Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

† Prefacio †

El miedo carcome mi cuerpo con cada segundo que paso encadenado, mis pulmones buscan lo más rápido que pueden algo de aire pero por la desesperación no consigo mucho. Aunque también mi estupidez juega una muy mala pasada al intentar respirar por la boca y la nariz, haciéndome ahogar al instante. 

—¡Oh, mierda! ¡Acabo de comer mis propios mocos!—grito, tozo y me insulto al mismo tiempo. Gimoteo por un rato e intento escupir lo que más puedo de mi saliva, pero me detengo al oír como una puerta de metal es pateada con tanta fuerza que choca contra una pared: provocando más escándalo.  

Las cadenas que me aprisionan aprietan y raspan cada vez que me muevo, aumentado el dolor de mis tobillos y muñecas. 

«Ay, Satanás, juro que me portaré bien... ¡pero a cambio sácame de aquí antes de que me maten!»

No oigo nada, pero mi intranquilidad no cesa ni por un segundo. Mi paranoia cobra sentido al volver a escuchar como la puerta es azotada con más fuerza y como unas duras pisadas se acercan peligrosamente a mi bella posición. 

—¡Malditos seas Satanás!—rezongo con violencia mirando hacia el suelo, aunque con la venda que tenía en mis ojos no lograba verlo.

Por todos mis gritos y desesperación, me olvidé por completo de los pasos. Muerdo mi lengua, obligándome a callar e intentar prestar la mayor atención a cada ruido que hay en esta habitación. Pero la concentración se acaba al sentir como toman las cadenas que me tienen atado, haciendo un leve sonido, esto acelera mi corazón a mil.   

—¡Jesus! No, Jesús no... ¡Satán, ayudame!—me refuerzo en el pequeño rincón en el que me encuentro—¿Quién eres? ¿eres bueno o malo? ¡¿acaso eso importa ahora mismo?!—me contesto histéricamente a mi mismo—¡A-ayúdame a escapar de aquí antes que me maten!—ordeno en un grito.  

—¿Qué si te mataré?— su risa retumba por todo el lugar, puedo sentir como todo vibraba a mi alrededor—Haré mucho más que eso...—la voz de aquel hombre se hace más grave, si eso es posible. 

Siento sus dedos acariciar mis tobillos desnudos, el leve tacto de sus yemas en mi piel; los intento apartarlo, pero su enorme mano los captura y los aprieta con mucha fuerza; a la vez que escucho un gruñido de desaprobación por su parte. Yo no contengo mis chillidos de adolecente cagada de miedo. 

—Quieto...—siento como su voz se hace más lenta y susurrante. Al momento noto una fresca respiración muy cerca de mi cuello, lo que me provoca un estremecimiento por todo el cuerpo.

—Oh, por Lucifer, no me hagas nada... —suplico temblorosamente—Soy muy joven, sexy y virgen para morir... bueno tal vez lo último no mucho, ¡pero sí todo lo otro!

Todo queda en silencio. Ni siquiera logro oír o sentir su respiración, por lo que interpreto como: este men está planeando matarme en su cabeza. 

Antes de que él pueda reaccionar, y antes de que yo logre usar mi cerebro correctamente, me muevo y alargo mi rostro hasta tocar una cosa dura pero cálida. Era obvio que tenía su rostro pegado al mío, mi mejilla toca la suya, pero lentamente voy acariciando cada parte de ésta con la punta de mi nariz. 

—O-oye... ¿qué estás haciendo?—escucho su voz baja cerca de mi oreja, esta se convierte en una voz completamente diferente. Más dudosa y tímida. 

No me he dado cuenta de la cercanía que tiene mi nariz con su cuello, hasta que escucho como traga su saliva con dificultad. 

—Es que...—murmuro pegándome más—Hueles bastante bien—inhalo su fragancia, provocando que algo en mi estómago se remueva y haciendo estremecer al chico frente a mí. 

Sigo esa acción particular, hasta que siento como el traga en seco y me detengo, apartándome un poco de él. Nuestras narices chocaron al momento de alejarme, quedando más cerca que antes, extrañamente todo mi cuerpo se relaja al momento de tocar piel con piel. 

Hasta que recuerdo que este maldito bastardo me ha secuestrado y todos mis sentidos se activan e intento alejarme de inmediato, pero su agarre me toma desprevenido; al igual que el beso que él planta en mí.

La sorpresa dura poco, ya que la lengua de este chico entra en mi boca con tanta hambre que todo mi ser reacciona positivamente a su lascivia. Sin importar el estupido secuestro, le sigo besando con igual o más hambre que él, hasta provocar que gruñidos de ambos salgan de nuestras bocas ocupadas, me remuevo intentado liberarme de las cadenas con una clara derrota. 

Él desespera más sus movimientos, tirándome al suelo con violencia, suelto un quejido por el repentino dolor en mi espalda y cabeza, pero eso no lo detiene,  menos a mí. Su enorme mano pasa por mi rostro, quitando la venda que cubre mis ojos, pero al sentir como él apoya su trasero en mi entrepierna, a la vez que empieza a hacer presión justo en ese lugar; me hace apretar con fuerza los ojos. 

Gruño al sentir su pesado cuerpo en la extraña erección que este hombre me ha provocado. Jamás pensé que el síndrome estocolmo funcionara tan rápido. 

El chico arriba se mueve en círculos torpes, masajeando la apretada erección que tengo y aprieta mis hombros con fuerza. 

La falta de aire es demasiada, poco a poco los ojos y siento como este chico se separa lentamente de mí; aún quedando arriba de mí.  

—Mierda... ¡Estás buenísimo!—se escapa en un grito al abrir los ojos por completo y admirar al enorme chico que tengo delante mío. 

Puedo verlo desde abajo. Sus hombros son enormes, la camisa negra le queda demasiado ajustada y noto como esta se cierne en los músculos que adornan sus brazos. Su cabello le cubre sus ojos, pero puedo ver el dorado brillante de estos. 

Las manos del chico están en mi abdomen, este aún no se mueve y solo me mira desde abajo con su boca entreabierta, respirando de la misma manera desenfrenada que yo. 

Apoyo mis codos en el suelo para ejercer algo de fuerza en ellos para poder acercarme más a su cara. Ya con una distancia más corta, logro apreciar más su rostro varonil; aunque el chico se aleje un poco de mí al verme cara a cara, como si me temiera, lo cual gracioso de pensar si comparo su enorme cuerpo con el mío.

El silencio nos envuelve, al igual que la incomodidad. Ambos nos miramos con inquietud. el color dorado sigue brillando atravesa de sus negro cabello, extiendo mi mano sin pensarlo dos veces para poder correrlos; de nuevo, el sujeto se intenta alejar de mi tacto, pero no lo suficiente. 

Dudoso, con mi brazo medio extendido, me acerco un poco más y por fin logro quitar el manto que traía; quedando anonadado al poder ver su rostro desde cerca, sin nada que lo cubriera.

—¡Mierda, hombre estás buenísimo!

Re afirmo con más ímpetu. Me sigo acercando,  volviendo a tener nuestras narices pegada, no obstante, él se sigue alejando.

Sin importar cuánto intente alejar sus amarillos ojos de los mios, es obvio que esta avergonzado. Muerde su labio, de por sí hinchados por el beso de recién, con nerviosismo; sus mejillas se encuentran teñidas de rosado y el sudor cae de a poco por su frente. 

Su piel se ve aspera, tiene alguna que otra cicatris pequeña, un resto de barba de algunos días y un cabello negro bastante largo. Su nariz es pequeña en punta, sigue mordiendo su labio mientras intercambia miradas con el suelo de cemento. 

Este hombre en verdad es hermoso, hasta sus putas pestañas son demasiado largas. Tanto que golpean con los párpados. 

«No tan bello como yo, pero se le acerca...» me recuerda mi ego. 

El sujeto por fin decide verme a los ojos, con lentitud los clava a los míos y puedo presenciar cómo éstos iban disminuyendo la intensidad de su color amarillento. 

Mientras se va apagando el brillo, puedo ver cómo su rostro también cambia. Parece ser uno más serio, sin vergüenza ni temor. Su ceño se frunce, enfadado por algo, olfatea extrañamente el aire y suelta un gruñido haciendo que sus labios vibren por el sonido de animal que provoca. 

Abro mi boca para poder preguntar el motivo de mi repentino encierro, pero antes de que logre esta acción, un carraspeo resuena como eco en la habitación semioscura.

El rostro del chico es dirigido al lugar de donde provino ese sonido, ahora suelta un gruñido diferente, mucho más alto, como el de un perro que está apunto de meterse a una pelea. 

Ya sus ojos dejaron de brillar y cambiaron a un color azul tenebroso, un color tan apagado que casi no lo distingo por la oscuridad de nuestro alrededor. 

Algo inquieto por el cambio de actitud y de apariencia, clavo mi vista en la puerta abierta que dejó el sujeto al momento de irrumpir en la habitación. Veo a dos sujetos, ambos cortan la luz que daba el pasillo, pero puedo ver con claridad sus rostros, los cuales me dejan algo indignado. 

