IX
Siempre he rehuido de mis sentimientos, los he puesto bajo llave. Sin más dilaciones lo veo alejarse con un hueco en el alma y un corazón con las suturas abiertas. Siento como mi cuerpo se deshace de un peso insospechable y a la vez el dolor me consume en una hoguera perpetua.
Una ligera brisa revuelve mis lágrimas y las camufla ante un centenar de personas que se escabullen de las horas. Paso tras paso, el silencio me devora, mi nueva compañera me envuelve entre sus brazos y juntas emprendemos el camino sin retorno.
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