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Capítulo 66

Me remuevo en el piso todavía algo adormilada, mi espalda duele y definitivamente me encuentro más cansada que cuando me fui a dormir, pero la voz de Jackson me espabila en dos segundos.

En cinco minutos partimos, por lo que tengo que dejar en el fondo de mi cabeza todas las preocupaciones que tengo y hacer a un lado el dolor y continuar.

—¿Amor? —el brazo de Finnick se mantiene en mi cintura.

Giro para enfrentarlo. Sus ojos son lo primero que me encuentro, seguida de una sonrisa, besa con cuidado mi frente y me ayuda a levantarme. Mis extremidades suenan en el proceso.

Busco a Peeta, está sentado frente nuestro, con su vista fija en un punto a lo lejos, como si tuviera su mente pérdida en estos momentos.

—¿Peeta? —su atención cambia—. ¿Pudiste dormir algo? ¿Descansar?

—Si... más o menos.

—Estoy aquí —coloco una mano en su hombro—. Puedes preguntarle cualquier cosa a tu amiga —le guiño un ojo.

—Lo sé... Gracias, Venus.

Todos terminan de despertarse, las hermanas Leeg se encuentran organizando sus armas, Jackson está hablando con Homes y Mitchell, Cressida está nuevamente observando las grabaciones de ayer y dándole indicaciones a sus compañeros.

Katniss está algo más apartada, con Gale. Cada pocos segundos mira hacia nosotros, más específicamente hacia Peeta pero no se atreve a acercarse.

Aseuro los cuchillos a mi cinturón y vuelvo a colocarme la espada en mi espalda, Finnick recoge su tridente.

—¡Todos, reúnanse!

Nos colocamos en el centro según las órdenes de Boggs.

—Escuchen —levanta un cartucho—. No está cargada, es solo para la propo —carga el cartucho en el arma y se lo entrega a Peeta. Andando, cinco cuadras hacia el norte.

Salimos del edificio, pasamos la estatua donde anteriormente se encontraba la vaina y seguimos camino. Boggs, como siempre, liderando el camino con el holo. Katniss y Gale le siguen de cerca mientras que con Finnick decidimos quedarnos en el medio junto a Peeta. El panadero tiene que dar una especie de discurso, y el rubio se ofreció a ayudarlo a practicar.

Caminamos alrededor de una hora. Una hora en donde Katniss trata de fingir que Peeta no se encuentra con nosotros, una hora en donde Finnick y Peeta repiten una y otra vez el discurso, una hora donde intento no decir algo que podría perjudicarnos.

Llegamos a otra parte de la ciudad, como una conglomeración de edificios, están colocados de manera que se forma un círculo y en el centro, nuevamente, una gran estructura, como un arco. Todo está gris, con un dejo leve de olor a pólvora.

—Boggs —Cressida se abre paso entre nosotros—. Ese es un buen lugar, allí en ese atrio.

—Bien, vamos a revisarlo.

Comenzamos a bajar las escalinatas en dirección al lugar que indico Cressida. Hay varias ventanas rotas, partes de cemento destrozadas y en una columna se alcanza a ver el símbolo del sinsajo.

Tal vez no todo estaba perdido en este lugar, quería luchar. Nunca lo sabremos, hay un silencio perturbador.

—Hay una vaina —informa—. Sepárense y cúbranse.

Entrelazo mi brazo con el de Peeta y lo guío hacia la derecha, alejado de Katniss. El rubio nos sigue detrás, nos sentamos con las armas preparadas.

—No se muevan —aclara Boggs.

Veo como tira algo hacia el pasillo del arco y los disparos empiezan. El ruido es tan fuerte que tenemos que taparnos las orejas, además pedazos de cemento salen volando. Finnick envuelve un brazo alrededor de mi cuello para atraerme a su cuerpo.

Los disparos terminan dejando a su paso una bruma de polvo y un leve aroma a quemado. Boggs se levanta y se acerca al inicio del arco.

—¡Despejado! —informa—. Gale, Homes conmigo. Leegs a los flancos.

Cada uno va a su posición. Peeta tiene sus manos tan fuertes alrededor del arma que sus nudillos se están poniendo blancos.

—Yo soy Peeta Mellark...

—Peeta —tomo su mano—. Estás bien, estás conmigo —me arrastro hasta quedar frente a él—. Puedes confiar en mí.

—¿Venus?

Mi vista se desvía un momento hacia el costado, Katniss nos está mirando, su expresión antes seria ahora se volvió preocupada, está a punto de dar un paso cuando una explosión nos desconcentra. La chica en llamas no lo piensa dos veces y va en dirección al sonido.

—¡Everdeen no! —grita Jackson, pero es inútil.

Finnick se levanta a mi lado, asoma la cabeza para ver qué está sucediendo pero sin dejarnos a Peeta y a mí. El panadero habla entre dientes, golpea una y otra vez su cabeza contra el arma, tengo que separar sus manos y hacer que me preste atención para traerlo a la realidad nuevamente.

—¡Mantengan su posición!

Todo es un caos. Formamos una línea de protección, armas listas pero todo lo que mis ojos pueden ver es como Gale, Katniss y Homes están al lado del cuerpo sin vida de Boggs.

Se suponía que no habría peligro, al menos no como si fuéramos una tropa de la guerra. Solo era grabar propaganda, mostrar al sinsajo. Pero eso a la guerra no le importa. A Snow no le importa, cualquiera puede morir mientras él esté a salvo.

Veo a una de las Leegs en el sucio suelo, detrás de Boggs, su hermana corre hacia ella, al parecer está herida, pero se detiene de repente. Un ruido ensordecedor nos invade, y como si se tratara de una celda a gran escala, una especie de compuertas se cierran, dejándonos encerrados.

—¿Finnick qué está...

—Corre... ¡Venus, corre!

Toma mi brazo y me obliga a correr con él, soy lo suficientemente rápida para atraer a Peeta conmigo. Una gran sustancia negra cae a gran velocidad, como si fuera agua.

—¡Corran, rápido! —grita Jackson, pero no puedo ver dónde se encuentra.

Mi corazón late deprisa, Finnick se coloca del otro lado de Peeta para también ayudarme a que el rubio corra. Pero este en un segundo se deshace de nuestro agarre y se adelanta varios pasos. Finn me estabiliza cuando casi caigo y seguimos corriendo.

—¡Peeta, no!

El rubio va directamente hacia Katniss, la tira y la chica en llamas esquina un golpe con el arma que iba directamente a su cara. Mitchell lo aparta, pero en un segundo Peeta lo empuja y cae directamente en esas olas negras, perdiéndose en la espesura de la vaina, para luego elevarse por medio de alambres.

—¡Finnick, Venus! —grita Katniss.

—¡Contrólenlo! —ordena Jackson.

La adrenalina corre por mi cuerpo, es exactamente igual que en los juegos, las mismas atrocidades a las que nos vimos sometidos. Finnick lo rodea con sus brazos y lo obliga a seguir corriendo, a pesar de que el panadero forcejea. Me quedo detrás, por si a Peeta se le ocurre hacer una locura.

Entramos al edificio, subimos las escaleras, Homes detrás mío cerrando la fila. La especie de brea sigue subiendo, pero no hay más lugar donde ir, las escaleras están destrozadas así que todo lo que conseguimos es mantenernos en un segundo piso.

—Peeta, tienes que calmarte —el rubio se encuentra forcejeando con Finnick para liberarse—. ¿Me escuchas? Tienes que calmarte, ya estamos a salvo.

Homes le aplica una especie de inyección y el rubio se relaja automáticamente. Finnick lo coloca en el piso cuando el peso ya es demasiado.

—¿Peeta?

—Estará bien —mi novio se arrodilla junto a mi—. Estamos bien —entrelaza nuestras manos.

—Miren, va aminorando —comenta Cressida cuando la brea no llega hasta donde estamos—. Los vigilantes saben montar un espectáculo.

—451 a base, cambio.

Acomodo el pelo de Peeta que cae sobre su frente, ¿en qué momento pasó todo esto? ¿en qué momento retrocedió? Estaba mejor, volviendo a ser el que era y ahora, otra vez, quiere matar a Katniss.

Suspiro.

—Debemos irnos, si no sabían dónde estábamos lo saben ahora —afirma Finnick.

—Esas cámaras nos vieron...

—¡451 a base, cambio! —repite Jackson—. No tengo señal, pero podemos volver a la base. Everdeen, dame el holo —no hay respuesta—. Everdeen, te pedí el holo, ¡ahora!

—Boggs me lo dio a mí.

Me levanto con cuidado, dejo a Peeta a mi espalda. Se puede sentir la tensión en el aire y no es algo bueno. Finnick se coloca a mi lado, solo una mirada basta para entendernos. Veo como sus nudillos se vuelven blancos al sujetar con fuerza su tridente. Saco con cuidado un cuchillo de mi cinturón.

—¿De qué estás hablando?

—Es cierto —responde Homes—. Transfirió el permiso de seguridad, yo lo vi.

—¿Y por qué hizo eso?

—Estoy bajo órdenes de Coin.

Genial, aquí vamos. Me contengo en poner los ojos en blanco por lo que va a decir la chica en llamas.

—¿Para hacer qué?

—Asesinar al presidente Snow.

Sí, ahí está. Lástima que no es tan buena mintiendo cómo lo es con el arco. Finnick conecta nuestros ojos y puedo saber que tampoco le cree lo que está diciendo. Pero no voy a detenerla, tenemos el mismo objetivo. Además, le prometí a Haymitch que la cuidaría.

Debo dejar de hacer promesas que alteran mis nervios.

—No lo creo ni por un segundo —inquiere la teniente—. Como comandante de la unión te ordeno que transfieras los permisos a mi nombre, ahora.

—No lo haré.

Jackson lleva su mano al bolsillo del pantalón, Hawthorne se adelanta y levanta su arco en dirección a ella. Pero no importa, porque la teniente en un segundo tiene su arma en lo alto apuntando a Katniss. Finnick también da un paso hacia adelante y saca de su espalda un arma que no sabía que tenía.

Peeta se remueve, me agacho con cuidado y espero a que mi amigo abra los ojos.

—No voy a repetirlo, Everdeen —su voz se vuelve más grave—. Dame. El. Holo.

—Lo que dice es cierto —volteo mi cabeza para ver como Cressida queda en medio del arma y Katniss—. Plutarch lo quiere televisado. Piensa que si filmamos al sinsajo asesinando a Snow, el Capitolio se rendirá antes de que haya demasiadas bajas.

Bueno, esa si que es una mentira. Peeta abre sus ojos azules, la pupila se encuentra dilatada y parece que está un poco confuso, parpadea varias veces antes de murmurar algo.

—Tranquilo —susurro—. Estás conmigo.

—Mientras discutimos, cien agentes de la paz vienen en camino —dice en tono petulante Hawthorne.

—Boggs prometió que cuando llegara el momento me ayudarías —veo como Katniss baja el arco de su amigo y se enfrenta a Jackson.

—¿Qué...

Niego con la cabeza hacia Peeta para que no hable, hay suficiente tensión para agregarle una más.

—De acuerdo, el holo es tuyo.

El alivio se asienta en mi cuerpo y puedo notar que también lo hace en el de los demás.

Gale afirma que no dejaremos huellas así que lo mejor sería irnos lo más pronto posible. Las Leegs se quedarán a esperar ayuda, una de ellas tiene la pierna en mal estado. Una ira se instala en mi pecho al ver los daños que provocó todo esto.

Finnick y Homes me ayudan a levantar a Peeta y con el rubio luego lo escoltamos de cada lado. Katniss me mira por un momento, espera a que diga algo, a que la contradiga, asumo. Pero eso no pasará, no si consigo cortar la garganta de Snow, así que mantengo mi cabeza en alto y ella continua al no obtener respuesta.

Cuando salimos todo se encuentra negro, pasamos por el cuerpo de Boggs y Mitchell. Aparto la vista ante esa imagen, Finnick hace una mueca hacia Peeta pero este se encuentra con la atención fija en sus pies. Todavía está algo inestable y drogado.

Entramos por el ventanal de un edificio que Gale rompió. Estamos dentro del perímetro de la vaina que activamos, pero esto es mejor que nada. Peeta con cada paso que da parece recomponerse un poco, al menos ya puede caminar solo aunque con Finnick lo mantenemos vigilado de cerca.

Su cabeza está gacha y tiene una expresión sufrida, de arrepentimiento. Estoy segura que está reviviendo una y otra vez su ataque a Katniss y la muerte de Mitchell. Pero tiene que entender que el Peeta que una vez conocí nunca hubiese hecho algo así, esto es el resultado del Capitolio, de las torturas de Snow.

Un dolor me recorre el abdomen cuando entramos al edificio que sería nuestro lugar seguro por el momento. Me tambaleo unos instantes antes de enderezarme.

—¿Estás bien?

Los ojos de Peeta muestran preocupación, me sostiene del brazo por miedo a que me caiga, pero el dolor ya desaparece.

—Sí, sólo... tal vez tenga hambre, no comí bien anoche —o en días me contengo de decir porque probablemente todos estemos igual.

—De acuerdo.

—No te preocupes por mí, estoy bien. Vamos, entremos.

Subimos las escaleras hacia el departamento, las paredes son blancas, hay decoraciones en tonos rosa, joyería, un candelabro colgando en el medio de la sala. Todo parece tan... caro.

—¡Cierren esas cortinas!

El ruido de motores se hace presente, me acerco a una ventana y corro con cuidado la cortina para mirar hacia el exterior. Varios agentes de la paz se encuentran con las armas en alto, en dirección a dónde anteriormente estábamos.

Salto en el lugar cuando siento unas manos en mis hombros, pero me relajo al ver que es Finnick. Aparta un poco más la cortina. Las Leegs comienzan a disparar pero también lo hacen los agentes de la paz.

El ruido de las balas y cartuchos recargándose es todo lo que se escucha, hasta que un proyectil es lanzado y todo el edificio se derrumba.

Cierro la cortina rápidamente y me alejo dos pasos de la ventana. Ya van cuatro. Cuatro personas que murieron por culpa de esta guerra, por culpa de Snow. Sin contar a todas las demás tropas de las que estoy ignorando.

—¿Vee? ¿Amor?

Un pitido lo interrumpe, la pantalla se ilumina en el centro con el logo del Capitolio. El rubio logra que me sienta y envuelve sus brazos a mi alrededor.

—Buenas tardes, soy Caesar Flickerman. Aquí con nuestra continúa cobertura de la defensa del Capitolio. —Está exactamente igual a cómo lo recuerdo la última vez que lo vi—. Hoy, mientras nuestros agentes de la paz valientemente resisten la rebelión, nuestra historia toma un sorprendente giro.

La pantalla cambia a una imagen de lo que sucedió hace unos minutos, de Peeta atacando a Katniss.

—Katniss Everdeen, quien alguna vez fue nuestra hija favorita se ha infiltrado en la ciudad con algunos de los vencedores cuyos nombres son muy familiares... Finnick Odair, Peeta Mellark y Venus Harkin.

—Esto debe ser una broma... —digo en voz baja.

—Algunas alianzas no duran eternamente. —A continuación muestran cómo Peeta empuja a Mitchell y cómo con Finnick tratamos de contenerlo—. Miren lo que ocurrió hace tan solo un momento cuando por fin acorralaron a Katniss Everdeen y a su banda de absurdos rebeldes.

—Solía ser tu favorita, Caesar —bromeo.

—A pesar de la arrogancia que impulsó a esta traidora a volver aquí, están por presenciar una gran victoria, no sólo para el Capitolio sino para Panem. —Las imágenes ahora muestran el tiroteo de hace unos minutos y como el edificio colapsa.

Mis ojos se desvían un momento de la pantalla, Peeta, enfrente mío, tiene una expresión de horror, está aferrado a la baranda de las escaleras y parece que en cualquier momento sus ojos saldrán de sus cuencas por lo que está viendo.

Se está culpando.

—Ahí lo tienen, Katniss Everdeen... la chica en llamas, una chica que inspiró tanta violencia parece haber muerto violentamente por sí misma. Sigan aquí, para más información Caesar Flickerman, gracias. —La pantalla se apaga.

—¿Qué vamos hacer ahora que estamos muertos? —interroga Gale.

—No es obvio, el siguiente paso es matarme.

—No vamos hacer eso, Peeta —me levanto para enfrentarme a él.

—Maté a uno de nuestros compañeros, Venus —réplica—. Katniss tiene razón, soy un muto. Es sólo cuestión de tiempo para que tenga otro episodio, no tengo control. Necesito una jaula de noche, para morir cuando lo necesite.

Niego con la cabeza, esto no es verdad, esto no puede estar pasando. Su rostro denota una seriedad que me sorprende y me asusto de igual manera.

—Si llega el momento yo mismo te mataré.

—Nadie matará a nadie, Hawthorne —espeto—. Deberás pasar sobre mí primero.

—De acuerdo, todos cálmense. Harkin, un paso atrás —señala Jackson—. Tratemos de descansar y comer algo, luego veremos cómo seguimos.

—Cómo quieras —levanto las manos en gesto de inocencia.

El resto se desparrama por el espacio, en busca de algo de comida. Finnick me dice que irá a buscar algo en la cocina, así que aprovecho para sentarme al lado de Peeta, en los escalones, sus manos siguen tensas en la barandilla y su mirada pérdida.

—No va a pasar.

—¿Venus qué...

—No te vas a morir y ten por seguro que nadie te matará —afirma.

—Soy un peligro.

—No lo eres, ¿sabes lo qué eres? Eres Peeta Mellark, mi amigo, una persona amable, cariñosa, valiente y sobre todo una persona que no se rinde. No te rindas.

—No es rendirse...

—Si te mueres me veré obligada a hacer algo que no quiero —aclaro.

—Vee...

No dice nada. Sus ojos están cansados, tiene ojeras, su pelo perdió brillo nuevamente y su postura está encorvada. Finnick vuelve con comida para los tres, una especie de galletas saladas y algo redondo que tiene sabor dulce.

—Es chocolate —señala el rubio—. Cuando teníamos algo más de dinero, lo usábamos en la panadería para postres.

—Bueno, es la gloria.

Él sonríe y por el momento me siento un poco más relajada. Más segura de que no tomará una pistola y disparará entre medio de ceja y ceja.

Finnick lleva sus dedos a mis labios y limpia el rastro de chocolate que quedó en estos, me guiña un ojo y ese gesto caliente mi corazón... y también mi cuerpo. Los recuerdos de nuestra última noche juntos en el distrito trece todavía están frescos en mi memoria.

Nuevamente la pantalla se ilumina con el logo de Panem, además del himno. Comienzan a mostrar imágenes de los caídos como si estuviéramos en los juegos del hambre. Cuando llega el turno de Finnick este solo ríe, luego sigue mi rostro, el de Peeta y finalmente el de Katniss.

—Podrían haber elegido una foto mejor, ¿no? —comento.

—No es lo suficiente bonita para ti —me sigue el rubio.

—Oh... no lo decía por mi, cariño. Ese definitivamente no era tu mejor ángulo.

La pantalla muestra a Snow ahora y todo rastro de diversión se apaga.

—Así que, Katniss Everdeen, una pobre e inestable chica con un poco de talento con el arco y la flecha ha muerto. Ni era intelectual, ni era líder. Sólo la cara de muchas entre las masas —dice con aire petulante—. ¿Era valiosa? Era sumamente valiosa para su rebelión porque no tiene ambición, no tienen a un verdadero líder... se consideran una alianza, pero ya vimos lo que significa.

Peeta agacha la cabeza avergonzado a mi lado y mi odio sólo hace que crezca hacia el presidente. Su discurso sigue pero en un instante se ve intervenido por la imagen de la presidenta Coin, se presenta como la líder de la rebelión aludiendo que estaba difamando a Katniss con sus palabras. Le echa flores a Katniss de una forma que nunca antes lo había hecho, que aunque esté muerta sigue siendo la cara de la rebelión, y que su muerte no será en vano.

Mentiras, mentiras y más mentiras presidenta Alma Coin. Solo otra persona con poder, es increíble lo mucho que tardé en darme cuenta que eso es sólo lo que quiere. No le interesa Katniss, nunca lo hizo. También somos piezas en su juego.

—Nunca supe que me quería tanto... —contesta irónica la chica en llamas.

Su discurso sigue y termina con una imagen de Katniss como el sinsajo, honrando su memoria.

—Snow está en su mansión, ¿Dónde es? —deja el holo en el centro de la mesa.

—Estamos ahí —Cressida señala un punto—. El círculo de la ciudad está por acá, estamos a unas setenta, setenta y cinco cuadras al norte.

—¿Setenta y cinco cuadras? —la voz del rubio suena sorprendida.

—No saben que estamos vivos, es nuestra ventaja. Estos edificios, ¿tienen vista a los jardines de Snow? —pregunta la castaña.

—La tienen —afirma Castor.

—Si llega a salir puedo dispararle.

—Nos estamos adelantando mucho, nos estén buscando o no estamos atrapados. Aprieta el botón —señala Jackson—. Busca vainas.

El gráfico de la ciudad se llena con puntos rojos. Son demasiados, nunca lo lograremos si vamos por tierra.

—Hay una cada diez pasos —Finn me mira en alerta.

—Sí y eso no nos muestra las nuevas —agrega Gale.

—No podemos usar las calles —afirmo.

—Y tampoco los tejados...

Pollux llama a su hermano, este le hace una seña y Castor asiente con la cabeza en afirmación. Sus cejas se tensan por un instante pero luego enfoca su vista en el holo.

—Tal vez haya una forma... pero no les gustará.

Finnick entrelaza nuestras manos por debajo de la mesa, esto cada vez se está poniendo peor y cuando Castor explica que podemos ir por los túneles subterráneos sé que será algo peligroso y absolutamente aterrador.

Solo espero que no haya ninguna sorpresa más, nuestro equipo se está volviendo más reducido y eso no me gusta. 



✦✦✦

Holaa, ¿cómo están? 

Subo el capítulo más temprano porque a la tarde no iba a poder, así ya lo tienen desde la mañana. 

Buenoooo, se acerca ESE capítulo... 

Nos quedan cinco capítulos para terminar esta historia, me voy a poner sensible jajaja 

Muchas gracias por el apoyo 

Nos leemos el jueves!!

~Luly

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