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† Impurezas †

La luz natural de la luna llena se cuela por la ventana abierta, alumbrando una gran parte de mi habitación hasta casi llegar a mi cama. 

Aun con los ojos semi cerrados, intento atinarle al despertador que yo mismo había puesto horas atrás; lo consigo con mucha pereza y dificultad, lo apago y lo lanzo con fuerza hacia el otro lado de la habitación, horror de escuchar el tintineo. 

Más bien enojado, pero porque ese estúpido sonido me ha sacado de un extraño sueño. 

Una fantasía mejor dicho, una puta fantasia entre el idiota y yo. ¿Qué mierda me tomé para tener esas libidinosas pesadillas con él? Mi mente me da vergüenza, me da asco, me hace sentir sucio. 

«Ese degenerado me ensució...»

—Mierda, eso suena muy mal.—me quejo en voz alta, horrorizado por mis propios pensamientos. 
 
Pero claro, el enojo no está al mismo nivel que la vergüenza que tengo en mi cuerpo. Esto es otra escala, en mi vida he tenido un sueño de esta forma. Un sueño pervertido, uno húmedo, un sueño que me provoca una enorme erección al fantasear una noche acalorada junto a él. 
 
Ese pensar es un detonante para hacerme recordar por una fracción de segundo el sueño en el que me encontraba segundos antes de despertar. 

Es un pequeño flash que parece por un instante, convirtiendo esos segundos en toda una vida, haciéndome arder al momento de ver lo que mi propia mente creó. 

Sudor, gemidos, gozo, piel contra piel, los dos desnudos y una infinidad de emociones eléctricas pasando por nuestros cuerpos unidos es lo primero que veo y siento al recordar ese sueño. 

Trago en seco, sintiendo como todo mi cuerpo palpita de excitación. 

«No. No. No.» 

Con ímpetu me levanto de la cama, asustado de lo alocada que está mi mente podrida y tóxica.  

Olvidando mi fatiga por el recién despertar, corro hasta llegar a la ventana abierta en donde el aire choca contra mi cara y calma mi vergüenza, aunque no lo suficiente. 

Me apoyo en el marco de la ventana doble, dando dos enormes inhalaciones de aire fresco, ahora sí calmando mi alocado corazón pero también bajando la penosa erección. 

Libero el aire retenido de mis pulmones a la vez que relajo mi cuerpo, ya calmado en todos los sentidos, me separo de la ventana para poder apoyarme en la pared. Postrado en una posición erguida, empiezo recorrer mi habitación con la mirada, notando lo desolada que es al solo tener algunos muebles de roble y una cama de dos plazas. 

Esto se debe a que en realidad estaba pensando que sería una habitación compartida, un lugar privado para mi supuesta luna y para mí ya que anteriormente dormía en mi despacho; dado que trabajo hasta muy tarde y me despierto temprano, dormir o no no es una gran prioridad para mí, además de que me da igual dormir en un lugar grande o pequeño. 

He perfeccionado una habilidad que me permite dormir hasta parado, ya que hay veces que no me aguanto y termino durmiendome inconscientemente en donde esté, esto en casos extremos, cuando se acercan fechas importantes para la manada que me pide poner mi tiempo completo en esas acciones. 

Pero claro, no me molestaría dormir en una cama cómoda, en compañía de mi alma gemela, no me importaría si no fuera que ese estúpido me exigió dormir en otra habitación alejada del mío. Aunque esté a lado de este cuarto no es lo mismo. 

Dejando esos pensamientos de lado, mi concentración se detiene en un objeto blanco que se encuentra arriba de la mesa de luz que tengo al lado de la cama, no me di cuenta al despertar, pero ahora que la veo bien creo que sé que es lo que trae adentro y no me gusta para nada. 

Suspirando con pesadez me resigno y camino hasta llegar a dicha ubicación, tomando así el sobre blanco, el cual se encuentra intacto, dándome a entender que nadie lo ha abierto. 

Le doy una vuelta hasta encontrar el nombre del destinatario, notando con facilidad que es una carta verídica escrita por él, ya que esta horrenda letra de doctor que parece una tipografía griega sólo es creada por la dislexia mano de mi hermano mayor.

La tinta negra resalta demaciado en el papel delgado balnco, exceptuando su nombre y el nombre de su querida manada, las cuales se encntrar escritar por una tinta de color roja. Intentando ser prolijo, aunque su letra sea una mierda, definitivamente lo escribió él. 

De: Alfa Raziel de la manada Luna roja. 

Para: El perro con pulgas de Damián. 

Querido hermano menor, ¿cómo te encuentras? espero que mal. Yo, por si te lo llegas a preguntar, me encuentro  de maravillas, muy alegre y feliz, me he enterado que por fin has encontrado a tu media mitad, te felicito, eso es todo un privilegio y un regalo. Aunque no te miento, tu rechazo al recibir la otra invitación me ha dolido mucho en mi corazón, así que me he vuelto a invitar a tu territorio para poder conocer por fin a tu querido luna, espero no te moleste. Estaré allí dentro de unas semanas, debido a unos inconvenientes en mi manada se me ha retrasdo el viaje pero no te preocupes, hermano menor, estaré allí con mi querida esposa. 

Espero que me recibas con un gran festín y con las puertas abiertas.
Con todo el odio del mundo: Tu sexy hermano mayor. 

Definitivamente la escribió con su puño y letra, lo cual me sorprende en cierto punto, no sabía que Raziel podía escribir un renglón completo sin tener falta de ortografía, por lo que me da entender que tuvo una clara ayuda. 

Sin intención de responder esta absurda carta, la arrugo y la lanzo hacia otro lado, ni siquiera hace falta decir que mandare a bombardear sus putos barcos si se llegan a acercar a mi territorio. Ese idiota es igual de peligroso que mi padre, no pienso poner a nadie en peligro, no esta vez. 

Bajando las escaleras, intento buscar el olor que emana Gabriel por naturalidad, pero no logro ubicarlo con certeza. Aunque esté aquí en la mansión, su olor es leve, viejo, por lo que me da a entender que hace rato que no está por aquí.  

Me preocupa, puesto que es extraño que todavía no haya vuelto de su visita por la manada. Al momento en el que él se fue, me permití dormir un rato debido al cansancio mental que tenía, tranquilo sabiendo que Gabriel estaría seguro allí afuera con mi familia. 

Pero pensé que ya había vuelto, que estaría por aquí mentido, y no encontrarlo cerca mío ya empieza a alterarme. 

«¿En verdad sigue afuera? ¿tanto le ha gustado la manada como para pasar horas fuera de la mansión?»

En cierto punto me alegra saberlo, o por lo menos pensar en eso, pero por otra parte hay algo en mi pecho que se empieza a oprimir al pensar que huyó a otro lugar, lejos de mí. 

Pero Bestia me dice que no, en mi mente me grita que no sea un llorón porque Gabriel está en nuestro territorio, solo que algo alejado; ya que nuestro vínculo es lo suficiente fuerte para saber en qué parte está. 

Caminando por la manada, bajo la enorme luna llena que tenemos, puedo ver a varias personas caminar de un lado a otro por la villa. Pocos puestos ya empiezan a prender las luces artificiales, el bar que se encuentra en el centro comienza a sacar las sillas y los niños poco a poco vuelven a sus casas al finalizar de jugar en las plazas. 

No es raro que haya más actividad adulta por la noche, ya que somos cambias formas nocturnos. Aunque el día nos sirve para aparentar ser humanos en algunos lugares de la sociedad mundana, la noche la ocupamos para poder ser nosotros mismos en la villa Eclipse. En nuestro hogar, con nuestra familia. 

Sonrío sin poder evitar al estar cerca de ellos, algunos empiezan a darme una que otra reverencia, saludándome, preguntando como estoy. Yo respondo con tranquilidad y seguridad, devolviendo dicha pregunta y cuestionado si ha ocurrido algo fuera de lugar, si necesitan mi ayuda en algo, construcciones que requieran mi supervisor pero sus respuestas son positivas, las cuales me dicen que no requieren de nada por el momento; agradeciendo por la preocupación. 

Me alejo de algunos ansiosos para acercarme a los niños de la plaza del centro, en donde ellos jugaban a la pelota mientras reían a carcajadas, no obstante estas cesan al verme llegar a su lados. 

—Hola, chicos—les sonrío a la vez que me agacho y desordeno el cabello de uno de ellos—¿Cómo han estado? 

—Bien, mi alfa—dictando los tres niños al mismo tiempo. 

—Eso es genial. Quería preguntarles si alguno de ustedes vio a la luna de aquí. ¿Saben si ha pasado por estos lados? 
Uno de ellos, el hijo del herrero, asiente y es quien habla primero. 

—Estuvo caminando por toda la manada mirándolo todo, fue hasta la herrería de papá pero dijo que estaba todo muy sucio y se fue hacia las puertas de Demeter. 

—¿Hasta allí solo?—se me escapa la pregunta con tono sorpresivo y medio preocupado. 

—Sí, creo que dijo que había visto lo suficiente, que ya se había aburrido y que mejor se iba a otro lugar más limpio.

Una risa se me escapa al oírle, puesto que eso es lo que diría la Queen Gabriel. 

—¿Ha sido buena con ustedes? 
Ahora quien habla es Mushu, hijo del artesano, quien frunce su pequeña nariz al hablar, lo que me provoca una sonrisa más ancha. 

—Dijo que éramos molestos, que odiaba a los niños, y que no quería ensuciar su ropa fina jugando con nosotros. 
La sonrisa se me esfuma, dando lugar a una sensación algo dolorosa. 

—¿Qué?

—Pero la luna se sentó en la fuente y se quedó una hora viéndonos jugar a nosotros, solo dijo que si le tirabamos polvo nos mandaría a volar… 

Me relajo, algo aliviado pero sorprendido. En verdad Gabriel lo está intentando, en verdad está queriendo estar con nuestra familia. 

—Bien, iré a buscarlo, pero ustedes ya deben de volver a casa, ¿entendido? 

—Sí, alfa.—pronuncian en unísono mientras dan una reverencia y se retiran. 

Hago lo mismo, me alejo de la plaza y empiezo mi caminata hasta las puertas de Demeter, en donde el olor a tierra mojada y menta de Gabriel empieza a aumentar su intensidad. 
Lo inhalo, sintiéndome calmado por un momento. 

Este embriagador olor se mezcla con el bosque, el cual recibe el nombre de las

“Las puertas de Demeter” por lo verdoso de su lugar. Las flores mas hermosas y exsoticas solo crecen en esta parte, las aguas termales y naturales son curativas, la paz resalta en este lugar, un lugar bendecido por una diosa griega bondadosa, la cual fue una de las diosas encargadas de crear esta parte del territorio de Sweet Waters. 

Paso por un enorme umbral creado por enredaderas verdes, sostenidas por unas enormes ramas de árboles que han crecido dobladas en donde resalta las flores lilas en forma de campana. El marrón es leve, apenas se logra ver que son árboles lo que funcionan como soportes, esto es como puerta, de allí ese nombre.
  
La oscuridad hace ver más oscuro al verde de lo que es, no obstante la luz lunar le sigue dando ese brillante resplandor que lo caracteriza.

Llegando a uno de los primeros lagos sanadores de aquí, puedo empezar a sentir ese dolor con más intensidad, esto me provoca una especie de hormigueo intenso en mi parte baja del abdomen. 

Me tenso, reconociendo dicha sensación—Maldito celo, estás llegando en mal momento...

—Sé que me deseas pero no tengo ganas de tener sexo ahora mismo.  
Su comentario me toma desprevenido, dándole cierto susto ya que ni siquiera me percaté de su presencia. 

Lo busco con la mirada, encontrándolo con facilidad sentado en una enorme roca redonda grisáceo, justo al lado de un lago enorme. Gabriel mirando fijamente el agua que brilla por la luna, seguramente admirando su reflejo en él. 

Me acerco a él sin tener subatension en lo absoluto. 

—Te pareces a Narciso— me siento a su lado para mirar ahora nuestro reflejo. 

—¿Me has llamado flor?—ríe despacio, por fin mirándome.  

Sonrío al verlo a los ojos, Gabrie hace lo mismo, pero ahora tira su cuerpo hacia atrás contra un árbol que hay. 

—Es un mito griego—copio su acción, recostandome por un momento, chocando nuestros hombros por la falta de lugar—Se dice que era un humano hermoso, casi igualando la perfección de los dioses. Hombres y mujeres morían por estar con él, pero Narciso siempre rechaza a quien se le confesará. A él solo le importaba su belleza, por lo que la diosa Afrodita lo maldijo por ser vanidoso, haciéndolo enamorarse de su propio reflejo.  

