† Futuras revelaciones †
Me siento extraño. Mi cuerpo lo está. Hay algo que no encaja, algo erróneo en mí.
La vista se ve borrosa, mi cabeza palpita y siento un dolor agudo en ella.
Llegué a creer que pronto se me pasaría, que volvería a mis cinco sentidos en un breve instante, pero pensé mal. Ya han pasado unos cuarenta minutos en los que llevo despierto en mi habitación, la sensación extraña no desaparece.
Al momento de despertar lo hice con mucha pereza, confusión, ni siquiera sé cómo he llegado desde los calabozos hasta mi habitación en la mansión, pero heme aquí. Aún no puedo pararme del todo, ya lo intente y tan rápido como levanto mi cabeza de la almohada, las náuseas se hacen presentes.
He intentado comunicarme con Gabriel mediante nuestro vínculo, pero no he recibido una contestación por su parte. Solo hay un silencio desagradable, como si él no estuviera conectado conmigo, como si Gabriel ya no existiera.
Incluso la bestia me ignora, no responde a mi voz; pero sí logro sentirlo dentro de mí, solo que se encuentra en un letargo casi eterno, sin señales de querer despertar.
-¿Qué me ocurre?-me cuestiono con frustración al no poder ni levantarme de la cama sin caer rendido al suelo.
Cansado, tanto mental como físicamente, me estaba por resignar a estar en cama, pues ni la voz me ayudaba en estos momentos, ya que no lograba hablar con el volumen habitual.
Estaba por cerrar mis ojos para obligarme a descansar, para intentar calmar mis nervios, pero unas fuertes y apresuradas pisadas me interrumpen; haciéndome poner en alerta los pocos sentidos que me quedan despiertos.
-¡Damián!-el grito de Matthew se escucha primero, luego abre la puerta de un portazo e ingresa a las corridas- ¡Gracias a los dioses no te perdimos!
Su estruendosa entrada es lo suficiente molesta para que cierre los ojos al notar como el dolor en mi cabeza aumenta.
-¿Qué mierda pasó?-es lo primero que exijo saber, a la vez que doy todo de mí para levantarme como puedo de la cama; bajo su preocupada mirada-¿Por qué no me he sanado?
Las náuseas se hacen presente, trago el amargo líquido, haciendo que el vómito aumente pero que baje por mi garganta. Me levanto, pero el equilibrio me falla y termino con una rodilla apoyada en el suelo al casi caer.
-No lo sé, Damián. Cuando llegué a la manada me informaron que estabas inconsciente en tu habitación...-habla preocupado, ayudándome a levantar del suelo- Y nadie podía despertarte.
-¿En mi habitación? ¿quién me trajo del calabozo?
Le cuestiono, pero él me mira sin entender lo que dije.
Ya parado y con un equilibrio algo dudoso, empiezo a caminar hasta llegar a la puerta con una clara intención de marcharme. Pero su voz segura, su mirada temerosa, su aura y latidos me hacen determinar en medio de la acción de mi huida.
-¿De qué hablas?-su desconcierto me hace fruncir el ceño y detener mis pasos-Damián, tú te desmayaste en tu habitación, otra vez...-su voz sale muy segura de sí misma, haciéndome dudar por un breve instante.
Uno muy pequeño.
-¿Qué? ¡No! Fuí al calabozo y Gabriel me hizo algo, sus ojos eran inhumanos. ¡Era como los de un demonio!
Le grito, pero mi voz cambia un poco.
Bestia se despierta con brusquedad, apenas siento que sus ojos se abren se lanza a mi mente y toma el control de mi cuerpo.
Es una acción rápida, casi no puedo verlo venir. Él está enojado, "furioso" le queda muy chico, en verdad está loco. Más de lo usual.
Matthew es su primera víctima. Da dos pasos así él, el pobre no pudo reaccionar, por lo que tomamos su camiseta negra y lo estampamos contra la pared más cercana: la de al lado de la puerta de salida.
Apretamos su cuello, mi amigo se encuentra petrificado del susto, mirándome con sus ojos azules lobunos con una duda en ellos. «¿Pelar contra mi alfa, o dejar que me mate aquí mismo?»
Él no se mueve, solo espera. Está esperando que Bestia lo termine de matar y Matt no piensa en intervenir.
-Bestia...-le hablo en mi mente, pero me ignora-Bestia, ¿qué mierda pretendes? Deja ahora mismo a Matt.
Y en cierto punto lo hace, pero termina lanzando a Matthew con tanta fuerza que rompe la pared y sale disparado hacia el pasillo.
-Lo siento. Fue una reacción tardía...-es lo último que dice antes de volverme a ceder el control.
Caigo al suelo por el exceso de energía que gasté en segundos. Mi cuerpo duele, mi cabeza igual, siento el vómito tocar la campanilla y me obligo a no lanzarlo.
-Matthew...-lo llamo con preocupación al verlo inerte en el suelo cubierto de escombros y polvo.
Él emite un quejido, se desparrama por el suelo hasta lograrse parar con ayuda de unas amas de llaves que estaban cerca.
-Estoy bien, solo algunos huesos rotos. Nada fuera de lo común tratando de tu lobo...-él ríe, pero al terminar de pararse se puede escuchar como varios de su huesos truenan, al igual que su espalda-Oh, mierda, hermano. Retiro lo dicho, creo que me muero aquí mismo. Voy a estirar la patita...
-Eres un idiota.
Observo y escucho sus lloriqueos, mientras acomodan algunos huesos en el lugar de origen con sus manos y con ayuda de las amas de llaves.
-¿Qué le ocurre a la bestia? Hace años que no lo veía tan... descontrolado-pregunta al finalizar su recuperación.
-Estoy igual de intrigado que tú...-Matt me da una mano, ayudándome a parar, sacudo mi ropa e intento pensar con claridad mi próxima orden-Manda a buscar a Gabriel, tráelo al despacho. Tenemos cosas que charlar.
-Sí, Alfa.
-Y supongo...-detiene su andar al oírme-Que ya has encontrado a ese hombre, ¿verdad?
Se vuelve a girar, esta vez dejando el rostro serio para sonreír con orgullo. Asiente dos veces, dando una afirmación extra al pensamiento ya tenido por mi parte.
-Traelo.
Desde el tercer piso, en mi despacho, se puede ver con perfección una gran parte de la manada Eclipse. Sus casas, las plazas de juegos, el bosque, los lagos, los negocios; la mayoría de la parte norte estaba plasmada en mis ojos al posarlos por las enormes ventanas.
Pero, por desgracia, nada de lo que veía se me hacía familiar. Ya que una gran parte de la manada se encontraba en un estado deplorable, el ambiente era moribundo, tenso, todos se sentían cansados y sin fuerzas.
Síntomas claves al momento de no poseer el espíritu que otorga la luna de la manada. Un poder espiritual que solo ella, en este caso él, puede darle a los habitantes de la familia, incluso las plantas se alimentan de dicho poder que emana por sí mismo la luna de la manada.
El hecho de que ellos no sientan ese poder es sumamente peligroso. Tanto para ellos como para mí. Ese poder les da fuerzas físicas y mentales, le da una razón para luchar y proteger la familia Eclipse. Le da esperanzas.
Pero Gabriel rechaza y repudia la manda, a mi familia, nuestra familia.
Si alguno de nuestros enemigos llegara a saber o sentir nuestra debilidad, estarías en problemas. Ya que mis hombres no tendrían el suficiente poder y espíritu para luchar.
-Que lo intenten si quieres. Acabaré con ellos enseguida...-escucho a Bestia jactarse con burla y superioridad en mi mente.
-Mejor cierra la boca. Pronto tendremos una charla muy seria.- le advierto con seriedad, pero solo consigo una risa estruendosa por su parte.
-Uy, que miedo.
-Alfa...
-Samanta, ¿por qué tardan tanto en traer a...-la interrumpo con algo de enojo, pero su voz entre corte, al igual que su rostro rojo y sus ojos llorosos me hacen callar al instante que la veo entrar al despacho.
-Lo lamento mucho, alfa. Pero es por eso que he venido a decirle que Luna Gabriel no despierta del sueño.
-¿Qué?
-Lo hemos intentado todo, incluso volvimos a llamar a la druida pero no sabe explicarnos el motivo del sueño profundo del que cayó Gabriel... Y...
Una sensación aparece en mi estómago, haciéndome dar escalofríos por toda la espalda.
La ira es incontrolable, ni siquiera Samanta se salva de ella.
-¡¿Y por qué mierda estás ahí parada?! ¡Ve y llama a quien sea para que revise a Gabriel ahora mismo!
Salta del susto al oírme gritar, al igual que los demás guardias que estaban detrás de ella, pero tan pronto como libero la última palabra salen a las corridas de mi oficina, dejándome por un momento solo.
Aunque dura poco.
-Alfa Damián, le traigo a nuestro prisionero Christopher Mort, tal y como me lo ha ordenado. Es el único pariente de nuestra luna Gabriel...
-«Luna», ¿acaso no se le otorga ese honorífico al mate de un alfa como símbolo para el protector de su familia?-el sujeto esposado interrumpe a Matt, sonado calmado y distraído, como si esas palabras fueran un pensamiento prófugo de sus pensamientos-No suena nada mal. Pero a él no le importa cuidar a otro ser vivo que no sea él mismo...
Ríe un poco al finalizar.
-¿Te atreves a burlarte de mi luna con ese descaro?
Cuestiono a la vez que me levanto de golpe de mi asiento, caminando hacia el sujeto de cabello marrón ceniza. Enojandome más al notar como su sonrisa socarrona y su mirada juguetona no flaquea al verme frente a él, casi pegado a su nariz; gruñendo, mirándolo con mis ojos de lobo, esparciendo el aura asesina.
El maldito idiota no se asusta. Noto como levanta su barbilla para verme a los ojos fijamente ya que soy más alto que él, su mirada marrón carga ese brillo burlón que por un momento me recuerda los ojos verde azulados de mi Gabriel.
Y pensar es lo que necesitamos para calmar nuestra enojo, tragar saliva y dar un paso hacia atrás; obteniendo la mirada sorprendida de Matthew al ver como no lo ataco, aunque las ganas estén.
El prisionero parece también ceder, borrando su sonrisa un poco y mirando a mi dirección con algo de lugubridad.
-Él ha estado perdiendo el control de nuevo, ¿verdad?
Mi falta de respuesta es suficiente para que el tal "Mort" suelte un pesado y largo suspiro. Luego aspira aire, como si estuviera calmadose, empieza un recorrido por mi despacho, pero al moverse los dos guardias que estaban detrás de Matt se transforman en lobos al reconocer una amenaza.
Mort no le da importancia, ni siquiera los voltea ver o demuestra algo de miedo, simplemente camina observando todo, y cuando me doy cuenta, el chico ya no tiene las cadenas en sus muñecas.
Me sorprendo, ya que hace menos de dos segundo las traía puestas pero ahora se encuentra libre, caminando por mi oficina, tocándolo todo.
Los lobos gruñen, dando pasos con intención de atacar al pricionero.
-Detengansen-exige Matthew con calma. Suspira y fija su atención al sujeto- Dijiste que no harías esto, Christopher. Prometiste cooperar...
Ambos comparten una mirada corta pero intensa, como una pequeña batalla imaginaria. Esto me hace fruncir el ceño, cruzo mis brazos y hablo con fuerza para captar de nuevo la atención de mi amigo.
-Matthew, ¿acaso conoces al prisionero?
Me mira algo alterado, pero responde con lo que creo que es vergüenza.
-Sí, lo he estado vigilando unos días, hasta que logré capturarlo...
-Corrección, me dejé capturar-Interrumpe con algo de distracción, ya que se encuentra leyendo uno de los muchos libros que tengo en mi biblioteca.
Los lobos vuelven a gruñir y avanzar hacia él, con una clara desconfianza. Matt los reprime, pero ellos siguen sin ceder a sus instintos y no los culpo, este sujeto tiene un aura extraña. Oscura y peculiar, literal huele a muerte.
Y al momento que el supuesto Christopher mira directamente a mis lobos, sus ojos cambian de color, volviendose de un color violeta brillante con un pentagrama en sus pupilas.
Al sentir esa aura demoniaca, no dudo ni un momento en correr a él, tomarlo del cuello y lanzarlo contra la estantería de libros que tenía detrás.
-¡¿Amenazas a mi familia delante de mí?! ¡Puedo olor que quieres morir justo aquí, ¿verdad, idiota?!
-¡Damián, detente!-me exije Matt en un grito.
-¿Acaso no quieres saber lo que en verdad es Gabriel?-cuestiona con voz algo temblorosa por el miedo, pero aún así no aparta sus ojos violetas de los míos. De nuevo, mi silencio tiene una connotación afirmativa.
Lo suelto, dejándolo en el suelo tirado, Matt va hacia él y lo ayuda a pararse mientras me mira con cierto enojo.
-Hablando de Gabriel, ¿en dónde está?-su pregunta me hace apretar los labios, pero no por el enojo, sino por la frustración de no tenerlo aquí-No siento su presencia dentro de esta casa...
-Luna Gabriel no se encuentra aquí... Él está dentro de los calabozos durmiendo...
-¿Qué mierda dices, Matt?-por primera vez se le oye verdaderamente enojado y preocupado-¿Qué hace allí metido?
-¡¿Y tú por qué mierda preguntas tanto por él?! -grito y me vcuelvo acerca a el, aunque el idiota de Matt se interpone en el camino; ganandose un gruñido de mi parte.
Chris suspira, aún teniendo el rostro contraído por la preocupación, incluso su corazón está acelerado. No recuerdo oler esta clase de miedo cuando lo estaba por atacar, lo cual me dice que su preocupación por Gabriel es real.
-Además de ser su amigo y familia, soy su guardia y es mi deber asegurarme de que él se encuentre a salvo.-habla con seguridad, mirando y volviendo sus ojos al color y forma natural. Perdiendo así también el aura peligrosa.
-¿Su guardián?-Matt me roba la pregunta, girándose un poco para verlo
- ¿Cómo si fuera un ángel?
Al parecer ese último comentario le causa gracia a Mort, por lo que rie un poco ante de volver a responder.
-No, guapo.-asegura con una sonrisa torcida-Soy todo lo contrario a un Ángel...
-¿Eres igual a Gabriel?-pregunto al mismo tiempo de Mate, manos nos miramos pero luego pasamos la atención a Chris, conectantes por su respuesta.
-Tampoco exageremos...-rueda los ojos con fastidio.
-¡Deja los juegos de palabras!
-Es mejor que nos detengamos aquí, Damián.
-¡Ahg!-grito frustrado y enojado al ver como Matt se empeña en proteger al maldito fenómeno que tengo sonriendo a mi lado.
-Dejemos el juego para después, su gran y poderoso Alfa...-Chris hace una reverencia, pero demuestra más burla que respeto-Ahora, llévenme en donde está mi amigo, haré todo lo que pueda para ayudarlo.
-Matthew, lleva a la princesa a los calabozos-indico aún poco convencido-Y matalo si se acerca mucho a Gabriel.
-...
-¡Matthew Steel!
-¡Que sí, hombre! ¡seguiré tu orden!
Con eso se va, no antes sin jalar al princeso que tengo delante de mí, el cual de carcajea al notar lo enojado que me contraba por su culpa.
Ordeno que todos se vayan y así poder permanecer un rato a solas. Necesitaba pensar muy bien en lo que debo de hacer.
No me queda de otra que tomar medidas desesperadas. La cual es llamar de nuevo a mi padre para pedir información sobre Gabriel.
Porque quiera o no, Arthur sabe más de lo que hace creer; no por nada es uno de los cambiaformas más antiguos del mundo.
«Mira lo que me haces hacer, Gabriel.»
Solo ruego a los dioses, a mi diosa Luna, que me devuelva a ese idiota a salvo. Lo necesito con vida, porque sin Gabriel no sé qué me pasará a mí, y no tengo intenciones de abandonar a mi familia.
«Sí. Lo hago por la manada, no hay segundas intenciones...»
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