† Soberbia †
—¡Wow, así que Damián tiene dos hermanos!. De seguro son igual de guapos que él… ¿acaso sabías esto, Sam?—pregunto mientras muerdo la zanahoria que tengo.
—Pues sí, lo sé. Yo mandé hacer el libro con la información del alfa.
Me responde confundida, caminando a mi lado y sosteniendo más zanahorias en sus manos.
Bufo molesto, ya que no me sigue el juego. Es obvio que lo sabía, pero no tengo a quien contarles mis delirios varios, así que le ordene a Sam que finja sorpresa cuando comente algo con respecto a Damián o a su familia.
—¿Por qué no viven en la mansión?
—Solo la familia del alfa regente puede vivir en la mansión Petrov, o sea, la luna y el progenitor del alfa.
—Eso es estúpido en este caso. Ya que por si no lo notaste, soy un hombre. Eso significa que no puedo tener hijos.
—Bueno, en realidad hay varios tipos de cambiaformas machos que logran quedar embarazados, Luna Gabriel. En el caso de los lobos, son llamados «Omegas y Deltas recesivos», pero muy pocos llegan a completar el ciclo del embarazo con vida; ya que el ser que cargan en su interior es frágil y vulne…rables...
Samanta va callando su informe mediante va notando mi espantosa reacción. Quedo estático, mudo, extremadamente sorprendido y mi mueca de asco mezclado con desconcierto debe decir todo lo que mi cerebro piensa.
Por la sorpresa que me he llevado, olvidé por completo el pedazo de zanahoria que me estaba comiendo, provocando que trague en seco y reaccione al sentir como el enorme trozo pasa por mi garganta sin ser masticado.
Me ahogo, toso con fuerza, y la reacción más rápida que tiene Samanta es golpearme en la espalda para que logre escupir la comida.
Pésima idea si me lo preguntan, ya que la estúpida me golpea con tal fuerza que escucho como esta hace ruido, me caigo de jeta al piso y sigo tosiendo.
En resumen, Samanta no tiene cerebro.
—¡Luna!—se desespera Sam.
—¡Estúpida!
Toso un poco más, ahora también quejándome del dolor que siento en toda la espalda. Sam sigue disculpándose mientras llora, a la vez que se tira al suelo para masajear el lugar en donde me hirió y también escupir saliva mientras grita por mi perdón.
«¿Y yo pensé que esta chica era tierna y seria?»
Escucho pasos, pero por el cuerpo de la chica que tengo arriba mío me es imposible saber quién es, y no es hasta que él habla que logro enterarme.
—¿Y ahora que ha pasado con ustedes?—pregunta con total frustración—Calmese, Luna. El alfa sentirá su dolor y vendrá a golpearme pensando que no lo cuidé. Y Samanta, deja de llorar. Por el amor a la diosa Luna, estás hecha un desastre, eres la comandante del ejército del Alfa; no puedes verte así...
—Pero… pero… ¡Él, yo….!—sigue llorando a mocos, intentando decir dos palabras sin hipear por el llanto.
Matthew la ignora, poniendo una cara de asco al ver cómo sus lágrimas se deslizan al mismo tiempo que sus mocos.
—Luna Gabriel, es mejor que entremos a la mansión. El Alfa ya se ha despertado y pregunta por usted...—«cierto, Damian.»
Pequeña cuestión que se me había pasado por alto. El señor todopoderoso, que supuestamente es un lobo, dueño de tierras sin fines y gobernante de personas igual de extrañas que él. Damián Petrov, aún sigue siendo todo un misterio.
Pero más es el misterio que lo rodeó al momento de su desmayo días atrás. El cual tardó tres horas en despertar. Vinieron doctores, pero nadie supo dar un veredicto sobre lo que lo llevó a decaer de esa forma. Tan solo le sugirieron descansar más, pero él sigue diciendo que no fue por el cansancio. Es extraño, yo apenas reaccioné cuando cayó de culo al suelo, escuché como gimió de dolor al golpear su cabeza con el suelo, y lo primero que hice fue llamar a todo pulmón a los del servicio.
Me inquieté. No lo niego. Pero sigo queriendo saber el porqué de ese sentimiento temeroso. Creo que debería seguir la charla con Sam para saber más sobre “El vínculo” que tengo con Damián.
—Ya lleva catorce días aquí, Luna. ¿No le gustaría conocer el pueblo, la manada o el exterior del bosque?—pregunta Matt al subir las escaleras, se oye incómodo pero pone una pequeña sonrisa para disimularlo.
No lo pienso mucho al responder.
—No me interesan esas personas.
No digo más. Matthew tampoco lo hace, aunque su rostro dice lo que su boca no.
Sus ojos se opacan, y su se no se frunce levemente. Pero aún así, aún sintiendo ese extraño dolor que le he visto a más de un sirviente aquí cada vez que me ofrecen salir de la mansión, no hace más que sonreír y asentir. Como si esto fuera una acción programada.
