
Capítulo siete: Preguntas, dudas y miedos
Shera Jones Doson
Siempre supe que había algo especial entre nosotros dos, pero no teníamos ni idea de que existiera secretos entre nosotros.
Todas las familias tienen secretos, pero sospechaba que nuestras madres no solo tenían un secreto, tenían muchos y nos han estado ocultándonos eso desde que nacimos.
Mientras Kaden buscaba la flecha, yo escuché una conversación que me dio aún más dudas de las que ya tenía y ya no sabía si podía confiar en aquellas mujeres que se hacían llamar mis madres.
Estaban en la cocina, platicando en voz baja, me asomé por la pared, tratando de oír algo en su conversación y así obtener más información sobre aquello que nos ocultaban.
—Esto ya fue demasiado lejos, Kate —mamá la regañó.
—¿Y qué querías que hiciera? Ella los estaba insultando y jamás permitiré que te insulten a ti o a los niños... —bajó la mirada— y menos por algo que yo hice...
Mamá se acercó a ella, colocó sus manos en sus mejillas y le dio un tierno beso. Con sus pulgares acarició la suave piel de mi madre y ella le dio una sonrisa cálida.
—Fue Oliver quien lo hizo, él envió a ese hombre a matarlos y Firox se sacrificó por Vanlo. Tú no tienes la culpa de nada.
—Fui yo quien los introdujo en ese mundo, Rachel...
—Lo peor no es eso...
—Lo sé, me preocupa que su hija lastime a Kaden. Él ya sufre mucho en la escuela, aunque no nos diga nada...
—Creo que ella no busca hacerle mal alguno, solo quiere saber más del pasado.
¿Pasado? ¿Será verdad lo que dijo el chico?
—No es necesario desenterrar el pasado —dijo molesta.
—Tarde o temprano lo sabrán todo.
—Lo hablamos muchas veces, no quiero que ellos vivan nuestra vida, no quiero que vivan todo el dolor y sufrimiento que tuvimos que pasar para tener todos estos años de paz —frunció el ceño.
Mamá suspiró y tomó la mano de mi madre entre las suyas. Los ojos de mi madre se cristalizaron, como si en ellos estuviera escrito una desgracia de la cual no sabíamos nada.
—El pasado está cerca, es su identidad y sabes que se enojarán con nosotras —una lágrima cayó por la mejilla de mi madre.
Ambas se levantaron de la silla, se miraron con miedo, como si tuvieran terror de lo que podría llegar a pasar y se abrazaron.
—Tengo miedo de perderlos —susurró mi madre mientras la abrazaba más fuerte.
—Yo también —dijo en un leve susurro, pero yo la escuché.
Ya era el otro día y para que nuestras madres no sospecharan nada, cada uno estaba en su habitación, pero si Kaden realmente encontró la flecha, significaba que la historia de la Arquera y de la Forastera tenía alguna conexión con nosotros.
Una parte de mi tenía miedo de seguir descubriendo cosas, pero la otra parte, el vacío que sentía dentro de mi pecho, me decía que debía seguir, pues solo así podría sentirme completa.
De pronto Kaden entró a mi habitación y me sobresalté. Cerró la puerta con cerrojo y eso me puso en alerta, significaba que lo había conseguido, había encontrado la flecha, pero su rostro de confusión e ira me decían que había algo más.
—Siento que la flecha no es lo único que encontraste —suspiró.
—Quiero que veas esto —me entregó una fotografía doblada — y me digas quienes son esas personas y que piensas al respecto.
Tomé la fotografía y mis ojos fueron directamente a ver a mis madres, pero también al chico que estaba junto a ellas. Parecían ser gemelos, pero no podría ser posible, nosotros sabríamos si tuviéramos un tío.
Miré a las personas que estaban junto a mis madres, pero no reconocía a ninguna de ellas. De repente mis ojos se dirigieron hacia la chica de cabello y ojos marrones, era como si esa tonalidad de ojos la hubiera visto hace poco.
—Este chico se parece a ti, diría que es el gemelo de mamá, pero no es posible. Solo tenemos un tío, no dos.
—No me sorprendería que no nos dijeran que tenemos otro tío —dijo molesto.
—¿Por qué dices eso? —se sentó al borde de la cama, junto a mi.
—Ellos dos —señaló a la chica de cabello marrón junto a un chico que estaba sonriendo de oreja a oreja— son los padres de Stephanie —soltó con dificultad.
—¿Estás loco? —me observó serio, como si su alma ya no estuviera en su cuerpo—. ¿Me estás diciendo que nuestras madres conocían a los padres de Stephanie y nunca nos dijeron nada?
—¡Sólo piénsalo! —exclamó eufórico—, cuando me ofrecí para llevar a Stephanie a su casa y fuimos en el auto, nuestra madre no dejaba de observarla, como si buscara algo en ella. Además... —tragó grueso.
—¿Qué? ¿Además qué? —esperé su respuesta ansiosa—. ¡¿Qué más descubriste?!
—Cuando fui a la casa de Stephanie y vi una fotografía de ella con sus padres, no tengo dudas de que son ellos —señaló a la pareja en la fotografía—. Son sus padres...
—Entonces yo tenía razón, ella se acercó a ti por un interés y ahora sabemos cual es —él bajó la mirada y suspiró.
Los ojos de mi hermano se entristecieron, porque él al fin había creído que una chica lo quería por quien era y no por algo más.
Dejé la fotografía a un lado y abracé a Kaden para que no se sintiera solo, pero es difícil sentirse bien ante todo lo que estábamos descubriendo y ante todo lo que nos quedaba por descubrir.
Me alegraba tener razón, por lo menos en esto, pero no me alegraba saber que Kaden está sufriendo por culpa de ella.
—Kaden —levantó la cabeza, desanimado— la única persona que nos puede ayudar ahora, es ella. Debe saber muchas más cosas que nosotros, debemos ir y descubrir la verdad.
Frunció el ceño y vi la ira en sus ojos, vi que estaba dolido y herido. Todo por culpa de ella.
—No hace falta que vengas tú, yo iré. No quiero qué...
—Quiero ir para ver si me sigue viendo la cara de idiota —se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta—. Ahora —abrió el cerrojo.
Tomé la fotografía y rápidamente bajamos las escaleras. Al bajar nos encontramos con nuestras madres.
Mierda.
—¿A dónde van? —nosotros dos nos miramos y Kaden no era capaz de disimular su enojo.
—Kaden está enojado porque peleó con Zion, iremos a su casa para arreglar todo —mentí.
—El tío nos llevará —aclaró él.
Nuestras madres se acercaron y cada una me dio un beso en la frente, cuando quisieron darle un beso a Kaden, él se apartó con brusquedad, como si ellas fueran fuego.
—¿Qué te sucede, hijo? —mamá lo miró extrañada.
Por favor, Kaden, debes fingir...
—Nada, solo estoy molesto y no estoy de buen humor —metió sus manos en los bolsillos de su campera de cuero.
—Las vemos luego —saludé con la mano y ellas imitaron el gesto.
Tomé las llaves de la casa y abrí la puerta para poder irnos. La cerré y bajamos unos escalones hasta tocar el suelo.
Kaden se quedó quieto como una estatua, no se movía, con suerte respiraba. Cuando seguí con la mirada hacia donde estaba mirando, vimos a Zion en la acera de enfrente, caminando triste, pero enojado a la vez.
Sé que en este momento no deberíamos hablar con él, pero sabiendo que era la última oportunidad que Kaden podría tener, no me opuse.
—Ve —lo alenté.
Miro para ambos lados de la calle para asegurarse de que no viniera ningún vehículo y cruzó sin pensarlo.
Yo fui detrás de él, pero dándole su espacio para no estorbarlos. Cuando Zion se percató de que íbamos en su dirección, empezó a caminar más rápido hasta que Kaden se le puso enfrente, impidiéndole pasar.
—Zion... Yo quiero...
—¿Sabes qué, Kaden? Vete a la mierda, no quiero saber nada de ti y tampoco quiero que me llames o que me envíes mensajes —al querer caminar chocó su hombro con el de Kaden mientras él lo veía confundido.
Lo veíamos irse y Kaden no sabía como reaccionar ante esas palabras y no necesito que me lo diga para saber que le duele, lo veo en sus ojos.
Si antes estaba herido por nuestra teoría sobre Stephanie, ahora está peor sabiendo que su mejor amigo lo quería lejos de él.
Lo único bueno de este encuentro fue saber que Zion estaba bien y que no estaba enterado de aquel hombre que nos acosó en la fiesta.
Lo último que queríamos es que más personas estén en peligro
—Creí que podríamos hablar... —susurró.
—Zion debe tener sus problemas, tal vez luego se le pase —apoyé mi mano en su hombro
—Solo vámonos —empezó a caminar cabizbajo.
Caminamos hacia el otro lado y mientras lo hacíamos, Kaden estaba molesto y lo sé porque cuando está molesto arruga la nariz, al igual que yo, al igual que mamá. Me gustaría hacer algo por él y hacerlo sonreír, ¿pero cómo era posible? Sentía que nuestras vidas se estaban derrumbando de a poco y no podíamos nadar contra la corriente.
—Al menos sabemos que está bien —murmuré rápidamente.
—Mmm —no dijo nada más.
Me detuve y sin pensarlo le di un abrazo para que no se sintiera solo. Él me abrazó fuertemente y luego nos separamos.
—Dale tiempo, ¿si? —asintió.
Seguimos caminando en silencio hasta que llegamos a la casa de Stephanie. Un escalofrío me recorrió toda la piel porque sabía que en cuanto entráramos a esa casa, algo cambiaría y no sé qué era.
Observamos la casa y luego nos miramos.
—No solo debemos hablar con Stephanie, también con sus padres —comenté.
—Nunca te lo dije, pero cuando acompañamos a Stephanie a su casa, su madre me miró de una forma extraña, como si fuera el diablo en persona y creo que está conectado con mamá y el chico que podría ser nuestro tío —relató.
—¿De verdad crees que es nuestro tío?
—Son iguales, Shera y nosotros somos como ellos —suspiró.
Tenía sentido que mamá tuviera un hermano gemelo, pero lo que no tenía sentido era que nosotros no supiéramos sobre él. Ni siquiera sabíamos si está vivo o muerto.
Kaden dio unos pasos y subió unos escalones para poder tocar el timbre de la casa.
El timbre sonó y la puerta se abrió, dejando ver a Stephanie, quien estaba sorprendida por nuestra llegada.
—¿Está todo bien? Tienen mala cara —Kaden miraba el suelo, no se atrevía a mirarla.
Me acerqué a ella hasta que estuvimos lo suficientemente cerca como para que se sintiera intimidada por mi mirada de muerte.
—Nos vas a responder preguntas y luego te daré una ventaja de cinco minutos para que nos expliques por qué conociste a Kaden por interés —entré al interior de su casa sin su permiso y Kaden hizo lo mismo.
Pasamos a la sala de estar y Kaden me señaló la fotografía en la cual aparecían la misma pareja que en la fotografía que tenía mamá.
Son ellos... Realmente lo son, no hay duda alguna
—¿Qué tanto saben? —murmuró ella y cerró la puerta.
—Que eres una maldita —soltó con enojo.
Stephanie no dijo nada, solo se limitó a mirar el suelo.
—Sabemos que tus padres eran conocidos de nuestras madres, queremos que nos cuentes la historia completa o lo que sabes —mi voz sonó firme.
—Mejor siéntense —ella se sentó en el sofá y nosotros hicimos lo mismo.
—Dinos la verdad, no nos mientas —por primera vez desde que llegamos, Kaden la miró a los ojos con ira y decepción.
—Supongo que sabes que yo tenía un tío —me dijo.
—Supongo que no eres la única.
—Les contaré todo; mi madre y mi padre siempre sufrieron por la muerte de mi tío y un día le pregunté a mi padre como había muerto y fue cuando me dijo que tenía una amiga llamada Kate que tenía un enemigo, ese enemigo fue quien mató a mi tío y mi madre siempre culpó a la suya, pese a que su madre nunca hizo nada —relató.
—¿Por eso tu madre me miró mal aquella vez? ¿Por algo que no hice? —cuestionó.
—No, no es por eso, sino porque Kate, Rachel y Kaden eran asesinos de nacimiento y arruinaron la vida de sus amigos. Kan, Katar y mis padres.
—¿Entonces puedes afirmar que este chico es nuestro tío? —saqué la fotografía que tenía y se la mostré.
—Sí, Kaden era el hermano gemelo de Rachel y el chico de cabello blanco era su novio, quien cuando se enteró de su muerte, no resistió y se suicidó.
Entonces sí hubiéramos tenido un tío, pero hay cosas que no quedan claras. ¿Qué enemigo tenía nuestra madre? ¿Por qué eso perjudicó a todos? Y lo peor, era que supuestamente somos descendientes de asesinos.
—No creo que nuestras madres sean asesinas, creo que estás mintiéndonos —Kaden habló con seguridad, casi confirmándolo.
—No tengo porque hacerlo, yo quería conocerlos y por eso empecé a hablar contigo, quería saber de ustedes y conocerlos.
—¡No es cierto! ¡No nos das motivos para creerte! —Kaden se levantó del sofá alterado—. Sólo nos diste motivos para desconfiar de ti —empezó a caminar hacia la puerta y yo lo seguí.
Kaden estiró su brazo para poder tomar el picaporte, pero antes de que pudiera hacerlo, la puerta se abrió y nosotros dimos unos pasos hacia atrás.
Eran ellos...
Eran sus padres. Su madre nos miró con odio y desprecio, mientras que su padre nos miró sorprendido.
—¿Qué te dije de estar cerca de estos dos? —la regañó.
Se veía muy molesta, pero su esposo se veía sereno, tranquilo y podría decir que hasta estaba feliz.
—Joanna, no mezcles las cosas. Son solo niños —su esposo nos sonrió.
—No se preocupe, señora. Nosotros no vamos a molestar a su hija nunca más —Kaden pasó entre medio de ellos e imité lo que hizo.
Nos fuimos de esa casa con dudas, miedos y sospechas nuevas, pero sobre todo, nos fuimos con la certeza de que no podíamos confiar en nadie, solo en nosotros dos.
—¡Kaden, espera! —escuché como ella venía detrás de nosotros, pero Kaden la ignoró y sólo siguió caminando.
Me detuve y esperé a que se acercara a mi.
—Mejor aléjate de nosotros, a lo mejor somos asesinos y tú no lo sabes —ironizé.
—Sé que están enojados conmigo, en especial Kaden, pero ustedes sí podrían ser asesinos, solo que no lo saben —fruncí el ceño ante la locura que estaba diciendo.
—No tienes pruebas —me di la vuelta, pero ella me tomó de la muñeca.
—Yo no, pero tu madre sí —afirmó.
—Explícate —le pedí de mala gana.
—No estoy segura, pero creo que ustedes no pueden amar a alguien o algo así. Mi mamá una vez me lo quizo contar, pero mi padre le pidió que no dijera nada, yo estaba escuchando a escondidas.
¿Qué rayos dice? ¿Me ve la cara de idiota para seguir ceyendo en sus palabras? Eso no puede ser cierto, si fuera así, ¿No se supone que debería matar a Nix?
Aunque no podía descartar la idea, últimamente no podía confiar en nadie, más que en Kaden.
—Como siempre, haciendo lo que no debes —ella bajó la mirada.
—En serio lo siento.
—Un lo siento no va a arreglar el corazón herido de mi hermano —me di la vuelta y caminé hasta estar al lado de mi hermano.
Empezamos a caminar tratando de procesar todo esto y ahora estamos más seguros que jamás podremos tener una vida normal.
Si Stephanie decía la verdad, significaba que no podía estar con Nix... No podía esperar a ir a casa para encarar a nuestras madres, no puedo esperar para saber qué será de mi vida con Nix.
Le pedí a Kaden que corriéramos hasta llegar a casa, porque la verdad aunque no confíe en Stephanie, lo que dijo me asustó.
No entendía porqué t4enía que ser así, no entendía porque todo tenía que ser tan complicado, cuando yo solamente quería amar y cuidar a Nix, mientras que mi hermano solo quería vivir en paz, pero ahora ni siquiera eso podremos hacer.
Nuestra vida se estaba volviendo un infierno para el cual no estábamos listos.
Llegamos corriendo a nuestra casa que ahora parecía un lugar de secretos y mentiras. Con miedo por lo que se avecinaba, entramos a casa y Kaden cerró la puerta con fuerza, demostrando que estaba furioso por todo.
Caminamos hasta la sala de estar y las vimos, pero no nos atrevíamos a mirarlas a los ojos, así que agachamos la cabeza.
—¿Cómo están? —preguntó mi madre.
—Estamos muy bien, su majestad —respondió Kaden.
Ambos levantamos la mirada y vimos como ellas se miraron entre sí como si hubieran visto un fantasma.
—De repente no saben qué decir...
—¿¡Cómo pudieron ocultarnos nuestra identidad?! ¡¿Cómo pudieron mentirnos tantos años y seguir actuando como si nada?! —una lágrima cayó sobre mi mejilla.
Mamá se levantó de la silla e intentó abrazarnos, pero nosotros retrocedimos como si ella fuera una leprosa. Lo vi en sus ojos, estaba aterrada y angustiada, pero nosotros estamos peor sabiendo que nos engañaron toda la vida.
—No se enojen con ella, yo tuve la idea de todo —nuestra madre se levantó de la silla y se acercó a nosotros.
—No importa quien tuvo la idea, lo hicieron y eso es lo peor —dije furiosa.
—¡Siempre supieron que nos molestaban! ¡Aquí sufrimos todo tipo de injusticias, cuando probablemente en ese estúpido reino nos aman! —soltó Kaden furioso.
Su rostro estaba colorado, su respiración agitada y sus ojos desprendían ira y dolor, igual que los míos.
—Lo hicimos para protegerlos, no tienen idea de nada —dijo mi madre firmemente.
—¡No hay excusa para lo que hicieron! ¡Son unas mentirosas, traicioneras y asesinas!
Mamá empezó a llorar en silencio, pero no se atrevía a contradecirnos.
—¿Es verdad que podemos asesinar a quienes amamos? —pregunté con miedo a la respuesta.
Ambas se miraron y mamá suspiró.
—Técnicamente sí, pero ustedes son mestizos y puede que eso no esté en su sangre —explicó—. No como en la mía.
—¿Te refieres a que no sabes si somos monstruos? Porque eso es lo que somos, mamá. Somos dos hijos de asesinas que nos mintieron toda la vida, somos príncipes viviendo una vida en donde nos molestan, somos dos personas que no debieron existir... —al terminar de decir eso las miramos a los ojos, pero ellas desviaron la mirada rápidamente.
—¿Algún día nos lo dirían?
Ninguna de las dos dijo nada, dando a entender que jamás lo harían y que viviríamos en esta mentira por siempre.
Si somos mestizos, significaba que había un cincuenta por ciento de que seamos como nuestra mamá y eso significaba que éramos un peligro para el pueblo, la ciudad, para el mundo.
Era un peligro para Nix.
Me dirigí hacia las escaleras, pero sentí que una mano me tomó suavemente del brazo. Miré por sobre mi hombro y vi que mi mamá estaba con miedo, su labio temblaba ligeramente.
—Hija... —quité su mano de mi brazo de mala gana.
—No me toques. Quiero estar sola.
—Mejor olvídense de nosotros, así como se olvidaron de cómo nos sentiríamos al descubrirlo todo —dijo Kaden y a continuación subió las escaleras con la mirada en el suelo.
Miré a mis madres y solo era capaz de sentir un profundo dolor y una profunda decepción por ser quien soy. Hija de dos asesinas,
—Hija... Por favor, lo hicimos por su bien... —dijo entre sollozos mi madre.
—Tal vez tengamos un concepto diferente sobre el bien... —coloqué mi mano en la baranda de madera de la escalera.
Empecé a subir los escalones pensando en que tenía que hacer algo para protegerla. Se suponía que mañana tendríamos una salida, pero eso no podía suceder. No sé si era una amenaza y quería protegerla de todo mal, aunque eso implicara que fuera feliz con alguien más que no fuera conmigo.
En cuanto entré a mi habitación cerré la puerta de un golpe y tomé mi celular. Suspiré y llamé a Nix.
No contestes... Por favor...
—Hola... —mierda.
—Hola, Nix —dije fríamente.
—¿Sucede algo? Noto tu voz extraña ¿Acaso estás llorando? —cerré los ojos con fuerza y una lágrima recorrió mi mejilla.
—No quiero volver a verte, Nix... No me busques, no me escribas, olvídate que alguna vez existí en tu vida
—¿Pero qué sucedió, pequeña reina?
—Solo olvídame y sé feliz —rápidamente finalicé la llamada.
Mi celular cayó al suelo y luego yo caí de rodillas.
Sentía una presión horrible en mi pecho, las lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos, todo lo que había a mi alrededor se puso oscuro y borroso. Quería morir, quería irme de esta maldita casa y de esta maldita familia llena de mentirosos. Nuestras madres nos habían mentido, igual que el tío Katar.
Sufrí pensando en cómo Nix estaría llorando por mi culpa y eso era suficiente para que se alejara de mi.
Lo lamento...
¿Dios, qué fue lo que hice?
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