el dibujo que hice—. En el caso de que se pareciera, es muy guapo —bufo para mí misma.


***

¡Vaya! Nunca pensé ver a Yoona tan molesta, está así porque el domingo se celebra un festival en la universidad y todos los departamentos tenemos que participar.

El profesor nos dio nuestros deberes. A Yoona y a mí nos tocó ser meseras; la verdad, yo no tengo problema, ya que me dediqué mucho tiempo a eso, pero Yoona no quiere participar.

—¡No! No es justo, ¿por qué yo tengo que ser mesera? —le reclama a Seowoo.

—El profesor lo quiso así —le contesta. No sé por qué, pero hay una tensión entre estos dos que me da curiosidad.

—Pero ¡Eunji! ¿Tú quieres hacerlo? —me pregunta Yoona y su mirada es suplicante.

Asiento ante la mirada de todos los que están sentados en la mesa: Yoona, Seowoo, Yuntae, Sora, Hyeji y Sooho. Las otras chicas están felices de estar junto a Yuntae, así que no opinan.

—¿Ves?, ella no tiene problema en hacerlo, así que mañana vas a ser mesera junto con las otras chicas —le ordena Seowoo a Yoona. Ahora la tensión entre ambos es más que evidente para todos los que estamos presentes.

Ella se levanta molesta y sale del salón, así que me levanto, me inclino ante los chicos y la sigo corriendo.

—¡Yoona, espera! —le grito corriendo hacia ella y se detiene, sus ojos rojos como si estuviera reteniendo las lágrimas—. ¿Estás bien? ¿Por qué no quieres ayudar? —le pregunto agitada por correr.

—La verdad, Eunji, es que no quiero venir mañana —dice más calmada.

—¿Por qué?

—Ayer cuando llegué a casa, el Superior Seowoo me llamó y me dijo que, si nos podíamos encontrar, yo acepté encantada. Cuando llegué donde quedamos, él ya estaba muy tomado y luego de varios tragos, él dijo que estaba teniendo problemas, le pregunté por qué y murmuró algo que me dejo muy decepcionada, creo que estaba saliendo con la maestra de psicología. ¿Ahora entiendes por qué estoy así?

—Sí —le contesto ya acostumbrada a su forma tan rápida de hablar. Es comprensible que este así ya que a ella le gusta el Superior desde el primer día que lo conoció—. No quiero estar junto a él, ayúdame —dice haciendo puchero.

—Ya sé, no vengas al evento y yo le inventaré una excusa a Seowoo —le propongo.

—¿Qué le dirás?

—Ya se me ocurrirá algo, no te preocupes —digo sonriendo.

Después de tener esa conversación con Yoona, regreso a casa para darme una ducha. Luego de hacerlo me acuesto cansada y me pongo a revisar mi celular. Él no vino hoy, supongo que no le sirvo con el periodo, pero mejor para mí. Tampoco es que lo esté esperando, ¿o sí?

Poco a poco el sueño me va ganando, hasta que decido no aguantarlo más y me acomodo para dormir.


***

Me encuentro en la biblioteca, leyendo unos libros que recomendó el profesor, y estoy tan concentrada que no siento cuando dos chicas se me acercan.

—¡Oye, tú! —Las miro y veo que dejan sobre la mesa unas cajas de regalo muy bien decoradas.

—¿Puedes darle esto a Yuntae? —dice una de las chicas.

—¿Y estas a Sooho? —dice la otra chica, aunque no de una manera muy amable.

—¿Por qué no se las dan ustedes mismas? —Vuelvo mirar mis libros, tratando de ignorar su presencia.

—Porque no queremos que nos rechacen. —Me río por lo bajo—. Por eso queremos que tú se las des de nuestra parte.

—¿Y yo por qué? —cuestiono pasando la página de mi libro.

—¿Qué no eres su amiga?

—Sí, lo soy, pero no soy su mensajera —inquiero y cuando volteo a verlas, ya no están aquí, las muy creídas se fueron y dejaron los regalos. Ruedo los ojos y vuelvo a concentrarme en los libros.

—¡Eunji! —grita Yoona justo en mi oído y pego un respingo. Miro a alrededor y las pocas personas que hay me miran raro.

—Haz silencio, Yoona, estamos en una biblioteca —la reprendo. Ella, muerta de risa por el susto que me ha dado, se sienta y noto que las dos celebridades de la universidad también toman asiento mientras se ríen. Cierro los libros porque sé que estos locos no me van a dejar leer en paz.

—¿Qué es esto? —pregunta Sooho, señalando los regalos. No alcanzo a responderle cuando Yoona se me adelanta.

—¿Quién te dio regalos, Eunji?, ¿acaso otro chico te invitó a salir? —La imprudencia de Yoona hace que le arroje un lápiz. Sé que se está burlando de Sooho y no quiero que él se sienta mal. Niego con la cabeza y miro a los chicos.

—No, no son míos —les aclaro—, son para ustedes dos, unas chicas me pidieron que se los entregara —digo y de inmediato Yoona toma los regalos como si fueran suyos.

Los chicos solo se ríen ante la acción de Yoona. Esta abre el paquete y saca un celular muy costoso. También hay unos chocolates y una pequeña nota escrita a mano.

—Para mi amado Sooho-shi —Yoona lee la nota, captando toda nuestra atención—. Quiero que sepas que me gustas, me gustas desde el primer día que te vi, eres un chico muy guapo y me gustaría salir contigo. —Termina de leer y todos reímos por la forma en que la leyó; fue muy graciosa. Yoona abre el paquete de Yuntae y me da la nota para que yo la lea. La tomo y miro a Yuntae esperando su aprobación, este asiente sonriendo.

—Para mi amado Yuntae-shi. Quiero que sepas que me gustas mucho, me gustas desde el primer día que te vi, eres un chico muy guapo y quiero salir contigo —leo y dirijo mi mirada a Yuntae, quien me mira con una mirada que no sé cómo descifrar. ¿Será que entendió que leí esto expresando mis sentimientos?, no lo creo.

Vuelvo mi mirada a los regalos y noto que también le regalaron un celular a Yuntae. Frunzo el ceño.

—Esto es puro copia y pega —espeta Yoona mostrando los dos celulares y los chocolates. Nuestras risas resuenan en la biblioteca, por suerte ya no hay muchas personas, porque qué vergüenza—. Tomen sus regalos —dice Yoona dándoles los celulares en sus respectivas cajas.

—No sé Sooho, pero yo no los quiero —inquiere Yuntae, dejando la caja sobre la mesa con una expresión de desagrado.

—Yo tampoco, hermano, esas chicas no son muy interesantes —dice Sooho dejando también la caja sobre la mesa. Ambas nos reímos ante el hecho de que ellas solo copiaron los regalos y ya.

—Sus admiradoras se van a poner muy tristes —dice Yoona y toma los chocolates—. Si no las quieren, entonces regálennos los chocolates —inquiere y los chicos asienten.

Ella y yo nos comemos los chocolates, burlándonos de las admiradoras de los chicos, aunque las entiendo muy bien, ¿quién no se enamoraría de estos dos?

—Eunji, ¿cómo vas con los estudios? —me pregunta Yuntae.

—Más o menos, aún no logro comprender algunos temas —confieso cansada, pues son muchos temas los que me perdí, y eso que solo fueron unos días.

—Si quieres puedo explicarte —propone y asiento con emoción.

—Claro que quiero —digo riendo. De repente, él levanta su mano, la lleva hasta mi boca y con mucha suavidad limpia el borde de mi lado inferior. Me paralizo, eso me tomó por sorpresa, no esperaba que él hiciera eso, mi corazón se quiere salir de mi pecho.

Reacciono gracias a que Yoona y Sooho están peleando por los últimos chocolates, al parecer no se dieron cuenta de lo que hizo Yuntae. Él los detiene robándose los chocolates y se los come.

—Bien, entonces iré a tu casa mañana —dice como si nada hubiese pasado.

—¡¿Qué están haciendo?! —grita una voz femenina a mi lado y todos nos sobresaltamos. Me doy cuenta de que son las chicas que dejaron los regalos y parecen muy molestas.

—¿Por qué ustedes dos se están comiendo eso?, se supone que eran para ellos dos —dice y sí, están muy furiosas. No les gustó para nada que Yoona y yo nos comiéramos los chocolates.

—No queremos sus regalos, pueden llevárselos —inquiere Yuntae serio y estas, muy molestas, comienzan a meter los celulares dentro de las cajas.

—Si no los querían está bien, pero ustedes dos no pueden ser tan atrevidas y comerse algo que no es suyo —espeta y se van echando humo. Nos miramos entre nosotros y estallamos en carcajadas.

Ya en casa, me pongo mi pijama y me acomodo para dormir, mientras escucho música. Cuando siento los ojos muy pesados, me quito los audífonos y de inmediato me cubro con las sábanas y relajo mi cuerpo para después caer rendida en los brazos de Morfeo.

Un toque frío en mi abdomen hace que me despierte. Abro los ojos, pero todo está negro, me sorprendo, es como si tuviera algo cubriéndome los ojos. Intento moverme, pero de inmediato noto que tengo las manos atadas a la cama sobre mi cabeza.

¿Qué pasa? ¿Por qué tengo las manos atadas? Una corriente de aire frío roza mi pelvis y es cuando caigo en cuenta que no tengo la parte de abajo de mi ropa interior. Me agito sobre mi cama, pero siento unas manos frías en mis tobillos, esas manos me sostienen con fuerza y me abren las piernas.

Mi respiración se agita. ¿Acaso esto es una pesadilla? ¿Estoy soñando? De repente, algo caliente y meloso toca mi punto más sensible provocando que me estremezca. ¿Es una lengua? No sé qué está pasando, pero me gusta, cada vez que se mueve una electricidad recorre todo mi cuerpo al mismo tiempo que me erizo, mi rostro arde y mi respiración es agitada.

No sé cuánto tiempo ha pasado ya, pero no aguanto más, no he parado de gemir y retorcerme ante tan exquisita sensación, estoy segura de que falta poco para llegar al éxtasis ya que siento como el interior de mi vagina se contrae... De repente, ya no siento nada, ¿qué pasa? ¿Qué es este olor? Hay un fuerte olor en mi nariz que me hace sentir mareada.

—Esto es una pesadilla, pero si quieres puedes convertirlo en un buen sueño. —Escucho un susurro cerca de mi oído que retumba en mi cabeza hasta que ya no siento mi cuerpo y tengo mucho sueño.

Despierto confundida y quito la sábana que me cubre para poder ver si estoy desnuda, pero sí tengo mi ropa interior. ¿Qué fue ese sueño?

Me levanto y voy al baño para calmar la calentura que estoy sintiendo, mi cuerpo está muy extraño. Salgo del baño y me coloco un enterizo corto de tirantes, es color rojo y la tela es muy suave. Hoy es sábado y no tengo clases, así que después de desayunar, ordenaré mi cuarto y toda la casa.

Termino y me pongo a ver televisión, pero cuando justo estoy discutiendo con la TV, escucho que tocan a la puerta, así que me levanto para ir a ver quién es. Abro y me sobresalto cuando veo que un hermoso chico alto, vestido con un estilo un poco más juvenil del que suele usar. Lo observo de arriba abajo, lleva un suéter negro, unos jeans negros degastados y unos zapatos deportivos. ¡Ah!, y lleva puesta una gorra, pero con la parte de atrás hacia delante. Se ve mucho más joven así, se ve divino, me encantan todos sus estilos. Todo le queda muy bien, parece un modelo profesional. Con tan solo verlo, mi corazón late tan fuerte que parece que quiere salirse de mi pecho. Estoy en el paraíso, ¿verdad? Y este chico que está frente a mí es un bello ángel.

—Eunji, ¿me escuchaste? —Reacciono y lo veo reírse. Me quedé embobada admirándolo que no me di cuenta de que me estaba diciendo algo.

—Mmm —logro balbucear y este se ríe.

—¿Me vas a dejar pasar?

—¿Qué eres?, ¿un vampiro?, ¿no puedes pasar sin pedir permiso? —bufo después de encontrar mi voz y le indico que pase. Este se adentra entre risas por mi comentario.

—Tal vez lo sea, deberías temerme —suelta divertido mientras observa mi casa. Río como una niña pequeña y cierro la puerta.

Veo como él deja su mochila sobre la mesa, saca unos libros y sus libretas. Es cierto, quedamos en que él me iba a ayudar a estudiar. ¡Cómo pude olvidar eso, qué tonta soy!

Llevamos varias horas estudiando, es muy inteligente y tiene mucha paciencia conmigo, me ha explicado todos los temas de una manera que lo hace parecer muy fácil.

Ahora estamos tomando un respiro para poder comer. Después de preguntarle  si le gusta el jajangmyeon, y como me ha dicho que es su comida favorita, decido prepararlo así que le pongo mucho esfuerzo  para que quede delicioso. Lo veo probar el primer bocado y su emotiva reacción de agrado me llena de alegría. Ambos comemos mientras nos lanzamos miradas.

Son las tres de la tarde. He pasado todo el día con él estudiando así que decidimos terminar ya que estoy muy cansada.

—Eunji, ¿puedo ver tu cuarto? —pregunta y asiento. Nos ponemos de pie y comenzamos a caminar en dirección hacia las escaleras.

Subimos y cuando llegamos le indico que entre, éste lo hace y observa con una sonrisa todo mi cuarto. Me recuesto sobre la pared y lo miro en detalle; es tan alto y aunque es delgado, sus músculos se hacen notar. Incluso la vista trasera es encantadora.

—Eunji, ¿qué tal si vamos a patinar du nuevo? —dice y luego, se gira para verme.

—Claro, vamos, solo deja que me arregle un poco y luego podemos irnos —digo y él se acerca mucho a mí, hasta ponerse de frente.

—No es necesario que te arregles tanto, eres muy hermosa, Eunji —susurra y quita un mechón de cabello de mi rostro. Me sonríe mirando mis labios y puedo ver cómo moja los suyos. Él sale del cuarto y lo agradezco, porque casi me da un paro.

Al fin logro soltar el aire que tenía retenido. "¡¡Oh, por Dios!!", grito en silencio mientras doy brinquitos de felicidad. Voy corriendo al baño, hago mis necesidades y lavo mis dientes. Luego me peino y rápido me recojo el cabello en una cola alta. Bajo corriendo las escaleras y lo visualizo sentado con su celular en la mano. Ya ha recogido sus libros y prácticamente está listo para salir. Me acerco a él y antes de llegar, poso mi mirada de manera vaga hacia una ventana y me paralizo cuando veo una silueta muy conocida para mí; mi corazón resuena en mis oídos y mi respiración se agita. Las piernas se me vuelven gelatina cuando veo que posa un cuchillo sobre el cristal.



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      Nota de la autora
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Hola.
Hoy me sentí inspirada y escribí mucho. Espero que lo disfruten.

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