Ignoro de nuevo ese hecho. Sigo mi camino con la presencia incómoda de Matthew detrás de mí hasta que llegamos a la habitación.
—Oye, avísale a Damián que venga a mi cuarto. Es importante—comunico al momento de ver a una mujer limpiando uno de los cuadros extraños.
—Sí, mi Luna.
La mujer se va, dejándome con Matt frente a la puerta, al entrar, noto como las cosas que yo había desordenado por mero aburrimiento al no tener muchas visitas aquí.
Y no es que esté secuestrado, como en muchos libros que he leído. Más bien, yo mismo me he estado encerrando dentro de la mansión, no he dejado que nadie entre en mi cuarto a menos que sea Samanta, Matthew o alguna que otra persona que se encargue de la limpieza.
Esta orden está vigente desde el momento que Damián se desmayó. Osea, hace más de dos semanas. Y estas dos semanas él no ha mostrado su rostro, yo no le he llamado ni lo he buscado. Pero sí me han llegado conversaciones y sugerencias de su parte.
Según Matthew, mejor amigo y segundo al mando. Dice que Damián está algo ansioso porque yo empiece a visitar la familia, el bosque, y demás lugares de Sweet Waters.
“Dile a Gabriel que salga fuera de la mansión”
“Haz que Gabriel empiece a visitar a las personas de la manada”
“Muestrale los lugares de Sweet Waters”
“Dile a Gabriel…”
Una y otra vez fueron las veces que hice caso omiso de esas conversaciones. Harto, enojado hasta la médula con él.
Solo ordena, nunca da la cara. Pide todo, pero no da nada. En estos días no ha venido a verme, no ha comido conmigo, ni mucho menos ha dado permiso para que yo me acerque a él. Como si mi presencia fuera un peligro mortal.
Hace todo eso, y esas cosas eran mías.
Yo soy quien tiene que dar órdenes. Quiero tenerlo todo, a él incluso. se hace difícil. Me ignora. Me da órdenes. Me enfada tanto. Me hace enloquecer.
¿Se supone que somos una misma persona? ¿acaso es verdad que somos almas gemelas? Si todo esto es así, ¿por qué mierda no está detrás de mí? Me deja contra la pared, y ahora he tenido que dar mi brazo a torcer para mandarlo a llamar.
Salgo de mi propia guerra mental, para dar media vuelta y clavar mis ojos y garras en él.
—Matthew…—canturreo.
—¿Luna?—titubea.
Le sonrío, y su preocupación crece.
Me acerco, él da un paso hacia atrás pero este es dudoso, por lo que pisa mal y casi cae por mal equilibrio.
Tomo sus hombro, le sigo sonriendo, este abre sus ojos e intenta hablar pero no lo hace. Pare sorprendido y horrorizado. Temeroso al verme de cerca.
«Necesito más información sobre Damián...»
Estaba por acercarme más, pero una sensación extraña hormiguea en mi estómago, escucho pasos duros y luego una puerta es azotada con fuerza.
Me alejo lo más que puedo de la escena del crimen. Bajo su atenta vista, mirándolo directamente a sus ojos, y a la vena marcada que tiene en su frente.
—¿Qué está pasando aquí?— su voz suena potente y enojada.
—Nada, Matthew ya se iba…
—¡Sí!—grita asustado a todo pulmón.Y tan rápido como lo hace, se retira corriendo sin despedirse.
Ambos quedamos en silencio. Uno muy incomodo, por cierto.
Me muevo, captando de nuevo su atenta mirada. Camino un poco y me siento en mi cama sin decir nada.
Estoy esperando… Pero, ¿qué es lo que espero?
—¿Para que me has llamado?—cuestiona sin más.
Poniendo una postura más rígida, llevando sus manos hacia su espalda y tirando el pecho para delante. Como un soldado sin emociones.
—Para nada importante, la verdad…—miento, aparentando calma.
Busco su vista, pero esta vez no la encuentro. Damián baja su mirada, clavándo la en el suelo y frunciendo un poco el ceño.
—Entonces me iré, con permiso.
Algo en mi interior da un salto, provocando cierto malestar.
—¿Decepcionado?—digo lo primero que se me ocurre para frenar sus pasos. Aparento un tono burlón, y sonrío un poco. Aunque esta flaquea al no ver nada más que enojo en sus ojos.
—Deja de provocarme.—habla entre dientes.
—¿O qué?
Tan rápido como lo digo, sus ojos cambian con rapidez. El color azul se vuelve intenso, brillante, tal como el día que nos conocimos en aquel extraño lugar.
Su paciencia se acabó, y su bestia tomó el control.
Damián camina en zancadas largas, tan rápido como llega a mí, su mano sostiene mi mentón y me obliga a levantar la vista para verle la cara.
Nuestras narices se rozan, mi sonrisa se desvanece al quedar boquiabierto por esos enormes ojos azules. Me doy cuenta que mi plan se ha dado vuelta, y temo que estoy cayendo en los encantos de Damián.
—¿Por qué no estás visitando a la manada?—su voz sale más ronca—Ya has tardado mucho tiempo. Eres su luna, te están esperando.
Quedo mudo por algunos segundos.
—¿Qué?. ¡No!—saco su mano de mi menton, me levanto de la cama decepcióny enojado—Es aquí en dónde tenemos sexo, no el momento de hablar cosas sin importancias…
Las cejas se le vuelven a arrugar, aprieta sus labios. Los hoyos de su nariz se vuelven más grandes al momento que empieza a respirar con irregularidad. Un aura amenazante lo rodea, esto me deja paralizado, sin ser capaz de alejarme.
Y después, su golpe.
Damián me acababa de dar una bofetada con tanta fuerza que he caído al suelo sin darme cuenta.
Apenas me da tiempo de reaccionar, el dolor viene con lentitud, y cuando lo siento, todo mi ser arde.
En especial mi pecho, duele mucho más que mi mejilla.
—¡¿Qué mierda tienes en la cabeza, Gabriel?!—su grito revienta la burbuja de shock en la que estaba—¿Por qué tratas así a mi gente? ¡Ellos son mí familia, tu familia!
«¿Qué quiere decir con eso? ¿Familia? Yo no tengo eso…»
Tampoco importa si lo tenemos o no.
—¡¿Por qué eres tan soberbio al pensar así de ellos?!
—No sé de qué me hablas...— por alguna razón mis palabras se traban en mi boca, apenas si se ha escuchado lo que digo. Ya que los gritos de Damián siguen.
—¡Puedo saber en lo que piensas!— lo pronuncia como si fuera obvio—En estas semanas no has parado de pensar en ti mismo, en los lujos que te he otorgado, en la riqueza que te rodea y en él porque no me he acostado contigo.
Se vuelve a acerca hasta mí, me toma de la camisa, me levanta como si nada y me empuja contra la pared más próxima.
Es verdad, ¿para qué engañarnos?
De nuevo, esa voz aturde mi cabeza. Una voz y risa que siempre me rodea cada vez que tengo una pelea con una ex pareja sexual.
Una voz imaginaria que siempre me da la razón cuando pongo mi ego y mi diversión antes de los sentimientos de las personas.
—¿Y qué si es así?—pronuncio frustrado, apretando mis puños con toda mi fuerza—Solo me importa lo que tengo a mi alrededor, jamás me importaría esas personas que llamas tu familia.
Cada palabra que digo sale con veneno, un veneno que se inyecta en Damian. Provocando que su enojo aumente, que sus ojos brillen con más intensidad, y que las ganas de dañarme aumente en su cabeza.
—¡Te mataré!—me toma de los hombros para poder lanzarme hacia el otro lado de la habitación.
Grito de dolor. Siento que me he roto el brazo entero. Las lágrimas atropellan mi vista. El dolor se expande a cada parte de mi dolor.
No puedo acostumbrarme al dolor que siento en mi brazo roto, debido a que pronto siento el enorme cuerpo de Damian arriba mío; y sus manos van en dirección de mi cuello.
Abro mis ojos con horror, pero él no me ve. Parece cegado, o tal vez no le importo en absoluto y mi muerte no le causara nada.
Lo aprieta con fuerza. El aire desaparece. Mis ojos se cristalizan, y mi alrededor se vuelve borroso. Incluso su rostro, pero puedo ver como la locura consume sus azules ojos.
Aún estando al borde de la muerte, esa voz me ordena que siga provocando su enojo. No lo quiero hacer, pero las palabras siguen avanzando solas.
«—No me puedes matar, si yo muero, tú te mueres conmigo. Estás atado por siempre a mí, idota...»
Su agarre disminuye un poco, pero al tomar aire solo me daña mas. Como si mi garganta y pulmones estuvieran rotos.
—Hay más formas de matarte.—le escucho decir, pero no puedo reaccionar ni decir nada, ya que el desmayo me toma enseguida.
No-ti-ta
BUENAS, BUENAAAAS.
HE VOLVIDO, BEBESSSSS
¿Cómo han estado?
Yo súper atareada con las tareas, pero ya casi lo tengo, lo juro.
*Tiene más de 10 tps que entregar antes del 10-11 y apenas va por el 3ro*
Pero bueno, intento hacer todo lo posible para darme um tiempecito y así escribir las historias que tengo en curso.
Me serviría mucho si votan y comentan en este apartado, así puedo ver que tanto me apoyan ❤
Les mando un besito, y los leemos pronto.
Matthew intentando explicarle a Damián lo que pasó el su cuarto*
‡Dami
Matt ‡
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