Capítulo 15
Elyan se despertó sobresaltada ante los ruidos. ¿Pero de dónde provenían? Al comienzo pensó que tal vez pudieran ser las ventanas que ahora lucían medio abiertas debido al viento nocturno o a los libros que ahora descansaban en el suelo y que probablemente hubiera tirado ella.
Pero todo aquello no estaba más lejos de la realidad. Novara se encontraba en su sillón retorciéndose de dolor arrancándose el cabestrillo que trataba de inmovilizar su brazo y arañándose el vendaje hasta no hacer más que girones de él.
—¿Novara? Novara... ¿Qué estás haciendo? Para. ¡Quieta!
Elyan se puso en pie rápidamente para correr hasta ella y tratar de detenerla para que no se hiriese más. Sus gritos de dolor y sus sollozos ocuparon toda la sala y sus ojos, aun cerrados, dejaron escapar mil lágrimas de terror.
—¡Abre los ojos! ¡Novara, ábrelos!
Elyan sujetó sus muñecas con la intención de evitar que se arañase más los brazos heridos y entonces como si saliera del agua, Novara abrió los ojos e inspiró tan profundo como si hubiera estado sumergida en las profundidad del mar. Su pecho subía y bajaba a toda velocidad y sus ojos perdidos en sus manos siendo prisioneras de las de la capitana no se movieron de allí, como si estuviera en shock.
—Estás a salvo...Ahora estás a salvo. ¿Me escuchas Novara?
—Ellos...
—¿Quienes? Cuéntamelo. —Preguntó con urgencia la capitana.
—Van a matarme...tengo que volver...—Sin aliento, la chica parecía quedarse sin aliento a cada bocanada.
—¿Volver? ¿Volver a donde, Novara?
¿Qué se suponía que era aquello? Tal vez fuesen las pesadillas de las que había escuchado hablar a los guardias que custodiaban su puerta. Sin duda era algo que los hombres del castillo comentaban en las cocinas del servicio, rumores sobre pesadillas horribles que la consumían por las noches y que se veían obligados a avisar a Usla para que dejase dormir a las habitaciones colindantes.
Así que Usla debía de estar al tanto de esto...y tal vez ella pudiera darle las respuestas que Novara no era capaz de darle. Ya fuera por falta de recuerdos o por desconfianza.
Los ojos plateados de Novara perdieron su brillo, oscureciéndose aun cuando la luz de la luna iluminaba su cara sudada y su pelo revuelto. Los mechones burdeos ocultaron sus ojos, ahora más grises que plateados y con un suspiro tembloroso su cuerpo se rindió de nuevo al agotamiento cayendo hacia delante.
Las manos de Elyan la soltaron rápidamente viendo como la frente de Novara acababa golpeándose con su hombro quedando recostada sobre ella. Sus brazos caídos a cada lado y su respiración entrecortada dejaba en evidencia que algo raro sucedía con aquella chica. ¿Y lo más extraño? Era como si sus recuerdos estuvieran luchando por volver a ella con uñas y dientes, aunque aquello la hiciera sufrir día y noche.
—Por los Ementals...
La capitana agarró sus brazos con cuidado y la volvió a recostar en el sillón para observar su rostro aun tenso y su cuerpo agotado y sudoroso. En aquel instante, los ojos de Elyan se posaron sobre el vendaje destrozado de su brazo, y se fijó en como las venas rojas e hinchadas de hacía días ahora habían rebajado hasta casi desaparecer dejando claro que estaba casi sanada.
—¿Qué es eso? — Murmuró para sí misma al tiempo que con cuidado apartaba lo que quedaba del vendaje y cabestrillo para observar algo realmente extraño.
En el brazo desnudo de la chica se encontraban escarificaciones echas a consciencia y con cuidado, dejando a la vista varias rayas paralelas que descendían por su brazo hasta su codo, como si se tratase de las rayas de un tigre o un animal similar. Pero... ¿Qué narices significaba aquello?
¿Tal vez la torturasen? Eso explicaría muchas cosas, pero... No entendía nada.
Sus ojos ambarinos examinaron con inquietud aquellas cicatrices perfectamente alineadas unas con otras y terminadas con un pequeño sello en cada uno de sus extremos que no reconocía. En aquel momento, supo con certeza que aquella chica escondía más cosas de las que había pensado en un comienzo y aquello le preocupó aún más, pues la seguridad de su princesa y su reino podrían estar en peligro.
—¿Quién torturaría a alguien de esta forma...? ¿Qué es lo que querían de ti, Novara?
Las palabras de Elyan se perdieron en la noche mientras observaba cada cicatriz, cada marca de cadenas en sus muñecas y el dolor que, aun estando dormida, reflejaba su rostro. Una emoción que una vez despierta, Novara Ganodac parecía tratar de enterrar bajo su humor y su personalidad dominante con desesperación.
━━━━⊱✸ ⊰━━━━
Novara despertó sola en la gran habitación de Elyan Viridian. Con pereza y dolor, se acomodó en el asiento observando como un cojín caía donde antes había estada recostada su cabeza y en una manta que ahora descansaba sobre sus piernas. Pero...Ella no recordaba haberse tapado ni nada por el estilo.
¿Lo había hecho Elyan? Pero qué motivo habría tenido para ayudarla... Ninguno. ¿Entonces?
Sus ojos viajaron hasta su brazo antes vendado, ahora desnudo y en como este se encontraba algo mejor y aunque lo sentía entumecido, las venas habían vuelto prácticamente a la normalidad y parecía haber ido recuperando el movimiento. Con las piernas aun dormidas, se puso en pie para deambular por la sala al tiempo que estiraba los brazos tratando de recuperar algo de movimiento tras el descanso.
—¿Hola? ¿Elyan?
No quería ser una entrometida, pero necesitaba saber si la capitana la había dejado encerrada en la habitación o estaba en el baño ocupada. Igualmente, no comprendía por qué el vendaje de su brazo se había desprendido, ni porque aparentemente Elyan Viridan la había arropado aquella noche.
—¿Elyan? ¿Capitana?
Nada.
La sala de baño estaba limpia, vacía. Allí no había ni rastro de la capitana y aquello le extrañaba enormemente, pero suponía que no tardaría mucho en aparecer pues nunca estaba demasiado lejos. Ya fuera por suerte o por desgracia.
Deambuló con tranquilidad entre los libros viendo la primera luz de la mañana colarse por los ventanales y dejó que el calor del sol le acariciase el rostro mientras se aproximaba a los cristales. Era realmente agradable sentir aquella calidez sobre el rostro, pues no recordaba la última vez que había sentido aquel beso caliente sobre su piel.
—Eso te pasa por ser tan patético.
Las voces del patio resonaron por la estancia como si hubieran sido dichas allí mismo, pero no eran dirigidas a ella si no a un chico que estaba siendo rodeado por un grupo de matones. Bren y unos cuantos soldados más tenían acorralado contra uno de los setos a Torek, quien mostraba la cara magullada y la sangre goteaba de su nariz sin descanso.
—Ya os he dicho que no puedo conseguiros eso... no pienso meterme en problemas.
—¿A caso no quieres ganarte nuestro respeto? Deberías empezar a pensar en si quieres tener aliados en esta corte, desertor.
Los ojos de Novara se abrieron de golpe al escuchar aquella palabra. Desertor. Fue entonces cuando su cabeza decidió darle un pinchazo tan fuerte que le provocó náuseas y, por suerte, fue lo bastante veloz como para agarrarse a una de las paredes para evitar marearse en exceso.
No comprendió el motivo, pero sintió su pecho encogerse al ver aquella escena y durante unos segundos, la imagen que había estado presenciando cambió. Ya no era Torek el que estaba acorralado si no ella misma años más joven.
Un grupo de chicos y chicas más mayores que ella. Todos ellos con las mismas escarificaciones que ella tenía ahora, la empujaban con fuerza.
—¿Qué pasa Novara? ¿Dónde está esa magia de la que tanto presumes?
—Eso no te salvará de nosotros, no llegarás a ningún lado con ella.
—Cierto... solo fue la suerte de la principiante.
—Y mira de qué le sirvió —Se rio otro de ellos —. Hizo que mataran a cientos de los nuestros.
Sus pulmones le comenzaron a fallar sintiendo que no le llegaba el suficiente oxígeno para respirar, Novara agarró con fuerza el colgante que aun colgaba en su pecho al escuchar aquellas voces burlarse y atormentarla.
Y juraba... que sintió el calor corroerla por dentro, calentando su cuerpo. Llevándose de esa manera el dolor de sus músculos resentidos por la reciente lucha, de las secuelas de lo que hubiera pasado en su brazo. Entonces un pensamiento comenzó a resonar en su mente como una súplica, como una voz que hubiera estado durmiendo en su interior y le susurró;
Quémalos. Quémalos a todos.
—¡¿Qué esté pasando aquí!? —Gritó entonces un guardia en el patio y todos los chicos salieron corriendo, dejando a Torek contra el seto con la cara ensangrentada.
El chico se deslizó contra las hojas hasta caer al suelo alzando el rostro para aprovechar el momento de calma y respirar hondo por si más tarde necesitaba aquel aire para, seguramente, correr. Fue en aquel instante en el que los ojos de ambos se encontraron, Torek la vio allí arriba y ella a él.
Novara supo que su mirada desprendía el mismo dolor, la misma rabia y el mismo deseo de venganza que los que el chico ocultaba en su interior y supo que había encontrado a un potencial aliado.
—¿Novara?
La voz de Elyan resonó en la habitación y la chica se giró para cerrar la ventana y observar a la capitana. En sus manos descansaba una bandeja cargada de comida que debía de haber sacado de manera improvisada de las cocinas.
—¿Has robado la comida? —Murmuró Novara poniéndose una chaqueta sobre los hombros para ocultar sus cicatrices de los ojos de su compañera.
—No, solo... al cocinero no le hace gracia que me lleve la comida del salón.
Los pasos de Elyan la llevaron hasta la mesita que descansaba rodeada de libros, y allí Novara pudo observar la fruta cortada y un par de vasos de lo que debía ser leche. Una mezcla bastante extraña, pero aquello era mejor que no comer nada.
—Esta noche ha sido complicada y pensaba que os vendría bien reunir algo de fuerzas.
—¿Para qué iba a necesitar reunir fuerzas?
—¿No creeríais que ibais a estar todo el día sentada leyendo libros, verdad Ganodac?
La sonrisa de Elyan contagió a Novara quien con un suspiro pesado se cruzó de brazos para observar a la chica vestida con ropa de montar y supo en aquel instante, que la capitana ya tenía todo un plan para ella.
—Espero que se te de tan bien limpiar como fanfarronear.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro