† Quiero sexo †
Pierdo la cuenta de cuantos shot de tequila voy bebiendo a lo largo de esta noche, pero poco me importa esto. Sigo tomando, uno tras otro, agradeciendo al idiota que me regaló estos cien shots por aberlo besado.
«Cosas del oficio, ya sabes.»
Rio por esa estupidez, tomando hasta el fondo el tequila y sintiendo como mi garganta grita por la emoción de sentir aquel picor pasar por ella. La ebriedad me alcanza rápido, no creo que haya sido buena idea beber tantos shots; aún sin sentirme agobiado ni preocupado, prosigo a tomar los pequeños vasos que tengo a mi lado, meneando mi cuerpo torpemente al sentir la elevada música del antro.
-Oye, Gabi, vayamos a un lugar más privado...-sugiere Scott tocando el lóbulo de mi oreja,
El hombre a mi lado, el cual tiene una esposa esperándolo en casa, sigue jugando con mi cabello y oreja. Un sujeto que había conocido en este mismo antro gay hace algunos meses, tenía unos treinta años y quitando el hecho de que tiene familia, es jodidamente bueno en la cama.
-Tú pagas, tú eliges el lugar-contesto con una sonrisa al sentir sus besos pasar por mi mejilla y luego por el cuello.
Scott me toma de la mano, guiándome lejos de todas las personas que se encontraban en ese enorme antro. Pasando por la pista de baile, siento la asquerosa fragancia del sudor mezclado con el licor, también puedo ver personas gritando, bebiendo y hasta cojiendo no muy mejor de otras personas.
Supongo que es el efecto del alcohol, este sencillo líquido te puede hacer cometer locuras inimaginables. Revela deseos ocultos en lo más profundo de tu conciencia, esto puede convertirte en una mejor versión de ti mismo. Uno más confiado, con menos capacidad de hablar correctamente y con unas inmensas ganas de comerte el mundo. O una verga, lo que se ofrezca primero.
Y así era mi vida. Llendo de un lugar a otro, con un chico o chica difeente cada noche, bebiendo, teniendo sexo y riendome de las personas que se esfuerzan por lo que necesitan.
Esas mierdas nunca me gustaron. El simple hecho de trabajar para conseguir una paga miserable, tener que esforzarme para poder conservar un empleo mediocre, agobiarme por las cuentas bancarias y perder horas de sueño para poder estudiar algo que no me guste. Lo detesto. Detesto tener que hacer esas cosas.
Apenas tengo veintitrés años, soy un recién graduado de la Universidad de Medicina. Nunca quise estudiar nada en concreto, ya que todo me resultaba muy aburrido, pero conocí a una mujer que me ofreció una beca en esa universidad, la misma que me hizo saltar un año por el simple hecho de acostarme todas las noches con ella.
Fueron cuatro años aburridos, pero creo que valió la pena, ya que logré conocer a muchos alumnos y maestros muy guapos. Quitando eso, la universidad es una mierda.
Mirando a mi alrededor, noto como todos bailan divertidos, por el alcohol veo sus acciones más torpes y lentas, pero sus rostros derrochan el deseo de querer hacerlo todo, de pensar que pueden hacer cualquier cosa.
Conozco muy bien esa sensación, la siento todos los días de mi vida, Soy alguien ambicioso, me gusta tenerlo todo pero no hacer nada por conseguirlo; creo que esa es una de las principales razones por la que uso mi cuerpo para obtener lo que deseo.
Mamá siempre me dijo que era una persona con una belleza sobrehumana, tanto era esta que a veces le daba cierto temor mirarme. Ella estaba loca, pero no era sólo su pensar, sino el de varias personas. Es por esto que no soy un chico con muchos amigos de confianza, para mi el sexo lo es todo. ¿Acaso se necesita algo más para pasarla bien en este mundo de mierda?
-Creo que es aquí...-la voz confusa de Scott me obliga a salir de mi burbuja de pensamientos, percatandome de que ya habíamos llegado a la habitación que el reservo con anterioridad.
La música apenas era audible desde la tercera planta que tenía este antro. Las paredes moradas se movían por mi borrosa vista, haciéndome marear hasta cierto punto; en verdad si fue mala idea tomar esa cantidad de tequila.
-Apresúrate o me largo.-espeto con molestia al notar que Scott sigue luchando por abrir esta maldita puerta, achinar mis ojos, para poder ver con más claridad lo que este idota estaba haciendo.
-¿Qué miras tanto...?-pregunta distraído, con su voz igual de ebria que la mía.
-¡La llave esta al revez animal!-lo empujo para tomar la llave y abrirla por mi cuenta. También tardo un poco, pero termino ganandole al objeto inmovil.
-Bueno...
Scott no me permite terminar mi oración, me empuja dentro de la habitación y cierra la puerta con su pierna para poder tener ambas manos en mi cintura mientras me besa con necesidad.
Sus manos aprietas mis caderas, mando miles de sensaciones al resto del cuerpo, nos pegamos y frotamos por encima de la ropa, soltando gemidos de placer. El desespero y las ansias crecen, las ropas no son más que simples obstáculos por lo que empezamos a quitarlas del camino, tirándolas lejos posible de nuestros calientes cuerpos.
Scott se arranca su camina y yo toco cada parte de su trabajado cuerpo, voy deslizando mis manos por sus hombros, el pecho y por último mi lugar favorito; la parte baja del abdomen.
Aprieto su erección con mi mano desocupada, sosteniendo con firmeza ese enorme bulto que me provoca mil reacciones diferentes, sintiendo como su boxer empieza a estar empapado. Ambos respirando con iregularidad, los dos queriendo empezar con la parte más divertida de este juego previo.
Su mano se apoya en mi cabeza, mientras me sonríe de costado, no puedo evitar devolverle la juguetona sonrisa al mismo tiempo que me voy arrodillado para estar frente al enorme bulto que resalta por encima de su boxer.
Le quito la fina tela, liberando así su miembro, el cual rebota y casi golpea mi cara. Lo sostengo con firmeza, apretando lo suficiente hasta escuchar los gemidos que suelta desde allá arriba.
Toco la punta. El líquido preseminal empieza a salir de a poco, paso mi lengua desde este lugar hasta la base, lamiendo cada parte de su miembro, metiéndolo hasta la garganta y sintiendo como sus manos se aferran a mi cabello para poder empujar mi cabeza de arriba abajo.
La estocadas que me obliga a dar con mi boca son algo bruscas, y el tamaño de su miembro no ayuda mucho. Pero no puedo decir nada, su enorme verga entra hasta el fondo, haciéndome ahogar un poco, pero también me hace sentir un cosquilleo intenso por todo mi cuerpo.
Ponto noto la erección que tengo, mientras sigo lamiendo y chupando su miembro, meto mi mano dentro de mi pantalón y así empiezo a masturbarme a mi mismo. Gimoteo por la excitación con la boca llena, escuchando como Scott deja fluir sus altos y eróticos gemidos; provocandome mas emociones.
Froto su pene, sintiendo mi saliva y sus jugos con mi tacto. El sabor salado es leve, abro mi boca como puedo para seguir chupando sin impedimentos, lamo la punta de su miembro, haciendo que Scott se contraiga mientras grita mi nombre.
-Mierda, así-pronuncia agotado, mientras sigo chupando su miembro, al mismo tiempo que me masturbo con más velocidad al sentir mi orgasmo llegar. Pero no soy el único que se jacta de esta hermosa sensación-¡Gabriel..!
Escucho mi nombre salir de sus labios, en un gemido alto, mientras aprieta mi cabeza para que mi boca se trague cada parte de su miembro, además de saborear el semen que es liberado por el orgasmo que tiene.
Su sabor me hace venirme a mí, cierro mis ojos con fuerza y me dejo llevar, sin querer perderme de esta sensación electrizante que invade cada parte de mi cuerpo.
Ciento el líquido caliente en mis manos, mojando mis boxer y cayendo lentamente al suelo. Cuando Scott termina de vaciarse dentro de mi boca me permite sacar su miembro de mi cavidad, esto me provoca toser un poco y sentir algo de dolor dentro de mi garganta.
Pero no importaba, todo esto me hacía sentir de una manera que no lograba explicar con palabras. Liberador, creo que esa palabra se acerca bastante a lo que siento cuando tengo sexo.
Ambos con nuestras respiraciones aceleradas, nos miramos y sonreímos con diversión. Sabiendo que esto apenas estaba empezando. Me levanto del suelo, quitándome el mojado boxer mientras Scott camina temblorosamente hasta llegar a la cama.
Voy por los condones que tenía preparado en los bolsillos de mi pantalón, al tomarlos y darme vuelta, me percato de una escena que me deja anonadado e indignado.
-Esto tiene que ser una puta broma.-pronunció incrédulo al ver el cuerpo inconsciente de Scott, el cual está boca abajo, desnudo y notoriamente durmiendo. Y el ronquido grotesco que hace su nariz me lo confirma-¡Maldito idiota, te has quedado dormido luego de un orgasmo!
Grito, lo golpe y le malgido mientras pongo las ropas que me quedan secas, resigando al no poder tener sexo eta noche.
No salgo de la habitación sin antes volver a patear el enorme culo de Scott, además de quitarle todo el dinero que llevaba encima por haberme hecho perder mi valioso tiempo.
La frustración hizo que la ebriedad abandone mi cuerpo, esto me provoca aún más enojo ya que me agrada sentirme de aquella manera. Decido caminar hasta el bar que tiene el antro.
Empujo a todos los idiotas que se cruzan en mi camino, nadie me recrimina nada, tan solo se alejan de mí como si fuera una bomba apunto de estallar.
Me siento en un taburete, viendo que mis shots de tequilas ya no estaban más.
-¡¿Dónde mierda están mis shots?!-golpeo mi mano arriba de la mesa, gritando por encima de toda la música.
Los demás mozos salen corriendo al verme enojado, exceptuando uno que al contrario de sus compañeros, se me acerca con una tímida sonrisa.
-Usted y su amigo se los han tomado todos, señor.-habla con dulzura, mientras quita su largo flequillo de su cara, llevándolo detrás de su oreja.
-Señor tu papá.-escupo ofendido, pero menos que hace unos minutos. No podía enojarme con un bombón tan lindo como lo es este niño.
-Lo siento es la costumbre...
Sonrío al verlo avergonzado-Gabriel.
-Soy Dylan...
-Bueno, Dylan, ¿serías tan amable de darme algo que me ponga mareado?
Asiente, intentando quitar la enorme sonrisa que tiene. Muerde su labio y se da la vuelta para tomar una botella transparente.
-Pensé que se había ido con el sujeto que estaba a su lado-comenta desinteresado, o intentando parecerlo -¿Tan rápido ha sido?
-Y decepcionante-agrego divertido, mientras tomo dos de los shots que me ha servido Dylan, me encontraba más tranquilo, y con una nueva idea perversa en mi mente-¿Qué te parece si lo reemplazas?, apuesto que no me decepcionaras...
-Mi turno termina en una hora...
-A la mierda tu turno-me acerco más a él, tomándolo de la corbata y jalandolo hasta quedar casi pegados. Le sonrío, y dejo que el efecto Gabriel empiece a trabajar.
-A la mierda mi turno.
Sus ojos se clavan en mi sonrisa, dejándome saber que ha surgido efecto, haciéndome sentir mucho mejor al tenerlo en mi mano. Me bajo del taburete, seguindo la la sulueta de Dylan, viendo que tiene su largo cabello en una coleta media baja, con su unifome blnco y negro, y con pequeño culo de infaro.
Dylan me guía a uno de los baños de servicios, mi vista estaba un poco borrosa pero eso no iba a quitar una noche de sexo. Llegando a la parte trasera del antro, no puedo contenerme, la impaciencia me gana haciéndome tomar a Dylan de los hombros y estamparlo contra la pared.
Él capta mis ganas, nos besamos con hambre, mientras siento las manos de Dylan bajar hasta mi trasero para apretarlo con fuerza.
Poco a poco empiezo a sentir como la lujuria me invade, pero tampoco me doy cuenta de lo mareado que estoy. Demasiado para solo haber tomado shots de tequila.
Intento ignorar este hecho, no pretendo arruinar una posible noche de sexo.
Luego de besarnos por unos segundos, siento como el sabor de su saliva empieza a cambiar a uno más amargo y frío. Ciertamente desagradable, es un cambio de gusto muy abrupto, tanto que el espanto me obliga a frenar el beso.
Siento un pinchazo dentro de mi boca, ahora es mi lengua la que duele, y entiendo por completo lo que me estaba sucediendo y de donde provenía el sabor metálico.
-¿Qué mierda te pasa, imbécil?-toco mi boca y efectivamente, este idiota acababa de morderme.
-Lo siento, pero tu sangre huele muy bien, y sabe igual de deliciosa- ríe, sonriendome y lamiendo la sangre que tenía en su labio. Mi sangre-No eres humano, ¿verdad?, ¿qué criatura sobrenatural eres?
No entiendo nada, no sé qué delirios está teniendo este caníbal pero no es para nada agradable de escuchar. Ni de ver, ya que me doy cuenta que sus colmillos sobresalen demaciado de su boca, su piel se estaba volviendo más ocura ysus ojos parecian ser del todo negros.
Dylan me empuja con fuerza, aprovechando mi momento de espanto, este golpe me hace caer de espaldas y también me provoca golpearme la cabeza contra el suelo.
Intento gritar, moverme; hacer algo, pero no puedo mover ni un dedo. Mi habla también deja de funcionar, mi mente se encuentra en blanco a la vez que mi corazón late con mucho fuerza debido al miedo que siento.
Dylan se tira arriba mío, mordiéndome con más fuerza mi cuello, y es ahí cuando encuentro mi voz para liberar en un grito desgarrador.
Escucho como él gime y bebe mi sangre, puedo sentir mi piel desgarrándose por su grotesca mordedura. Siento que la muerte está arriba mío, literalmente. Mi vista se vuelve más borrosa, apenas si puedo distinguir siluetas.
Pero al momento que pienso que me desmayaré, todo se detiene al oír un rugido feroz. Él idiota que me muerde se separa de mí, igual de espantado que yo. Dylan también grita con furia, es como un sonido de serpiente enojada, aunque no se compara con ese extraño aullido.
Giro mi cabeza tanto como puedo, ignorando el dolor que siento en mi cuello desgarrado. Notando como Dylan ya no estaba a mi lado, sino que estaba en el suelo, siento despedazado por un animal peludo enorme de color gris.
No grito, no me muevo. Otra vez, el miedo me paraliza y no me permite hacer nada más que pensar en lo estúpido que fui al invitar a un desconocido para tener sexo.
La bestia gigantesca deja de atacar a Dylan para girar su cuerpo a mí y así observarme desde una distancia demasiado corta. Su pelaje está teñido de la sangre de Dylan, el perro se sigue acercando, mientras gruñe como si me estuviera por atacar.
Por un momento dejo de sentir miedo, mi corazón empieza a bombear sangre demasiado rápido y mi estómago da vueltas. Todo mi cuerpo vibra de una forma extraña. No puedo dejar de ver esos ojos perrunos de color amarillos, lo cual me preocupa.
El perro baja su hocico y me comienza a olfatear, suelta un gruñido, pero este parece ser más un lloriqueo. Como si le doliera algo.
Olfatea mi cuello, luego la lame, y por último, dejo de verlo todo. Me hundo en la oscuridad con la última imagen del perro abriendo su boca para poder morder en el mismo lugar que Dylan me dañó.
«Genial, primero me muerde un zombie y ahora me morderá un puto perro rabioso. Esta noche fue espectacular, en verdad...»
Notita:
Amo la sinceridad de Gabriel, ¿no les pasa? Jajajaja
Recuerden de votar, comentar y seguir me para más <3
Se los quiere~
Amo como me quedó esta belleza <3
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