Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9. Parte I

Anders se adentraba con sigilo en el interior de la cueva, la luz era cada vez más débil al alejarse de la boca de la entrada por la que aún se colaba algún rayo del sol del desierto. A medida que avanzaba su valor se iba debilitando, no sabía a lo que se iba a enfrentar en ese lugar. Soleys había dicho que tratarían de minar sus fuerzas mostrando cosas que no eran reales, y que debía tener presente en todo momento que lo que viera de ahora en adelante sería una farsa creada con los sentimientos más profundos de su ser, aprovechando cualquier flaqueza.

Llegó a un ensanchamiento de la cueva, que hasta ahora había sido un túnel estrecho que descendía serpenteante a través de la montaña. Allí se encontraba un hombre de espaldas, con una antorcha sujeta en la mano derecha. Tan pronto como Anders se coló en la zona, un aire gélido se adentró en su cuerpo a través de la nariz, helándole incluso el espíritu.

-Disculpe, caballero. No sé muy bien hacia dónde tengo que ir, deseo ver al oráculo de Shanarim, la Prístina'dea. ¿Me diría hacia dónde debo ir... señor?

Entonces, aquel hombre se giró ante el asombro y el pavor de Anders. No resultó ser otra persona más que él mismo, con una apariencia diferente: con una vestimenta extraña y un rostro cruzado por la marca de los Circulantes, aquella cicatriz que era el símbolo de su dolor. Ese hombre lo miraba con un toque de locura en los ojos, pero no se inmutó ante la presencia de una persona idéntica a él, todo lo contrario que Anders, que se quedó impactado por la visión que se le presentaba.

-Hola, Anders -dijo el extraño doble-. No debes temerme, no pretendo hacerte daño.

-¿Qué demonios eres? ¿Por qué eres igual que yo?

-¿Cómo que quién soy? ¿No me ves? Soy tú, soy la misma persona que tú, solo que con algunas mejoras. -Hablaba exactamente igual que Anders, incluso con el mismo toque de superioridad intelectual con el que él se dirigía al resto del mundo.

-¡Mientes! ¡No eres más que una alucinación! -El bardo comenzó a recordar lo vivido en el laberinto cuando era un chaval-. Déjame en paz, ¡no volveré a caer en esto!

Aquella locura que hasta ese mismo momento había permanecido enterrada, ahora volvía a la luz. El joven intentó recorrer la cueva en busca de alguna salida, pero los túneles que había visto al entrar en la sala ahora habían desaparecido, no había ninguna escapatoria posible.

-Tranquilo, Anders. Ya te he dicho que no pretendo hacerte daño. Solo deseo mostrarte lo que pudiste llegar a ser, y que aún estás a tiempo de conseguir si lo deseas. Será mejor que dejes de buscar caminos, porque hasta que no me escuches no podrás salir de aquí.

-¿Qué quieres decir? ¡No, quiero que te marches! ¡No quiero saber nada de ti!

Los gritos de socorro volvían a su cabeza, era como una pesadilla vivida una y otra vez.

-¿Ah, no? Anders, yo soy tú si no hubieras seguido a tu hermano ciegamente. Mírame, soy un Circulante: tengo una familia y un hogar. Todo eso todavía puede ser tuyo. Déjame mostrártelo -dijo la visión extendiéndole una mano firme y acogedora.

Las fuerzas de Anders comenzaron a flaquear. «Una familia», pensaba. Nunca se había planteado si era eso lo que de verdad deseaba, pero al haber visto la vida de los Circulantes se planteaba si no sería la mejor opción.

-¿Aún estoy a tiempo? -dijo, titubeante.

-Claro que sí, tienes que abandonar a Alerigan y quedarte con los Circulantes. Podrás formar tu propia familia y vivir en libertad. Además, ¿qué le debes tú a él? Lo único que ha hecho todo este tiempo ha sido darte problemas por su fanfarronería. ¿Ya no te acuerdas cuando de niños te metía en peleas?

-Sí... pero...

-Ven conmigo, Anders. Déjame mostrarte lo que podrías tener si eligieras la opción correcta.

Anders le cogió la mano a su otro yo y, tan pronto como lo hizo, la cueva desapareció desvaneciéndose en el aire. Ahora se encontraba en el desierto, en el campamento de los Circulantes, pero estaba solo.

-¡Papá, papá! -Un niño se le acercó corriendo y se abalanzó en sus brazos-. ¿Dónde estabas? Mamá te ha buscado por todas partes, creo que te va a tocar pelea hoy.

-¿Papá? -preguntó Anders al pequeñajo de pelo rizado rojizo que tenía entre sus brazos. Se le parecía mucho, casi tenía la misma mirada curiosa.

-Menos mal que aparecéis, llevo un buen rato buscando -dijo una mujer muy atractiva, de ojos avellanados y melena oscura-. Cariño, debería darte vergüenza, así nuestro hijo nunca aprenderá a ser responsable y a obedecer a su madre.

La mujer se dirigió hacia ellos con gesto serio y los brazos en jarra, pero cuando estuvo al lado de Anders comenzó a reírse.

-¡Eres increíble! Nunca podré enfadarme contigo. -Le dio un beso en los labios con ternura.

Anders se quedó petrificado: sabía a calor y a canela, nunca había sentido nada igual.

-¿Eres... mi esposa? -No entendía nada.

-Por la Diosa, Anders, ¿qué te pasa? -dijo la mujer riéndose-. Para tu desgracia sí que soy tu esposa y por desobedecerme te va a tocar fregar las cacerolas de la cena.

-Eres... maravillosa. -Anders no podía creerse la suerte que tenía.

-¡Oh, vamos, Anders! ¿Crees que ese truco tan viejo te va a servir?

-No, no pretendía escaquearme, mi amor. Las fregaré con mucho gusto con la ayuda de este campeón -dijo despeinando a su hijo.

Besó de nuevo a su esposa y la abrazó con fuerza, fascinado por lo que le estaba sucediendo. Tenía una familia maravillosa: una mujer bella y dulce, y un hijo cariñoso que admiraba a su padre.

Pero entonces todo se desvaneció. Anders volvía a estar en aquella asquerosa cueva.

-Es preciosa, ¿verdad? -dijo su doble, apareciendo de nuevo de la nada a sus espaldas.

-¿Esa es tu familia? -Anders se había quedado mirándose las manos que ahora abrazaban el aire frío de la cueva.

-Así es. En realidad es la nuestra, la que tu tendrías si siguieras mis pasos, claro está. -Mientras hablaba no paraba de caminar alrededor del chico, como hipnotizándolo-. Solo tienes que hacer una cosa: abandonar a Alerigan en su locura de búsqueda de gloria, eso no va con nosotros y lo sabes.

-Pero es mi hermano. Prometí no abandonarle nunca.

-Una promesa que no te ha llevado a conseguir nada de lo que nos proponíamos alcanzar cuando éramos niños. ¿Has olvidado nuestros sueños de la infancia, Anders?

-No, no los he olvidado. -Ahora Anders recordaba cuando fantaseaba con ser un erudito, con obtener el saber máximo y explorar el mundo en busca de conocimientos.

-Además, ¿qué clase de hermano te oculta tantos secretos? ¿Nunca le has preguntado por lo de su cara? Es un tanto extraño que no te haya hablado de ese tema, ¿verdad?

-Sí le he preguntado, pero no le gusta hablar de ello y yo lo respeto. -Él sabía que su hermano tenía ciertas lagunas en las que era mejor no remojarse.

-Yo te diré por qué no le gusta hablar de ello: es un asesino y no quiere que tú lo sepas, porque lo abandonarías y ya no tendría a su perrito faldero para admirarle y adorarle como si fuera un dios. -La voz del doble se iba envenenando con cada palabra que salía de su boca, transformándose en el susurro de una lengua viperina.

-¡Basta! ¡Mientes! -El muchacho luchaba contra todos los indicios que le estaba dando su otro yo. Alguna vez se había planteado de dónde venía exactamente su hermano y qué le impulsaba a ser como era, pero nunca había pensado que fuera un asesino... «O tal vez sí...»

-No miento, tú lo sabes y lo has sabido siempre. Por eso no has vuelto a preguntar, porque tienes miedo de las respuestas, muchacho. ¿Por qué no le preguntas dónde está su familia la próxima vez que lo veas?

Anders nunca le había preguntado por ello, cuando se conocieron le dijo que no tenía a nadie y desde entonces no se habían separado. Era cierto que siempre había sido un niño problemático que andaba metido en una pelea tras otra y que, cuando volvía a su lado, tenía otras tantas heridas que curar. En algunas ocasiones, Anders también se metía en estas peleas con el resto de niños callejeros y siempre salía peor parado que su hermano. Sentía verdadera admiración por Alerigan, aunque seguía sin entender por qué lo había seguido. Ahora su mente era un cúmulo de recuerdos y sentimientos encontrados.

Por un lado pensaba que aquella visión tenía razón. Él no le debía nada a su hermano y podía tomar la decisión de abandonarlo y continuar su camino por donde quisiera. A fin de cuentas ya había hecho bastante por Alerigan, podía ser su momento de comenzar una nueva vida. Además, aquella promesa se la había hecho a sí mismo, o eso creía recordar, así que no tenía que rendir cuentas a nadie más que a su propia conciencia.

Pero fue entonces cuando Anders recordó los buenos momentos: cómo habían superado las pruebas de Glerath apoyándose el uno al otro, cómo Alerigan se había metido en líos para robarle comida y medicinas cuando enfermaba, y cómo le había protegido cuando los matones se metían con él. La luz volvió a su mente y se disiparon las sombras que aquella visión había sembrado en su cabeza.

-No necesito preguntarle, sé perfectamente dónde está su familia.

-¿Ah, sí? ¿Dónde, Anders? -dijo el otro con desprecio y altanería.

-Aquí mismo, delante de tus propios ojos. Yo soy su familia y él la mía. Márchate, porque no conseguirás perturbar mi mente nunca más. Ahora lo veo todo mucho más claro que cuando entré en este lugar.

La figura, que hasta ese momento había sido a imagen y semejanza de Anders, se transformó en una mujer de aspecto extraño, cubierta con una especie de velo y, con un movimiento de este oscureció por completo la cueva y perturbó el aire de su interior.

-Penosa decisión, Anders. Eres fuerte y puedes lograr cuanto desees. No te dejes arrastrar por los deseos de tu hermano, tú no estás a su servicio, vales mucho más que eso -dijo la mujer, con una voz temblorosa, pero segura-. Ahora puedes continuar, pues has demostrado ser digno de conocer tu destino, aunque no te guste lo que puedas descubrir.

Una pared de roca, antes dura e inquebrantable, comenzó a abrirse y, tras ella, se dibujó un camino igual al anterior que continuaba descendiendo. Cuando Anders volvió la vista hacia la mujer, ya había desaparecido, así que continuó avanzando tras haber superado la prueba más dura que había vivido hasta el momento.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro