Capítulo 16
Al fin es fin de semana. Siente el aire fresco entrar por su ventana, aunque eso no lo tranquiliza. Va a contactarse con su madre, quien supuestamente estaba muerta. Debe hacerlo, y como no se atreve a realizarlo en persona, lo hará por Facebook.
Llama a Romina para preguntarle si ya quiere ir a su casa para que vean juntos lo que sucede y lo que responden sus "padres". Ella confirma que irá pronto. En unos minutos llega con la cara más fría que ha llevado entrando a su casa.
Suben al segundo piso, hacia el computador del joven.
Él ya ha avanzado algo. Le envió una solicitud de amistad a su madre, quien ya la aceptó, y a su vez le envió un mensaje de saludo. Ella respondió ese mensaje hace pocos minutos.
—Respóndele rápido, antes de que se desconecte —dice Romina observando la pantalla.
Él obedece y con rapidez hace el curso de una conversación normal hasta que le pregunta por su padre. El mensaje permanece en visto.
—Maldita sea. Capaz que no responda —maldice Romina. En el chat aparece que la mujer está escribiendo. Eso hace que los dos centren su atención en la pantalla.
La mujer confirma que lo conoce, y pregunta por las razones de esa interrogación.
El joven primero mira a Romina, como si estuviera pidiéndole permiso para enviar el siguiente mensaje, uno con el que planea ir al grano. Ella asiente, concediéndole el permiso. Él escribe el mensaje en que dice que él es su hijo y lo manda.
El mensaje permanece en visto otros segundos. Luego, se abre una ventana de videollamada. ¡Lo está llamando! ¿Será bueno contestar? Tendrá que hacerlo, así podrá enfrentar las cosas con mayor rapidez y vencerá su miedo.
Acepta la videollamada. Romina se aleja de la cámara del computador. Él se acerca a ella, carraspeando y haciendo su expresión más fría.
—¿Se escucha? —oye la voz de una mujer desde el computador, la misma voz de la que estaba con ese hombre ayer. Aparece en la pantalla su rostro.
Él se queda en blanco. No sabe qué decir ni qué hacer. Espera que la conversación, o, mejor dicho, las revelaciones, las comience ella.
—Hijo... —dice ella, pero se le va la voz.
—¿Qué pasa, mamá? —se escucha la voz de un niño pequeño cerca de la mujer.
—¿Por qué papá mintió con que estabas muerta? —pregunta él, sin perder tiempo.
—Eso no lo sé. Él sabía que yo lo engañaba, y entonces nos separamos cuando tenías unos 4 meses de vida —contesta ella con tranquilidad.
—¿Soy hijo de él o de otro? —pregunta él, soportando las lágrimas.
—De él. Lo empecé a engañar después de tu nacimiento
Le sorprende cómo la mujer habla de engaño de manera tan fría e insensible.
—Y ese hombre que iba contigo ayer... ¿es el padre de tu hijo?
—¿Cómo sabes de...? Tú eres el "estudiante de periodismo"
Él asiente.
—Es mi marido, con quien engañé a tu padre. Era a quien quería de verdad, quiero que entiendas eso. Renuncié a ti con tal de no dejar a tu padre solo
—¿Cómo estás tan segura de que yo realmente soy tu hijo y no alguien que finge serlo?
—Por el parecido con tu padre. Son casi iguales, incluso en los gestos y en la forma de hablar
—Ahora lo recuerdas...
—Quiero que escuches bien esto: no me interesa volver a verte y ser esa madre que no tuviste. Estoy feliz con mi vida y no quiero que alguien la cambie
La videollamada se corta. Él se queda unos segundos frente a la pantalla hasta que algo empieza a fallar.
Se cierran las ventanas que él tenía abiertas en el computador y se abre Word. Se comienza a escribir en el computador: "¿Quieres las razones?"
Él joven asiente.
"Te las daré".
Observa con curiosidad como las teclas se hunden. Al parecer, la sombra ha vuelto.
"¿Qué crees que te hubieran dicho tus compañeros en el colegio si supieran que tu madre prefirió irse con otro hombre que quedarse con su hijo? Te habrían hecho el bullying de tu vida. Yo hice eso para protegerte de la realidad".
Romina se pone detrás de él, leyendo todo.
El joven se apresura en escribir:
"Preferiría haber sabido la verdad".
Con rapidez, la sombra le responde:
"Ahora, pero antes no".
Él se queda en silencio porque sabe que es verdad. Aún le duele haber creído en una mentira, a pesar de que le hacía, en parte, más feliz.
Se da una media vuelta, con curiosidad de ver cómo le ha afectado lo anterior a Romina. Ella le está extendiendo los brazos. Él acepta su abrazo, con lágrimas resbalándose por los ojos. La abraza con gran intensidad, sintiendo que ese abrazo lo ayudará a continuar, que la felicidad está en quien le da el abrazo.
Ella también llora, aunque trata de fingir que está bien, todo para darle fuerza a su novio.
—No puedo creer que me haya mentido de esa manera, que haya creído en una mentira toda la vida —dice él mientras llora en el hombro de Romina.
—Y que la amante de mi padre resultara ser tu madre. No sé si será coincidencia, pero quizás esa era la razón por la que la sombra quería que te alejaras de Emilia, porque así descubrirías la verdad. También pudo decir que tenías que alejarte de mí, pero de no haberte acercado a Emilia, no me habrías conocido. Y quizá dijo que no es solo mi hermana porque también es la hija de quien te quitó a tu madre
Eso suena muy real. A veces le asombra la gran inteligencia de Romina para suponer cosas.
Aprovechan el momento para continuar con la aplicación. Usan sus dotes para hacer lo último que les queda. Hacen unos arreglos y la terminan.
—No puedo creer que ya hayamos terminado tu aplicación —dice Romina con felicidad. El joven la observa unos segundos, con una sonrisa.
—Nuestra aplicación —la corrige, posando su mano en la de ella.
Ambos se toman de las manos y se dan un largo y tierno beso. Tratan de no pensar mucho en lo ocurrido, aunque sienten en el ambiente la incomodidad que solo esa situación puede provocar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro