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Capítulo 1

Mi cuerpo lucha y patalea mientras trato de liberar mi cabello de su agarre. Gritos de auxilio retumban en las paredes. Estoy siendo arrastrada por un pasillo sin poder hacer nada por defenderme, mi fuerza no se compara con la suya. 

Nos detenemos al pie de las escaleras y él me carga sobre su hombro, me sujeta con fuerza asegurándose que no logre huir. Mi pecho sube y baja ante una respiración forzada provocada por haber corrido, mi cuerpo tiembla solo con el pensamiento de lo que va a suceder.

Bajamos las escaleras hacia mi espantoso destino, una pequeña habitación de cuatro metros cuadrados. Atravesamos otro estrecho pasillo, y sigo sin parar de luchar y gritar, aunque estoy demasiado asustada trato de aferrarme a algo, sin embargo, el único rastro de lucha que queda son las huellas de mis manos manchadas de sangre que voy dejando sobre la pared.

Llegamos a nuestro destino y de inmediato él me deja caer, mi cuerpo hace contacto violento con el suelo frío. Me pongo de pie y enseguida siento como su puño se estampa en mi cara dando comienzo a una ola de golpes que sigue y sigue, hasta que caigo de nuevo al suelo y en mi visión solo hay un rojo carmesí. De mi boca sale sangre y de mis ojos lágrimas de frustración y miedo. Ahora siento como sus pies se estrellan contra mi abdomen y otras partes de mi cuerpo.

Ya no puedo luchar, ni siquiera puedo gritar, no tengo fuerzas para moverme, solo siento como él sigue golpeándome y veo como el piso se mancha cada vez más con mi sangre. Mi vista se vuelve borrosa y luego solo veo todo negro, no puedo evitar cerrar los ojos.


시작

Tic. Tic. Tic.

Presiono el botón de apagado y dejo salir el aire que he estado conteniendo, me dirijo hasta la ventana de mi habitación y la cierro. Aunque no hace mucha diferencia ya que está hecha de vidrio así que aún puedo ver aquel árbol que está situado justo enfrente de mi casa. Me alejo de la ventana y tomo mi bolso, para acto seguido salir de mi habitación mientras pongo un poco de bálsamo en mis labios.

Salgo disparada de mi cuarto sin ni siquiera mirar mi aspecto en el espejo, bajo las escaleras grabando en mi mente que estoy haciendo esto por mi bien, que esta nueva etapa que comienza hoy, es algo bueno. Atravieso la sala de mi nueva casa a la cual me mudé ayer es por eso está llena de polvo y cajas. Dejo mis pantuflas a un lado de la puerta y rápido me coloco mis zapatos para finalmente salir a la calle.

Camino hasta la parada de autobuses que queda a solo una cuadra de mi casa. Estoy un poco agotada por no haber dormido bien la noche anterior haciendo el intento de organizar mi nuevo cuarto, así que al llegar tomo asiento en la banca y espero la llegada del vehículo color verde que suministra la universidad, por lo tanto, es gratis, claro solo para los estudiantes. El autobús hace su parada y todos los estudiantes que estamos aquí esperando subimos, ya adentro tomo asiento al lado de una ventanilla y espero que el resto terminen de ingresar.

Luego de un rato el recorrido comienza y de lo nerviosa que estoy se me olvida que la distancia entre la universidad y mi casa es muy corta así que, en un abrir y cerrar de ojos ya me encuentro observando a través de la ventanilla aquel monumento gigantesco en forma de triángulo, pero con una línea recta a un lado, el cual es la representación del nombre de esta universidad en caracteres y la cual se encuentra situada en toda la entrada. Pasamos por debajo de ella y la ansiedad junto con un poco de emoción me atacan.

El conductor se detiene a varios metros de la entrada y cuando bajo la realidad me golpea. Me encuentro rodeada de enormes edificios con fachadas y colores similares, con fortuna logro distinguir a pocos pasos un letrero así que me dirijo a este. La imagen de un mapa me recibe, en el hay muchos lugares y además me doy cuenta de que este lugar es más grande que mi antigua provincia. Distingo en el mapa que hay divisiones por secciones y colores, las cuales corresponden a los campus, también los ubicaban con letras y números; mi campus es el de administración y este gracias al cielo está en la sección A y su color es azul pero antes de ir saco mi celular para tomarme una foto y enviársela a mis padres.

Me doy la vuelta y enciendo la cámara frontal, alargo un poco el brazo izquierdo para conseguir una vista mía de pie justo con ese hermoso monumento en la entrada. Mi rostro aparece en la pantalla y noto que mi cabello está despeinado y mi flequillo está abierto.

—¡Genial! Estoy espantosa —murmuro para mí misma, mientras que con mi mano izquierda trato de arreglarlo. Aunque no he tenido tiempo de desempacar mi ropa, si pude ponerme mis jeans favoritos, una blusa blanca ajustada y por encima, un cárdigan color marrón de mangas largas que solo me llega hasta la cintura; me encanta porque es holgado y suave. Para terminar mi estilo relajado están mis zapatos blancos.

Ya con mi cabello arreglado, le sonrío a la cámara, pero en el instante que presiono el botón alguien pasa detrás de mí cubriendo un poco la vista del monumento. Siento un escalofrío en todo mi cuerpo y mi piel se eriza. Sin darle importancia a lo que acabo de sentir, guardo el celular sin mirar la imagen y con ayuda de mis dedos ubico en el mapa el edificio de registro y me decido a encontrarlo. Camino por varios minutos, y en el proceso veo a muchas personas caminar a mi lado, pero éstas sí parecen conocer todo.

Este lugar es muy grande, hay muchos caminos que llevan a diferentes edificios, no puedo disimular que estoy perdida. No me basta con ser un total desastre en mi vida y aspecto físico, sino que también soy demasiado introvertida. Aún a mis casi veintiún años siempre tengo que ir en compañía de mi madre a los lugares públicos. Pero ahora me toca aguantarme porque no puedo decirle a mi mamá que venga a estudiar conmigo. Eso sería vergonzoso.

—Hola —dice una chica acercándose a mí con una sonrisa cálida. Es linda y casi de mi misma altura, tiene el cabello corto hasta los hombros y de un color castaño muy claro. Lleva un vestido verde de cuadros semi-ajustado en la cintura y le llega hasta los muslos.

—Hola. —Me inclino un poco, ella hace lo mismo.

—¿En qué departamento estás? —me pregunta.

—Estoy en Administración y soy de primer año.

—¡Oh! ¿En serio?, yo también —resopla contenta—. ¿pero por qué no te vi ayer en la inducción de ingreso.

—Eso.. yo acabo de llegar y no pude asistir, por eso no conozco a donde tengo que ir —confieso y ella sonríe.

—No te preocupes, yo te enseño, primero tienes que ir a la oficina de registro, que está por allá —Señala el edificio más cercano—. Y ahí te darán todo lo que necesites acerca de los campus y la ubicación de las clases —Habla tan rápido que me sorprende—, vamos yo seré tu guía —dice con mucha emoción, la cual se me contagia. Creo que los nervios de mi primer día ya se están disipando gracias a ella. Con mucha confianza enrosca su brazo alrededor del mío y comienza a caminar haciendo que la siga—. ¡Ah, por cierto! Mi nombre es Yoona, Kim Yoona —murmura y me mira con curiosidad.

—Mi nombre es Kang Eunji...

Después de registrarme, Yoona me enseña el salón de clases, ya hay varios estudiantes esperando, ansiosos por que inicien las clases. Entramos y nos sentamos en unos asientos vacíos, que están ubicados en una pequeña curva y como estoy sentada en el extremo derecho, tengo una vista perfecta de todos los demás, pero sobre todo del salón. Ya veo por qué esta universidad es una de las mejores, toda su estructura refleja lo avanzada que es con respecto a las otras.

Pasan unos minutos y el profesor de nuestra primera clase entra, es un hombre ya mayor; está vestido de manera formal y por lo que estoy escuchando en su presentación, es muy estricto. De la nada me dan unas ganas de estornudar y lo hago, dos veces. Como el salón está totalmente en silencio, mis estornudos se escuchan como si tuviera un micrófono puesto. "¡Qué vergüenza!", repite mi subconsciente, mientras todos me voltean a mirar incluido el profesor.

—Señorita, ¿será que puedo continuar con mi presentación? —Soy consciente de que estoy como un tomate y ni siquiera puedo mirar al profesor.

—Lo siento —digo avergonzada. Escucho a los demás reírse y murmurar sobre mí. ¡Qué vergonzoso! Me doy golpes mentales. La clase comienza y el profesor no para de hablar mientras nos muestra imágenes en una gran pantalla.

Estoy concentrada mordiendo la parte superior de mi lápiz y de la nada, no sé si por un instinto, giro la cabeza hacia mi izquierda y mi mirada se encuentra con unos ojos negros que me miran con intensidad. Por alguna razón mi corazón se detiene cuando veo que él susurra algo, debido a la distancia no lo escucho, pero es como si entendiera lo que dice.

Una sonrisa divertida aparece en sus labios y yo desvío mi mirada con nerviosismo hacia mis manos, las cuales están recostadas ahora en mi regazo, y jugando entre ellas. Respiro profundo y no sé de dónde saco el valor, pero la curiosidad de saber si aún ese chico me está mirando o solo fue una casualidad, me gana.

Despacio giro mi cabeza y con timidez lo miro. ¿Por qué?, ¿por qué me mira así? Es un chico muy guapo: tiene el cabello negro apuntando en diferentes direcciones, se ve que ha pasado con anterioridad sus dedos, dándole un toque despeinado que solo lo favorece. Un rostro totalmente perfecto sin rastro de barba o acné; tiene una mirada profunda, una nariz mediana y respingada, labios provocativos, una mandíbula muy marcada y masculina. Lleva un abrigo marrón y una camisa azul celeste con un botón suelto que deja ver un poco de su pecho y su piel blanca.

Regreso mi mirada a mis manos y me doy cuenta que he estado conteniendo la respiración. Para poder controlarme, decido volver a concentrarme en el profesor e ignorar el sentimiento inquietante que me produce ese chico.

Unos minutos después la curiosidad vuelve a atacarme y otra vez giro con disimulo mi cabeza para volver a mirar a ese chico. Sonrío para mí misma, esta vez no me está mirando, él está concentrado en la pantalla. Lo sabía, solo fue una coincidencia, ¿por qué un chico tan perfecto como él estaría mirándome?

Las clases han terminado y estoy recogiendo mis cosas, mientras Yoona se levanta con rapidez.

—¿Puedes adelantarte a la cafetería?

—Sí, claro. Pero ¿por qué? —le pregunto confundida.

—Tengo que preguntarle algo al profesor, solo tardaré unos minutos. No quiero hacer que esperes aquí.

—Bien, no tardes. —Le sonrío y me pongo de pie. Veo que ella se acerca al profesor y conversan un poco, como si se conocieran de antes. Salgo del salón con dirección a la cafetería.

Estoy sentada en una de las mesas con mi comida sobre ella y saco mi celular para enviarle la foto a mi mamá. Lo hago y escribo un corto mensaje diciéndoles que los extraño y que espero que papá me perdone.

Los recuerdos del día que discutí con mi padre porque había descubierto los papeles de inscripción a la universidad, regresan a mi mente. La imagen de él enfadado porque fue mi abuela la que me había ayudado y alentado a venir a Seúl divaga por mi cabeza. Mi padre le guarda mucho rencor desde que ella no le permitió casarse con mi madre –una mujer extranjera que tiene una hija con otro hombre­­– y ahora esto, en definitiva, se debe sentir decepcionado. Fue muy doloroso para mí tener que venir a Seúl sin su aprobación, pero no quería quedarme más en ese lugar. Es mi madre la que siempre me apoya y va en contra de las reglas que siempre pone mi papá.

Reacciono y me doy cuenta de que mi celular está apagado, y justo cuando lo voy a encender, en la pantalla veo que detrás de mí, después de otra mesa, hay una persona observándome. No alcanzo a ver quién es, pues se ve borrosa la silueta. ¿Quién es esa persona? Decido girar mi cabeza y ver quién es, lo hago, pero no veo a nadie, solo hay dos chicas sentadas en la mesa de atrás y justo donde he visto a la persona solo hay un cristal grande.

— ¿Me tardé mucho tiempo? —Me sorprendo y volteo de nuevo para encontrar a Yoona a mi lado—. ¿Qué estabas mirando? —pregunta y se sienta, mirándome intrigada.

Sin saber qué decirle, vuelvo a mirar aquel punto en el cual no hay nadie; eso quiere decir que solo lo he imaginado.

—Nada. —Le doy una sonrisa de labios cerrados.

—Bien, comamos, tengo mucha hambre —murmura y comienza a devorar su plato como si llevara días sin comer absolutamente nada; quizás tenga un gran apetito, pero ¿entonces cómo hace para estar delgada?

—¿Dónde vives, Eunji?

Su repentina pregunta me hace dudar, ya que no sé si decirle que antes vivía en Jeolla, o si se refiere a ¿Dónde vivo en la actualidad? Me decido por la segunda opción.

—Vivo cerca, a unas calles de aquí, de hecho. —Tomo los palillos dispuesta a comer, aunque no tengo mucho apetito. Pero solo el recordar que a mi padre le molestaba mucho que me saltara las comidas me hace querer acabar con toda la comida que me pongan enfrente.

—Ah, yo vivo lejos. Algún día te invitaré a mi casa, ¿de acuerdo? —Me sonríe—. ¿Y de dónde son tus padres, Eunji?

—Son italianos, pero mi actual padre es coreano. Es una larga historia —explico al ver su cara de confusión—. Verás, mi madre llegó aquí a Corea después de divorciarse de mi verdadero papá, cuando yo tenía un año, y luego se casó con un hombre coreano al cual yo considero mi padre.

—Entonces tienes doble nacionalidad. —Llega a la conclusión y yo asiento mientras llevo un bocado de arroz a mi boca, aunque ella ya lleva más de medio plato terminado.

—Sí —contesto, y en ese momento un chico alto y atractivo, vestido por completo de blanco, se acerca.

—Hola —nos saluda y nos sorprendemos, ya que nos habla con demasiada familiaridad.

—Hola, Superior —decimos al tiempo inclinándonos y él muestra una sonrisa cálida.

—Ustedes son del Departamento de Administración, ¿verdad? —Asentimos—. Bien, es que hemos organizado una fiesta de bienvenida en el gimnasio. Es una tradición que los de primer año asistan. ¿Vendrán? —dice y yo observo a Yoona, quien está ligeramente ruborizada ante la presencia del Superior.

—¡Claro! No nos la perderíamos —suelta ella muy entusiasmada.

—Bien, síganme. ¡Oh! Discúlpenme, mi nombre es Ah Seowoo y soy el líder del departamento.

Eso explica por qué se ve un poco mayor que nosotras. Es que a los estudiantes de último año se les encarga que coordinen y guíen a los de primer año, esa es la razón por la que los llamamos Superiores. Nos dirigimos al gimnasio, mientras Yoona me comenta lo guapo que es el chico que va caminando delante de nosotras.

Llegamos y veo demasiados estudiantes de diferentes carreras. Se identifican por unas chaquetas de varios colores, Seowoo nos da unas chaquetas púrpuras y nos las ponemos. Caminamos entre las personas hasta que nos encontramos con el resto y nos sentamos junto a ellos, formando un pequeño círculo.

Después de sentarme levanto la vista y, para mi sorpresa, veo a ese chico otra vez, pero esta vez más cerca, él está hablando con otro chico que está a su lado. En medio del círculo hay una mesa con botellas de cerveza, vasos y unos bocadillos.

—Okey, chicos, tomen un vaso y brindemos —dice Seowoo después de servirlos. Tomo mi vaso—. ¡Porque nuestro departamento sea el mejor y todos seamos amigos!

—¡Salud! —gritan todos en una sola voz.

—De un sorbo —dice otro chico emocionado. ¿Qué? Yo nunca he tomado, miro a todos y lo están haciendo. Sin pensarlo dos veces me tomo la cerveza. ¡Ugh! Paso el trago con dificultad y siento que la garganta me arde.

—Eunji, vamos a tomarnos unas fotos —murmura Yoona, sacando su celular del bolso.

—Claro. —Dejo el vaso sobre la mesa.

Después de tomarnos varias fotos, una chica de cabello largo y piel perfecta se pone de pie para llamar la atención de todas. Ella está a mi otro lado y parece muy emocionada.

—Chicos, ¿por qué no jugamos a algo divertido? —Sugiere y todos asienten con alegría luego de tomar varios tragos—. Tú, Han Yuntae, dinos ¿qué deberíamos jugar? —dice señalando a aquel chico.

Entonces su nombre es Han Yuntae. Hasta su nombre es lindo.

El chico se sorprende cuando ella le pregunta, y un poco tímido se pone una mano en el cuello, para luego mostrar una hermosa sonrisa que emociona a todas las chicas.

—Lo siento, es que yo no sé mucho de juegos.

Se ve tan tierno sonriendo, tiene una hermosísima sonrisa. De repente mi celular suena, lo miro, ¡Es el número del teléfono de la casa de mis padres! Me están llamando así que tengo que contestar rápido.

—Yoona, me tengo que ir. Nos vemos mañana —le aviso a Yoona y me levanto, ella asiente sin poder ocultar su descontento. Salgo con rapidez del gimnasio y la brisa golpea mi rostro, dándome a entender que no he debido beber tanto, ya que esta es mi primera vez tomando alcohol y ahora todo me da vueltas. Ya estando afuera contesto.

—¿Mamá? —inquiero sabiendo que mi padre no estaría llamándome.

—Sí, hija, soy yo.

—¿Cómo estás? ¿Cómo está papá? —pregunto angustiada. Sé que es normal que las madres llamen seguido a sus hijos, pero en mi caso nosotras no hemos tenido contacto desde que llegué a Seúl, así que se me hace preocupante.

—Nosotros estamos bien, ¿y tú, querida? ¿Cómo estás? ¿No te has enfermado? ¿Estás comiendo bien?

—Sí, mamá... Te extraño. Extraño a papá —le digo sintiendo como mi pecho se contrae.

—Nosotros también, pequeña, te amamos, y estamos muy orgullosos de que estés en la universidad.

—¿En serio? —sollozo intentando retener las lágrimas.

—Dime, ¿has estado comiendo bien?

—Sí, mamá, no te preocupes, yo estoy muy bien.

—Qué bueno... ¡Ah!, hija, te llamo después —dice y corta con rapidez la llamada.

— ¡Mamá!, espera —exclamo y sé muy bien que lo hace porque papá ha llegado a casa... Aun así, estoy muy feliz de poder escuchar su voz. Guardo mi celular, me limpio las lágrimas con las mangas de la chaqueta y comienzo a caminar para irme a casa.

Durante todo el camino me he sentido extraña y constantemente miro hacia atrás, porque tengo una espeluznante sensación de ser vigilada, y además me duele cabeza. Al fin llego a casa, entro y me tiro en el sofá de la sala. Me quito la chaqueta y la pongo a mi lado.

—Me duele mucho la cabeza. Será mejor que me acueste.

Subo a mi cuarto el cual, está muy oscuro, enciendo la lámpara y busco mi pijama en el armario, después de cambiarme apago la lámpara dejando que todo vuelva a estar tranquilo y que solo sea la luz de la noche la que me acompañe. Me acuesto de lado y froto mi cabeza contra la almohada mientras intento enfocar mi vista, la tenue luz que entra por la ventana es obstruida por una silueta oscura y borrosa.

Creo que no fue buena idea tomar alcohol porque ahora hasta veo cosas extrañas. Rio con debilidad.

—¿Quién eres? —pregunto sintiendo cada vez más una pesadez en los párpados—, ¿eres un fantasma? Por qué si es así tengo que advertirte que no le temo a los fantasmas. —Cierro los ojos y me acurruco bajo las sábanas—. Me asuntan más las personas.

**

Despierto con una extraña sensación de ahogo y rápidamente tomo asiento sobre mi cama, descubriendo que por la ventana ya se alcanzan a adentrar los resplandecientes rayos del sol. Me pongo las manos en la cara y noto que estoy sudando. Ojeo la hora en el reloj de la alarma y suspiro aliviada al notar que aún es temprano. Decido levantarme para darme una larga ducha e intentar calmar mi dolor de cabeza. Salgo y me pongo una falda y una camisa holgada blanca con unas sandalias, después de peinarme y maquillarme un poco, bajo a la cocina para desayunar.

—¡Eunji! —Se escucha un grito eufórico, el cual llama toda mi atención. Es Yoona, quien viene corriendo a toda prisa. Sonrío porque su corto cabello se levanta cuando corre. Apenas llega noto que su respiración es un desastre—. Mira —me dice mostrándome su celular.

—¿Qué es? —le pregunto al ver mi foto en la pantalla, ya que no recuerdo haberme tomado esa foto.

—Hicieron una lista de las chicas más guapas de la universidad, y tú estás en el primer lugar de las de primer año.

—¿Qué? —Abro mis ojos en sorpresa y ella se ríe.

—¿Acaso no sabías que eres guapa? —cuestiona colocando una mano sobre su cintura, yo niego.

—No pensé que encajara en los estándares de Corea —confieso tímida recordando que durante mis años de secundaria me molestaban por ser diferente.

—Sí, incluso hay personas debatiendo si eres más guapa que la diosa de SNU.

—¿Quién es ella? —le pregunto interesada. Yoona pasa su dedo por la pantalla y aparece una foto de una chica que me deja con la boca abierta.

—Su nombre es Susi Lee. Es del Departamento de Psicología y está en segundo año —me informa y yo observo bien a la chica en la foto. Es hermosa; cabello negro, piel de seda y pálida, rostro perfecto, alta y muy delgada y por supuesto actitud de diosa. Es ese tipo de chica que ves y te da la impresión de ser una celebridad.

—Y yo que quería ser invisible —murmuro con frustración.

—¿Invisible? Después de esos estornudos de ayer, no lo creo. —Se ríe—. Y Han Yuntae también quedó en primer lugar.

—¿Han Yuntae? —pregunto y ella asiente.

—Y tienen razón, él es el más guapo y además es agradable.

—En serio, ¿cómo sabes eso? —pregunto curiosa, pero a la vez trato de parecer discreta.

—No lo sé. Él siempre está sonriendo, es amable y su manera de comportarse es muy tierna. —Hace un puchero.

—Ah, pensé que lo decías por la fiesta de ayer, ¿qué no iban a empezar a jugar cuando me fui? —pregunto mientras nos adentramos al salón, en el cual ya hay varios estudiantes.

—No, sobre eso, él se fue después de ti. Creo que tuvo algo que hacer. —Se acomoda el cabello detrás de la oreja—. Lástima que no se a mi tipo, a mí me gustan más varoniles, ya sabes rudos —dice mientras ríe picara y me guiñe un ojo.

Ella está a punto de preguntarme el tipo de hombre que me gusta, pero una maestra entra indicándonos que hagamos silencio para poder comenzar con la clase así que solo olvidamos el tema.

En este segundo día he asistido a solo cuatro clases, pero la que más tengo marcada es la primera, debido que me gané la atención del profesor gracias a mis estornudos y ahora es como si yo fuera la única que existiera en su clase.

—Creo que no le agrado al profesor Lee —le murmuro a Yoona mientras tomamos asiento en una mesa para comer.

—¿Lo dices por la pregunta que te hizo?

—No, fue por el tono en que lo hizo —aclaro triste.

—O tal vez no soporta que seas la más linda. —Se burla y me saca la lengua.

—¡Oye! —la reprendo sacándole también la lengua y nos reímos fuerte como tontas.

—Disculpen, chicas, ¿podemos sentarnos? —nos pregunta un chico de pie frente a nuestra mesa; alto, delgado y muy guapo. Cabello negro, lleva unos jeans rasgados y un suéter de mangas largas negro. Y a su lado está Yuntae, con esa cara y cabello perfecto, un suéter verde y unos lentes. ¡Se ve divino!

Cálmate, Eunji, no demuestres lo poco que veías chicos guapos en tu antiguo hogar.

—Claro, siéntense —dice Yoona emocionada salvándome, ya que yo no puedo ni moverme. Ellos toman asiento. Yuntae frente a Yoona y el otro chico frente a mí. He de resaltar que, si lo he visto, era el que estaba conversando muy alegre con Yuntae ayer, pero no me había fijado lo atractivo que es h asta ahora que está frente a mí.

—Ayer no pude conocerte porque te fuiste muy temprano, así que... ¡Hey!, soy Sooho y él es mi amigo Yuntae —dice eso tímido, pero a la vez muy seguro y luego señala a Yuntae, quien sonríe mientras inclina un poco su cabeza.

Sería un pecado decir que Sooho no es demasiado guapo, pero el que está sentado a su lado, para mí es otro nivel. Ambos son atractivos de maneras diferentes: Sooho tiene pinta de bad boy y Yuntae, aunque se ve tierno, su mirada dice lo contrario.

Mi amiga, ahora sonrojada, me aprieta la mano por debajo de la mesa para que reaccione, pues estoy paralizada.

—Hola, soy Kang Eunji —murmuro un poco torpe.

—¡Wow!, eres muy linda —dice Sooho alagándome, estoy segura de que estoy sonrojada. Mientras miro a los dos chicos frente a mí como una estúpida—. ¿Podrías darme tu número?

—¡Oye! Harás que se avergüence. Además, ella podría tener novio —lo regaña Yuntae dándole un golpecito en el hombro y riéndose. Seguro se está burlando de mí por parecer una tonta.

—Oh, eso es cierto. ¿Tienes novio? —me pregunta Sooho. Veo un poco de preocupación en su cara, como si temiera mi respuesta.

Niego con la cabeza incapaz de hablar. Él me da su celular, dejando atrás cada signo de preocupación, para así darle la bienvenida a una sonrisa victoriosa. Recibo su celular mirando de reojo a Yoona, quien está tratando de no reírse. Escribo en su celular mi número y se lo devuelvo, él me sonríe.

Parece que ambos planean quedarse en nuestra mesa, así que mis nervios salen a flote y no puedo evitar mirar a Yuntae; más bien apreciar cada parte de su cuerpo: sus brazos que, a pesar de estar cubiertos por tela, se puede ver de manera clara sus muy definidos músculos, su amplio pecho, sus fuertes hombros, su mandíbula, la cual está más marcada que hace un rato, sus labios son tan provocativos y a la vez suaves.

Elevo mi mirada un poco más y una electricidad me recorre cuando noto que él me está mirando fijo. Me ha descubierto mirándolo de tal forma como si quisiera comérmelo, ¿en qué estoy pensando? Él está mirándome con mucha curiosidad, lo cual hace que mi estómago se contraiga. Una sonrisa ladina sale de aquella boca tan provocativa, para después concentrarse en la alegre conversación que están teniendo mi amiga Yoona y el otro chico, la cual ni siquiera había estado escuchando.

—Al parecer le gustas a Sooho —me susurra Yoona al oído, mientras levanta una ceja.

—No digas tonterías —le susurro avergonzada.

—Estoy segura, le gustas...

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Nota de la autora:
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HOLAAAA.

Estoy muy emocionada y feliz por qué por fin me dicidí a publicar mi historia, Llevaba ya un tiempo pensándolo pero al fin lo hice y estoy que brinco en una pata.

Estaré subiendo muy seguido y espero que me tengan paciencia soy nueva en este mundo, Si les gustó este capítulo por fa voten y dejen sus comentarios.

Ilustración hecha por Maria Figueroa

Chaito.

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