Vanitas

—¿Qué?

—No soy vanidoso— me aclara, a la vez que se para de la roca—Es una realidad que mi belleza es superior a la de ustedes mortales, pero no soy vanidoso—se ríe mientras se acerca a mí con una enorme sonrisa. 

Por la diferencia de estatura, subo mi mentón para verle el rostro, notando como su rostro se ve más oscuro por el manto de la noche.  

El corazón empieza a acelerar sus palpitaciones, a la vez que mi parte baja comienza a despertarse, y todo esto solo con mirarlo a los ojos marrones. 

Sin decir más, Gabriel pasa sus piernas por ambos lados de las mía, sentándose arriba de mi cintura, presionando mi semi despierta parte baja. 

Me tenso y él muestra una sonrisa de superioridad, paso saliva con dificultad e intento hablar. 

—Estás muy orgulloso. Creo que no sabes el significado de vanidad...— río con nerviosismo, apartando mi vista de él. 

—¿Sigue en pie el quitarte la virginidad?—su comentario me hace salir de mi vergüenza para dar lugar a otro sentimiento. El enojo.  

—¡No estoy para tus bromas!—le grito, sintiéndose nuevamente insultado.

—¿Quién dijo que era una broma?—comenta serio, borrando todo rastro de gracia en su rostro. No respondo, no sé qué decir ni qué hacer; tan solo puedo mirarlo con asombro y cierta ansias—Entonces, tomaré como un sí.

Pronuncia con calma y tan pronto como esas palabras salen de su boca me besa. Gabriel me toma de las mejillas, obligándome a elevarlo un poco, mirándome directamente a los ojos, clavando sus labios en los míos y moviendolos con lentitud.
 
Me quedo inmóvil por unos segundos, pero cuando logro reaccionar le sigo el beso sin dudarlo. 

La dulzura que transmitía el beso empieza a desvanecerse, dando espacio a un hambre voraz por parte de ambos.

Gabriel quien se desespera primero, moviendo su boca y lengua, mordiendo mi labio, apretando mi entrepierna, liberando un olor dulce de lujurio la cual no tarda en embriagarme por completo; dejándome más dócil de lo que ya estoy por su culpa.
 
Por falta de aire me obligo a mi mismo a cortar el beso, corriendo mi cara al otro lado, mirando fijamente el suelo de tierra. Ninguno habla, tan solo intentamos volver a respirar con normalidad para poder calmarnos, o bueno, eso es lo que yo intentaba hacer.

—¡Ahg!— un gemido involuntario sale de mi boca al sentir una mano refrescar con algo de fuerza mi erección por encima de la ropa.
 
Vuelvo mi vista a él, mirando cómo sus ojos brillan por la excitación y la emoción, brillan más que la luna que tenemos sobre nuestras cabezas, me iluminan y me consumen en segundos. 

Quedo pasmado, sin saber como reaccionar, Gabriel me ignora por completo, siguiendo así con el extraño masaje a mi abultado miembro; el cual no tarda mucho en empezar a liberar un poco de líquido preseminal. 

Me retuerzo sin poder evitarlo, sintiendo lo fascinante que es esta acción tan descarada, Gabriel no para de martruibarme, ahora desabrochando mi pantalon y liberando el mimbro, el cual tocar sin importar lo cuanto me esté moviendo por la excitación.

Cierro mis ojos con fuerza, lo último que puedo ver es como Gabriel esta mirando con facinacion a mi mimebro, con su boca abierta, con las mismas ganas que tengo yo de vanzar con esta tortura  

Otro gemido sale de mi boca, cada vez son más fuertes y ni siquiera me molesto en reprimirlos por la única razón de que mi cabeza se encuentra en una nube caliente que no me permite pensar con claridad. 

De un momento a otro su mano ya no toca mi pene, esa agradable sensación desaparece al igual que el peso que hacía Gabriel arriba mío. 

Abro mis ojos, algo asustado y frustrado, encontrándome a Gabriel parado, mirándome con una enorme sonrisa en el rostro. Me observa en un completo silencio, silencio que corta mi agitación, no dice mucho pero no le hace falta; sus ojos me lo dicen claramente.

«No llores, esto apenas empieza.» ni siquiera me hace falta leerle la mente por el vínculo para saber que eso mismo me quiere decir. 

—Gabriel…—suplico en voz baja.
Él lo capta, entiende cuál es mi necesidad. 

Suelta un pequeño bufido al oírme, mientras camina de nuevo a mí, pero esta vez no se sienta arriba mío, ahora empieza a bajar hasta quedar de rodillas frente a mí. Quedando entre medio de mis piernas, con mi erección al frente suyo.

Trago duro al sentir sus dedos tocarla, él se  mueve con lentitud de arriba abajo, lamiendo su labio y mordiendolo con ganas. 

Todo mi cuerpo se contrae por la sensación de tenerlo cerca, de mirarlo, de sentir su tacto. El líquido ya empieza a escurrir cada vez más, al igual que mi cuerpo me grita que faltaba poco para llegar a nuestro límite. 

Gabriel entiende mis gemidos ansiosos. mi forma de moverme y querer que me toque mas velocidad y fuerza. Me mira, sonriéndome y acercando de a poco su cara a mi miembro, yo me muerdo el labio, con las ansiadas en su máximo esplendor.

Entonces, ya acabando con la torura, Gabariel introduce mi miembro en su boca, dándome un pequeño susto pero a la vez una satisfacción enorme. 
Puedo sentir como su húmeda nociva toca mi miembro, el como su lengua juega con la punta de mi pene, el cómo sube y baja, chupando y succionando dicha zona. 

Mis medios evolucionan a gritos, llenando por completo el lugar sagrado de Demeter, pero justamente ahora poco me importa. 

Mi cuerpo vibra, mandando una electricidad hacia todo mi cuerpo, provocando que tome del cabello a Gabriel para hacerle tragar todo mi semen a la hora de mi orgasmo. 

Gabriel gime, escucho como se atraganta al tenerlo todo metido hasta la garganta, lo cual me llena aun mas de exitacion y produce un mejor orgasmo. 

Él se saca mi pene de la boca, dando a mi cuerpo un efecto de vacío en dicho lugar. Pero no diga nada, la verdad no puedo hacerlo, me encuentro fatigado, tan cansado y con los espasmos del orgasmo aun presentes en mi cuerpo que me prohiben hacer algo con raciocinio. 

Por fin puedo abrir mis ojos, dándome una vista algo difusa de un Gabriel despeinado, con sus labios hinchados húmedos y rojos. Aunque su apariencia me deja algo fascinado, la vergüenza le gana y me da una patada en la cara para que reaccione, haciéndome apartar mi vista de sus hermosos ojos, ahora sintiendo como mi corazón palpita con tal fuerza que creo que romperá mis costillas. 

—Aprendelo rapidito— la voz de Gabriel hace qué levante la vista hacia él. 

—¿Qué?— titubeo con vergüenza. 
Gabriel se para, volviendo a quedar más alto que yo, más imponente, con su sonrisa torcida y un aura dominante, cosas que me dejan petrificado, obligándome a tragar saliva por la tensión que su presencia deja en el aire y en mi cuerpo. 

—Aprende a hacer lo que te acabo de enseñar— pasa su lengua por sus labios, lamiendo el rastro del semen— Porque la próxima vez me lo harás tú...—finaliza acercándose a mí para depositar un pequeño beso en mi mejilla, uno que me da un cosquilleo en ese lugar. 

Se aleja sin borrar esa divertida sonrisa, caminando fuera de las puertas de Demeter con serenidad y gracia, dejándome completamente solo con mi miembro fuera del pantalón, y con una enorme ansia de saber cuando será esa próxima vez. 

























Notita:
Capítulo largo para recompensar el tiempo perdido ajjajaja

¿¡COMO HAN EDTADO, BEBÉ!?

Yo aquí, creando un poco de caos y tensión... Casual...

Espero que les haya gustado el cap hoy, ya qje Dami anduvo muy pervertido últimamente le tuve que sacar un poco de tensión del cuerpesote, ¿qué tal?
(͡° ͜ʖ ͡°)

En fin, recuerden votar y comentar (¬_¬)ノ, les mando un beso, bay 💖

Tradición:
Vanitas= Vanidad- Vanidoso

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