—Lo sentimos...—hablan al mismo tiempo, mientras hacen una reverencia bajando la cabeza hasta casi tocar el suelo. 

—Okey, ¿es que acá no existe la gente fea?—interrumpo frustrado al ver semejantes bombones parados frente a nosotros. Con rostros pálidos y con un notorio miedo. 

Ellos se apresuran a clavar sus ojos en mí. Espantados y con más temor que el de recién, hasta puedo jurar que escucho como ambos chicos tragan salida en seco, mientras que tiemblan como gelatina. 

 —N-no queríamos interrumpir....

—Pero lo hicieron. Ahora hablen.

Asombrado, vuelvo mi vista al hombre que tengo arriba mío. Este se encontraba cruzado de brazos, con su vista azulada clavada en ambos chicos, con su boca fruncida y una mueca de odio puro. Literalmente emana odio de su cuerpo, lo cual me deja algo desconcertado al notar la abrupta diferencia con el chico que me acababa de besar a comparación con el de ahora. 

El cual parecía más pasivo, tierno y vergonzoso. Mientras este parece ser más cruel y violento.

 «¡Mierda, ambas personalidades me calientan!» vocifero en mi interior, admirando esas características.

Sus ojos azules se giran para poder verme por el rodillo del ojo, dejo de sonreír al ver como su rostro se contrae y pone una mueca de asco, haciéndome abrir mi boca con exageración.  

—La manada Luna Roja ha mandado una carta pidiendo permiso para entrar a nuestro territorio. Ellos quieren tener una reunión con ustedes...—el joven moreno codea a su compañero distraído para poder proseguir con el informe.

—Han manifestado lo emocionado que se encuentran por conocer a nuestra... eh, ¿Luna? 

El rubio pronuncia la última palabra con duda, mientras me da una extraña mirada que no logro entender. 

En realidad, no entiendo una mierda de lo que estaban hablando, pero tampoco sé si es buena idea interrumpir a mis secuestradores cuando tienen una charla que parece importante. Tal vez sea de ayuda para salir, o tal vez estoy perdiendo mi maldito tiempo aquí encerrado. 

Los muchachos prosiguen su charla, dejando mi paciencia en cero.

—Ellos han declarado que vendrán aquí dentro de dos semanas, tal vez menos si el viento está a su favor. Llegarán pronto a la Manada Eclipse, Alfa Damián. 

Doy una enorme calada de aire, llenado mis pulmones con oxígeno que libero en un enorme grito que espanta a las pocas personas que están en esta maldita cárcel. 

—Lo siento, no me gusta interrumpir en conversaciones ajenas. ¡¿Pero me explican por qué mierda me tiene aquí metido?! —mi grito espanta no solo a los distantes lacayos, sino también al tal Damián, el cual tira su cara para atrás al oír y sentir mi grito en su cara. 

 —Eres ruidoso, niño—suspira sin paciencia, mientras se levanta de mi entrepierna para poder caminar hacia la salida—Pueden decirle a la manada Luna Roja que se vaya a la mierda. No tiene mi permiso para entrar al territorio y si llegan a desobedecer mi decreto, yo mismo iré a cazarlos a White forest.

Ambos chicos quedan tiesos, mientras Damián queda frente a ellos, con ambos brazos cruzados y su aura peligrosa. 

—Ahora mismo enviaremos su respuesta, Alfa.

—Nos retiramos...—hablan al mismo tiempo, dando otra reverencia.

Veo una oportunidad y la tomo, así soy. 

—¡Yo también!—levanto mi mano, ofreciendome como tributo para escapar.

—Tú no te vas.—Damian no tarda en cagar mi estrategica huida. 

—¡¿Por qué no?!—lloriqueo en el suelo, siguiendo los pasos que da Damián para volver a mi lugar. 

Él queda agachado, con su característico enojo. Toca mi cabeza y la aprieta con algo de fuerza; haciéndome soltar una queja por el dolor de la presión. Acerca más su rostro a mí, cegando mis ojos por el nuevo brillo que tiene sus ojos y mostrándome que no hay mentira en lo que dice.

—Porque eres mío. Y te quedaras a mi lado hasta que yo diga lo contrario.

—¿Y cuándo será eso?

—Nunca. 





















Notita:
HAHAHAHHA, BUENAS.
ACÁ DE NUEVO YO, PUES SÍ.

Les vengo a atraer esta hisotria llena de locuras, rosa, y chicos gays bien hermosos. así que, espero que les guste.

Recuerden votar, comentar y seguirme en mis redes sociales.

SE LOS QUIERE.

AVISO: Pronto subiré más capítulos <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro