Capítulo dos: Nervios
Kaden Jones Doson
—¡Gané! —dijo Zion mientras yo suspiré.
—Eres un maldito tramposo —solté.
—No es cierto, solo eres un pésimo jugador —dijo en tono de victoria.
—Al menos te gané en la competencia de comida.
—¿Qué clase de persona se come tres pizzas completas? Yo no puedo competir con alguien con tu apetito.
—Solo eres un pésimo perdedor —rebatí con arrogancia.
Sonrió de lado y negó con la cabeza.
Estuvimos toda la tarde jugando a un videojuego para saber quién era el mejor y claramente él ganó. Se levantó de mi cama y dejó el mando sobre mi escritorio.
—Oye, me tengo que ir, pero nos vemos mañana en la escuela —tomó su mochila de color rojo.
—Claro.
Dejé el mando a un lado y me levanté de la cama. Nos dirigimos hacia la puerta de mi habitación, al abrirla comenzamos a bajar por las escaleras.
El cabello rubio de Zion tapaba un poco su ojo izquierdo, pero podía notar que estaba incómodo por algo.
—¿Oye, en serio tienes una enamorada?
—Sí, ella es muy linda y tierna —respondí con una sonrisa.
La verdad es que Stephanie es perfecta, pero ella vive en un pueblo similar al mío y al igual que yo, siempre sospechó que sus padres le ocultaban algo.
Tal vez sea tonto pensar así, pero Shera y yo siempre hemos sentido una especie de oscuridad que por momentos nos gobierna y no podemos controlarla. Era algo complicado de describir, era algo así como la voz de pepe el grillo, que nos dijera que debíamos dejar salir a nuestro verdadero yo.
Como el primer día de clases, cuando levanté la voz Shera se dio cuenta de que ese no era yo. No era algo que podíamos controlar.
Ella siempre pudo controlar esa oscuridad, pero yo no y es por eso que evito meterme en peleas, porque puedo terminar dañando a alguien. Como sucedió cuando éramos pequeños.
—¿Y hace cuánto que hablas con ella?
—Hace meses. No iba a seguir hablando con ella, pero dijo que también sospecha que sus padres le ocultan algo y...
—Todos los padres ocultan algo, Kaden —interrumpió.
—Sé que me dirás que tengo que olvidar esa idea, pero no soy solo yo, Zion. Hay épocas en la que nuestras madres actúan extrañas, y aunque sabemos que mamá perdió a un ser querido, nunca quisieron hablar de eso. ¿No te parece sospechoso?
Al llegar a la entrada, tomé las llaves que estaban en el mueble y las coloqué en la cerradura. Abrí la puerta y con el rubio nos miramos sorprendidos, pues ya estaba anocheciendo y no nos habíamos dado cuenta de lo bien que la estábamos pasando.
Lástima que los momentos felices son fugaces.
—No, sigo pensando que tú y tu hermana ven cosas donde no las hay —su molestia era evidente.
—¿Oye, qué te sucede? Trato de contarte el motivo del por qué empecé a hablar con alguien que me entiende y te pones en mi contra —fruncí mi ceño.
—No estoy en tu contra, es solo que no confío en esa chica.
—Tú no tienes idea de lo que es soportar las miradas y murmullos de todos nuestros compañeros y por una vez que alguien me quiere por como soy, tú te enojas.
—Olvídalo, Kaden. Es tu vida, si quieres pasar toda tu vida hablando con alguien por chat, en vez de concentrarte en la vida real, es tu problema —espetó.
Suspiró.
Antes de irse me miró con esa mirada molesta que tiene cuando le hablo que esa chica me tiene loco y murmuró un leve adiós y se fue.
Cerré la puerta con llave sin entender lo que había sucedido.
—Eres un idiota —miré hacia las escaleras y me di cuenta que mi hermana me había estado observando.
—¿Qué?
—No te das cuenta que Zion te quiere como novio —bajó los últimos escalones y se dirigió hacia la heladera.
—Yo nunca le di esperanzas, no es mi problema.
Y no lo era, sé que Zion es gay y que prefiere a los chicos que a las chicas, pero no es mi problema que él se haya enamorado de un heterosexual.
