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Vals de media noche (II)

—Solo un simple admirador.

Tras eso, sonrió tristemente y se fue. No hice más que mirar cómo se marchaba, su respuesta no había resuelto y lo más probable es que, con forme los días, la situación perdiera importancia.

— ¿No iras tras él?

—No es un cuento de hadas, donde seremos flechados por cupido tras una pieza.

—Que aguafiestas eres a veces, y yo que me había emocionado al ver desde lejos. Se parecía a esa chica que deja olvidado su zapatilla.

—Tal vez un poco, pero yo no he salido corriendo por las campanadas.

—Bueno, quizá el dejo algo extraviado tras marcharse.

Ambas estallamos en risa tras lo dicho. A veces ella tenía mucha imaginación, pero sin duda, era una romántica empedernida.

Pasamos un largo rato de un lugar a otro, explorando las áreas que el comité había preparado para nosotros, realmente se habían esforzado.

Nos sentamos en una de las jardineras más alejadas de la orquesta, aquí la música era realmente ligera, Amy contaba tan animada como el chico fue tan encantador al bailar, a pesar de haberle pisado algunas de las veces, en algunas ocasiones alternaba entre interrogarme sobre de que tanto habíamos hablado.

—Que galante manera de regalar una flor— a su tiempo, suspiraba al imaginarse la escena.

—Tal vez solo quería animarme un poco por no bailar.

— ¿De qué hablas? Si se ve que es todo un caballero. Y... ¿Ya buscaste que significa la flor?

—No es como que preste mucha atención a esos significados.

— ¿Y si al aceptar la flor te has comprometido?

Estaba preparada para contestarle que había dejado volar de más su imaginación, pero recordé que entre mis clases sobre otras naciones, habían algunas donde los compromisos se realizaban con una camelia blanca, el compromiso se sellaba una vez la chica aceptaba la flor. No sería un problema del cual preocuparse, de no ser porque el colegio Crisantemo recibe estudiantes de todo el mundo.

Palidecí ante la idea, me pude haber comprometido con un completo desconocido, durante un baile de secundaria. Soy demasiada pequeña como para pensar en ello, sé que hay niñas con matrimonios arreglados a una edad menor a la mía, pero mis padres ni siquiera han pensado en decidir algo tan importante de mi futuro. Las lágrimas se iban acumulando en mis ojos, mientras luchaba por no dejarlas caer y controlarme.

¿Qué le diría a mis padres? No es tiempo de pensar en ello, además, los guardias habrían intervenido, ¿No? Pero... ¿y si no estaban viendo?

Amy me tomo de los hombros, tratando de darme consuelo.

—Respira lento y calmado, no creo que alguna familia quiera meterse en un problema con el reino al robarse a su dama de la vida.

Sentí mi voz temblar mientras trataba de hablar.

—Dime que flor es.

Lentamente me di la vuelta, sintiendo que estaba a punto de ser condenada. El silencio que me pareció un siglo me perturbaba, era como si mi amiga no quisiera darme la mala noticia.

—Mmm... no recuerdo exactamente el significado de las gardenias, solo recuerdo que era algo tierno.

Suspire aliviada, al menos no es una camelia.

Comenzamos a pasear de nuevo, tratando de olvidar la pequeña crisis.

Durante nuestro recorrido, otra vez invitaron a Amy a bailar, generándose una disputa entre un par de chicos: uno de nuevo ingreso y el otro de los mayores. Ella no sabía por quién decidirse y como se sentían en un baile de adultos, la mayoría estaba aplicando la regla de no rechazar una pieza, aunque me tenían confundida, pues en los bailes organizados por la reina, no se puede bailar dos piezas seguidas con la misma persona.

—Al ser el más grande, yo tengo el derecho de ser el primero.

—Pero quien llego primero fui yo.

Sostenía a Amy codo a codo, para brindarle más confianza. Ella de vez en cuando me miraba como preguntándome a quien darle prioridad, pero simplemente encogí los hombros.

—Parece que eres popular.

Ambas reímos ligeramente, pero ella estaba enrojecida por la pena. Cuando finalmente lograron encontrar una solución, quede nuevamente sola, pero esta vez comenzaría a vagar.

Ya me estaba sintiendo aburrida de la fiesta, deseando la hora de partir, cuando me encontré con Dereck, me parecía extraño que estuviese solo. Al acercarse, tomo mi mano y se inclinó ligeramente.

—Señorita Carolina Delavira, ¿Me permite el honor de la siguiente pieza?

Los ojos de todos se fijaron en nosotros, provocando que la vergüenza me tiñera, de nueva cuenta, de carmín.

¿Qué estás haciendo Dereck? Tanto que me había esforzado en no provocar a las chicas que lo seguían, para que el viniera a parar conmigo. De haber sabido que, de todas formas, aquellas chicas terminarían molestas, habría pasado con ellos los ratos en que Amy bailaba.

Ya da igual el preocuparse, para ellas, habré engatusado al príncipe desde la distancia, quien sabe cómo. Reverencie como cualquier otro habitante lo haría en presencia de su majestad, ignorando el hecho de ser viejos amigos.

—El honor es el mío, príncipe de Ardenas.

Tome el brazo que me ofrecía para guiarme, mientras, hablábamos entre susurros.

— ¿Qué fue eso? Nunca has denotado mi título.

—No tuve opción, me invitaste en frente de todos ¿Qué crees que pensaran tus seguidoras?

— ¿Qué más da? Tú eres una vieja amiga, debería de poder tener el derecho de elegir quien será la primera persona que saque a bailar.

La música había empezado lento, pero ya conocía como era esta pieza, de a poco iría aumentando su velocidad.

— ¿No has bailado en toda la noche?

—Ese es precisamente el problema, desde que llegue, me han estado sacando a bailar, algunas chicas inclusive han sido obligadas por sus padres. No me han dado ni un respiro.

— ¿Y qué haces aquí entonces?

—Lo que quería de un inicio, divertirme y pasarla contigo.

Me había logrado dejarme sin palabras, simplemente seguimos bailando en silencio, hasta que llegaron las vueltas, él me sujeto con firmeza de la cintura, y sin razón alguna, comenzamos a reír de la situación. Extrañaba los viejos tiempos.



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Capítulo dedicado a la memoria de Carlos Lara, un gran amigo que partió sin que nadie se lo esperara, siempre recordare tus consejos y enseñanzas.

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