Capítulo 68
No lo pienso dos veces cuando me arrojo sobre ese cuerpo viscoso y blanco y clavo mi cuchillo a un lado de su cabeza. Finnick sale del agua tomando una bocanada de aire y en menos de un segundo ya se encuentra de pie nuevamente, listo para seguir luchando.
—¡Venus sube! —su voz suena ahogada, todavía está recuperado el aire.
—¡No!
—¡Venus sube ahora! —agrega frustrado, sin dejar de luchar con todos los mutos que nos rodean—. ¡Sube, por favor!
—No, no te voy a dejar —sujeto con fuerza la espada en mi mano—. No me iré sin ti, y si tenemos que morir, moriremos juntos pero no voy a irme.
Sus ojos verdes se conectan con los míos, hay pánico en ellos, pero lo que dije es verdad. Prefiero morir aquí con él que tener una vida en la que no esté.
Así que debe entenderlo, porque asiente y cuando por el túnel aparecen más mutos, su espalda choca con la mía y luchamos. Juntos.
Veo flechas pasar, Katniss está disparando desde arriba, pero sé que con la cantidad que usó no durará mucho más. Estamos solos.
Mi espada se clava en el cuerpo de uno, despedazándolo completamente. Sus uñas se clavan al costado de mi mandíbula cuando uno salta y lo desvío con el filo de mi espada.
Un grito me hace estremecer, giro la cabeza sin perder de vista a los mutos que se acercan. Finnick se está presionando el cuello, algo rojo sale de este. Sangre, en cantidades preocupantes.
—¡Venus! —Katniss me llama.
La chica en llamas está sosteniendo el holo en su mano. La jaula de noche. Puede explotar todo en un segundo.
Tengo que sacar a Finnick de acá.
—¡Cúbreme! —pido.
Tomo el brazo de Finn y lo coloco alrededor de mi cuello como soporte. La cantidad de mutos es angustiante, Katniss logra derribar algunos para abrirnos paso pero tengo que seguir cortando con la espada. El rubio intenta seguir luchando con su tridente pero su energía se está agotando.
La sangre se escurre y logra manchar parte de mi cara y uniforme.
—¡Apenas lo suba, tiras el holo!
—¿Venus qué... —pero no logra terminar la frase.
Cruzamos por la especie de puente que hay sobre la alcantarilla, unas garras se clavan en mi muslo. Grito de dolor pero continúo, tengo que salvarlo, tiene que vivir. Llegamos a la escalera, aseguro sus manos sobre el metal, se tambaleo pero comienza a subir. Peeta ya tiene su mano estirada para agarrarlo.
Algo explota atrás mío, eso me da algo de tiempo para poner un pie en la escalera y subir. Estoy a un metro del suelo cuando las garras de esa cosa perforan todo mi muslo y parte de mi espalda baja, se arrastran por mi piel. Giro y lanzo un cuchillo en medio de su cabeza.
Peeta ya se encuentra levantando a Finnick y arrastrando hacia la salida, el alivio me recorre el cuerpo. Su cabeza cae inerte, está desmayado, pero todavía está vivo y eso es todo lo que importa.
Solo me quedan tres peldaños más, las flechas incendiarias se acabaron, veo por un segundo hacia abajo, los mutos se están sobrepasando unos a otros para decidir quién sube primero.
—¡Katniss ahora!
La pierna me arde pero consigo llegar al final cuando Katniss pronuncia jaula de noche tres veces y suelta el holo. La explosión me empuja, me resbalo, Peeta logra atraparme antes de caerme y morir calcinada junto a los mutos del Capitolio.
—Te tengo... —su voz suena agitada.
La adrenalina sigue en mi cuerpo, logro levantarme, mi espalda duele pero me tambaleo hacia Finnick.
—¿Finn? ¿Amor? —las lágrimas amenazan con caer de mis ojos—. Estamos bien, estamos juntos y a salvo, ya pasó... despierta.
Cada vez más sangre sale del costado de su cuello, generando una gran mancha roja en su chaleco negro y tiñendo parte de sus mechones rubios.
—Necesita... necesita una venda —sollozo—. Se va a desangrar.
Peeta y Gale lo levantan y lo cargan. Cressida y Pollux abren el camino, mientras que Katniss se queda atrás.
—¡Vamos, muévanse! —escucho que alguien grita pero no reconozco la voz.
Mi corazón no deja de latir desenfrenadamente, me toma un esfuerzo enorme dar un paso pero no importa. Tiene que salvarse, tiene que vivir. Si él se muere yo me muero con él.
Corremos nuevamente hacia el primer piso, el lugar donde antes pasó el tren. Debemos haber activado otra vaina por que una serie de disparos nos sorprenden. Con Katniss tenemos que cubrirnos detrás de una columna. La chica en llamas gira y dispara.
Estoy demasiado concentrada en asegurarme que Finnick sigue respirando cuando una bala roza mi brazo. Veo como Katniss lanza una flecha incendiaria y me doy cuenta que no se trata de una vaina. Son agentes de la paz. Nos encontraron, Snow sabe que estamos vivos.
Cressida y Pollux nos cubren para que podamos correr hacia ellos. Una vaina se activa en una de las luces y convierte a Homes en un segundo en polvo. Tomo el arma que queda tirada en el suelo.
—¡Vamos, corran!
Varios portales se abren y tenemos que esquivarlos, Peeta se tropieza y Pollux toma su lugar para cargar a Finnick con Gale, se encuentran adelante que nosotros, disparo hacia atrás a los agentes de paz que todavía nos persiguen.
La pierna me arde y sangre brota de mi hombro por la bala que me rozo. Un ruido inunda el lugar y de un instante a otro el suelo de cemento comienza a partirse y desaparecer, como si unos cuchillos nos persiguieran. Destruye todo a su paso.
Estamos a pocos metros de la salida cuando saltamos y al parecer la vaina se mantiene en su lugar. Corro hacia Finnick, se encuentra en las escalinatas, Gale con el arma en alto para cubrirnos.
—¿Amor? —toco sus mejillas pálidas y frías.
Pollux me ayuda a cargarlo, paso un brazo sobre mi cuello y él hace lo mismo. ¿Por qué paramos? ¿Por qué no estamos corriendo?
Gale y Cressida todavía están alertas con sus armas, la chica en llamas está en el suelo, Peeta al lado de ella.
—¡Tenemos que seguir!
—¡Déjame aquí! ¡Soy un muto! ¡No puedo controlarlo!
—¡Claro que puedes! ¡Mírame!
Lo besa. Besa a Peeta y eso parece hacer un click en el rubio porque finalmente se levantan y se unen a nosotros.
—¡Conozco este lugar! —afirma Cressida—. Sé por dónde ir, a las escaleras.
Seguimos corriendo por la explanada, esquivando las columnas, directamente hacia las escaleras mecánicas que se encuentran a unos metros y que nos llevan hacia la superficie.
Una foto de Finnick cómo se busca es lo primero que me encuentro, el aire fresco nos recibe de golpe, seguido de la ciudad en ruinas.
—Resiste.... —susurro.
Cruzamos por un complejo de edificios, todos abandonados y destruidos. Las imágenes de nuestros rostros por todo el lugar. Cressida se detiene en uno de esos departamentos y golpea la puerta. Se ve luz dentro del lugar y en una vidriera vestidos.
—Alguien viene... —alerta Peeta.
Una figura borrosa se ve a través del vidrio, la puerta se abre y entramos apresurados sin saber si es buena idea o no.
—No, Katniss. Tranquila, está bien —Cressida calma a la chica en llama que tiene su arco en lo alto—. Tigris, ¿te acuerdas de mí? Estamos trabajando con Plutarch... necesitamos tu ayuda.
—Por favor, ayúdanos. Se va a desangrar si no hacemos algo —suplico desesperada—. No puedo perderlo, por favor.
Ella asiente, lleva una capa dorada que combina con su piel, tiene pequeños trazos que simulan rayas de un tigre y toda su postura desprende elegancia. Nos guía por la tienda, Peeta releva a Pollux y me ayuda a cargar a Finnick.
Tigris abre una especie de compuerta que va directo hacia un sótano, la chica en llamas se queda hablando con ella pero rápidamente le hago una seña a Peeta para que me ayude a bajarlo.
Nuevamente en un espacio cerrado, pero al menos estamos a salvo. Hay cajas, ropa y un montón de decoraciones, muebles. Pollux toma una manta y la deja sobre el suelo, recuesto a Finnick sobre la tela y abro poco a poco su chaleco y el uniforme.
—Necesito... necesito vendas y alcohol —trago saliva—. Se va a infectar.
Escucho como revuelven entre las cajas y las cosas de Tigris. Dejo la espada a un lado y me acerco para ver la herida. Un pedazo de piel fue arrancado y se pueden apreciar las pequeñas garras a lo largo de su cuello. Tal vez una venda no sea suficiente, tal vez necesite puntos...
—¿Finn? ¿cariño? —paso mis dedos sobre sus mejillas.
—Vee —volteo hacia Peeta—. Es lo único que encontré —me tiende una botella de whiskey.
—Haymitch estaría orgulloso —bromeo porque siento que me voy a desmoronar en cualquier momento y Finnick me necesita entera—. Creo... que necesitará puntos, la herida... se ve muy profunda.
—Ten, había un par de vendas tiradas en unas cajas. —Me alcanza Cressida.
—Gracias.
Destapo la botella y vierto el líquido sobre la herida. El rubio hace una mueca pero no se despierta, presiono la venda sobre la piel, enseguida la tela se torna roja. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. Peino sus rizos ahora manchados de sangre, su piel está pálida y su cuerpo se encuentra frío.
—Creo que... tengo... tengo que coserlo —mi voz sale estrangulada, el aire no quiere entrar en mis pulmones—. La herida... tengo que...
Mis manos tiemblan y un nudo se forma en mi garganta. Parece... parece... No, pero está vivo, su pecho se levanta, sigue respirando. Entonces ¿por qué no puedo sacarme está sensación de encima? ¿Está sensación de qué voy a perderlo?
—Venus. —La chica en llamas se arrodilla a mi lado, lleva en su mano hilo y aguja, estiro mi mano pero ella niega—. Yo lo hago, estás temblando. Sujétalo por la espalda, tardaré un minuto.
—Está bien...
Creo que se sorprende que no proteste ante su directiva, pero no tengo las fuerzas para discutir y definitivamente no estoy en condiciones de coserlo, todo mi cuerpo está temblando y siento como mi corazón se va a salir de mi pecho.
Me coloco detrás de él, con mucho cuidado lo levanto y lo dejo recostado sobre mi pecho. Katniss esteriliza la aguja con un poco de alcohol, retira la venda que había puesto y con un suspiro pasa la aguja por la piel cerrando la herida.
—Vas a estar bien —susurro—. Estaremos bien, estamos juntos —llevo una mano a su frente—. ¿Me escuchas, mi amor? Ya pasó, estamos a salvo. Por favor, no te vayas...
—Lo inventé todo —suelta de repente Katniss—. Todo esto, no hay ninguna misión especial de Coin —dice sin dejar de trabajar en el cuello de Finnick—. Es sólo mi plan, todas las muertes fueron por culpa mía, que Finnick esté así fue por culpa mía. Los engañé...
—Eso lo sabíamos todos —comenta Cressida.
—¿Los soldados...
—Ellos también —agrega—. ¿Deberás piensas que Jackson tenía órdenes de Coin? Confiaba en Boggs y quería que tú siguieras adelante.
—No era mi intención que esto pasara... —me mira—. Yo les fallé... yo los maté. Lo lamento mucho, Pollux —se concentra en seguir dando puntadas al rubio pero lágrimas caen por sus mejillas.
—Glimmer, Marvel, Clove, Wiress, Rue, ¿Qué significan esas muertes? —inquiere Peeta—. Que nuestras vidas no nos pertenecen. No era una vida real porque no teníamos elección. Nuestras vidas pertenecen a Snow, igual que nuestras muertes.
La castaña deja la aguja por un segundo y presta atención a Peeta. Abrazo más fuerte a Finnick, recargando su cabeza en mi pecho. Mis dedos están llenos de sangre, sangre de él, mía...
—Pero si lo matas, Katniss. Si terminas con esto, esas muertes tendrán significado —afirma—. Cinna, Boggs. Castor, Jackson... eligieron esto, te eligieron a ti.
—Nadie nos obligó a nada, Katniss —mi voz suena entrecortada—. Sé en primera persona lo que es capaz de hacer, nunca fue una vida y si ellos decidieron esto, seguirte a ti, fue por algo —sus ojos conectan con los míos—. Te diré lo mismo que me dijo Haymitch, deja de compadecerte, esto no fue tu culpa. Si quieres culpar a alguien, culpa a Snow. Ahora, si no te importa, me gustaría que terminaras de coser a mi novio —aclaro.
La castaña hace lo que le digo y termina con las puntadas de Finnick. Lo acuesto sobre la manta y le coloco otra más encima ya que su cuerpo está frío. Separo los mechones que se quedaron pegados en su frente por el sudor y dejo un casto beso en sus labios.
—Vas a estar bien.
—Tu brazo está sangrando —me dice cuando se levanta—. Tu pierna igual.
—Estoy bien —una presión se instala en mi cabeza—. Ve a atender a Hawthorne, Cressida dijo que necesitaba puntos.
Me pongo de pie pero un mareo me acecha y me tambaleo. Peeta me agarra antes de que caiga.
—Vee, no estás bien.
—Estás... exagerando.
—¡Claro que no! —me sienta contra la pared—. Apenas puedes sostenerte. Deja que te revise...
—Estoy... estoy...
Mis oídos pitan, unos destellos aparecen en visión y luego todo se desenfoca hasta volverse completamente negro. El grito de Peeta es lo último que escucho antes de desmayarme.
✦✦✦
Mi cabeza duele cuando despierto. Tengo frío y una sensación de pesadez me recorre todo el cuerpo. Levanto temblorosamente mi mano y palpo mi brazo. Una venda cubre desde mi hombro hasta mi codo, tengo solo la camiseta manga larga y de un lado está cortada a la altura de la herida. Mis piernas se sienten extrañamente desnudas.
Levanto la manta que me cubre y encuentro que mi muslo derecho se encuentra vendado, además de que mi espalda arde.
—Tranquila, yo te saqué el uniforme.
Intento apoyarme con mis codos para quedar reclinada en la pared. La chica en llamas me inspecciona y hace un escaneo completo de cuerpo como si estuviera buscando más heridas.
—Creo que prefería a Peeta para esa tarea —hago una mueca de dolor cuando mi espalda tira—. ¿Despertó?
—Sigue durmiendo, pero le volvió el color a las mejillas. Se pondrá bien —afirma.
—Gracias.
—Soy su amiga.
—Lo sé y me alegro que lo seas, así que gracias —digo sincera—. ¿Te sorprende? Ya es la segunda vez que te dejo callada.
—Sólo tengo una imagen diferente de ti... eso es todo.
—Si, bueno... soy buena fingiendo, fue mi máscara todos estos años en el Capitolio.
—Lo siento.
—Ya te lo dije, no lo hagas —me acomodo mejor contra la pared—. Si quieres hacer algo por mí, déjame participar en la muerte de Snow.
—Hecho —sonríe.
—¿Sabes? Desde que te vi ser cosechada supe que esos juegos iban a ser diferentes. Admiro lo que hiciste por tu hermana, porque yo hubiese hecho exactamente lo mismo si Gia salía cosechada —echo un vistazo hacia Finnick—. Y te agradezco lo que hiciste por él.
—Fue mi culpa que terminara así.
—No hablo de ahora —niego con la cabeza—. Sino cuando estuve capturada, fuiste su amiga, no dejaste que su mente lo consumiera. Así que gracias, Katniss.
—Creo que estaba celosa, por cómo te llevabas con Peeta y por cómo podrías ser toda expresiva con él. Yo no soy así, no sé si alguna vez lo seré.
—Te ama y te ama como eres, ya te lo dije pero incluso en el Capitolio intentaba recordar eso. Es sólo amigo y creo que veo algo de mi hermano en él, nunca le haría daño.
Asiente.
—Trata de dormir un poco más.
La próxima vez que me despierto lo hago por el sonido de los bombarderos. Busco a tientas el pantalón que se encuentra a un lado de la manta y con algo de esfuerzo consigo ponermelo.
Suelto un quejido cuando consigo estar de pie, me acerco a dónde está Finnick recostado. La castaña tenía razón, recuperó un poco de color pero sigue profundamente dormido.
—Ya está amaneciendo, se oyen algunos disparos, podrían ser de Paylor. Los rebeldes están cerca —Gale baja las escaleras informando.
—Llegó la hora —comenta Cressida.
Una pantalla se ilumina y la imagen de Snow aparece. Ordena evacuar la ciudad, que todos se dirijan a la mansión para ponerse a salvo. Promete comida y medicina, además de la protección que pueda brindarles.
—...se equivocan, no vienen a liberarnos. Su intención es destruir nuestro modo de vida. Ellos vienen a enterrarnos.
—¿Sigue estando en la mansión? —pregunta la chica en llamas.
—Sí —respondemos Peeta y yo al mismo tiempo.
—Reconozco el cuarto —agrega.
Katniss despliega un mapa sobre el suelo. El rubio me deja la silla cuando ve que lucho para agacharme. El dolor es soportable pero está ahí.
—¿Dónde está? —inquiere el sinsajo.
—A unas cinco cuadras. Estamos aquí —señala un punto en el mapa—. Cerca de las avenidas, la mansión está aquí —indica un punto más alejado.
—¿Y las vainas?
—Probablemente las desactivarán para la seguridad de los residentes.
—Es posible, podría acercarme.
—Esa zona estará protegida —argumenta Gale.
—Y nuestras caras están por todas partes —continúa Cressida.
—Snow le ofreció asilo a todos los refugiados.
—Entonces ya está —miro a Katniss—. Seremos refugiados.
—¡Absolutamente no! ¡Tú no vendrás!
—¿A por qué tú sí? —me tambaleo al levantarme pero rápidamente me estabilizo.
—Estás herida, Venus. Ni siquiera puedes mantenerte en pie.
—Eso no es verdad. Además, tampoco estás en condiciones para ir —me acerco al rubio.
—No estoy herido, tú sí. ¿Puedes hacer caso por una vez? Finnick me apoyaría.
—Finnick no está en estos momentos —echo un vistazo hacia su cuerpo dormido—. ¡No puedo perderlos! ¡Así que si tú vas yo voy!
—¡Ok!
—¡Ok! —repito.
—De acuerdo... —la mirada de Katniss se alterna entre Peeta y yo—. Traten de comer algo, salimos en diez minutos.
Ignoro a Peeta cuando paso a su lado y me dirijo directamente hacia Finnick. Sigue dormido, ahora su frente se encuentra levemente fruncida pero tiene mejor aspecto. Katniss debe haberle limpiado la sangre que manchaba su rostro y parte de su pelo. Delineo el contorno de su mandíbula llegando a sus labios.
—Te amo... no me mates por lo que voy a hacer.
Cressida me tiende una lata que contiene una especie de sopa con trozos de verdura. No me lo cuestiono y lo como tratando de no pensar en el sabor extraño que tiene. Cuando doy el último bocado las náuseas se hacen presentes pero evito vomitar.
La compuerta se abre y Tigris nos avisa que ya podemos subir. Cressida va primero, seguido de Pollux que mantiene un semblante triste, veo como Gale y Katniss suben por las escaleras.
Dejo un corto beso en los labios de Finn, espero que me perdone por esto. Si llega a despertar y no me ve aquí se volverá loco pero me prometí que iba a cuidar a Peeta y hasta que todo esto termine voy a seguir manteniendo mi promesa.
—¿Lista? —el rubio me espera en el inicio de las escaleras—. Estará bien, Cressida y Pollux lo cuidaran.
—Lo sé... vamos.
Arriba Tigris nos entrega unos abrigos que son lo suficientemente grandes para cubrirnos por completo y ocultar nuestras armas, Pollux me entregó la suya. Cressida nos aclara que tenemos que ir hacia el norte, de esa manera pasaremos desapercibidos entre los refugiados.
Peeta me ayuda a ponerme el abrigo, es de piel y de un color rojo sangre que me hace marear.
Ahora que estoy un poco más lúcida y sin la adrenalina recorriendo mi cuerpo, el departamento está cubierto de joyas, hay un candelabro en medio de la habitación, y prendas de vestir propias del Capitolio por donde lo mires.
—¿Se lo explicarás cuándo despierte, verdad? —interrogo cuando Cressida me abraza.
—Tranquila, lo cuidaré y le contaré el plan, estará bien.
—Gracias.
—Tigris, gracias por todo —agradece la castaña.
—Escuchen, puedo ser una distracción, Katniss puedes llevarme contigo.
—No, no puedo perderte otra vez.
—Eso no fue lo que acordamos —protesto—. Nos quedaremos juntos, iremos detrás de ellos.
—¿Pero si algo llega a pasar? ¿Si vuelven a capturarme? —me enfrenta—. Si no estás ahí para defenderme quiero una jaula de noche, no pienso volver a ese lugar.
—Peeta...
Gale se la entrega, no sin recibir una mala mirada de mi parte. Katniss le quita las esposas que no sé cuándo se las volvió a colocar. Lo abraza y una sonrisa aparece en mi rostro que trato de ocultar.
Toma el arco, lo esconde debajo de la capa y finalmente ella y Hawthorne salen. Se puede escuchar el murmullo de la gente por las calles.
No quiero dejar a Finnick, pero cuando nos volvamos a ver tal vez será en otras condiciones, con Snow muerto. Y si puedo lograr eso por él no importa si tengo que dejarlo por un tiempo. Quiero que cuando se despierte vea un mundo nuevo, un mundo donde podamos ser libres, donde no tengamos miedo, donde no seremos señalados ni buscados por nuestros nombres.
—Hagamos esto —abro la puerta cuando pasan cinco minutos—. Espero que esa flecha se clave directo en su corazón, sino no será lindo lo que haré si falla.
Salimos hacia el complejo de edificios con nuestros abrigos encima, el cielo está nublado y el aroma a pólvora todavía se encuentra en el aire. Rápidamente nos intentamos mezclar con el resto de refugiados que se dirigen a la mansión de Snow.
Hay mujeres, hombres, niños, ancianos... por medio de un parlante que no logro identificar ordenan que todos se dirijan a la mansión donde recibirán comida, medicamentos y ropa.
Camiones se encuentran apostados a los costados de la calle y los agentes de la paz están firmes con sus armas. A pesar de que estas personas buscan refugio, su ropa destila el puro lujo del Capitolio.
Ya no consigo ver a Katniss, ni a Gale.
—¿Vas bien? —susurro hacia Peeta.
—Bien.
Esta parte de la ciudad no está tan destruida, las columnas se encuentran intactas, hay oro alrededor de las lámparas y a lo lejos logro ver el arco que da la entrada a la mansión.
Alguien pasa corriendo al lado mío y me empuja en el proceso. Agacho la cabeza cuando gira para disculparse. Peeta se remueve a mi lado inquieto. Estamos demasiado expuestos pero necesitamos llegar hasta el final.
Miro hacia un costado cuando escucho murmullos, un agente de la paz está caminando entre la multitud registrando a los ciudadanos. Estamos acabados si nos descubren.
—Volvamos...
Pide el rubio en voz baja, estamos a punto de dar media vuelta cuando una explosión sucede a nuestro lado. Los disparos son lo siguiente y el caos se desata. Las personas corren tratando de buscar refugio. Empujo a Peeta directo hacia el suelo.
Los agentes de la paz contraatacan pero los rebeldes no se rinden.
—Vamos, tenemos que volver.
—¿Qué pasa con Katniss? —interroga.
—No podemos arriesgarnos, iba más adelante, tal vez logró pasar pero nosotros estamos en medio de un tiroteo y pretendo mantenerte a salvo.
El humo nos dificulta la visión pero en menos de un segundo nos encontramos corriendo de vuelta de dónde venimos. La gente corre, se empuja y cae en medio de la calle, balas vuelan por el aire y más explosiones se escuchan.
Tanteo el arma en el bolsillo de mi abrigo y dejo mi mano ahí en caso de que tenga que usarla.
—No hay salida —murmuro desesperada.
Hay un tumulto de personas queriendo salvarse, queriendo escapar. Una bala roza nuevamente mi brazo, creo que abrió los puntos que Katniss me colocó hace unas horas. Suelto un quejido y Peeta me mira alterado.
—Estoy bien... tenemos que salir de aquí.
¿Por qué me siento mareada? ¿Por qué de repente todo da vueltas a mi alrededor? El olor a pólvora me hace querer vomitar y un frío me recorre el cuerpo. Suelto el arma en mi bolsillo y la llevo a mi hombro, está mojado y pegajoso, incluso con el tapado de piel que tengo encima. Mis dedos están llenos de sangre.
Otra explosión se escucha, está vez el arco se derrumba, aplastando a cientos de personas más adelante.
Hay un pitido en mis oídos, mi vista está desenfocada. Me sujeto del brazo de Peeta cuando siento que voy a caerme, este me rodea por la cintura y el dolor se hace presente como una cachetada.
—Creo... creo que me dispararon —digo con un hilo de voz.
—¿Venus?
Su mano palpa mi estómago, me estremezco cuando sus dedos presionan en un punto específico de mi cintura. Correr se hace más complicado, estoy cansada y todo lo que quiero hacer es dormir. Peeta logra llevarnos hacia un camión volcado para refugiarnos. Me sienta con la espalda apoyada en la chapa y abre un poco el abrigo.
—Mierda...
—Es malo, ¿verdad?
—Estarás bien —su ceño se frunce.
—No eres bueno mintiendo.
—Solo guarda energía.
Se escucha un estallido, empiezan a pedir por médicos, oigo llantos, lamentos, quejidos. Todo se torna gris y una bomba explota. La ola expansiva nos golpea y pienso que se acabó, que finalmente mi hora llegó. Que no voy a volver a ver a Finnick, que no puedo salvar a Peeta, que no puedo ver crecer a mi hermana. Que no puedo matar a Snow.
Tengo frío.
Y súbitamente todo se vuelve negro.
✦✦✦
Holaa, ¿cómo están?
ESTÁ VIVO!!!!!
Les tengo que decir que desde el primer momento que decidí escribir esta historia supe que Finnick no iba morir, fue una de las principales razones para hacer este fanfic y la otra fue tener una protagonista como Venus.
Me reí mucho leyendo sus comentarios pidiendo que no lo maté, pero nunca estuvo en mis planes hacerlos, quiero que tenga una larga larga vida feliz ♥
Y para festejar la vida de Finnick, hay capítulo doble!!! Así que vayan corriendo a leer el que sigue :)
~Luly
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