
Capítulo 8
No deja de pensar en Romina. Volverá a su casa después de lo que sucedió con la extraña sombra. Más vale que no vuelva a aparecer. No quiere que Romina se aleje de él.
Lleva horas observando la casa del frente mientras ve la televisión. Deja de malgastar el tiempo y comienza a ordenar. Ella llegará en cualquier momento. Guarda la ropa que tenía tirada por toda la casa y limpia de arriba a abajo. ¿Por qué le importa tanto ordenar? Romina nunca le ha dicho una indirecta sobre la limpieza en su casa, ni es esto una cita precisamente. Aun así, le importa darle una buena impresión.
—¡Rodrigo! ¡Ya llegué! —escucha la voz de ella desde la calle. Corre la cortina de su ventana. En cuanto la ve, saluda. Ella le da una sonrisa y él se la devuelve.
¿Por qué están actuando así?
Él va hasta la puerta y sale a recibirla. Hoy lleva una chaqueta blanca de puntos con unos pantalones de polar. El frío no es menor; no lo había notado por la calefacción.
—Espero que te sientas cómoda —le dice él cuando ella va sacándose la gran chaqueta, dejándose una más delgada.
—Claro —contesta ella. Se mantienen en un silencio incómodo—. Ya le entregué a mi amiga el cuaderno con el bosquejo del logo —dice ella, en lo que parece un intento de quebrar el silencio.
—Pues... vayamos a la aplicación
Ambos suben al segundo piso. Romina mira de un lado a otro un poco temerosa. Quizás ha accedido a volver porque una sombra no es para tanto, o porque Emilia siguió diciéndole que está siendo exagerada.
Ella se sienta al frente del monitor junto a él.
—¿Cuándo supiste que querías ser ingeniero? —pregunta ella sin desviar la vista del monitor.
¿Por qué pregunta eso? Debe estar buscando tema de conversación, o quizá quiere saber más sobre él.
—Cuando era muy pequeño y vi un juego en el celular de una niña sentada delante mío en el autobús —lo recuerda claramente—. Tenía un Nokia, lo que en ese tiempo no era tan retro, y vi ese juego de la culebrita. Ahí quise saber cómo hacerlo
Ella asiente mientras pone atención a su historia.
—¿Qué hiciste para saberlo? —le pregunta ella.
Parece un interrogatorio. A él no le agrada eso, sobre todo el tener que abrir su vida personal a alguien que no conoce tan bien. Esas cosas no se las ha contado a nadie, y ella aún no se ha ganado su confianza.
Abre la boca para preguntarle el motivo de sus preguntas, pero luego medita en que no hay nada de malo en ellas. Son simples preguntas de cómo supo que quería ser un ingeniero civil en informática.
—Pues... en ese momento solo me limite a preguntarle a mi papá en qué debía trabajar para hacer esas cosas —ella asiente—. ¿Y tú?
—Pues... yo... —al parecer la tomó por sorpresa que él le preguntara— siempre tuve curiosidad por los computadores, me gustaba desarmarlos
Él asiente.
—Me gusta cómo estás haciendo la aplicación, pero es muy parecida a YouTube en eso de compartir vídeos.
—No son vídeos —la corrige él—. Son cortometrajes o películas
—Podrían hacerlo en YouTube, siendo que es más conocido
Ahora que lo piensa, tiene razón. Todo su proyecto es una simple copia.
—¡No! Todo el esfuerzo lo he puesto es una copia barata —dice el mientras se lleva las manos a la cabeza, tratando de aguantar la frustración.
—Tranquilízate. Puedes hacer cambios o novedades para que la gente lo prefiera —sugiere ella mientras le pone una mano en el hombro en signo de apoyo.
—Pero ¿qué podría hacer? —pregunta él.
—Puedes... mira, mi hermana usa constantemente una red de libros llamada "Wattpad". Ahí hay bastantes libros. Podrías hacer que se compartan cortometrajes de verdad de los libros de ahí. No solo de los famosos, sino de todos. Aunque... eso también se puede hacer en YouTube. Mmm...
