Capítulo 10
Gallyan Inderoll evitó que la chica hiciera de ellos nada más que trozos de carne inmortal abrasada y menos mal...porque odiaba con todo su ser aquel terrible olor.
El cabello verde del soldado inmortal se sacudió con violencia debido al viento que bailaba a su alrededor, protegiendo a dos de los cuatro soldados que habían venido con él. Los gemelos Darryl y Barryk, ambos de un cabello azul oscuro, dejaban en evidencia una de las señales más claras de que los dos eran Cambiantes. Unas criaturas que bien tenían el poder y la habilidad de cambiar su forma física a placer adaptándose al terreno y a sus enemigos.
Estos se encontraban resguardados en medio del tornado de su líder mientras Inderoll trataba de pensar en una salida limpia, como si estuviera ganando tiempo para ellos.
Mas adelante, el viento llevaba el fuego que Novara seguía expulsando de su ser, con una rabia contenida durante años, que ni el propio Inderoll había visto jamás. La chica avanzaba con su hacha alejando a los Espectrals, quienes no toleraban el resplandor del fuego que ardía en ella.
—¡Othella! —Gallyan alzó la voz con la esperanza de que las dos soldados que se encontraban cerca de Novara estuvieran al tanto por si alguno de los Espectrals las rodeaba.
—¡Ahora estoy un poco ocupada Gallyan! —Gritó con cara de pocos amigos la chica feérica.
Novara se encontraba muy cerca de Othella quien aprovechaba el fuego y lo sacudía con su espada para lanzarlo hacia los monstruos, su cabello blanco como la nieve resplandecía contra su piel tostada dejando en evidencia su sangre y su descendencia.
Realmente los feéricos eran algo tan extraño como hermoso, pero sus variaciones en las últimas décadas habían sido algo increíble. Tras la primera guerra, todas las razas se habían entremezclado creando así a mestizos que eran simplemente hermosos captando lo mejor de cada raza y a su vez, también lo peor de ambas.
Unos metros a la derecha se encontraba la última participante del pelotón de Inderoll, una chica llamada Alayne de cabello pelirrojo con unas orejas sorprendentemente largas que aun llevando el pelo largo sobresalían entre los mechones.
—¡A la derecha! —Gritó Alayne al tiempo que tensaba su arco y cubría la espalda de Othella quien mostraba sus colmillos afilados a los Espectrals.
La chica saltó justo cuando uno de los troncos volaba hacia ellos rodeados en sombras, debido al lanzamiento de uno de los Espectrals que trataba de golpearlas desesperadamente. Era evidente que su arma más conocida no funcionaba con feéricos entrenados, pues ellos jugaban con la mente y el miedo.
Cuando Novara alzaba su hacha y trataba de dirigir su fuego hacia los monstruos, Othella aprovechaba su espada para guiar con el viento que provocaba con cada uno de sus movimientos el fuego hacia las criaturas para hacerlas retroceder.
Los movimientos de ambas feéricas eran algo extraordinario, eran tan agiles como letales y tan temibles como bellas. Cada uno de sus giros, saltos y ataques eran algo que parecía ser medido a consciencia, como una coreografía que ya tuvieran ensayada.
Sin embargo, y aun cuando Novara tenía los ojos puestos en uno de los Espectrals que se acercaba a ella sin temor, esta alzó el brazo derecho hacia él haciendo que las cenizas que había en el suelo se prendieran sobre quemado y ardieran de nuevo. Como un fénix renaciendo de sus cenizas.
La criatura solo giró levemente el rostro y sus ojos blancos brillaron con más fuerza como si reconociera en ella a alguien que ya había visto antes. Pero... Era imposible que aquel Espectral fuera el mismo que mató a Zalnar cuando ella era niña, ¿verdad? Fue entonces cuando una voz de ultratumba salió de entre sus labios, una voz que no era suya. Como si alguien estuviera hablando a través de él.
—Ha vuelto...
Alayne, que en ese momento estaba cerca de Novara, levantó el rostro para escuchar por primera vez a un Espectral mandar un mensaje. Algo que jamás había pasado antes. Pues ellos no hablaban, solo mataban. Pero...
¿Qué había cambiado ahora?
—¿Como...? ¿Sabes quién soy? — Novara señaló con la palma de su mano el fuego al tiempo que el Espectral se acercaba lentamente a ella dejando el sonido de los huesos rotos tras de sí.
—¡No! ¡No le hagas caso! ¡No te acerques a él!
Alayne agarró una flecha de su carcaj al tiempo que tensaba el arco y disparaba a las cenizas que estaban prendiendo de nuevo y que se encontraban cerca del Espectral, pero aun cuando la flecha chocó contra ellas y cegó al Espectral, solo un grito resonó entonces por el bosque.
Novara observó con terror su mano, la misma que había estado señalando al Espectral y que la criatura había tratado de alcanzar. Sus dedos, su mano herida por una vieja cicatriz empezaron arderle y sus venas se tiñeron de un negro y verde brillante bajo su piel cuando parte de las sombras de aquel monstruo llegaron hasta ella.
El grito agónico de Novara resonó después. Su mano marcada y su brazo se tensaron de golpe dejando así el lado derecho de su cuerpo rígido, sus piernas tensas y su mano izquierda se aferró con desespero al brazo inmóvil que la torturaba desde dentro con un calor abrasador que le quemaba los huesos.
En aquel instante, Novara con los ojos inyectados en sangre, recordó de donde salía aquella cicatriz en su mano, las púas de un viejo cajón clavarse en su mano en un viejo castillo de un Lord del Norte. Hacía ya, demasiado tiempo.
Alayne corrió hasta ella con una velocidad vertiginosa pero los Espectrals fueron más rápidos y la rodearon. Las sombras cubrieron todo a su paso y mientras Novara trataba de apartar las pesadillas de su mente para mantenerse en la realidad, vio como uno de los monstruos clavaba sus garras en el hombro de su salvadora arrancándole un grito de dolor.
—¡Alayne...! — Gritó Othella.
—¡No! —Ordenó Gallyan que lanzó un fuerte huracán contra todos los Espectrals apartándolos tan solo unos metros de las chicas. — ¡Barryk, Darryl ahora!
Los dos hombres que habían permanecido junto a él hasta el momento, avanzaron corriendo con sus grandes cuerpos y se lanzaron por los aires convirtiéndose entonces en unas bestias enormes. Grandes dientes y enormes zarpas que no tardaron en llegar hasta Alayne quien ahora tambaleaba de un lado a otro sujetándose el hombro ensangrentado.
Othella se movió a una velocidad feérica, imperceptible al ojo humano y la rodeó con sus brazos para llevársela lejos de allí.
Gallyan silbó con fuerza y como si se tratase de una señal, Othella desapareció con la chica antes de que nadie pudiera verlas, dejando que los gemelos despistasen con la tierra, el humo y su forma de bestias a los Espectrals.
Fue entonces cuando los brazos de Gallyan rodearon a Novara antes de que esta se desmayase.
—Lo has hecho bien chica...lo has hecho bien. —Murmuró el soldado mirando como agonizaba con la mitad de su cuerpo rígido y dejaba escapar las lágrimas aun cuando sus ojos estaban puestos más allá de los árboles, en el cielo.
—Darak...
Susurró Novara como si se tratase de una súplica antes de dejar de ver el sol y sentir los brazos de Inderoll cargarla para y con suerte, sacarla de allí antes de que pereciera como lo habían hecho sus aliados antes que ella.
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