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Capítulo 46

La brisa sopla en el balcón, se puede respirar la tranquilidad previa a los disturbios de la noche. El atardecer se hace presente, tiñendo el cielo de colores naranjas, rojos y amarillos. Luce con una postal...

Hace varios minutos anunciaron las puntuaciones de la prueba individual. Un doce. Pero también eso mismo recibieron la mitad de los tributos, quieren alentar al público, incitarnos a que ataquemos.

Haymitch sugirió que en la entrevista de esta noche pidamos un alto al fuego... o al menos mostremos nuestra disconformidad respecto a los juegos. Por eso, Jazeera y Milos recibieron solo una petición por parte mía para el atuendo de esta noche, tiene que ser negro.

En cualquier momento estarán por llegar y comenzar a prepararme, tres extenuantes horas de tortura. Aunque Jazeera y Milos lo hacen llevadero.

—¡Venus, querida! —bueno... más o menos.

—Hola, Milos —saludo al chico, está vez decidió usar delineador verde combinando con su pelo—. Jazeera —la estilista lleva plumas en sus pestañas y una trenza en forma de corona con varios apliques azules en su pelo.

—Tenemos lo que pediste —habla emocionada agitando sus manos—. Pero será una sorpresa para el final.

—¿Pero...

—Tranquila, el vestido es negro —me tranquiliza Milos—. Tal como pediste.

—Gracias.

Preparan la bañera con sales y espuma, lavan mi cabello con una fragancia a coco. Pasan cremas por mi cuerpo, aceite en mi pelo, liman mis uñas. Todo ello lleva aproximadamente una hora. Una hora estando con una bata diminuta de baño, al menos ya estoy acostumbrada a estar con poca ropa.

No sé si eso es algo bueno.

La mirada que me dió Katniss al salir de mi prueba individual fue acusatoria. No la puedo culpar, mi ropa de entrenamiento estaba rasgada a causa de mis cuchillos. Digamos que me deje llevar un poco y en el proceso de tirar en el centro, apuñalé mi ropa también. Los vigilantes se quedaron impactados, mientras que Heavensbee sonreía con satisfacción

Según la información del rubio, Plutarch está involucrado en el plan del trece, nos sacará de los juegos. ¿No es irónico? El vigilante en jefe tiene una participación importante en la revolución. Tiene que sacar a los tributos de la Arena mientras que lo que tendría que estar haciendo es matarnos.

No sé, no lo voy a creer hasta que Finnick esté a salvo.

—Cierra los ojos, Venus —pide con amabilidad Jazeera.

Milos se está encargando de mi pelo, haciendo unas ondas suaves mientras que Jazeera se encarga del maquillaje. La vi tomar sombra negra, creo que se tomaron en serio mi petición sobre el color.

Cuando finaliza puedo apreciar su trabajo. Remarco mis ojos, luciendo una mirada imponente, los labios se encuentran más tenues y agregó un poco de color a mis mejillas. Las ondas caen en mi espalda. Diamantes cuelgan de mis orejas, es el único accesorio que llevo.

—El centro será el vestido, en realidad —se acerca a la funda donde se encuentra el atuendo—. Tú usando ese vestido.

Cuando lo veo... Es impresionante.

El vestido es corte sirena, al colocarlo cada parte se aferra a mis curvas. Tiene algo de vuelo en la parte de abajo, apenas se ven los tacones negros, escote corazón y anchas tiras que se aferran detrás de mi cuello. La espalda está completamente abierta, llegando hasta un poco arriba de mis caderas. Jazeera me coloca unos guantes negros que llegan hasta arriba de mis codos combinando con el vestido.

Es justo lo que quería.

—Se lucieron... Muchas gracias —digo sincera.

Jazeera y Milos se retiran rápido alegando que quieren conseguir un buen lugar entre el público para ver la entrevista.

Mags sonríe apenas me ve, acomoda mi pelo hacia atrás y lleva su mano a mi corazón. Son esos pequeños gestos lo que hace sentir a mi madre conmigo.

—Mags, ¿sabes sí...

Detiene el paso a medio camino y con eso sus palabras. Abre la boca, sus ojos se iluminan cuando me ve, trata de hablar pero sólo consigue balbucear y una ola de satisfacción recorre todo mi cuerpo.

—¿Sin palabras, Odair? —bromeo.

—Vee... esto, yo... —se acerca—. Estás hermosa, no es que no lo seas... Eres la mujer más hermosa que he conocido y... —divaga—. Lo que quiero decir es que te ves maravillosa.

Avanzo hasta quedar a pocos centímetros de su rostro, los tacones logran que estemos a la misma altura, coloco ambas manos sobre su pecho.

—Tú tampoco te ves mal, Odair.

La camisa blanca está abierta dejando ver su pecho, los pantalones negros son ceñidos pero caen con soltura en la parte inferior, un collar rodea su cuello y solo puedo pensar en pasar mis dedos entre medio de sus rizos dorados y deleitarme de esa manera.

—Ese vestido solo tiene un problema —susurra contra mi oído con voz grave—. No puedo meter mis manos...

Un jadeo involuntario escapa de mi boca cuando dice eso. Busco con mi mirada a Mags pero ya no se encuentra en la sala. Sus ojos verdes me miran con deseo y cariño.

—Tendrás que esperar, aunque... —deslizo mi mano por su pecho hasta llegar a la altura del cierre de sus pantalones—. Mi mano tiene fácil acceso.

Finnick traga saliva, su sonrisa se ensancha y en medio de eso lo beso. Tal vez es algo imprudente hacerlo con Mags dando vueltas, en medio de la sala de un apartamento del Capitolio y con las palabras del presidente aún en mi memoria. Pero toda mi cordura se esfuma cuando él está cerca.

Tiro de su labio cuando nos separamos.

—Me vas a volver loco... —suspira.

—Andando, estoy ansiosa por dar mi discurso —nos encaminamos hacia la salida.

—Yo también, tendrás que estar atenta, es especial.

✦✦✦

Las luces me ciegan, se escuchan los gritos del público cuando Caesar Flickerman sube al escenario y da la inauguración al tercer vasallaje de los veinticinco. A mi alrededor se encuentran los demás tributos, consigo ver a Wiress y Beetee algo más apartados, murmurando entre ellos.

Cashmere retoca su peinado continuamente mientras que su hermano mantiene una expresión seria a su lado. Katniss está con Haymitch, la chica en llamas lleva un gran y ostentoso vestido de novia, pero no hay una pizca de felicidad en su rostro.

Cuando localizo a Johanna no dudo ni un momento en dirigirme hacia ella, sin antes avisarle a Finnick.

—Veo que la temática de árbol es algo recurrente —digo en tono burlón—. ¿Quieres mis estilistas? —señalo el cuello alto de su atuendo que se asemeja a la corteza de un árbol.

—No te burles, odio esto —deja caer sus hombros—. Bueno, bueno... ¿pero qué tenemos aquí? La Sirena cambió de profesión, ¿ahora qué eres? —levanta una ceja—. ¿Una viuda negra?

—Muy gracioso, Mason... Sólo me pareció apropiado para la ocasión —paso las manos por mis curvas—. ¿Te gusta?

—Vete a la mierda, Harkin —espeta—. Todo lo que usas te queda bien, podrías salir desnuda o con una bolsa de basura y te seguirías viendo hermosa.

—¿Quieres intentarlo? —me acerco seductoramente—. Lo de ir desnuda, claro...

—Eres imposible.

Me alejo con una carcajada cuando veo a Peeta, demasiado apuesto en ese traje, yendo hacia donde se encuentra Katniss.

—Peeta... te ves muy bien.

—Gracias, Venus —sus mejillas se sonrojan—. Tú... digo... Tú también te ves bien.

—¿Tú crees? —giro en el lugar mostrando el vestido y me quedo más segundos de espaldas trayendo mi pelo hacia el frente—. ¿No crees que es mucho?

Veo como sus ojos se deslizan por toda mi piel desnuda pero antes de llegar al inicio de mi trasero vuelve la vista rápidamente hacia arriba. Sonrio.

—Te ves divina, Venus. Literalmente como una diosa.

—¿Sabes mi nombre? —pregunto curiosa—. Digo, ¿por qué me llamó así?

—Leí algo sobre mitología en la escuela, me interesaba el tema, así que investigué por mi cuenta —una sonrisa tímida aparece en su boca—. Venus, la diosa romana del amor, la belleza y...

—La sensualidad —agrego.

—Claro, su equivalente griego es Afrodita —comenta con emoción.

—Así que no eres solo un panadero —bromeo.