—Pero YouTube es más informal. Ahí cualquiera puede hacer vídeos. Esto podría ser más exclusivo
—No... eso haría que casi nadie lo conozca
—Quizá... también se podrían compartir las películas que hacen ellos
—También pueden hacerlo en YouTube
—Pero esto estará destinado a eso. Además, tendremos herramientas para editar más fácilmente las películas, y podríamos tener la traducción del guion por si quieren hacer un doblaje.
Ella asiente. Su rostro se ilumina con lo último que sugiere él.
—Es una idea brillante. Las herramientas de edición y las traducciones a los guiones la hacen única. Tendremos que trabajar en ello —dice ella sonriendo. Se afana al computador mientras él observa lo que hace.
Suena el celular de ella. Le sorprende su tono de llamada de un teléfono antiguo. Ella contesta.
—Hola... sí, estoy en su casa por el proyecto... —al momento se da cuenta de que está hablando de él— ¿Mañana? ¿A qué hora? Ya, le avisaré, adiós
Él la mira en forma interrogante.
—Oh, era Emilia que me preguntaba dónde estoy. Es que ella salió antes que yo a acompañar a Lucas a su casa, y recién volvió a la nuestra
Eso le provoca un alivio al joven, no porque Emilia no siga cerca de Lucas, sino porque le asusta que él le haga algo malo con lo mayor que es...
—Ya comprendo —asiente él.
—Sí, y también te invita a que mañana o cuando puedas vayamos un día al cerro o algo así, si tú quieres —lo invita ella.
¿Por qué le pregunta si quiere al día siguiente si él nunca tiene otra cosa que hacer? Solo va al trabajo y se ocupa de su aplicación, todos los fines de semana están disponibles.
—Tierra a Rodrigo —le dice ella chasqueando los dedos frente a él y riendo. Él también ríe por haberse encerrado tanto en sus pensamientos—. Sabes, me gustaría que algún día salgamos, pero no en tu casa a centrarnos en el proyecto sino... algo de verdad —se nota en la manera de expresarlo que le costó decirlo.
—Claro, cuando quieras
—Quizá mañana, en vez de salir con mi hermana, podríamos salir juntos... tú y yo —dice ella poniendo su mano sobre la de él. Sospecha que ella tiene sentimientos hacia él, pero luego se lo niega al considerar que se conocen hace apenas dos semanas.
En ese instante ve detrás de ella a una persona atrás de la cortina, como si hubiera hecho un intento fallido de ocultarse de ellos. Su piel se ve corroída, como si se hubiera herido, seguramente al llegar hasta allá.
Ella sigue esperando su respuesta. Sus ojos reflejan ansias. A él no le gustaría salir solo con ella tan pronto, pero no puede decirle que no.
—Me encantaría —contesta él tratando de ignorar a la persona detrás de la cortina.
—Me haces tan feliz —dice ella abrazándolo.
Él corresponde a su abrazo. Sigue observando a la persona.
—¿Quién es? —pregunta ella.
Él se da la vuelta. Al parecer, la persona se ha movido casi por arte de magia hasta ahí sin que se hubiera dado cuenta. Su cara no se ve.
Él se acerca a la persona para intentar verle la cara. Es su padre, quien tiene unas ojeras grandes junto a unas bolsas de ojos, con la piel muy blanca; un auténtico cadáver.
—Aléjate de Emilia —dice la persona, con una voz metálica que lo corroe por dentro.
—¿Por qué tiene que alejarse de mi hermana? —pregunta Romina. Le sorprende al joven la valentía que ha tenido para preguntar esa gran duda a su "padre".
—No es solo tu hermana
Corre por las escaleras. Él joven sale a perseguirlo tratando de atraparlo, pero desaparece en la oscura cocina.
Romina baja lentamente por la escalera hasta llegar al joven ingeniero.
—¿Tu papá está muerto? —le pregunta ella. Es obvia la respuesta.
—Sí —responde él sin dejar de mirar a la cocina, dejando caer algunas lágrimas.
—Me parece que ese espectro era tu padre
—¿Cómo lo supiste?
—Por la manera en que lo miraste, y por las fotos que tienes en los cuadros —él asiente y mueve la mirada hacia ella—. Antes de esto no creía en fantasmas, pero ahora sí que creo, y pienso que, para que se aparezca así, es porque te está advirtiendo de algo grave —él vuelve a asentir—. ¿Qué habrá querido decir con que no es solo mi hermana?
—Sinceramente no sé
—¿Tienes hermanos?
—No. Soy hijo único, y mi mamá murió en mi nacimiento
Las lágrimas resbalan por sus mejillas.
—Tranquilo. ¿Sabes? Mi mamá tuvo que cuidarnos sola porque mi papá se fue con otra mujer, una que estaba embarazada. Mi mamá en ese momento también estaba embarazada, pero mi padre prefirió a esa mujer. Espero que haya abortado
Ambos se abrazan, lamentando lo que la vida les ha dado.
—Si quieres puedes ir a vivir con nosotras. No creo que quieras seguir en una casa donde sabes que todo esto continuará —él va a hablar, pero ella lo calla—. Aunque, sin importar lo que digas, no volveré a esta casa
—Prefiero irme de aquí. Después de esto dudo que pueda dormir en una casa en que sé que estoy solo
Ella asiente y lo acompaña al segundo piso a ordenar su ropa y a guardar en un pendrive su proyecto.
—Pero no puedo dejar la casa botada —afirma él luego de meditarlo.
—Podrías arrendarla
—¿Quién va a querer pagar el arriendo de una casa embrujada? —ella ríe por lo que acaba de decir.
—O si quieres la abandonas. Tú decides
Él lo piensa. Por un lado, quiere irse de ese lugar cuanto antes. El miedo que le da ver siquiera el lugar oscuro no es menor, pero dejar la casa abandonada es perder lo que gastó en ella.
—¿Tienes algún familiar que busque casa?
—Mi madre busca casa para vivir más cerca de nosotras. Pero no quiero dejarla vivir... aquí
Tiene razón. Quién dejaría a su mamá vivir donde ocurren hechos paranormales.
—Mejor la pongo en venta. Conozco varias páginas en que puedo poner avisos
—Bueno, pero no se te ocurra poner el aviso mientras estemos aquí. Me quiero ir cuanto antes
Ambos salen rápido de la casa, con una gran maleta. Al entrar a la casa del frente, encuentran a Emilia viendo la televisión. Tienen que explicarle con sinceridad lo que ocurrió. Ella ríe al oír la historia, pero acepta que se quede en la casa.
En parte, a Romina le molesta tener que darle explicaciones a su hermana para dejarlo vivir ahí, pero luego piensa en que ella no vivió esa situación y que no comprende el terror que sienten de volver allá. Además, la casa es de Emilia.
Le dejan una de las habitaciones vacías que tienen. No es muy grande, pero es suficiente para una persona. Además, tiene una cama.
—Debe ser la habitación de invitados —piensa él.
Ordenan el lugar y observan la casa del joven que ahora dejan vacía. Él pide el computador y pública en varias páginas la venta de la casa, con dirección y todo.
—Espero que aquí pueda dormir bien —piensa él al apagar la luz de la pequeña lámpara en la cómoda. El frío se hace presente en el lugar, seguramente porque no llega hasta ahí la calefacción o quizá porque las paredes son delgadas.
Cierra los ojos y el silencio reina.
Nada interrumpe su sueño, nada lo aleja de sus pensamientos.
Si es su padre, ¿por qué se aparece así? Debe estar evitando algo importante. Es dudoso que busque el mal para su hijo. Y lo peor es que, si su objetivo es alejarlo de Emilia, ahora que está más cerca de ella puede ponerse peor. Quizás haberse cambiado de casa no era la solución.
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