—Ya tengo bastantes problemas como para preocuparme por el de los demás.
Aquí vamos de nuevo.
Shera sacó de la heladera una caja de pizza y cuando vio que yo iba a tomar una porción, ella retiró la caja.
—No necesito que nadie me diga cuando opinar. Lo hago cuando yo quiero.
—No necesito que opines de mi vida, ya tengo a todo un pueblo que lo hace —rebatí.
—Es diferente, soy tu hermana. Y espero que te disculpes con nuestras madres por tu comportamiento de la otra vez.
—Lo sé, lo vi en sus ojos. Se pusieron tristes cuando las traté mal —dije apenado.
—No mides tus palabras, eres muy impulsivo y eso un día te costará caro, Kaden.
Rodé los ojos y empecé a subir las escaleras para llegar a mi cuarto, echarme en mi cama con los auriculares conectados al celular y escuchar música mientras hablaba con Stephanie.
Stephanie: ¿Y cómo fue tu primer día de clases?
Kaden: Normal.
Stephanie: ¿Seguro? Sé que no te conozco en persona, pero sé cuando mientes.
Claro que se dio cuenta, ese mensaje fue muy seco.
Kaden: Solo tuve un pequeño enfrentamiento con unos bullys. Mi hermana estuvo para ayudarme.
Stephanie: Como los odio, cuando los conozca van a entender que no se tienen que meter contigo.
Sonreí por el mensaje.
Kaden: ¿Cómo que cuando los conozcas?
Stephanie: Tengo que decirte algo...
Kaden: Dime, sin miedo.
Stephanie: Me mudaré de pueblo y me iré al tuyo y estaremos en la misma escuela *carita sonrojada*
No puede ser.
—No puede ser...
—¿Qué no puede ser, hermanito odioso? —Shera se asomó por la puerta y me eché hacia atrás por el susto.
Ella se acercó hasta mí y le di el celular para que viera el mensaje. Estaba en shock, no sabía cómo reaccionar.
Estaba feliz, claro, pero tenía muchas dudas e inseguridades.
Es decir, a veces soy un poco malhumorado, egoísta y no quiero que ella conozca esa parte de mi. Probablemente la espantaría y solo quería tenerla cerca de mí.
Por otro lado, siempre imaginé diversos escenarios en los cuales podría estar con ella y al fin voy a poder cumplirlos. Más bien ya podré conocerla en persona, ya es un avance.
—¡Mi cuñada vendrá a vivir a nuestro pueblo! ¡Tenemos que decirles a nuestras madres! —dijo de alegría.
Parece que ella está más feliz que yo.
—¿Por qué estás tan feliz?
—¿Cómo qué por qué? Voy a conocer a mi cuñada.
—Para ser tu cuñada, debería ser mi esposa.
—¿Quieres apostar cinco cajas de pizza a que va a terminar siendo tu esposa?
—¿Cinco cajas? —pregunté con una sonrisa traviesa.
—Cinco cajas —afirmó.
Me devolvió el celular y se sentó a mi lado.
—Dile que para ser tu novia, tu hermana la tiene que aprobar.
—Más bien, nuestras madres deben aprobarla.
—Pregúntale cuando viene —dijo emocionada.
Rodé los ojos y le mandé un mensaje.
Kaden: ¿Cuándo llegas a Small Town?
Stephanie: No lo sé, creo que mañana por la tarde.
Kaden: Ansío verte *emoji contento*
Stephanie: No más que yo *corazón*
Kaden: ¿Te veré mañana?
Stephanie: Tal vez *emoji sonrojado*
—Aww, que tierno eres con ella, conmigo eres una fiera —se quejó.
—¿Por qué sigues aquí, Shera? —alcé una ceja, molesto.
—Dile que mañana iremos a dar un paseo con ella —fruncí mi ceño.
—No, déjala llegar y que se acostumbre a este pueblo de mierda.
Ella rodó los ojos y rápidamente me quitó el celular de mis manos y se fue hasta el poof de color negro.
Se sentó allí y se puso a teclear algo en mi celular.
Molesto, me levanté de la cama, me dirigí a mi poof y le quité el celular. Cuando leí el mensaje que le escribió me dieron ganas de comerme su pizza y que se arrepintiera por haberle mandado ese estúpido mensaje.
—¡¿Por qué le dijiste que mañana pasarías por su casa?!
—Te conseguí una cita, idiota —dijo como si fuese lo más obvio del mundo.
Stephanie: Me encantaría, ¿pero puede venir alguien más?
Kaden: Claro, llevaré a mi insoportable hermana.
Stephanie: Espero agradarle.
—¡Dame eso! —volvió a quitarme el celular de las manos.
—¡Shera! —la regañé, pero no le importó.
—Tengo que aprobarte para cuando seas mi cuñada. Soy la hermana del malhumorado de Kaden —dijo mientras escribía en mi celular.
—¡Niños! ¡Ya llegamos! —escuchamos que nuestra madre nos avisó desde abajo.
Ambos nos miramos, sabiendo que teníamos que decirles a nuestras madres que por fin íbamos a conocer a la chica que tanto me agradaba.
Esto iba a ser un caos.
—¡Mamá!
Shera salió corriendo de mi habitación, como Flash, la seguí por los pasillos y las escaleras, para ver la reacción de nuestras madres al saber la gran novedad.
Llegamos a la sala de estar y vimos que nuestras madres estaban con cara de preocupación. Nuestra madre estaba de brazos cruzados y con una cara poco amigable, mientras que a mamá la noté pensativa.
—¿Qué sucede? —preguntamos al mismo tiempo.
—¿Cuándo nos iban a decir que un hombre los estaba siguiendo? —nos preguntó retóricamente.
Rayos, el tío debió decirles.
—Vamos a hablar, ahora —nos dijo mamá mientras se dirigía a la mesa para comer.
Nosotros nos miramos entre sí y suspiramos. Obedeciendo a mamá, nos dirigimos a la mesa y nos sentamos en la sillas. Nuestra madre se sentó al lado de mamá, que estaba enfrente nuestro.
Ambas nos miraban con cara de enojadas. Nuestra madre cruzó sus brazos y mamá apoyó su mano sobre su hombro, intentando calmarla.
—Tranquila —dijo en un tono suave.
—¡No! ¿Quiero saber por qué no dijeron nada? ¿Saben lo peligroso que puede ser que un extraño los siga? —se alteró.
Ambos nos miramos y con la mirada del otro supimos que teníamos que contarles que esos idiotas me molestaron.
—No se los dijimos porque el primer día de clases estuvieron molestando a Kaden —bajé la mirada al recordar esa humillación— y ese chico nos defendió, pero cuando el director nos mandó a nuestros salones, él se escabulló entre la multitud y lo perdimos.
Recordé todas esas miradas maliciosas, todo el problema que se había ocasionado por mi culpa. A veces deseaba dejar de existir, porque estaba seguro que nunca encontraría mi lugar seguro.
Era horrible sentir que para los demás eres una broma. Era horrible sentir que para los demás sólo eres un juguete sin sentimientos. Era horrible vivir así y nada podría cambiarlo.
—Luego vimos a ese hombre a la salida de la escuela, pero creímos que era normal, ya que estamos en un pueblo y es normal encontrarse a las personas —expliqué.
—¡¿Normal, Kaden?! ¡¿Te parece normal que un hombre se escabulla entre la multitud para desaparecer?! —preguntó nuestra madre furiosa.
—¡No supimos qué hacer! —mi hermana nos excusó.
Los nervios se apoderan de mi. La presión sobre conocer a Stephanie, los nervios por lo que sucedió y el hecho de que mi madre me grite, hizo que me tensara. Nunca nos levantaban la voz y desde pequeño era algo que no me gustaba.
Mamá suspiró y acarició el antebrazo de mi madre para intentar calmarla, pero es imposible calmarla cuando lastiman a alguno de nosotros o a mamá.
Ella se levantó de la silla y se cruzó de brazos, con el ceño fruncido.
—A partir de ahora, no saldrán de casa, no saldrán de fiesta o con sus amigos.
¡NO! Yo tengo que conocerla, no importa que tenga que escaparme.
—¡No pueden prohibirnos salir por algo que no hicimos! —di un golpe en la mesa.
—¡Claro que podemos, somos sus madres y lo quieran o no, las cosas serán así! —sentenció.
Miré a Shera en busca de apoyo, pero me di cuenta que ella estaba preocupada y asustada por algo.
Miré a mamá para saber si ella estaba de mi lado, pero ella solo mantuvo la calma y negó con la cabeza.
—Estoy de acuerdo con tu madre, hijo. Ustedes son lo más preciado que tenemos, solo queremos protegerlos.
—Yo entiendo, mamá, pero es injusto que no tengamos vida por una teoría suya.
Mi hermana me miró y ambos nos levantamos de la mesa para subir a nuestras habitaciones, pero antes de subir las escaleras, Shera fue a la heladera y tomó la caja de pizza.
Al llegar a mi habitación quise cerrar la puerta, pero mi hermana me detuvo.
Vi que tenía un plato y sobre él había tres porciones de pizza, ella me lo ofreció con una pequeña sonrisa.
—No te pongas triste, la conocerás en la escuela —sonreí un poco y tomé el plato.
Ella siempre va a llevarse toda la caja de pizza.
—Sí, tal vez sea mejor.
—Buenas noches, enamorado.
—Buenas noches, pesada.
Ella se fue con una pequeña sonrisa victoriosa y yo cerré la puerta.
Dejé el plato sobre mi escritorio desordenado, lleno de papeles, dibujos y anotaciones sobre cómo me sentía. Sobre cómo sentía que no encajaba aquí, por más que lo intentara, yo no era parte de este rompecabezas, ¿pero entonces a cual pertenezco?
Tomé mi guitarra de color rojo y azul, me senté al borde de mi cama y las yemas de mis dedos comenzaron a acariciar las cuerdas, las que desprendían una melodía que solía calmarme cuando estaba molesto.
Sin pensarlo cerré los ojos y empecé a tararear la melodía.
Estuve así por media hora y luego de pensar un poco mejor las cosas, dejé la guitarra sobre el soporte de esta.
Con más calma, me puse a pensar en mi situación de la escuela.
Sé que lo hice para proteger a Shera y lo haría de nuevo de ser necesario.
Pero eso no justificaba que me maltrataran así. Solo quería tener una vida normal y con las personas con las que me siento normal son mi familia, Zion y Nix.
Frustrado, me llevé mis manos hacia mi cabello y lo peiné hacia atrás. Mi cabeza estaba entre mis manos y en eso algo interrumpió mis pensamientos, el ruido de la puerta siendo golpeada.
—Está abierto —dije en un susurro.
Era mamá.
Sé que es ella, lo noto porque al caminar, camina de una manera delicada, como de una madre que va a consolar a su hijo.
Abrió la puerta, al entrar la cerró y sonrió dulcemente.
—Hijo, tienes que decirnos quiénes fueron. Somos tus madres y siempre te apoyaremos —me dio una sonrisa cálida.
Me levanté y la abracé. Me encantaba cuando mi mamá o mi madre me abrazaban, me sentía seguro y sentía que estaba bajo una capa protectora, que me protege del mundo y de las cosas malas que habitan en él.
En eso vi como Shera abrió la puerta lentamente y mi madre apareció en la puerta. Mi hermana se nos acercó y se unió al abrazo. Los tres miramos a nuestra madre, que todavía seguía enojada por no haberle dicho sobre el hombre misterioso.
—Yo también quiero mi abrazo —dijo y nos unimos en un abrazo tierno y cálido.
Son esos abrazos en donde te sientes seguro y no tienes que ocultar nada a nadie. Son esos abrazos en donde sabes que puedes abrirte con tu familia, sin importar qué.
Quiero llorar, quiero descargarme con ellas.
Lo haría, pero odio que me vean llorar, odio que me vean cuando estoy débil.
No quiero que este abrazo termine.
Shera se separó de nosotros y nuestra mamá también. Mi hermano arrugó la nariz, suele hacer eso cuando está celosa.
—Ven aquí, pequeña celosa —le dijo mamá.
—Kaden es más celoso —soltó.
—¡No es cierto! —nos separamos del abrazo.
Nuestras madres se miraron entre sí y se empezaron a reír.
Shera y yo nos miramos confundidos. No entendíamos cual era el chiste.
—No entendemos.
—Es que cuando todavía estaban en mi vientre, cada vez que su mamá me daba un beso, ustedes pateaban la panza. Al principio no sabíamos por qué lo hacían y luego descubrimos que les molestaba que su mamá me diera mimos.
—Sí, pero Kaden siempre fue el más celoso —al escuchar eso de mamá, Shera me sacó la lengua.
—¡Ayer me comí una porción de tu pizza! —dije para vengarme.
—¿Y qué? ¡Kaden y yo vamos a conocer a su futura nuera!
—¡Shera! —le saqué el dedo de en medio.
—¿Nuestra futura que...?
—Nuera, mamá. Mi futura cuñada llegará mañana al pueblo —contestó con una enorme sonrisa burlona.
Shera sabía cómo arruinar momentos hermosos.
No era así como quería decirles, quería decirles que me la encontré en la escuela y que ella me estaba empezando a gustar. Claro que mi hermana tenía que arruinarlo todo.
—¿Es esa chica por la cuál te pones colorado? —preguntó mi madre.
—No me pongo colorado —dije cruzándome de brazos.
—Bueno, cuanto antes tráela a casa, queremos conocerla.
—¿Y tú, hermanita? ¿Cuándo traerás a Nix para que nuestras madres la aprueben? —pregunté retóricamente.
Shera tomó mi almohada y me la lanzó a la cara, yo me la saqué e hice lo mismo y así empezamos una guerra de almohadas, que pronto se volvió una guerra de quién de los dos tendría pareja primero.
—¡Basta los dos! —nos dijeron.
Ambos nos detuvimos, nos lanzamos la última mirada de odio y nuestras madres volvieron a mirarnos con seriedad.
—A partir de mañana, nosotras o el tío Katar los llevaremos a la escuela y ya no volverán caminando con Zion y Nix. Volverán con nosotras hasta que su madre y yo arreglemos este problema.
—Mamá, yo iba a conocer mañana a Stephanie —dije haciendo un puchero.
—Ah, no, jovencito. No usarás esa carita conmigo. Podrás verla en la escuela, no es el fin del mundo —rodé los ojos.
Shera se quedó callada, pensando por unos momentos que podíamos hacer ante esta situación. Pero eran nuestras madres, ellas siempre tendrían la razón y nosotros no podíamos cambiar eso.
—Supongo que no tenemos otra opción —dijo ella, resignada.
—Mejor vayan a dormir —mamá nos dio un beso en la frente a cada uno.
—Buenas noches —dijimos al mismo tiempo.
—Buenas noches, mis pequeños príncipes —nos saludó nuestra madre.
Ambas se fueron de mi habitación y solo quedamos Shera y yo.
—No te diré buenas noches de nuevo.
—Mejor vete de mi habitación. Quiero descansar.
—¿Hablar con tu amada se le dice descansar? Wow, cómo cambian las cosas —ironizó.
—Shera, vete —me crucé de brazos.
Ella se echó una risita, se dirigió hacia la puerta y al irse de mi habitación la cerró.
Me tiré en la cama y tomé mi celular para escribirle a Stephanie.
Kaden: Hola...
Stephanie: Hola, ¿te encuentras bien?
Kaden: En parte no. Tuve un pequeño problema y no podremos ir a verte...
Espero que no se lo tome a mal.
Stephanie: ¿Tu familia está bien?
Kaden: Sí, no es eso, es otra cosa.
Stephanie: No te preocupes, nos veremos en la escuela *emoji sonrojado*
Kaden: Gracias por entender.
Seguimos hablando sobre mis problemas, ella me escuchaba y siempre trataba de ayudarme. Era curioso como habíamos conectado tanto pese a estar a la distancia.
Me moría por conocerla en persona, hasta tal vez podría conocer a sus padres y un día, podría pedirle que salga conmigo.
Soñar es gratis.
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