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Yamada


— ¡Voy a entrar! - Gritó Valka antes de patear la puerta, apuntando hacia el frente con su muñequera, lista para aturdir a Yamada en el improbable caso de que siguiera respirando sin ayuda.

Parecía que no era el caso y la gran cantidad de gotas y charquitos de sangre esparcidos por el baño la hicieron compadecerse con el pobre encargado de la limpieza que tuviese que limpiar la masacre ocurrida en los baños.

Se acercó cuidadosamente al cuerpo flácido de Ten Yamada, preguntándose si había quedado algo qué interrogar después de la golpiza que Amelia le había dado. No parecía estar respirando, pero su pulso estaba estable, quizá demasiado acelerado para...

Valka sintió cómo la tomaban del cabello e inmediatamente después, tenía un pedazo de baldosa del suelo apuntándole a la garganta. Intentó moverse, pero Yamada se lo impidió, presionando ligeramente la punta rota del pedazo de cerámica contra su cuello, amenazando con matarla.

— ¡Voy a salir de aquí! ¡No quiero trucos! - Anunció Ten Yamada, gritando con un dejo de nerviosismo en la voz, como si no se hubiese esperado llegar tan lejo con su plan de escape - ¡Tengo una rehén!

Del otro lado de la puerta, Amelia y Candy se quedaron inmóviles, Amelia todavía dándole la espalda a la puerta y Candy apoyada a un costado.

— ¡Diles que se aparten! - Vociferó Ten Yamada al interior mientras tiraba aún más fuerte del cabello de Valka, impidiéndole separarse de él ni por un milímetro.

— ¡Me cortará el cuello si no cooperamos! - Explicó Valka, tratando de sonar lo más serena posible.

— ¡Suéltala! - Se le ocurrió decir a Candy, una vez se le ocurrió un plan - Voy a entrar y tiraré mi arma al suelo, ¿está bien?

No hubo respuesta por varios segundos, pero justo cuando Candy estuvo a punto de repetir su última frase, la voz de Yamada le contestó que arrojase su arma al interior antes de poner un pie en el baño.

A regañadientes, Candy se quitó ambas muñequeras y las aventó al interior de los baños para después abrir la puerta a la mitad y entrar, cerrando justo detrás de ella. Frente a Candy, Ten Yamada estaba utilizando a Valka como escudo humano, cogiéndola del cabello mientras sostenía un filo de cerámica contra su cuello, impidiéndole moverse.

Candy avanzó lentamente con las manos en alto mientras la mano de Ten que sujetaba la cerámica temblaba violentamente.

— Suéltala. Soy una rehén menos pesada y no sé pelear - Se ofreció Candy - Mi cabello es más largo, podrías lastimarme con más facilidad y llevarme a rastras si lo necesitas.

Ni Valka ni su captor entendían bien lo que ocurría. ¿Candy estaba ofreciéndose como rehén voluntaria? Sin embargo, a Yamada pareció bastarle, por lo que empujó a Valka al suelo con más fuerza de la necesaria mientras cogía del cabello a Candy, pero esta vez no se quedó esperando a que Amelia se quitase de la puerta: iba a salir del casino directamente.

Aún con un trozo afilado de piso apuntándole al cuello, Candy tenía un plan, por más arriesgado y estúpido que fuese. Sacando uno de los alfileres que le recogían las mangas de ese enorme uniforme de trabajo, Candy decidió hacer algo estúpido y arriesgado, tal y como lo habría hecho Kai. Sin pensárselo demasiado, clavó dicho alfiler a toda velocidad en el brazo con el que Ten sostenía el pedazo de cerámica.

— ¡Mierda! - Chilló Yamada, soltando el pedazo de cerámica. Inmediatamente después, Candy la dio un cabezazo con la nuca, pero no fue suficiente para que el hombre soltase su cabello.

Valka no esperó más y cogió otro pedazo de cerámica, clavándolo con fuerza en el zapato de Yamada. Por el sonido ahogado del corte y el grito subsecuente de Ten, Valka supo que había logrado enterrarle un buen pedazo en el pie.

Ni bien aflojó su agarre, Candy se dio la vuelta, envalentonada y con fuerzas recién descubiertas, le dio de lleno en la nariz.

Hace semanas.

Antes de la discusión con Tenebra e incluso antes de escuchar las amenazas de Niambi, las cosas ya se habían complicado. Llevaban algunos días complicándose, de hecho: con la inminente pero indefinida partida de Kai, los últimos días en la Base Uno habían sido caóticos con Ezra aprendiendo a dirigir el sitio, con las Copa Escarlata tratando de gestionar las múltiples solicitudes de cada distrito de La Ciudad para resolver todo lo que la policía debió haber resuelto en primer lugar.

Vale, Kai no estaba presente en ese preciso instante, pero Candy, Amelia, Valka e incluso Noah, lo estaban. La sala de juntas de la Base Uno estaba con casi la mitad de sus asientos ocupados y no precisamente por personas, sino más bien por mochilas y pilas de papeleo sin organizar: un verdadero desastre.

Y también Niambi no cerraba la boca.

— Es que, no entiendo - Se quejó la trigueña - ¿Por qué tiene que irse a estudiar a otro lado si también hay universidades aquí?

— Quizá es porque la estatal quedó hecha mierda con el asedio - Sugirió Valka.

— O porque aquí podrían intentar atacarlo - Pensó Noah.

— O la que él quiere es mejor - Añadió Candy.

— También puede que solo se le antoja irse de aquí - Remató Amelia - Yo lo haría si no tuviese que preocuparme por dónde vivir o qué comer, ¿sabes?

Niambi decidió no seguir la conversación desde ese lado.

— Es decir... ¿y qué pretendía ligándose a Tenebra? Él se irá y no creo que ella vaya con él. ¿No les parece que...?

— ¿Te estás metiendo mucho en su vida privada? - Preguntó Amelia, desafiante - Sí, bastante.

— ¿Kai y Tenebra son novios? - Preguntó Noah, como si no hubiese estado realmente atenta a la conversación.

Sus amigas negaron con la cabeza: no eran novios, no aún. Sin embargo, sí que se traían algo semanas antes del asedio y habían estado de lo más juntitos desde entonces. De todos modos, Kai estaba aguardando a que ella superase del todo a su exnovio para intentar algo saludable con ella. Al parecer, Noah era la única que todavía no estaba enterada de ello.

— ¿Y por qué no me lo dijo? - Quiso saber ella, con su timbre vocal más tenue que en su pregunta anterior, como si estuviese desilusionada o algo por el estilo.

— Estabas muy ocupada llorándole a Caín - Explicó Amelia con la falta de tacto que la caracterizaba - La verdad Kai no quiso molestarte. Además, pensé que ya todos sabían.

— Pero no estábamos hablando de eso - Interrumpió Niambi - ¿Y qué le vio Tenebra a Kai? Aparte de que parece que después de que yo me fijo en alguien, otra va y se le acerca. Candy empezó a salir con Gus después de mí y Tenebra con Kai luego de que nos besamos, no creo que...

No sólo Candy se mostraba visiblemente ofendida por los comentarios de Niambi, sino que la propia Niambi había dejado de hablar: eso aliviaría bastante a Amelia de no ser porque el motivo había sido la propia Tenebra, de pie en el marco de la puerta, boquiabierta.

— ¿Kai te besó? - Preguntó ella, sin poder procesarlo de una sentada.

Niambi se limitó a encogerse de hombros y cerrar los ojos para darle más peso a su afirmación. Sin embargo, al abrirlos nuevamente, observó fijo a su amiga y pronunció una sola palabra, suficiente para desatar un pandemonio que se prolongaría las siguientes semanas:

— Sí.

— No fue tan difícil - Suspiró la madre de Amelia una vez tiraron el cuerpo inconsciente de Ten Yamada al interior de la camioneta. Cargarlo por los pasillos de servicio del casino sin ser vistas les había tomado más tiempo del que creyeron necesario en primer lugar.

También estaba el asunto de sobornar al encargado de la limpieza para que quitase rápidamente las manchas de sangre del suelo. La baldosa rota también había sido reemplazada deprisa, aunque ahora Amelia le debía lo del soborno a su madre, que había tenido que desembolsar una considerable cantidad como emergencia. "Lo meteré a 'gastos'", fue lo que dijo Amelia para justificar de dónde iban a reponer esa pérdida. No creía que a Ezra le fuese a importar mucho si ya tenían a Yamada.

Al interior de aquella camioneta de Alba Dorada, Gastón, un agente de seguridad y conductor designado, esperaba ya, a punto de marcharse mientras que Valka y Candy terminaban de limpiarse las heridas en los asientos traseros del coche. Amelia no podía evitar sentirse algo culpable al respecto: mientras que ella le dio la paliza de su vida al objetivo de esa misión, fueron ellas quienes se llevaron los golpes y corrieron riesgo real. Mientras ella llegó e hizo un desmadre en el baño, sus amigas terminaron pagando en su lugar.

Quizá su conducta estaba empezando a parecerse demasiado a la de Kai, impulsiva y sedienta de adrenalina, aunque Kai nunca había llegado a esos extremos cuando peleaba. Ella sí. Después de todo, Kai era bastante tibio cuando de peleas físicas se trataban. Ella era la que una vez atravesó la mano de un compañero de secundaria por estar jodiendo demasiado.

Quizá no quería admitirlo, pero esta misión en particular la hacía extrañar demasiado a Kai, volviéndolo un pensamiento recurrente en lo que antaño fue una cabeza carente de emociones.

— Ya, vámonos - Ordenó Amelia a Gastón - Quiero dormir un buen rato después de encerrar al imbécil de la cajuela.

Sin emitir alguna respuesta audible, Gastón se limitó a encender la camioneta, uniéndose al afluente vial del periférico de la ciudad, camino a la Base Uno.

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