—Y tú no eres solo una diosa... o Sirena.

Mi sonrisa se ensancha, pero está vez de felicidad, por descubrir una parte de mí, una parte verdadera y no lo que dicen de mí.

Katniss nos observa de lejos, su ceño está fruncido y su mandíbula tensa.

—Suerte en la entrevista. Tu prometida me matará antes de tiempo si sigo hablando contigo —le guiño un ojo antes de irme.

La voz de Caesar anuncia a Cashmere y Gloss para la entrevista, el rubio sonríe de lado antes de dirigirse al escenario. Una presión se instala en mi pecho al ver esa mueca, esos ojos perversos. No quiero que los recuerdos del pasado me hagan una mala jugada pero no estaría siendo posible.

—¿Vee? ¿Está bien?

—Todo en orden —respondo tranquilizando a Finnick.

Las entrevistas pasan. Cashmere y Gloss alegan que no ha sido su elección estar aquí. Enobaria, a pesar de ser la más emocionada por esto, también se muestra algo reacia a la elección de este vasallaje. Beetee agrega que las reglas se podrían cambiar, pero todo el público rie ante la sola mención.

Finalmente llega el turno del distrito cuatro.

—¿Recuerdas lo que dije? —acomoda un mechón de pelo detrás de mi oreja—. Presta atención a mis palabras...

Ingresa al escenario, el público enloquece con su presencia, después de todo es uno de los favoritos del Capitolio. Gritan su nombre y aclaman su atención, pero Finnick solo se concentra en Caesar, bromea con él, comenta que también se encuentra descontento con estas circunstancias.

—Para terminar, Finnick... —comenta—. Entiendo que tienes un mensaje para alguien aquí, una persona especial...

Johanna se coloca a mi lado, a pocos metros del escenario y mira la misma pantalla que yo donde aparece el rubio.

—¿Podemos oírlo? —suelta una carcajada expectante.

—Mi amor...tienes mi corazón para la eternidad —su rostro ocupa toda la pantalla—. Y si muero en ese arena, mi último recuerdo serán tus labios.

La gente estalla luego de eso, gritos es todo lo que se escucha. Pero no le estoy prestando atención, mi corazón va tan acelerado que temo que salga de mi pecho. Las lágrimas pican detrás de mis ojos y una felicidad me recorre el cuerpo.

—¿En serio creen que es para ellas? —bufa Johanna.

Lo dijo para mí, me llamó mi amor y sus palabras fueron dirigidas para mi. Finnick Odair, no creas que te voy a soltar después de esto. Vas a salir de esa arena, juntos lo vamos a lograr.

—¡Ahora! ¡Es un honor presentar a la única, inigualable y hermosa Venus Harkin! —Subo con cuidado las escaleras y me dirijo hacia el escenario—. ¡La Sirena del Capitolio, damas y caballeros!

—Gracias por esa presentación, Caesar —me posiciono a su lado—. Harás que me sonroje.

—Creo que dejaste en claro que el que se sonroja soy yo, y no tú.

—¿Qué puedo decir? —llevo mi pelo hacia atrás—. Logro ese efecto en las personas.

El público asiente y grita en afirmación.

—Venus, tengo que preguntar —me mira serio—. Acostumbramos a verte de otra manera, pero ese vestido es intimidante.

—¿Pero luzco bien, cierto?

—Eso no se puede negar, estás fabulosa.

—Bueno, Caesar —pasa mis manos por la tela del vestido—. Estoy de luto, pensé que mi estadía por los juegos terminaba cuando me coronaba como vencedora. Al parecer no es así. Este vestido representa eso, tal vez en mis juegos podría morir pero no lo hice —mantengo mi expresión firme—. No sé lo que sucederá en estos juegos, pero estar de duelo me pareció una buena opción. Además, el negro me queda fenomenal.

—Por supuesto que sí —Caesar me hace girar en el lugar, mostrando la abertura de mi espalda y modelando un poco las curvas que acentúan el vestido—. ¡Venus Harkin! ¡La Sirena del Capitolio!

Contoneo mis caderas al salir del escenario, me encamino en dirección a la sala donde esperan los demás tributos.

—Eso fue todo un espectáculo —menciona Haymitch cuando me ve.

—Pensé que te gustaría —le guiño un ojo.

—Alguien no te pudo quitar la mirada de encima.

—No creo que Peeta...

—No estoy hablando de Peeta —señala detrás mío—. ¿Algo que contar, Sirenita?

—Abernathy.

—Pavo real.

El rubio bufa mientras que Haymitch suelta una carcajada ronca.

—Después quiero saber.

—Eres peor que Johanna.

—¿De qué hablaban? —inquiere.

—¿Así que no podías parar de mirarme? —bromeo—. Creo que a Haymitch se le olvidó decir que se te caía la baba.

—No estaría mintiendo —agacha la cabeza—. ¿Te gustó mi entrevista?

—Quiero saltarte encima en estos momentos y besarte hasta que te olvides de tu nombre, pero no puedo —digo en voz baja.

—¿Tanto?

—Ni te imaginas.

Disimuladamente Finnick acaricia mi mano, tan solo con ese gesto suspiro y trato de transmitirle todo lo que siento a través de mis ojos.

Las entrevistas pasan. Nos colocan en una especie de tarima o podio, uno al lado del otro. Johanna tuvo un exabrupto y literalmente maldijo al presidente Snow y a todos los vigilantes de estos juegos. La chica en llamas giró mostrando su vestido de novia que pasó a transformarse, mediante llamas, a un vestido en diferentes tonalidades de azul, simulando un sinsajo.

Peeta es el último y no tuvo miedo de decir que él y Katniss se habían casado en secreto y muchos menos en soltar la bomba de que Katniss estaba embarazada como si dijera cómo está el tiempo en el Capitolio.

El público se alza en protesta, pidiendo que detengan los juegos, gritan desaforados descontentos con lo que está sucediendo. Y por un momento, un ínfimo instante pienso que eso será suficiente para que todo esto termine. Como si todos pensáramos lo mismo, entrelazamos nuestras manos y las alzamos en gesto de unión, de reclamo. La mano de Finnick me toma con fuerza.

Las luces se apagan, el escenario se envuelve en una completa oscuridad y lo que hubo hace unos segundos se deshace y el caos reina en su lugar.

✦✦✦

—Fue un gran intento lo que hicieron pero lamentablemente se queda en eso —comenta Haymitch—. Confío en ustedes, sé que podrán hacerlo.

—Estoy segura que la chica en llamas me odia.

—Está solo celosa, por cómo te llevas por Peeta —el viento mueve su pelo—. Estoy seguro que ella quiere hablarle como tú lo haces, su relación es complicada...

—¿Y cuál no lo es? —inquiere Finnick.

Haymitch levanta una ceja, una sonrisa ladeada aparece en su rostro, antes de que suelte una burla lo miro fijamente advirtiendo que se calle.

—Sigan el plan —Haymitch le tiende a Finn una brazalete de oro—. Usa esto, Katniss lo va a reconocer y con suerte no terminas con una flecha en la cabeza.

—Qué alentador.

—¿Yo no tengo regalo? —hago un puchero.

—Estoy seguro que Peeta irá en tu búsqueda, te quiere de aliada y no dejará que Katniss haga nada.

—Eso es bueno escucharlo.

El mentor del doce se remueve incómodo en el lugar, da un paso en mi dirección y luego me estrecha entre sus brazos.

—Tal vez la suerte está de nuestro lado —se separa lentamente y sonríe sincero—. Ten cuidado, Venus. No lo digo muy seguido, pero eres una gran amiga para mi.

—No te pongas a llorar, Haymitch. Todavía no es mi funeral.

Él suelta una carcajada ahogada, abraza a Finnick palmeando su espalda. Se siente como una despedida, pero espero que no lo sea.

Con Finn nos encaminamos hacia la salida de la terraza, mañana será un día largo y el sueño es importante en estos momentos, aunque no crea que pueda dormir.

—Una cosa más, recuerden quién es el verdadero enemigo.

Oh Haymitch, eso lo tengo bien en claro. 



✦✦✦

Holaa, ¿cómo están?

¿Qué piensan de las palabras de Finnick? ¿Y la entrevista de Venus? 

¿Ya saben que pasa en el siguiente capítulo, no? Los juegos!!!

Y hoy hay doble actualización, así que cuando terminen este capítulo pueden ir a leer el que sigue :) 

Espero que les este gustando la historia, me encanta leer sus comentarios y pueden dejar su voto si no lo hicieron 

Nos leemos en el próximo capítulo. 

~Luly 

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