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Capítulo 10

Me estoy poniendo unos jeans y una blusa strapless de elástico azul con unas pequeñas mangas caídas. Compré esta ropa hace una semana y me la puse hoy porque voy a salir con Yoona de compras.

—Eunji, ¿cómo me queda este? —me pregunta Yoona luciendo un vestido negro ajustado. Frunce el ceño cuando se ve en el espejo.

—No me gusta —le digo sentada en un sofá rojo. Ella entra otra vez al vestidor para probarse otro que le escogí. Suena mi celular—. ¿Diga?

—Aún estoy molesto contigo por lo de anoche, Eunji. —Suena esa voz que me produce escalofríos. ¡Es él! Me sorprendo por su llamada—. Tienes que aprender a comportarte, pero tranquila, quizás con él tiempo yo pueda enseñarte.

—¿Qué quieres? —le pregunto, forzándome a sonar valiente y lo escucho reírse a través del celular—. Voy a colgar, estoy ocupada —le digo seria.

—Creo que a tu amiga se le ve mejor el vestido rojo —murmura. Me sorprendo y comienzo a mirar a mí alrededor.

—¡Estás aquí! —le pregunto y otra vez se ríe.

—Sí, preciosa. —Me levanto y miro hacia afuera. No veo a nadie sospechoso hablando por celular.

Me invade la duda si él está aquí, ¿no debe tener la máscara? La curiosidad me retuerce por dentro y si tengo algo que me caracteriza, es mi curiosidad. No puedo dejar pasar esta oportunidad.

—¿Dónde? ¿Dónde estás? —cuestiono exaltada, saliendo del almacén y olvidando a Yoona en el vestidor. Sabe que lo estoy buscando, pero no habla, solo se ríe—. ¿Estás cerca?, dime —pregunto caminando, mirando hacia todos los lados. Y aunque hay mucha gente, no veo a nadie que me dé la sospecha de que sea él.

—¿Por qué quieres saberlo? ¿Quieres verme? —Dio justo en el clavo. Sí, quiero verlo, quiero saber quién es. Se me apaga el celular.

—¡Cómo puedes apagarte en este momento! —le grito molesta al celular, sin importarme la gente que está pasando a mi alrededor. ¿Y ahora qué hago?, ¿cómo lo encuentro? Camino un poco más y miro a todos los lados.

Mis ojos se encuentran con alguien conocido, es Yuntae, él está hablando con una chica que no conozco, se ve muy serio. De repente, gira su cabeza y me ve. Y ahí está, esa hermosa sonrisa que hace que me derrita. Él levanta una mano y la agita saludándome, la chica también me mira y frunce el ceño. Le devuelvo el saludo a Yuntae y él vuelve a mirar a la chica, hablan de nuevo. Él parece un poco irritado.

Decido dejar de verlos y camino hacia donde dejé a Yoona. Entro al almacén y precisamente ella sale con otro vestido.

Terminamos de comprar y con las bolsas en las manos, caminamos por todo el centro comercial y entramos a un restaurante en el cual hay muchos estudiantes de secundaria.

—¡Mira! Yuntae está allá sentado —chilla Yoona señalándolo. Lo miro, él está sentado en una de las mesas mirando su celular, tiene un Hot Dog y una Coca-Cola en su mesa. Yoona me jala del brazo y caminamos hacia él—. ¡Yuntae! —lo llama ella contenta y él levanta la vista, sonríe al vernos—. ¿Podemos sentarnos? —le pregunta y él asiente.

Nos sentamos, no sé por qué, pero estoy incómoda. Yuntae me pone muy nerviosa cuando me mira y, además, esa bandana que tiene en su frente deja que su cabello tenga una caída perfecta; en pocas palabras, le queda demasiado bien. Yoona ordena comida.

—¿No vas a ordenar? —me pregunta Yuntae.

Niego.

—No tengo hambre.

—¿Por qué? —dice preocupado.

—Bueno, yo... —trato de explicar, pero me interrumpe Yoona.

—Ella no ha estado comiendo bien últimamente. Si sigue así, se va a enfermar muy pronto —dice regañándome y Yuntae me observa serio, pero a la vez suave.

—No me voy a enfermar, Yoona. Mejor come por mí, ¿sí? —digo riéndome y le pongo un poco de comida en la boca, para callarla.

Miro nerviosa a Yuntae y él está comiendo muy tranquilo su Hot Dog. Comienzo a revisar mi celular, o al menos trato de hacer el intento, ya que está apagado. No puedo con estos nervios que me dan cada vez que estoy junto a él, incluso creo que siento las tan llamadas maripositas en el estómago. Por el rabillo del ojo veo que Yoona recibe un mensaje.

—Eunji, tengo algo que hacer, debo irme —me dice y me cruzo de brazos.

—Pero dijiste que pasaríamos juntas hoy.

—Será para otra ocasión —dice restándole importancia. Y yo la miro seria, levantando las cejas.

—Sí, claro, seguro que irás con el Superior.

—Yo sí tengo cosas importantes que hacer, no como tú, que solo te la pasas acostada comiendo helado y viendo esos videos sucios —refuta indignada, quizás porque mi subconsciente me está avisando que ella se va solo para dejarme sola con Yuntae. Me niego a que eso pase, no podré con la tensión.

Ella me da un golpecito en el hombro y ambas soltamos una carcajada que toma por sorpresa a Yuntae; él estaba sorprendido viendo cómo "discutíamos" y ahora casi se ahoga al escuchar lo último que dijo Yoona. Por Dios, Yoona, ¿cómo dices esas cosas frente a él?, va a pensar que es verdad.

—Okey, Yoona, entonces nos vemos mañana —digo palmeando su espalda.

—Sí, recuerda dejar de ver esas cosas, son malas para la salud mental —se burla y de inmediato abro los ojos como platos. Ella sigue con eso, ¿qué va a pensar él de mí?

—Y tú, recuerda usar protección —espeto burlándome, pero mi risa desaparece cuando ella se va y me quedo sola con él.

Mis nervios regresan y noto que él no ha dejado de mirarme con aquella mirada que me pone a flotar.

—Eunji, ¿sabes patinar? —pregunta sonriente y me alivia el hecho de que no tomó en serio lo que dijo Yoona.

—Sí, ¿por qué?

—¿Quieres ir a divertirte un rato? —inquiere poniéndose de pie. Asiento con una sonrisa estúpida en mi rostro. Él paga la cuenta y salimos de aquel lugar.

Ahora estoy aquí, poniéndome los patines, y no dejo de sonreír como una tonta; el solo hecho de pensar que vamos a patinar juntos hace que mi corazón salte de alegría.

—Eunji, ¿te puedo contar un secreto? —Su voz me saca de mis pensamientos. Lo miro, él está sentado a mi lado, con los patines ya puestos.

En este lugar hay muchas personas jóvenes divirtiéndose. Él se acerca demasiado a mí y me tenso.

—Es que... no sé patinar —susurra en mi oído, haciendo que me erice. Lo miro y me río.

—Entonces, ¿por qué me invitaste si no sabes? —cuestiono y él se ríe como un niño pequeño, con su mano sacude su cabello de una forma tan sensual que me pongo roja.

—Quiero que tú me enseñes —responde aún riendo, su risa es encantadora y hermosa.

Veo como se moja los labios con su lengua y por impulso muerdo los míos.

—Entonces vamos. Hoy seré tu maestra, así que debes obedecerme en todo lo que te diga, ¿entendido? —bufo colocándome de pie. Él repite mi acción y muestra una sonrisa ladina.

—Como ordenes, maestra —murmura muerto de la risa. Entramos a la pista de patinaje y de inmediato él me toma de las manos; con tan solo su tacto sentí una corriente eléctrica. Caminamos con mucho cuidado, pero sin dejar de reír.

Él trata de seguirme el paso, pero obvio, pierde mucho el equilibrio y se ha caído un par de veces, lo cual me ha sacado enormes carcajadas. Yuntae es demasiado tierno.

En este lugar hay muchas chicas que no dejan de ver al hermoso chico que ahora está detrás de mí, con sus manos a cada lado de mi cintura mientras patino guiándolo.

He reído tanto que me duelen las mejillas. Quien me viera así de feliz, no me creería que hace poco me secuestraron y violaron.

Regreso a casa y coloco mis cosas sobre la mesa. Me siento en el sofá, estoy muy cansada, Yoona me hizo caminar todo el día y las clases de patinaje fueron divertidas, pero muy agotadoras.

—¿Quién será la chica con la que estaba hablando Yuntae? Era bonita, aunque se veía más joven, seguro es una estudiante de secundaria —me pregunto a mí misma recordando cuando los vi conversando.

Me quito los zapatos y me recuesto en el sofá cerrando mis ojos.

Tu vida está a punto de cambiar, ya nada volverá a ser como antes.

—Está bien, no quiero volver a mi antigua vida.

—¿Por qué?

—Estaba vacía.

Abro los ojos y lo primero que veo es esa máscara espantosa frente a mí.

—Pensé que nunca ibas a despertar —murmura el tipo de la máscara, sentado sobre la mesita que está a unos pasos frente a mí.

—No puede ser cierto —exclamo, despertando de mi tranquilo sueño para entrar en esta horrible realidad. ¿Por qué tiene esa mala costumbre de aparecer así de repente, como si fuera un fantasma? —. ¿Qué hora es? —le pregunto, pasándome las manos por el rostro, resignándome a que de ahora en adelante su presencia será algo inevitable.

—Son las nueve —contesta mirándome con la voz neutra. No dormí mucho, ya que llegué a las siete y media. ¿Cuánto tiempo llevará aquí? —. ¿Cuándo dejaste de tenerme miedo? —me pregunta.

—Aún te tengo miedo, ya que en cualquier momento me puedes matar.

—¿Entonces?

—Creo que será mejor que me acostumbre a tu horrible presencia —digo irritada, y la verdad es que estoy tan mal que ni siquiera puedo comer desde que regresé.

Él se levanta y se coloca frente a mí, poniendo sus manos sobre el espaldar del sofá, a la altura de mis hombros. Mi rostro está demasiado cerca al suyo, no puedo retroceder. Me tenso y él me mira con esos ojos tan intensos. De repente resuena una carcajada sacada del mismo infierno.

—¿Por qué siento que me ocultas algo, Eunji? ¿Por qué no me cuentas tus más oscuros secretos?

—Yo no tengo secretos.

—Esto va a ser divertido —bufa —. Desde que te conocí he estado buscando la razón por la cual me llamaste tanto la atención. Pero ahora ya sé por qué me gustas tanto: ¡estás igual de loca que yo! Eres igual a mí, lo sé, puedo verlo en tus ojos.

—Te equivocas, yo no me parezco a ti —digo seria, levantando una ceja. Es ofensivo que diga que somos iguales, él es un asesino.

—¿Quieres que te lo pruebe? —propone muy seguro, y yo asiento—. Te estás mordiendo el labio en este momento —murmura tocando mis labios con la punta de sus dedos y es verdad, no me había dado cuenta de que lo estoy haciendo—. ¿Quieres besarme, ¿verdad? Pero ¿qué clase de persona cuerda querría besar a un asesino? —susurra él con voz sexy. Trago saliva—. ¿Lo ves?, tengo razón —dice crédulo. ¿Por qué siempre tiene razón?

¿Quiero besarlo?

—Está bien, lo acepto, quiero besarte, pero no creo que quieras quitarte la máscara, ¿o sí? —lo reto y él se endereza.

Voy a jugar su juego, eso es lo que él quiere, ¿no? Entonces juguemos. Me extiende su mano, ¿qué es lo que planea hacer? Le doy la mía y él me jala para ponerme de pie, su mano está fría.

—Vamos, no quiero que te quedes con las ganas.


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           Nota de la autora
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Hola.
Creo que a nuestra prota se le cruzaron los cables. pero que piensan ustedes, ¿creen que su plan de llevarle la corriente funcione?
Chaíto.

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