Capítulo cuatro: Una llegada curiosa
Kaden Jones Doson
Todavía seguíamos en esa estúpida fiesta y para ser sincero, prefería quedarme en casa, jugando videojuegos que verle la cara a todos estos hipócritas.
Zion se acercó a mí y me dijo que debíamos hablar algo importante, así juntos salimos de la mansión ruidosa y nos dirigimos hacia el pequeño jardín que estaba en la entrada
Nos acercamos a una fuente que tenía luces alrededor.
—¿Qué querías decirme?
—Desde que supiste que esa chica vendría al pueblo, me puse triste, por algo que sabría que pasaría tarde o temprano —fruncí el ceño confundido.
—No te estoy entendiendo, Zion.
El rubio pasó su mano por su cabello y suspiró, nervioso.
—Kaden, tú me gustas desde que somos niños, pero jamás te lo dije porque creí que eso arruinaría la amistad.
Shera tuvo razón todo el tiempo.
—¿Y por qué esperaste tanto tiempo para decírmelo?
—Porque siento que ya perdí tu amistad y ya no podía seguir guardando este secreto —sus ojos comenzaron a cristalizarse.
Zion siempre había sido muy sensible en cuanto a sus emociones, pero fue imprudente enamorarse de mí, sabiendo que nunca sentiría lo mismo.
Eso explicaba el porqué se había distanciado y ahora que recordaba, él me había dado señales de que me quería románticamente durante toda mi vida, pero yo las ignoré.
No sabía que decir, no había pedido esto. No quería que nuestra amistad terminara, pero si se alejó sabiendo que Stephanie llegaría a mi vida, no me imagino lo que podría hacer cuando ella esté aquí.
—No tenía idea —mentí.
—Claro que la tenías. Estoy seguro que Shera te lo habrá mencionado en algún momento, pero la ignoraste —dijo molesto.
—Hay chicos más lindos y mejores que yo, Zion. Puedes encontrar a alguien más —solté.
—¡No entiendes lo que es querer a alguien y lo difícil que es alejarte de esa persona! —me señaló con el dedo—. ¡Así que no me digas que busque a alguien más como si se tratase de algo fácil!
—¡Hubiera sido mejor que no dijeras nada. ¡Al menos podríamos haber seguido con la amistad!
—¡No, tú podrías haber seguido con la amistad, mientras que yo me consumía en un pozo profundo por verte feliz con alguien más!
—¡Nadie te mandó a enamorarte de mi! —negó con la cabeza.
—No elegimos a quien amar, pero si voy a elegir si quiero seguir a tu lado y con esta actitud que tienes, prefiero alejarme. Aunque eso me destroce el alma —su voz se escuchó entrecortada.
Lágrimas caían de sus ojos, como si hubiera oído la peor noticia del mundo. Y tal vez para él lo era, pero no era mi problema.
—¡PUES VETE! ¡NO TE NECESITO!
—Tal vez no ahora, pero cuando un día me necesites, ya no estaré aquí para salvarte.
—¡VETE, ZION! ¡VETE SI TANTO TE DUELE VERME, VETE! —se limpió las lágrimas.
Se dio media vuelta y comenzó a caminar bajo la noche estrellada.
Estaba tan furioso por el hecho de que él estaba furioso conmigo, no tenía la culpa de no corresponder su sentimiento, pero no dejaría de hablar con Stephanie sólo porqué él se enamoró de un heterosexual.
El único amigo que tenía se fue y ahora estaba solo.
Me senté en el borde de la fuente que había en el jardín y llevé mis manos a mi cabello, frustrado por perder a mi único amigo.
¡Maldición, Zion!
Sé que nadie manda en el corazón, pero yo nunca le di esperanzas porque sabía que esto podría pasar, pero jamás pensé en lo mal que me sentiría al perder a mi único amigo.
Ahora todo sería diferente y no me gustaba eso, quería su amistad, quería.
Salí de mis pensamientos cuando a lo lejos pude escuchar unas pisadas de dos personas corriendo a toda velocidad, como si su vida dependiera de eso.
Al voltear a ver me di cuenta que eran Shera y Nix. Mi hermana estaba un poco sucia al igual que Nix, salvo que ella tenía toda la ropa manchada de lo que parecía ser tierra.
—¡Kaden! —mi hermana me abrazó.
Saltó a mis brazos y pude notar que su corazón latía muy rápido, su respiración estaba muy acelerada y en sus ojos podía notar cuán asustada estaba.
Nix comenzó a buscar algo con la mirada y me observó confundida y asustada.
No estaba entendiendo por qué estaban tan asustadas. Era como si hubieran estado en frente a la muerte.
—¿Dónde está Zion? —nos separamos del abrazo.
—Sé fue, ¿Por qué? —ambas se miraron.
—¡No debiste dejarlo solo! —exclamó Shera.
—¡Me pueden decir qué rayos les sucedió para estar tan eufóricas!
—Te lo contamos de camino a casa. Vamos —la pelinegra me tomó de la muñeca y tiró de mi camisa.
Comenzamos a correr hacia la salida.
~•~•~•~•~
Habíamos llegado a casa, cerramos todas las puertas con llave. No podíamos cerrar absolutamente todo, porque nuestras madres habían salido y no podíamos dejar que sospecharan de nada.
Me relataron lo que sucedió y creímos que ese hombre podría ir por Zion, podría lastimarlo o algo así. Lo llamé, le envié varios mensajes, pero nada.
—¡MALDICIÓN!
Tal vez fui un poco duro con él, pero él no sabía que necesitaba que contestara, no sabía que en el fondo me preocupaba por él. No sabía que en el fondo me dolía todo esto.
Si ellas fueron atacadas por un desconocido e intentó asesinarlas, no sabría de qué sería capaz con Zion, un chico molesto y con el corazón roto.
Ahora entiendo porque nuestras madres estaban tan eufóricas y asustadas ante la idea de que un extraño nos estuviera siguiendo. Agradecía que las chicas no salieron lastimadas, pero yo me moriría si algo le sucediera a Shera.
—¿Debemos decirles? —preguntó la ojiazul mientras se comía las uñas por los nervios.
—Si no les decimos será peor —Nix abrazó a Shera para contenerla.
—Así sabrán que estuvieron en la fiesta sin su autorización —comentó la rubia.
Nos miramos entre nosotros, sin saber qué hacer o cómo actuar ante una situación así.
—Puedo ir a su casa y verificar que esté bien —se ofreció Nix.
Shera solo fue capaz de abrazarla, en señal de que no quería que se fuera.
—Prueben a llamarlo ustedes, tal vez les conteste. Ahora vengo.
Me fui de la habitación para ponerme mi pijama, ya que, habíamos quedado que yo dormiría en el cuarto de Shera junto con Nix, para que ninguno de los tres tuviera miedo.
En cuanto me estaba poniendo mi remera sentí como mi celular emitió un sonido de notificación. Suspiré al creer que era un mensaje de Zion.
Al desbloquearlo vi que el mensaje era de Stephanie.
Entre medio de toda esta locura y tormenta, sonreí de lado al saber que era ella.
Stephanie: Hola, ¿cómo estás?
Kaden: Mejor ahora.
Stephanie: ¿Antes estabas mal?
Kaden: No te preocupes, solo problemas personales.
No quiero preocuparla.
Stephanie: De acuerdo. Quería decirte que mañana por la tarde llegué al pueblo y mañana ya iré a la escuela *emoji contento*
Kaden: ¿De verdad? Eso es genial.
Stephanie: Sí, de verdad. ¿Cómo sabré en donde estás?
Kaden: Te esperaré en la entrada con mi hermana y su amiga. No olvides que somos gemelos.
Stephanie: Claro que no, me has dicho que en el pueblo son los únicos gemelos que hay.
Kaden: Te veré mañana entonces.
Stephanie: Buenas noches.
Kaden: Descansa.
No puede ser...
No podía creer que por fin voy a hablar con ella en persona y veré lo genial que es.
Tengo que pedirle ayuda a Shera, ella sabrá como ayudarme en ésta situación.
Creía que Zion estaba bien, si no contestaba era porque estaba molesto, de lo contrario ya sabríamos si hubiera sucedido.
Corriendo torpemente, me dirigí a la habitación de Shera y en cuanto entré vi a Nix sacando un juego de mesa del armario.
—¿En serio vamos a jugar luego de lo que sucedió? —pregunté sin entender.
—Sus madres no deben tardar en venir y si no vamos a decirles nada, será mejor aparentar que todo es normal —explicó.
—¿Y esa cara de loco enamorado? —preguntó confundida.
—Mañana nos vamos a encontrar con Stephanie en la entrada de la escuela —solté.
Creo que es bueno que ambas lo sepan, así podríamos aliviar un poco el ambiente tenso que había por la situación.
—¿Vamos? —ella alzó una ceja.
—Sí, le dije que estaría contigo en la entrada —ella rodó los ojos.
—¿No te agrada?
—No lo sé, hay algo de ella que no me agrada —soltó inesperadamente.
Fruncí mi ceño confundido. Shera había dicho que quería conocerla y estaba feliz. ¿A qué se debía ese cambio de humor? ¿Por qué no era capaz de ser feliz por mí?
—El otro día dijiste que querías conocerla.
—El otro día fue el otro día, hoy es hoy —se sentó al lado de la rubia.
Me senté enfrente de ellas y comenzamos a ordenar todo, como si hubiéramos jugado durante toda la noche.
Estuvimos un rato jugando, hasta que escuchamos la puerta de casa abrirse, los tres levantamos la vista y nos miramos.
Era nuestro fin.
—Hola, hijos —mamá nos saludó desde la puerta.
Nuestra madre apareció detrás de ella y su mirada se centró en Nix.
—No sabíamos que vendrías, Nix —miró a Shera.
—Fue mi culpa, señora. Shera me mandó un mensaje diciéndome que estaba aburrida y yo le propuse hacer una pijamada —explicó tan tranquilamente que hasta parecía actriz.
—La próxima vez avísanos, hija.
—Claro —su voz tembló por los nervios.
Ambas se fueron, dejándonos a los tres solos y yo me levanté para cerrar la puerta.
Suspiré y me apoyé en la puerta.
—Que buena actriz eres, rubia —dije y mi hermana frunció el ceño.
—Solo yo puedo decirle rubia —se hizo la enojada.
—Rubia, rubia, rubia—
Iba a seguir molestándola, pero un almohadón fue rumbo a mi rostro y eso me hizo parar.
Le lancé el almohadón a Shera y Nix se puso en el medio para impedir una guerra.
—Ya, paren con eso.
—¡Ella empezó! —espeté.
—Bien, pararemos —bufó la pelinegra.
—Gobernada —me crucé de brazos.
Sabía que eso la iba a sacar de quicio y por eso me llevé la paliza de mi vida. Me lanzó de todo, almohadones, peluches, auriculares, zapatillas y todo lo que había a su alrededor.
Necesitaba un escudo.
Fui a mi habitación y busqué una almohada. Volví a la habitación y vi que Nix no estaba, entonces supuse que estaba en el baño.
—Eres un idiota —susurró.
—Cállate.
—¿Tenías que decirlo en frente de ella?
—¡No pensé que te molestaría tanto al punto de por poco lanzarme la casa entera encima!
—Me voy a vengar por esto —se cruzó de brazos.
Sonreí burlonamente y me dirigí hacia la otra cama que había en la habitación de mi hermana. Siempre tuvo dos camas, porque a veces hacía pijamadas con Nix y dormían en camas separadas.
Al ver lo que pretendía ella me tomó del cuello de la remera y me tiró para atrás.
—No dormiré con ella.
—¿Qué no te gusta? Entonces deberías agradecer mi ayuda.
—Por eso mismo, no me podré controlar.
Tampoco es para tanto, ni que se le notara si se excita o no.
—Aguántate. Es solo por una noche y trata de dormir abrazada a ella, hoy estuvieron a punto de morir —intenté que entrara en razón.
En ese momento escuchamos como la puerta del baño se abrió y dejó ver a Nix apoyada en el umbral de la puerta.
—¿Qué tanto cuchichean?
—Nada, estamos hablando de lo que sucedió.
—Y de lo que va a suceder —Shera me dio una palmada en la nuca.
—¡Auch! —pasé mi mano por la nuca, acariciándola.
—Calladito te ves más bonito, Kaden —le saqué el dedo de en medio.
—Ya, a dormir que mañana tenemos escuela —corrió el acolchado de la cama de Shera y se adentró en la cama.
—Ya sabes, Kaden. Estás avisado —dijo dándome la espalda.
Estaba seguro que por dentro se moría de los nervios y sonrió.
También me fui a dormir, bueno, más bien intentarlo, porque de los nervios por mañana no podía consiliar el sueño.
Daba vueltas en la cama, me quedaba mirando el techo, imaginando cómo sería Stephanie en persona, tanto en personalidad como físicamente. Imaginaba como sería abrazarla y entablar una conversación, pero a la vez me preguntaba como reaccinaría SZion mañana.
Tranquilo, respira y trata de pensar en algo que te aburra.
Matemáticas, eso me aburre.
A parte de los nervios que sentía por mañana, también estaba nervioso por lo que les sucedió a las chicas.
Si ese hombre nos estaba acosando y ahora quiso matar a mi hermana, tal vez deberíamos decírselo a nuestras madres.
Mañana hablaré con Shera, tal vez ella tenga otra solución a esto.
Seguí dando vueltas en la cama, hasta que el cansancio me venció y dormí como un bebé.
Un rayo de sol entró por la ventana y me dio en el ojo, obligándome a despertar. Froté mis párpados y lo primero que vi fue a Nix abrazada a Shera como si fuera un Koala.
Y luego dice que la rubia quiere a alguien más.
Una idea loca se me vino a la mente, quería sacarles una foto en esa posición, pero no lo hice, ya que, recordé que Shera se vengaría por hacer que ella duerma con la rubia.
Me levanté de la cama y me fui al baño a darme una ducha y relajar un poco los nervios por tanta emoción en tan poco tiempo.
Luego de ducharme salí del baño con una toalla que cubría desde mi cintura para abajo y me dirigí a mi habitación para cambiarme.
Opté por una campera de cuero, una remera blanca, un jean de color azul oscuro y unas zapatillas Converse.
Al bajar a desayunar me encontré con mi mamá preparando el desayuno. Tenía su ceño levemente fruncido y tenía una mirada molesta.
—¿Mamá, está todo bien?
—Sí, hijo. Solo una pelea boba con tu madre.
—¿Sucedió algo?
—Cosas de madres, hijo. No te preocupes y no tengas nervios por la chica —ella me guiñó el ojo.
¡SHERA!
—Chismosa —susurré y me senté en la silla.
—¿Quieres un consejo? —asentí—. No vayas rápido, entiendo que a tu edad las hormonas están rebeldes, pero ve despacio.
—¡Mamá!
—¿Qué? Soy muy joven para ser abuela —bromeó.
—Hablando en serio, mamá. ¿Qué hiciste para que nuestra madre estuviera encantada contigo? Han pasado años y su matrimonio sigue intacto —ella soltó una pequeña risita y me sirvió unos panqueques.
—El amor no envejece, Kaden. Es lo mejor que el humano puede ofrecer, cuando encuentres a la chica indicada de algún modo lo sabrás.
—¿Y cómo sabré cual es la indicada?
—Simplemente podrás mostrarte por quien eres en verdad y si ella te ama, te aceptará, todo fluirá y nada será forzado o con incomodidades —hizo una pausa.
Mamá se acercó a mí y me dio un beso en la cabeza.
—Lo más importante en una relación es la comunicación, que se cuenten todo lo bueno y lo malo, porque si le escondes algo, podrías arrepentirte y tal vez ella no te de una segunda oportunidad —bajó la mirada al suelo y sonrió.
Luego de esa pequeña charla, las chicas y mi madre bajaron a desayunar y era imposible no ver el ambiente tenso que se formó entre nuestras madres.
—Buena suerte hoy, Kaden —dijo mi madre y yo miré a mi hermana con el ceño fruncido.
—Mamá ya me dio unos consejos, pero tengo que esperar para hacer eso —bajé la mirada.
—Kaden, no hay una fórmula para el amor, solo sé tú mismo y que el tiempo se encargue de todo —sonreí de lado—. Eso también va para ti, hija —ella rodó los ojos.
—Kaden —dijo en un tono amenazador.
—¡Yo no fui! —levanté las manos en señal de rendición.
—No le creas, pequeña reina —susurró la rubia.
—¡Es porque estás en contra mía! —bromeé y corte un pedazo del panqueque para lanzárselo a Shera.
—No se lancen la comida, ya no son niños —nos advirtió mamá como si pudiera leer nuestras mentes.
Luego del desayuno mamá nos llevó a los tres a la escuela y nos dijo que a la salida ella nos vendría a buscar.
Nos despedimos de ella y mis nervios aumentaron, quería irme, pero a la vez no.
Mis manos comenzaron a sudar y mi mente estaba jugando con mis pensamientos, haciéndome pensar cosas negativas. ¿Y si no le agradaba? ¿Y si creía que era un tonto? ¿Y si se ponía del lado de los bullys? Dios, estaba muy nervioso.
Malditos nervios.
Estuvimos esperando unos minutos en la entrada y todavía no veía a ninguna chica desconocida.
—No vendrá —bajé la mirada al suelo.
—Apenas pasaron dos minutos, dramático —miré mi reloj y tenía razón.
—Bueno, mientras tú te llevas a mi pequeña reina, yo iré al salón. Los veo allá —le guiñó el ojo a mi hermana y ella por poco se desmaya.
—¿Tonta, no ves cuanto te quiere? —suspiró.
—El día de la fiesta casi nos besamos —soltó.
—¿En serio? ¿Y qué pasó?
—Vino un psicópata y quiso matarnos, eso pasó —dijo con tristeza.
No me gustaba verla triste.
—Oye, si te hace sentir mejor, hoy cuando me levanté, vi a Nix abrazada a ti como si fueras un Koala —sus ojos brillaron.
—Lo sé, ella se durmió en mi pecho mientras le acariciaba la cabeza —se sonrojó.
—Iba a tomarles una foto cuando me desperté, pero sabía que te vengarias —ella entrecerró los ojos con dudas
Seguimos hablando un poco más y vimos como los demás estudiantes seguían entrando a la escuela, hasta que ya era el horario de salida.
—Oye, ya todos entraron, dudo que ella venga —bajé la mirada.
—Mejor vámonos —dije un poco desanimado.
Caminamos hasta que entramos al colegio y al caminar por los pasillos, varios chicos ya me habían tirado una mirada de muerte.
Lo que me faltaba.
Odiaba cuando me daban esas miradas, porque luego en el receso me molestaban y si no fuera por mi hermana, ya estaría muerto.
Seguimos caminando con la vista en el suelo hasta que choqué con alguien y sin querer su mochila y sus cuadernos cayeron al suelo.
—Ten más cuidado, idiota —soltó con molestia.
—Lo lamento —me agaché para recoger sus cosas.
Apenas alcé la vista y vi unas zapatillas similares a las mías y unos jeans de color azul.
Por el olor a frutilla de su perfume pude adivinar que era una chica.
Ella suspiró y se agachó a ayudarme.
Alcé la vista nuevamente y vi que era una chica de ojos color miel, al igual que su cabello, sus labios eran rosados y carnosos.
Traía puesto una remera de color blanca con unas letras que decían LOVE de color negro y un corazón en la parte superior.
También traía una chaqueta de color verde militar que le llegaba hasta la cintura.
No recordaba haberla visto antes y fue entonces cuando pensé que era ella.
No puede ser.
—Perdona, es que voy tarde y es mi primer día —dijo con dulzura.
—¿Stephanie? —ella frunció su ceño y su nariz se arrugó.
—¿Cómo sabes mi nombre? Nadie me conoce —sonreí de lado.
Ambos nos levantamos, yo le di su cuaderno y ella lo tomó con desconfianza.
—Creí que sabrías quién soy —ella abrió los ojos como platos y pareció acordarse de mi.
—¿Kaden? —sonreí como un idiota enamorado.
Ella guardó los cuadernos en su mochila y prácticamente se lanzó sobre mí para poder abrazarme.
Su cabello era muy suave y su alegría es contagiosa, pues en el momento en el que me abrazó, sentí paz y parecía que todo lo malo que existía, se había esfumado.
—Te imaginaba un poco más bajo.
—Sí, soy un poco alto para mi edad —confesé mientras los nervios iban desapareciendo.
Ambos nos dirigimos hacia el salón, hablando de cosas sin importancia, pero que sin duda era mejor hablar en persona que por chat.
Antes de entrar al salón, vimos a Max con sus amigos e inconscientemente tomé de la mano a Stephanie y retrocedí unos pasos. Ellos se dieron cuenta y nos empezaron a perseguir por los pasillos de la escuela hasta que la solté para que solo se molestaran conmigo.
Max me tomó por el cuello de la remera y mi espalda chocó contra un casillero del pasillo.
—¡Déjenlo en paz! —exclamó ella.
—Siempre necesitas que te defiendan, cobarde —se burló con una sonrisa estúpida.
Vi lo asustada que estaba Stephanie y recordé que ya no podía seguir viviendo así, fue entonces cuando choqué mi cabeza con la de Max, haciendo que él retrocediera por el dolor. Sus amigos y Stephanie quedaron anonadados con lo que acababa de hacer.
Todo gracias al tío Katar, que cuando era niño nos enseñó a defendernos.
En ese momento vi como Shera y Nix venían hacia nosotros. Mi hermana miró de arriba abajo a Stephanie y me dio una mirada que me decía: es ella, ¿no? . Asentí.
—Eres un idiota —soltó Max con ira, para que luego Shera le pegara una bofetada.
—La única persona que puede decirle eso soy yo.
El director vino y cuando Stephanie y yo le contamos lo que sucedió, él dijo que Max y sus amigos serían suspendidos por una semana y se disculpó con Stephanie por el comportamiento de ellos.
El resto del día transcurrió normal. Shera estuvo todo el tiempo con Nix y yo con Stephanie, pero sentía que me faltaba mi mejor amigo y aunque sabía que él estaba dolido por la discusión que tuvimos, no creí que le afectara al punto de no venir a la escuela.
Nuestra madre nos vino a buscar y mi hermana y la rubia se despidieron y yo le ofrecí a Stephanie que podíamos llevarla a su casa.
—El director me llamó —soltó.
Los tres nos miramos.
—Quiero saber su versión —nos miró por el retrovisor del auto.
—Dile a la nueva —dijo la ojiazul de mala gana.
—¿Algún problema con eso? —soltó ella.
—Sí, por ser nueva no quiere decir que eres una princesa. Pudiste haber defendido a mi hermano.
—Shera, yo no quería que ella se metiera en la pelea.
—No te pregunté, Kaden. ¿Qué quieres de mi hermano?
—¿A qué te refieres? —la chica de cabello color avellana frunció su ceño.
—Por favor, se te ve en la cara que buscas algo. ¿Qué buscas de mi hermano?
—Shera, no seas así —dijo nuestra madre en tono de regaño.
Ella se cruzó de brazos y se puso a mirar por la ventana con el ceño fruncido.
—Después no se sorprendan —murmuró.
Miré a Stephanie para pedirle disculpas, ella asintió y apoyó su cabeza en mi hombro mientras viajábamos hacia su casa.
Nuestra madre no paraba de mirar a Stephanie y eso me parecía raro. ¿Por qué la miraba tanto? Parecía que estaba buscando algo en ella, pero no había nada que buscar en alguien como ella.
Solo era una chica tierna, que no sabía nada del mundo en el que mi hermana y yo viviámos diariamente.
Llegamos a su casa y Stephanie abrió la puerta del auto para poder salir.
—Voy a acompañarla hasta la puerta, ma.
—Está bien, hijo, aquí te esperaremos —me dio una sonrisa cálida.
—Como si tuviéramos opción —Shera seguía molesta.
Rodé los ojos y cerré la puerta del auto.
—Creo que no le agrado —dijo cabizbaja.
—No es eso, son celos de hermana. Con el tiempo le caerás bien, créeme —le di una sonrisa cálida.
Subimos unos escalones para subir hasta la puerta de su casa.
Su casa era de color beige y de color blanco, con algunos arboles en los costados.
Ella sacó las llaves de su mochila de color rojo y antes de que ella pudiera poner la llave en la cerradura, la puerta se abrió, dejando ver a una mujer de cabello y ojos marrones.
—¿Y ese auto? —preguntó la mujer.
¿Será su madre? Si es así, estoy muerto.
—Kaden se ofreció a traerme en su auto con su hermana y su madre —la señora me observó y me analizo.
—Pues no es necesario que la traigas de vuelta. Ella sabe venir sola —fruncí mi ceño ante el tono molesto de ella.
—¡Mamá! —me observó—, Kaden y su familia tuvieron un buen gesto —me defendió.
Que hable por mi madre y yo, porque Shera sería capaz de tirarla del auto mientras estaba en movimiento.
La señora me volvió a analizar, de arriba abajo. Por un momento ella pareció asustada o impresionada. No lo sé, solo sé que al ver mi rostro se percató de algo.
Me di cuenta que ella me miraba con odio, pero no era como en la escuela, más bien era como si yo le hubiera hecho algo malo.
Coloqué mi mano en el hombro de Stephanie para que no siguiera discutiendo con su madre.
—Tranquila, estoy acostumbrado.
Me di la vuelta para irme, pero en cuanto di unos pasos ella me tomó del brazo.
—Kaden... —su tono de voz sonó a suplica.
—Tranquila, mañana nos vemos en la escuela —le di una sonrisa cálida.
Ella me soltó y antes de entrar al auto vi como ella me saludaba.
¿Qué le sucedía a esa señora? ¿Por qué me miraba con odio? Parecía que esa mujer me conocía, pero no era así. Jamás la había visto en mi vida.
—¿Problemas con tu suegra? —le di una mirada de muerte a mi hermana y cerré la puerta del auto.
—Deja a tu hermano en paz, hija —Shera rodó los ojos.
—Mamá, no dejabas de ver a Stephanie como si buscaras algo en ella, ¿por qué la mirabas tanto? —pregunté con curiosidad.
—Es solo que quería saber quién es la chica que te gusta, hijo. Solo eso —apretó el volante con fuerza y pude notar que estaba mintiendo.
Qué día tan extraño. Ella llegó, mi hermana la odiaba sin motivo alguno, mi madre no dejaba de ver a Stephanie una y otra vez y mi posible suegra, ya me odiaba sin siquiera saber mi nombre.
Esto no tiene sentido.
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