Capítulo 22
¿Qué estaba ocultándole la reina?
La pregunta no hacía más que ir y venir de su mente sin cesar, pero la realidad es que no comprendía el juego que parecía llevar la reina con su hija como aliada. ¿Tendría que ver con el pueblo? Quizás no quería asustarlos y por eso cualquier mala noticia sobre su salud y la posibilidad de que la Copa sirviera para lo que contaban los cuentos prefería taparlo con la llegada de los príncipes sureños.
Aun así... El viaje a Tarántis escondía algo que todavía no llegaba a entender. ¿Para qué alejarlas a ambas de la corte? Eso implicaría dejar de alguna manera a Anysa sin la feroz protección que Elyan podía ofrecerle. No tenía ningún sentido. Nadie la protegería como lo haría ella.
A no ser que la reina intentase proteger a Elyan de alguna manera, de alguien. ¿De algo?
Novara no fue consciente de que andaba por el pasillo hasta que una figura se detuvo a un par de metros de ella. Allí estaba, la capitana Viridian tenía un papel doblado atrapado entre sus dedos y su mirada firme dejaba en evidencia que quería respuestas de la misma boca de lady Erendyl.
—¿Qué hacéis aquí? ¿Habéis tenido una audiencia privada con la reina?
Elyan se detuvo en seco al ver el asentimiento de Novara quien, aunque creyó que lo había ocultado a tiempo, la capitana no pasó por alto el temblor de su brazo el cual sujetó con su otra mano en un intento por detenerlo.
Llevaba días viendo aquel temblor, en como parecía desaparecer durante horas y luego volver con más fuerza. Todo ello después de lo de su excursión. ¿Acaso sería un efecto secundario de haberse enfrentado a los Espectrals? ¿Sería por contener tanto sus emociones que estaban comenzando a salir por sus fisuras?
—¿Por qué todo el mundo me pregunta lo mismo? ¿Creéis que voy a matarla en sus propios aposentos?—Preguntó incrédula Novara en un tono agudo al tiempo que miraba a su alrededor a los guardias.
Algunos de los soldados se encogieron de hombros y otros miraron a otro lado para evitar contestar a la pregunta, pero Elyan simplemente la miró con una sonrisa que fue de las más fugaces que Novara había visto en ella.
Así que traía malas noticias, por eso iba con el papel aferrado a la mano como si se tratase de un salvavidas o de algo que echarle en cara a su alteza.
—Debo reunirme con lady Erendyl, por lo que...
—Primero creo que deberíamos hablar, tengo algo que contaros.—Se adelantó Novara para agarrar su antebrazo antes de que pasara definitivamente por su lado, pues Elyan ya había comenzado a caminar hacia las puertas.
—¿Es urgente?
—Digamos que puede interesaros.
Novara podía ver la duda en la mirada de la capitana Viridian, en cómo no dejaba de mirar las puertas que la aguardaban al final del pasillo con la reina Erendyl y las respuestas que tanto deseaba hacerle. Pero a su vez, también comprendía que aquello era un voto de confianza en lo que respectaba a su relación con Novara, en dejar de lado lo que gente como Leyna o el comandante Baito murmuraban de ella.
Los dedos de la chica se apretaron un poco más alrededor de su antebrazo y Elyan vio como su cabello burdeos ocultaba su cara, aunque no dudaba en que sus ojos estaban mirando su mano temblorosa y sus dedos apretados con la esperanza de controlar dicha tiritera.
—De acuerdo, has captado mi atención.
—Maravilloso.
Novara la soltó rápidamente antes de que Elyan pudiera siquiera alzar su otra mano para agarrarla y preguntarle por el temblor. Alejándose rápidamente de la escena ante los ojos de los soldados que se miraban unos a otros, probablemente especulando o reuniendo todo lo que ellos creyeran importante para después soltárselo a su comandante.
—Yo también he de contaros algo, creo que teníais razón respecto a que no nos contaban todo. Creo que el...
—¿Comandante está planeando algo? Sí, también lo sospecho. —Le cortó Novara saliendo y cruzando una de las puertas para pasar a otro pasillo principal.
Elyan, aun a su espalda, clavó los ojos en su melena burdeos y aunque debía admitir que estaba sorprendida por lo astuta y rápida que era para conseguir la información, no pudo evitar sonreír ante el juego de detective que llevaba la chica norteña. Y la verdad, era realmente buena.
—¿Cómo lo has sabido?
—Llámalo intuición, pero creo que solo estamos viendo la punta de un iceberg que puede aplastarnos a todos.
Elyan caminó más rápido y agarró entonces su muñeca temblorosa arrastrándola hacia una vieja sala en busca de más privacidad, a lo que Novara no tuvo opción de resistirse ni preguntar, antes de ver de reojo como Leyna, con quien al final del pasillo cruzó una rápida mirada, dedicándole un guiño acompañado de una sonrisa divertida.
Por los Ementals, era realmente estimulante pinchar a los perros. Sobre todo, cuando era ella quien tenía los colmillos más grandes y estaba deseando desenfundarlos.
━━━━⊱✸ ⊰━━━━
—La próxima vez podríais trabajároslo más y no traerme a una sala que tenga una tonelada de polvo y ratas.—Se quejó Novara viendo las viejas mesas de madera cubiertas por polvo y el chillido de las ratas bajo sus botas.
—¿Queríais que alguien pusiera la oreja? Estoy tratando de evitar precisamente de que la información deambule de un lado a otro.
Elyan abrió una de las cortinas provocándose un estornudo tan fuerte que las ratas que dormían a los pies de estas salieron escopeteadas ante la luz y el polvo levantado, lo que provocó que Novara diera varios saltos gritando maldiciones como una niña pequeña y asustada.
—¡Por los dioses! Aquí las únicas que pueden poner las orejas son las ratas. Menudo asco...
—No me digáis que le teméis a unos animales tan pequeños...—Se rio entonces Elyan antes de recoger las cortinas de un lado a otro.
—Esas cosas están cargadas por el diablo. ¿Habéis visto esos dientes afilados y esas colas de gusano? —Un escalofrío recorrió su cuerpo al tiempo que Novara simulaba con sus dedos los dientes de las ratas.
¿Por qué disimularlo? Elyan estalló en una carcajada antes de poder ponerse seria, pero ver a Novara asustarse por algo tan insignificante era realmente divertido viniendo de alguien que no dudaba en hacerse la fuerte y resguardarse tras un humor tan duro.
—Como no dejéis de reíros os lanzaré por la ventana.—Se quejó al tiempo que se sentaba sobre la gran mesa redonda que crujió bajo su peso.
—Creo que antes os lanzaríais vos con tal de no rozaros con una de ellas.
Novara agarró rápidamente un viejo tintero que parecía tener aun la tinta dentro, aunque seca, al notar como este pesaba más de lo habitual y sin esperar un segundo lo lanzó a la cabeza de Elyan que lo esquivó con unos reflejos de lince antes de acercarse y agarrar la mano de Novara antes de que pudiera ir a por el siguiente.
—Nos estamos desviando del tema Ganodac. Os he traído aquí para hablar sobre vuestra charla con Lady Erendyl, porque yo también he tenido una.
¿Así que una charla? Era poco probable que la hubiera tenido con la reina, pues el dia anterior la mujer ya estaba resguardada en sus aposentos y Elyan... Claro, había ido directamente a ver a su amada princesa con la esperanza de que le fuera sincera, de que le diera respuestas al plan sin sentido de un viaje sin recursos ni preparación.
¿Se podía ser peor princesa? Por los Ementals, no tenía nada organizado ni sabía hacerlo.
—El comandante intercepta el correo de la reina, no sé el motivo ni si será cierto, pero creo que ambas lo sospechan.—Novara asintió ante las palabras de Elyan mientras sentía los dedos de la chica aun aferrados sobre su muñeca situada entre ambas—. El hecho de que busque cualquier motivo para encerrarte... creo que está buscando motivos para rebelarse contra la corona, en algún fallo que pueda tener la reina respecto a ti, o al reino.
—Sí, lady Erendyl mencionó que también se había percatado de ello.
—¿Os lo contó?
—Si, e incluso dijo que había estado dando información errónea sobre los príncipes a propósito. —Los dedos de Elyan comenzaron a apretar cada vez más la muñeca, dejando lentamente sin circulación su mano—. Elyan los príncipes no tardarán días, ni semanas, es cuestión de horas que estén aquí.
—¿Qué?
—Creo que quiere asegurar el lugar de Anysa antes de que el comandante haga algún movimiento.
—Entonces no puedo marcharme, no puedo irme a Tarántis. La princesa me necesitará y...
—Elyan...
—No tratéis de convencerme Novara, las respuestas que pueda encontrar en Tarántis no me importan si mi princesa...
La mano libre de Novara se colocó entonces sobre el brazo de la capitana que aun sostenía su muñeca, deslizándose lentamente sobre su piel hasta su mano, dándole lentos golpecitos con la esperanza de que se percatase de que si seguía a ese paso le dejaría completamente sin circulación.
—En realidad quería deciros que no me siento los dedos.—Le sonrió Novara.
—Oh... Disculpad, perdonarme. Yo no... No sé dónde tengo la cabeza.
—Sí lo sabéis, Elyan.
Una vez liberada Novara se acarició la muñeca mientras unas voces en el pasillo las silenciaron, dejando en evidencia que aun con la puerta cerrada aquel tampoco parecía ser un lugar demasiado seguro.
—Tenéis hasta la llegada de los príncipes sureños, después la reina nos quiere de camino a Tarántis de una forma u otra. Por lo que tendremos que seguir su plan si no queremos que nos corte la cabeza, o al menos a mí.
La figura de la capitana ahora más lejos de ella no dejaba de pasarse las manos por la cara en un intento de comprender la situación, del motivo por el que las dos mujeres en las que más confiaba y a quienes había dedicado su vida ahora solo querían apartarla de su lado.
En como parecía no ser ahora suficiente para ellas, a pesar de todo el entrenamiento y de haber dedicado su vida y todo su el tiempo a instruirse para algún día, defenderlas ante cualquier problema. Pero ahí estaban, alejándola como si fuera otro soldado mediocre más que no les resultaba útil...
¿Y si hubiera sido feérica? ¿Cómo Gallyan Inderoll? Entonces no la habrían apartado, seguro que no.
Novara prefirió dejarla sola, debatiendo consigo misma sobre lo sucedido mientras observaba el lugar con atención, reconociendo al instante la distribución de aquella sala, principalmente porque todos los palacios poseían una.
Una habitación ubicada en uno de los torreones del castillo con un balcón interior al que podría llegarse por un pequeño pasillo exterior a la sala, que antiguamente era protegido por los soldados, ahora abandonado. El lugar por excelencia donde los lideres de las cuatro cortes se reunían para debatir temas importantes y hacer pactos entre ellos. La sala del sol era el lugar ideal para ello.
Sus ojos viajaron entonces hasta lo alto del torreón justo en el techo donde un sol se encontraba grabado rodeado por lo que simulaba ser viento a su alrededor.
Bajando lentamente por sus paredes sus ojos se posaron entonces sobre el balcón interior y durante un segundo sintió que su corazón se detenía, pues allí estaba una imagen que no podía ser cierta. No podía ser más que un recuerdo que había tomado forma delante suya como una pesadilla.
Tirada en el suelo y asomándose entre la piedra junto a un pequeño chico rubio estaba ella, observando algo. Pero el chico... Lo reconocía, era el príncipe Vallan-Lir Gallander. Uno de los príncipes sureños, el más pequeño de ellos.
Y sus ojos viajaron donde ellos miraban encontrándose la figura de Saelen Gallander con su cabellera rubia y sus ojos azules encarando al hombre norteño. A su padre, Barius Cadogan. Recordaba aquel momento, en como junto a su pequeño amigo se colaron en la reunión en las últimas Pruebas de la Unión que se celebraron.
Parecía todo tan real, como si realmente estuvieran allí charlando en aquella sala. Como si hubiera vuelto al pasado y el fantasma fuera ella.
—¿A caso no os dolería su muerte? —La voz de lady Gallander resonó en su cabeza.
—No.—Sentenció su padre, refiriéndose claramente a ella.
Se vio obligada a apartar la mirada rápidamente al ver como la figura de aquel hombre, tan grande e imponente giraba su rostro para sentarse en su silla y mirarla directamente. Pero no podía ser cierto, él no estaba allí. No era real.
No podía hacerle daño, no podía volver a encadenarla... Ni a mandarla al infierno.
—Si muriese en las pruebas, sería lo mejor para ella. Al fin y al cabo, las mujeres no sobreviven en el norte.—Repitió en voz alta, haciendo retumbar las palabras en su cabeza.
Su respiración se volvió cada vez más agitada y sus ojos volvieron temerosos al ver a aquel hombre, aquella imagen borrosa al final de la sala. Aun recordaba la postura vacilante que hacía, en como dejaba claro que ella no importaba en absoluto. En el hecho de que saboteara las pruebas para que ella...
—¿Novara? ¿Qué estas mirando? Ahí no hay nada.
Las manos de Elyan la alcanzaron mucho antes de que Novara pudiera apartarla, en como vio cómo se sujetaba el brazo tembloroso con la mano libre aferrándoselo al pecho, dejando en evidencia las cicatrices de las cadenas sobre sus muñecas.
—No es real... No es real.—Murmuró Novara para sí con la voz temblorosa. Como si tratase de convencerse de ello.
—¿Es una de tus pesadillas? —La chica asintió entre temblores y Elyan aun frente a ella, con las manos en los hombros se limitó a mirarla con impotencia—. Nunca las habías tenido despierta, Novara están empeorando.
—Solo quiero que paren. Haz que se calle. Por favor haz que se calle...—Suplicó entre sollozos.
—No lo escuches, escúchame a mí, ¿entendido? Cierra los ojos y respira, estoy aquí, estamos solas. No hay nadie más.
Los ojos ambarinos de Elyan vieron el rostro tenso de la chica, en como su respiración era cada vez más entrecortada y no dudó en arrancarle la coraza para así llegar hasta ella, al menos por esta vez. Sus manos volaron hasta sus oídos tapándolos de las voces que escuchaba dejando que Novara la mirase por primera vez con una tristeza y un dolor tan crudo, tan real, que no pudo apartar los ojos de los suyos mientras dejaban que la pesadilla pasara y se alejara de una vez por todas.
"No hay nadie más."
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro