Hay un hombre, cargando bolsas, que vuelve a su casa después de comprar, donde vive con su hijo, el que está ahorrando para comprarse una casa y no ser una molestia. El hombre atraviesa la calle con tranquilidad. El semáforo está en verde así que no hay de qué preocuparse. Escucha, de repente, un gran estruendo. Solo alcanza a ver al autobús detrás suyo avanzar hacia él sin tener intención de detenerse.

El joven despierta sobresaltado. Al parecer ha tenido una pesadilla relacionada con la realidad de la que sufrió su padre. Siente sus ojos llenos de lágrimas. ¿Es posible llorar dormido? Tal parece que sí.

Hoy es fin de semana, por lo que su hora de levantada es más lejana. Observa la hora en su reloj: las 7 am. Todavía es muy temprano. Se ha despertado como si fuera un día de semana. Mejor es ir a dormir un poco más.

Pero primero, se asoma por la ventana a observar la casa del frente. Todo está en calma. El auto que llegó ayer sigue ahí. Eso le hace suponer que Lucas sigue ahí, con Emilia.

Se acuesta en la cama y trata de conciliar el sueño, pero siente que algo debe hacer antes. Baja a tomar leche. Quizás eso funcione. Se sirve un poco de leche en una taza y la pone a calentar.

Espera al lado observando el lugar, como si fuera desconocido. El microondas se detiene de repente sin razón aparente. Él, extrañado, lo abre. La leche sigue helada. Vuelve a ponerla a calentar. Esta vez el microondas sí funciona, y cumple el tiempo que el joven puso.

La toma y se vuelve a dormir. Concilia el sueño rápidamente.

***

Por la tarde, Romina vuelve a pasar a su casa para continuar con el proyecto. Mientras le da sugerencias, Rodrigo siente un frío pasar al lado suyo.

—¡Oh, por Dios! ¿qué es eso? —pregunta ella, con susto en su voz.

Él se da la vuelta y ve a la sombra.

—Solo es una sombra —responde él, tranquilo.

—¿De quién?

—Mía —responde él, aunque no cree que sea suya. Solo respondió lo primero que se le ocurrió.

—No hace lo mismos movimientos que tú

Es verdad. La sombra camina de un lado a otro, mientras que él se mantiene quieto.

—No sé qué será

—De verdad, tu casa me asusta. No quiero volver —dice ella yéndose. Él la sigue hasta su casa.

Los dos entran allá, junto a Emilia y Lucas.

El joven se queda allá unas horas porque no se atreve a volver a su casa por miedo a la extraña sombra. Él no cree en esas cosas, así que piensa que eso es mera coincidencia, pero una parte de él está empezando a tener miedo.

—Hay algo raro en la casa de Rodrigo —dice en un momento de silencio Romina a su hermana.

Al verlas juntas, sigue asombrándole el parecido físico entre ambas.

—¿Qué cosa? —pregunta Emilia. Se encuentra solo con ellas porque Lucas salió a comprar.

—Una sombra —Emilia guarda silencio por unos segundos.

—¿Qué tiene la sombra?

—¿De quién era la sombra? —pregunta Romina, dirigiéndose al joven.

—Era mía —contesta él.

—No coincidía con tus movimientos

—Ay hermana, tan histérica que eres —dice Emilia, riéndose.

El joven también ríe, solo para dejar de pensar en la sombra. Romina tiene expresión de rabia.

—No finjas. No era tuya —el joven deja de reír. La mira serio, sin saber qué responder.

—No sé de quién era —responde él finalmente.

—¿Tienes sospechas? —pregunta Emilia. Ella también lleva una expresión seria.

—No

—Mmm... creo que deberías investigarlo o algo —recomienda Romina.

—¡Oh sí! ¿Te puedo ayudar a investigar? Me encanta hacer eso —dice Emilia. El joven sonríe al verla con ese entusiasmo.

—Emilia y sus investigaciones —dice Romina mientras ríe.

—Por algo soy periodista, hermana. ¿Puedo ayudarte? —pregunta Emilia, ahora mirando al joven.

—No creo que sea necesario —responde él.

—Vamos ¿sí?

Él guarda silencio. En parte, no quiere decepcionarla dejándola con las ganas, pero él no cree en eso, y menos quiere investigarlo.

Le interrumpe el pensamiento la llegada de Lucas. Se despide de los tres y va a su casa. Toma una taza de café mientras observa por la ventana la casa del frente.